Draco estaba tumbado en la cama, con los zapatos encima de la colcha, aburrido, muy aburrido. Su habitación era grande, una cama con doseles justo en el centro. Una vez las paredes estuvieron adornadas con bufandas y guirnaldas verde, plata y negro pero ahora estaban desnudas, salvo por un par de cuadros y algunas fotos.
Su vieja pandilla.
¿Qué habría sido de ellos ahora? se preguntaba en ocasiones cuando les miraba. Goyle, Zabini, Pansy... Crabbe. Crabbe estaba muerto, y por poco sí les mata a Goyle y a él.
No tenía sentido sentir nostalgia de aquellos tiempos. Su vida era cómoda. Su padre volvía a amasar dinero haciendo negocios con antiguedades y "antiguedades". Draco creía que la fortuna de su familia no se acabaría nunca y lo lamentaba. Le hubiera gustado tener que emplear su tiempo en algo útil, como trabajar. Pero su padre lo consideraba... inapropiado.. Estaba deseando largarse de allí.
Sonrió tontamente un momento, pensando en Astoria...
Unos pasos rápidos en el pasillo le hicieron incorporarse bruscamente, y el aburrimiento se desvaneció de pronto al ver entrar a su padrino, sin llamar a la puerta, ni pedir permiso.
_Draco, tenemos que ir. Tenías razón.
_ ¡Sí!_ fue un alarido casi salvaje que, en otras circunstancias le hubiera provocado a Snape una sonrisa.
Malfoy se recompuso al momento, acompasando su temple al de su antiguo profesor. Aunque aún temblaba su voz al confirmar su destino.
_ Hogwarts.
_Hogwarts _ repitió Severus con menos ilusión pero con una determinación absoluta_ Trelawny hizo la profecía, Minerva la escuchó... tenemos que ir a Hogwarts.
Una expresión de preocupación nubló la cara del rubio.
_¿Y va a presentarse allí tal cual a preguntarle a Minerva?
_ Descubrir que sigo vivo sería mi última opción.
_Entonces...
_Necesitamos a Potter, ¡maldita sea!
Draco valoró.
_Potter fue siempre el ojito derecho de McGonagall y es un auror. A él se lo diría_ pensó un momento_ ¿Y si usamos poción multijugos?
_No, no. Tardaría demasiado en hacerse... _ Severus se recriminó mentalmente haber dejado atrás su farmacopea, en sus tiempos nunca faltaban ciertas pociones: multijugos, veritaserum, esencia de díctamo... felix felicis..._ habrá que llevar a Potter.
_Y habrá que convencerlo primero...
_Eso_ dijo Snape con media sonrisa_ déjamelo a mí.
Draco tuvo que esperar pacientemente en el coche (el deportivo de Paula) mientras Snape hacía su parte (o sea, todo ) del trabajo.
El nidito de los Potter era una casa anodina. Antes de entrar, Snape ya imaginaba el abarrotamiento y el desorden que solía reinar en La Madriguera. El chico nunca fue pulcro, el caos que adornaba siempre sus trabajos se hacía patente en la vivienda y en sí mismo. Potter, (descuidado) un Potter despeinado y con el pantalón del pijama, le abrió la puerta de mala gana.
_¿Qué quiere?
Snape arrugó la nariz cuando entró sin ser invitado. Definitivamente, a Potter le hacía falta una mano femenina. Había leído que Ginny seguía en el campeonato europeo de Quidditch con las Arpías, que apenas tuvieron luna de miel tras su boda de la que Rita Skeeter había escrito páginas y paginas apuntando una crisis inmediata en la pareja.
_Quiero... _ dijo el hombre sin rostro, ("con el rostro falso", pensaba Potter)_ ... lo que me ha estado ofreciendo desde el primer día. Su ayuda.
Potter se atusó el rebelde pelo tratando de adoptar un aire más profesional.
_Después de lo del otro día en el ministerio...
Snape se abstuvo de resoplar irritado antes de responder.
_ A usted ese asunto no le ha afectado en nada. Me encargué de borrar la memoria de los guardias que le vieron pasearse por todo el ministerio, y hacer que el rastro que pudiera dejar fuera tan insignificante que no fuera concluyente. Fué muy torpe, señor Potter.
