_ Otra vez...

Snape retiró el ojo de la mirilla.

Era Potter, otra vez.

Se tocó la cara con cautela. Le había llevado un tiempo conseguir asentar la neblina en la que transformaba su rostro en una cara completamente diferente de la suya. Tras varios (fracasos) intentos, había conseguido crear a partir de sus facciones otras, lo mas neutras y anodinas posible. Sus mejillas eran ahora redondeadas y sus nariz más corta y común. Un rostro que resultaría conocido, como de haberlo visto antes y, esperaba, fácilmente olvidable. No podía ir por el mundo mágico con una cara de niebla.

Y no podía recibir a Potter con su verdadero rostro. ¿Le daría las gracias por enviarle a la muerte?¿Le hablaría de Lily?

Lily...

Un puño le apretó el corazón.

Le había costado años, le había costado mucho desprenderse del amor que le consumió hasta su muerte, su no-muerte. Le había costado disimular su recuerdo para no provocar la frustración que notaba en la fiereza con que Paula reclamaba su cuerpo para borrársela de la mente.

Lo había logrado.

Demons... La amaba como a su vida, y el hijo que compartían era la mayor muestra de ese amor. Le querían con locura y se amaban a través de él. Eran felices, tenían... paz.

La paz es efímera.

Lily... ya estaba... enterrada... en sus pensamientos y no era momento de excavar en un dolor pasado, teniendo un dolor presente lacerando su alma.

_¿Qué quiere ahora? ¿Viene a darme una demostración más de su incompetencia?_ habló a través de la madera.

_ Soy un auror, señor, investigando una desaparición y tengo que hacerle unas preguntas. Puedo hacérselas aquí o en el ministerio, como quiera.

A Harry le pareció escuchar un resoplido a través de la puerta, pero ésta se abrió lentamente y el hombre se apartó dejándole pasar. Esta vez disitinguió su rostro, un rostro que no le decía nada en absoluto pero que le pareció más falso que el oro leprechaun.

_Gracias_ dijo.

El hombre dió una seca cabezada.

Harry observó que el salón seguía desordenado. Siguió al hombre por las dos salas, la principal y la de la chimenea, y le condujo a la derecha de las escaleras, a una amplia cocina muggle, iluminada por una cristalera que daba al patio posterior. Una acojedora mesa junto a la puerta de cristales permitía vigilar el jardín donde un niño (y veinte más de amplio que era) podría jugar a la vista de sus padres.

_¿Café?_ ofreció Snape_ Lo siento, hace mucho que no tomo té.

Harry pensó que hubiera podido ofrecerle un té. Había una tetera, y un bote en el que se leía claramente "té". Así que entendió que estaba marcando su territorio. Eran sus reglas o nada.

_ Café estará bien, gracias.

Mientras Severus servía dos humeantes tazas (por un segundo estuvo a punto de coger una taza, cerró los dedos en el aire a medio camino y cogió otra, sería la taza que usaba su mujer) Harry sacó su vuelapluma para tomar notas.

_Gracias _volvió a decir Harry cuando su anfitrión le tendió la humeante bebida.

_Me ha dado las gracias ya tres veces, señor Potter. ¡Qué rudo! Sus... sospechosos... deben de pasarlo realmente mal cuando los interrogue.

Snape estiró una comisura de su nueva boca en una semisonrisa. Potter seguía poniendo la misma cara de ingenuidad ante sus puyas.

_Eso podrá decírmelo usted luego, cuando acabe de interrogarle.

_¿Soy sospechoso?_ preguntó alzando una ceja.

_ En la mayoría de los casos, los culpables se encuentran entre el entorno más cercano.

Niñato.

_ Dígame, por favor, ¿como se llama su mujer?

Snape se mantuvo de pie aunque invitó a Potter a sentarse.

_Se llama Paula, Paula Demons.

La pluma rasgueó suavemente en el pergamino.

_¿Tiene una foto? ¿Puede darme su descripción?

Snape sacó una cartera muggle y de ella una foto muggle, la sostuvo un momento, mirándola con ojos vidriosos. Era una foto de Paula, en primer plano, haciendo pompas de jabón con su hijo. Adoraba esa foto. Si a ella no le hubiera gustado hacer pompas de jabón, no se hubiera empeñado en... jugar... con él. Sopesó si los rasgos de su hijo delatarían su identidad. Podía escuchar a Paula en su cabeza. "Uno ve lo que quiere ver, Severus, nadie te reconocerá porque para todos tú no existes. Les recordarás a Snape, puede, pero jamás pensarán que eres tú... además, estás más viejo...". Le tendió la foto a Potter.

