Hola!
Perdonad si no os respondo hoy, pero he leído los reviews y mensajes! Gracias, como siempre, por cada uno de los comentarios que siempre suelen sacarme una sonrisa.
Lo primero, casi no me da tiempo a subir el cap! Mi día ha sido una locura y, aviso, con esto de Halloween (que sí, en mi casa se vive a lo grande) y que el miércoles es mi cumpleaños, estoy muuuuy liada, de hecho estoy subiendo esto y en cuanto acabe debo terminar el capítulo de "Volver a empezar" que lo tengo a medias!
Así que si alguno de estos días no subo capítulo, aviso que es porque voy un poco como las locas.
Besos a todo!
AJ
Secuestro
Draco estaba paseando de lado a lado de la sala una vez más.
La pequeña nutria plateada de Hermione hacía más de dos horas que había llegado, dando el aviso de que pasaría a comprar la cena a Giovani´s antes de volver.
Draco no sabía qué coño era Giovani´s, seguramente algún lugar al que habían ido juntos alguna vez… antes.
Paró, se apretó las sienes y se golpeó la frente.
Joder.
Cómo odiaba haber perdido una parte de su vida.
Algo había ocurrido, estaba seguro, tenía un extraño nudo de congoja en el estómago, un presentimiento, un jodido presagio. Él no creía en la Adivinación ni en esas chorradas sin pies ni cabeza pero sabía que algo le había pasado a Granger.
Se tocó el punto exacto en el que se habían anudado los nervio bajo sus costillas y maldijo una vez más.
No podía quedarse allí, esperando y pensando en el BR, en Carrow y en Clearwater.
Abrió los ojos cuando el horror de las posibilidades se abrió paso sobre él, arrasándolo todo, casi cayó de rodillas al pensar en que alguien pudiera hacerle a ella todas aquellas barbaridades, en pensar que mientras él estaba ahí, paseando y pensando, Hermione pudiera estar gritando o muriendo.
El miedo le paralizó durante una fracción de segundo antes de ponerle en marcha.
No sabía dónde encontrar a Potter, no tenía idea de donde vivía y era demasiado tarde para que estuviera aún en el Ministerio, pero sí era más que capaz de encontrar a la comadreja.
Se apareció en el Callejón Diagon, algo desierto ya a aquellas horas en comparación con el ajetreo diurno que solía haber y aporreó la puerta de Sortilegios Weasley una y otra vez hasta que escuchó unos gritos molestos en el interior seguido del sonido de pasos y, finalmente, el pelirrojo abrió, despeinado, enfadado y con la varita en la mano, amenazante.
—¿Malfoy? —Puso una mueca de desagrado y se pasó la mano por la nuca con fastidio —¿En serio? ¿Otra vez? ¿Qué coño quieres ahora?
¿Otra vez? Malfoy le miró como si fuera idiota y bufó.
—No sé de qué hablas Weasley, pero necesito tu ayuda ¿Sabes dónde está Potter?
—¿Harry? —preguntó Ron rascándose la cabeza y bostezando medio dormido —En su casa supongo, por la hora que es… durmiendo, como estaba yo hasta que llamaste como un lunático.
—Joder, espabila, Weasley y céntrate. Necesito ver a Potter. Granger no está. No ha llegado a casa y….
Draco frunció el ceño tocándose la frente con las yemas de los dedos y el pasado y el presente se mezclaron una vez más en su cerebro.
—Granger no está —decía él al pelirrojo en aquél mismo lugar —No ha llegado a casa hoy, no ha mandado ninguna lechuza y mañana no es festivo. No sé donde coño vive Potter pero tú sí —Le agarró del pijama tirando de él hacia dentro —¿Dónde tenéis una chimenea en este antro?
—¡Para joder Malfoy! —dijo Weasley soltándose de un tirón
—Me preguntaste —Draco miraba a Ron, confundido —que si había perdido a Hermione.
—¿Lo recuerdas? —Ron le observó —¿Por eso estás aquí? ¿Estás sufriendo algún sindrome post algo de esos de los que habla Hermione? Estás un poco raro hasta para ser… bueno, tú.
—No —dijo Draco sacudiendo la cabeza —Hermione no está, le ha ocurrido algo.
