Patronus y veritaserum
—Creo que no es justo que se hayan ido sin mi —dijo Hermione.
—Si yo no puedo ir —intervino Ginny —me parece bien que tú tampoco puedas —se cruzó de brazos de forma beligerante.
—Tú eres jugadora de quidditch profesional —replicó la castaña —yo trabajo en el Ministerio y soy parte de este caso —rodó los ojos y levantó las manos con un gesto de impaciencia.
—También estás embarazada —intervino Draco —y eres uno de los principales objetivos del grupo activista que el Departamento de Aurores está persiguiendo.
Hermione resopló.
—¿Y por qué se llevan a Ronald? —preguntó con exasperación —él hace mucho que dejó el cuerpo de aurores.
—Nadie se lo ha llevado —puntualizó Luna —él se ha agarrado a Harry en la aparición —sonrió como si encontrara aquello muy divertido —creo que no se fía de dejar a nadie su desiluminador.
—Siempre tiene que ser el centro de atención —farfulló Ginny —llevaba demasiado tiempo sin meterse donde no le llaman.
Draco sonrió y Hermione le dio un golpe en el estómago para evitar que dijera lo que estaba a punto de decir.
—¡Auch! —se llevó las manos a la tripa en un dramático gesto de dolor —¿Intentas romperme el bazo, Granger?
Ella soltó un bufido
—El bazo está en el otro lado, más arriba, Malfoy.
Él gruñó y la miró con cara de pocos amigos.
—Mientras vienen vamos a hacer una clase del ED ¿Qué os parece? —dijo Hermione
—Qué divertido —respondió Luna con un pequeño saltito —será como en los viejos tiempos.
—¿Para qué quieres hacer una clase del ED? —preguntó Ginny alzando una ceja.
—He pesando que Draco tiene que aprender a conjurar un patronus.
Él, que seguía frotándose el estómago y murmurando en voz baja, levantó la vista clavándola en Hermione al escucharla.
—¿Cómo dices?
—Lo que has oído, tienes que aprender a conjurar un patronus. El otro día, mientras estabas en casa de los Lestrange, me preocupé —se mordió el labio para evitar una sonrisa al ver el tormentoso arrepentimiento de aquellos ojos grises ¿Quién podría creer lo mucho que había cambiado Draco Malfoy en los últimos meses?
—Lo sé —dijo entre dientes y, aunque no añadió nada más, Hermione casi pudo escuchar un lo siento, Granger, en su cabeza.
—Si hubieras sabido conjurar un encantamiento patronus, habrías podido avisarme. Además es puede que por el momento no haya dementores por aquí, pero nunca está de más estar preparado.
—Dios mío Hermione —dijo Ginny con un escalofrío —sinceramente espero que no vuelvan y que si regresa algún mago tenebroso, lo haga cuando yo ya sea polvo sobre polvo.
—Oh, claro que habrá otro —respondió Luna con absoluta convicción —quizás no ahora, pero de vez en cuando siempre hay algún mago oscuro que intenta apoderarse del mundo.
—Que… pensamientos tan optimistas, Lovegood —murmuró Draco.
—Realistas, Draco —respondió ella con una amplia sonrisa.
—Como sea, un mortífago no puede conjurar un patronus.
—Sí pueden —dijo Hermione —Snape podía ¿Por qué no ibas a poder tú?
Malfoy ya había oído aquello con anterioridad por lo que no le sorprendió tanto como la primera vez.
—Severus Snape era un gran mago —dijo con lealtad —estoy lejos de alcanzar, por ahora, sus dotes mágicas.
—Eres muy bueno —replicó la castaña —quizás algo vago y eso, pero siempre has sido un buen mago, inteligente y con muchas capacidades.
—¡Merlín! —Ginny rió con ganas —¡Te has puesto como un tomate!
Luna se rió con ella alegremente.
—Sí Draco —dijo sin ocultar su hilaridad —estás muy rojo.
—No seáis malas —Hermione sonrió y tomó la mano del rubio, cortando el insulto que estaba por escapar de sus labios —sé que puedes hacerlo.
