_ ¿Y era Draco Malfoy?¿Estás seguro?

_ Por supuesto que está seguro, Ron, le vió perfectamente_ Harry empezaba a estar un poco harto de ser interrumpido a cada minuto por el escepticismo de Ron y el apoyo de Hermione _. Continúa, Harry, por favor.

_Decía que entró Malfoy y le abrazó.

Hermione miró ceñuda a Ron que se tumbó en el sillón del pub resoplando.

_ Es un antiguo mortífago, no hay dudas pero ¿quién?

A Harry no se le iba de la cabeza, ¿qué mortífago seguía sin localizar?, ¿libre?, ¿cuál a quien Draco abrazaría? Y luego estaba esa sensación de conocerle y no... Sacudió la cabeza.

_Creo que no importa, en realidad_ Hermione hablaba seria, mordiéndose pensativa un labio _ Quiero decir que si les traicionó... ya no es uno de ellos. Ha desaparecido su mujer y eso es lo que debe importarte, Harry. No quién fue, sino... quién es ahora.

Hablaban en voz alta, porque la música del local casi tapaba sus palabras, protegidos por un muffliato.

_ Pues yo pienso que Harry está en su derecho de saber a quién está buscando y para quién... _ Ron no dejaba de manifestar su oposición a esa nueva tarea de su amigo.

_Ella es una muggle..._rebatió Hermione.

_No sabemos si en realidad ella es una tapadera...

_¡Tienen un hijo!

Hermione había equivocado su profesión, Harry estaba seguro que sería una infatigable investigadora. Ron también había equivocado su profesión. Trabajaba bien, pero no daba lo mejor de sí y no se sentía satisfecho con lo que hacía, no le llenaba. No le extrañaría que algún día decidiera dejarlo.

_¿Kingsley puede hacer algo para que te comuniquen el contenido de la profecía?_continúaba ella, tan pesada como cuando les azuzaba para hacer los deberes.

_Está intentándolo_dijo Potter bebiendo de su vaso_ pero, sinceramente, no creo que los inefables sean tan generosos. De hecho creo que se han arrepentido de pedir ayuda a los aurores y no quieren saber nada del tema.

_Entonces, tendrás que resignarte a trabajar sin eso.

_Sin eso, no tengo pistas. Yo lo sé y él lo sabe también, el hombre misterioso. Él no va a dejar que eso lo detenga,_ bajó la voz mirando alrededor antes de continuar hablando_ pretendía entrar en el ministerio para coger la profecía...En mi vida he visto a alguien tan decidido por algo...

Harry desvió los ojos de sus amigos. El local se había convertido en un lugar de moda para algunos magos del ministerio que iban a descargar tensiones después del trabajo y no estaba de más controlar el perímetro. Reconoció algunas caras, devolviendo el saludo a otras. De repente, el movimiento de la puerta del local al abrirse atrajo su atención. Un flequillo rubio sobre unos ojos grises.

_Draco.

Las dos cabezas, la pelirroja de Ron y la castaña de Hermione, se volvieron sin ningún disimulo. Afortunadamente, Draco estaba muy pendiente de su pareja como para notar la atención que había despertado.

_Como sea Greengrass, vomitaré.

_No es Greengrass, Ron. De hecho, no sé quién es...

Y eso era extraño, porque la relación entre ellos era vox populi, rumoreándose sobre su proxima boda, y porque la acompañante en cuestión era bastante mayor que Draco.

Se trataba de una bruja corriente, nada destacable por lo que Draco se hubiera fijado en ella. ¿Qué hacía Draco...? Le parecía que conocía a esa mujer. Harry empezaba a odiar esa sensación de familiaridad que no se dejaba ubicar en algo concreto.

_Hermione, ¿no la conocemos del ministerio?.

_No, creo que no.

Ron sonrió con superioridad.

_Yo sí que la conozco_ dijo estirando los brazos sobre el reposacabezas del sillón y sacando pecho_ Es Levina Mimble, empezó a trabajar la semana pasada en el departamento de misterios.

