Sangre, sudor y lágrimas

En el momento en el que Harry y Morgan se aparecieron cerca del campamento se dieron cuenta de que Maggie ya estaba allí, el problema es que la mujer los vio antes de que ellos la vieran a ella y aunque estaba sola, no estaba desprotegida.

Disparó hacia la mano de Morgan reventando su varita y dio una patada a Harry por la espalda. Éste cayó golpeándose la cabeza con una piedra y el Inefable rezó porque sólo hubiera perdido la conciencia porque, el pensamiento de que aquella zorra hubiera matado al niño que sobrevivió a Voldemort, lo dejó momentáneamente en shock.

—Ni se te ocurra moverte —siseó la mujer apartándose los enredados cabellos del rostro.

Morgan la miró, tras ella había algunos árboles tras los que sin duda había estado escondida y un barranco tras el que podía ver el bosque y otras montañas en la lejanía.

Sabía que irían y había estado esperándoles porque por allí no había camino ni modo de llegar. Estaba seguro de que Maggie regresó al campamento y supo lo que había ocurrido y lo que harían.

—Me has desarmado —dijo él encogiéndose de hombros como si no le importara verse apuntando por aquel arma muggle que había estado a punto de matar a Theodore Nott meses atrás.

—Tan valiente… Ni siquiera me recuerdas ¿Verdad? —rió, una risa maniática y desagradable —Claro ¿Por qué ibas a recordar a una squib? La gente como tú ni siquiera mira a los no mágicos ¿Verdad? —caminó, jugueteando con la pistola entre los dedos y pateó la cabeza de Harry antes de acercarse a él — te refrescaré un poquito la memoria —Hyde Park, tendrías unos dieciocho años, yo había descubierto ya quien era Tabitha y trataba de acercarme a ella de vez en cuando, cuando lograba que Crudelia no me siguiera el rastro. Os seguí por el parque —sonrió, perdida en sus ensoñaciones — eras tan guapo… —suspiró sacudiendo la cabeza — no entendía por qué ella tenía que tenerlo todo ¿Sabes? La adoptaron unos padres cariñosos mientras que yo crecía sola en Eagle´s Nest Home, tenía la magia, el acceso a un mundo que a mi se me había negado y un novio como tú. Y yo ¿Qué tenía yo? —gritó mirándole furibunda — ¡Absolutamente nada! Choqué contigo mientras esperabas que ella comprara unos helados y te sonreí, pero ni siquiera me miraste. Lo mismo pasó una y otra vez cuando intentaba acercarme a ti —gruñó, furiosa —siempre pendiente de ella, mirándola a ella…

Morgan no podía creer lo que estaba escuchando y sacudió la cabeza con asombro y lástima.

—Pero te fuiste y entonces llegó mi momento. Si no podía tenerte a ti la tendría a ella. Mi familia, mi hermana —sentenció con seriedad —Hacía tiempo que la Revolución de la Sangre había comenzado. Mis primeros… amigos —dijo sonriendo —eran squib, como yo, gente abandonada, denigrada y abandonada por los tuyos, pero pronto el nombre de Lord Voldemort empezó a resurgir y con él, el miedo y la desesperación. Hijos de muggles, mestizos… gente que temía por su vida o la vida de sus hijos fueron poco a poco uniéndose a nuestro silencioso movimiento. Les ayudábamos aquí y allá, escondiéndoles, dándoles algo de dinero si lo necesitaban, cobijo o ayuda. Mientras el mundo mágico comenzaba una guerra yo comencé mi propio imperio —levantó la cabeza con orgullo — No éramos nada más que una voz entre el rango más bajo de la sociedad, un susurro que se convirtió en un grito cuando acabaron con todos esos cabrones puristas que eran los artífices de nuestro destierro.

—Favor con favor se paga —murmuró Morgan.