—Iré a por algo de chocolate —dijo Ginny canturreando mientras salía hacia la cocina.
—Seguro que puedes hacerlo —Luna sacó su varita y fue dando saltitos hasta un lateral del salón —es muy divertido.
Alzó la varita dibujando unos círculos en el aire y pronto, un humo plateado salió de la punta tomando poco a poco la forma de un conejo que saltó por el salón, girando alrededor de la bruja.
—Me costó un poco al principio —dijo ella girando sobre si misma —solo hace falta ser perseverante.
—Fuero días divertidos —Ginny entró de nuevo con trozos de chocolate en un plato que dejó sobre la mesa —incluso aunque la Brigada Inquisistorial estuviera por ahí tocando las narices —alzó una perfecta ceja pelirroja mirando a Malfoy.
—Yo no lo recuerdo como algo tan divertido, Weasley.
Ella solamente rió convocando su propio patronus, un hermoso caballo que trotó por el salón, saliendo hacia el pasillos y regresando a los pocos segundos.
—Está bien —dijo él mirando a Hermione —¿Qué tengo que hacer?
….
Cuando Morgan, Harry y Ron se aparecieron en un claro, el auror miró a su mejor amigo con el ceño fruncido.
—¿Qué haces aquí, Ron?
—Acompañarte —replicó el pelirrojo sacudiéndose los pantalones y mirando a su alrededor —¿Dónde estamos?
—No debiste venir —dijo él sin responder a la pregunta.
—Bueno, pues ya estoy aquí, así que deja de quejarte.
Morgan sacudió la cabeza y asintió mirando a Potter.
—Está bien, solo no dejes que te maten —gruñó pasando entre los dos y encabezando la marcha.
—¿No eres tú el jefe? —preguntó Ron a Harry en un susurro.
—Sí —se encogió de hombros y se colocó las gafas —pero esto es algo personal y además, tiene más experiencia que yo, la verdad —añadió con humildad.
—Y siendo personal ¿No debería estar al margen?
—¿Vais a dejar de chismorrear como dos cotillas?
Harry puso los ojos en blanco y apretó el paso para acercarse a Morgan.
—¿Dónde es? —preguntó mirando al Inefable —no parece un lugar habitado.
—Allí —Morgan señaló una luz en la distancia —parece un campamento.
—Bien, hay que ir sin hacer ruido —susurró —Creo que lo mejor será que nos acerquemos cubriendo distintos puntos. Puedo aparecerme al otro lado, tú allí —indicó un árbol a su izquierda — y Ron desde aquí.
—Bien —dijo Morgan —sed silenciosos —clavó sus ojos oscuros en Weasley que resopló.
—Dejé el cuerpo, Atwater, pero aún me acuerdo de mis días como auror.
Asintió mirando a Harry antes de que se apareciera al otro lado del campamento.
Morgan se acercó desde su punto de origen y lanzó un hechizo silenciador a la tienda de campaña cuando estuvo lo bastante cerca, seguido de un bloqueo de magia que impediría a cualquiera que estuviera en el interior, la aparición y el uso de cualquier hechizo defensivo u ofensivo.
Hizo un gesto a Potter para que se acercara y, con la mano, informó a Weasley de que se mantuviera en su puesto.
—Cubre la salida —dijo en un murmullo — la única forma de salir será al estilo muggle.
—Bien —Harry agarró el antebrazo de Morgan y le miró con seriedad —ten cuidado.
—Lo tendré —respondió con un brusco asentimiento.
Morgan comprobó que no hubiera alarmas mágicas o muggles y entró en la tienda, un borrón oscuro que apenas fue visible hasta ser demasiado tarde.
El grito femenino llegó hasta Harry y Ron y este último hizo amago de ir tras el Inefable, pero Harry negó con la cabeza, decidiendo confiar en él.
—¿Morgan?
Él utilizó todos y cada uno de sus conocimientos de oclumancia para compartimentar sus emociones hasta borrarlas de su cabeza. Dejó el rostro en blanco, al igual que su mente y, con la varita, ató a la bruja hasta inmovilizarla.
