Hola!
A por el miércoles! Espero que sigáis disfrutando de esto.
espiroket: Bien, mejor no saberlo jajaja
mariapotter:Draco, siendo Draco, me está costando este muchacho eh! Intentando que sea la esencia del personaje pese al tiempo, es dificilillo.
HelenaJane: A ver qué aprendemos de Astoria estos días ;)
Augenblick:Gracias! Por desgracia sí, se está acabando, voy a empezar a pensar en otro xD
Wendy:Bueno, Theo y Luna son tiernos, a ver qué pasa con ellos!
Paranoia
Cuando Draco volvió a entrar en aquella habitación Hermione se aferró a la mano de Harry y él le pasó un brazo por los hombros y besó su sien.
—No te preocupes. Además él tiene razón, es una buena forma de descubrir si tu teoría es verdad.
—Pero no me siento cómoda con esto.
—Normal. Pero estoy aquí, entraré en cuanto me digas y la detendremos, ahora mismo no podemos acusarla de nada, pero si todo sale bien tendremos algo por dónde empezar.
Ella asintió y se apoyó en su amigo.
Habían hablado con el director de San Mungo para solicitar el permiso necesario que les dejara utilizar ciertos encantamientos y, tras obtenerlo, Hermione puso varias protecciones para que el resto de la gente del hospital no les viera y habilitó en la puerta de Narcisa una ventana similar a la que tenían en la sala de interrogatorios del Ministerio.
Cuando Malfoy cerró a su espalda podían verle y oírle sin ningún problema.
Hermione le vio entrar, con ese andar lento y arrogante tan propio de él. Tenía la varita guardaba y las manos entrelazadas a su espalda.
—He dado orden para que no vuelvas a entrar aquí —le dijo a Astoria acercándose a su madre —ni tú ni nadie de tu familia tiene ahora permiso para entrar en esta habitación ¿Estás de acuerdo, madre? A fin de cuentas es tu dormitorio.
—Absolutamente, querido —respondió ella que seguía dibujando tranquilamente —ni siquiera sé qué está haciendo aquí la señorita Greengrass en un primer lugar. No es que tengamos relación alguna.
—¿Ves? Astoria, deberías dejar de imponer tu presencia cundo no es solicitada. Así que puedes irte. Creo que tienes un viaje a Canadá dispuesto.
Ella entrecerró los ojos y en cuanto Draco le quitó las cuerdas y le devolvió la voz, sonrió con altanería y suficiencia.
—No me voy a ir a Canadá ni a ningún sitio.
—Oh, claro que lo harás porque tu padre está tan arruinado que la única opción que le queda para no terminar en la indigencia es mantenerme contento y para hacerlo sabe que tiene que mandarte al otro lado del mundo, donde no tenga que verte de nuevo.
—Mi padre recuperará todo cuando tú y yo nos casemos y me perdonará por haber estado casi arruinado, temporalemente—siseó acercándose a él.
—¿Casarme contigo? —Draco soltó una carcajada — Realmente estás loca, nunca me imaginé que estabas tan enferma pero me empiezas a dar lástima. No me casaría contigo ni aunque fueras la última bruja sobre la tierra. Ni siquiera volvería a tocarte por voluntad propia —dijo aquellas últimas palabras con una intención que pasó desapercibida para la enfadada bruja.
—¿Lástima? ¡Eres mío! ¡Mío maldito sea! He estado enamorada de ti desde los once años y no dejaré que ninguna zorra arribista venga a interponerse entre nosotros—entrecerró los ojos y inhaló con brusquedad al ver el moretón que tenia en el cuello —¿Qué es eso? —dijo con voz temblorosa de furia — ¿Es un chupetón? —chilló con rabia —¿Te has acostado con ella? —gritó fuera de sí — ¡No es posible! ¡Afrodita! —dijo con una malévola sonrisa.
Draco parpadeó y la miró confundido.
¿Afrodita? Algo estaba mal. Se llevó las manos a la cabeza porque una parte de él le decía que esa bruja era su ¿Novia? Ella era buena ¿No? a él le gustaba y habían estado juntos antes, además ella era la que tenía la llave para sus recuerdos y era bonita también.
Astoria, él tenía que estar con Astoria, darle una oportunidad, ella era la que tenía la llave, ella podía ayudarle a recordar. Solo ella.
