Hola!

Poco a poco se irá yendo la intriga, pero al final lo bueno de una historia es que no sea taaan predecible ¿no? Espero que estéis disfrutando, escribo cada día solo por lo mucho que me está gustando a mi esta historia y por la necesidad de verla completa! Gracias por los mensajes y rr, los leo todos y agradezco cada like y cada nuevo seguidor.

Estáis haciendo posible este fic.

HelenaJane: estaba entre esto y lo que dijo, creo que fue espiroket, de usar un horno crematorio xD me pareció menos agresivo y más Gryffindor dejarla por loca.

espiroket: Ya queda poco para que sepamos!

Augenblick: Cuando acabe este pensaré... no quiero despistarme!

mariapotter: Es que Cho es un personaje que ni fu ni fa, solo necesitaba a alguien para la escena y le tocó jajajaja

Wendy: La verdad es que le tocó la lotería con semejante loca.

EuniceRc: Pues por un momento puse esa palabra jajaja pero al final decidí que no, porque podría usarla otra persona.

Besos y abrazos

AJ

Secretos al descubierto

Cuando Draco finalmente despertó eran las dos de la mañana.

Miró el reloj y se levantó, dándose cuenta de que se había dormido completamente vestido. Bueno, en realidad no se había dormido, Granger le había drogado, más bien, en contra de su voluntad.

Con la ropa arrugada y ligeramente somnoliento, salió de la habitación y decidió que buscaría algo de comer cuando empezó a rugirle el estómago.

Se dirigía a la cocina, iluminando el camino con la punta de su varita, cuando escuchó la suave y pausada respiración de la mujer en el sofá.

Se acercó a ella y la vio dormida, tenía papeles desperdigados por la mesa y el suelo y la varita tirada sobre la alfombra.

Sonrió sintiendo una extraña y repentina ternura.

Se arrodilló delante de ella para quedar a la altura de su rostro y susurró su nombre, retirándole de las mejillas y la frente el pelo que se enredaba a su alrededor.

—Mmmm —gimió ella moviéndose y entreabriendo los labios.

Oh, mierda.

Estaba enfermo, era un hecho comprobado ¿A qué persona normal le parecía erótico que una mujer dormida hiciera esos sonidos en sueños?

Obviamente a él.

Se tiró del pantalón para que no le apretara en la entrepierna y volvió a llamarla.

—Granger —dijo en voz baja —tienes que ir a la cama.

—Mmm —volvió a decir ella —Draco

Su nombre fue pronunciado con un ronco y gutural murmullo que hizo que toda la sangre de su cuerpo convergiera en el mismo punto.

Dejando escapar el aire de golpe decidió cogerla en brazos y llevarla el mismo a la habitación, ya que estaba abierta, de esa forma él podría comer algo y estar por la sala sin miedo a despertarla.

Tomada la decisión subirla a sus brazos fue algo relativamente fácil, pero entonces Granger apoyó los labios en su cuello y Draco sintió como se erizaba su piel al contacto de su cálida respiración. La cosa se complicó cuando ella movió la boca, como si estuviera hablando en sueños y un gruñido bajo quiso salir de su garganta.

Esa había sido la peor idea del mundo.

Rápidamente fue hasta la habitación de la mujer, abrió la puerta y la dejó sobre la cama apartándose antes de abalanzarse sobre ella como un animal, la tapó con la colcha, sonriendo cuando la mujer frunció el ceño murmurando seguramente molesta con el paseo y fue hacia la puerta. En la penumbra vio un papel en el suelo, lo recogió y lo dejó sobre un mueble. Apuntó con la varita para alumbrarlo, ya que le pareció ver el logo de San Mungo y, adulto o no, mejor persona o no, Draco Malfoy nunca había podido dejar a un lado la curiosidad. Sí, habría quien podría acusarle de cotilla y no andaría muy desencaminado pero, aunque era muy celoso de su intimidad, rara vez respetaba la de los demás si tenía la oportunidad de meter las narices en algo así. No es que él hubiera entrado allí con ánimo de hurgar en sus cosas, pero lo cierto era que le preocupaba más de lo que jamás admitiría la salud de Granger desde que se le había desmayado dos veces prácticamente en brazos. Así que, teniendo en cuenta que ella obviaba el tema cuando él preguntaba, puede que ese fuera el momento de enterarse de primera mano.

Mirando por encima de su hombro para cerciorarse de que la mujer seguía felizmente dormida, abrió el sobre y sacó los papeles que había en el interior.

