Arañando el pasado
—Dímelo otra vez —exigió Hermione rompiendo el beso para mirarle en la penumbra de la habitación
Draco sonrió, con aquella sonrisa ladeada que era más una mueca inmisericorde.
—Oh, veamos Granger —susurró quitándole el jersey con manos expertas y desabrochando el sujetador de algodón que llevaba debajo —todo tiene un precio —miró sus pechos y se lamió los labios — ¿Estás dispuesta a pagarlo?
—Dímelo otra vez —repitió ella, jadeando levemente cuando Draco desabotonó sus vaqueros —sí, estoy dispuesta —susurró disfrutando de la forma en la que el cuerpo alto y grande del hombre tembló al escuchar su ronco murmullo —haré lo que quieras —dijo muy bajito, intentando parecer sumisa mientras metía las manos bajo el jersey de él para acariciar sus abdominales con las yemas de los dedos.
—Joder —siseó él sintiendo como los músculos de su estómago se ondulaban ante las caricias de la mujer —quieta —ordenó esperando en tensión que ella le obedeciera.
Merlín, esa mujer iba a matarle. Porque ella lo hizo, obedeció esa orden ronca y dejó de acariciarle, mirándole muy muy quieta.
—Desnúdate
Hermione se mordió el labio y negó con la cabeza con media sonrisa.
—¿No? —preguntó Draco con una ceja arqueada.
Ella agitó la cabeza de nuevo.
—No lo has dicho.
—Te amo —dijo mirándola a los ojos con el corazón en los suyos. Diciéndole todas esas palabras románticas y hermosas que no sabía decir con la mirada.
Ella se relajó y su sonrisa se hizo completa, la alegría refulgió en sus ojos del color del whisky añejo y se llevó las manos a los vaqueros, sin romper el contacto visual en ningún momento.
Draco tragó saliva y no pudo evitar mirarla.
Sus pechos llenos estaban expuestos, desnudos y gloriosos, con los pezones enhiestos y apretados.
—Date la vuelta —susurró con voz gutural —te quiero de espaldas.
Ella lo hizo, se giró y Draco pudo ver sus hombros, el delicado arco de su espalda y la tela del tanga que se asomaba por encima de la cinturilla del pantalón.
Hermione se agachó para empujar la tela hacia abajo y Draco mordió un gemido al ver su trasero únicamente cubierto con una pequeña tira de tela entre las nalgas.
—Todo, quítalo todo —murmuró sin moverse del lugar.
En esa ocasión cuando ella se agachó él no intentó ocultar el gruñido que salió de lo profundo de su garganta.
—Me vuelves loco —se acercó para abarcar las nalgas con sus manos y las apretó, amasándolas antes de caer de rodillas tras ella y darle un mordisco.
Hermione respingó y gimió al sentir aquellos dientes apretándose sobre su carne, mordisqueando y lamiendo su trasero.
Sonrojada y excitada a partes iguales intentó incorporarse pero Draco se lo impidió y la obligó a apoyar las manos sobre el colchón, quedando completamente expuesta a sus manos y a sus ojos.
—Separa las piernas —su aliento acarició la piel de su culo y le temblaron las rodillas al ceder a sus deseos y separar los muslos —así, tan perfecta —la obligó a arquear la espalda para quedar expuesta a su mirada y cuando habló, sintió la calidez de su respiración golpear en su sexo —siempre mojada —la punta de su lengua probó su humedad y el contacto hizo que Hermione sufriera un espasmo y temblara bruscamente —shhhh, deja que beba de ti —la lengua volvió a lamer toda su hendidura, desde el clítoris hasta casi su ano y después se hundió entre los empapados pliegues.
—Oh Merlín —Hermione se aferró a la colcha y se agachó un poco más, intentando mantener la posición sin caerse, convertida en un pequeño charco de hormonas y deseo —Draco por favor.
