Hola!
Paso muy muy rapidito porque estoy últimamente un poco liada, pero os dejo un trocito más de historia, espero que la sigáis disfrutando, os leo todos los comentarios ^^
Reuniones y decisiones
—¿Hermione?
Draco estaba pegado a la puerta del baño, puerta que Granger había bloqueado para no dejarle pasar y se tensaba cada vez que escuchaba un sonido al otro lado de la madera.
Hermione se había despertado esa mañana y había salido de la cama como alma que lleva el diablo, con las manos en la boca y el rostro macilento. Pese a la rapidez de su huída no había olvidado la maldita varita y cuando Draco fue tras ella, tan rápido como fue capaz de desenredarse de la colcha, la bruja había hechizado la puerta y se había encerrado sola, dejándole al otro lado de la barrera, angustiado, nervioso y de muy mal humor.
—Déjame pasar —gruñó golpeando de nuevo e intentando abrir la puerta con un par de hechizos más —Granger sabes que soy más que capaz de tirar la puta puerta abajo así que abre.
Al otro lado únicamente se escuchaba el lamento de la mujer y sus sonidos de angustia. Cada vez que oía una arcada, se tensaba y la sufría con ella, casi como si fuera él quien se sentía indispuesto.
—Maldita sea
Apoyó la punta de la varita en el picaporte y, con una pequeña explosión controlada reventó el pomo y entró al cuarto de baño con pasos rápidos.
—¡No! —se lamentó ella, sentada en el suelo aferrándose a la taza del baño.
Tenía el rostro pálido y pequeñas gotitas de sudor se adivinaban en su frente, el pelo se pegaba a sus mejillas y se veía tan mal como parecía encontrarse.
Draco sonrió, se agachó a su lado y, con una ternura que nunca pensó que tendría, le retiró los rizos de la piel y le acarició la espalda, sujetando su cabello.
—¿Qué haces? —preguntó ella frunciendo el ceño, luchando contra una nueva nausea.
—Cuidar de ti —murmuró Draco con incomodidad.
Puede que realmente quisiera cuidarla, que por algún motivo en el que no quería indagar, aquella repentina paternidad unida a los sentimientos incomprensibles que ella despertaba en él, hubieran despertado en Draco una aberrante y desconocida faceta indigna de un Malfoy, pero aunque lo aceptaba, no se sentía cómodo manejando aquellos nuevos sentimientos.
Durante los siguientes minutos permanecieron en silencio, ella luchando contra el malestar de su estómago, él manteniéndola en calma, acariciándola y arrullándola mientras sujetaba su pelo y se mantenía a su lado.
—¿Esto es normal? —preguntó preocupado al cabo de un rato.
—Sí —dijo ella que finalmente pudo levantarse y estaba terminando de lavarse los dientes —aunque ahora apenas me pasa. Antes era a diario.
Draco puso cara de horror ante aquella información. ¿A diario? ¿Qué clase de infierno era eso? Miró su estómago y después su rostro y sacudió la cabeza. Nunca se habría imaginado que un embarazo pudiera ser así y ni siquiera se notaba ¿Qué iba a ocurrir durante los siguientes meses?
Se frotó la nuca repentinamente asustado ante la idea. Nunca se había preocupado de cómo sería ser padre. Para él simplemente había sido siempre un hecho, que llegaría un día en el que debería perpetuar su apellido, por lo tanto tendría un hijo. Pero ese había sido todo el pensamiento al respecto, no se preguntó cómo sería ni nada más allá de la concepción y la finalidad.
De pronto un sentimiento de ansiedad y necesidad le embargó.
—Tengo que enviar una carta —dijo en un murmullo ronco saliendo del cuarto de baño.
Hermione frunció el ceño ante el cambio de humor del rubio pero salió tras él rumbo a la cocina para hacer unas tostadas y preparar un té.
—¿Quieres desayunar? —preguntó al pasar a su lado.
—Mmm —dijo él, completamente distraído.
—Me lo tomaré como un sí —farfulló Hermione poniendo la cafetera y calentando agua para su té mientras ponía un poco de pan en la tostadora muggle que había llevado de su casa —tenemos que ir a Grinmauld por la mañana. Morgan quiere vernos y por lo que nos dijo Harry ayer es importante.
—Ahá —respondió Draco que seguía escribiendo sin prestarle atención.