—Ophelia Tabitha Lestrange, también conocida como Tabitha Wright, queda detenida por el Departamento de Aurores de Londres, por pertenencia a un grupo activista y banda armada que ha cometido asesinatos, desorden público y vandalismo así como por fingir su propia muerte con todas las implicaciones legales de fraude que eso conlleva —no la miró a los ojos, sino a un punto de la frente, incapaz de enfrentar aquellos orbes castaños que llevaban media vida poblando sus sueños y sus pesadillas
—Conozco mis derechos. No necesito que…
—Tiene derecho a aguardar silencio, a no declarar contra sí misma y a confesarse inocente. Tiene derecho a un abogado, si no puede pagar uno, el Wizengamont designará uno de oficio para usted. Tiene derecho a conocer los cargos imputados para poder defenderse. Tiene derecho a contactar con una persona de su elección así como poner en conocimiento de un familiar que ha sido detenido. ¿Lo ha entendido?
—Morgan…
—¿Lo ha entendido? —se cruzó de brazos sin cambiar su tono ni su gesto.
—Sí —respondió ella.
—Potter —llamó Morgan dándose la vuelta —es toda tuya.
Y salió de la tienda sin volver la vista atrás.
…..
—Esto es una mierda —dijo Draco al fallar por décima vez en el hechizo.
Trastabilló, ligeramente mareado y Lovegood le dio un trozo de chocolate.
—Come un poco, ayuda —sonrió mientras le obligaba a morder el dulce.
—Es imposible. Ya te dije que no iba a funcionar, Granger.
—¿Qué recuerdo estás usando?
Él frunció el ceño.
—¿Qué te importa?
Ginny ahogó una risita y Luna se alejó, Hermione solo le ignoró y se sentó a su lado.
—Es importante, no vale cualquier recuerdo Draco, tiene que ser uno que te haga realmente feliz, uno que sientas aquí —señaló su pecho y abrió los ojos, sonriendo con auténtica alegría —Harry nos decía que cuándo él lo intentó la primera vez, pensó en su primer vuelo en escoba porque volar le hacía feliz, le hacía sentir libre, le hacía sentir él mismo. Pero incluso aunque eso le causaba una feroz alegría, no fue suficiente. Porque tiene que ser un sentimiento fuerte, intenso, pleno.
Él seguía con el entrecejo arrugado, pero parecía estar pensando en sus palabras, analizándolas en su cabeza.
—¿No tienes ningún recuerdo así, Draco? —preguntó ella con lo que parecía un brillo de dolor en sus ojos.
—Puede —dijo él con algo de brusquedad, mirando de soslayo a la pelirroja.
—Vale vale, he cogido la indirecta —se fue detrás de Luna y se sentó a una distancia prudencial.
—¿Quieres intentarlo?
—Por hoy será la última vez —dictaminó poniéndose en pie.
Ella asintió, contenta al escucharle ya que, con sus palabras, todo indicaba que él volvería a intentarlo y no se iba a dar por vencido.
—Está bien.
Se apartó de él y fue junto a las demás, esperando.
—¡Expecto Patronum! —pronunció Draco con fuerza, agitando la varita con los ojos cerrados.
Sintió la magia vibrar en su mano, arremolinándose en torno a sus dedos hasta agitar la madera y un patronus no corpóreo pareció derramarse de él a borbotones incontenibles.
—¡Lo lograste! —chilló Hermione corriendo hacia él.
—¡Bien hecho, Malfoy! —exclamó Ginny mientras Luna aplaudía con ganas.
Draco jadeó, mirándolas confuso y contemplando después la punta de su varita.
—Yo no… no tiene forma ¿Qué ha sido eso?
—No te preocupes —dijo la castaña abrazándole — es un patronus no corpóreo. Es normal que al principio sea así, no todo el mundo es capaz de hacerlo el primer día.
—A casi todos nos llevó más de una clase conseguirlo —le dio unos golpecitos en el brazo —no te preocupes, lo has hecho muy bien.