La sangre abandonó su cuerpo y se sintió repentinamente helado.

Buscó el nombre del paciente en el membrete, asegurándose de que era de ella y lo vio, claramente, allí estaba Hermione Jane Granger.

Pasó la vista por el resto de los renglones, hasta llegar una vez más al final del todo, dónde aquél diagnóstico parecía estar grabada a fuego.

Gestante de seis semanas.

Volvió a mirar la fecha y contó, pensando que, en ese momento serían unas ocho o nueve ¿Cuánto era? ¿Dos meses? ¿Más? Ni siquiera era capaz de contar.

Se pasó una mano por la frente sintiendo un sudor frío por todo el cuerpo.

Como en trance, dejó de nuevo el sobre en el mismo sitio y salió de allí volviendo a su habitación al darse cuenta de que ya no tenía ni pizca de hambre.

Embarazada.

Se sentó en la cama y hundió la cara entre las manos intentando asimilar aquello.

No necesitaba preguntarse si era suyo, podía haber perdido la memoria pero no la inteligencia ni el sentido común, sobre todo ahora que la compulsión o lo que coño fuera que tenía en la cabeza había perdido fuerza y era capaz de pensar con más claridad.

Hermione Granger, por demente que sonara, le quería y si estaba embarazada era, innegablemente de él.

Las emociones empezaron a arremolinarse en su interior y no sabía cómo lidiar con todas a la vez.

¿Cómo, en nombre de Merlín, podía ella siquiera mirarle a la cara?

Se había paseado por Londres con otra mujer mientras ella iba sola a un medimago para enterarse de que llevaba un bebé de alguien que ni siquiera la recordaba, la había insultado y renegado de lo que fuera que habían tenido una y otra vez y ella había vuelto a entregarse a él completamente, con confianza y un amor que no había podido esconder.

Suspiró sintiendo una extraña opresión en el pecho.

No quería hacerla daño, de verdad se había dado cuenta de que herirla le dolía, así que no sabía cómo decirle que no estaba preparado para todo eso.

¿Cómo iba a hacerse cargo de un bebé?¿Cómo iba a ser padre?

Se pasó las manos por el pelo y se dejó caer sobre la cama pensando que quizás no sería tan malo, al fin y al cabo antes de que las leyes cambiaran siempre había pensado que terminaría en un matrimonio concertado, casado y obligado a traer al mundo a la próxima generación Malfoy. Tal vez podría darle un apellido al niño y dejar que ella se encargara de todo lo demás o quizás simplemente pudiera mantenerlos económicamente y no ser parte activa de esa locura.

Merlín bendito, no quería casarse ni tener hijos ¿Verdad? ¿Acaso el Malfoy que había sido los meses que no podía recordar sí había querido? ¿Tanto había cambiado en ese tiempo entre tiempos que habían borrado de su mente?

No lo sabía, eso era el maldito problema. No sabía una mierda de nada y no podía recordar y encima ahora tendría que lidiar con ese asunto intentando capear el temporal sin implicarse ni herir a Granger.

Después de varias horas dándole vueltas a todo, finalmente decidió que se mantendría en silencio. Él no era un Gryffindor valiente que enfrentara las cosas cara a cara, era astuto e iba a usar esa astucia a su favor. Podía ser cobardía, pero dejaría que ella fuera la que diera el primer paso, si quería contárselo la escucharía y se enfrentaría a lo que fuera en el momento, si ella decidía callarse… bien, él seguiría con su decisión de marcharse a Francia cuando dieran el alta a su madre.

No sabía si sería capaz, pero al menos era un plan.

Cuando se despertó al día siguiente era ya tarde y Granger se había ido al Ministerio, le dejó una nota, café en la cafetera y bollos que había pedido en las cocinas metidos en la alacena.

Le alivió no verla porque realmente no había terminado de aceptar la revelación de la noche anterior y suponía que, unas horas más sin ella cerca ayudarían bastante.

Intentó entrar en la habitación, pero la bruja, meticulosa y lista como era, había cerrado con protecciones poderosas.

Se fue a dar una ducha y decidió que iría a visitar a su madre y a hablar con Potter, con suerte el auror le daría una buena noticia, como que finalmente Astoria Greengrass estaba en Azkaban o, al menos, en Tombuctú.

Llegó al Ministerio a media mañana y se acercó al despacho de Potter esperando encontrarlo allí.

—Malfoy

Se giró al escuchar la voz del Inefable al que había molido a hostias unos días atrás y sonrió con desdén.

