Esbozos del pasado
Hermione no recibió ninguna nueva invitación para tomar el té de Draco al día siguiente, ni durante la semana. Tampoco lo esperaba después de lo que había ocurrido en el Callejón Diagon.
Tuvo la tentación de volver a esconderse y quedarse en su Lugar Seguro llorando en soledad, pero decidió que no lo haría. Morgan seguía investigando sobre la hipnosis y había ido a Suiza para hablar con Adalid Rymer de nuevo por lo que estaba segura de que finalmente encontrarían la solución.
Dejó el té sobre el escritorio y cogió la nueva edición de El Profeta.
La prensa se había hecho eco de lo ocurrido y había sacado imágenes en portada de Draco subido sobre Morgan llenándole la cara de puñetazos con el rostro enloquecido.
El número del día continuaba hablando sobre el evento en las páginas de sociedad, suponía que era una suerte que al menos no fueran ya portada.
Tras lo ocurrido en el Callejón Diagon durante el fin de semana se ha empezado a especular sobre la posibilidad de que, tras la pérdida de memoria sufrida por el ex mortífago Draco Lucius Malfoy, en lugar de ser él quien rompiera el corazón de la heroína de guerra Hermione Granger tal y como se dijo en un primer momento, fuera ella quien cortara la relación que tenían. Una relación que había echo las delicias de algunos y había levantado ampollas en otros. No sería la primera vez que la señorita Granger rompiera el corazón de un mago, ya lo hizo con Harry Potter, Ronald Weasley y Viktor Krum.
El motivo que incita a dichas especulaciones no es otro que el incidente protagonizado por Draco Malfoy y Morgan Atwater, Inefable del Ministerio de Magia y amigo íntimo de la señorita Granger.
Cuando nuestro ex mortífago redimido les vio juntos agredió al señor Atwater, véanse las imágenes adjuntas.
¿Es posible que Draco Malfoy siga enamorado de Hermione Granger? ¿Qué pensará su prometida la señorita Greengrass? ¿Sigue adelante el compromiso entre ambos jóvenes? Su fiel servidora, Rita Sketter, continuará con la investigación para mantenerles informados
Odiaba a Sketter con toda su alma. Abrió uno de los cajones y sacó un bote de cristal guardándolo después en el bolso de cuentas que siempre llevaba consigo.
—Si te veo —dijo en voz baja —te juro que te meteré en ese bote y lo rellenaré con mata bichos muggles, nunca he oído que matar a una cucaracha sea un asesinato —masculló entre dientes tirando El Profeta a la papelera.
Con un suspiro molesto se levantó y se dirigió al Departamento de Misterios. Por suerte había conseguido un pase especial que le permitía acceder al laboratorio 34B, que era el que Morgan había cerrado para la investigación, impidiendo que cualquier pocionista del departamento pudiera entrar hasta que diera libre paso a la zona.
Ignoraba cómo lo había conseguido o incluso si era algo habitual, pero tampoco le quitaba el sueño. Accedió al laboratorio y miró la poción que estaba de un color amarillo chillón.
—Perfecto —dijo cogiendo las notas que le había dejado Morgan por si no llegaba a tiempo —añadir una tercera parte de la mandrágora cocida y escurrida.
Abrió el bote en el que la mandrágora se estaba macerando y la dejó sobre la mesa de madera en tres montones exactamente iguales. Encendió el fuego y cuando la poción rompió a hervir, echó varios pedazos al caldero y removió en dirección a las agujas del reloj hasta que el líquido tomó una tonalidad púrpura, echó más madrágora y continuó moviendo en la misma dirección hasta que el líquido cambió de color a un naranja intenso que poco a poco fue transformándose en un amarillo pálido. Por último vertió el resto de la mandrágora y la removió hasta que que volvió a ser naranja. Bajó la intensidad del fuego y lo dejó hervir despacio.
Buscó la hidromiel en los armarios y la fue echando lentamente sin dejar de dar vueltas a la poción que fue cambiando de color hasta volverse rosa y por último, siguiendo las instrucciones de Rymer, echó el moco de gusarajo previamente mezclado con sangre de salamandra.
Tapó el caldero y lo dejó reposar. Cuando la poción tuviera una coloración verde pálido estaría lista.