—Completamente de acuerdo —dijo Ginny ofreciéndole chocolate.
—Sabía que podrías lograrlo
Hermione le besó en la mejilla justo cuando el ciervo de Harry irrumpía en el salón.
—La tenemos —se escuchó su voz en la estancia —vamos al Ministerio.
—Por fin —susurró Hermione con un suspiro.
—Aún no es momento de celebrar, Granger —replicó Draco con gesto adusto —Aún queda una.
—La encontraremos —aseveró ella sin ápice de duda en su voz.
….
Cuando Harry entró en su despacho se encontró allí a Morgan, caminando de lado a lado de la estancia.
La violencia contenida que emanaba de su persona y de sus ademanes hizo que el auror contuviera un suspiro.
—¿Estás bien?
—No —respondió sin titubear —acabo de detener a la que posiblemente sea la única persona a la que he amado en mi vida, Potter ¿Te imaginas que tuvieras que detener a Weasley? —preguntó frotándose el rostro con las manos.
—No puedo imaginarlo, la verdad —dejando salir el aire con brusquedad, palmeó el hombro de su compañero — Está en la sala de interrogatorios, puedes quedarte aquí y yo…
—No —replicó él mirándole con intensidad —yo lo haré —cerró los ojos un instante y cuando los volvió a abrir, parecía algo más calmado —tengo que hacerlo… necesito hacerlo —terminó con más convicción.
—Bien —Harry señaló su mesa —empezaré el informe y te daré —miró su reloj de pulsera —¿Diez minutos? Antes de ir contigo.
—Mejor que sean quince.
—Quince entonces —respondió Harry.
Morgan caminó hasta las salas de interrogatorios con paso enérgico y decidido. Cuando llegó al cubículo en el que estaba la bruja abrió la puerta sin titubear y entró, caminando hasta la silla y sentándose frente a la mujer.
— ¿Por qué? —preguntó Morgan mirándola a los ojos utilizando de nuevo la oclumancia para ocultar todos y cada uno de los pensamientos y sentimientos que querían desbordarlo.
—Era lo que debía de hacer —respondió ella.
—¿Lo que debías?Ha muerto gente. Gente inocente ¿Eso era lo que debías hacer? ¿Convertirte en una asesina?
Vio como ella daba un respingo y apartaba la vista.
—Yo no he asesinado a nadie, Morgan, jamás.
El sonido de su nombre en sus labios, suave y melódico, golpeó su pecho haciéndole sentir un dolor físico, pero lo ignoró.
—Pero eres cómplice. Cómplice de cada agresión, acto vandálico, ataque y asesinato que haya cometido tu hermana o vuestros ejecutores.
—Yo no soy parte de la Revolución de la Sangre —murmuró tragando saliva.
—No es eso lo que parece.
—Sé lo que parece. Pero te estoy diciendo lo que es. Estoy dispuesta a pasar por la prueba del veritaserum, incluso de la legeremancia ¿Estás dispuesto tú, Morgan? —dijo mirándole a los ojos —recuerdo que eras un buen legeremante.
—Oh… ¿Lo recuerdas? Me sorprende que me recuerdes —masculló con rencor.
—Recuerdo muchas cosas —susurró Tabitha volviendo a apartar la mirada de él.
Morgan ignoró la punzada que sintió en el pecho e invocó con la varita varios pergaminos.
—Los permisos para la utilización de veritaserum. Puedes anotar al margen que estás dispuesta a una sesión con un legeremante —sonrió de lado —no tengo porque ser yo, solo tienes que firmarlo. Potter vendrá en unos minutos. ¿Por qué? —volvió a preguntar.
La vio inspirar profundamente y entrecerrar los ojos, aunque siguió sin mirarle.
—Me llamaste por el apellido Lestrange —dijo ella —así que supongo que sabéis de Maggie.
—Sí —respondió Morgan.
—Ella me encontró, mi hermana. Aunque supongo que todo esto ya lo sabes también. A mí me adoptaron siendo apenas un bebé pero a ella no. Creció en el orfanato hasta que, cuando tuvo diez años, la tía abuela de Rabastan y Rodolphus Lestrange, que también era una squib, la recogió y le contó todo.
