Olía a leche y galletas.

Demons estaba recogiendo el desayuno de James. Le encantaba acercarse a ella por detrás mientras tenía las manos ocupadas, así podía abrazarla, besarle la nuca y frotarse con ella de forma sugerente mientras ella tenía las manos mojadas y llenas de espuma, indefensa.

_Los lunes se han convertido en mi día favorito de la semana. Adoro las guarderías.

_Deja de ronronear, Severus. Los lunes se trabaja. Tú y yo, tenemos una cita en el banco. Recuerda que los lunes soy una mujer de negocios.

No le engañaba, veía como se erizaban los vellos del brazo, así que pasó de su reprimenda y continuó depositando escabrosos besos en su nuca y detrás de las orejas. Con deliberada lentitud, comenzó a alzar el borde de su falda rozando sus muslos con la punta de sus dedos.

Demons se secó las manos y se giró hacia él. Snape disfutó del tacto de sus suaves manos con olor a lavavajillas en sus mejillas y de la manera en que ella demoró unos segundos el encuentro de sus labios, torciendo la cabeza para salvar la punta de su nariz. Tomó su boca con tiento, rozando primero con sus labios. Atrapó uno de los suyos arañando suave la blanda carne.

La tigresa estaba devorándole.

Snape apretó aún más sus brazos su cuerpo. Había ganado en rotundidad desde su embarazo. A Severus le encantaba la forma en que ahora su no tan estrechas caderas ocupaban la palma de sus manos y tiró desde ellas de su falda enrollando la tela sobre sus nalgas al tiempo que empujaba su pierna entre los esbeltos muslos de Paula.

Dejaba que sostuviera su cabeza y que la girara o al apartara para volver a besarle con más pasión. Demons abandonaba a veces su labios y sentía sus dientes en su barbilla y su aliento le abrasaba la garganta hasta llegar al borde de su camisa y volver a ascender para saborearle. Notaba como ella se estremecía cada vez que presionaba su pierna contra su monte de venus. La haría cabalgar en su rodilla, conseguiría con sus caricias que ella moviera sus caderas sobre su muslo buscando un contacto más directo.

_La última vez que fuimos al banco, aquel tipo del bigote nos tuvo esperando más de una hora. Me encantaría que esta vez nos esperara él y luego... le dejaría imaginar por qué hemos tardado...

_¡Eres terrible!

_Y a ti, pequeña pervertida, te encanta.

Le mordió el lóbulo de la oreja y descendió con sus dientes por el grácil músculo de su cuello. Le encantaba el nombre de ese músculo. Esternocleidomastoideo. Veintidos letras. A veces jugaba a deletrear cada una con besos y suaves dentelladas a lo largo del mismo. Esternocleidomastoideo. Al llegar a la clavícula obtenía como recompensa el profundo suspiro de Demons y con suerte, un imperioso tirón de sus cabellos para que ascendiera a besarla en la boca.

La tigresa le arañaba la espalda.

Pronto, a su decidida mujer de negocios le sobraría la ropa. No la suya propia, no, pero a él le desnudaría en menos que canta un gallo. Ahí estaba, sacándole la camisa del lazo del cinturón, (sin importarle que a él le hubiera costado un tiempo que quedara sin una arruga, perfectamente pegada a su torso), y clavándole sus cortas uñas en la espalda desnuda.

Severus gruñó como una fiera salvaje, pero no frenó en su intento: quería poseerla hasta el delirio... en más o menos, media hora, porque tenían que llegar a tiempo al banco (¡malditos muggles!) para conseguir que le concedieran de una vez el crédito para comprar la maquinaria del laboratorio. Alejó los números de su cabeza, el muslo de Demons era mucho más atrayente, sobre todo ahora que lo subía y lo enroscaba alrededor de su cadera usando el tacón de su zapato para espolear sus nalgas (¡oh, sí, mi exigente amazona!) y que se pegara más a ella.

