Hola!
A lo tonto hemos llegado al capítulo 40! y aún quedan unos cuantos, no sabría decir cuantos, pero como mínimo diez, tal vez más.
Quiero agradeceros los mensajes a todos los que dedicais siempre un ratito a saludar o a dar un grito, una opinión... cualquier cosa es siempre un detalle que se agradece mucho desde el otro lado de la pantalla.
,Flo y Jazmin Li: Bienvenidas! Gracias por vuestras palabras!
Espero que este capítulo os guste también, no me da tiempo a responder hoy pero, dos mensajitos generales
1. Me encanta compartir la historia con vosotros
última escena va dedicada a los que no soportan a Morgan jajajajaaja
Con todo mi amor.
AJ
Maestro y aprendiz
Al día siguiente Hermione se duchó y se vistió como si se estuviera preparando para una batalla.
Eligió un vestido de verde de franela, vaporoso y de manga francesa combinado con un jersey abierto de color crema y unas botas a media pierna del mismo color.
Apenas se maquilló lo suficiente para disimular las ojeras, se sujetó el pelo en un moño flojo y, con una última mirada en el espejo se apareció.
— Buenos días —escuchó tras ella en cuando sus pies se posaron sobre el hall de entrada de la mansión.
—Buenos días —se giró para saludarle.
Con un gesto de la mano la invitó a entrar en el salón y ambos se acomodaron en los sillones, uno frente al otro, tensos y expectantes.
—No sé cómo te gusta el té —dijo frunciendo el ceño con molestia, como si se diera cuenta de que era algo que seguramente sabría si las circunstancias fueran otras.
—Está bien —respondió ella sirviéndose una taza y echando dos cucharadas de azúcar.
—Gracias por dejarme el pergamino —dijo decidiendo ir al grano —y por venir hoy, no estaba seguro de que quisieras hacerlo teniendo en cuenta que… en fin, que he sido un completo capullo desde hace semanas.
—Sí —respondió Hermione decidiéndose a ser sincera —lo has sido. Pero supongo que tampoco está siendo fácil para ti, así que imagino que estamos a mano.
Él rió entre dientes.
—Si tú lo dices. Después de leerlo todo me he dado cuenta de que te creo. Para lo que pueda servir, lamento no haberlo hecho desde el principio es solo que… —la miró de un modo extraño, como si tratara de leerla a ella del mismo modo que había hecho con el pergamino —yo, quiero decir, el yo que recuerda, no te había vuelto a ver desde que hace más de cinco años hablamos en la boda de Shacklebolt —sacudió la cabeza con incredulidad — se que no es algo que quieras oír pero no te voy a mentir, soy un hombre y no desaprovecharía jamás la posibilidad de meterme entre tus piernas —ella se sobresaltó por la crudeza —no me malinterpretes, no estoy diciendo que fuera solo eso, pero es posible que empezara así ¿No? —se frotó la nuca con desesperación —solo trato de entender.
Para su sorpresa ella se encogió de hombros ligeramente sonrojada.
—Sí, creo… en fin no, no lo creo quiero decir, lo sé —poniendo los ojos en blanco se cuadró de hombros y asintió —sí, empezó así.
—Vaya Granger —dijo con una sonrisa burlona que le hizo recordar al Draco de las primeras semanas, irreverente e incorregible — nunca imaginé que fueras tan rebelde.
Ella resopló.
—No seas idiota —se encogió de hombros — es solo que… bueno, había ya sabes, atracción. —frunció el ceño tratando de recordar y se mordió el labio inferior en un gesto inconsciente que a Draco le pareció lo más sexy que había visto desde hacía semanas —el día de la fiesta del Ministerio fue… inesperado.
—El beso —respondió Draco con los ojos repentinamente oscurecidos.
—Sí, el beso… supongo que fue el detonante.
Draco recordó lo que ella había escrito.
Me llamó por nombre y me dijo; gime para mi. Después me mordió el cuello y todo lo que puede hacer fue obedecer.
Se pasó la lengua por los labios sintiendo la boca repentinamente seca.