—Atwater —dijo alzando una ceja —¿Qué tal tu cara?

Morgan le miró con diversión. Suponía que unos años atrás él había sido igual de estúpido y arrogante que el rubio, así que decidió tocarle un poco los huevos y se recostó contra la pared tocándose el pómulo y los labios

—Muy bien gracias, tras los cuidados de Hermione mejoró bastante.

Bingo.

Le vio crisparse y fruncir los labios en una mueca de desagrado que ocultó rápidamente.

—¿Dónde está Potter?

—Hablando con los Greengrass.

—¿Cuándo será la vista? ¿Habéis conseguido que diga algo?

Morgan se cruzó de brazos sabiendo que nada de lo que iba a decir gustaría a Malfoy.

—Están autorizando el uso de veritaserum y hablando de las posibilidades tras el juicio.

—¿Posibilidades? Creo que lo único que habría que ver es la cantidad de años que la meten en prisión —masculló Draco —la culpabilidad es más que evidente.

—Me temo que no es tan fácil, de hecho no creo que Astoria llegue nunca a pisar Azakaban.

—¿Cómo? —preguntó Malfoy apretando los puños con repentino enfado.

—Una experta en salud mental vino ayer a valorar su caso y creemos que tras el juicio, seguramente sea internada en un centro especializado.

Draco entrecerró los ojos y se frotó las sienes dejando escapar el aire pesadamente.

—Lo que me importa es que esté lejos de mi, realmente me da igual si es en prisión o un hospital mental mientras no se acerque a mi nunca más.

Aunque dijo aquello con desprecio, lo cierto era que le daba lástima Astoria.

Nunca la había querido pero siempre pensó que no era mala chica aunque fuera algo atontada y demasiado malcriada.

Si su forma de actuar era derivada de algún tipo de trastorno mental, al menos podría pensar que lo ocurrido fue inevitable y que tal vez, con tiempo y tratamiento, la niña vivaracha y divertida de bonitos ojos azules que siempre perseguía a su hermana mayor, podría regresar al mundo sin ser un peligro para nadie.

—¿Quieres venir a ver el interrogatorio? —preguntó Atwater viendo todas aquellas cosas que él había tratado de reprimir reflejadas en los ojos de Malfoy —lo llevaré a cabo yo, puedes estar al otro lado del espejo si te parece.

Draco solamente asintió y le siguió hacia el pasillo en el que estaban las distintas salas. Morgan le señaló una habitación adyacente.

—Espera ahí, no ayudaría que te viera en estos momentos y tienen que estar a punto de traerla.

No pasaron ni cinco minutos cuando escuchó a Morgan avisarle de que podía salir y esperar fuera con Potter.

No se sorprendió al ver a Granger junto al auror y cuando ella le sonrió tímidamente Draco le devolvió el gesto de forma forzosa sentándose al lado del moreno en lugar de tomar asiento al lado de la mujer.

Aunque pareció momentáneamente sorprendida no dijo nada y mantuvo la misma expresión que tenía antes de verle, tranquila y centrada en lo que ocurría delante de ella.

—¿Nombre completo?

—Astoria Greengrass

—¿Padres?

—Armand y Charity

—¿Sabes por qué estás aquí?

—Sí

—¿Por qué?

—Hice que Draco recuperase la cordura —dijo absolutamente segura de sus palabras.

Cuando Morgan le pidió que se explicara, la bruja comenzó a hacerlo y, estando como estaba bajo los efectos de la poción, no les quedó más que creer a pies juntillas las explicaciones de Cho sobre su trastorno.

—Él me ama, de veras lo hace, solo necesitaba recordarlo —estaba diciendo la bruja con candidez, sonriendo a Morgan como si estuvieran manteniendo una cordial conversación en el té de la mañana —tenía que darle un empujoncito, solo un poco para que volviera a mi. He estado esperando a que recapacitara durante mucho tiempo pero pensé que era hora de hacer algo.

—¿Y qué hiciste Astoria?

—Hablé con Lauren, ella es mi modista, o lo era, creo que a la pobre la han detenido y no he vuelto a verla por Madame Malkin desde hace un tiempo. Siempre me desahogaba con ella cuando iba a hacer algunos retoques y un día me dijo que ella podía ayudarme y que conocía a la gente indicada para que me ayudaran a recuperar a Draco.

—¿Quienes eran?