Miró el reloj, calculando que tardaría unos diez minutos y leyó las instrucciones repasando cada paso que había dado para confirmar que era el correcto.
Morgan llegó siete minutos después.
—Siento llegar tarde —se quitó la túnica de viaje y revisó el caldero —perfecto. Solo tenemos que colarla y hablar con Malfoy. Necesitamos su consentimiento para administrar la poción a su madre.
Hermione rió apesadumbrada.
—Suena raro decir esto pero quizás lo mejor sea mandar a Harry. No estoy segura de que de su consentimiento si lo pides tú o yo, para el caso.
—Hará cualquier cosa para salvar a su madre —interrumpió él —pero si quieres se lo pediremos a Potter.
Hermione contempló como Morgan colaba con mucho cuidado el líquido espeso que había en el caldero. Rellenó varios viales y después la ayudó a limpiar todo de forma meticulosa, hicieron las pruebas en varias de las bestias de experimentación aprobadas por la ley de Regulación de Criaturas Mágicas y, con los datos en la mano que confirmaban la validez de la poción, Morgan la miró con una sonrisa.
—Vamos a solicitar la documentación para Malfoy.
Los trámites fueron sencillos pero les llevaron casi toda la mañana y, al terminar tuvieron que ir a San Mungo para poder rellenar los datos correspondientes al hospital.
Eran ya las cuatro de la tarde cuando acabaron todo el proceso.
—Solo falta su firma —dijo Hermione.
—¿Sigues pensando que es mejor que vaya Potter a hablar con él?
Ella frunció el ceño, pensativa y finalmente negó con la cabeza.
—Yo lo haré —Cogió todos los papeles y sujetó con fuerza su varita —deséame suerte.
Cuando apareció en Malfoy Manor no pudo evitar escuchar los gritos y, antes de darse cuenta de lo que hacía, sus pasos le habían llevado al despacho de Draco.
Sintiéndose como una cotilla redomada se escondió tras unas cortinas y se quedó allí, escuchando impunemente.
—¿De veras eres tan imbécil como para pensar que voy a volver a invertir en tus negocios? —oyó la risa cruel de Draco — Te creía algo más inteligente, Armand. Es más, he tenido esta mañana una muy interesante conversación con mi abogado y hemos decidido retirar el apoyo por completo —su voz profunda y gélida resonó por toda la estancia.
—Pero Draco. Cuando Astoria y tú os caséis…
—¿Pero qué cojones os pasa a todos? —bramó él —¿Acaso la demencia es un gen compartido por los Greengrass? Escúchame bien porque la próxima vez que tenga que volver a repetir esto, tanto a ti como a la estúpida de tu hija, te juro que lo haré delante del puto Wizengamot. Nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia voy a casarme con Astoria, Armand, es más, si fuera la última bruja sobre la tierra y de mi dependiera la continuación del linaje mágico universal, no la tocaría ni con un palo ¿Me he expresado con suficiente claridad? Puede que yo no recuerde los últimos meses pero mi abogado me ha mostrado cada demanda y cierto documento firmado por ti que has incumplido. De modo que, como se especificaba en ese documento, procedo a eliminar cualquier asociación presente y futura entre los Greengrass y los Malfoy. Tú no solo no mandaste a tu hija fuera de mi vista como te exigí si no que me la has echado encima esperando que me case con ella ¿Para qué? ¿Para recuperar el dinero? Pues tengo noticias, Armand —dijo pronunciando su nombre con desprecio —voy a dedicar el resto de mi vida a arruinar a tu familia.
—¡No puedes hacer eso! —El señor Greengrass parecía desesperado —¡Yo no incumplí mi parte del trato!
—¿Perdón? —Draco rió — no veo a Astoria en Canadá. De hecho la veo pegada a mi cuello cada jodido día.
—Ella me dijo que habíais regresado, que tú le habías pedido perdón, que querías casarte con ella ¡Tienes que creerme! —el horror en la voz del hombre era casi palpable — Mi única culpa fue creerla pero eran tan buenas noticias que yo… Debí escuchar a Daphne, ella me dijo que hablara contigo pero entonces la prensa empezó a publicar fotos y tú no parecías descontento con su presencia.