Hermione solamente suspiró y tarareó mientras terminaba de preparar los platos con las tostadas y sacaba las tazas para ponerlas en la encimara sobre la que solían desayunar. Cogió unas servilletas, las cucharas, un poco de mermelada y mantequilla y se sentó en uno de los taburetes sirviéndose un té.
—Se enfriará —dijo mirando a Draco que la miraba abstraído pese a que ya había dejado de escribir.
—¿Cómo? —preguntó, confundido.
—El desayuno, se enfriará —repitió ella con paciencia.
—Claro, sí, el desayuno.
Draco se sentó en el taburete de al lado y tomó su café, dándole un sorbo antes de untar un poco de mantequilla en una de sus tostadas y morderla.
—¿Qué hacías? —preguntó Hermione.
—Mandar una carta, me he dado cuenta de que necesito algunos libros.
—¿Cuáles? —ella le miró con curiosidad, no pensó que existiera algún libro que no hubiera en la biblioteca de Malfoy Manor.
—Libros sobre el embarazo —murmuró él algo incómodo — quiero saber qué es lo que ocurre ahí dentro —señaló su tripa y carraspeó — son muchos meses y Merlín sabe que si lo de hoy es un indicativo de lo que me espera… en fin, quiero estar preparado.
Hermione quiso sonreír al ver el tenue rubor que cubrió sus pálidas mejillas, pero se mordió los labios para no hacerlo porque conocía lo bastante a Draco Malfoy como para saber que no se tomaría bien que ella bromeara en uno de sus raros momentos de vulnerabilidad.
Además la forma en la que farfullaba, nervioso y dispuesto a enfrentar el embarazo como si fueran las prubas del Torneo de los Tres Magos, le parecía tan tierna que no pudo hacer más que callarse lo que realmente pensaba.
—¿De lo que te espera a ti? —dijo alzando una ceja.
—No —él frunció el ceño mirándola con rencor —a ti, pero eso, en cierto modo, me afecta a mi también ¿No?
Ella sonrió.
—Sí, está bien, te entendí. Puedo prestarte los libros que tengo yo si quieres—dijo finalmente—hay algunos muggles y otros que me recomendó Katie, tal vez te parezcan interesantes.
—¿Dónde están? —preguntó con repentino interés.
—En el baúl del dormitorio.
—Bien. Cogeré los muggles, ya he pedido el resto a Flourish & Blotts —dijo sin más, atacando con renovado interés su tostada — ¿A qué hora iremos a casa de Potter?
—En cuanto estemos listos —miró el reloj —aproximadamente tenemos una hora.
—Suficiente
Draco apuró su café, invocó su varita que estaba sobre el escritorio y la agitó para que las cosas se fueran recogiendo mientras él se levantaba, daba un distraído beso en la cabeza de la castaña y se iba hacia la habitación.
Hermione se permitió una sonrisa al verle caminar y suspiró. Si simplemente pudieran terminar con todo aquello del BR su felicidad sería completa.
Cuando llegaron a Grinmauld Place eran casi las doce del medio día y Morgan ya estaba allí, paseando por el despacho de Harry con impaciencia.
—Por fin —gruñó al verlos llegar.
— Ya te digo —dijo Harry tras el escritorio soltando la pluma que tenía en la mano y revolviéndose el pelo —si Morgan continúa haciendo un agujero en el suelo de mi despacho durante cinco minutos más tal vez cometa un delito —masculló dejándose caer contra el respaldo del asiento.
—¿Qué pasa? —preguntó Hermione mientras Draco cerraba la puerta tras ellos.
—Que no pasa —murmuró Morgan que seguía paseándose por la estancia de un lado a otro —Potter y yo regresamos a Privet Drive ayer.
—Lo sabemos —replicó la castaña sentándose al lado de Draco en el sillón frente a la chimenea —nos lo dijo Harry, atrapasteis a Dennis.
—Sí —el moreno se había levantado de su sitio tras el escritorio y tomó asiento frente a Malfoy y Hermione —pero no fue lo único que ocurrió.
—¿Ser críptico y misterioso forma parte de la puesta en escena? —gruñó Draco que se estaba cansando de las tonterías.
—No puedes evitar ser un imbécil ¿No Malfoy? —replicó Morgan dejando de pasear para quedarse quieto frente a los otros tres.
