Hola!

Bueno, ahí va! Este es para todos los que dijeron SI

Espero que os guste

Besos y abrazos

AJ

En la intimidad

Su corazón impactó contra sus costillas, buscando un resquicio por el que salirse de la caja torácica que lo comprimía y Hermione sintió que la respiración se atoraba en su garganta.

Estaba tan cerca que podía olerle, ese aroma a hogar con el que seguía asociando a Draco sin poder evitarlo y quiso llorar, y reír, y gritar… quiso hacer todas aquellas cosas a la vez porque era incapaz de enfocarse en una de ellas por encima de las demás.
Los sentimientos amenazaban con desbordarse, anhelo por volver a besarle, miedo por si él no sentía nada, esperanza por si pudiera ayudarle a recordar, deseo por sentir una vez más esas caricias que la volvían completamente loca.

Pudo ver como las pupilas de Draco se dilataban levemente y cómo se velaban sus preciosos ojos grises antes de sonreír con esa mueca ladeada y ligeramente presumida que tan bien le quedaba a su rostro.

El rubio puso los dedos sobre esos labios tan extraños y a la vez conocidos para callarlos, presionando las yemas contra ellos, palpándolos con suavidad, intentando recordarlos. Ella, en un gesto completamente natural los separó y él quiso gemir cuando, de pronto sintió aquella húmeda y aterciopelada lengua acariciando su piel.

Absolutamente perdido en las sensaciones que estaban despertándose en su cuerpo, fijó los ojos en la boca de Granger, tragando saliva con fuerza al ver la punta rosada y mojada de la lengua lamiéndole de nuevo con un toque lánguido y sensual. Presionó el dedo un poco más contra los voluptuosos labios, que se abrieron para él y pudo ver como sus pequeños dientes mordisquearon la punta juguetonamente un instante antes de que la boca se cerrara sobre su primera falange, absorbiéndolo delicadamente.

Jodido Merlín.

Su polla se agitó dentro de sus pantalones y una erección realmente dolorosa presionó contra sus calzoncillos cuando la imagen de esos mismos labios rodeando su miembro en lugar de su dedo se dibujó en su cabeza. Ni siquiera la había besado y su cuerpo estaba desesperado por posearla allí mismo, de pie contra la puta pared, lento y profundo para oír como ella le suplicaba para que la hiciera correrse. Deseaba escucharla gritar su nombre mientras él la follaba, llenándola completamente con su carne hasta que ambos alcanzaran el orgasmo juntos.

—Mierda.

Puede que no recordara lo que habían vivido, lo que habían compartido o los sentimientos que pudieran haber tenido el uno por el otro, pero su cuerpo ciertamente recordaba el de ella y este Draco desmemorizado acababa de descubrir que Hermione Granger era capaz de hacerle hervir su sangre como ninguna otra mujer lo había hecho con anterioridad.

Ella soltó su dedo lentamente y dio un paso hacia él, para que sus cuerpos quedaran mucho más cerca.

—¿Eso es un sí? —preguntó Draco que había dejado de mirar su boca para encontrar sus ojos.

Ella ahogó un jadeo al ver sus dilatadas pupilas y aquella expresión de deseo descarnado que tan bien conocía.

Asintió despacio.

— Sí.

¿Qué era lo peor que podría pasar? ¿Qué siguiera sin recordarla?

Se mordió el labio inferior y al instante él volvió a poner el dedo sobre su boca para impedirlo.

—Déjame hacerlo a mi —susurró.

Arrastró la mano por su cuello hasta rodearle la nuca para sujetar su cabeza mientras la otra mano se elevaba y, con el pulgar levantaba la pequeña barbilla de Hermione mientras el resto de sus dedos acariciaban su enrojecida mejilla.

—Puede que no te recuerde, Hermione —dijo con los labios casi pegados a los de la mujer —pero mi cuerpo te desea con una desesperación que me está volviendo loco.

La sintió estremecerse entre sus brazos y comenzar a cerrar los ojos.

—No —dijo acariciando aquella deseable boca con su aliento —quiero ver tus ojos, quiero mirarte.

Quiero recordarte.

Ese infinitesimal segundo hasta que sus labios se rozaron fue la misma eternidad. Esa angustiosa espera, esa expectación, esa esperanza…

Sus alientos se entremezclaron y sus bocas apenas se frotaron en una caricia efímera una vez, dos. Él mordió el suculento labio inferior, dibujándolo con la punta de la lengua y Hermione gimió.