—Mmmm —dijo él volviendo a lamerla —me gusta tu sabor —susurró besando de nuevo una de sus nalgas y metiendo dos dedos en su cuerpo que se abrió a su paso, dilatándose para él, receptivo y flexible —me aprietas los dedos como aprietas mi polla, Hermione, eres perfecta —metió y sacó ambos dedos varias veces, girándolos, doblándolos para buscar ese punto que hacía que ella gritara de placer —Un poco más —se retiró y se sentó en el suelo, la tomó de la cintura para incorporarla y apoyó la espalda en la cama, mirando hacia arriba para verla. —vamos a ver si eres capaz de mantenerte quieta —susurró aferrándola de las caderas para para volver a buscarla con la lengua, penetrándola con ella, absorbiendo el pequeño nudo de carne antes de lamer de nuevo los pliegues, chupando y mordiendo a su alrededor.
—No puedo —gimió al sentir que las piernas no la sujetaban —¡Draco!
Le escuchó reír aún con el rostro hundido entre sus piernas y la sujetó con más fuerza para evitar que se cayera sobre él.
—Está bien, haremos algo mejor.
Se levantó ayudándola en todo momento y la tumbó en la cama antes de desnudarse por completo y subir con ella, arrodillado en el colchón.
—Abre las piernas preciosa — ella lo hizo y Draco la acarició con los dedos, tirando de su clítoris con cuidado antes de subir sobre ella, sus rodillas a ambos lados del torso de la mujer.
Hermione miró hacia arriba y salivó al ver el enorme miembro de Draco y sentir sus testículos golpeando su barbilla. Él la miraba, con esa sonrisa indolente y los ojos impenetrables.
—Chúpame —susurró moviendo las caderas para sus testículos volvieran a frotarse contra ella.
Tomó una de las almohadas y la ayudó a ponerla bajo su cuello para que su rostro se elevara.
—Eso es —se aferró la base de la polla y con su pulgar la empujó hacia abajo, frotando su húmedo glande contra aquellos maravillosos labios —abre la boca cariño —gruñó empujando cuando ella obedeció —Oh joder —la lengua de Hermione se frotó contra el pequeño orificio que coronaba la punta y Draco tembló, apretando con fuerza el tronco, tratando de evitar correrse como un crío en su primera vez. Miró, jadeando, como ella le tomaba en la boca hasta que tocó su garganta y pensó que podría morir en ese momento y sería jodidamente feliz.
Se apartó con brusquedad y se giró hasta que vio las puntas de sus pies, tiró de aquellas piernas perfectas hasta que la tuvo donde la quería, en medio de la cama, puso las rodillas a ambos lados de la cabeza de la mujer y se agachó hasta que de nuevo su glande se empujó en su boca arrancándole un gruñido bajo. La obligó a levantar el trasero, abarcándolo con sus manos hasta que pudo ver su sexo, mojado y abierto, listo para él. Cayó sobre el como un hambriento, devorándola con necesidad mientras ella tragaba con su miembro dentro de la boca, aplastándole con la garganta una y otra vez, volviéndole completamente loco.
Pensó durante un instante en seguir así hasta que ambos se corrieran, follándole la boca mientras bebía de ella hasta hartarse, como dos locos hambrientos. Pero no pudo, deseaba demasiado hundirse en ella, mirarla a los ojos mientras la hacía suya una y otra vez.
Así que como un gruñido de frustración se apartó y la cubrió de nuevo con su cuerpo, en aquella ocasión mirando sus ojos mientras se encajaba entre sus piernas y se hundía en ella de una sola y poderosa embestida.
—Mírame —susurró buscando su boca para compartir con ella ese sabor al que se había hecho un adicto —quiero verte los ojos, quiero que me mires cuando te corras. No cariño — dijo empujando de nuevo mientras su pulgar trazaba pequeños círculos sobre su inflamado clítoris —no los cierres, déjame mirarte.
Hermione luchaba contra la necesidad de poner los ojos en blanco mientras Draco se empujaba contra ella una y otra y otra vez, más rápido, más duro, más profundo.
—Venga preciosa —susurró mordiendo su boca mientras sentía que su miembro se hinchaba y su pelvis hormigueaba con el orgasmo inminente —me voy a correr —gimió mordiendo sus labios —Hermione…
Él explotó y en el momento en que lo hizo el mundo de ella reventó en miles de pedazos y se corrió con él, entre espasmos salvajes que les hicieron jadear juntos, gritando cada uno el nombre del otro con una necesidad absoluta.