Se aferró con más fuerza las sienes luchando por abrirse paso por las brumas que ahogaban su mente.
No, no, no era ella. Esa voz, no era su voz.
Si sientes que algo no va bien lucha contra la compulsión. Ahora sabes que existe, puedes hacerlo, Draco
Casi podía escuchar esas órdenes dichas con cariño y calma.
Granger.
No Astoria. Granger le había dicho que estaban jugando con su mente, no era real, nada de eso era real. Astoria no tenía la llave de sus recuerdos, ella solo tenía la llave para manipularle.
Sacudió la cabeza suprimiendo las ganas de golpearse para que ese extraño acartonamiento que parecía embotar su cerebro se diluyera y miró a su alrededor.
Su madre, siempre serena y elegante amenazaba a Astoria, a su familia y a todos sus ancestros mientras Potter se la llevaba entre gritos y patadas. La bruja siseaba enseñando los dientes y finalmente tuvo que ser silenciada de nuevo y petrificada por Hermione mientras Potter le leía sus derechos.
—Llevar a la señorita Greengrass a detención, iré en cuanto termine aquí. Que alguien avise a su familia pero no, no tiene permitida ninguna visita hasta que hablemos con ella, si insisten tendrán que esperar, tienen permitido verla, pero no antes de que sea interrogada.
Hermione se había acercado a Draco lentamente, manteniéndose a una distancia prudencial ya que no estaba muy segura de si era una buena idea invadir su espacio personal.
—Granger —dijo él sin soltar sus sienes —mi cabeza, ella no es, ella no tiene la llave. No es real, manipulación —extendió su mano y ella la tomó entre las suyas.
Hermione quiso llorar de alivio en ese mismo momento y se giró hacia Harry.
—Ve al Ministerio. Yo me quedaré con él, pediré que le mire un medimago y lo llevaré a casa.
—Está bien —le dio un apretón en el brazo y se despidió de la señora Malfoy antes de marcharse.
—Vamos Draco —le ayudó a sentarse en la silla que había usado Astoria un rato antes —llamaré a un sanador y nos iremos pronto.
—Mi cabeza —repitió.
—Shhh… lo sé, lo sé, espera aquí un momento.
Se acercó a la puerta y habló con una enfermera que estaba en el pasillo. A los pocos minutos llegaron un par de medimagos, hicieron preguntas, pasaron la varita sobre Draco una y otra vez, le dieron un par de pociones y finalmente se marcharon dando a Hermione varios papeles con indicaciones y pidiéndole que se quedara durante una media hoyra allí hasta asegurarse de que no se mareaba, no vomitaba y no tenía alucinaciones de algún tipo. Pasado ese tiempo podrían dejar el hospital.
Hermione les agradeció, salió para ir hacia la botica a recoger las pociones que le habían recetado y regresó a buscar a Draco cuando ya habían pasado veinticinco minutos.
—Señorita Granger —dijo Narcisa cuando Hermione entró de nuevo por la puerta.
—¿Sí? —se dio la vuelta para mirar a la bruja mayor.
—Espero que Draco la recuerde.
Hermione no supo qué responder a eso pero sus labios se estiraron en una pequeña y tímida sonrisa algo incómoda antes de ir a ayudar al mago a levantarse para llevarlo a casa.
—Tienes que dormir.
Habían regresado al Lugar Seguro después descartar cualquier problema que pudiera haberse ocasionado en su cerebro.
Además de las pociones también habían recetado descanso y sueño, de modo que Hermione lo había llevado a casa y le había metido en la cama pese a las quejas infantiles del hombre.
—Estoy bien.
—No lo estás, sigues confuso y los sanadores coinciden en que tienes que dormir. Tómate la poción.
—No voy a hacerlo, no tengo sueño.
Ella bufó
—Para eso es la poción, para que te entre sueño. No seas difícil.
—Es a mi a quien casi le explota el cerebro, Granger —replicó con desdén —tengo derecho a ponerme difícil.
—Fue idea tuya, así que si casi te explota el cerebro es por culpa tuya.
—Eso no es…
Hermione aprovechó el momento para encajarle en los labios el vial y vaciar la poción en su garganta.
—Eso ha sido…. —dijo fulminándola con la mirada mientras los párpados se le cerraban —ha sido muy… Slytherin.
