Era incapaz de quedarse en casa, le hervía la sangre en las venas.

Si se quedaba haría la casa añicos. La reventaría hasta los cimientos.

Se largó, echando humo, convertido en humo, necesitaba...

...llegó hasta el Jarro Ajado. La capucha le caía sobre la frente cuando se sentó en el taburete y usó dos dedos para hacerle un gesto al camarero que le sirvió su matarratas al momento.

El lugar estaba solitario, era temprano, no para el mundo, pero sí para esa parte del mundo. Daba igual. Se sentía mucho mejor con aquel veneno quemándole la garganta. Su afán autodestructivo se abría paso en su pecho como un agujero negro.
Pidió otro trago.

_ De ese no_ una voz interrumpió al camarero_ ¿No reconoces a los buenos clientes?

El camarero se encogió de hombros y sacó otra bebida de debajo del mostrador.

_¿Qué te trae por aquí, Snape? ¿No vendrás a destrozar el local como el otro día?

Snape torció la boca acompañando el gesto de un corto resoplido.

_ Has sido la única en reconocerme- respondió en un agresivo susurro.

_ Yo te conozco bien_hizo una paqueña pausa antes de continuar_, te reconocería en cualquier parte.

Severus hizo amago de quitarse la capucha pero la mujer le interrumpió alzando la mano.

_ Aquí no. Subamos.

Volvió a interrumpirle cuando abandonaba el taburete.

_ Coge la botella.

Las escaleras crujieron protestando por su peso mientras subía. Aunque habían pasado años, nada había cambiado en esta parte del local. Seguía estando sucio y las puertas cerradas marcadas con flotantes hechizos de distinto color según quién estuviera dentro y que estuviera haciendo...

La mujer le abrió la puerta cediéndole el paso, indicándole con un gesto que se sentara, en la cama claro, allí no había sillas, no solían necesitarse.

_Te conservas bien _ dijo Severus a modo de saludo.

_Ventajas de ser una metamorfomaga _ contestó la mujer con voz cansada, sentándose a su lado _ No creí que jamás fuera a volver a verte por aquí, Severus Snape. No creí que jamás fuera volver a verte en ninguna parte. Creí que estabas muerto.

_Esa era la idea_ respondió lacónicamente.

_Casi me da un ataque al corazón cuando te vi aparecer el otro día... Hice algunas investigaciones y até cabos. Fuiste tú el que acabo con Yaxley y su renacida pandilla de mortifagos, ¿verdad?

_ Tuve ayuda_ admitió Snape.

_No siento su muerte, era un mal tipo, aunque... dejaba a buenas propinas.

Snape bebió directamente de la botella, un largo trago ardiendo por su garganta.

_¿ A qué has vuelto, Severus? ¿Te siguen persiguiendo los fantasmas?

El pelo oscuro de la mujer comenzó a cambiar en un tono rojizo, sus ojos se volvían verdes.

_Para.

Ordenó. Él siempre ordenaba.

_Tal vez prefieras otra ahora.

Esta vez su cuerpo empezó a encoger y Snape se le quedó mirando con los ojos turbios, sin decirle que no continuara mientras las facciones de la mujer se parecían cada vez más a las facciones de Paula.

Un ronco suspiro escapó de su pecho cuando ella le tocó suavemente la rodilla.

_Morgana... _su voz ronca acarició los oídos de la mujer pero leyó en ella una nueva negativa.

Severus apretó los ojos cerrados un momento y se levantó de la cama en tanto la bruja recuperaba su forma original.

_¿A qué has venido entonces?_preguntó visiblemente irritada_ ¡No me digas que a beber!... Seguro que hay venenos más buenos que este allá de dónde hayas venido.

La mujer combatió el terco silencio de Snape.

_¿Quién es?_ exigió saber.

_¿Quién?_ Snape parecía haberse perdido de la conversación un momento.