—Yo… también te… amo —dijo Hermione cuando pudo recuperar el aliento.
Draco, que tenía los labios en su frente, sonrió y besó su sien antes de apartarse para no aplastarla con su peso.
—Lo sé.
…..
Morgan bajó a los registros del Ministerio esa misma tarde para pedir toda la información disponible de los trabajadores del Departamento de Misterios que estuvieron los años en los que Tabitha trabajó allí. Gracias a su posición como Inefable tenía los permisos necesarios para rellenar la solicitud, de modo que dejó los datos de contacto de Hermione y se fue a su cubículo con la carta que su tía le había devuelto ese medio día cuando, desde casa de Potter, le había escrito para pedirle el listado de alumnos de Hufflepuff que necesitaba para intentar contactar con los antiguos compañeros de Tabi.
Leyó los nombres al menos tres veces, incapaz de centrarse en lo que estaba haciendo. No creía que fuera a servir de mucho hablar con todos aquellos tejones ya que fuera lo que fuese lo que ocurrió con Tabitha, estaba seguro que no había sido en Hogwarts. No podía evitar pensar que, mientras él estaba fuera del país, alguien se había aprovechado de su dulce Tabi hasta el punto de hacerla caer en las redes de una revolución sin pies ni cabeza. Se negaba a pensar que ella pudiera ser el cerebro de todo aquel grupo activista, ella no era la asesina a sangre fría que había descuartizado a Penélope Clearwater, no podía ser la asesina de Carrow.
No… su Tabi era buena, tierna y cariñosa, una Hufflepuff de la cabeza a los pies, leal, trabajadora, amante de los animales, una mujer que veía siempre el lado bueno de las personas.
Pero la realidad es que en ese momento era la sospechosa número uno en la investigación de Potter, sobre todo porque aún no habían encontrado la información que necesitaban sobre el verdadero nombre de Maggie Rymer.
Incapaz de seguir allí salió de su cubículo y se marchó a ver a Potter.
—¿Sabemos algo?
—He mandado a Halfnacked a hackear los registros muggles —dijo Harry distraido mientras leía unos papeles que tenía desperdigados sobre la mesa.
—En mi idioma, Potter —replicó él.
—Espero tener noticias de Halfnacked durante esta tarde, está revisando los archivos muggles desde su ordenador ¿Si recuerdas lo que es un ordenador?
Morgan le enseñó el dedo corazón y Harry rió entre dientes, divertido.
—Tendrá algo, no te preocupes.
—Estoy atascado —dijo dejándose caer en la silla frente al auror —odio estar en un callejón sin salida y sin posibilidad de avanzar —se frotó las sienes con fuerza —es frustrante. No encuentro ningún hilo del que tirar.
—Habrá que esperar, Morgan —dijo Harry con aquella paciencia que le caracterizaba —mañana hablaré con Creevey y estoy seguro de que sacaré la información suficiente para encontrar un nuevo hilo.
—Pero mientras….
—Mientras no puedes hacer nada —cortó el auror con brusquedad —sé que piensas que una hora o un minuto puede hacer la diferencia, pero no en este caso. No creo que haya peligro de un nuevo ataque, hemos destrozado al BR, Morgan, están solas…
—O sola —murmuró él
—O sola —concordó Harry —no se arriesgará a atacar a nadie por lo que es solo cuestión de tiempo —levantó una mano con gesto de concordia —lo sé, sé que es una mierda tener que esperar, puedo imaginar que cada puto minuto es un infierno. No soy tú, no he vivido lo mismo que tú, pero créeme, la vida me ha enseñado a ponerme en los zapatos ajenos y soy capaz de extrapolar mi situación a la tuya. Si fuera Ginny… si yo hubiera vivido lo que has vivido tú con mi Ginny… —se frotó la frente —demonios Morgan, te admiro por seguir cuerdo. Pero no seas imbécil, sigue cuerdo un poco más, pase lo que pase, no estás solo ¿Vale?
El Inefable miró a Potter como si hubiera hablado en cantonés. Le observaba con extrañeza, incapaz de comprender realmente las palabras.
Morgan llevaba mucho tiempo solo. Desde la muerte de Tabitha había dado de lado a las pocas amistades que tenía y se había aislado del mundo. Nadie, salvo su tía Minerva había sido capaz de llegar a él.