—¿Qué es lo que quieres preguntarme? —dijo Hermione
—¿Huh?
Draco la miró descentrado, como si no supiera de qué le estaba hablando.
—¿Malfoy?
—¿Sí?
—¿Estás bien?
Asintió con los labios apretados intentando sacar de su mente las imágenes que se empeñaban en aparecer sin ser invitadas.
¿Hacer gemir a Granger?
De pronto recordó una noche de sexto año en Hogwarts. Para él fue el peor curso con diferencia, le habían marcado como a un cerdo y enviado al colegio con la misión más suicida y absurda del mundo, se pasó meses sumido en la más absoluta desesperanza, navegando las aguas de la furia y la tristeza más atroz mientras trataba de llevar a cabo algo que estaba mucho más allá de sus posibilidades porque sencillamente Draco no era un asesino.
Fueron muchas las tardes que pasó en la biblioteca buscando información sobre el armario evanescente y muchas las horas que compartió allí con ella, mirándola en la distancia.
Quizás fue la primera vez que la vio, no como la sangresucia comelibros amiga de Potter sino como a una chica.
Tras las vacaciones de verano se había rellenado en los sitios correctos y se veía casi guapa. Para un adolescente con una vida social reducida a la más absoluta nada, verla allí, con la falda enrollada por encima de los muslos y chupando la punta de una pluma de caramelo, fue suficiente para empalmarse y tener la primera erección que sí recordaba por Granger.
Sintiéndose como aquel crío parpadeó, preguntándose cómo serían los gemidos de aquella mujer que, no iba a mentirse a sí mismo, sin ser una belleza deslumbrante, tenía algo ciertamente hipnótico y atrayente.
Joder, pensó con un sudor frío, ¿Acaso estaba viéndose afectado por todo cuanto había leído la noche anterior? Tragó saliva y la miró construyendo los muros a su alrededor para ocultarse tras ellos.
—No lo hagas —dijo ella con los ojos entornados —no uses la oclumancia, por favor.
No fue capaz de ocultar la sorpresa de su rostro cuando la escuchó.
—Pasamos mucho tiempo juntos —replicó encogiéndose de hombros.
—Me doy cuenta —respondió él con el ceño fruncido levemente —quiero recordar —exclamó de pronto —de veras necesito hacerlo —se llevó la mano al pecho —tengo un… vacío aquí, como si me hubieran arrebatado algo de un tirón.
Hermione sintió deseos de llorar, de abrazarlo, de reír ¿Acaso no se daba cuenta de que ese vacío era ella?
—Yo también quiero que recuerdes.
—He pensado que quizás podríamos pasar algo de tiempo juntos, hablar para ver si algo… cualquier cosa —añadió con desesperanza —vuelve a mi cabeza.
—¿Cómo estabas haciendo con Astoria?
Él alzó la ceja con altivez, de esa forma odiosa que ella recordaba de la escuela.
—Theo me lo dijo.
—Blaise —siseó Draco.
—Son tus amigos, se preocupan.
—Theo está interesado en ti —soltó sin paños calientes.
—¿A qué viene eso? —preguntó ella.
El ligero rubor que coronó sus mejillas no le pasó por alto al rubio que se tensó.
—Lo sabes.
—Ya hemos tenido esta conversación —susurró ella con una sonrisa entre nostálgica y molesta.
—Bueno pues ilumíname porque yo no la recuerdo.
—Somos amigos.
—No me jodas Granger —resopló con fastidio — conozco a Theo desde que íbamos en pañales.
Ella, a diferencia la vez anterior se quedó en silencio. Sabía que era cierto, seguía pensando que no estaba enamorado de ella, la quería, sí y podría enamorarse, pero no lo estaba, no aún y con suerte, cuando aquella maravillosa serpiente se enamorase lo haría de alguien que le mereciera realmente.
—Nos queremos —soltó decidiendo que iba a ser transparente, le gustara o no —y sí, supongo que siendo las cosas distintas podríamos haber llegado a enamorarnos. Es un hombre estupendo y cualquier mujer se sentiría halagada de que se fijara en ella. Pero no estamos enamorados.