—Sí, hace meses de eso, Malfoy.
—Joder —Draco se frotó la cara sintiendo unos irrefrenables deseos de ahogar al pelirrojo —que no estoy recordando Weasley. Necesito a Potter. Hermione mandó su patronus hace más de dos horas diciéndome que pasaría a comprar la cena y vendría a casa. Nunca llegó. Le ha pasado algo, lo sé.
—Si ha vuelto a ser ese idiota de Morgan te juro que lo mato, esta vez lo mato. Sígueme.
—¿Esta vez? —preguntó Draco siguiéndole hacia el apartamento de encima de la tienda.
—Créeme, no quieres saberlo —cogió los polvos flú, se metió en la chimenea y tiró de Draco —por lo menos esta vez no estoy en pijama. Si esto de que vengas a verme por las noches se convierte en costumbre, Malfoy, voy a empezar a pensar que te gusto.
Draco le miró con una mezcla de espanto y asco.
—Grinmauld Place —dijo Ron con una sonrisa malvada.
El grito de Ginny casi revienta los tímpanos de los dos hombres.
—¡Joder Ginevra! —exclamó Ronald agarrándose las orejas.
—Merlín, tu hermana es una banshee —Draco estuvo a punto de meterse de nuevo entre las llamas.
—¡Ginny!
Harry bajó las escaleras al escucharla gritar y entró en la sala enarbolando su varita, que era lo único que llevaba puesto ya que estaba en la cama y salió de ella completamente desnudo.
—Salazar —gimió Draco dándose la vuelta —esta imagen es algo que sí querría olvidar.
Ron rió sin poder evitarlo.
—No das demasiado miedo así, Harry
El moreno se sonrojó mientras Ginny, a la que se le había pasado el susto, le quitó la varita y la usó para transfigurar su bata, hacerla más grande y ponérsela por encima.
—Casi me matáis de un susto, Ronald —dijo a su hermano con una voz escalofriantemente parecida a la de su madre.
—Tu hijo me da pena —masculló
Draco le empujó pasando al lado de la mujer y yendo hacia Harry
—¿Sabes algo de Granger?
—¿Hermione? No desde que se marchó del Ministerio, creí que estaba contigo.
—Maldita sea —Draco se tiró del pelo y volvió a lo mismo que hacía en su casa, caminar de un lado a otro de la sala —hace más de dos horas envió su nutria para decirme que pasaría por Giovani´s a comprar la cena y después vendría. No sé dónde coño está Giovani´s pero ha tardado demasiado —miró el reloj —de hecho ya pasaron las tres horas.
Ron y Harry cruzaron miradas.
—Dejad que hable con Morgan e iremos a Giovani´s.
—¿Sabes dónde está?
—Sí, es un restaurante muggle italiano al que Hermione iba con sus padres de pequeña, le gusta mucho.
Draco recordó que había leído algo de eso en el pergamino que ella le dejó leer sobre sus recuerdos y asintió.
—Dadme cinco minutos.
Harry se fue a la carrera cruzándose con Luna que entraba en ese instante.
—¿Qué ocurre Ginny? Me has dado un buen susto.
—Al parecer Hermione ha desaparecido — respondió la mujer acercándose a su amiga para abrazarla —quizás sea un mal entendido.
—Ella es amiga de los dueños de Giovani´s —apuntó Ron que parecía más tranquilo tras esa información —tal vez se quedó hablando con ellos, creo que uno era un señor mayor y el hijo le hacía ojitos a Hermione —miró a Draco asintiendo con una cara que decía a las claras si te confias te la van a quitar delante de las narices —igual simplemente se ha entretenido.
Draco no respondió. Se quedó mirando el hueco vacío de la chimenea que antes crepitaba con las llamas verdes. Ella no se habría quedado en ningún sitio, Hermione había ido a por cena porque estaba contenta, seguramente la reunión con ese muggle había ido bien y querría compartir con él toda la información. Seguramente estaba deseosa de hurgarle en el cerebro para quitarle lo que fuera que Clearwater le había dejado allí. Era imposible que nadie la hubiera retrasado.
Potter bajó, dio un beso a Ginny y fue hasta la chimenea.