Miles de veces se había imaginado qué le habría dicho ella si le hubiese visto, solitario, huraño, retraído… un misántropo recluido en su casa cuando no estaba metido en algún caso del Ministerio, casos, por lo general, peligrosos y arriesgados en los que se jugaba más que la vida de vez en cuando.
No estás solo.
Pensó en Granger, en Potter e incluso en Malfoy y sacudió la cabeza con incredulidad. Sí, era más que posible que tuviera razón, no estaba solo. De alguna forma, incomprensible y absolutamente inaudita, aquellas personas se habían metido en su vida sin que se diera apenas cuenta.
Asintió con brusquedad.
—Gracias, Potter —dijo con voz grave.
El auror simplemente sonrió con sus ojos verdes brillando divertidos tras las gafas y se tensó al ver el pequeño vociferador que entraba al despacho y caía frente a él.
Lo abrió rápidamente y el sobre se alzó hasta quedar a la altura de su rostro y formar una boca con sus pliegues.
— Verificado, he hackeado los registros generales y después he mirado en cada ciudad hasta dar con la información que necesitabas jefe. He encontrado a Maggie Rymer —Harry vio por el rabillo del ojo como Morgan se tensaba —hizo la petición en Oxford, su nombre anterior era Margaret Clarisse Lestrange.
Cuando el vociferador se convirtió en miles de diminutos pedacitos de papel, ambos seguían observándose en un absoluto y anonadado silencio.
—Lestrange —susurró Harry reaccionando al cabo de varios minutos.
—¿Margaret Clarisse Lestrange? —Morgan sacudió la cabeza con incredulidad —¿Maggie Rymer es una Lestrange?
No era capaz de encontrar un patrón y eso le ponía de muy mal humor.
Por un lado el alivio que sintió al no escuchar el nombre de Tabi, se vio pronto relegado a un segundo plano al oír el apellido Lestrange.
—Necesitamos hablar con Malfoy —dijo Harry de forma imperativa —él está emparentado con los Lestrange y podrá ayudarnos a ver esto en perspectiva. Le escribiré y volveremos a Grinmauld —se frotó el rostro con las manos —tenía razón el hurón —dijo con humor —de pronto vuelve a ser la base de la Orden, irónico ¿Verdad? —suspiró y se puso en pie convocando a su patronus —Malfoy, te necesito en quince minutos en mi casa. Es urgente. —el ciervo se alejó de ellos y Harry señaló la puerta del despacho —vamos, creo que por fin tenemos ese hilo y cuanto antes tiremos de él, mucho mejor.
Cuando Draco Malfoy irrumpió por segunda vez en el día en Grinmauld Place, no lo hizo del mejor de los humores.
Estaba disfrutando de una sesión de besos y caricias postcoitales con Hermione, animándose a empezar un segundo asalto con ella cuando aquel ciervo al que ya había empezado a odiar con toda su alma, apareció en medio de su cama y la voz de Potter mandó su floreciente erección a la mierda con el primer Malfoy que escuchó.
Se vistió refunfuñando y se marchó, no sin antes discutir con Granger por su necesidad de meterse en todos los charcos y querer ir con él, alegando que si aquella reunión tenía que ver con la investigación era imperativo que ella estuviese presente.
Draco consiguió convencerla, Merlín sabía como después de prometer, casi bajo un juramento inquebrantable, que le contaría absolutamente toda la conversación ni bien regresara a casa.
No le importaba que fuera a casa de Potter con él, pero las ojeras que tenía en el rostro y la hinchazón de sus piernas, le preocupaban lo bastante como para preferirla descansando que deambulando de nuevo por el mundo.
—Espero que sea importante, Potter —espetó nada más ver al moreno en la sala de estar.
—Lo es —dijo él con voz lo suficientemente seria como para poner a Draco en guardia.
—¿Qué ha ocurrido? —preguntó esperando que no fueran malas noticias que tuviera que trasmitir a Hermione.
—Halfnacked ha conseguido el nombre de Maggie Rymer antes de que lo cambiara legalmente.
—¿Es Tabitha Wrigth? —no pudo evitar una punzada de pena al pensar en Atwater.
