De bibliotecas y recuerdos

— Bellatrix no hizo la prueba a la segunda niña —dijo Hermione —si lo hubiera hecho habría sabido que no era squib.

—Mintió —dijo Morgan asintiendo.

—¿Mi tía? —masculló Draco con ironía —qué raro.

También él había visto los recuerdos y todos ellos estaban sentados en los sillones del rincón, frente a la chimenea.

—Ni siquiera pusieron nombre a las niñas —Hermione sacudía la cabeza presa de la incredulidad.

—Es posible que Nastir lo hiciera —Draco dio un trago al té que tenía en la mano —no sería sorprendente —añadió al ver que todos le miraban —el viejo elfo llevaría toda la vida en la familia Lestrange y por cómo funciona el vínculo mágico con los elfos, su padre y el padre de su padre antes que él habrían servido a la familia de generación en generación. Squib o no, las niñas eran unas Lestrange y, por lo que hemos visto, estoy casi seguro que fue el elfo quien dejó el nombre y el apellido de ambas en el orfanato.

—¿ Y no crees que sería raro que un elfo dejara allí a las niñas?

—Granger — respondió el rubio —los elfos, como te has encargado de decir a través de la PEDO durante media vida, son seres mágicos con un gran poder ¿No crees que pueden apañarse con un simple muggle?

—¡No es PEDO! —exclamó la mujer, malhumorada.

—Oh no —susurró Harry cerrando los ojos mientras Morgan miraba sin comprender.

—Se llama P.E.D.D.O, es la….

—Plataforma Elfica de los Derechos Obreros… —imitó Malfoy con los ojos en blanco —lo que tú digas, como sea, deberías saber que ellos tienen mucha magia.

—Tiene razón —intervino Morgan al ver que la bruja parecía querer hablar de nuevo —es posible que lo hiciera el elfo, aunque eso no nos importa demasiado ¿Qué más da quien eligiera los nombres? Claramente no lo hicieron ninguno de los Lestrange. Tenemos que ir a Eagle´s Nest Home y encontrar la información disponible.

—Ahora que podemos acortar la búsqueda enviaré un mensaje a Halfnacked, no debería tener problemas en tener todos los datos.

—No sé Harry —Hermione le miraba con el ceño fruncido —dependerá de lo digitalizado que tengan todo por allí, es más que posible que, con los recursos que tienen en este tipo de centros, la información esté en algún cuaderno o en alguna carpeta dentro de un archivador.

—Por eso iré en persona—dijo Morgan.

—Iré contigo y…. —empezó a decir Hermione.

—No —Draco no llegó a hablar porque, para su sorpresa, fue el Inefable quien se negó —tú no vas a exponerte de nuevo —sentenció —si Tabi está detrás de todo esto…

Él no iba a decirlo en voz alta, pero no soportaría que la que había sido y siempre sería el amor de su vida, hiciera daño a la mujer más buena que había conocido nunca, la única que le había hecho tener algo de fe, de nuevo.

Hermione murmuró en voz baja y Draco se dio cuenta de lo mucho que quería protestar pero, para su sorpresa, no lo hizo y se limitó a cruzarse de brazos, más que molesta.

—De modo que ahora buscamos a dos personas —dijo Harry —dos hermanas en realidad. Quienes parecen ser el cerebro del BR

—Y las únicas que quedan del puto grupo —terció Draco.

—No será fácil encontrarlas —añadió Morgan —Tabitha no está usando su magia porque no quiere dejar rastros, ella sabía que yo podría llegar a encontrarla y no quiere que lo haga.

—Pero la encontraremos —dijo Harry con la convicción que le había llevado a salvar el mundo mágico en el pasado.

—A veces me recuerdas mucho a Tonks —dijo el Inefable sin pensar.

—¿Conociste a Tonks? —preguntó Harry tensándose en el acto.

—Dios mío —susurró Hermione —claro que la conociste, debisteis ser aurores más o menos en la misma época.

Morgan frunció el ceño y se planteó no responder, pero finalmente, dejando escapar el aire en un siseo entre los labios, se arrellanó en el sillón, estirando una de sus largas piernas.

—Era mi compañera —dijo para asombro de Hermione y Harry.

—Así que estabas con Ojoloco —murmuró el auror con un rastro de tristeza en sus ojos.