Harry le miró sorprendido. No, aunque lo mataran, Ron no iba a confesar que la conoció por casualidad en el ascensor y que el único motivo por lo que la recordaba es que estaba tan nerviosa en su primer día que escuchó su petulante presentación ("Encantada, soy Levina Mimble, su nueva compañera en el departamento de misterios") unas diez veces. Harry comenzó a beber con rapidez, sin dejar de mirar al rubio y a la bruja que casi podía ser su madre, sentados en una de las mesas pequeñas (para dos) en las esquinas del local. Que él estuviera ahí, con ella, la flamante nueva emplada de misterios, después de verle con Crow, que iba a hacer lo que fuera por saber lo que decía esa profecía... no era casualidad.
No, de ningún modo.

Draco también le había visto y le miraba de soslayo de vez en cuando, como advirtiéndole.

Por lo que parecía se lo estaban pasando muy bien, reían, charlaban y él debía de decirle algún piropo porque de vez en cuando ella se ruborizaba y le daba un suave golpe en el hombro.

_No consigo oir nada de lo que dicen_ se quejó Potter.

_No seas cotilla, Harry, puede que no tenga nada que ver con tu caso.

_ ¿Bromeas, Hermione? ¡Tiene que ver todo con mi caso!.

Ron tenía la sensación de ser el hombre invisible. Ojalá Ginny regresara de sus partidos de pretemporada con las Arpías pronto así Harry se dedicaría a mirarla embobado en lugar de acaparar la atención de su recién estrenada esposa.

Potter buscó en el resto del local esperando ver a Crow, al del rostro prestado. Tenía que estar cerca... Una de las veces que Malfoy se levantó a pedir le siguió con la mirada hasta la barra. Ordenó unas copas y señaló la mesa que ocupaba con aquella bruja y mientras el camarero las servía, el rubio se dirigió hacia la puerta.

Antes incluso de que Draco abandonara la barra, Harry supo que algo iba mal (o bien para el de Slytherin) al ver la expresión atontolinada de la bruja que miraba el aire sonriendo bobamente. Se levantó sin despedirse, dirigiéndose hacia él. Casi le pierde entre la gente, pero la puerta se abrió y Potter pudo distinguir su cabello atravesándola. Salió corriendo tras él. Sólo pudo ver el vuelo del filo de su capa desaparecer tras una esquina. Al girarla, la calle estaba vacía.
¿Habría ido al ministerio? ¿Cómo saberlo?
Está bien, él también iría, le encontraría allí y le detendría. ¡No podía entrar sin ser visto en la sala de las profecías!.
Malfoy estaba loco si creía que podría lograrlo.

Draco en cambio, sonrió triunfalmente antes de desaparecerse.
No había sido difícil seleccionar la presa, solo aburrido leerse aquella lista interminable de nombres escritos con letras diminutas. Maestros y funcionarios de todo tipo. Todos salían publicados ahí con su nombre y apellidos... incluso los inefables.
Ella no era un inefable. No había habido nombramientos de inefables en más de dos años. Pero era... ("A veces los tramposos tienen suerte", había dicho Snape)

Era la secretaria adjunta de la sala de profecías.

Draco se ofreció a interrogarla. Se necesitaría tiempo y Snape debía pasar parte de ese tiempo con su hijo. No estaba mal, pensaba Malfoy, había tomado las riendas. Había actuado como un zorro y la había abordado por casualidad, a la salida del ministerio, pidiendo su ayuda para una nimiedad y luego se mostró agradecido e interesado en invitarla.

Levina era una mujer solitaria, no se le conocían vicios, era una bruja corriente que iba dejando atrás su juventud y que parecía no tener ningún tipo de interés romántico. Snape rechazó la idea del rubio, pero su ahijado se empeñó en que podría hacerlo. Draco usaba sus ojos grises casi tan bien como su labia cautivadora y tras dos copas, había conseguido la información que necesitaba.