—Algo así —dijo ella con altivez —algunos de mis compañeros murieron en la guerra, atrapados por esos carroñeros asesinos, pero pronto vinieron otros, gente con sed de sangre, con necesidad de venganza.

—¿Y Tabitha?

—Ella no sabía nada de esto pero yo no quería estar sola —se encogió de hombros restándole importancia —somos familia, debemos estar juntas. Además salvé su vida.

—¿Tú o Adalid Rymer?

—¿Acaso importa? —rió ella —Adalid hizo lo que yo le pedí.

—¿Quién la sometió al Imperius?

Maggie resopló.

—Nadie… en aquel entonces. Pero después vio algo que no debía y, simplemente, hubo que mantenerla un poco en estrecha vigilancia —rió con fuertes carcajadas.

—¿Fue Creevey?

—Oh por favor, Morgan —dijo usando su nombre como si se conocieran de toda la vida —dame un poco de crédito por favor. Dennis es un crío nada más, un niño enfadado y violento. No, no fue él, fue Penélope. Pero después hizo algo terrible —frunció el ceño y suspiró —le ordené terminar con Hermione Granger porque ¿Cómo es posible que una hija de muggles que había derogado tantas leyes contra los puristas y que vendía la idea de que cualquier ser mágico tenia derechos, se convirtiera en la puta de un Malfoy? —escupió al suelo y le apuntó con la pistola al ver que él gruñía y se acercaba un paso a ella —oh vaya, vaya, vaya ¿Así que el gran Morgan olvidó a Tabi y se enamoró de la pequeña heroína de guerra? —rió con alegría —que divertido.

—Yo no estoy enamorado de ella, pero es una gran amiga y una gran persona.

Maggie resopló.

— Debería estar muerta, pero Penélope no lo hizo porque —puso los ojos en blanco y la imitó —Hermione Granger me cae bien, es una mujer increíble y no voy a hacerla daño —se carcajeó con fuerza —pues le hice a ella lo que realmente quería hacer a Granger —miró al infinito con una sonrisa afectada, como si recordar aquello le hiciera muy feliz.

—¿Qué ganabas tú con todo esto, Maggie? Los Lestrange fueron quienes te abandonaron ¿Por qué has hecho pagar a otros lo que hicieron ellos? —sabía que era imposible razonar con ella, pero necesitaba ganar tiempo, al menos hasta que Potter pudiera despertar, si es que lo hacía.

Ella se encogió de hombros.

— ¿Acaso los Malfoy, los Nott o los Parkinson no eran iguales a ellos? ¡Todos lo son! Mortífagos, puristas, asesinos.

—No formas parte del mundo mágico —dijo con brutalidad — ¿Por qué iba a importarte?

Ella le fulminó con la mirada y aferró con fuerza la pistola, Morgan pensó, por un momento, que la utilizaría, pero ella rompió a reír de nuevo.

—¿Sabes? Tienes razón, me daba igual, pero mis amigos querían venganza y a mi no me disgusta la sangre —rió entre dientes —Te contaré un secreto, los muggles creyeron que entraron en nuestra casa a robar matando a la pobre tía Crudelia pero en realidad —bajó la voz, un suave susurro que helaba la sangre —lo hice yo —sonrió, asintiendo como lo haría una niña pequeña —fue muy divertido, todos los gritos, la sangre y los sonidos… —suspiró con melancolía —es una pena que durase tan poco —frunció el ceño con frustración —así que todos ganábamos, ellos y yo.

—¿Y Tabitha?

—Es mi hermana —dijo volviendo a parecer enfadada —ella me quiere —su voz era suave y susurrante — nadie me había querido antes.

—Ella no sabe que eres un monstruo

—Ella sabe lo que tenía que saber. Nada más.

—¿Por qué la obligaste a fingir su muerte?

—¿Obligarla? —dio un paso hacia él apuntándole de nuevo con el arma muggle —yo la salvé. Esos animales estuvieron a punto de matarla. Tardó meses en recuperarse ¡Meses! Yo la quería conmigo asi que… me la quedé.