_ ¿Su hijo, señor Demons?

Señor Demons, tenía gracia. ¿Cuál de sus apellidos podría darle? ¿Si le decía Prince, podía atar cabos? " Estás paranoico, querido","Mejor un paranoico vivo que un muerto confiado"

_ Mi nombre es Crow, Joseph Crow. La señorita Demons y yo no estamos oficialmente casados_ Harry asintió_ Sí, es nuestro hijo, James, pronto cumplirá cinco años.

_¿Dónde estaba usted cuando se produjo el ataque?

En el laboratorio, tenían una empresa farmacéutica. Explicó y reexplicó la secuencia de acontecimientos del día. James se había levantado con un dolor de barriga, Paula decidió quedarse en casa con el niño y él se acercó al laboratorio del que eran socios mayoritarios, para ultimar unos detalles. Volvería a la hora de comer. Sin embargo, le había alertado un familar diciendo que el niño había llegado a su casa a través de la red flu avisando de que unos extraños les habían atacado.

_¿Y vino usted aquí inmediatamente?

_ No, primero paseé por Jubilee Gardens y me dí una vuelta en el London Eye.

Potter detuvo la pluma para que no escribiera eso. Bravo, Potter, has captado la ironía.

_¿Cuánto calcula que tardó en llegar?

_ Menos de treinta segundos desde que me avisaron. Lo que se tarda en desaparecerse. Y me avisaron en el minuto posterior de que apareciera mi hijo contando lo del ataque.

Snape se lo leyó en los ojos. Imposible, un patronus tardaría mucho más en recorrer medio Londres y avisarle, sobre todo si era incorpóreo para no ser detectado por los muggles. Metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó un teléfono móvil. Le habían llamado.

_Tardé menos de dos minutos en llegar a la casa. ¿Quiere saber cuánto tardé en llegar al piso de arriba?

Potter ignoró su voz amenazadora. Pero se levantó precipitadamente de la silla cuando el señor Crow se convirtió en un gas espeso y oscuro que ascendió en una columna atravesando el techo.

_¿Sube, señor Potter?

Mientras escuchaba los pasos de Potter subiendo presuroso la escalera, oía claramente en su cabeza la voz socarrona de Demons diciéndole lentamente..."Presumido".
La cara de Potter era un verdadera pugna entre el asombro, la curiosidad y un curtido gesto profesional de no dejarse impresionar por nada. Pero estaba impresionado.

_ La puerta estaba bien protegida, muy bien protegida_ Snape pasó la mano por la blanca madera, hablando con voz misteriosa y grave, leyendo con los dedos las huellas del ataque sufrido_ ningún maleficio podría abrirla en menos de dos minutos. ¿Cuánto tiempo pudo ella tardar en esparcir los polvos flu, apagar el fuego y subir hasta aquí?

Crow hablaba lentamente, como si le costara poner en palabras la idea que le rondaba la mente. Potter volvió a mirar la sala doble, con el caldero a un lado y el laboratorio al otro. ¿Tenían una empresa farmacéutica en la que probablemente estaban usando pociones y elixires mágicos para fabricar medicinas muggles? ¿Cómo de legal era eso?

_ Hay venenos poderosos aquí. Hay tóxicos suficientes para aturdir a veinte hombres. Y Paula los conoce todos. ¿Qué tal anda de razonamiento deductivo Potter? ¿Sabe lo que significa eso?

_Imposible, estaría asustada, esperaría la ayuda. No abriría la puerta.

El señor Crow torció el gesto en una expresión que a Harry no dejaba de resultarle familiar.

_Usted no la conoce, Potter. Ella no tiene miedo. Nunca tiene miedo. De nada.


Paula comenzó a recoger los camiones que estaban tirados por el suelo del salón y que hasta hace poco estaban haciendo carreras entre ellos. Miró a James que hacía carreras consigo mismo por la habitación. Cogió el camión negro, el vencedor de la mañana, y suspiró mirándole de nuevo. Mucho se temía que el dolor de barriga, que había desaparecido milagrosamente tras decirle que hoy se quedarían en casa, poco tenía que ver con el atracón de palomitas de ayer, sino con la ida al cole de esta mañana.

Ella no sabía cómo se desarrollaba la magia en los niños.