Hermione le tapó y salió de su habitación cerrando la puerta a su espalda.
Merlín.
Había estado tan asustada que no podía creer que todo hubiera salido bien, sabía que sus nervios no hubieran aguantado un nuevo numerito o un nuevo insulto, incluso sabiendo como sabía que no era culpa suya, su cerebro podía comprender pero sus sentimientos se dolían y era una mierda tener que hacer la conciliación de ambas cosas.
Se sentó frente al escritorio y tomó el informe que había cogido del Ministerio antes de irse, investigaría un poco sobre las notas que habían encontrado en el piso franco de Penélope y esperaría noticias de Harry mientras Draco se recuperaba.
Se llevó la mano su tripa aun completamente plana y la acarició distraídamente mientras leía los documentos.
….
—Me da igual quien sea usted, señor Greengrass —estaba diciendo Harry —en este Departamento se aplica la ley, independientemente del apellido del detenido. En este momento da igual si es un Greengrass, un Potter, un Rosier, un Malfoy o un Smith. Para todos es exactamente igual, no se si me estoy explicando con claridad.
—Potter, mi hermana no tiene que estar detenida, para empezar.
Intervino Daphne, ataviada con un traje de chaqueta impoluto y de corte elegante que hablaba de dinero y seriedad. Por lo que Harry sabía ella era la mano derecha de su padre en cuanto a los negocios y desde que dejó Hogwarts se había dedicado en exclusiva a ayudarle.
—Me temo, señorita Greengrass, que su hermana de hecho sí tiene que estar detenida —sonrió con calma, de aquella manera en la que sonreía Dumbledore y que, Harry sabía, exasperaba a los demás —soy un simple auror, siento decirle que no estudié leyes, pero creo recordar, de mi tiempo en la academia, que obligar a otros a hacer cosas en contra de su voluntad se llama coacción y, hasta dónde sé, eso es un delito.
Ella rió aunque Harry pudo ver en sus ojos un poco de temor.
—¿Estás diciendo que mi hermana ha coaccionado a alguien?
—Oh sí, al señor Malfoy —los dos Greengrass empalidecieron y Harry se tocó la frente —le hurgó aquí, en el cerebro y ¿Saben? puede que no usara una imperdonable, pero es el mismo delito así que, si me disculpan, tengo que interrogarla y solo después de que lo haya hecho tendrán derecho a verla y a llamar a un abogado —les abrió la puerta para que salieran de su despacho —porque mucho me temo que les guste o no, será juzgada por el Wizengamot.
Cuando los Greengrass se marcharon Harry se encaminó a la sala de interrogatorios y se encontró con Morgan allí.
—Llevo un rato aquí mirando —dijo el Inefable —y creo que deberíamos traer a un sanador antes de empezar —añadió.
—¿Por qué?
—Porque está realmente demente —Ambos vieron a Astoria que parecía hablar sola y sonreír de cuando en cuando — Podemos decir que está loca, pero es que esta mujer tiene algún trastorno mental evidente. Si eso es así necesitarás a un sanador para poder interrogarla.
—Está bien se me ocurre alguien que vendrá rápido.
—¿Quién?
—Cho Chang. Ginny me dijo ayer que ha regresado a Londres hace una semana. Por lo que sé, se casó con un muggle que estudiaba psiquiatría y, junto con él se convirtió en una eminencia a nivel mundial en trastornos mentales tanto en el mundo mágico como muggle. Se hará cargo de la Sala de Janus Thickey al menos durante el próximo año. Estudió conmigo en Hogwarts y era miembro del ED, creo que vendrá si se lo pido.
—No sé si es buena idea, algunos de esos miembros han resultado un poco… revolucionarios, si me entiendes. Y si además está casada con un muggle…
Harry hizo una mueca.
—Cho ni siquiera ha estado en el Continente los últimos años.
—Bien, entonces será perfecto, cuanto menos contacto haya tenido con gente de aquí mucho mejor, visto lo visto.
Media hora después Cho llegaba al pasillo de interrogatorios donde Morgan y Harry la esperaban.
—¡Harry! —se acercó a él con una enorme sonrisa y le dio un sentido abrazo —¡Cuánto me alegro de verte!
—Hola Cho —saludó Harry algo sonrojado por la efusividad de la mujer —Ginny me dijo ayer que habías vuelto a Londres.