—Es parte de mi encantadora personalidad —respondió el rubio con un elegante encogimiento de hombros —así como ser un bruto descerebrado es parte de la tuya.
Morgan puso los ojos en blanco y le ignoró, sonriendo cuando vio a Hermione dar un codazo a su pareja.
—¿Qué ocurrió? —preguntó la mujer.
—Cuando te rescatamos —empezó diciendo Harry —nos dijiste que la bruja que te había atrapado junto a Dennis cerca de Giovani´s era la misma mujer que dibujó Narcisa Malfoy.
—Lo era —respondió Hermione.
—Pero no era la misma que yo vi en Privet Drive aquella noche. La mujer que se apareció con Dennis no tenía el mismo rostro que el retrato de la señora Malfoy, era diametralmente opuesta.
—Por eso me pediste que investigara sobre la posibilidad de que los squib y los muggles tomaran poción mutlijugos.
—Sí —en aquella ocasión fue Morgan quien habló —Maggie Rymer es una squib por lo que supusimos que existía la posibilidad de que estuviera tomando poción multijugos para adoptar la apariencia de otra mujer.
—¿Y lo está haciendo? —preguntó Draco.
—A simple vista parecería que sí —respondió Morgan pasándose las manos por el rostro en un gesto de frustración y cansancio que les sorprendió a todos dado que Morgan solía mantener sus sentimientos, fueras cuales fuesen, en un segundo plano —pero yo creo que no se ha convertido en nadie. Es más, creería más posible que esta… mujer, fuera quien está convirtiéndose en Maggie —suspiró —pero no lo sé y eso es lo que me está volviendo loco —siseó en un murmullo casi ininteligible.
Se levantó con brusquedad y volvió a pasear de un lado a otro mientras los otros tres le observaban sin saber muy bien qué hacer o qué decir. Finalmente Hermione se puso en pie y se acercó a él, de la misma forma que un domador de dragones se acercaría a un Hocicorto sueco.
—Granger —susurró Draco intentando sujetarla.
Ella le miró y negó con la cabeza con cara de pocos amigos, Harry rió entre dientes y Draco le bufó aunque lo que en realidad le habría gustado hubiese sido lanzarle un calvario, por idiota.
—Morgan —dijo la mujer tocando el antebrazo del hombre que se quedó mortalmente quieto al sentir los pequeños dedos de la castaña sobre su cuerpo —por favor.
Él apretó las mandíbulas y su enorme cuerpo se tensó antes de que sus ojos oscuros y turbulentos buscaran los de ella.
—¿Qué te ocurre? —le preguntó en un cariñoso y preocupado susurro.
Morgan deslizó la mirada por ese rostro de tez tostada cuya perfección se perdía por el puñado de pecas que reposaban en su nariz y mejillas, como si un hada traviesa hubiera arrojado su polvo sobre ella para dar alegría a su belleza. Los pómulos de Hermione estaban ligeramente sonrojados y se mordía el labio con obvio desasosiego, angustiada por él.
Suspiró.
Sí, tal y cómo le había dicho a su tía el día anterior él podría haber vuelto a enamorarse de nuevo de alguien como Hermione, pero sus tiempos estaban lejos de haberse acompasado, él no estaba preparado y ella había encontrado a Draco.
Pero esa pequeña, inteligente y valiente bruja se había metido bajo su piel y se había ganado su corazón. Puede que no la amase del modo en que había amado a Tabitha, puede que no se hubiese enamorado de ella como Malfoy había hecho, pero la quería, posiblemente de la forma en la que lo hacían Harry o Ron.
Dejó que el agarre de la mujer destensara sus músculos y cerró los ojos con pesar.
— Creo que ella está viva —dijo en un ronco murmullo.
—¿Ella? —Hermione se aferró más a él y abrió los ojos desmesuradamente
—Mi prometida.
—¿Tabitha Wright? —Hermione se llevó la otra mano a la boca y sacudió la cabeza —Oh Dios mío ¿Ella fue la mujer que viste, Harry? —preguntó a su amigo sin dejar de mirar a Morgan.
—Eso parece —respondió él.
—También la vi yo —replicó Morgan.
—El rastro mágico de Creevey nos llevó a una casa muggle en Epsom — comenzó a decir Harry —debía ser un lugar de paso en el que esconderse porque no tenía protecciones de ningún tipo y no parecía ser una casa franca.