James había aprendido a hablar tempranamente sin isar el leguaje infantil propio sino como un adulto, a leer y a escribir con apenas cuatro años, antes de la media de edad requerida. Había tenido que enfrentarse, a veces sola, a juguetes que se movían solos, a yogures o fruta levitando desde la cocina al cuarto de James, a golosinas que atravesaban el cristal del expositor en las tiendas, a cristales que estallaban en sus berrinches. "No digas tonterías, Paula, es demasiado pequeño para controlar su magia. Ni siquiera Draco fue capaz de hacer magia voluntariamente hasta los 9 años" Cissy la creía una madre exagerada pero, ella sabía que el niño controlaba su magia. Cuando cambiaba la tele al canal de dibujitos o su peluche favorito desaparecía de la estantería y aparecía en su cuna. No era la magia incontrolada de una criatura inexperta, era magia dirigida.

Puede que su hijo hubiera heredado la inteligencia de ambos y el poder de su padre... El colegio debe resultar aburrido y frustrante para un niño así. Sobre todo, después de decirle que la magia era un secreto.

James no tenía amigos.

Paula estaba considerando seriamente la posibilidad de mudarse al Londres mágico, con niños como él. Ojalá a alguien se le ocurriera la maravillosa idea de poner un parvulario en Hogwarts.

La mirada de Paula quedó fija en James que había parado frente a la puerta. Su postura no era natural, estaba muy erguido, rígida la espalda y Demons intuía la mirada de su hijo fija en el pomo de la puerta.

_James..._llamó_ James cariño, ¿qué ocurre?

Puso la mano en su hombro. Temblaba.

El pomo de la puerta se movía.

Paula agarró del hombro de su hijo, corría tirando de él hacia la cocina cuando el sonido seco de la puerta chocando con la pared anunció que habían entrado. Se tiró con su hijo detrás del sofá.

_ ¡Agáchate! ¡no te muevas!

¿Por qué había dejado de llevar la pistola encima? Le parecería muy lógico en su momento, claro. Comenzó a arrojarles cosas, el florero, la porcelana... cuanto había a su alcance. De repente, todo lo que había en el mueble situado a su espalda voló hacia los atacantes paralizando su ataque momentáneamente. Bravo, James. Cogió al niño por una manga, derrapó al entrar en la salita donde siempre estaba prendida la chimenea. Le dió un puñado de polvos flu a su hijo.

Les veía. Eran dos encapuchados. Venían hacia ellos.

_¿CREES QUE NOS IMPORTA TU HIJO, ESTÚPIDA? VENIMOS A POR TI. ENTRÉGATE Y NO LE HAREMOS DAÑO.

¿Daño?¡Daño! ¡Oh, que no! ¡Por supuesto que no!.

James cerró la puerta de sala con un golpe de su magia, su mamá estaba enfadada e iba a ir a reñirles a esos hombres. Tuvo miedo, tuvo miedo... por ella.

_¡Bien hecho, James! Ahora, ¡corre!¡a la chimenea!¡a casa del abuelo Prince!

_ ¡Mamá, ven!

_ ¡Llama a papá!

Su hijo desapareció en una llamarada verde. ¿Se podían rastrear los destinos de la red flu? No iba a arriesgarse. Apagó la chimenea con una alfombra.

La puerta cedió, corrió escaleras arriba trastabillando trepando casi con las manos.

Entró en la sala de experimentos, como ella lo llamaba. Jadeó con la espalda apoyada en la puerta. Aquí podría defenderse, Severus llegaría enseguida.

Daño, habían dicho esos malnacidos. Ellos no iban a saber lo que era el daño hasta que acabara con ellos.

"Abre la puerta. Ven con nosotros"

¿Esa voz era real o hablaba sólo en su cabeza?

_ ¡Largáos, ultima oportunidad antes de que llegue mi marido!

¿Qué estaba haciendo? ¿Diciéndoles que se marcharan? ¿Tan asustada estaba?

"Ven, Paula, o esto es contigo. Pero si quieres, meteremos a Severus o... a James"

Les conocían, ¿quién...?

"Severus está llegando, última oportunidad. "

Solo necesitó un segundo para escuchar esa voz fría helándole la columna y decidir que iba a proteger a su familia de eso. Fuera lo que fuera.

¿Quién lo hubiera dicho? Tantas veces había renegado de la actitud de Lily, (matar antes que morir, chica) y ahora... James estaba por encima de todo, hasta de su propia vida.

Oyó un chasquido en el salón (alguien acababa de aparecerse). ¿Qué ocurriría si no les vencían? ¿O si les vencían y venían más?

Paula abrió la puerta.

_ Vamos,_dijo ella con determinación_ ¿qué esperáis?