—No tengo que explicarme ante ti o ante nadie. Mi abogado irá a visitarte. Hemos terminado.
Hermione vio salir al señor Greengrass con el rostro ceniciento y observó como se iba hacia el hall de entrada.
—Granger puedes salir de ahí, la santa cortina no es una capa de invisibilidad ¿Sabes? Santo Merlín menudo día de mierda.
Se dejó caer en un sillón y se frotó la frente mientras Hermione salía de su no tan buen escondrijo.
—Perdón, no quería interrumpir.
—Oh claro ¡Qué educada! —dijo con ironía —y en lugar de irte a esperar un mejor momento has decidido meterte detrás de las cortinas de mi abuela para esperar y de paso escuchar lo que fuera que pasaba aquí ¿No?
—Algo así —dijo aguantando una sonrisa.
—¿Qué es lo que pasa?
—Tenemos que hablar.
—Olvídalo —replicó él con un gesto de la mano —ya he hablado suficiente por hoy. Si quieres hablar de lo que ocurrió el fin de semana no voy a hacerlo. No sé qué pasó, fue un impulso, algo animal, no sabría ni explicarte cómo ocurrió porque ni siquiera fui consciente de estar pegando a Atwater hasta que me empujó.
—¿Fue por el beso? —se escuchó preguntar.
Él gruñó y sus ojos se velaron como si aquel impulso primitivo del que hablaba hubiera vuelto de pronto al recordar.
—No me lo recuerdes —espetó con una voz ronca y gutural.
—Te puedo recordar que tú estabas besando a Astoria en ese momento, Malfoy
—Corrección —siseó —ella me besaba a mi.
Hermione rió sin humor.
—No te vi apartarla.
—Quizás no miraste bien porque estabas muy ocupada comiéndole la boca a Atwater.
—Corrección —dijo ella, imitando su voz —él me besaba a mi y por supuesto no me estaba comiendo la boca.
—Si tú lo dices… de todas formas me da exactamente igual. Haz lo que quieras con Atwater o con Theo —dijo apretando los puños con fuerza
—No —le interrumpió ella finalmente —no voy a hablar de esto y ciertamente no voy a discutir contigo. Vengo a hablar de algo más importante.
—¿De qué? —dijo con un suspiro pesaroso viendo que no había manera de librarse de aquella conversación.
—De tu madre.
Aquello acaparó toda la atención del rubio.
—¿Qué pasa con ella?
Hermione inspiró hondo y sonrió.
—Tenemos el antídoto —le mostró un pequeño vial de color verde pastel.
—¿Cómo? —se levantó acercándose a ella con un leve deje de ansiedad en la voz.
—Llevábamos tiempo detrás de una mujer emparentada con uno de los detenidos. Pensamos que ella podía ser quien adulteró el filtro de muertos en vida que consumió tu madre. Es una pocionista refutada. Finalmente la detuvimos y Morgan la interrogó —Draco gruñó al oír el nombre del Inefable pero ella le ignoró —habían puesto en ella una versión modificada de la maldición Imperius aunque, por suerte, consiguieron romperla y ella habló, nos dio la fórmula de la poción herbovitalizante que sirve de antídoto —se la mostró —la hemos estado preparando esta última semana —sacó del bolso los papeles y documentos que llevaba —he estado esta mañana recopilando todos los permisos. Si los firmas dando tu consentimiento podremos administrárselo.
—No lo haré —dijo sorprendiendo a Hermione —no así como así.
—Hemos hecho las pruebas —dijo enseñándole uno de los papeles —funciona.
Draco comprobó todo al menos tres veces y finalmente fue a sentarse a su escritorio. Cogió una hermosa pluma de águila real y la mojó en el tintero.
—Está bien. Firmaré los papeles e iré contigo a San Mungo.
—Por supuesto —respondió extendiendo toda la documentación y señalándole dónde debía firmar en cada uno de los papeles.
Cuando él terminó, Hermione guardó todo de nuevo.
—Los presentaré en San Mungo y mañana los llevaré al Registro ¿Quieres ir ya?
—Sí.
Cuando llegaron Morgan estaba allí junto a Harry. Se saludaron con un brusco asentimiento de cabeza y Hermione entregó los papeles al medimago que llevaba el caso de la señora Malfoy.