Ese erótico sonido hizo que Draco se estremeciera y, usando la mano con la que aferraba su nuca, la empujó contra su boca para devorarla.

Condenada Circe,

La lengua de Hermione empujaba la suya, sus dientes le mordían, tirando de sus labios para abrirlos y profundizar aún más en él. Todo rastro de suavidad pareció abandonar a la remilgada bruja quien enredó los dedos en los cabellos de Draco para empujarle hacia ella con ansia.

Draco soltó el cuello de la mujer para sujetar sus mejillas y tiró de la barbilla con los pulgares para que se abriera más a su expeditiva lengua.

Ella lo hizo, sin cerrar los ojos ni una sola vez, ambos mirándose, perdidos en el deseo del otro, jadeando, perdiendo el aliento en un beso descontrolado, húmedo y absolutamente carnal.

Sintió las manos de Granger soltar su pelo para resbalar por sus hombros y espalda, aferrándose a él cuando las piernas dejaron de sostenerla.

Con un gruñido gutural Draco soltó aquellas tersas mejillas y buscó su cintura, levantándola para que ella le rodeara las caderas con las piernas.

Ambos gimieron cuando lo hizo y, apartándose de sus labios, Draco miró hacia abajo, perdiendo el aliento al ver como el vestido de ella se arremolinaba en su cintura y sus piernas desnudas le rodeaban. Se frotó contra ella dejando que su polla se restregara sobre su centro y agarró las nalgas, jadeando al sentirlas desnudas bajo sus palmas.

Volvió a besarla con renovado deseo, jugando con los dedos en la tira de aquel pequeño tanga que apenas la cubría y luchando con las ganas de romperlo de un tirón.

—Draco — ella gimió su nombre y se empujó contra él, perdida en la misma bruma sexual en la que el hombre se encontraba.

Hermione cerró los ojos y dejó que las sensaciones se derramaran sobre ella llevándose la angustia y la desesperación de las últimas semanas. Sentía sus pechos aplastados contra el torso fuerte y musculoso del hombre, el calor de su cuerpo aplacando el frío que parecía congelarla desde que él se marchó del Lugar Seguro y sus dedos, Merlín aquellos dedos erizaban la piel a su paso, recorriendo la circunferencia de sus nalgas y marcándolas con el filo de sus uñas.

El olor de él estaba saturando sus sentidos y con un gemido rompió el beso para hundir la cara en su cuello, jadeando su nombre una y otra vez.

Le necesitaba. Le necesitaba tanto que le costaba incluso respirar, su cuerpo estaba empapado y palpitaba, ansiando ser llenado, su piel ardía anhelando las caricias de sus manos y todo en lo que podía pensar en ese instante era en estar con él una vez más, aunque fuera una última vez.

Rozó la nariz en la piel de su garganta, besándola, pasando la lengua por allí para paladear el toque salado en el pulso de Draco que golpeaba contra sus labios.

Le mordió, absorbiendo entre sus labios su piel, buscando marcarle de manera inconsciente y aquello pareció volverlo frenético.

Se dio la vuelta y la empujó contra una de las paredes, buscando nuevamente su boca en un beso febril. En un arrebato de desesperación arracó la tira del tanga y sujetó su trasero desnudo de nuevo, las puntas de sus dedos apenas rozando los pliegues de su sexo.

—Mierda.

Draco gimió como un adolescente al sentir aquella humedad y aquel calor cubrir sus yemas y dejó de besarla para mirarla a los ojos tragando saliva con dificultad.

—Estás goteando por mi —movió una de sus manos apenas unos milímetros y su dedo recogió una pequeña y pegajosa gota. Ambos se estremecieron — te pedí un beso —susurró contra sus labios con una voz ronca y absolutamente gutural —si no estás segura…

No sabía qué iba a hacer si le hacía parar cuando todo en lo que podía pensar era en hundirse en ella hasta el fondo. Pero pararía si ella se lo pedía, aunque le costara su puta salud mental y un dolor de pelotas.

—Lo estoy —se lamió los labios y él no pudo evitar perseguir su lengua con la punta de la suya, acariciándola en un movimiento lento y erótico.

—Quiero follarte —dijo con brutalidad, necesitando que ella comprendía lo que él estaba diciendo.

La única respuesta de Hermione fue balancear las caderas lo suficiente para que los dedos de él volvieran a acariciar su sexo.

Ambos jadearon.

—Joder, Granger.