—¿Cómo lo sabía ella?
—Crudelia Lestrange no fue dada en adopción, no supieron que era squib hasta que no cumplió once años y fue entonces cuando se deshicieron de ella ¿Cómo? No lo sé, no me lo han contado y no pregunté. Pero con el tiempo supo de nuestra existencia y nos buscó, encontró a Maggie y la llevó con ella.
—¿Y por qué no te buscaron antes?
—Crudelia no estaba demasiado bien de la cabeza y odiaba a los magos y brujas, les temía y le contó a Maggie todo tipo de locas ideas sobre este mundo y lo que le hacían a las personas como ellas, le prohibió cualquier contacto conmigo o con cualquiera del mundo mágico. Pero cuando ella murió Maggie me encontró.
—¿Por eso fingiste tu muerte? —masculló entre dientes aguantándose las ganas de gritarla y zarandearla con fuerza —¿Por eso me mentiste? ¡Por Salazar, Tabitha, me hiciste creer que te habían asesinado!
—No fue así —hizo una mueca —no exactamente.
—¿Y ahora por qué debo creerte? —rió sin humor —¿Por qué motivo tengo que confiar en lo que me digas?
—No tienes que hacerlo, pero igualmente te lo diré, Morgan. Después de que cancelaras nuestra boda por carta…
—Espera ahí —gruñó él extendiendo la mano para silenciarla —Yo no cancelé nuestra boda. Yo no pude regresar a tiempo porque estaba bajo la magia del contrato vinculante y tú lo sabías —se pasó las manos por el pelo revolviéndoselo —te pedí que vinieras a Nueva York.
Ella chasqueó la lengua.
—¿Y qué podía hacer? ¿Dejarlo todo? Mi trabajo y mi familia estaban aquí.
—Y yo lo entendí —murmuró él con voz ronca —y te pedí que me esperaras, que volvería en cuanto terminara la jodida misión.
—Lo sé. Pero entonces apareció Maggie y me contó todo acerca de… de nosotras, de quienes éramos, de lo que nos habían hecho.
—¿Y tú simplemente decidiste dejar por ella tu trabajo y tu familia? —le dedicó una sarcástica sonrisa — puede ser tu hermana pero no la conocías de nada, sin embargo por ella sí dejaste todo. Que… hermosos lazos de sangre.
—¡No es eso maldita sea! —ella golpeó la mesa con frustración —de verdad me atacaron en el Ministerio y estuve a punto de atravesar el velo, uno de los mortífagos de Voldemort que se infiltraron allí me hirió de gravedad. Maggie venía a veces conmigo al trabajo, intentábamos buscar más información de la que teníamos y, sabiendo que Rodolphus estaba en Azkaban, traté de hablar con Tonks en varias ocasiones para que me ayudara a ir hasta allí.
—¿Llevabas a Maggie al Ministerio?
Ella resopló.
—No es una muggle, es squib, sabes que ellos no tienen mágica pero son parte del mundo mágico, les guste o no a los snobs que creen que hay que erradicarlos de la faz de la tierra. No tiene prohibida la entrada aquí.
—Lo sé. No es eso lo me cabrea, Tabitha, es que sin apenas conocerla la metieras aquí. Le diste acceso a todo, acceso a los informes de cada una de las personas que fue utilizando después poco a poco.
—Eso no es cierto, algunas de las personas que han sido parte de la Revolución de la Sangre estaban en Hogwarts en aquellos días.
—Sí, pero no sus padres ¿Verdad? —sacudió la cabeza —fue un puto caballo de Troya y ni siquiera eres consciente de ello —se miraron retadores el uno al otro hasta que Morgan volvió a hablar —¿Qué pasó cuando te atacaron?
—Conseguí llegar a la sala en la que estaba ella y perdí el conocimiento. Cuando desperté estaba en casa de Adalid, me había curado aunque me pasé casi un mes en coma. dos meses hasta que conseguí mover las extremidades superiores y cuatro tratando de recuperar la movilidad de las piernas. Para cuando me hube recuperado del todo hacía casi un año que el mundo mágico me creía muerta y la guerra estaba a punto de comenzar.