Él bufó

—No es un perro o un gato ¡Maldita sea! es una persona.

—Es mía —sentenció —Ella me contó todo sobre ti, dónde estabas, las ganas que tenía de verte, de decirte que seguía viva. Lloraba, cuando pudo pensar de forma coherente, claro. Al principio estuvo en coma y después tenía lagunas de memoria y un montón de problemas —hizo un gesto displicente con la mano, restándole importancia —entonces supe que tenía que hacer algo y cobré alguno de los favores.

—Las fotos

— Exacto ¿Quién crees que le dio esas fotos? —Maggie sonrió, una sonrisa torcida llena de odio —pensé que tendríamos que hacer algo… digital. No se me dan muy bien los ordenadores pero, como te digo, conozco gente en todas partes. Pero no, tú me lo pusiste muy muy fácil, paseando por todas partes con esa bonita rubia.

—Era mi compañera —siseó entre dientes.

—¿Y a quién le importa? Te aseguro que parecía mucho más que eso —frunció los labios en un gesto divertido, como si disfrutara de los recuerdos —Tabi se creyó cada palabra. Que la olvidaste, que habías rehecho tu vida… — suspiró —pero me tenía a mi. A partir de ese día nos teníamos la una a la otra y fue perfecto. Al menos hasta que se me fue la mano con Malfoy —rió entre dientes —oh… aquella sensación, la sangre.. ufff —se pasó la mano por la boca, como si recordara el beso de un amante — desde entonces no lo pude parar —se tocó el pecho en un gesto de nerviosismo —necesitaba esa sensación, esa adrenalina…

—Necesitabas matar

—Sí —sentenció la mujer.

—¿Cómo elegíais a las víctimas?

Ella volvió a encogerse de hombros.

—Pura casualidad. Teníamos una lista y mis chicos se ocupaban de buscar al más… adecuado —rió otra vez, como si encontrara divertido algún chiste privado —Oh pero yo quería a Hermione Granger.

—¿Por qué a ella? —él entrecerró los ojos —¿Por su relación con un Malfoy —preguntó él en un susurro suave — o por lo mucho que se parece a tu hermana? —sonrió con crueldad —¿Es por eso Maggie? ¿Es por el enorme parecido que tiene con Tabitha? ¿Cómo no eras capaz de matarla a ella querías quitarte las ganas con Hermione Granger?

—Eres muy listo —dijo con un brillo de admiración en sus ojos — deberías haberte fijado en mi, Morgan —suspiró —no me gusta tener que matarte.

—Lo mismo digo —murmuró él invocando la varita que estaba cerca de Potter — ¡Accio! —le arrebató el arma y la tiró al suelo —¡Depulso!

Una onda expansiva empujó a la mujer que cayó hacia atrás y rodó por el suelo hasta quedar en el borde del acantilado.

—Mierda

Morgan corrió hacia ella, tropezó con Harry pero aún así rodó por la hierva y la sujetó, cayendo con ella por el precipicio.

Morgan consiguió sujetarse y la atrapó antes de que se deslizara por la pendiente, aferrando su muñeca con fuerza.

El sudor hacía que la piel de sus manos y del brazo de la mujer estuviera resbaladizo y, mientras afianzaba los pies en el saliente, sujeto a la roca con la otra mano, intentaba tirar de ella hacia arriba sin conseguirlo.

—Maldita sea ¡Potter!

Todo lo que le respondió fue el silencio y volvió a maldecir, sintiendo como ella se le resbalaba de entre los dedos.

—¡Joder! ¡Sujétame! —gritó mirando hacia ella — ¡Agárrame con la otra mano!

Los ojos de Maggie brillaban de pura enajenación y sonreía, una sonrisa demente que le heló la sangre en las venas.