_Te odio, Snape_ musitó ocultando su rostro en el pecho del mago_ ¿Por qué me haces esto?

_¿Por qué le hago qué, señorita Demons?¿Hacerla llegar tarde a su importante cita de negocios?¿Arrugarle la falda?¿Empaparle la ropa interior?

El timbre de su voz provocó un escalofrío en la columna de la muggle y jadeó sin querer cuando él la levantó con sus manos y la sentó en la encimera de la cocina mientras la sujetaba por la nuca con una mano y con la otra forzaba a su otra pierna a rodear también su cintura.

_ Básicamente por dos motivos..._ él seguía hablando, ella simplemente se concentraba en respirar sin gemir mientras la mano que había llevado hasta su sacro la empujaba inmisericorde hacia el bulto de sus pantalones_ ... uno, no hay mayor triunfo para mí que verla sucumbir ante su más culpable y placentera debilidad y, dos, ... tengo que seguir ganándome mi sueldo, señorita Demons. El día que no despierte su deseo, me despedirá y moriré de inanición.

Demons le soltó el cinturón rápidamente y castigó con sus caricias el ariete que la amenazaba.

_Tiene razón, señor Snape..

_Prince..._interrumpió Severus mientras volatilizaba la ropa interior de Paula.

_ ¡Brrr...!_ fingió protestar, de repente sentía frío si él se retiraba de ella_ Señor Prince... tenemos que aprovechar bien el tiempo... usted tiene ya una edad y puede que su... vigor... decaiga en cualquier momento.

Snape la sostuvo por la cintura y la levantó en peso guiando su cuerpo para atravesarla mientras ella se sostenía apoyándose en sus hombros y aferrando sus piernas en torno a su cintura. Severus lanzó hacia ella varias veces su cadera hasta que la vió morderse los labios.

_¿Tiene algo que decir de mi vigor ahora, señorita Demons?

Ella negó con la cabeza varias veces antes de rogarle que siguiera.

Podía haberla llevado al dormitorio, o por lo menos, al sofá. Pero, (¡qué demonios!) ¿cuánto hacía que no la poseía de pie?¿o en la cocina?¿o sin tener que poner pestillos a la puerta e insonorizar la habitación? ¿cúanto hacía que no tenían que preocuparse en aguzar el oído por si algún llanto venía de la habitación de al lado o (peor aún) por si escuchaban pisadas al otro lado de la puerta?. En este momento, su mayor preocupación era no tropezar con sus pantalones mientras la apoyaba en la pared para poder recorrer su interior muuuuy despacio, hasta que gimiera.

_Dime que me quieres_ exigió él. Le encantaba hacer que la obligaba a decírselo.

_Tequierotequiero_ respondió rápidamente ella entre gemidos. Le encantaba que le arrancara esa declaración en esos momentos. Pareciera como si, le poseyera el alma además del cuerpo.

Severus y la besó en la boca, satisfecho de sí mismo.

Sintió un sabor metálico.

Se retiró de ella que protestó débilmente al notar que detenía sus movimientos.

_ ¡Paula!

Snape tocó sus propios labios manchados.

_Estás sangrando...

Ella se palpó asustada los labios y la boca.

_ ¡No es mía!

Severus sabía que suya tampoco... ¿qué diablos...?

Abrió los ojos, completamente lúcido.

Había soñado con ella, el olor de la leche con galletas había traído a su memoria el recuerdo de aquella mañana y estaba soñando con ella.

Lo de la sangre... eso no había ocurrido. Habían concluído sudorosos y exhaustos, resbalando al suelo desde la pared, y con el tiempo justo de entrar en la ducha y cambiarse de ropa, llegando a tiempo para conseguir el dinero para su laboratorio.

"Los sueños son solo juegos de nuestro subconsciente" le explicaba Paula acariciando su pelo más de una vez, cuando él la despertaba con su peso buscando el refugio de su cuerpo, cuando tenía algún sueño inquietante y recordaba su antigua pesadilla "mientras soñamos nuestro cerebro ordena la información, ¡no siempre van a ser sueños premonitorios, Severus! ¡deja de preocuparte por cosas que aún no han pasado!".