La apartó de la pared y fue hasta el sofá, dejándose caer en él con ella sobre el regazo y mientras la mujer le rodeaba con los brazos, envolviéndole con fuerza y temblando levemente, él se abrió los pantalones y sacó su miembro. Lo sujetó en su puño, se apartó del abrazo para recostarse en el respaldo y se masturbó ligeramente sin dejar de mirar aquellos velados ojos castaños que no pudieron hacer más que contemplarle.

La mano de Draco subía y bajaba por toda la longitud, apretando ligeramente la punta antes de volver de nuevo hasta la base. Hermione vio cómo se endurecía aún más si aquello era posible hasta que una lágrima brotó de la enrojecida cabeza y, como en trance, la recogió con la yema de su índice y la llevó a su boca.

El gruñido de Draco fue algo sobrenatural.

Volvió a cogerla de las caderas y la empujó cotnra su cuerpo, su glande frotándose entre los mojadod pliegues, presionando en el clítoris una vez, dos , hasta que el tronco resbaló, hundiéndose despacio entre ellos, empapándose con la humedad pegajosa y caliente que manaba de entre las piernas de Hermione.

Ella jadeó al sentir los dientes de Draco clavándose en su hombro, marcándola del mismo modo que ella había hecho con él minutos antes.

La levantó de las nalgas sobre su cuerpo y la dejó caer de golpe, empalándola hasta el fonto, encajándose profundamente dentro de ella.

Hermione gritó su nombre y él cerró los ojos cuando aquellas paredes se cerraron sobre él, apretándole como un maldito puño de terciopelo.

El cuerpo de ella palpitaba, empapándolo con cada espasmo y el mundo se empezó a desmoronar sobre ellos antes de que ninguno de los dos pudiera recuperarse del impacto.

Los gemidos de ella se confundían con los gruñidos graves de él cuando las embestidas de Draco la acariciaban por dentro, friccionando cada una de sus terminaciones nerviosas, haciéndola estremecer en un crescendo.

Cambió el ángulo, buscando ese punto que podría despertar gemidos más intensos y sensaciones más salvajes y finalmente lo encontró. Las uñas de Hermione se hundieron en la espalda de Draco y sus bocas colisionaron una vez más. Se mordieron, lamiéndose y provocándose en un beso brusco que solo hizo que sus movimientos se aceleraran cada vez más, más rápido, más profundo, más incontroladamente.

Draco apuñó el cabello de Hermione y tiró hasta que ella se arqueó y sintió cómo los dientes del hombre acariciaban su garganta una vez más, hundiéndose en su piel justo cuando el orgasmo la recorrió como un tsunami, imparable, incontenible, inexorable y despiadado.

Tembló sobre él, convulsionando entre abrumadores espasmos y Draco se tensó aferrando con tanta fuerza las nalgas de Hermione que no dudó de que quedarían marcas en la tierna piel que las cubría. El sexo de la mujer se apretaba tan duramente que tuvo que apretar los dientes para contener un hondo gemido. Sintió, por primera vez en su vida como sus testículos se contraían y una presión se asentaba en su pelvis cuando el cuerpo de ella le succionó, tragándose su miembro durante una fracción de segundo para después soltar el agarre, empapándole con su demoledor orgasmo. Echando la cabeza hacia atrás rugió y se corrió dentro de ella, tan intensamente que sus ojos se pusieron en blanco durante una fracción de segundo y su mundo se desestabilizó por completo.

No sabían cuánto tiempo pasó hasta que pudieron volver a pensar con claridad, ella estaba sobre él, abrazándole con el rostro pegado a su cuello y él, completamente laxo y desfallecido seguía tirado en el sillón, con la cabeza hacia atrás y las manos en aquel maravilloso trasero.

Los dos estaban completamente vestidos.

— Sigo sin recordar —se vio obligado a decir sin soltarla ni abrir los ojos.

Hermione frotó la nariz contra su piel, inhalando lentamente y se tensó, casi esperando que él la apartara de su lado al no haber conseguido su propósito.

Draco sintió su repentina angustia y pasó los dedos por sus costados y su espalda en una sorprendentemente tierna caricia.

—No me arrepiento —dijo con una sonrisa

¿Qué hombre en su sano juicio podría arrepentirse de un polvo que le había dado el que podría haber sido el mejor orgasmo de su vida?