—Ella te odiará el resto de tu vida —dijo antes de soltar una carcajada — ¿Crees que te perdonará por haber matado a su hermana?

—¡Agárrate maldita sea! —volvió a gritar al sentir que ella caía un poco más —¡Potter!

No iba a lograrlo.

Sabía que no podría aguantar más de un par de minutos, siendo completamente optimista. ¿Cerró los ojos intentando con todas sus fuerzas no dejarla caer y sintió un nudo en la garganta al pensar que, asesina o no, era la melliza de Tabitha y no iba a poder salvarla.

La oyó reír de nuevo cuando el agarre cedió un poco más.

—Te odiará eternamente —canturreaba sin dejar de reír — esa será la mejor venganza de todas.

—¡Morgan! —El Inefable escuchó la voz de Harry y se tensó.

—¡Potter, aquí!.

En el mismo instante en el que Harry se asomaba al barranco, Maggie se balanceó y se escurrió del asimiento de Morgan, cayendo al vacío con un grito sordo.

—¡No! —Morgan miró hacia abajo al sentir que se liberaba de su peso y apretó los labios maldiciendo con brusquedad.

—¿Qué ha pasado? — Harry le ayudó a subir y Morgan vio la sangre que caía por su sien y su rostro hasta su clavícula —me dejó fuera de juego —dijo con una mueca de dolor tocándose la frente — lo siento.

—Gracias —dijo sin embargo tendiéndole la mano que Harry estrechó y devolviéndole su varita—ella no quería ayuda, de todos modos.

—La oí —respondió Harry con el rostro oscurecido —la escuché decirte que te odiaría eternamente, que sería la mejor venganza ¿A qué se refería?

—Estaba completamente loca, Potter —susurró sacudiendo la cabeza — mezcló todo en su cerebro, el odio de Crudelia, la envidia y los celos hacia su hermana… quiere que Tabitha sepa que murió por mi culpa y me odie por ello.

—Ella no murió por tu culpa y con un recuerdo y un pensadero puedes demostrarlo, incluso si mi versión no valiera un knut.

—No es… era una bruja, Potter. No creo que haya pensando en esa posibilidad, supongo que creerá que, muerta ella, la verdad muere con ella y lo habría hecho si no le hubiese gustado tanto escucharse a sí misma.

Harry se asomó al abismo e hizo una mueca.

—Supongo que habrá que bajar y verificar.

Morgan asintió asomándose también y frunció el ceño.

—Puedo bajar yo.

Harry negó y señaló los restos de la varita de Morgan

—Ve y consigue otra, manda de vuelta a Higgs y que traiga a un par de aurores de los que estén en central.

—Está bien.

—Habrá que hablar con Tabitha —dijo Harry con una maldición —dejé el interrogatorio a medias.

—Yo iré.

—¿Estás seguro? —preguntó el auror.

— Sí. Es algo que debo hacer yo.

—Solicitaré el uso de un pensadero si lo necesitas, Morgan.

—No —el Inefable inspiró hondo —después de todo no voy a justificar mis actos a no ser que sea necesario hacerlo en el juicio en cuyo caso participaré con gusto —se frotó las manos — Tabitha Wright o Lestrange, como sea, ya ha dudado de mi con anterioridad, al fin y al cabo fingió su muerte por no confiar… si ahora quiere creer que maté a su hermana —se encogió de hombros —es su problema.

Se marchó dejando a Harry en el campamento y fue directo a su despacho en el Departamento de Misterios. Todos los Inefables y Aurores tenían varitas de repuesto que, si bien no se sentían tan cómodas como las propias, les sacaban del apuro en ocasiones. Acudiría a Ollivander´s al día siguiente o aquella tarde si le daba tiempo a salir antes del cierre.

Con un suspiro se encaminó al pasillo en el que se encontraban las salas de interrogatorios y se paro tras la puerta del lugar en el que ella se encontraba.