—No lo sé—frunció el ceño —solo quedé con Penélope Clearwater en un sitio muggle algo complicado de encontrar, estuvimos hablando y me dijo que sabía como entrar en la mansión Malfoy —remilgadamente se cruzó de piernas y apoyó las manos en sus rodillas — Draco se enfadó un día y subió las protecciones para no dejarme entrar, así que su idea me pareció bien —encogiéndose de hombros dedicó a Morgan una radiante sonrisa —me dijo que entraría y que cuando volviera a ver a Draco solo tendría que decir la palabra clave para que él se comportara como debía —Al otro lado de la pared Hermione apuntó a Draco con su varita y le dejó sordo justo a tiempo —Artemisa. Cada vez que lo decía él parecía más como tenía que ser.

Hermione lanzó un Finite incantatem a Draco.

—Lo siento. No sé cómo te afectaría si ella dijera la palabra, aún no he podido hablar con el hipnotizador que te comenté y Penélope está muerta así que si fue ella quien puso la compulsión en tu cabeza… no va a ser quien te la quite, me temo.

—Está bien —dijo él apretándose los oídos — ella está bajo los efectos de la poción de la verdad ¿Cierto?

—Sí —respondió Potter —le dimo el veritaserum antes de que Morgan entrara.

—Y aún así…

—Ella de veras cree lo que dice —replicó Hermione que parecía mirar a la bruja con lástima — realmente ni siquiera se plantea que lo que hizo esté mal.

—¿Quién entró en Malfoy Manor? —Estaba preguntando Morgan.

—Penélope. Ella me dijo que tenía que ir a matar a Draco, pero le supliqué que no lo hiciera. Me dijo que tal vez si le dejaba sin memoria sería suficiente. Ella no quería matar a nadie, pero alguien le decía que tenía que hacer esas cosas horribles.

—¿Quién se lo pedía, Astoria?

Se encogió de hombros de nuevo.

—Ella no me lo dijo —rió divertida —además mientras no matara a Draco me daba igual. Le dije que podría matara a Granger si quería, así al menos habría matado a alguien y tal vez esa persona estaría menos enojada.

Hermione ahogó una exclamación y Draco maldijo mientras Harry se tocaba la frente.

Aquella desquiciada hablaba de asesinar a Hermione con una vocecita infantil y alegre que les estaba poniendo los pelos de punta, sonreía y se colocaba el pelo con amoroso cuidado mientras opinaba sobre lo poco que le importaba a quién quisiera matar Penélope.

—¿Y qué dijo ella?

—No quería hacer daño a Granger —bufó como si aquello fuera una aberración incomprensible —decía que le caía bien ¿Puedes creerlo? En fin, supuse que ya tendría alguna posibilidad de acabar con ella de otra forma.

—¿Acabar con Granger? ¿Eso es lo que quieres, Astoria?

—Sí, ella tiene que morir para que Draco no se olvide de mi de nuevo, es lo mejor, de veras, Draco se dará cuenta. ¿Ha venido ya a buscarme?

—No, aún no —respondió el Inefable sacando un pergamino de su túnica — ¿Puedes decirme si has visto a esta mujer? —le enseñó el retrato que había dibujado Narcisa.

—No, no sé quién es, aunque no es demasiado agraciada, pobrecita.

—¡Por Salazar! —Draco se levantó —no creo que sirva de mucho hablar con ella.

—Te equivocas —dijo Hermione que también se puso en pie —Morgan ha descubierto que eras uno de los objetivos de Penélope igual que yo —dijo enumerando las cosas —ha confirmado que el elfo era el medio de transporte, que te hipnotizaron con algún medio muggle y, lo más importante, que han matado a Penélope por no cumplir órdenes.

—Yo no he escuchado nada de eso —dijo Draco frunciendo el ceño con cara de pocos amigos.

—Pero yo sí —replicó Harry —si me disculpáis —entró junto a Morgan.

Pero Draco y Hermione ni siquiera se dieron cuenta y no prestaron atención a la conversación que se llevaba a cabo en el interior de la sala.

—¿Qué te pasa? —preguntó la mujer.

Podía ver la forma en la que él apretaba sus puños y sus dientes, la postura rígida de sus hombros, el brillo acerado de sus ojos.

—¿Sigues enfadado porque te obligué a tomar la poción?

—No

—¿Entonces por qué?

—No estoy enfadado —siseó entre dientes.

—Dame un poco de crédito, Draco, no soy auror pero sé cuando alguien está mintiendo.

Él solo resopló.

—Nada de lo que quiera hablar realmente, y créeme, tú tampoco quieres.