—Sí —respondió sin perder la sonrisa —nos encontramos en el Callejón Diagon. No voy mucho por allí, mi marido es muggle y todo esto aún le supone un problema, pero necesitaba acercame a Flourish & Blotts a por unos libros importantes —soltó una alegre carcajada — no quiero imaginar cómo hará Adam cuando tengamos hijos. Imagino tener que empujarle al Andén y me da la risa, es tan tierno.
—Lamento interrumpir este emotivo encuentro —dijo de tal modo que a Harry le pareció estar en presencia de su antiguo profesor Severus Snape —pero no podemos tener a la detenida allí eternamente si no queremos que un abogado nos venga a tocar las narices.
—Tienes razón. Cho, él es Morgan, Inefable del Ministerio y actualmente auror temporal.
—Hola —dijo ella ya sin la sonrisa.
Él simplemente asintió.
—Bueno ¿Qué es lo que ocurre? —se fijó en la pared transparente —¿Esa es Astoria Greengrass?
—La misma —respondió Harry contándole un poco por encima la situación —Morgan piensa que tiene realmente algún tipo de trastorno mental y la verdad es que empiezo a pensar lo mismo. Hasta ahora creía que estaba un poco obsesionada con Malfoy pero esto se le ha ido de las manos.
—¿Puedo hablar con ella antes de que la interrogues? Sola, me refiero.
—Sí —dijo señalando la puerta —pasa, estaremos aquí.
—Unas pocas preguntas para hacerme una idea.
Entró cerrando tras ella, se acercó a la detenida y se sentó frente a ella con tranquilidad.
—Hola, Astoria.
—Vaya, Cho Chang, pensé que no vivías en Londres.
Cho se cruzó de piernas y apoyó las manos en sus rodillas.
—He vuelto hace poco para trabajar aquí.
—¿También trabajas en el Ministerio? Me pregunto por qué Daphne no terminó aquí también, al parecer regalan los puestos.
—¿Por qué estás detenida, Astoria?
—Es un error —respondió mirándola con absoluta seriedad, creyendo cada una de las palabras — se darán cuenta en cuanto Draco venga a sacarme.
—¿Draco? ¿Draco Malfoy?
Ella tenía los ojos brillantes y miraba a algún punto en la pared.
—Sí —suspiró, como si estuviera bajo el efecto de una amortentia —él es tan perfecto… es mi prometido ¿Sabes? Nos casaremos este mismo año.
Cho se fijó en que la joven no llevaba ningún anillo.
—Por lo que me han dicho él no está de acuerdo en esa afirmación. ¿Sabe él lo de la boda?
—Claro que él está de acuerdo y por supuesto que sabe lo de la boda —sonrió —Ya he encargado mi vestido, quería que lo hiciera Pansy Parkinson pero se nego… ella se lo pierde, será la boda del año. Además saldré de este horrible lugar en seguida, Draco vendrá, no tardará en entrar aquí dando voces —rió con una risita infantil algo extraña —a veces es tan exagerado.
—Fuera únicamente están tu padre y tu hermana, Draco está con Hermione Granger.
Ante aquellas palabras Astoria pareció enloquecer, se agarró del pelo y siseó como una serpiente.
—Morirá —dijo soltando una carcajada —morirá y por fin me la quitaré de encima. Esa zorra quiere quitarme a Draco, pero Draco es mío ¡Es mío! —chilló —¡Mi prometido! ¡Vamos a casarnos!
Cho se levantó y se fue porque, aunque Astoria estaba maniatada y no podía salir de la silla en la que estaba sentada, no era nada agradable permanecer junto a una bruja con semejante estado de nervios.
—¿Y bien? —preguntó Harry
—No pinta bien, realmente creo que tienes razón —dijo dirigiéndose a Morgan —Tendríamos que hacer pruebas y estudios, pero todo apunta a que padece un Síndrome de Clerambault. Es un transtorno delirante, una condición paranoide no demasiado común dónde el paciente vive con una absoluta creencia de que otra persona, en este caso Malfoy, está realmente enamorado de ella. Tendríamos que hacer pruebas para estar seguros ya que el Síndrome de Clerambault es la forma primaria de la erotomanía, una forma sin co-morbilidades que inicia de forma repentina aunque su condición, me temo, es crónica. La forma secundaría suele estar junto con trastornos como la esquizofrenia paranoide, delirios o alucinaciones, es una forma algo más complicada con un tratamiento farmacológico inevitable y necesario.