Todo estaba sucediendo con tanta rapidez que ni siquiera había tenido tiempo de sentarse a pensar en ello y a valorar todo lo que había visto y oído en las últimas veinticuatro horas. Quería hablar con Minerva y pasar un rato consigo mismo, gestionando el giro de ciento ochenta grados que había dado su vida en apenas un parpadeo.

Haciendo de tripas corazón entró y cerró tras él, fijando de nuevo la vista en la mujer.

Sintió que sus rodillas flaqueaban y es que no era capaz de asimilar del todo su presencia, de verla viva, de verla allí, fuera de sus sueños y sus pesadillas, como sin un fantasma onírico se hubiera vuelto de carne y hueso de un día a otro y poblara su realidad del mismo modo que lo había hecho con sus fantasias.

—Has vuelto ¿Dónde está Potter?

—Me temo que han surgido imprevistos —dijo pasándose la mano por el pelo.

Tomó el respaldo de la silla con una mano y lo giró, sentándose con los brazos apoyados en él.

—Lo siento —susurró con el cejo ferozmente fruncido.

La vio abrir la boca y cerrarla, intentando controlar su respiración.

—¿Qué ha… qué ha pasado? —él no dijo nada, simplemente la miró —¿Morgan? ¿Qué ha ocurrido?

—Volvimos al campamento —respondió dejando su expresión vacía —Maggie estaba allí.

—¿La habéis atrapado? ¿Dónde está?

Morgan negó lentamente con la cabeza.

—No pudimos atraparla —murmuró.

—¿Escapó?

Ella no pareció aliviada por el dato, realmente Morgan no era capaz de identificar qué sentimientos tenía la mujer en esos momentos.

—Ella murió, Tabitha —dijo él con suavidad.

Contempló como el rostro de la bruja palideció aún más y cómo sus preciosos ojos castaños se empañaban y las lágrimas se derramaban por sus mejillas.

—¿Qué le hicisteis? —preguntó sin pensar.

Morgan, sin poder contenerse, soltó una fría y brusca carcajada si humor que hizo que la mujer diera un respingo.

—¿Sabes? —dijo con una mueca feroz —no esperaba otra cosa de ti salvo la duda. Después de todo… eres una Lestrange ¿Verdad? —alzó una ceja —Es curioso que creas que nosotros hemos matado a tu hermana después de que ella se haya convertido en la primera asesina en serie squib del mundo mágico.

—No he dicho que la hayáis matado —replicó ella.

—¿Ah no? —Morgan sonrió de forma fría y preguntó, sabiendo que ella aún seguía bajo los efectos de la poción —¿No has pensado que le habíamos hecho daño?

—Sí, lo he pensado —ella le miró fulminándole con la mirada y añadió —pero no creí que hubieras sido tú.

—¿No me crees capaz de asesinar, Tabitha? —preguntó él con la voz suave y oscura.

—No a mi hermana. No a sangre fría al menos.

Él apretó los dientes. Eso era algo, al menos.

—¿Quieres saber qué es lo más irónico de todo esto? —rió entre dientes —si obviamos el hecho de que has vuelto de entre los muertos y todo eso que sí, tiene bastante de ironía —Que siendo Voldemort hijo de un muggle intentó asesinar a mestizos y nacidos de gente no mágica mientras que tú y tu hermana, que provenís de una de las familias de los Sagrado Veintiocho, hayáis intentado hacer lo mismo con los sangre pura. Cada uno de vosotros intentando asesinar a su propia gente, por decirlo de algún modo.

—¡Yo no formé parte nunca de la revolución de Maggie! —gritó ella

Cómo en aquella ocasión, las palabras de la mujer eran fruto del filtro de la verdad, él le prestó más atención.

—¿Y por qué estabas con ella?

—Porque la quería —susurró —era lo único que me quedaba.

Morgan se levantó arrastrando la silla.