—Por ahora ¿No? —escupió con un repentino arrebato de rabia — Dices que podríais llegar a enamoraros, entonces ¿Por qué no aprovechas que no recuerdo ni una maldita cosa acerca de ti y te vas con Nott? —dejó salir el aire de golpe y la miró con horror —¿Pero qué…? Maldita sea, lo siento —Se llevó las manos a la cabeza e hizo una mueca de incredulidad.
—Está bien —ella sonrió con burla —creo que te has puesto un poco celoso.
De nuevo aquella estúpida ceja se elevó con altivez.
—Los Malfoy no….
—Sí, sí… está bien. Los Malfoy no sentís celos… —puso los ojos en blanco —ya me sé el cuento, déjalo. Yo sé que si los sientes así que ahórratelo.
—No estoy seguro de que me vaya a gustar pasar tiempo contigo —murmuró.
—Oh… pero Malfoy, aún no he aceptado ¿Verdad?
Él la miró con los labios entreabiertos y ella sonrió.
—Tengo que irme, voy a ver a Morgan.
—Es sábado —soltó antes de poder contenerse.
—Lo sé.
Draco entrecerró los ojos.
—No trabajas los sábados.
—Pero él sí —se levantó y sacó su varita, despidiéndose de él con un gesto de la mano —podemos tomar el té mañana, si te apetece.
—De acuerdo —respondió Draco aunque seguía fulminándola con la mirada.
—Bien. Adiós.
Cuando se apareció él miró el espacio vacío que antes había ocupado y se rascó la barbilla pensativo.
No estaba muy seguro de si sería una buena idea verla más a menudo, aunque llegados a aquel punto haría cualquier cosa para recuperar sus recuerdos.
…..
—No puedo creer que hayas conseguido toda la información —Hermione estaba con Morgan en uno de los laboratorios de pociones del departamento de Misterios.
—Ese Weasley es bueno en su trabajo —dijo con un asentimiento —fue difícil, sobre todo sin la ayuda de un medimago especializado pero lo consiguió.
—¿Cómo está Adalid?
—Ingresada en una clínica privada en Suiza.
Hermione se sorprendió.
—¿Suiza?
—Hablé con Shacklebolt, no podíamos arriesgarnos a que la descubrieran. Por desgracia San Mungo no es el mejor sitio para esconderse.
—¿Fue ella quien modificó el filtro de muertos en vida que dieron a Narcisa Malfoy?
—Sí. Y tiene una cura.
—Oh Merlín —Hermione se llevó las manos a la boca y abrió los ojos desorbitadamente —¿Lo tenemos?
—Más o menos —le mostró un pergamino.
—Tenemos los ingredientes y la preparación. Se tarda aproximadamente una semana en tenerlo listo.
—¿Qué es una semana más después de todo?
—¿Quieres prepararla conmigo? —preguntó con media sonrisa
—¿De veras tienes que preguntar? —se quitó la túnica, cogió una de las que colgaban en la pared, se la puso y se remangó dando una ligera palmadita — lista, maestro.
Morgan rió entre dientes.
—Está bien, pequeña aprendiz ¿Lista para una clase magistral?
Hermione se llevó la mano a la frente en un saludo militar.
—Preparada.
Morgan dejó el pequeño manual encima de la mesa y cogió uno de los calderos.
—Necesitamos sangre de salamandra, cinco viales con veinticinco mililitros cada uno.
—Marchando —replicó ella buscando la sangre de salamandra.
—Yo cogeré las espinas de pez de león y la madrágora
Trabajaron en un cómodo silencio. Morgan coció la mandrágora en cuadrados perfectos e idénticos mientras Hermione calentaba la sangre de salamandra revolviéndola lentamente en dirección contraria a las agujas del reloj.
—¿Recuerdas la forma de hacer la poción herbovitalizante, verdad?
—Sí —respondió con la misma voz que habría utilizado para responder a Snape —remover hasta que la poción se vuelva roja, cambiar el movimiento al de las agujas del reloj y seguir removiedo hasta que esté naranja. Añadimos más sangre de salamandra y volvemos a remover en contra de las agujas del reloj hasta que coja un tono amarillo…
—Bien, veo que sabes de lo que hablas. Prepárala hasta añadir las espinas de pez de león y déjala reposar con el caldero tapado.