—¿Y qué tratamientos hay?
La pregunta la hizo Daphne quien había llegado a tiempo de escuchar la disertación de Cho y la contemplaba con los ojos ligeramente humedecidos.
—Depende, el tratamiento depende de la persona, difiere de unas a otras. Hay tratamientos muggles antipsicóticos, que son unas cápsulas que se tragan que funcionan muy bien. Actualmente estoy elaborando unas pociones con efecto similares, aunque por el momento están en proceso y estudio, no han sido aún aprobadas por las autoridades ya que conllevan una serie de pruebas y papeleos algo pesados. También se utilizan terapias electroconvulsivas y psicoterapia.
—¿Por qué ha ocurrido esto? —dijo más para ella que para los demás.
Cho no respondió, entendiendo que Daphne no necesitaba información real sobre las posibles causas de la enfermedad.
—Culpable o no, el Wizengamont no la mandará a Azkaban si es mentalmente inestable ¿Verdad?
—Depende del delito —intervino Morgan —recordarás que Bellatrix Legstrange estuvo encerrada y ciertamente sus problemas mentales era más que evidentes.
—Mi hermana no ha matado a nadie —dijo mirando al Inefable con rabia.
Él se encogió de hombros.
—Has preguntado y te he respondido, nada más. Yo no soy quien dicta sentencia. No obstante es muy posible que exijan su internamiento en un centro mental en lugar de una prisión.
—Iré a hablar con mi padre, Chang, creo que tal vez puedas decirnos de algún… centro especializado en estos trastornos donde puedan cuidarla, si es posible.
—Por supuesto —dijo Cho —si quieres puedes venir a San Mungo mañana y hablaremos de las posibilidades.
—Perfecto —se giró hacia Harry —¿Podrías avisarnos cuando sea posible verla?
—Claro —respondió él.
—Le dije a mis padres que no estaba bien. Ella lleva unos años comportándose de forma extraña, me preocupaban sus reacciones pero nunca esperé que fuera algo tan grave.
—El cerebro es aún un gran desconocido— dijo Cho —ella simplemente tiene una enfermedad, como quien padece de afecciones pulmonares o cardíacas. Lo importante es encontrar el problema y tratarlo.
Daphne asintió y se marchó.
Cuando se fue, Harry se volvió a Cho —por favor, dime que no hay ningún tipo de problema en suministrar veritaserum a alguien con ese trastorno mental.
—No, ¿ Por qué?
El suspiró, aliviado.
—Por que va a ser imposible sacarle una sola palabra en ese estado y realmente necesitamos que nos diga unas cuantas cosas.
—Firmaré la autorización médica sin problemas.
—Perfecto —dijo Morgan —ven conmigo entonces, la situación es muy específica, con suerte podremos acelerar el proceso.
Harry, pese a saber que no serviría de nada, decidió entrar a hablar con la hermosa bruja quien, una vez pasada la crisis de enajenación, parecía de nuevo tranquila y contemplativa.
—Greengrass —dijo sentándose frente a ella.
—Potter —respondió sin perder la calma de su rostro.
—¿Sabes por qué has sido detenida?
—Por error.
—¿Sabes de que cargos se te inculpa?
—Granger está celosa de mi relación con Draco y es por eso que estoy aquí, ella es la heroína de guerra por lo tanto ha usado su poder para alejarme de mi prometido.
Harry parpadeó ¿Realmente era posible que se creyera lo que decía? ¿Sería una enfermedad o trataba de hacerse pasar por loca para evitar Azkaban?
—La demanda ha sido interpuesta por Draco, no por Hermione.
—Draco vendrá a sacarme de aquí —respondió ella como si él ni siquiera hubiese hablado.
—Podrás ver a tu familia durante un rato, después serás llevada a detención hasta que se fije una vista. Me temo que no puedes irte, Astoria.
—No quiero ver a mi familia —dijo ella —quiero ver a Draco.
—Me temo que eso es algo que no va a volver a suceder —murmuró Harry saliendo de la sala.
…..
—Ronald, he dicho que no.
—Venga Gin, no seas así, solamente es una tarde.
—No —le señaló con un dedo y le fulminó con la mirada.