—Interesante —dijo el hombre leyendo la información presentada y mirando con ojos codiciosos el vial que llevaba Hermione en la mano.
—El Inefable Atwater —señaló a Morgan con un ademán —ha hecho los registros pertinentes tanto del filtro adulterado como del antídoto por lo que ha quedado incluido en el listado oficial de pociones del Ministerio.
El sanador asintió y buscó a Draco con la mirada.
—Señor Malfoy, entiendo que querrá estar presente cuando suministremos a su madre el filtro.
—Por supuesto —dijo con aquel tono altivo de antes y una mueca de desagrado —para eso estoy aquí —añadió mirándole con una ceja arqueada que hablaba a las claras de lo que pensaba de él.
—Esperaremos para comprobar que todo haya ido correctamente —dijo Harry a Malfoy tomando sitio a un lado de la puerta. Al otro estaba Morgan. Ambos en calidad de aurores de la investigación.
Hermione se retiró sabiendo que no tenía derecho a estar allí, pero se quedó cerca de la puerta. Sus ojos se cruzaron con aquellos profundos orbes de plata líquida y por un instante casi creyó que él le pediría que le acompañara. Obviamente no lo hizo, rompió el contacto y entró a la habitación de su madre sin mirar atrás.
Ella soltó el aire que había estado conteniendo y se acercó a Harry y a Morgan.
—Todo irá bien —dijo este último —retirando un mechón de pelo castaño de su rostro para colocárselo tras la oreja.
—Lo sé —respondió ella volviendo a dar un paso atrás.
Harry había fruncido el ceño al ver el gesto de Morgan y le miró de reojo pensando que iba a mantener un ojo allí al fin y al cabo. Solo por si acaso.
Dentro de la habitación Draco mantenía su postura tensa y expectante cerca de la cama mientras el estúpido medimago al que había empezado a odiar abría los labios de Narcisa para dejar caer varias gotas en ellos.
—Habrá que esperar unos minutos —dijo anotando a vuelapluma algo en un pergamino que flotaba a su lado.
Apenas tres minutos después las pestañas de la bruja comenzaron a temblar y poco a poco, como si estuvera despertando de un sueño, abrió los párpados hasta que aquellos ojos azules que Draco tan bien conocía, se descubrieron en toda su plenitud.
—¿Draco? —le buscó por la habitación hasta que le encontró y estiró una mano hacia él —oh Draco —sus ojos se llenaron de lágrimas —Draco tu padre…
El medimago se dio la vuelta y dejó discrétamente la habitación mientras el rubio se acercaba a abrazar a Narcisa.
—Lo sé, madre —la rodeó con los brazos, estremecido al ver cómo temblaba.
Estaba delgada, mucho más de lo que recordaba. Tras tanto tiempo tumbada, sin moverse o comer, se había quedado prácticamente en los huesos y Draco pensó que cualquier movimiento brusco la dañaría, de modo que la abrazó con toda la suavidad que pudo mientras ella sollozaba.
—¿Quién ha sido? ¿Qué ha pasado? —dijo recomponiéndose cuanto pudo —vi a tu padre… levantó una temblorosa mano y se la llevó a la boca con dedos trémulos —tanta sangre, tuve tanto miedo… oh Merlín, pensé que iba a matarme a mi también… esa mujer… —se tocó la frente con un gesto de incomprensión —todo está confuso… ¿Qué me ocurrió?
—Descansa un rato, madre. Hablaremos de todo, te lo contaré todo, pero no ahora, no aún. Ahora quiero que te recuperes, que te pongas bien ¿De acuerdo?
—Sí hijo —respondió ella dócilmente apoyando de nuevo la cabeza en la almohada —estoy tan cansada.
Cerró los ojos y por un instante Draco tuvo el impulso de obligarla a que los abriera de nuevo, aterrorizado de que pudiera dormirse de nuevo y no volver a despertar, pero se aguantó las ganas y la dejó descansar, pendiente de la forma en la que subía y bajaba su diafragma y del color más sonrosado de sus mejillas.
Al cabo de diez minutos consiguió volver a respirar, acarició un mechón blanco de su cabello y se agachó para depositar un tierno beso en un frente.
—Volveré.