—Era el jefe del escuadrón —sonrió con melancolía —era un cabrón pero se dejaba la vida en cada misión —rió entre dientes —o trozos del cuerpo, según fuera necesario —Tiempo antes de dejar Londres ella me habló de que tenía amigos muy raros que se reunían y planeaban una revolución.

—La Orden —respondió Hermione.

—Ella tenía un sentido del humor muy particular por lo que pensé que simplemente estaba bromeando. Supongo que, si no hubiera ido a Estados Unidos habría terminado siendo parte de esa Orden.

—No lo pienses —Hermione, casi como si hubiera podido leerle la mente respondió fulminándole con la mirada—no podrías haber cambiado lo que les ocurrió, tu presencia no habría modificado nada.

—¿Cómo lo sabes?

—¿Y tú?

Morgan resopló.

—Yo era un auror condenadamente bueno —dio un puñetazo al reposabrazos del sofá.

—También lo era ella —respondió la castaña con frialdad.

Aquello pareció desinflar al Inefable que perdió parte de la rigidez de su espalda.

—Sí, lo era.

—No debió de ser fácil regresar y encontrarte solo —dijo Malfoy que nunca se llevaría el primer premio a la delicadeza.

Hermione puso los ojos en blanco, reprimiendo el impulso de golpearle por tener la empatía de una piedra.

Morgan rió sin humor.

—Cuando regresé mis amigos habían muerto en la guerra y mi prometida había sido asesinada. Sí, no fue la mejor época de mi vida.

—¿Por qué no regresaste antes? —volvió a preguntar Draco reafirmando la idea de Hermione de que la diplomacia en su persona brillaba por su ausencia.

—Imposible, la misión estaba bajo un contrato mágico vinculante.

—¿Cómo? —Harry le miró con ojos desorbitados —¿Por qué demonios firmaste algo así?

Morgan se encogió de hombros.

—Porque cometí el error de creer lo que Scrimgeour me dijo —se frotó el rostro con ambas manos —yo era un ambicioso, esa es la puta realidad. Alastor me dijo que sería una muy buena oportunidad para mi currículum aunque claro, él no sabía nada del contrato mágico. Scrimgeour era en esa época el Jefe de Aurores y me aseguró que no duraría más de tres meses toda la misión. Cuatro, a lo sumo, me dijo. No debí hacerlo pero quería llegar a lo más alto, quería casarme con Tabi y ser el jefe del departamento antes de los treinta —rió sin humor —tenía la cabeza llena de estupideces. Y me equivoqué. Leer la prensa internacional era terrible pero al menos tenía las cartas de Tabitha, las de mi tía y las de Tonks. Después ni siquiera eso.

—Tonks tuvo un hijo —Hermione miró a Harry de reojo —es ahijado de Harry.

—Lo sé —Morgan, por su parte miró al rubio —y familia de Malfoy.

—¿Conoces a Ted? —preguntó Potter

—Sí —respondió Morgan que no añadió nada más.

Se quedaron en silencio durante unos incómodos minutos hasta que finalmente Harry volvió a hablar.

—Yo te acompañaré al orfanato ¿Quieres ir ahora?

Morgan miró el reloj de pared que había en una de las paredes laterales y asintió.

—Sí. De nada serviría dejarlo para otro momento. Cuanto antes terminemos con esto antes podremos seguir adelante.

—Podéis esperar aquí —dijo Harry a Draco y a Hermione.

—No —ella negó con una sonrisa —quiero ver si encuentro algo de los Lestrange en la…

—Biblioteca —dijeron Malfoy y Harry a la vez que ella.

El moreno sonrió y asintió.

—Bien. Te mandaré un patronus cuando regresemos.

Draco tiró de la mujer hasta la puerta y respiró con alivio al ver que Theo y Luna ya no estaban allí.

—¿Crees que ellos… —Empezó a preguntar en un murmullo señalando el punto exacto en el que su amigo había estado antes.

—Draco Malfoy —le regañó Hermione del mismo modo que llevaba años regañando a Ronald —no te importa lo que hagan esos dos —Draco alzó una ceja con gesto de incredulidad y ella suspiró — un galeón a que subieron arriba

Draco soltó una carcajada y la arrastró hasta la chimenea pegándola a su pecho y buscando su boca en un beso breve pero intenso.

—Me encanta esa veta de maliciosa que tienes a veces.

—Yo no soy maliciosa —refunfuñó ella devolviéndole el beso —Malfoy Manor.