_¡La chica!, ¡la delgadita!, ¿quién es?_ Severus continuó sin hablar, tragando de la botella como si le fuera la vida en ello_. La recuerdo. ¿Es la muggle de Voldemort? En verdad hubo muchos rumores entonces... dijero que murió pero... también se decía de ti.

_Es mi..., es mía_ respondió sin tener otro adjetivo más apropiado con el cual describirla_. La han secuestrado.

Morgana se levantó de la cama y se dirigió hacia él, cogiéndole la botella y bebiendo antes de responder.

_Por eso llegaste aquí la otra noche armando jaleo, ¿no?, por ella, por si alguien sabía algo aunque... no fue el modo más indicado de preguntar, lo sabes.

_Parece haber desaparecido simplemente... ni Mundungus ha sabido darme razón de ella.

_¡Mundungus!_ dijo despectivamente_ ¡ese no sabe ahora ni dónde tiene la mano izquierda!

Morgana pensó un momento mientras volvía a beber. No tenía necesidad de meterse en líos. De hecho, si había sobrevivido en este mundo tanto tiempo había sido gracias a su neutralidad y discrección... Pero se trataba de Snape. Severus Snape.

_Déjame a mí, si alguien ha hecho algo como eso por dinero, una de dos: o habrá cobrado y habrá venido aquí a gastarse su dinero o estará orgulloso de su la hazaña y habrá venido a presumir de ella. Les preguntaré a las chicas a ver si saben algo.

_Gracias_ dijo Severus acompañando la palabra de una seca cabezada.

No vió el rostro de la mujer mientras le miraba valorativamente, extrañada.

_Has cambiado, Severus, antes nunca dabas las gracias_ Morgana continuó, dando respuesta a su ceja alzada_. Ella te ha hecho cambiar.

Había ¿qué? en su voz... ¿nostalgia?¿decepción?

Severus continuó en silencio, mirando fijamente el suelo.

_¿Tan importante es para ti?_ su orgullo de loba herida la obligó a preguntar_ ¿más que lo fui yo?

Snape levantó la cabeza rápidamente para mirarla. Sí, ahora que se fijaba se veían en ella el los estragos de los años... alguna cana perdida entre el pelo oscuro, surcos alrededor de los ojos pero no alrededor de su sonrisa, más oscuridad en su mirada. Cuando la conoció había pasado ya la lozana juventud. Era una mujer de treinta años cuando él contaba dieciocho y acababa de recibir la marca tenebrosa.

Lo recordaba como si fuera ayer.

Llegaron al jarro rajado tras la ceremonia y tras deambular por el mundo muggle haciendo destrozos, atacando mendigos, asustando a la gente.
Llegaron, él y la nueva remesa de mortifagos, ebrios de poder a embriagarse con el alcohol.

Las chicas se pegaron a ellos como lapas, olían el dinero y la bravuconería de esos jóvenes.

_Venga Severus, estrénate_ le dijo Lucius con una sonrisa pervertida_ véngate de esa sangre sucia por la que suspirabas, escoge la que quieras.

Miró a todas y todas le parecían iguales, aún le galopaba el corazón después de aquel cruccio, le daba igual una que otra. Solo quería someter a una de esas... hasta que cruzó los ojos con ella, que se había quedado al final de la barra, mirándole de lejos entre horrorizada y curiosa.

_Esa_ dijo_ quiero esa.

_¿Esa? jajaja ¡muchachos!_ dijo Lucius golpeando la barra_ aprended de Severus,... prefiere la experiencia.

La mujer no se movió y fue Snape el que avanzó hacia ella, erguido, flamante como nuevo gallo en el corral con los fieros ojos negros clavados en ella.

No se dijeron nada, ella se levantó y caminó delante de él subiendo las escaleras que iban la habitación, abriéndole la puerta como había hecho esta vez.

Una vez dentro, y lejos de las miradas de sus compañeros, Severus se agarró las manos sin saber muy bien que hacer. Toda su bravura se había disuelto y ahora se sentía avergonzado y sucio.

Ella se giró y le miró expectante.

_¿Quieres que te desnude?_ preguntó la mujer.