—No —dijo el Inefable entrando al salón —es una Lestrange.
Draco le miró con franca sorpresa.
—Imposible —sacudió la cabeza y frunció el ceño —¿Cuántos años tiene esa mujer? —miró a Morgan —más o menos como tú ¿No?
—Uno menos, treinta y uno —respondió él.
—Eso debería hacerla hija de ¿Quién? ¿De Rodolphus y Bella? Imposible, mi tía odiaba a los niños, mi madre cree que tal vez fuera estéril por una enfermedad que tuvo de niña. Bella, por suerte para el mundo, o no podía o no quería tener hijos.
—Pero su marido sí ¿Verdad?
—Supongo —dijo encogiéndose de hombros— La verdad es que no sé qué tipo de relación tenían, aunque supongo que fue un matrimonio concertado, como es la costumbre, no creo que hubiera amor entre ellos —se rió entre dientes — tampoco es como si alguno de ellos supiera qué es eso.
—¿Y su hermano?
—¿Rabastan? —hizo una mueca de ignorancia —le conocí en medio de la guerra porque mi querido padre lo metió en casa con toda esa basura de mortífagos. Escapó de Azkaban con Bella donde se pasó unos trece años, así que durante toda mi vida solo oí hablar de él a mi padre cuando contaba sus batallitas juveniles.
—¿Pudo haber tenido una hija? —preguntó Morgan que se había sentado en uno de los sillones.
—La verdad es que no lo sé —dijo Draco sentándose frente a él — aunque sí recuerdo que estuvo casado y que ella murió… —cerró los ojos tratando de pensar en las veces que había estado mirando con su padre todos aquellos árboles genealógicos donde los Sagrado Veintiocho se entremezclaban una y otra vez —Florence, Florence Flint, creo que era su esposa. Falleció antes de que yo naciera así que no sé mucho más.
—Igual es ahí donde está el hilo —murmuró Harry mirando a Atwater —¿Cuándo murió Florence?
—No lo sé —respondió Draco —aunque supongo que eso no será difícil de adivinar.
—Es posible que muriera hace treinta y un años —dijo el auror cruzándose de brazos —sería el motivo perfecto —se acercó a un pequeño buró y cogió un trozo de pergamino y una pluma. La mojó en el tintero y garabateó en ella apuntando —fallecimiento de Florence Flint, nacimiento de Margaret Lestrange —me pregunto si la abandonarían por ser squib —anotó la palabra squib en el papel y la subrayó.
—¿Cómo es posible que si la han abandonado llegue siquiera a enterarse de la existencia de nuestro mundo? —preguntó Draco —sé que no está bien hacerlo, pero los sangre pura llevan abandonando a sus hijos no mágicos cientos de años y ninguno de esos niños han sabido nunca de la existencia de la magia porque, una vez cortando el vínculo con nuestra sociedad, no tienen forma humana de regresar ni de averiguar nada.
—Igual alguien la encontró —añadió Morgan mientras Harry anotaba en el pergamino.
—Hermione y yo buscaremos en la biblioteca registros sobre los Lestrange, aunque es complicado, sería mucho más rápido tener acceso a la biblioteca de su familia. ¿Qué ha sido de la mansión de Rodolphus?
—Confiscada por el Ministerio —respondió Harry —creo que está cerrada pero sigue intacta por dentro.
—No exactamente —intervino Morgan —no está intacta. Llevamos años junto a los rompedores de maldiciones entrando y saliendo de ese lugar plagado de magia negra. Es un sitio muy peligroso, por eso aún sigue clausurado y no han podido habilitarlo para nada, ni siquiera destruirlo.
—¿Tienes acceso a la biblioteca?—preguntó Draco
—Sí
—¿Puedo ir contigo?
Morgan entrecerró los ojos, pensativo.
—No sabría decirte qué tienes que buscar, créeme, lo último que me apetece es poner un pie en lo que fue el hogar de mi tía demente ¿Te he dicho que le debo a ella lo buen oclumante que soy? —sonrió sin humor —puedes confiar en mi cuando te digo que la dulce Bella no tenía vocación de profesora, su forma de enseñar era… peculiar y sus castigos… bastante físicos, si me entiendes.