Ordenar información.

Sangre.

Había sangre en casa, en los fragmentos del suelo del salón. Sangre que no era de Paula.

Más decisión y desenvoltura que nunca, Severus se apareció en su destino, su casa.

Con la agilidad de un gato se agachó en los entre los fragmentos de porcelana y cristal roto. Efectivamente, como recordaba había varios pedazos manchados de sangre como... si le hubieran incrustado en la piel a alguien. Severus torció la sonrisa. A Paula le encantaban las películas de misterio y asesinatos y, aquellas que incluyan eficiente analista qué encontraba pruebas físicas en los restos recogidos del escenario del crimen, eran sus favoritas. Así que, Severus, obligado a verlas por las noches en aquel aparato diabólico mientras leía (o simulaba que leía) tenía ciertas nociones acerca de que la sangre podía ser analizada y dar con un sospechoso. Claro que, se necesitaba otra muestra para comparar a quién pertenecía la sangre aunque, si las películas tenian algo de verdad, a veces se encontraban datos acerca de las personas implicadas como pequeñas pistas: ser diabético, pertenecer a una raza determinada..., que podrían ayudarle a saber dónde buscar.

Y él tenía todo un laboratorio a su disposición para analizar las muestras.

¿Qué hora era?

Daba igual la hora, seguro que Deborah estaría encantada de participar cuándo se enterara de que Paula corría peligro. Sin embargo, la expresión de su cara al encontrarle en su puerta no le auguraba nada bueno.

_¡Son las 2 de la mañana, Severus!, ¿se puede saber qué coj...?... ¡Qué haces aquí!.

Snape la miró sin saber muy bien cómo explicarle lo ocurrido. Eran muchas explicaciones que tenía que dar, si quería recabar su ayuda.

_ ¿El niño?_ preguntó asustada.

_ Tu ahijado está bien Deborah _ Deborah respiró tranquila un segundo_ ...Se trata de Paula.

La mujer de color le abrió por completo la puerta de su casa y le pidió que se acomodara en un sofá mientras ella se tapaba con la bata un corto camisón de seda.

_ ¿Qué ha ocurrido? ¿se ha hartado ya de ti y te ha dejado en medio de la noche? _ ella siempre había agorado el fin de su relación_ ¿Vienes aquí a buscarla acaso?

"Lo mejor para decir algo difícil es decirlo y ya, a qué pensar tanto". Las reglas de Paula.

_ Ha entrado en casa, se la han llevado.

¿Cuánto puede palidecer una persona de color? Deborah palideció.

_¿Son los de tu antigua banda... otra vez?_ si había una persona que rivalizara con Paula en uno de sus ataques de ira, era ella_ ¿pero quién demonios eres? ¿el maldito Bruce Willis?... ¡todo te ocurre a ti!

Era una acusación. Él tenía la culpa aunque no tuviera ni idea de quién era Bruce Willis.

_Deborah, comprendo...

_¡No! no comprendes una mierda... no has dejado de poner a Paula en peligro desde que la conociste. Pensé que habías dejado todo eso atrás cuando volvísteis después de que Paula dimitiera y se fuera a buscarte a Europa... pensé que eráis una familia normal... o todo lo normal que puede ser con una madre adicta a las emociones fuertes y con un padre de dudosa moral que raya en la delincuencia.

Nunca se le había enfrentado tan abiertamente, aunque bien sabía que no era de su agrado. La miraba celosa siempre que los tres estaban juntos, él se la había robado.

_Pensé que os contendríais los dos por ese niño. James es el mejor chico que conozco y creía que era afortunado de teneros a ambos, aunque hubiera heredado tu físico... ¿y ahora vienes a mi casa a las 2 de la mañana para decirme que alguien... ¡ha entrado y ha secuestrado a Paula!? ¡Así, sin más! ¿Qué has hecho?