Cuando se fue de la habitación Potter y Atwater ya no estaban allí, supuso que se habían marchado cuando el medimago salió y les confirmó los resultados positivos. Pero Granger seguía allí.
Estaba de pie, cerca de la puerta, esperándole.
Tuvo el impulso de ignorar su presencia y marcharse, pero algo le impulsó a ir hacia ella, algo en lo que no quería profundizar.
—Ha despertado —dijo simplemente
Vio el brillo de sus ojos y se dio cuenta de que ella estaba verdaderamente feliz por él. Se dio cuenta de la forma en la que apretaba los puños y se metía las manos en la túnica, como si estuviera conteniéndose para no abrazarle y supuso que eso es lo que hubiera hecho si él la recordara.
Era extraño ser consciente de esas cosas y sentirlas ajenas a su vez. Sabía, algo dentro de él sabía que le gustaría ese abrazo, pero a la vez, otra parte intrínseca de sí mismo rechazaba incluso el pensamiento de entrar en tan íntimo contacto con ella.
Se frotó la frente, ahí estaba de nuevo esa sensación odiosa que le constreñía el pecho.
—Me alegro mucho —murmuró ella finalmente con sinceridad.
—En cuanto salga de aquí la sacaré de Londres —dijo sin saber muy bien por qué le contaba aquello.
Hermione no pudo evitar la sorpresa que se mostró en su rostro, sorpresa que fue dando paso poco a poco a la incredulidad y, finalmente, a la tristeza.
—¿Os iréis? —preguntó suavemente.
—Sí, volveré a Francia y la llevaré conmigo. Esta misma noche haré las maletas. Todo esto del BR ya me ha robado demasiado.
—Te entiendo —dijo con un ligero tono de ironía —a mi también —susurró casi ininteligiblemente —buena suerte entonces —añadió inspirando hondo y cuadrándose de hombros — espero que todo vaya bien.
—Sí, y yo. Adiós Granger —asintió con elegancia, incapaz de extender la mano o tener cualquier tipo de contacto con ella, como si supiera de forma instintiva que tocarla sería un error —suerte con la investigación.
Ella simplemente sonrió levemente y se dio la vuelta alejándose de allí.
—Oh Merlín —se apoyó en una pared en cuanto estuvo lo suficientemente lejos e inspiró hondo, respiraciones cortas y superficiales —respira Hermione —se dijo a sí misma intentando controlar el pequeño ataque de ansiedad.
¿Se iba? Aquello no se lo había visto venir. ¿Qué iba a hacer ahora? Morgan seguía con la investigación de la hipnosis y, aunque había ido en dos ocasiones a Suiza aún no tenía nada, al parecer el cerebro de Adalid estaba demasiado fragmentado y no sabían si sería algo reversible o no.
¿Qué ocurriría si se marchaba de Inglaterra? Igual reharía su vida y ni siquiera querría recordar, peor aún ¿Y si conocía a alguien, si volvía a ser feliz y después la recordaba a ella y volvía para encontrarla criando a un hijo que ni siquiera sabía que existía.
No. Tenía que hablar con él, realmente era importante que lo supiera, no podría vivir con aquel cargo de conciencia, ni por él ni por el bebé. Además puede que saber de su existencia le hiciera reconsiderar la idea de irse ¿No sería más fácil que llegara a recordarlo todo si estaba cerca de los lugares y los sitios en los que estuvieron juntos, cerca de ella?
Regresó sobre sus pasos para buscarle pero cuando llegó Daphne y Astoria Greengrass estaban allí.
Parecía haber olvidado los gritos que había dado aquella mañana al padre de ambas, porque la mujer que se hacía llamar su prometida le acariciaba el cuello y él no se apartaba del contacto.
Hermione se fijó en sus ojos, parecían velado, sin brillo. Siguió contemplando el cuadro, tratando de verlo de forma objetiva pese a que lo único que quería era dejarse llevar por ese instinto primitivo del que había hablado Draco y tirarse sobre aquella zorra para arrancarle todos y cada uno de los pelos de la cabeza y arrancarle los ojos.
Se controló, a duras penas y miró el conjunto. Draco estaba sentado casi de forma desgarbada, Daphne observaba a su hermana con ira apenas contenida y Astoria sonreía, casi como si estuviera fuera de este mundo, en una realidad maravillosa dónde era inmensamente feliz. Acariciaba el cuello de Draco y, de cuando en cuando, le decía algo en voz baja arrimándose mucho a su oreja.