Le lanzó un pequeño cunfundus.

Pidió un par de copas más, si todo iba bien, estaría de regreso antes de que ella terminara la suya.

Potter se apareció en las puertas del ministerio usando su pase de trabajador para que la seguridad del edificio le franqueara el paso y se dirigió sin dudar al departamento de misterios, en el noveno nivel.

Entró en uno de los ascensores desde el atrio del Ministerio. No encontró rastro del rubio, pero seguramente estaría pensado cómo podía entrar en el edificio, a menos que Crow pudiera atravesar también esas paredes.. Desde el ascensor, un pasillo conducía a una puerta negra, aquella que había visto tantas veces en sus pesadillas. Sabía lo que había detrás, la cámara de entrada, que está diseñada para desorientar a todo el personal no autorizado que entre en ella.

Harry recordaba perfectamente la habitación circular con el suelo tan pulido que parecía como agua estancada y aquellas doce puertas sin tiradores. Detrás de una de esas puertas perdió a Sirius... Era imposible que Draco hubiera llegado hasta allí.

Volvió sobre sus pasos, al atrio de entrada, preguntó a los guardas. Nadie había visto nada.

Harry revolvió el pelo de su flequillo. y se apoyó un momento en la pared del atrio.

_Cuidado con el cartel_ avisó uno de los empleados, bastante fastidiado por la visita nocturna inesperada.

Potter se despegó un poco y se volvió a mirar el directorio de los pisos del ministerio. ¡Cómo había podido ser tan tonto! Se hubiera golpeado la frente, pero en lugar de eso se dirigió frenético al ascensor y pulsó varias veces el botón. Impaciente golpeó la pared y corrió hacia las escaleras.

Draco conservaba la sonrisa en su rostro. Era imposible entrar en el departamento de misterios, sí. Pero todos los departamentos tenían su secretaría, todos sin excepción, en el tercer nivel.
Ya lo había discutido con su padrino. Intentar hacerse con la profecía iba a ser imposible, incluso si consiguieran llegar a las sala dónde se almacenaban, no sabrían cual sería de entre todas las esferas de cristal y sólo la persona a la que fuera referida podía tomarla.

Pero la conversación con Levina Mimble, le había deparado una sorpresa.

_ ¡Oh, no, no todo es aburrido! El otro día, por ejemplo, Saul Croaker, uno de los inefables más veteranos, entró corriendo en el despacho: se había registrado una nueva profecía al parecer alarmante_ contó con su voz cantarina_ La había dado una profesora de Hogwarts, Sibyll.. Sibyll.. algo.
Draco casi se atraganta, miró a Potter, pero no, no les había oído.
_ La profecía parecía importante y, normalmente, no se puede saber el contenido de las mismas...pero en este caso_ dijo bajando la voz mirando a los ojos grises de aquel muchacho que la miraba embelesado_ la mismísima directora de Hogwarts, Minerva McGonagall, había estado presente durante la predicción y nos ha hecho llegar una transcripción... que ha vuelto loco a medio departamento.

Malfoy se sintió vagamente asqueado cuando la mujer contoneó su hombro.

_Bueno, muchacho, no puedo hablar de eso, ni aunque me lo preguntes mirándome con esos ojos tuyos... Sólo te diré que la tengo a buen reacudo...

Sí, a buen recaudo, bajo una cerradura mágica cuya llave se encontraba bien a salvo al final de la cadenita dorada que se perdía entre sus pechos.
La llave de su escritorio.

Un minuto después se hallaba en el despacho de Mimble, la adrenalina hacía que su corazón bombeara tan fuerte que casi podía oirlo. Esto era emocionante...