— He hablado por flú con Morgan, él no sabe nada de Hermione desde el interrogatorio de Astoria. Iremos a Giovani´s y después vendremos aquí. Luna, manda un mensaje a las serpientes, que estén preparadas para venir aquí —su mirada estaba oscurecida de preocupación —creo que Malfoy tiene razón, ella lleva mucho tiempo siendo un objetivo del BR.
—¿Y por qué coño no estaba escondida como Lovegood, Zabini, Pansy y Nott? ¿Por qué ella no se ha escondido en ningún momento?
—Porque es Hermione —dijo Ron como si aquello lo aclarase todo —sería como intentar encerrar… no sé.
—Un tornado —intervino Harry
—Yo iba a decir más bien un colacuerno —masculló el pelirrojo llevándose un pescozón de parte de su hermana —lo que quiero decir es que Hermione no se esconde.
—Pues debería —siseó Draco mirándoles a todos —sobre todo en su estado
Todos ellos le miraron y él pudo ver en sus rostros sorpresa y asombro.
—Te recuerdo, Malfoy —espetó la pelirroja que no era conocida por su delicadeza ni su candidez —que estaba contigo cuando se marchó, donde quiera que fuese y no veo que tú se lo impidieras… a la vista está.
Draco gruñó y el pelirrojo le cogió del antebrazo para tirar de él hacia la puerta.
—Vamos Harry, será mejor que nos demos prisa.
Salieron de la casa, se aparecieron lo más cerca posible del restaurante muggle y, una vez allí, Harry, que los conocía de algunas veces en las que había estado allí con su amiga, entró para ver si conseguía algo de información.
—Se fue hace aproximadamente dos horas y cuarto.
Estaban en la puerta y Draco miró a su alrededor, pensando.
—Salió de aquí. Buscaría un lugar en el que aparecerse para llegar pronto a casa —dijo caminando y hablando en voz alta pese a que no esperaba una respuesta.
—Tuvo que ir hacia allí —dijo Harry señalando la calle menos transitada —hay un par de callejones donde los restaurantes y locales de la zona dejan los cubos de basura. Sería un buen lugar.
—Un buen lugar para un jodido atraco —bufó Draco viendo lo tétrica que parecía la callejuela.
—Mira eso —Ron se acercó a la primera bocacalle y cogió un zapato que había tirado cerca de un contenedor.
—Es de Granger —susurró Draco quitándole la prenda de ropa al pelirrojo.
—Homenum revelio —dijo Harry apuntando con la varita al callejón —ya no está aquí —estiró la mano para que Draco y Ron la tomaran —vamos a mi casa.
Cuando los otros dos hombres sujetaron su brazo, los apareció.
Llegaron al hall del número doce de Grinmauld Place y lo primero que les recibió fue una algarabía general.
Ginny y Luna salían de la cocina levitando tras ellas té, café, bizcocho y magdalenas mientras Theo servía un par de whiskys en dos copas. Pansy hablaba con Morgan, discutiendo la mejor forma de encontrar a Hermione y parecía muy afectada por la desaparición de la castaña. Harry supuso que, tras su propia experiencia, le estaba costando mucho aceptar que una buena amiga, por reciente que fuera esa amistad, pudiera estar en el mismo peligro en el que ella había estado.
—El tiempo es fundamental. Tenéis que encontrarla ya ¿Qué haces aquí? Tú eres una auror o un Inefable o al menos —dijo señalándole de la cabeza a los pies —eres una mole peligrosa que da miedo, con esa mirada furibunda y esa mueca de malote que tienes siempre en la cara ¿Por qué no vas a amenazar a alguien a ver si te dice algo?
—Necesitamos tener un plan, Parkinson, no puedo ir a aporrear las puertas de todo el jodido mundo mágico hasta dar con ella.
La mujer resopló y se sentó al lado de Blaise murmurando algo que sonaba sospechosamente a matón cavernícola bueno para nada.
Zabini, que vio la forma en la que Atwater miró a su novia, le pasó un brazo por los hombros para que se recostara sobre él y le hizo un gesto al Inefable que decía a las claras que era una mujer histérica y que era mejor dejarla en paz. El hombre puso los ojos en blanco y, al ver a Harry se dirigió hacia él.
—¿Y bien?