—Así que decidiste seguir estando muerta —elevó el labio superior en una mueca salvaje — has estado muerta durante diez años, antes, durante y después de la puta guerra.
—Me abandonaste —dijo ella poniéndose de pie con brusquedad y cayendo de nuevo a la silla cuando la magia con la que estaba sujeta la impulsó hacia abajo—vi las fotos. Dices que yo te mentí pero ¿Qué hay de ti? Apenas me supiste muerta otra bruja empezó a calentar tu cama.
—¿Qué? —Morgan la miró con incredulidad —¿Qué fotos? —Sacudió la cabeza —¿De qué bruja hablas?
—¿De eso se trata? Yo tengo que ser sincera y tú vas a mentir ¿No? Una bruja rubia, ojos azules —apretó los dientes —vi las fotos del baile y otras posteriores, caminando por Nueva York, entrando en una casa, juntos…
Morgan frunció el ceño, pensando.
—¿Megan? —negó con la cabeza intentando encajar las piezas —Megan era mi compañera. Una auror de la MACUSA, casada ya en aquel entonces, madre de tres hijos. Si hubiera tocado uno solo de sus pelos su marido me habría fileteado con un cuchillo oxidado. ¿Estás diciendo que creías que ella y yo…? ¡Maldita sea! —gruñó —¿Quién te enseñó esas fotos?
La vio tragar saliva, se había puesto completamente pálida.
—¿Por qué tendría que creerte? —preguntó en un susurro.
—Por que yo jamás te mentí, Tabi. Nunca.
Una lágrima resbaló por la pecosa mejilla y se la retiró con brusquedad.
—Fue Maggie ¿Verdad? —preguntó él —Ella te mostró esas fotos —cuando Tabitha asintió, Morgan continuó hablando —¿Sabes que Chandburn es el hermano de Adalid? —ella volvió a asentir —¿Y sabías que era él al que estuve persiguiendo en Norteamérica?
Ella palideció más aún y le miró con los ojos abiertos de par en par.
—No —susurró sin apartar la mirada de él.
—Yo nunca dejé de amarte, Tabitha. Nunca. He pasado diez años llorando tu pérdida —Se acercó a la puerta y la abrió —Potter vendrá ahora —antes de salir se giró para volver a mirarla —nunca hubo otra mujer.
Cuando salió se apoyó en la pared y cerró los puños, aguantándose las ganas de golpear la puerta hasta convertirla en astillas. Inspiró hondo una y otra vez, recordándose quién y qué era, recordándose todo lo que había superado, todo lo que sabía que podía superar.
—¿Morgan?
La voz de Potter le hizo salir de golpe de la vorágine de sentimientos en la que se había zambullido y le miró.
—¿Si?
—¿Puedo entrar?
El Inefable asintió y se alejó por el pasillo.
—¿Morgan? —volvió a decir Harry —¿Estás bien? —preguntó cuando él se paró.
—No. Pero lo estaré.
Siguió caminando hasta que Harry lo perdió de vista y suspiró. Odiaba ser testigo del sufrimiento de sus amigos y Morgan durante aquellos meses de cooperación y trabajo codo con codo, se había convertido en eso, en un buen amigo.
—Bien Harry —se dijo dándose ánimos a sí mismo —vamos allá.
Cuando entró se sorprendió de ver a la bruja llorando en silencio.
Ella levantó la mirada al escuchar la puerta y la mezcla de ilusión y esperanza que brilló momentáneamente en aquellos ojos tan parecidos a los de Hermione, se apagó al darse cuenta de quién había entrado.
Harry carraspeó con algo de incomodidad y se sentó frente a la bruja.
—¿Y estos papeles? —preguntó señalando los pergaminos que había en la mesa.
—Mor… el auror Atwater me los dio —dijo con voz ligeramente ronca, empujando los papeles hacia Harry —es la autorización para el uso de veritaserum y la aceptación a tener una sesión con un legeremante.