—Fue fácil entrar y atrapar a Creevey, pero no estaba solo. Cuándo vi a la mujer ella estaba saliendo por la ventana al modo muggle, fui tras ella y cuando me miró… yo… era Tabitha, estoy seguro de que era ella, vi el reconocimiento en sus ojos pero me paralicé —se golpeó la palma de la mano con el puño —todo mi jodido mundo se me vino encima.
—¿Por qué? —preguntó Draco quién posiblemente era el único que no sabía nada sobre la vida de Morgan.
—Porque Tabitha Wright está muerta —respondió Morgan con frialdad, exponiendo lo que hasta el día anterior había sido una realidad —era mi novia en Hogwarts, mi prometida después —se pasó la mano por el pelo —cuando me mandaron a Estados Unidos a por Chadburn ella trabajaba en el Ministerio.
—Fue cuando Voldemort comenzó a atacar desde dentro —dijo Harry —poco a poco sus secuaces fueron integrándose en el Ministerio, atacándolo desde dentro.
—Ella cayó en el fuego cruzado. Hija de muggles… no tuvo muchas posibilidades. Lo último que supe fue que la habían lanzado a través del velo en la Cámara de la Muerte —continuó Morgan —cuando regresé a Londres enterré su varita, fue lo único que me dieron de ella.
—Joder —susurró Draco sintiendo una repentina lástima por ese Inefable que siempre le había parecido un capullo —¿Y crees que está viva?
—Sí. Pero no entiendo qué es lo que está ocurriendo, necesito respuestas. ¿Por qué no se apareció? ¿Por qué usó la ventana al estilo muggle? Ella era una bruja excepcional, muy hábil en todas las materias, sobre todo en Transformación. La Tabi que yo conocí no habría saltado por una ventana, posiblemente habría transfigurado un simple pañuelo en una escalera o un cojín en una escoba.
—¿Es posible que la primera idea de la poción multijugos sea correcta? —preguntó Hermione tratando de no perder el optimismo.
—Ojalá —replicó él —pero creo que no… sé que no —rectificó mirándola de nuevo con ojos atormentados — estoy seguro de que era ella.
—¿Habéis hablado de nuevo con Creevey? —Draco pasó un brazo sobre los hombros de Hermione en cuanto ella se sentó de nuevo a su lado.
—No, lo haré mañana —dijo Harry —he recibido el permiso unos cinco minutos antes de que llegarais.
—Con eso se despejarán algunas incógnitas —murmuró Hermione —¿Cuál es el siguiente paso?
—Iré a Registros, por enésima vez en los últimos años, a ver si encuentro algo más sobre la muerte de Tabi
—¿Has probado a buscar a los compañeros que tuvo en esos años? —dijo Draco —¿Quién trabajaba con ella en el Ministerio? ¿Qué compañías frecuentaba? Los registros están bien —continuó hablando odiando casi por primera vez en su vida ser el centro de atención —quiero decir —puso el dedo índice sobre el labio de Hermione y apretó la yema para impedir que hablara —no, escúchame, quieres ser optimista y es genial, en serio, muy Gryffindor y todo eso, pero ¿Y si nos ponemos del otro lado? Y si Atwater tiene razón y es ella la que está detrás de todo esto ¿No sería lógico pensar que ella llegó a ese mundo de la Revolución de la Sangre o de las ideologías revolucionarias gracias a alguien? Una amistad, un conocido, un compañero de trabajo…
—Tiene un punto —dijo Morgan mirando a Malfoy con algo distinto a su usual irritación —creo que buscaré en los registros los nombres de los compañeros y podré cruzar los datos con el censo actual, a ver si siguen en Inglaterra y en activo.
—¿Qué hay de amigos? ¿Familiares? —preguntó Hermione.
—Buscaré toda la información posible y hablaré con ellos.
—Yo interrogaré a Creevey —replicó Harry.
—¿Y qué hay del alias de Maggie Rymer? —intervino Draco.
—No es un alias —respondió Morgan —realmente es su nombre.
—¿Has visto el registro? —preguntó de nuevo el rubio.
—No, pero el documento que vi…
—No Atwater —le cortó Draco con impaciencia —tienes que ver el registro ¿Qué nombre tenía antes de ser Maggie Rymer? Tiene que haber quedado registrado en el certificado y el Ministerio tiene una copia siempre.