Cuando salieron de la chimenea les apareció directamente en la biblioteca y sonrió al escuchar el gruñido que retumbó en el pecho de Draco.

—Te dije que quería ir a la biblioteca a buscar información.

—Después —dijo Draco caminando con ella hasta llegar a una de las estanterías e inmovilizarla allí —Ahora voy a convertir una fantasía en realidad —sujetó las manos de ella por encima de su cabeza y la obligó a sujetar la estantería de arriba — ¿Confías en mi, Granger? —preguntó con esa voz oscura y siseante que hacía que se humedeciera al momento.

—Sabes que sí —respondió ella, jadeando ante la expectativa.

—Bien —le quitó la varita del bolsillo y, con un hechizo no verbal hizo que el dorso de sus manos se adhiriera a la madera y no pudiera apartarse del estante.

—¿Draco? —preguntó al darse cuenta de que estaba realmente inmovilizada.

—Shhh —él puso su dedo índice sobre los labios de la bruja y empujó la yema en su boca —chúpame —dijo en un susurro, introduciendo el dedo despacio, jadeando al sentir la lengua de Hermione enroscándose a su alrededor —quiero follarte así —añadió empujando de nuevo el dedo dentro de su boca —a mi merced —apuntó de nuevo la varita hacia ella y con un evanesco la dejó completamente desnuda.

Dio un paso atrás para contemplarla y ella enrojeció, pese a que le miró a los ojos, valiente y retadora.

—Eres la única mujer capaz de ponerme de rodillas —susurró cayendo al suelo ante ella.

Besó su pubis y acarició las redondeadas nalgas con sus manos, masajeándolas mientras pasaba los labios por aquel estómago plano que cargaba la vida de la siguiente generación Malfoy en su interior.

—Abre las piernas —ella lo hizo y Draco besó su hendidura , gimiendo cuando la pegajosa humedad de su sexo le rozó los labios. Miró hacia arriba, buscando sus ojos y Hermione jadeó al ver aquella boca húmeda y cómo su lengua salió, expeditiva, buscando el sabor que se había quedado en sus labios —quiero más —dijo sonriendo antes de volver a besarla una, dos veces.

—Draco —gimió Hermione cuando la lengua de él se hundió en su interior.

—Maldita sea, no es suficiente.

Draco quitó el hechizo que mantenía a Hermione pegada a la estantería, tiró la varita al suelo y aferró los muslos de la mujer con brusquedad para levantarla, haciendo que apoyara las piernas sobre sus hombros.

Ella gruñó al sentir los estantes en su espalda pero, en la nueva postura, con las piernas mucho más abiertas y completamente expuesta a él, las sensaciones se multiplicaron de tal forma que el quejido se convirtió pronto en un sollozo de placer. Aferró los cabellos platinados de Draco y cerró los ojos cuando él absorbió su clítoris, golpeándolo con la lengua una y otra vez hasta que se inflamó y palpitó dentro de su boca.

—Draco.

El rubio se apartó lo justo para besarla de nuevo, lamiendo los pliegues y mirando el pequeño agujero empapado que parecía darle la bienvenida, jugoso y sonrosado.

—Quiero que te corras, Hermione —introdujo un dedo en el apretado canal, dando pequeñas lamidas al hinchado nudo de carne mientras metía y sacaba el dedo una y otra vez —hazlo, preciosa —dijo sin dejar de penetrarla, insertando un segundo dedo —hazlo y te follaré hasta que los dos nos olvidemos de todo —lamió de nuevo toda la hendidura, succionando el pequeño botón una vez más —¿Quieres eso, Hermione? —susurró introduciendo un tercer dedo, gruñendo al ver como su cuerpo le aceptaba, dilatándose para dejar que entrara en su interior —joder —sin dejar de penetrarla devoró su sexo, emitiendo roncos sonidos que no hacían más que calentar a Hermione quien, con los ojos cerrados y las manos sujetas a la cabeza del hombre, gemía sin control.

—¡Draco!

Cuando finalmente la tensión se rompió, el orgasmo recorrió el cuerpo de la mujer en oleadas salvajes que la hicieron gritar el nombre de Draco entre espasmos.

—Joder —repitió él, que seguía lamiéndola y penetrándola con sus dedos —más.