Mientras hablaba iba metiendo los pedazos de mandrágora cocida en un bote de cristal.
—Según Adalid la mandrágora debe estar guardada por una semana en un bote, aderezada con una infusión de ajenjo y cuatro gotas de sangre de salamandra.
—¿Ajenjo? Eso es parte del filtro de muertos en vida.
—Sí —Hizo una mueca de incomprensión —no tengo ni los ingredientes ni la preparación del filtro modificado. Rymer no estaba en su mejor momento y pensé que con el remedio sería suficiente.
—Sí lo es.
Hermione tapó el caldero y se llevó la mano a la sudorosa frente.
Hacía demasiado calor, los efluvios de la poción y la sala cerrada no ayudaban.
—Oh, mierda —susurró al sentir de nuevo aquel horrible pitido en los oídos y la visión borrosa.
—¿Hermione? —Morgan dejó la mandrágora sobre la mesa y se acercó a ella presuroso —¿Qué pasa?
—Agárrame
Fue todo lo que dijo antes de caer como un plomo.
Por suerte él la había escuchado y la levantó en brazos con facilidad en el momento en que cerró los ojos.
Expulsando el aire por la nariz la llevó con cuidado a la habitación de al lado, una pequeña sala de estar que tenían adecuada los pocionistas del Ministerio para tomar sus descansos y la tumbó en uno de los sillones con cuidado.
Unos segundos después abrió de nuevo los ojos algo desorientada.
—Me atrapaste —dijo en un murmullo ronco
—Pesas tanto como una snitch —dijo Morgan en un ligero tono burlón.
—No creo que fueras buscador de Slytherin. Por tu tamaño debiste ser golpeador.
Él solo rió entre dientes y le colocó un mechón de pelo tras la oreja.
—¿Lo sabe Malfoy?
Ella suspiró, sabiendo que sería absurdo negar la realidad. Además, pese a todo, había terminado confiando ciegamente en Morgan.
—Aún no.
—Creo que no es necesario que te diga que estoy aquí para lo que necesites.
Ella sonrió como respuesta.
— Ya sea para hablar o bien para enviar a Malfoy a Siberia con un traslador sin retorno y en bañador.
Hermione rió.
—No harías eso.
—Oh claro que lo haría si me lo pidieras.
—Por suerte nunca te pediré algo tan horrible —dijo con una mueca.
—Podría valorar que es necesario sin que me lo pidieras, llegado el caso.
Ella volvió a reír.
—No seas idiota.
Morgan la miró con intensidad durante un buen rato y le colocó un mechón de pelo tras la oreja.
—A veces me pregunto… —dijo en un murmullo.
No llegó a terminar la frase y Hermione le miró con las cejas arqueadas.
—¿Chicos? —La voz de Harry interrumpió al Inefable que se acercó a la puerta del laboratorio para abrir.
—Potter
—Hola Morgan —el moreno entró y se acercó preocupado a Hermione —¿Qué te pasa?
—Me desmayé.
—¿Otra vez? —preguntó Harry
—¿La llevamos a San Mungo? —preguntó Morgan con una sonrisa burlona — O quizás podríamos preparar una poción anti nauseas
— ¿Eso existe? —preguntó la castaña con los ojos desorbitados y repentinamente interesada en Morgan.
— Vaya vaya ¿De veras Hermione Granger no sabe algo?
—¿Qué pasa? —le preguntó la mujer a Harry —¿Acaso es un mantra que usan todos los Slytherin?
Harry le dio un beso en la frente y fue junto a Morgan.
—¿Qué tipo de poción es?
—Todo lo que te puedo decir es que está en el grimorio de mi familia desde tiempos inmemoriales. No sé si es una poción utilizada hoy en día y tal vez antes de usarla deberías hablar con tu medimaga, pero existir existe, poción anti nauseas para embarazadas, la recuerdo porque está justo al lado de la poción anticonceptiva —miró a la mujer con una sonrisa maliciosa —esa quizás te la debí enseñar antes, habida cuenta de las circunstancias.