Quizás no la amaba, no sentía lo que fuera que hubiera sentido por ella en el pasado y no tenía recuerdos de ambos, pero Granger había resultado ser una mujer hermosa, cálida, tierna e increiblemente sensual, capaz de transformarse de una gatita dulce a una leona agresiva en un microsegundo. Sería un completo gilipollas si no aprovechara al menos lo que se le ofrecía. Draco era una serpiente astuta, ahora que había descubierto esta parte de Hermione, pensaba investigarla a fondo.

Sonrió.

Empezaba a ver por qué había terminado metiéndose entre sus piernas en un primer lugar.

—Yo tampoco —la oyó susurrar sin levantar la cabeza de su cuello.

…..

Theo y Blaise bajaron hasta la biblioteca.
Desde que atacaron al primero, ninguno de los tres dejaba el Lugar Seguro sin que otro le cubriera las espaldas, de modo que, cuando recibieron la carta de Luna, decidieron salir los dos, pese a los gritos de Pansy que quería ver a la rubia y les había intentado convencer de todas las maneras posibles para que la dejaran acompañarlos.

A Theo aun le pitaban los oídos por los insultos y Blaise iba pensando en que se arrepentiría toda la vida de no haberle dejado bajar, sobre todo teniendo en cuenta todas las cosas calientes que ella le había prometido hacer si la dejaban bajar a ver a Luna.

—La señorita Lovegood —dijo el elegante elfo haciendo una reverencia que hizo arrastrar su enorme nariz por el suelo —les espera en la biblioteca tomando el té.

—Perfecto —dijo Blaise —iremos con ella.

El elfo desapareció y Theo abrió la puerta entrando antes de Zabini.

—Hola Luna.

—Hola Theodore —respondió ella con candidez —Hola Blaise.

—Luna —respondió el moreno asintiendo elegantemente en un gesto de cortesía —¿Quieres un trago, Theo? —preguntó a su amigo acercándose al aparador.

—Beberé té —se sentó frente a Luna —¿Qué es lo que ocurre?

La rubia dejó la taza que tenía entre las manos y sacó un papel del bolsillo de su túnica con una sonrisa.

—Recibí esto anoche —dijo con aquella voz ligeramente aniñada y dulce —escribí a Harry y a Hermione esta mañana pero no han debido leer mi carta, así que te escribí a ti.

Theo tomó el papel y lo desplegó leyendolo rapidamente.

—¡Maldita sea! —la miró con el ceño fruncido mientras ella volvió a tomar elegantemente la taza y le daba un sorbito con tranquilidad —Luna —dijo como si hablaba a una niña pequeña —esto es una amenaza.

Luna rió.

—Oh Theo, de eso ya me he dado cuenta —le miró con aquellos enormes ojos que apenas parpadeaban y le hacían sentir bastante incómodo —por eso escribí a Harry.

—Aquí —volvió decir señalando la carta —dice literalmente Voy a ir a por ti y arrancarte la piel a tiras por ser una traidora aliada de los asesinos hijos de mortífagos y serpientes.

Sí, no es algo demasiado agradable —respondió la mujer.

Blaise, que estaba viendo como la siempre impenetrable máscara de su amigo se resquebrajaba según iba perdiendo la paciencia, se acercó a ellos y cogió el papel.

—¿Has explicado a Harry y a Hermione qué ocurre?

—No sabía si sería buena idea escribirlo, así que solo les dije que quería verles. Que rico está el té.

—Gracias —respondió Blaise inconscientemente —las pastas también son muy buenas.

Theo se pasó la mano por la frente mirándoles como si fueran idiotas.

—Siento romper esta maravillosa reunión social, pero ¿Me estás diciendo que recibiste esto anoche?

—Sí, sobre las nueve.

—¿Y dónde estás exactamente?

—En casa, no me gusta mucho salir de noche —sonrió con candidez —menos cuando lo hago en sueños —miró a Blaise que la contemplaba como si fuera un extraño objeto que le llamaba mucho la atención —soy sonámbula —se encogió de hombros y jugó con uno de los extraños pendientes que llevaba que parecían hechos con algún mineral pulido en forma de rábano —es un poco complicado ser sonámbula. Papá solía proteger la casa para que no pudiera salir. Ojalá lo hubieran hecho en Hogwarts.

— ¿Por qué lo dices? —preguntó Blaise con una morbosa curiosidad por saber de las aventuras nocturas de Lunática Lovegood en Hogwarts.

—¿Qué coño importa eso? —preguntó Theo en un extraño arranque de mala leche.

Blaise le miró como si le hubieran salido cuatro ojos ¿Qué le pasaba? ¿Por qué estaba tan alterado? Theo era el más frío, lógico y tranquilo de todos elllos ¿Qué mosca le había picado?