Ella soltó un quejido e intentó apartarlo pero terminó apoyando la cabeza en la estantería sin dejar de temblar y Draco simplemente continuó devorándola sin piedad, usando lengua, manos, dientes y labios hasta que la tuvo de nuevo convertida en arcilla entre sus manos, jadeante y temblorosa.

—Por Salazar —gruñó cuando ella se corrió de nuevo en su boca y, lamiéndose los labios la levantó con cuidado llevándola hasta el escritorio —te necesito —murmuró apartando los pergaminos y tumbándola en la madera, posicionándose entre sus muslos —déjame… por favor… yo…

—Draco —murmuró ella rodeándole con las piernas — Dios mío, Draco…

Él se limpió el rostro empapado con la manga y echó la cabeza hacia atrás, siseando cuando la punta de su polla se empujó entre aquellos chorreates pliegues. Hermione le contempló, conteniendo la respiración al ver la forma en la que se le marcaban las venas del cuello mientras trataba de controlarse, tenso, con los labios apretados y los ojos casi negros, mirándola con intensidad.

—Eres perfecta —susurró sujetándole las caderas para mantenerla abierta mientras empujaba en su cuerpo una y otra vez.

Se movieron en perfecta sincronía, Draco la embestía y ella recibía sus acometidas, acudiendo a su encuentro cuando él abandonaba su cuerpo solo para volver a encontrarse. Sus cuerpos, unidos, sudorosos, tensos, expectantes, sus ojos contemplándose casi sin parpadear, perdidos en esa pequeña y atemporal burbuja de deseo que se inflaba con cada penetración, con cada gemido, con cada jadeo compartido.

Cuando el orgasmo volvió a recorrer a Hermione, Draco la acompañó, dejándose llevar por completo, cayendo sobre ella y dejando que sus brazos le calmaran los bruscos temblores, tranquilando los de la mujer a su vez.

Juntos, unidos en el abrazo más íntimo y privado, escuchando sus respiraciones y los acelerados latidos de sus corazones que palpitaban al unísono.

—¿La biblioteca? —preguntó ella tratando de recuperar el ritmo normal de su respiración —¿Esa era tu fantasía?

Draco se incorporó lo justo para mirarla y sonrió, antes de besar sus labios en un beso dulce y tierno que contrastaba con la forma en la que la había hecho suya minutos atrás.

—No querida —dijo sin dejar de sonreír —era tuya.

Rió cuando la vio sonrojarse y la abrazó, sintiéndose libre y feliz, como hacía mucho tiempo que no se sentía.

…..

—¿Es aquí? —preguntó Morgan mirando a su alrededor.

—Eso parece —respondió Harry con una mueca de disgusto — juro que no volveré a quejarme de mi infancia —dijo sacudiendo la cabeza

Eagle´s Nest Home era posiblemente el lugar más inhóspito y gris que Harry había visto nunca. No había jardines, ni árboles, ni césped, ni una triste y solitaria flor. Era una enorme edificación de piedra con ventanas cuadradas y pequeñas con barrotes que se asemejaba más a la idea que Harry tenía de una antigua institución mental.

—Si esto es así ahora —dijo caminando hacia la puerta —no quiero imaginar cómo era hace treinta años.

Morgan sintió un nudo de congoja en el estómago al pensar en las dos niñas creciendo en ese lugar y apretó las mandíbulas siguiendo a Potter.

Se identificaron como policías, enseñando la placa que Harry tenía para ocasiones como aquella y les atendió una mujer mayor quien, pese a la precariedad de sus ropas, tenía modales suaves y mirada gentil. Les hizo pasar a un despacho, que se componía únicamente de una mesa vieja, varias sillas y una estantería que sin duda alguna había visto tiempos mejores. Pero todo estaba muy limpio y olía levemente a desinfectante.

—Recuerdo a las niñas —dijo la señora con voz algo ronca pero dulce —yo tendría tu edad —añadió mirando a Morgan — cuando llegaron aquí hace más de treinta años. Eran recién nacidas, no podían tener más de unas horas de vida —su mirada se enturbió con los recuerdos —pobres bebés, muertas de hambre y de frío. Yo me ocupé de ellas durante los primeros días, junto a Nora, una de las enfermeras que trabajaba aquí.

—¿Quién las trajo? —preguntó Morgan

—No lo recuerdo —respondió la mujer frunciendo el ceño —un hombre, puede ser, o quizás las encontré en la puerta —le miró, confusa —no… no lo sé.