—Porque así lo decidiste tú, Tabi —respondió él llamándola de nuevo por aquel diminutivo y endureciéndose al ver como ella temblaba al escucharle —yo siempre estuve allí pero no me creíste, preferiste creerla a ella. No te diré lo que me contó antes de morir —añadió con una mueca —dejaré que la llores antes de destruir tu pequeño y maravilloso castillo de naipes, pero créeme, ella no solo destrozó mi vida, también la tuya.

Cuando salió de allí, Morgan se fue a su casa porque, aunque sabía que sería de gran ayuda para Potter en el campamento, no se creía capaz de ser práctico y útil en ese momento.

Necesitaba, realmente necesitaba la soledad y el silencio hasta estar seguro de poder lidiar con todo aquello de forma madura y correcta.

…..

Hermione y Draco llegaron al Ministerio a tiempo de encontrarse con Higgs para ir al escenario del crimen, si es que podía llamarse así al campamento.

Habían recibido el patronus de Harry estando en Grinmauld Place avisándoles de lo que ocurrió y no perdieron tiempo.

Draco discutió con ella hasta que consiguió acompañarla, alegando que tenía aún el beneplácito del Ministro para trabajar con el departamento ya que nunca se había derogado, únicamente dejado al margen mientras perdió la memoria.

Refunfuñando se fue con él hasta llegar junto a Harry.

—No hacía falta que vinieras —dijo el auror al verla.

—Eso mismo he intentado decirle yo —masculló Draco tras ella.

—Toda ayuda es buena, Harry —respondió Hermione mirando a Draco con reproche.

—Eso es cierto —dijo el moreno

—¿Qué ha pasado? —Preguntó la bruja acercándose a su amigo.

Harry suspiró pasándose la mano por el pelo y les contó lo poco que recordaba del encuentro con Maggie Rymer.

—Hasta que Morgan no nos cuente todo lo que hablaron yo también estoy un poco a ciegas, todo lo que sé es que cuando recuperé la conciencia y me acerqué al escucharle, le vi intentando aferrarse con una mano a la roca mientras trataba de sujetar a Maggie con la otra, ella se resbaló y terminó cayendo al vacío.

—¿Alguien ha bajado a verificar el cuerpo? —Hermione se estremeció y Draco apoyó discretamente la palma de la mano en su espalda.

—Yo bajaré —señaló la escoba que había llevado Higgs —dependiendo del estado del cuerpo y de la situación habrá que subirlo o bajará Creepingbear hasta él.

Draco chasqueó la lengua y resopló.

—Potter, no tengo muy claro que vayas a encontrar un cuerpo —espetó con lo que a Hermione le pareció la delicadeza de un erizo —si ha caído muy abajo es posible que sea…

—Draco —siseó la castaña dándole un pellizco —No digas esas cosas.

—Ni siquiera sabes lo que iba a decir —resopló él mirándola, furibundo.

—Puedo imaginarlo —masculló.

—Voy a bajar —Harry tomó la escoba, se subió en ella y pateó el suelo, alejándose de ellos en dirección al barranco.

—Ibas a decir papilla, o pure —dijo ella cruzándose de brazos.

Draco se encogió de hombros.

—Puede —murmuró con una sonrisa presuntuosa —ahora sí acabó todo —puso las manos en las mejillas de Hermione y pegó su frente a la de ella, suspirando — ahora podremos dejar el Lugar Seguro.

— He pensado —dijo ella ligeramente sonrojada —que podríamos no sé, dejarlo así un tiempo, al menos.

Draco sonrió, dejando sus mejillas para rodearle la cintura con los brazos.

—Podrían ser nuestras habitaciones —dijo él dandole un beso en la sien —las ampliaré un poco más, necesitaríamos un par de vestidores… pero el dormitorio de al lado serviría si lo anexáramos.

—¿A ti gustaría eso?

—Granger —dijo mordiéndole la oreja y susurrándole muy bajito —hace ya un tiempo que mi hogar es el lugar en el que tú estas, aunque es cierto que me gustaría permanecer en la mansión.