Hermione empezaba a ponerse nerviosa y ansiosa y de verdad que no quería volver a dar un paso atrás.

—Draco, por favor, dime qué es lo que te ocurre.

Él caminó hacia el Atrio y ella le siguió, quedándose a su lado cuando esperó al ascensor y subiéndose detrás.

—No seas infantil, no puedes quedarte callado.

—Sí puedo —respondió alzando una ceja —he dicho que no quiero hablar, te veré más tarde.

Hermione suspiró sabiendo que sería inútil discutir con él mientras estuviera con esa actitud tan poco colaboradora.

—Está bien —claudicó —hoy llegaré un poco más tarde, tengo… algunas cosas que hacer.

—¿Qué cosas? —preguntó Draco parándose, repentinamente alerta.

—Tengo una revisión médica

—¿Por los desmayos? —preguntó con astucia y con la mejor cara de inocencia de su repertorio.

—Sí —respondió la bruja con las mejillas ligeramente sonrojadas.

Aquella tonta ni siquiera sabía mentir sin prenderse como una tea.

—Vale —dijo Draco que ahora tenía aún más ganas de salir de allí.

Antes de que pudiera darse la vuelta un paquete llegó levitando hasta Hermione a toda velocidad y se quedó parado delante de ella, flotando con un ligero bamboleo en el aire.

—¿Qué es esto? —preguntó Draco mirando con desconfianza el paquete.

—Correo, supongo —alegó ella sin darle más importancia.

—No lo toques —el mago le cogió las manos y rodeó el extraño paquete —manda un patronus a Potter o mejor a Morgan. Es el mismo papel y tipo de envoltura que el paquete que te enviaron a casa.

—Oh Merlín —Hermione se fijó en lo que Draco decía y se dio cuenta, con espanto, que tenía razón.

Envió el patronus a Morgan que llegó en menos de cinco minutos.

—Es posible que sea un envío del BR —dijo Draco al Inefable, sin darse cuenta que, de forma inconsciente, se había puesto delante de Hermione, como si quisiera protegerla de lo que fuera que pudiera haber dentro del paquete.

—Este no es el lugar —Morgan puso un hechizo sobre el paquete para que levitara tras ellos —venid conmigo.

Les guió hacia las plantas inferiores por ese intrincado y laberíntico pasillo que a Hermione siempre le traía todo tipo de recuerdos y accedieron al cubículo del hombre.

—Bien ¿Quieres que lo abra yo?

—Por favor —dijo Hermione adelantándose a Draco quien parecía a punto de escupir al Inefable por pensar siquiera en dejar que ella tocase aquella mierda.

Morgan lo hizo con un golpecito de su varita y el papel cayó dejando a la vista una caja.

—Oh no —ella se llevó las manos a la boca cuando el olor a putrefacción llegó a sus fosas nasales y justo en el momento preciso Morgan le colocó una papelera debajo de la nariz.

Hermione la cogió y se giró vomitando allí lo poco que había desayunado.

Merlín, que vergüenza. Limpió todo con un fregotego y se giró con la cara enrojecida.

—Lo siento.

Se tapaba la nariz, temerosa de que una nueva vaharada de aquel pestilente olor le provocara otro acceso de nauseas incontenibles.

—¿Y bien? —preguntó desde una distancia prudencial.

—Creo que hemos encontrado la mano de Penélope que faltaba.

—¿Hay algo más? —intentó acercarse pero Malfoy puso su brazo delante impidiéndola pasar.

Le vio tragar saliva con fuerza, sus ojos ligeramente más abiertos de lo habitual con una mezcla de pesar y horro dibujada en sus retinas.

—Una nota —dijo el Inefable alzándola sin tocarla con las manos — a veces una mano derecha debe ser cortada —leyó en voz alta.

—Habría que llamar a Harry y a Creebingbear.

—Lo haré —Morgan miró a Hermione con una intensidad que no pasó desapercibida para Malfoy —deberías ir a descansar un rato.

Draco entrecerró los ojos mirando a ese hombre con desconfianza.

Lo sabía.

Aquel imbécil sabía que ella estaba embarazada ¿Cómo no se había fijado antes? ¿Quién más lo sabría? ¿Acaso todo el mundo sabía que iba a ser padre menos él?

Con un gruñido la tomó de la mano y la saco de allí casi a rastras, murmurando todo tipo de incongruencias mientras recorrían todo el camino del vuelta al Atrio.

—Entra ahí —dijo empujándola hacia una de las chimeneas.