—Está bien, no pasa nada —intervino Harry con voz pausada — ha pasado mucho tiempo, es normal olvidar algunos detalles.

—¿Cuándo las adoptaron? —preguntó de nuevo el Inefable.

—A una de ellas se la llevaron muy pronto —habló de nuevo la señora — una pareja joven, muy cariñosos. No podía tener hijos propios pero, aunque intentamos que se llevaran a ambas para que no separaran a las hermanas, no fue posible. No tenían suficiente poder adquisitivo para criar a dos niñas y finalmente se les permitió adoptar a una de ellas. Pensamos que sería fácil que alguien adoptara a la otra bebé, era muy linda y muy pequeña.

—¿Y nadie lo hizo?

La mujer negó con pesar.

—No. Es raro, la gente prefiere bebés —se encogió de hombros —cuanto más mayores son, más difícil es encontrarles un buen hogar… pero ella… estuvo con nosotros hasta que cumplió diez años, fue entonces cuando una señora, muy rica y algo excéntrica se interesó por ella. Todos los informes eran fantásticos por lo que se le concedió la adopción.

—¿Tienen el nombre de la mujer?

—Tengo todo, querido —la señora se levantó y señaló una puerta pequeña que estaba prácticamente escondida entre las estanterías —en el archivo.

Fueron tras ella y la vieron revolver en varios de los cajones perfectamente ordenados hasta que encontró las carpetas de ambas.

—Ophelia Tabitha y Margaret Clarisse —dijo mostrándoselas —sin apellido. Aquí dentro está toda la información de la que disponemos.

—¿Tienen fotocopiadora?

—Sí, algo vieja, pero funciona perfectamente, podéis usarla —dijo señalando la máquina que había en el rincón —si no os importa, mientras iré a hablar con una de las profesoras —miró su reloj de pulsera —si no lo hago ahora no podrá hacerlo hasta mañana y es importante.

—Por supuesto —dijo Harry —fotocopiaremos esto mientras.

Cuando la mujer se marchó Morgan duplicó las carpetas con un golpe de varita y se las guardó.

—No pienso usar esa cosa —miró con una ceja arqueada a la enorme y monstruosa máquina.

—No iba a hacerlo —replicó Harry con una sonrisa —debe de costarles mucho esfuerzo pagar todo esto, no gastaría su tóner sin necesidad.

—¿Su qué? —extendió la mano para frenarlo —no, déjalo, no me importa.

—Es una pena —Harry salió del pequeño archivador y miró a su alrededor —parece un buen sitio, todo está limpio y ordenado, por fuera es un lugar triste pero por dentro es cálido y parece un hogar.

—Vámanos —dijo Morgan yendo hacia la puerta —quiero leer esto Potter. Necesito la información.

—Espérame fuera —respondió Harry —no tardaré.

Con un gruñido de impaciencia el Inefable salió del edificio dejándole solo, esperando a la mujer que caminaba por el pasillo con dificultad.

—Nos vamos —Harry inclinó la cabeza con educación y ella sonrió.

—Me alegro de haber podido ayudarles, joven.

—Este lugar… —murmuró — no imaginé al llegar que sería tan… cálido, tan hogareño.

Ella rió con algo de tristeza.

—Hacemos lo que podemos, las donaciones cada vez son menos y me temo que al final no podremos hacer nada por estos niños. Las leyes están cambiando y antes de darnos cuenta todo estará más institucionalizado y el sistema engullirá a estos pequeños.

—Mientras —dijo Harry — Me gustaría colaborar. No puedo hacer más que donar algo de dinero pero…

—Oh Dios mío, pero claro —se llevó las manos a la cara y sonrió —cualquier cosa es bienvenida.

Volvió a su despacho y regresó tendiéndole a Harry una tarjeta con un número de cuenta.

—Gracias querido —dijo aferrándole la mano y apretándola con una enorme sonrisa —muchas gracias.

Harry salió de allí con la firme intención de hacer una recolecta entre todos, Malfoy incluido, para hacer una buena donación a ese lugar. Ningún niño, ni uno solo, merecía pasar penurias de ningún tipo y él lo sabía de primera mano.

…..

Un par de horas después estaban de nuevo todos en Grinmauld Place. A la pequeña reunión se habían unido Ginny, Ron y Luna, estaban allí cuando llegaron y decidieron quedarse con ellos para la lectura de los informes.