—Estuvo allí —señaló a Draco que aún tenía el zapato de Hermione en la mano —encontramos el zapato en un callejón a menos de quinientos metros del restaurante. Ni rastro de ella.
—Maldita sea —Morgan se pasó la mano por el cabello en un gesto que denotaba su frustración —Londres es demasiado grande, ni siquiera tenemos una maldita pista sobre dónde buscar o a quien.
—Eso no es del todo cierto —dijo Draco que seguía aferrando aquel zapato como si de ese modo pudiera estar más cerca de Hermione —el retrato que pintó mi madre.
—Sí —Harry le miró —¿Cómo he podido olvidarlo?
—Mandé una copia al centro de Adalid y solicité al auror que está a cargo de su vigilancia que le hiciera una serie de preguntas —frunció el ceño —debía haber tenido respuesta hoy, pero no he podido revisar mis correos —se dirigió a Harry —voy a ir al Ministerio a echar un vistazo.
—Bien —cuando Morgan se fue Harry se giró hacia Draco —yo tenía mañana autorizada una visita a Azkaban para hablar con algunos de los presos y mostrarles el retrato, esperaba tener algún reconocimiento. Iré a primera hora.
Draco asintió y salió del salón sin mirar atrás.
—La quiere —dijo Luna a Theo sentándose a su lado y tomándole de la mano para reconfortarlo—aunque creo que ni él mismo se ha dado cuenta aún de eso. La encontraremos, Theodore.
—Ojalá tengas razón, Luna —susurró Nott sin apartar la mano.
El contacto de la bruja era relajante y parecía tranquilizarle así que simplemente disfrutó de él.
—Es frustrante no poder ayudar, no poder hacer nada más que estar aquí, esperando.
—Cuando sepamos donde se encuentra iremos a por ella.
El hombre sonrió.
—¿Todo nosotros?
—Todos —respondió ella con aquella candidez tan característica —como en los viejos tiempos ¿Verdad Ronald?
Ron se dejó caer al lado de la rubia y cogió una magdalena.
—La vieja Orden del Fénix lista para volar —murmuró dando un mordisco al dulce.
—¡Coge un plato o una servilleta, Ronald Weasley! —chilló su hermana desde el otro lado —¡Estás manchando mi alfombra!
—Eref una hifterica —masculló cogiendo una servilleta para ponerla debajo del bollo —No fe como Harry te foporta —tragó —en serio.
—La pelirroja es una cosita pequeña con mucho carácter pero estoy seguro de por qué la soporta Potter ¿Eh Harry? —dijo Blaise con su peculiar sentido del humor —Auch —gimió cuando Pansy le clavó el codo en el costado.
Harry rió entre dientes aunque la risa no llegó a sus ojos, estaba demasiado preocupado por la situación. Se sentó al lado de Ginny con un suspiro y en seguida ella se arrimó a él, apoyando la mejilla en su hombro y tomándole de la mano.
—La encontraremos —susurró repitiendo sin saberlo las palabras de Luna.
—¿Y si probamos de nuevo con el desiluminador? —preguntó Ron alzando las cejas esperanzado.
—Podríamos probar pero —miró hacia la puerta por la que había salido Malfoy —las cosas han cambiado entre ellos, me temo.
—Quizás podrías preguntarle… y probar si funciona —dijo Ginny.
Harry no respondió y el salón se quedó en silencio, cada uno de ellos perdido en sus propios miedos, en sus propias preocupaciones.
Draco, por su parte, había vagado por la antigua casa de los Black como si fuera la suya hasta entrar en una habitación medio en penumbras aún con el zapato de Hermione entre las manos.
Encendió las velas de la estancia y miró a su alrededor sin saber muy bien qué era aquello o en qué parte de la casa estaba. Tampoco le importaba realmente.
Caminó, tocando los muebles con las yemas de los dedos, intentando expulsar de su mente las imágenes que intentaban abrirse paso una y otra vez.
Granger llorando, gritando, sangrando… como en sus pesadillas. De nuevo tirada en el suelo, siendo torturada, cortada, agredida mientras gritaba, una y otra y otra vez. ¿Habría alguien allí escuchando sus lamentos? ¿Estaría sola? ¿Tendría frío? —miró de nuevo el zapato —estaba descalza así que supuso que sí lo tendría.