Ella le rodeó el cuello con los brazos.

—Pensaba que querías regresar a Francia.

Él acusó el golpe con una mueca.

—Sabes que eso fue…

Hermione rió y le puso un dedo sobre los labios para que guardara silencio.

—Lo sé. No me importará vivir en la mansión —se encogió de hombros —al fin y al cabo llevo meses viviendo en ella, al final me he acostumbrado, al menos a nuestro pequeño Lugar Seguro. No es que me sienta demasiado cómoda en una casa tan enorme pero supongo que me da igual siempre que pueda estar donde estés tú.

La sonrisa de Draco fue sincera, plena, e iluminó sus bonitos ojos grises hasta que parecieron mercurio fundido.

—Podrás hacer cualquier cambio que quieras.

—No creo que tu madre estuviera muy feliz con eso —murmuró ella.

—Mi madre adorará dejarte a ti todas las obligaciones y deberes de la señora Malfoy.

Ella sonrió, alzando una ceja en una perfecta imitación de él.

—Draco ¿Me estás pidiendo que me case contigo? —preguntó

—No —respondió él con desparpajo —cuando lo haga, seré obvio y no tendrás que preguntarlo.

—¿Eso quiere decir que lo harás?

—Puede —sonrió robándola un beso corto.

Vieron pasar a Harry cerca de ellos y se apartaron, mirando al auror que había bajado de su escoba y la estaba dejando apoyada en el enorme tronco de un ciprés.

—¿Y bien? —preguntó Hermione.

—Está muerta —hizo una mueca de desagrado —y el cadáver es… —miró a Malfoy difícil moverlo. Lo positivo, por decir algo, es que está en un saliente bastante grande, con espacio para Creepingbear y sus herramientas, así que bajarán.

—¿Qué hay de Morgan? —preguntó Hermione —esperaba que viniera por aquí.

—Se fue al Ministerio. Yo dejé a medias el interrogatorio de Tabitha cuando vine tras Morgan, supongo que habrá ido de nuevo a hablar con ella. Me dijo que quería ser él quien le contara lo que había ocurrido.

Hermione suspiró.

—Algo me dice que Atwater no va a volver por aquí —acotó Draco — al menos no por hoy. Si ha tenido que enfrentar la muerte de Maggie y las lágrimas de Tabitha… necesitará un poco de whisky y algo de soledad. Apuesto un galeón a que está en casa.

—¿Pero a ti que demonios te pasa? —Hermione puso los ojos en blanco —espero que nunca trabes amistad con George Weasley.

—¡Salazar! ¿Con un Weasley? Cuando el infierno se congele —masculló con vehemencia.

Harry y Hermione rieron.

—¿Podéis avisar a las serpientes de que ya pueden dejar el nido? —preguntó antes de dar un breve abrazo a Hermione y sacar su varita.

—Me acercaré —dijo Draco tomando la mano de Granger para aparecerse.

—Estaré en el Ministerio, al menos las próximas dos horas.

—Hoy no, probablemente tampoco mañana —añadió Hermione —pero necesitamos celebrar esto en algún momento, propongo el mismo salón de Nochevieja.

Draco rió y miró a Potter.

—Nos pondremos en contacto.

Cuando ambos se aparecieron en Malfoy Manor ella bostezó.

—Escribiré a San Mungo para pedir una cita con Katie, es hora de la siguiente revisión.

—Iré contigo —dijo Draco rápidamente.

—Contaba con ello —respondió la mujer sonriendo —También visitaré a un doctor muggle, me gustaría tener alguna ecografía de nuestro bebe ¿Vendrás allí igualmente?

—Sí —concluyó el rubio —¿Qué es una ecografía?

Y, durante la siguiente hora y media, Hermione explicó a Draco qué era una máquina de rayos X y para qué se utilizaban en la sanidad muggle.