—¿Cómo dices? ¡Suéltame!

Él refunfuñó.

—Pues entraremos juntos entonces —silenciándola al cogerla en brazos para que dejara de intentar salir, la cargó fuertemente y pusieron rumbo a la mansión.

—De todos los hombres arrogantes, narcisistas y déspotas tú eres el peor de ellos —espetó una furiosa Hermione saliendo de la chimenea de Malfoy Manor y dirigiéndose hacia las escaleras seguida muy de cerca por Draco —no puedo creerme que me hayas sacado de esa forma del Ministerio ¡Soy una persona importante! ¿Qué van a pesar de mi? Además no quería venir aquí aún. No sé cómo he sido tan… ¡Ahhhhgg!

Al subir uno de los peldaños perdió pie y resbaló, casi cayendo sobre Draco quien, afortunadamente, pudo sujetarla y afianzarse para no caer con ella rodando por las escaleras.

—Maldita sea —siseó volviendo a cogerla en brazos mientras subía hasta el primer piso —de todas las brujas del mundo mágico tuvo que ser contigo —murmuraba caminando a grandes zancadas por el pasillo — cabezota, gruñona, sabelotodo y torpe —la miró a esos enormes ojos castaños que le contemplaban muy abiertos —¿Me olvido de algo? ¡Ah sí! —apoyó la rodilla en la pared para que los muslos de ella descansaran sobre el suyo mientras usaba una mano para abrir la puerta —empujó con el pie y la cogió de nuevo con un gruñido —¡Mentirosa!

—¡No soy una mentirosa! —exclamó ella repentinamente ofendida.

—Oh querida —bufó él dejándola caer sin ceremonias en el sofá —claro que lo eres, si no fuera porque sería imposible que ese andrajoso sombrero hubiera puesto tu trasero en Slytherin dado tu origen muggle —dijo aquello sin burla u ofensa —habrías sido una gran serpiente.

—Eso no es cierto —Hermione se cruzó de brazos fulminándole con la mirada.

—Claro que lo es —se encaró con ella mirándola desde su considerable altura —creía que los Gryffindor tenían todo eso de la valentía y la sinceridad…

La mujer se levantó y pese a que aún así era bastante más baja que Draco, no se amedrentó.

—Valentía y coraje

—Pues no eres valiente —masculló entre dientes.

—Hurón arrogante —espetó dando otro paso hacia él —claro que soy valiente.

—¿Sabes Hermione? —de pronto el rostro de Draco cambió y Hermione se dio cuenta de que estaba construyendo aquellos muros que tanto le había costado derribar tiempo atrás.

—No lo hagas —susurró dando un paso atrás — no uses la oclumancia de nuevo.

—Créeme —respondió él con ojos gélidos —es mejor que lo haga.

—No —ella sacudió frenéticamente la cabeza — no es mejor, nunca es mejor.

—Estoy furioso ahora mismo —replicó el hombre respirando con dificultad —contigo, conmigo, con Astoria y con medio puto mundo, así que es mejor que no me deje llevar ahora mismo.

—¡No lo hagas! —exclamó ella aferrándole del brazo —no soporto cuando te conviertes en esa persona fría y extraña…

—Ahora no, Hermione —siseó dándose cuenta de que no quería gritarla, de que no quería pagar con ella la rabia que tenía en ese momento dentro de sí mismo.

Estaba enfadado. Enfadado con Astoria por haberle robado sus recuerdos por un puto capricho obsesivo, enfadado con él por todo lo que había hecho en los últimos meses, incluso sabiendo como sabía que no era su culpa, no en su totalidad al menos. Cabreado como el demonio con ella por ocultarle ese embarazo solo a él, molesto porque a Morgan sí le hubiera contado acerca de su estado, rabioso por el susto que se había llevado cuando ella estuvo a punto de caer…

Santísimo Merlín.

Iba a volverse loco con toda aquella vorágine de sentimientos incomprensibles ¿Acaso un ser humano normal podía tener todo eso dentro sin estallar?

—¿Qué es lo que te pasa? —preguntó ella buscando sus ojos para anclarse en ellos.

—Que lo sé todo, Hermione.

Ella pareció empalidecer ligeramente.

—¿Qué quieres decir con todo?

—Todo —entrecerró los ojos contemplando cada imperceptible movimiento de su rostro —sé que estás embarazada.

NA: Aquí pondría un efecto de sonido con una música de tensión e intriga. Oh sí, estoy muy telenovelesca ultimamente.