Siguió caminando y se paró al ver la pared.
El famoso árbol genealógico de los Black. Así que era real y estaba en la casa de Potter, extendiéndose por la sala con los rostros y los nombres de todos los que fueron, de todos los que eran y, con sorpresa, vio que también de todos los que serían.
Allí, bajo el nombre de su madre, una de las ramas se dividía para darle sitio a él: Draco y, bajo su propio espacio, un pequeño brote parecía querer extenderse, modesto y tímido, aún poco más que el atisbo de lo que sería.
El bebé.
Como en trance estiró la mano para rozar su propia rama y suspiró.
Puede que no supiera cómo quería enfrentar la paternidad o incluso los sentimientos que Granger despertaba en él, pero ese miedo por ella, por ambos, esa necesidad visceral de saberlos sanos y a salvo, estaba comiéndole vivo.
De pronto un repentino dolor en la sien le hizo cerrar los ojos y llevarse la mano a la frente ahogando un gemido.
Tenía a Hermione entre sus brazos y estaba agachado para poder apoyar la frente sobre la suya.
—Me gusta cuando leo cosas como esa, donde dicen que tenemos una relación, donde hablan de que estamos juntos. Me gusta oírlo y me gusta pensar que es cierto
Vio como ella contenía la respiración, su corazón se saltó un latido y comenzó a golpear contra su pecho salvajemente. Podía escuchar agudos pitidos en sus oídos y el calor de su rostro y orejas era tal que sintió que podría entrar en combustión espontánea de un momento a otro. Estaba nervioso, le sudaban las manos y no recordaba haberse puesto así antes por una mujer.
—¿Y a ti, Hermione? —preguntó apartando su rostros del de ella para poder buscar sus ojos.
Sintiendo que aquellos orbes cálidos del color de un whisky añejo se derretían ante él. Con miedo, tanto como el que había tenido delante del Lord Tenebroso siendo apenas un niño, dejó caer los muros para que ella le viera.
A él. A sus pesadillas, sus miedos, sus pecados. Dejó al descubierto su pasado, sus errores y caídas. Él estaba allí, mostrándose completamente, como un hombre roto, herido, recompuesto con las piezas sobrantes que recuperó tras la guerra.
Se dio a ella sin ocultar nada, esperando aceptación.
Y ella se la dio.
—A mi también —susurró sin dejar de mirarle—me gustaría que fuera rea.
Entonces él sonrió. Una sonrisa de verdad, sincera y real.
—¿Hacemos que sea real entonces? —preguntó con los labios apenas a un milímetro de los suyos — depende solo de nosotros.
—Sí —respondió ella un segundo antes de que la boca de él se cerniera sobre la suya.
Enredó los dedos en aquel cabello castaño alborotado, abarcando su nuca con la mano y le echó la cabeza hacia atrás para besar suavemente a lo largo de su garganta. Besos tiernos, casi efímeros, con algún pequeño y ocasional mordisco.
Rozó sus dientes a lo largo de la curva de su cuello hasta que ella se estremeció y tembló entre sus brazos.
La miró
—Es real —dijo bajando la cabeza para lamer la parte superior de su hombro —quiero tenerte sabiendo que eres solo mía.
Hermione se retorció bajo el agarre y le aferró de la camisa.
— Y tú mío —replicó ella sin esconder su propia posesividad.
Le sintió sonreír cuando besó el inicio de su pecho.
—Lo soy.
Se dejó caer al suelo cuando las rodillas parecieron flaquearle bajo el peso de los recuerdos que tras ese empezaron a caer sobre él, aplastándole casi fisicamente. La piel le ardía, la cabeza palpitaba tan fuerte que sentía que su cerebro se haría puré. Apretó los dientes intentando contener un grito de dolor.
—¿En qué piensas? —la preguntó besando su frente sin dejar de dibujar círculos en su espalda.
—En que quiero ir mañana a comer a Giovani´s ¿Qué te parece? Hace mucho que no vamos.
—Tal vez porque somos un objetivo de un grupo de pirados que nos quiere descuartizar —dijo él con brutalidad. Además ahora si que no voy a ir para ver como ese tal Nicola te come con los ojos, antes no podía hacer nada, ahora igual acaba con la varita metida por el…
Ella resopló y cortó su diatriba.