—Ni siquiera puedes en tu estado ¿Qué más te da por unas horas?
—Unas horas es todo lo que necesitas para destrozarla.
Ron bufó
—Eso es un golpe bajo. Solo fue una ¡Solo una vez en toda mi vida!
La pelirroja le miró triunfante.
—Una vez es suficiente para que no pueda confiar en ti.
—¡Por Merlín Ginevra! —gritó él cuando su hermana se metió en la cocina — ¡Tenía trece años!
Se dejó caer en el sillón refunfuñando cuando Luna entró al salón.
—¿Qué ocurre?
—Que tienes suerte de ser hija única —espetó él —eso es lo que ocurre —¡Que las hermanas pequeñas son un grano en el culo! —gritó hacia la puerta por la que Ginny había desaparecido.
Una pequeña mano palida con el dedo del medio extendido se asomó y Ron volvió a gruñir.
—¿Por qué estáis enfadados? —volvió a preguntar la rubia sentándose al lado de Ron.
—Porque le he pedido su escoba para el partido que jugaremos en La Madriguera y me ha dicho que no.
—¿No tienes una?
—Oh sí, pero no es la misma escoba, ella tiene una Nimbus 4.0 Fire, es la más rápida del mundo.
Luna se quedó en silencio porque no sabía muy bien qué decir al enfurruñado pelirrojo hasta que las llamas de la chimenea crepitaron y Harry salió de allí limpiándose la túnica.
—Hola Ron —dijo saludando a su amigo que hizo un gesto con la mano y no respondió —no te ha dejado la escoba ¿eh?
—Es una egoista, ni siquiera puede usarla, seguramente que cuando pueda volver a subirse en ella habrán sacado un nuevo modelo que será mucho mejor.
—Sí, pero Ginny ha competido con esa Nimbus, le tiene un cariño especial.
—Maldita sea —se levantó y fue hacia la cocina para seguir intentándolo. Pronto los gritos volvieron a oirse por toda la casa.
—¿Siempre son así? —pregunto Luna que miraba la puerta con sorpresa mal disimulada.
—Oh sí —dijo Harry sonriendo —y peores.
—He dicho que no… ¡Ja! ¿De verdad crees que yo necesito que hagas de niñera de mi hijo en el futuro? ¡Si ni siquiera eres capaz de cuidarte tú solo! No hay nada ¡Nada! con lo que puedas convencerme para que te deje a mi pequeña.
Harry estaba por las escaleras cuando escuchó la voz de su mejor amigo, vendiéndole de la forma más ruin y rastrera.
—Tengo dos entradas de sobra para ese musical muggle de un niño que baila.
—¿Billy Elliot? —preguntó la voz extasiada de Ginny.
Harry gimió.
Ron sabía que él no quería ir a ver eso, de hecho había olvidado, sacar entradas a tiempo y desgraciadamente, no habían podido encontrar disponibilidad para ir. Ahora iba a matar a su mejor amigo, lentamente.
—¡Harry! —Ginny salió a la carrera y le encontró subiendo a la planta de arriba —¿Sabes qué? —dijo extasiada.
—No —murmuró Harry con los dientes apretados viendo la sonrisa de Ron —¿Qué?
—¡Ron nos da unas entradas para el musical de Billy Elliot! Iremos con él y con Lavender.
—¿De veras? —dijo fingiendo una alegría que no sentía para nada.
—¡Luna! —se fue corriendo al salón y dejó allí a los dos hombres.
—Voy a matarte.
—Tiempos desesperados exigen medidas desesperadas.
Harry simplemente suspiró sabiendo que iría porque Ginny pondría aquellos ojos tristes que él no podía soportar y cedería ante cualquier cosa que ella quisiera.
—Vamos a ganar ese partido, Harry, sé que sí.
—Pero eso no será por una escoba, Ron.
Su amigo ni siquiera respondió antes de seguir a su hermana al salón.
Un rato después recibió un aviso de Morgan diciendo que al día siguiente podrían interrogar a Astoria y que la señora Malfoy había enviado un retrato bastante bueno con el rostro de la mujer que la había atacado. Le incluía una copia del retrato y le avisaba que Halfnacked estaba ya buscando a la mujer mientras que Abney había filtrado la foto en el mundo muggle y estaba tirando de contactos para intentar localizarla.