— Y si no está o ha desaparecido, convenientemente —añadió Hermione —siempre podemos ir al Registro muggle, no creo que nadie haya entrado a falsificar nada allí o a robar.
—¿En el registro muggle? —Draco la miró con cara de desagrado.
—Ese mismo, Draco —respondió la mujer con cara de pocos amigos —además creo que iremos tú y yo hasta allí.
—Preferiría que no —replicó él.
—Draco no es tan malo, te he dicho muchas veces que el mundo muggle no….
—No es eso —respondió —ahora no es el momento de ir a ningún sitio, creo que después de lo que ocurrió y sabiendo que aún sigues siendo un objetivo, estarás mejor en casa.
Harry se dio un golpe en la frente con la palma de la mano.
A veces no entendía porque Malfoy, el Malfoy que habían conocido tras la guerra y que estaba lejos de aquel matón de Hogwarts, era capaz de ser la persona más diplomática del mundo para después convertirse en el déspota arrogante que habían conocido a los once años.
Vio como su amiga adquiría esa tonalidad sonrosada que solía tener cuando Ronald la cabreaba de verdad y como sus ojos refulgían brillando de mala leche apenas contenida.
—¿Crees que me voy a quedar encerrada en casa, Draco?
—Sí —dijo él cruzándose de brazos.
Harry puso los ojos en blanco pensando de nuevo en las pocas luces que tenía a veces el rubio.
—Luché una guerra y la ganamos —siseó la bruja.
—Lo sé —respondió Draco sin inmutarse.
—Me pasé meses con Harry buscando horrocruxes defendiéndome a mí misma, protegiéndonos como pudimos y salimos vivos.
—Lo sé —repitió él.
—Tenía solo dieciocho años ¿No crees que si hice eso siendo apenas una cría podré cuidarme ahora?
—No —zanjó Draco.
—¿Perdón? —Hermione entrecerró los ojos.
—Sí, te perdono —Harry puso los ojos en blanco al escuchar a Malfoy —Hermione —la voz autocrática y estirada del rubio había pasado a ser seria y tranquila —estás embarazada —sus ojos grises habían buscado los de ella y la miraban sin pestañear, límpidos y calmados —no quiero que te pongas en peligro —ella fue a hablar y la interrumpió —que os pongais en peligro. No quiero perderos.
Harry la vio tragar saliva y sonrió a escondidas, ese hurón cabrón e inteligente, se dijo sacudiendo la cabeza, al parecer Malfoy había aprendido a tratar con Hermione en todos aquellos meses que habían estado juntos mejor de lo que él había imaginado.
—Puedes ayudar desde la Mansión. Potter y Atwater pueden enviarte los registros y puedes realizar cualquier labor de investigación. Podemos venir a Grinmuald Place, para vosotros será como recordar viejos tiempos ¿No, Potter? La sede de la Orden y todo eso —sonrió de lado y puso las manos en las mejillas de Hermione —sabes que tengo razón, la pequeña Weasley también está aquí y no creo que sea ninguna pusilánime, pero tiene una tarea más importante que la de salir a poner su pellejo en peligro, tiene que proteger al nuevo Potter ¿No crees que lo mejor que puedes hacer por la salud mental de todos nosotros es proteger a nuestro hijo?
Ella se quedó en silencio durante unos minutos en los que hasta Morgan quiso aplaudir la astucia de su compañero de casa. Solo una serpiente podría manejar de aquella forma a los demás, aludiendo a sus sentimientos de valentía y protección y dándoles la vuelta de ese modo tan ladino.
—Malfoy —replicó la mujer al cabo de un rato —nuestro hijo o nuestra hija.
Él resopló.
—Es un niño —dijo sin género de duda —es un Malfoy, no hay posibilidad de que sea una niña.
Ella se cruzó de brazos y se apartó con un bufido nada femenino.
—Oh pues ella será la primera Malfoy —rió entre dientes —entre las dos vamos a hacer que todos esos estirados con palos en el culo que tienes por ancestros se retuerzan en sus mausoleos pomposos.
Draco no pudo evitar sonreír.
—Vaya Granger —dijo bajito —¿También a ti el sombrero quiso llevarte a Slytherin? Porque ese es un sentimiento muy de serpiente.
—No me hagas reír —espetó ella con los ojos muy abiertos —¿En qué mundo el Sombrero Seleccionador mandaría a la casa de los ofidios a una hija de muggles? Sería como meter en la jaula de un león a una oveja recién nacida.