—¡Morgan! —Ella se sonrojó y le fulminó con la mirada —Conozco perfectamente esa poción.
Él soltó una estruendosa y masculina carcajada.
—Querida, permíteme dudarlo.
Harry no pudo evitar reír con él y Hermione puso los ojos en blanco cansada de tanta testosterona.
….
—Llegas tarde.
Hermione escuchó la voz de Draco tras ella y miró el reloj dándose cuenta de que pasaban tres minutos de las once y media de la mañana. El día anterior finalmente le envió una lechuza aceptando reunirse de nuevo con él para un té.
—Me costó un poco despertarme hoy —dijo caminando tras él hacia la misma sala que habían ocupado el día anterior.
—¿Planes hasta altas horas de la mañana Granger? —preguntó con voz acerada.
No sabía por qué estaba tan molesto. Pero lo estaba. El día anterior la había visto en el Callejón Diagon con Atwater y no pudo evitar aquella extraña sensación recién conocida que no le gustaba una mierda.
—En realidad no —respondió sentándose tranquilamente —te noto un poco molesto ¿Qué te ocurre?
—Nada —dijo demasiado rápido
—Mafoy, si no somos sinceros esto no funcionará.
—Te vi con Atwater en el Callejón Diagon.
Ella sonrió, una sonrisa pequeña que no llegó a sus ojos.
—Sí, estabas con Astoria —dijo con suavidad.
Draco frunció los labios con desagrado y se sentó cruzándose de brazos. Suponía que aquello cortaba sus posibilidades de decir nada más.
—¿Tienes una relación con ella? —preguntó Hermione directamente.
Él resopló, molesto.
—No te debo ninguna explicación Granger. ¿Por qué tendría que responder a eso? Solo nos concierne a Astoria y a mi.
Ella ladeó la cabeza.
—Bien —respondió —del mismo modo que mi relación con Morgan es cosa únicamente mía. Si quieres puedo marcharme, ya que estamos de mal humor.
Se levantó pero él, haciendo gala de sus antiguas habilidades como buscador, se incorporó aún más deprisa y le tomó de la muñeca cuando sacó la varita.
—No —dijo mirando su propia mano curvada alrededor de aquella pequeña y delgada muñeca.
Su piel era pálida en comparación al tono ligeramente tostado de ella y sus dedos la rodeaban por completo con facilidad.
Era pequeña.
Por primera vez fue consciente de sus diferencias y, casi como si estuviera en trance la soltó solo para pasar los dedos por la aquella piel, rozando el dorso de su mano y los pequeños nudillos.
—No te vayas —dijo dando un paso atrás al darse cuenta de lo que estaba haciendo.
Ella exhaló y se sentó de nuevo sirviéndose una taza de té.
—No —dijo él volviendo a su asiento —no tengo una relación con ella.
—No es eso lo que se escucha.
Draco se encogió de hombros.
—Me da igual lo que digan, la realidad es que no hay ninguna relación. No es porque ella no lo intente —dijo con frustración —Merlín sabe que es pegajosa e insistente.
—Ha vendido a El Profeta la exclusiva de vuestra boda según se ha sabido en el Ministerio
—¿Como dices? —Draco se quedó congelado mirándola con atención.
—Sí, está pactada. De hecho Armand Greengrass ha pedido a Kingsley que oficie la ceremonia aunque no le ha dado una fecha exacta, estiman que para otoño es más posible.
—¿Greengrass ha hablado con el jodido Ministro?
—La semana pasada —confirmó ella tomando un sorbo de su té.
—Supongo que no estás bromeando.
—No —respondió Hermione volviendo a deja la taza sobre el pequeño platillo.
Draco maldijo y se despeinó al pasarse las manos por el pelo en un claro signo de frustración.
—¿Te contaron sobre la orden de alejamiento, verdad?
—Sí. Empiezo a entender por qué.
—¿No hablaste con Beaumont después del… accidente?