—Eres un bestia —dijo sonriendo —En realidad pensaba en lo mucho que hemos cambiado, en lo feliz que estoy —le besó el pecho y sintió su risa.
—Si pudiera hablar con mi yo de dieciséis años le diría que, en lugar de buscarte por los pasillos para insultarte, debería buscarte para meterse debajo de tus bragas.
—¡Draco! —le golpeó el brazo aunque él siguió riendo.
—Habríamos ganado tiempo —volvió a darle un beso, en aquella ocasión en la coronilla —aunque posiblemente te hubiera decepcionado.
Hermione se incorporó y buscó sus labios para darle un beso.
—Creo que estamos aquí porque fuimos esos chicos —sonrió y se subió sobre él, acoplando la cabeza bajo su barbilla —volvería a vivir todo de nuevo si me trajera a este momento.
Él se quedó petrificado durante un instante, pero unos segundos después la rodeó con sus brazos y la apretó contra su pecho.
—Yo quizás podría ahorrarme un par de cosas que no querría volver a vivir, pero me gusta este momento, Granger. Me gusta mucho.
Y allí, en el número doce de Grinmauld Place, arrodillado delante del árbol que contenía a todos y cada uno de sus ancestros Black, aferrado al zapato perdido de una impura que llevaba en su seno al futuro heredero de los Malfoy, Draco lloró.
Y con cada sollozo uno de sus recuerdos parecía liberarse, rompiendo, lo que quedaba de su alma fracturada, en cientos de pedazos que se clavaban en su conciencia.
Apoyó las manos en el suelo, hundiendo la cabeza entre los hombros y dejó que las lágrimas fluyeran sin control ni medida.
Así lo encontró Harry, del mismo modo que le había encontrado aquella noche de sexto curso en un baño perdido de Hogwarts, destrozado, perdido, solo.
Pero en aquella ocasión no eran esos niños, en ese momento ambos habían cambiado, crecido, vivido, sufrido pérdidas y aprendido.
Harry se acercó a Draco, le puso la mano en el hombro apretando con comprensión y se agachó a su lado.
—Vamos a encontrarla.
El rubio ni siquiera se inmutó al sentir a Potter a su lado. Era consciente de que en otro momento, en otras circunstancias, seguramente le habría apartado y se habría sentido avergonzado y violento, pero en ese instante ni siquiera era importante su orgullo o su ego.
¿Cómo podría volver a mirar a ninguno de ellos a los ojos después de lo que había hecho?
Santo Merlín.
Ahogó un nuevo sollozo cuando los recuerdos de las últimas semanas pasaron uno a uno tras sus párpados, los ojos tristes de Hermione y sus sonrisas melancólicas se solapaban con el brillo de su mirada mientras buscaban un árbol en Navidad y sus sonrisas mientras abrían los regalos. Recordó los paseos tomados de la mano, la forma en la que ella le abrazaba la cintura o cómo se tumbaba sobre él mientras veían películas en ese enorme trasto muggle que se empeñó en llevar al Lugar Seguro. Y se vio con Astoria, abrazándola, besándola, pasando con ella los días mientras Hermione les miraba en la distancia.
¿Qué había hecho?
Se había jurado que no iba a volver a hacerla daño. Mientras mantenían esa tórrida relación a la que ninguno ponía nombre, él quiso ser sincero en todo momento porque nunca podría dañar de nuevo a la única persona que había ahuyentado sus pesadillas y le había dado una oportunidad de redención.
Pero lo había hecho, incluso le había dicho que no sabía si quería a ese bebé, a su bebé. Mientras ella le decía todo aquello sobre no pedirle nada, mientras le contaba cuándo y cómo se había enterado de la existencia de esa parte de ambos, él no había dicho nada. Y cuando se fue, la abrazó y le dio un beso en la sien, diciéndole que tenía mucho en lo que pensar.
Salazar ¿Y sí los perdía ahora que los había recuperado?
Sollozó de nuevo hundiendo la cara entre las manos al lado de Potter que había lanzado un hechizo silenciador a la estancia y simplemente permanecía a su lado, en silencio, dejando que sacara todo.
—La recuerdo —dijo Draco al cabo de un rato con la voz rota —Lo recuerdo todo.