Él negó con la cabeza

_¿Quieres desnudarme a mi?

La sensación de que un abismo se abría bajo sus pies fue tan vívida que aún la recordaba ahora mirando ese mismo suelo.

_Mírame.

Severus alzó la cabeza con rabia, enfrentando los ojos de aquella mujer dispuesto a afrontar sus burlas. Pero no era ella, no era la mujer que había subido delante de él las escaleras... era Lily, su Lily, su pelo rojo y sus ojos verdes las rosas frescas de sus mejillas, sus manos de dedos delgados. Era ella tal y como la veía en su cabeza.

El chico no pregunto por aquel prodigio. Sólo sonrió. Sonrió admitiendo el engaño, aprendiendo ese gesto que ya no le abandonaría nunca, una sonrisa sarcástica contra sí mismo. Alargó la mano y tomó la mano que se le ofrecía y ya todo fue fácil.

Siempre volvía a recurrir a ella. Morgana le había adoptado como a una mascota. El chaval la mayoría de las veces, sólo quería hablar y ella escuchaba sin descanso. Escuchó durante años, lo que su corazón ya no podía soportar, lo que era tan terrible, sus actos de mortífago, que ni Dumbledore hubiera perdonado. Y él a cambio le ofrecía entonces su joven cuerpo.

Eso y unas monedas era un intercambio justo.

Conforme pasaron los años las visitas eran más espaciadas. A veces ella tenía la sensación de que él venía a visitarla como quien visita a un enfermo, por cortesía. Pero seguía acudiendo a ella y ella se transformaba en la pelirroja.

Hasta aquella vez en la que él llegó hastiado contándole que el Lord le había hecho un nuevo encargo, que sanara a una mujer para que luego pudiera destrozarla de nuevo pero que la chica, contra todo pronóstico, había salvado su vida y en cierto modo se sentía responsable de ella.

_Una carga más.

Dijo

Fue aquella vez, la experta bruja no vió en su mente la imagen de la pelirroja, sino de aquella muggle escuálida de ojos castaños.

A ella le daba igual ser una que ser otra. Y adoptó la forma de la muggle que Severus fijaba con dureza en su pensamiento.

Él la miró paralizado por un instante y luego sonrió de lado con aquella sonrisa tan particular suya, "¿Por qué no?", pensó. La muggle le había dicho que tenía una mirada muy intensa. Se acercó con ímpetu y la acorraló contra una pared, tal y como había hecho en casa de los Malfoy. Pero luego la miró a los ojos un instante, buscando algo y ocurrió lo que no había ocurrido nunca.

Severus dejó unas monedas sobre la mesilla de noche y salió de la habitación con su capa ondeando detrás.

"Ya vendré por aquí" dijo pero ella sabía que era mentira, era la primera mentira que le decía. Y no había vuelto a verlo más.

_ Me voy.

Severus lo anunció más alto de lo necesario.

_¿No necesitas...?

_Lo que necesito no lo tengo aquí.

No.

No estaba ahí.

Lo que necesitaba estaba arropado en su camita, con los ojos velados por el sueño, respirando tranquilo mientras Snape le observaba desde la puerta. James Prince, sería un Prince y no un Snape.

Sería un huérfano, si no hacía nada para impedirlo.

_Papá...

Severus se acercó a la cama.

_Creía que dormías.

_Me has despertado.

_La próxima vez seré más silencioso...

_ Pero me despertarás igual...

Severus depositó un beso en el pelo negro de su hijo y este sonrió medio dormido.

_Papá... ¿tu crees que mamá se olvidará de nosotros?

_Eso es imposible, jamás.

El niño habló en un bostezo, Severus no había dejado de acariciarle la cabeza mientras le hablaba y el sueño volvía a rendirle.

_ Pero, ¿y si pasa mucho tiempo?

_Sólo han sido unos días, mamá no va a olvidarnos. A ti nunca te olvidaría.

_Ni a ti tampoco.

Eso, eso era lo que necesitaba.