—¿Te pegaba? —preguntó Harry
—Oh no, ella no haría algo tan… muggle como usar sus manos, demasiado poco glamouroso. Pero no tenía ningún problema con las maldiciones imperdonables, además manejaba la maldición cruciatus con una habilidad asombrosa.
—Vaya familia —masculló el auror en voz baja.
—Un modelo fantástico de unidad familiar —siseó Draco dejando a un lado los miedos que surgieron de pronto al pensar en su futuro hijo.
—Ella te va a ayudar —dijo Harry en voz baja, casi como si hubiera podido leer sus pensamientos.
—Está bien —replicó Morgan —iremos a casa de los Lestrange a ver si encontramos algo de información.
—Id —Harry cogió otro pergamino —escribiré a Hermione para que ella vaya recopilando la información que pueda de la biblioteca de los Malfoy.
—Hoy no, Potter —dijo Draco deteniéndose antes de entrar en la chimenea —está agotada y si le mandas la dichosa nota ahora acabará pasando el resto del día en la puta biblioteca. Tiene que descansar —dictaminó sin apartar la vista de Potter.
Harry tuvo que morderse la lengua para no reír ante el tono altivo pero preocupado del estirado de Malfoy, asintió tratando de parecer serio y dejó el papel.
—Tienes razón, lo mejor será que descanse, ya se lo contarás tú más tarde. .
Draco hizo un gesto de asentimiento brusco y se metió en la chimenea junto a Atwater, medio segundo después ambos desaparecieron en una nube verde rumbo a la mansión Lestrange.
—¿Dónde estamos? —preguntó Draco con el ceño fruncido mirando alrededor.
—Mi casa. La red flú de Potter no está conectada a casa de los Lestrange.
—¿Y la tuya sí?
—Te recuerdo que soy un Inefable, Malfoy —dijo con una sonrisa torcida —hay cosas que no puedo contar, pero que simplemente son y así deberías aceptarlas —tomó un puñado de polvos flú que a Draco le parecieron extraños en su coloración y grosor y entró de nuevo en la chimenea —vamos —el rubio entró con él y Morgan tiró los polvos a sus pies, que llamearon hasta convertirse en un montón de llamas de color azul profundo —Mansión Lestrange.
En aquella ocasión si aparecieron en un enorme hall de entrada de piedra y mármol.
—Este sitio da escalofríos —susurró Draco
—Es absolutamente terrorífico —estuvo de acuerdo Morgan —la biblioteca está por aquí.
Ambos convocaron un lumus con sus varitas y caminaron hacia la enorme biblioteca, majestuosa y fastuosa pero no tan impresionante como la de los Malfoy.
—¿En vuestras incursiones a la casa no habéis visto una sala con algún árbol genealógico? Es algo común en las familias de sangre pura. Los Black lo tenían en una pared de la casa que es ahora de Potter, los Malfoy en la Biblioteca tenemos una cámara escondida en la que puedes ver a tu alrededor el árbol, en cuatro dimensiones. Los Lestrange tienen que tener su propio árbol —se paró en seco —espera un momento —dijo con los ojos cerrados, intentando recordar —es una caja, su árbol era una caja, mi tía se lo comentó a mi madre en una ocasión. No creo que nos sirva —suspiró con frustración.
—¿Por qué no? —preguntó Morgan
—¿Acaso no es obvio? Porque es un árbol portátil, digamos que no tiene por qué estar en esta casa, no parece ser necesario que permanezca aquí, podría estar al otro lado del mundo perfectamente, incluso puede tenerlo al misma Maggie.
—Bueno, centrémonos en lo que importa —señaló a Draco que estaba encendiendo los cientos de velas del lugar —¿Por dónde empezamos?
—Tú por allí —dijo Draco —yo iré a la derecha. Debemos encontrar la estantería de las crónicas familiares, todas las bibliotecas de las familias como la mía, tienen un apartado de crónicas en algún lugar de la biblioteca. Mi padre lo categorizó en la efe de familia, pero en cambio, hasta donde se, los Nott la tenían en la ce de crónicas —suspiró pesadamente —pongámonos en marcha, no veo el momento de volver a casa.