—En eso tiene razón— concordó Morgan.
—El sombrero dudó entre Gryffindor y Ravenclaw —explicó ella al más puro estilo MacGonagall.
—Supongo que al ver ese punto suicida que tú, Potter y Weasley tenéis , te mandó con los leones para que te sintieras como en casa.
—Yo no tengo ningún punto suicida —apostilló Harry subiéndose las gafas que se le estaban resbalando de la nariz.
—Ni yo —replicó Hermione, ofendida.
—Atwater¿Cómo llamarías tú a entrar en Gringotts a robar en la cámara de los Lestrange? ¿Cómo crees que podríamos llamar a ese espíritu que les hizo salir de allí a lomos de un Ironbelly ucraniano? Espera, tengo otra ¿Y a enfrentarse a un troll con once años? ¿O a un basilisco con doce?
—Espíritu suicida —dijo Morgan coincidiendo con el criterio de Draco —lo siento —dijo mirando a Hermione que le frunció el ceño con rencor —tiene razón, los Gryffindor siempre han tenido ese punto de valentía rayando en la enajenación.
Hermione y Harry resoplaron.
—Dejaremos esto aquí —finalmente Harry decidió dejar el tema y se puso de pie —te enviaremos toda la información que podamos, tanto Morgan como yo —dijo a Hermione —creo que Malfoy tiene razón ¿Sabes? —abrazó a su mejor amiga cuando ella se levantó —yo también preferiría que estuvieras en el Lugar Seguro.
Ella suspiró y le devolvió el abrazo.
—Sí, lo haré —se acarició distraídamente el estómago —yo tampoco quiero poner en riesgo a mi bebé.
—Iré a registros hoy mismo —añadió Morgan quien después de la conversación parecía algo más entero —te mandaré lo que encuentre. También voy a tratar de contactar con antiguos compañeros de Hogwarts.
Pensó que podría pedir ayuda a su tía en cuanto a los listados de los Hufflepuff de su generación, ella podría darle los nombres de todos los que habían estado tanto en el curso de Tabi como en el anterior y posterior.
—Perfecto —Draco tiró de la mano de Hermione para que saliera del despacho de Potter —nosotros nos iremos a casa, tengo varios libros que leer y ya no pintamos nada aquí.
Escuchó la voz de Lunática y de la pequeña comadreja por la escalera y aceleró el paso, pensando seriamente en cargarse al hombro a Hermione y salir de allí antes de que aquellas dos mujeres charlatanas les encontraran allí.
—Espera —dijo Hermione —quiero saludar a Luna y Ginny.
—Otro día —murmuró el rubio tirándose prácticamente de cabeza dentro de la chimenea.
—Pero Draco…
—Malfoy Manor —dijo con claridad tirando un puñado de polvos flú a sus pies.
En el momento en el que Ginny y Luna entraban al salón, las llamas verdes los devoraron sacándolos de Grinmauld Place.
—Oh por Merlín Draco —estaba diciendo Hermione cuando llegaron a la mansión —¿Cómo puedes ser tan despótico? A veces no sé cómo he podido enamorarme de ti, te juro que no lo entiendo.
Un sentimiento de furiosa posesividad se apretó en su pecho al escuchar esas palabras. No lograba acostumbrarse a que ella le amara y además no le importara decirlo y demostrarlo en todo momento.
Hermione era cálida, cariñosa y absolutamente sincera con sus sentimientos. Le decía miles de veces al día lo mucho que le quería, con sus ojos, con su cuerpo y con su voz.
Cada una de esas veces las tripas de Draco parecían retorcerse y su corazón daba un vuelco de lo que él creía era felicidad.
La miró, enfadada, gruñona y cansada.
Preciosa.
La cargó en sus brazos mientras ella gruñía y se retorcía, diciéndole de formas muy pintorescas lo molesta que estaba por su actitud.
—Te quiero, Granger —dijo de pronto, callándola con sus palabras justo antes de cortar la retahíla de quejas con sus labios.
Se aparecieron en el dormitorio de su Lugar Seguro sin dejar de besarse, ella pensando en que después, mucho después, retomaría aquel tema con Draco ya que no pensaba dejar que se saliera siempre con la suya como el niño mimado que siempre había sido y él pensando en… bueno, en realidad el cerebro de Draco hacía rato que había dejado de funcionar.