—El primero —dijo Hermione —es el de Ophelia Tabitha —miró a Morgan quien asintió, dándole permiso para leer — Obviaré los detalles que no nos interesan como el grupo sanguíneo o el cuarderno de vacunación y los datos de peso y longitud —pasó varias páginas —fue adoptada con seis meses por Joanne y Hernest Wright. No dice mucho más, hay información sobre ambos, él era profesor universitario y ella impartía clases de piano en el conservatorio. Hay informes fiscales, nóminas y un montón de papeleo de todo tipo que supongo servía para valorar a los futuros padre. También un reconocimiento médico y psicológico y una dirección —miró a Morgan pasándole el papel.

—Sí, la de sus padres. No está allí —dijo apretando las mándíbulas.

—¿Qué hay de Maggie? —preguntó Draco.

Harry sacudió la carpeta que tenía en la mano.

—Algo más de información, supongo que porque hay anotaciones de los diez años que estuvo en el centro. Calificaciones, informes médicos, vacunación, análisis… también varios altercados que tuvo con otros niños, alguna pelea, castigos… era un poco rebelde.

—Apuntaba maneras —masculló Ron recibiendo un codazo de Hermione.

—Adoptada por Crudelia Lestrange —leyó Harry frunciendo el ceño —¿Quién es? —todos se volvieron para mirar a Draco.

—¿Por qué me miráis a mi? —preguntó el rubio con fastidio.

—Supongo que porque tu familia estaba emparentada con los Lestrange —indicó Luna como si no fuera una obviedad.

Draco resopló.

—Políticamente —masculló —no tengo ni idea pero Potter ¿Acaso no tenéis por aquí el árbol genealógico?

—Buena idea —exclamó Harry saliendo de la habitación.

Cuando regresó con la pequeña caja y la abrió, todos pudieron ver el nombre de Crudelia en una de las ramas antes de que, al cabo de un rato, se marchitara y cayera convirtiéndose en polvo.

—La tía abuela de Rabastan —dijo Hermione

—¿Alguna dirección? —preguntó Morgan.

Harry negó con la cabeza y el Inefable maldijo en voz baja.

—¿No debería haber una? —preguntó exasperado.

—Sí —dijo Hermione —pero es posible que Maggie la borrara en algún momento ¿No os parece? Sería algo muy fácil.

Harry se frotó la cara con ambas manos y sonrió al sentir cómo Ginny le masajeaba los hombros con cariño.

—Tiene que haber algo que se nos esté pasando —Hermione paseaba por la sala de lado a lado, hablando en voz baja consigo misma.

—¿Está bien? —preguntó Morgan.

—Oh sí —Harry asintió, risueño — ella es así —se encogió de hombros.

— ¡Lo tengo! —corrió hacia Draco y se paró frente a él —¿Cómo me encontraste? —le miró con impaciencia —Tú lo hiciste ¿Cómo?

—El desiluminador de Ron —murmuró Harry

Los ojos de Hermione brillaron y sonrió

—Claro —susurró —porque me quieres —dijo muy bajito, sintiendo un tirón en el corazón al ver los pómulos de Draco sonrojados de incomodidad — ¿La quieres Morgan? — preguntó con demasiada efusividad —¿Aún la amas? ¿A Tabitha? —tiró de su manga y el Inefable contuvo las ganas de apartar su brazo con brusquedad —es importante Morgan, ninguno de nosotros aquí va a juzgarte —miró a Harry, Ginny, Luna, Ron y Draco — ¿Verdad?

—A mí me han llamado Lunática durante toda la vida —replicó la rubia con una sonrisa —no soy la más indicada para juzgar a otro.

— Yo fui un mortífago y me libré de Azkaban por los pelos —el rubio se encogió de hombros —aprendí por las malas a no juzgar —masculló mirando a Hermione con un extraño brillo en sus ojos grises.

—Yo abandoné a mis amigos en mitad de la nada por culpa de los celos y la envidia, fui un gilipollas, aunque ahora soy un tipo guay —dijo Ron con una sonrisa.

—Eres un idiota —le dijo su hermana golpeándole en la cabeza.

—¡Ey! ¿Qué pasa contigo? —se frotó la nuca y la fulminó con la mirada —solo quería romper un poquito la tensión, estaba volviéndose todo demasiado intenso.