—¿Das la autorización tú misma?
—Sí
—Está bien —él lo cogió, enrollándolo después de comprobar que todo estuviera en orden y lo guardó en su túnica —nos ahorrará bastante trámite y algo de tiempo. Gracias.
Ella se encogió de hombros.
—¿Quieres tomar ya el filtro? —preguntó Harry con su habitual tono tranquilo —podemos hacerlo ahora o esperar, al menos hasta que un abogado del Wizengamont se presente.
—No —ella extendió la mano —lo haré ya.
Harry le tendió el veritaserum y ella lo tomó.
—Sabemos que es posible burlar los efectos de la poción por lo que…
—Sí, por eso he añadido la autorización para una sesión de legeremancia ¿Lo harás tú?
—No —él se rascó la nuca —no tengo la capacitación necesaria. Se lo diré a Morgan o a cualquiera de los demás.
—¿Sabes dónde está Maggie?
—No
—¿Y eres consciente de todos los cargos que se le imputan?
— No lo sé.
Harry cogió una de las carpetas que había dejado sobre la mesa al llegar y la abrió, mostrándole las fotos del asesinato de Lucius, de Carrow, Clearwater, así como de lo que había ocurrido con Narcissa Malfoy, Parkinson y Nott.
—Merlín —Tabitha se llevó las manos a la boca y negó fervientemente con la cabeza —ella no ha hecho esto.
—SÍ, ha sido ella —señaló la foto de Lucius y Narcisa Malfoy —esto es de su autoría —tenemos testigo directo del caso —sacó una foto de Adalid Rymer — ella estuvo bajo una maldición imperius durante mucho tiempo ¿Fuiste tú?
—¡Por supuesto que no! —exclamó ella horrorizada.
—¿Eras consciente de la existencia del BR?
—Sí —respondió apretando los puños.
—¿Y de los crímenes que estaban cometiendo?
—No había crímenes. Ellos simplemente querían justicia
—No te equivoques —respondió Harry con la mandíbula tensa —querían venganza y créeme, hay una enorme diferencia entre una cosa y otra.
—Ella no haría algo así.
—Tu hermana odia al mundo mágico porque le dieron la espalda —dijo Harry con la voz tranquila y la mirada firme — culpó a todos los sangre pura de las creencias y actos de su propia familia y ha mentido, engañado, traicionado y asesinado en aras de una vengancia con la que ha disfrazado un problema mental porque, no te equivoques, tu hermana es una asesina y no voy a parar hasta atraparla y hacerla pagar por cada uno de los crímenes que ha cometido del mismo modo que hice pagar a Voldemort y a sus secuaces —Harry se levantó — Te vamos a acusar de fingir tu propia muerte ¿Es correcto?
—Sí, lo hice —murmuró ella.
—¿Lo hiciste para ayudar a tu hermana en su misión? —preguntó él.
—No, mis motivos fueron otros más… personales.
—¿Has ayudado en alguno de los asesinatos?
Ella tragó saliva.
—No
—¿En alguno de los actos del BR?
—Sí
—¿Has conocido a alguna de estas personas? —preguntó Harry mostrándole los nombres de todos los detenidos.
—A algunos.
—Te pediré que me escribes con cuales tuviste trato, por qué y para qué ¿Estás de acuerdo?
Ella asintió.
—¿Cuándo fue la última vez que vista a Maggie?
—Ayer, estaba conmigo en el campamento pero se marchó, estaba esperando a que regresara, de hecho pensé que era ella cuando Morgan entró en la tienda.
Harry la miró durante un instante y salió de la sala corriendo hasta su despacho.
—¡Morgan! ¿Tenemos a alguien en el campamento vigilando?
—No lo sé.
—Es posible que Maggie vuelva, si no lo ha hecho ya, tenemos una oportunidad de…
—Iré yo mismo.
Antes de que Harry pudiera añadir nada más, Morgan ya había dejado el departamento y corría hacía el Atrio, con un bufido de indignación, echó a correr tras él.