Draco se agachó tras la mesa examinándola desde abajo, investigando el fondo, que no era de dura caoba como la tapa, sino de una calidad inferior. "Esa es la verdadera diferencia entre nosotros y los 'plebeyos', Draco, nosotros sabemos apreciar la calidad en todo lo que poseemos". Aplicó la varita sobre la madera y el calor de su punta taladró un amplio círculo." No importa cuán fuerte sea la cerradura, sino cuán débil sea el mueble" .
Su padre, le había educado para que supiera aprovechar las debilidades de los demás en su beneficio. Nunca esa frase le pareció práctica hasta hoy.
La tapa inferior del escritorio cedió y un montón de legajos cayeron silenciosamente al suelo. Revolvió rápidamente entre ellos, o mucho se equivocaba o esos pasos que se acercaban corriendo por el pasillo eran de Potter.

Sus manos se movían frenéticas. ¡Por fin! la clara letra de McGonagall que tantas veces había visto en sus notas y detenciones. Sacó de un tirón el pergamino del montón y mandó mágicamente los papeles de vuelta a dentro del mueble reparando la madera. Aún tenía la carta de la directora de Hogwarts en sus manos, cuando la puerta se abrió de golpe. Potter. Lástima que Snape no quisiera que se enfrentara a él.

El auror le apuntó con su varita mientras su pecho se alzaba jadeante y le gritaba:

_¡Suelta eso!

_ ¿Vas a obligarme tú?_ contestó Draco apuntándole también_ si no recuerdo mal, esta vez estamos en el mismo bando, Potter.

Harry dudó, es cierto, tenían el mismo objetivo pero...

_Pero no así, Malfoy, hay normas...

De repente, la habitación comenzó a vibrar. Se había puesto en marcha una alarma silenciosa. Pronto el pasillo estaría llena de guardias o peor aún, de inefables.

_ ¿Cómo has entrado, Potter? ¿Abriendo la puerta sin más? ¡Maldito idiota!

Draco sacó algo de su bolsillo y apretó un botón. A Harry le costaba a costumbrarse a ver a un mago usar un objeto tan cotidianamente muggle como un móvil. Casi inmediatamente, el suelo de la habitación comenzó a llenarse de una niebla oscura y espesa que se iba acumulando en una columna al lado de Draco. Harry volvió la cabeza hacia el pasillo en que resonaban los pasos de varias personas.

Snape se materializó y recibió en su pecho un manojo de pergaminos que Draco le dio con un golpe, advirtiéndole con un gesto de la cabeza de la presencia de Potter. Rápidamente cambió su cara. A Harry le pareció ver la neblina arremolinándose alrededor de un rostro más agudo, para dejar luego al descubierto las redondas mejillas de Crow.

_¡Cuidado!

El grito de Malfoy era innecesario. Snape ya había visto a Croaker lanzar su hechizo y se apartó. La maldición impactó contra un fichero de la pared haciendo que cientos de pergaminos volaran por el aire.

Severus apretó los papeles que Draco le había dado, y se defendió entorpeciendo el avance del inefable y los guardias que venían detrás.

_¡Vete!¡Vete!_ Draco tiraba de su manga lanzando hechizos por encima de su cabeza.

Sí, tenía que irse... pero no iba a dejar allí a su ahijado para causarle problemas... ni (¡Demonios!) a Potter. Maldito entrometido, tenía que haber sido un trabajo limpio...

Potter trataba de desarmar a su atacante, que aún estaba al principio del pasillo, suficientemente lejos para reconocer a nadie, esperaba Snape. Lanzó un hechizo que inundó el pasillo de humo blanco.

_¡Potter!_ susurró roncamente_ ¡Hay que irse!

_¡No pueden llevarse eso del ministerio! ¡Hay formas...!

¡Oh, Dios bendito, dame paciencia!

_ Creo que no es momento para discusiones de moralidad. ¡Véngase o tendrá que dar muchas explicaciones!.

Harry le miró un segundo, tenía razón, había que salir y ya. Descuidó el pasillo al volverse hacia él.

_¡Mierda!_ gritó Draco cuando distinguió la relampageante estela de un Confringio avanzar por la niebla del pasillo.

Snape no lo pensó, tiró de Harry hacia el fondo del despacho, donde se encontraba Draco y asió a ambos mientras el aire se colapsaba en torno a ellos.