—¿Mi abogado? —él la miró con el ceño fruncido —no ¿Por qué? Está en un crucero por el Mediterráneo, creo que regresaba la próxima semana.
—Tal vez deberías verle. Retiraste casi todas las inversiones que tenías en los negocios de los Greengrass y le amenazaste con una demanda judicial si no enviaba a Astoria a Canadá.
Draco rió.
—Sí, es algo que podría haber hecho —se cruzó de piernas —hablaré con él. Entenderás que, en mi situación actual no puedo dar por sentadas las cosas sin contrastar la información.
—¿Por qué sigues saliendo con ella? —preguntó sin pensar — en el fondo sabes que miente pero aún así continuas.
Él pareció pensarlo y se llevó una mano a la frente frotándose la sien, como si estuviera aliviándose de un incipiente dolor de cabeza.
—No estoy seguro —murmuró, confuso.
Hermione entrecerró los ojos y se mordió el labio. ¿Sería posible que tuviera algún tipo de compulsión? Tendría que hablar con Morgan de aquello, él trabajaba en el Departamento de Misterios por lo que seguramente podría decirle si era posible.
Pensó en la hipnosis y algo en su cerebro pareció hacer click.
Hipnosis.
—Dios mío —se levantó buscando su varita, con miles de pensamientos revoloteando por su cerebro —tu padre, Carrow, el cuchillo, la pistola, los ataques en Azkaban con ahorcamientos y venas cortadas. ¿Por qué no se nos había ocurrido antes? —se tocó las sienes dandose pequeños golpecitos. Hipnosis… sería un golpe magnífico. Tengo que ver a Morgan.
—¿Disculpa? —preguntó Draco que no había entendido ni una sola palabra.
—Es el único que puede ayudarme. Mándame una lechuza con la próxima fecha y hora ¿De acuerdo? —le sonrió enarbolando su varita —vamos a conseguirlo.
Cuando la bruja se apareció Draco contempló el espacio vacío con disgusto.
¿De verdad le había dejado plantado para irse a ver a Morgan de nuevo? Una vez aquella rabia pareció reptar por su cuerpo hasta abrasarle la garganta.
Inspirando profundamente, con los puños apretados y el cuerpo en tensión, fue hasta el hall, tomó los polvos flú de la repisa de la chimena y los lanzó, entrando en las llamas verdes en cuanto estas se activaron.
—Mansión Greengrass —dijo con rabia —y desapareció en un fogonazo escarlata.
…..
Hermone salió del Ministerio realmente molesta por no haber encontrado a Morgan allí y se dio cuenta de que en realidad no sabía donde vivía el mago.
Se acercó hasta Sortilegios Weasley y le escribió desde allí, preguntándole si podrían verse en el Florean Fortesque durante la siguiente media hora.
—Me quedaré contigo mientras espero la respuesta —le dijo a Ron que estaba sentado leyendo una revista de quidditch.
Era domingo y la tienda estaba cerrada pero como él vivía en el pequeño apartamento que tenían arriba, era fácil dar con él en el Callejón.
—Estás en tu casa —dijo el pelirrojo arrancando la cabeza a una rana de chocolate —Eh Hefmione —dijo con la boca llena —Tengo tu cromo —le enseñó el cromo de brujas y magos famosos dónde el rostro de Hermione sonreía antes de desaparecer. —Ya tengo diez tuyos.
—Yo tengo dos tuyos Ronald —respondió ella cofiendo una pluma de azucar de un cesto lleno de dulces que había cerca de ellos.
—¿Por qué tú sales más veces en los cromos? —no es justo —Por cierto ¿Cómo estás? ¿Qué tal va mi sobrino?
—Tu sobrino es una lenteja aún Ron.
Él la contempló como hacía cientos de veces cuando no sabía de qué hablaba y, tras encogerse de hombros volvió su atención a la revista.
—La lechuza —dijo señalando la ventana donde el animal golpeba suavemete con el pico.
—Oh, debe ser Morgan —desplegó el papel y leyó ocn avidez —voy a reunirme con él en la heladería ¿Quieres venir?