El estruendo ocasionado por una bandeja llena de pociones que levitaba sola por el pasillo y se chocó contra un mago que iba corriendo en dirección opuesta hizo que Draco parpadeara y mirase a su alrededor, se sacudió la mano de la bruja, les dedicó una mirada gélida a ambas Greengrass y se levantó alejándose de ellas con pasos decididos.
Le vio hablar con uno de los aurores que Harry había dejado a cargo de la seguridad de la señora Malfoy desde que fue hallada meses atrás y señaló a las hermanas que, al verlo, se apresuraron a marcharse de la zona.
Hermione fue hacia él.
—Creo que estás bajo algún tipo de hipnosis, Malfoy —dijo sin ambages —lo pensé el otro día, cuando me fui a buscar a Morgan y lo pienso ahora —señaló el pasillo por el que se había ido Astoria —estabas en una especie de trance hasta que el ruido hizo que salieras de él.
—¿De qué coño me estás hablando, Granger? —dijo masajeándose las sienes —no sé si tengo paciencia para más cosas hoy.
—Esto es importante. Hablo de que Astoria te controla de algún modo.
Para su sorpresa Draco pareció encontrar aquello muy divertido y se rió con ganas.
—No me jodas Granger —suspiró y se frotó la nuca en un intento de liberar al cuello de la tensión que sentía —Astoria a duras penas pasó sus TIMOS y creo que la nota más alta que jamás ha tenido fue en Adivinación. A diferencia de Daphne que puede que fuera la chica más lista de mi casa, Astoria podría equipararse fácilmente con Goyle.
—No creo que sea ninguna tonta Malfoy, puede que esté psicológicamente inestable, pero no es idiota. Además la hipnosis es un método muggle utilizado en terapias, no es nada mágico, puede que ni siquiera haya sido ella.
Draco exhaló con fuerza y cerró los ojos un instante.
—Está bien, escucharé lo que tengas que decir sobre la hipotosis, pero no aquí, necesito un whisky doble si quiero terminar el día cuerdo.
—No deberías beber tanto — le regañó al más puro estilo Molly Weasley —y es hipnosis.
—Lo que sea.
Con un movimiento displicente de la mano le señaló el pasillo en dirección al punto de aparición y ambos fueron hasta allí en cómodo silencio.
—¿Caldero Chorreante? —preguntó Hermione
—No —dijo Malfoy frunciendo el ceño —demasiado público.
Ella sonrió.
—Tengo el sitio perfecto —le tendió la mano y él la tomó a regañadientes.
Hermione les apareció en Godric´s Hollow.
—La Banshee Gritona es casi igual de público que El Caldero Chorreante.
—No vamos allí —dijo dejando atrás el moderno establecimiento —vamos allí.
Señaló un sitio tan espantoso que Draco frunció los labios con desagrado.
—Es una broma ¿No? —soltó un bufido nada elegante —Ese debe ser el bar más viejo y cutre de este puto pueblo.
—Este pueblo es un sitio lleno de historia mágica y es hermoso, Malfoy.
Draco se paró mirándola como si ella se hubiera convertido de pronto en un colacuerno húngaro.
¿Sabes que aquí vivieron los Dumbledore?¿Y que aquí vivía Harry cuando Voldemort mató a sus padres? Las ruinas de su casa siguen aquí como recuerdo y homenaje. Además…
—Morgan ha buscado un lugar con poca gente donde podamos pasar más desapercibidos —terminó de decir tocándose la cabeza y perdiendo repentinamente el equilibrio.
—Oh Dios —Hermione le sujetó —¿Estás bien? ¿Malfoy?
—Hemos estado aquí antes —dijo parpadeando confuso —creo… yo creo…
Se sentía como cuando al despertar recordaba el sueño entre brumas algodonosas y poco a poco la imagen se desvanecía hasta desaparecer. Intentó aferrarse a ese atisbo del pasado pero se le escapó de entre los dedos al intentar sujetarlo.
—¿Recuerdas lo que has dicho? —Preguntó ella ayudándole a estabilizarse.