Ginny puso los ojos en blanco y Hermione ignoró a su amigo y continuó intentando llamar la atención de Morgan.

—¿La quieres? Porque si es así tenemos una oportunidad de encontrarla.

Él tragó saliva y se fijó en la mano de ella que seguía sujetando su túnica.

No quería mirar a ninguno de ellos a la cara porque, le juzgaran o no, hablar de lo estúpido que había sido y lo estúpido que seguía siendo no era algo que le apeteciera hacer. No obstante aquella misión era más importante que él mismo.

Suspiró y asintió con brusquedad. Una sola vez.

—Bien —Hermione apretó su antebrazo con cariño y se giró hacia el pelirrojo —Ronald…

Él alzó las cejas y resopló.

—Sí, lo sé lo sé. Mi desiluminador, sí, lo llevo encima ¿Por qué? Pues porque últimamente es casi más famoso que Harry —frunció el ceño, lo sacó de su túnica y lo dejó en la mano extendida de la castaña —debería empezar a alquilarlo o algo así… —clavó sus ojos azules en los del Inefable y le señaló con un dedo —no lo rompas, no lo pierdas y devuélvemelo.

Todos le ignoraron y se sentó, refunfuñando para sí mismo con fastidio.

—Toma —ella se lo dio a Morgan quien lo cogió mirándolo fijamente.

—Nos iremos —Draco cogió a Hermione de la mano y tiró de ella hacia la puerta —créeme, es mucho más fácil si estás tú solo.

El resto del grupo les siguió y se apiñaron en el pasillo, cerrando la puerta tras ellos.

—¿Crees que funcionará? —preguntó Ginny a Hermione.

—No lo sé, con Draco funcionó.

—Debería ser igual —dijo Harry —una forma de iluminar el camino hacia donde realmente quieres estar.

—O eso pensamos que es —murmuró Hermione.

—Dumbledore no me lo dejó con manual de instrucciones —replicó Ron.

—Si la quiere la encontrará —susurró Luna con sus soñadores ojos contemplando algún punto de las escaleras.

—¿Te llevaste a Theo a la cama? —preguntó Draco a bocajarro.

El silencio se cernió sobre todos ellos que parecieron quedarse petrificados tras las palabras del rubio.

Hermione boqueaba intentando controlar su estupefacción, Ginny tenía los ojos muy abiertos y parecía luchar contra las ganas de reír, Harry se había dado la vuelta para no soltar una carcajada de pura incredulidad y Ron, rojo hasta las orejas, se tapó la cara con las manos sacudiendo la cabeza.

La única que parecía no estar impactada por la pregunta era Luna.

—¿Tú te llevas a la cama a Hermione, Draco Malfoy?

—Cada vez que tengo oportunidad — respondió él sin titubear.

Hermione gimió, muerta de vergüenza y sin poder encontrar aún su voz. Se sentía tan mortificada que no era capaz de reaccionar.

—Bueno —miró el estómago de su amiga —la verdad es que eso es más que obvio.

—Si no lo hiciste —volvió a decir él —deberías hacerlo.

La rubia sonrió de una forma que le puso los pelos de punta a Draco.

—¿Por qué no le preguntas a él?

—Porque no le he visto —Draco le devolvió la sonrisa —en cuanto le vea lo haré.

—No quiero escuchar esto —gimió Ron que intentaba sacarse de la cabeza la imagen de Luna con Nott.

—Oh vamos —Ginny, que había conseguido controlarse, sonrió —hacen una bonita pareja.

—Cierto —concordó Harry colocándose las gafas.

—Yo también lo creo —replicó Luna —le llevé a mi habitación —dijo mirando a Draco —pero no te voy a contar lo que hicimos dentro.

Ron gimió de nuevo.

—Gracias Merlín —susurró.

—¡Já! Harry, me debes un galeón —dijo Ginny golpeando con un puño el hombro del moreno.

—Yo también gané uno —murmuró finalmente Hermione que parecía haber encontrado de nuevo su voz.

—¿Por qué nadie me dijo que había apuestas? —preguntó Ron incorporándose de nuevo.

—Porque no estabas aquí —respondió Ginny.

La puerta se abrió en ese instante y Morgan apareció con el desiluminador en la mano.

—Sé donde está.

—Bien —Harry se acercó a él —pongámonos en marcha.