—Me estás diciendo —empezó con la mirada fija en la rubia —que recibiste esta carta, la dejaste sobre la mesa tranquilamente y te fuiste a dormir ¿Es eso?

—Bueno, no la dejé sobre la mesa, la guardé en la túnica, por si me olvidaba de cogerla al día siguiente —se mordió el labio, algo avergonzada —a veces soy un poco despistada.

—La madre que me parió —masculló Theo frotándose el puente de la nariz —¿Sabes lo que me ocurrió antes de Navidad?

—Me enteré —dijo consternada —lo siento Theo, no te dije lo mucho que sentía lo que ocurrió. Me alegro de que todo saliera bien.

Blaise volvió a mirarla de nuevo ladeando la cabeza. Le encantaría saber cómo funcionaba el cerebro de aquella mujer tan fascinantemente rara.

—Luna —dijo intentando ayudar a su amigo a que entendiera lo que trataba de decir —creo que lo que quiere entender Theo es por qué no avisaste anoche a Harry.

—Era muy tarde —respondió como si aquello lo explicara todo —me parecía más prudente esperar a la mañana.

—Merlín bendito —susurró Theo poniéndose de pie.

Era inútil intentar meter algo de lógica a una mente que obviamente no pensaba de la misma forma que el resto de la humanidad ¿Cómo podías explicar algo racional a una mujer que creía que los snorkacks de cuernos arrugados existían y había pasado dos años en Suecia buscándolos con el rarito de Scamander?

—Vale, como sea —dijo — ¿Por qué no les has enviado un patronus? Potter y a Hermione vendrían al instante.

—Les mandé una carta —respondió con el tono de una madre que regañara a un niño olvidadizo —¿Recuerdas?

—¿Qué si recu…?

—Lo que Theo quiere decir —interrumpió Blaise de nuevo — es que ya que no han respondido a tu carta, tal vez sea mejor que les mandes un mensaje más directo y urgente.

—Oh, pero no es urgente, no quiero molestar.

—¿Qué no quieres molestar? —explotó Theo llevándose las manos a la cara —Luna, casi me matan. Lo he contado de milagro, cuando dicen que quieren arrancarte la piel a tiras, lo dicen literalmente, no es un eufemismo.

Ella no parecía asustada, de hecho le miraba con la misma expresión de antes. A Theo le incomodaba porque parecía que estuviera usando legeremancia en él y a Blaise le resultaba intrigante porque parecía que estaba algo ida.

—Está bien, pareces preocupado —dijo finalmente haciendo que Blaise ahogara una risa en su puño ante el resoplido de su amigo ante las palabras de la mujer.

Conjuró un patronus usando la varita con habilidad y una increíble ligereza hasta que un pequeño conejo saltó a su alrededor en una luminosa bruma azul.

—Necesito que vengas a casa de Zabini, es urgente —al ver los ojos de Theo agregó —he recibido una amenaza.

Harry apareció exactamente cuatro minutos después, vestido con su túnica de auror y aferrando su varita. Atwater le pisaba los talones.

—¡Luna! ¿Cómo estás? —se arrodilló delante de su amiga con preocupación —¿Te ha ocurrido algo? ¿Qué ha pasado?

—Estoy bien Harry —ella apoyó las palmas de sus manos en la áspera mejilla de él y sonrió dulcemente.

—Ha recibido esto —espetó Theo poniéndo el pergamino en la cara del auror, sin saber muy bien por qué le había molestado el intercambio amistoso de ambos —una amenaza.

Harry lo leyó con rostro grave y se lo pasó a Morgan.

—Te vendrás a Grinmauld Place. Avisaré a Ginny, le encantará tenerte en casa una temporada.

—Pero Harry, tengo mi casa.

—Tu casa no es segura —exclamó Theo que sentía que estaba perdiendo la poca paciencia que le quedaba.

—Tiene razón —replicó Morgan uniéndose a la conversación —lo mejor es que vayas a casa de Potter. Creemos que allí tampoco pueden entrar.

—¿Creemos? —preguntó Theo arqueando una ceja —no parece una gran seguridad.

—Es seguro Nott —intervino Harry —el lugar está protegido por un fidelio, además creemos haber descubierto la forma en la que acceden a las casa de sus víctimas gracias a lo que nos ha contado Narcisa Malfoy.

—¿Cómo? —preguntó Blaise acercándose a ellos repentinamente interesado en la conversación.

—Un elfo.