—No —respondió con un gesto negativo de la cabeza —pero por un momento fue como un dejá vú.
—Estuvimos aquí —dijo ella dando un paso atrás —hace un tiempo.
Draco exhaló con fuerza y se enderezó.
—Podemos ir a otro lugar —replicó Hermione.
—No —él la detuvo y continuó andando —está bien. Es la primera vez que me pasa algo así. Eso debe ser algo bueno ¿No? —se giró para mirarla con intensidad —quizás… quizás estar contigo pueda devolverme la memoria —rompió el contacto visual y se encaminó nuevamente hacia la Bruja Bizca.
Media hora más tarde Hermione le había contando todo lo que sabía acerca de la hipnosis y después de decenas de preguntas, algunas de las cuales no supo responder, ambos decidieron que era una buena línea de investigación.
—Si ha jodido con mi cabeza voy a matarla —le dijo dejando de un golpe la jarra de cerveza de mantequilla sobre la mesa.
—No harás nada de eso si no quieres acabar en Azkaban —replicó con un gruñido la mujer.
Draco pidió otra bebida al camarero y ella volvió a pedir jugo de calabaza.
—Estás un poco mayor para beber jugo ¿No?
Hermione solo sonrió.
—Me gusta el jugo.
Draco se encogió de hombros.
—¿Cuándo dices que irás a ver a ese psiquiátrico?
Hermione soltó una risita
—Psiquiatra Malfoy, un psiquiátrico es un hospital mental en el que internan a gente con desequilibrios o problemas mentales que necesitan ayuda o son un peligro para ellos mismos o la sociedad.
—Como la Sala de Janus Thickey.
—Más o menos.
—Será un buen sitio para Astoria cuando acabe con ella.
Hermione puso los ojos en blanco.
—Iré esta semana a hablar con él. Cuando sepa algo más te lo diré o tal vez quiera verte…
—¿Un muggle? —preguntó como si le estuviera pidiendo que visitara la cueva de un Ridgeback Noruego.
—Te aseguro que no muerden.
—No seas estúpida —dijo en ese tono tan Malfoy que usaba en ocasiones —no me da miedo un muggle, lo que me da miedo es decir algo o hacer algo que no deba y terminar en un pleno del Wizengamont.
—Oh vamos —ella rió entre dientes —lo harás bien. Además siempre podemos borrar su memoria una vez nos ayude. Lo iremos viendo. Por el momento debes permanecer lejos de Astoria, creo que debe usar alguna palabra que te hace entrar en ese extraño estado.
—Hija de… volveré a cambiar las protecciones de la mansión.
—No servirá —se mordió el labio pensando si sería o no una buena idea enseñarle donde estaba el Lugar Seguro —Podrías… podría enseñarte dónde está… donde estoy yo.
Él abrió los ojos con genuina sorpresa.
—El Lugar Seguro del que hablabas en el pergamino.
—Sí. Al fin y al cabo es tu casa —se encogió de hombros —y tú creaste ese lugar, fue una idea maravillosa.
Draco sonrió no sin cierta prepotencia.
—Podría volver a incorporar la habitación que eliminamos y hacer un dormitorio para ti —no pensaba dejar el que había compartido con él — También podríamos hablar con Blaise, tienes acceso a la sala que creaste en su casa, podrían hacerte un hueco allí, tal vez te sientas más cómodo con ellos.
—Un nido de serpientes —dijo con una sonrisa ladeada.
—Absolutamente.
—Lo pensaré —dijo bebiendo un trago de su nueva bebida —y hablaré con Blaise.
Hermione soltó el aire que había estado conteniendo. Bueno, así al menos estaría protegido, aunque se había emocionado un poco con la idea de compartir de nuevo aquel pequeño hogar con él, no estaba segura de que hubiera sido una gran idea teniendo en cuenta sus nauseas matutinas y sus vómitos ocasionales.
Bebió un poco más de jugo y le miró.
Había recordado. Tenía que aferrarse a aquella esperanza. Por un momento él había recordado la visita que hicieron a Godric´s Hollow la primera vez que se encontraron con Morgan. Eso tenía que ser una buena señal. Eso tenía que significar que podría recuperar sus recuerdos.
NA: ¿Dónde se va Draco?... xD