Potter sintió el agarre sólido del mago y después la extraña sensación de deshacerse, de... desintegrarse.
Vió a cámara lenta como se formaba una burbuja incandescente que absorbía el aire a su alrededor y generaba una potente luz blanca en su centro y, después de que esa luz se contrayera más allá de lo posible; mientras su cuerpo se derramaba por el suelo; Harry percibió (porque no podía decir que viera si no sentía sus ojos) la onda expansiva de la explosión que había generado esa luz, desplazando el aire, empujando todos los objetos que había delante de ellos contra sus cuerpos.
Pero no le impactaban, le... atravesaban. Presintió una luz naranja y luego una roja y el aire se inflamó prendiendo en llamas los pergaminos que aún flotaban a su alrededor.

Lo siguiente fue el salón de la casa de Crow.

Sus ropas se habían incendiado y sofocó rápidamente las pequeñas llamas de sus mangas. Levantó la mirada; Draco hacía lo mismo pero al mismo tiempo corría alarmado hacia Crow, que se había llevado la peor parte y cuyo pecho y brazos ardían vivamente, consumiendo sus ropas. Antes de que ninguno de los dos llegaran las llamas que le envolvían se extinguieron de repente.
Su rostro volvía a ser una neblina en la que los rasgos aparecían y desaparecían.

_Potter... _la calma con la que hablaba era aterradora_ Es la última vez.

Harry no pudo excusarse, la responsabilidad de lo ocurrido era suya. La carta de McGonagall había ardido y Crow sostenía en una mano unos pergaminos ennegrecidos y humeantes.

Su única pista.

Crow, sin soltar los folios, usó su otra mano para agarrarle por el cuello y llevarle, casi en volandas, hasta la puerta de la calle.

_No vuelva a interponerse en mi camino. No quiero verle más. No contestaré a sus preguntas y lo tomaré como un ataque si vuelve a mi casa. He tenido suficiente muestra de lo que es capaz de hacer el ... Elegido_ Harry sentía que la mano que le sujetaba ardía y que empezaban a salirle ampollas en la piel_ Siga trabajando en el ministerio donde pueden encubrir su ineptitud con su ilustre apellido. Para mí no es más que un "quiero y no puedo", no ha hecho más que entorpecer y estropear las cosas. Siempre. Está claro que no es capaz de resolver nada si no tiene a la señorita Granger detrás para decirle lo que tiene que hacer o al señor Weasly para cargarle a él sus torpezas.

El aire estaba muy caliente, le quemaba la garganta al respirar, toda su sangre parecía a punto de arrancar a hervir... trató de defenderse.

_No Potter, no es rival para mí, ni con toda su furia... _ le acercó a su cara o a dónde debía estar su cara, hablándole con ese aterrador susurro que despertaba en Harry un temor antiguo_ Fuera... de... aquí.

Lanzó al estúpido niño que vivió a través del dintel de su puerta y aún voló unos metros antes de aterrizar sobre su trasero. Y,( podía haber cerrado de un portazo, de hecho deseaba hacerlo), cerró la puerta con suavidad.

_Señor... _ Draco interrogaba con los ojos.

Snape miró los pergaminos oscuros y cuarteados, ilegibles. Apresó toda su furia y su desesperación entre los dientes. No iba a llorar, ella no lo haría.

_Lo siento... _lamentó Draco con total sinceridad.

Severus mantenía los ojos fijos en la masa carbonizada en la que había puesto sus esperanzas para encontrarla.

Apartó el pulgar y sonrió, ("¿Cuál es el antónimo de sonrisa, papá?". "No existe, James". "Di que sí, cariño, es eso que parece una sonrisa y hace tu padre con la cara cuando algo le desagrada...". "Jajaja, mamá, ¡ese ha sido bueno!"), "sonrió" con esa mueca que le torcía el rostro, su propio rostro... Solo podía leerse una palabra:

" ...inmortal..."