Ambos amigos se miraron y miraron a Harry.

—Necesito saber si contratasteis en algun momento a un elfo libre durante los últimos años.

Blaise bufó.

—Obviamente Potter, desde que Hermione puso en vigencia la ley de regulación hay que contratar elfos libres.

—Es uno en concreto —Sacó los papeles que le había enviado Malfoy y que llevaba en la túnica y se los mostró.

—Wicky —leyó Theo con los ojos entrecerrados —sí, estuvo en mi casa durante unos dos meses, pero le expulsé por robar un libro de mi biblioteca, los demás elfos se quejaban de sus formas y brusquedad.

—No lo sé —dijo Blaise señalando al escritorio —pero puedo mirarlo. Yo también eché a uno de los elfos poco después de contratarlo por algo similar.

—Búscalo —Harry se volvió hacia Luna —te vienes conmigo a casa. Podemos pasar por la tuya para que recojas lo que necesites.

Ella asintió aunque no parecía contenta con la idea.

—Está bien. Necesito mis cosas.

—Te acompañaré —dijo Theo sin pensar.

—Claro Nott —espetó Morgan —así tendrán un dos por uno en caso de que la estén esperando.

Theo fulminó al Inefable con la mirada pero guardó silencio.

—Yo acompañaré a Lovegood a su casa y la dejaré con Ginny —le dijo a Harry —tú recoge el documento de Zabini —nos vemos en el Ministerio.

—Está bien —se levantó y ayudó a Luna a levantarse dándole un apretón cariñoso en la mano —avisaré a Ginny para que sepa que vas para allá —dijo yéndose con Blaise hacia el escritorio donde el moreno estaba revisando papeles.

—Gracias por responder a mi carta Theodore —dijo ella acercándose al hombre para darle un abrazo —la verdad es que estaba preocupada.

Él se quedó estático por el inesperado abrazo pero finalmente se lo devolvió, con el ceño fruncido y cara de pocos amigos.

—No vale la preocupación con esta gente —dijo cuando se separaron. Y carraspeó porque de pronto se dio cuenta de que le había gustado el contacto con ella —no juegan. Yo pensé que estaba a salvo y casi no lo cuento.

—Tendré cuidado —respondió ella asintiendo vigorosamente —tú también debes tenerlo.

—Descuida —dio un paso atrás —Pansy quería bajar a verte pero no pudo ser. Ella también nos preocupa.

—A lo mejor podemos vernos en casa de Harry otra vez —replicó ella alegremente —ahora que viviré allí podría ayudar a Ginny a preparar otra cena.

—Seguro —no pudo evitar una sonrisa —cuídate. Atwater.

—Nott.

Luna se acercó al Inefable que le tendía la mano y se fueron hacia el hall para utilizar la red flú, dejando a Theo con la extraña sensación de que un huracán había llegado para ponerlo todo patas arriba.

—Es intensa —decía Blaise a Harry cuando llegó a su lado.

—Luna es muy especial —respondió el auror con mucho cariño —es una amiga increíble y una mujer maravillosa. Es una pena que su relación con Rolf no funcionara, iban a casarse este año.

—¿Se iba a casar? —preguntó Nott que no sabía que la relación de la rubia con el magizoólogo había llegado tan lejos.

—Sí —Harry comprobó los documentos de Blaise verificando que era el mismo elfo y se subió las gafas — en Junio, creo.

—Ella no parece triste —intervino Blaise.

—No lo está —Harry se guardó los papeles y dio un amistoso golpe en el hombro al moreno —fue ella quien terminó la relación. Me voy al Ministerio, volved arriba, no debéis estar aquí, no ahora que parece que estamos cerca del final.

—Ojalá —resopló Blaise —estoy hasta los huevos de esconderme.

—¿Tú? —Theo sacudió la cabeza —soy yo la cuarta rueda de la casa —dijo con un bufido —además empieza a cansarme todo eso de revivir nuestra época escolar metidos en una sala común.

—Por lo menos las ventanas se abren y hay aire en lugar de un calamar gigante mirándote con ira.

Los tres rieron y Harry se despidió antes de irse hacia la chimenea de la entrada.

—¿Te gusta, no? —preguntó Blaise a su amigo cuando se quedaron solos.

—¿Luna?

—Ajá.

—No de la forma en la que estás insinuando.

—Ajá —repitió él.

Theo simplemente le ignoró y alzó una ceja sacando su varita.

—El último en llegar se encarga de Pansy.

Ambos se desaparecieron a la vez.