—Qué va —respondió sin apartar la vista de las páginas —pasa luego otra vez si quieres.
—Ya veremos —respondió ella dándole un beso en la cabeza antes de marcharse.
Encontró a Morgan esperándola en una de las mesas y se sentó a su lado.
—Bien ¿Qué es eso tan urgente que no podía esperar a mañana?
—He tenido una idea —dijo sin poder ocultar la emoción de su voz —hipnosis.
—¿Hipnosis?
—¿Sabes lo que es?
—Sí, pasé un tiempo con la policía muggle de Nueva York.
Ella asintió, recordando.
—Todas las armas utilizadas por el BR son armas muggles ¿Por qué no usar la hipnosis? Quizás ha sido una forma muggle de lanzar a Draco un imperius.
—Con Adalid Rymer usaron una imperdonable.
—Pero ella no era un objetivo.
Morgan se quedó pensativo durante largo rato.
—Es rebuscado, pero quizás precisamente por eso pueda ser una pista. Lo investigaré ¿Crees que en lugar de un Obliviate han usado con él alguna técnica muggle para olvidar?
—No estoy segura pero es como si tuviera una compulsión grabada en el cerebro. Hoy le pregunté por qué continúa saliendo con Astoria si es cierto, como dice, que no tienen una relación y no supo decirme el motivo. Estaba confundido y despistado, como si no entendiera la pregunta o no comprendiera el por qué lo hacía realmente.
—Pues si es una compulsión espero que encontremos rápido la cura —masculló Morgan con dureza.
Ella se giró para ver hacia donde miraba y contempló como Astoria rodeaba el cuello de Draco con sus brazos y se impulsaba de puntillas hacia él atacando su boca en un beso que nada tenía de fraternal.
Contuvo la respiración al ver que él no se apartaba y se levantó alejándose de ellos.
—No lo hagas, Hermione —Morgan se colocó tras su espalda y apoyó sus enormes manos en sus hombros instándola a girarse para mirarla —Confía en mi —dijo de nuevo del mismo modo que hiciera en aquel bosque tiempo atrás. Apoyó sus grandes palmas sobre las mejillas de ella y acarició los sonrosados pómulos con sus pulgares antes de utilizarlos para elevar su barbilla —comprobemos algo —sin más apoyó sus labios sobre los de Hermione en un beso terriblemente suave y tierno.
No intentó profundizar en su boca, simplemente se frotó contra ella con dulzura en un roce que sabía a whisky, menta y helado de café.
No pudo seguir indagando más en lo que sentía al tener los labios de Morgan pegados a los suyos porque en un momento la estaba besando y al siguiente estaba en el suelo con un rabioso Draco sobre él moliéndole la cara a golpes.
Astoria gritaba y Hermione buscaba su varita para interceder cuando Morgan se lo quitó de encima de un furioso empujón.
Morgan se levantó, escupió al suelo un poco de sangre y se giró hacia Hermione con una sonrisa endiablada.
—Investigaré —dijo acariciándole la mejilla
—¿Por qué lo has hecho? —preguntó Hermione tocándose los labios.
Él continuó con aquella sonrisa peligrosa.
—Quería molestarle, lo admito. También quería comprobar qué reacción tendría y además —se encogió de hombros —quería besarte.
—¿Por qué?
Ambos sabían qué preguntaba.
—Te pareces a ella —susurró, la sonrisa borrada de su rostro —supongo que quería un último beso.
—Pero yo no soy Tabitha.
Al escuchar aquel nombre, los ojos de Morgan brillaron.
—Si lo fueras, querida, me habrías devuelto el beso —dijo riendo entre dientes —vete a casa y descansa.
Hermione, viendo como Astoria iba hacia Malfoy para consolarle, se apareció con un golpe de varita en su Lugar Seguro, demasiado rápido como para ver que Draco se desprendía de la bruja muy enfadado.
—Cuando digo no Astoria es no —apretaba las mandíbulas y su rostro era una máscara de frialdad —no vuelvas a besarme nunca más.
—Pero Drake.
—Y no vuelvas a llamarme Drake joder, odio ese puto apodo.