Severus se mantuvo sereno y, contrito, frenó su instinto de víbora que mandaba órdenes a tu cerebro para contestarle de forma mordaz e insultante. Se contuvo porque... pensaba en Paula y que esta mujer podría ayudar a encontrarla.

_Había sangre..._pronunció entre dientes_ ...en algunos objetos. Paula los tiró para defenderse y se ve que hirieron a alguien ¿podrías analizarla? ¿Podrías... encontrar alguna pistas...?

_Podría... Pero no lo haré. Al menos, hasta que me expliques de una vez por todas quién eres y por qué me traes eso a mí, en lugar de llevarlo a la policía.

Snape se levantó.

_Vístete y te lo explicaré en el laboratorio.

La mujer se cruzó de brazos y meneó su cabeza afirmándose en su decisión.

_Como quieras_ dijo él.

Deborah no estaba preparada para lo que ocurrió a continuación. Snape sacó un palo de entre sus ropas y lo agitó delante de sus narices mientras la agarraba del brazo. Sintió que las tripas se le iban a salir por la boca, aprisionada como si tuviera que pasar su voluminoso cuerpo por un agujero demasiado estrecho. Cuando pudo fijar la vista y notar que se encontraba en el laboratorio, simplemente alucinó.

_¿Quién eres? ¿qué coj..?¿Qué eres?

_¿Crees en la magia, Deborah?_usó su persuasiva y autoritaria voz de profesor_ y no te estoy hablando de Santa Claus, o del Ratoncito Pérez. No de trucos de cartas o de bellas modelos seccionadas limpiamente por la mitad. Te estoy hablando de magia de verdad, de este tipo de magia...

Snape agitó la varita y una lengua de fuego salió de su extremo, enroscándose en el suelo alrededor de ella, convirtiéndose en una serpiente que luego se volatilizó ante sus asombrados ojos.

_Soy un mago y hay más como yo, cientos como yo sólo en Londres. Hay magos y brujas, buenos y menos buenos... y hay magos tan perversos que el mundo no estaría preparado para conocerlos_ Snape fijó en ella su intensa mirada_. Créeme Deborah, yo no elegí que Paula entrara en este mundo pero, se lo agradezco a su Dios cada minuto que paso con ella. Hubo una guerra terrible, entre los magos más blancos y los más oscuros y, Paula y yo estuvimos en el medio. Yo... trabajaba... para los dos bandos.

_¿Un espía doble?

_Algo así_ dijo Snape torciendo la sonrisa, recordando_ y era bueno, era muy bueno. No pensaba que mi vida durara más allá de esta guerra hasta que Paula vino meter sus narices. Ella lo cambio todo

_Suele tener ese efecto,_confesó su amiga_ aunque la mayoría de las veces su toque es... abrasador y destructivo.

_No solo una, sino dos veces me salvó. Me salvó de la muerte y me salvó de mí mismo... Me ofreció una vida y ahora han vuelto, no sé porque, no sé quiénes, pero han vuelto y se la han llevado. Pero te juro de veras, te juro... por mi hijo... que no pararé hasta encontrarla y traerla de vuelta. Sana y salva.

_Un mago _ dijo despectiva mientras le arrebataba los fragmentos manchados de sangre que él había envuelto cuidadosamente en papel transparente_. Demons no podía conformarse con un hombre normal y corriente... Un mago.

Snape escudriñó su rostro tratando de dilucidar si le creía o no, si le ayudaría o no.

_Tardaré un par de días_ anunció_ Pondré a trabajar a todo el equipo ahora mismo, en cuanto vayamos a mi la taquilla, me la abras y pueda coger algo más decente que ponerme.

Por primera vez en dos días, Severus sintió algo de confianza.

_Si le pasa algo a Paula..._ le dijo a guisa de despedida_lo pagarás muy caro y si le ocurre algo al niño... te mataré.

Y Snape no dudaba que hablaba muy en serio.