Así que... vaya.. Harry se sintió levemente aliviado... no es que se hubiera preocupado demasiado pero... llevaba un par de días encerrado en casa, esperando la llegada de una lechuza con una citación y un severo castigo que, ahora sabía, no llegaría gracias a ese hombre.
_ Su oferta de ayudarme... _ preguntó el hombre con voz grave y serena_, ¿sigue en pie?
Por un momento, Potter fantaseó con pagarle al tipo con su misma moneda y echarle de su casa sin la más mínima colaboración pero... asintió levemente.
_Bien. Supongo que ya sabe cual es el siguiente paso a seguir..._ Snape disfrutó de la expresión de Potter, la misma que recordaba de cuando le hacía una pregunta de la que no conocía la respuesta. Resopló. Esta vez no pudo evitarlo_ La profecía sigue siendo la clave...
_Pero se quemó.
(Pero qué torpe, Potter, qué idiota)
_Pero... la persona que la hizo y la persona que la escuchó pueden decirnos de qué se trataba.
A Harry se le iluminó la mirada. Siempre había necesitado pistas. Siempre había necesitado ayuda... y le llamaron El elegido.
_¡La profesora McGonagall! Un momento... _ (Oh, Potter, veo encenderse una bombillita en su cabeza)_ ¿quiere que vaya a Hogwarts a preguntar por algo que no debería conocer?
_De ninguna manera_ idiota, el sarcasmo era evidente en su voz_ Pues claro, ¿qué otra opción tengo?
Potter le miraba sin saber cómo juzgarle: había dicho "tengo" como si recurrir a él fuera su última opción. Observó un instante su cara carente de expresión. El hombre se levantó de improviso, como un tornado surgido de la nada, y paseó por la habitación. Paró en seco y cogió algo del suelo. Potter se sintió avergonzado. Era una camiseta de Ginny, hacía días que faltaba y él... bueno, recoger la casa estaba en su lista de tareas pendientes.
_Imagine que llega un día..._ dijo ese hombre con la voz rota, tan diferente del tono neutro con el que le hablaba habitualmente_ y ella... no está, que lo único que le queda de ella es... esto.
Arrojó la camiseta al regazo de Harry. El muchacho contempló un momento la prenda y un amargo sentimiento se adueñó de él.
_ Esta bien, iremos a Hogwarts, pero a mi manera. Hablaré con la directora McGonagall y no se hará nada, y con nada me refiero a cualquier cosa que a usted y a su amiguito Malfoy se les pueda ocurrir, nada... sin que yo lo sepa_ el hombre asintió lentamente. No lo manifestaba pero Potter creyó ver un reflejo de triunfo en sus ojos_ ¿Cuándo..?
_ Ahora_no admitía discusión_. Vístase, ya hemos perdido demasiado tiempo.
Viajaron juntos hasta Hogsmeade, un viaje incómodo que despacharon lo más rápidamente posible, casi sin hablar, con las únicas miradas feroces entre el rubio Malfoy y el moreno Potter que a Snape le hubiera gustado zanjar con un susurro amenazante. Recorrieron a pie el corto camino hacia Hogwarts, dejando que la silueta del majestuoso castillo se recortara contra el cielo plomizo. Una mirada soñadora iluminó los verdes ojos de Potter.
_Es como volver a casa, ¿eh, Potter?_ se burló el rubio.
Harry no contestó y aceleró el paso diciendo que había mandado una lechuza a McGonagall para avisarles de su llegada.
A casa.
Snape miró la orilla del lago
("Venga, abríguese con mi capa")
En casa.
( "¿Le gusto?", "¿A McGonagall? Lo dudo", "Digo a usted...")
Demons.
Atravesaron las puertas, cada uno absortos en sus propios recuerdos, Filch (Hola, señor Potter. Sí recibimos su lechuza, señor Potter. La directora McGonagall le está esperando, señor Potter)
Harry Potter, Harry Potter... repetían los alumnos que se cruzaban con él en el pasillo, ante la nariz arrugada de Malfoy al que nadie reconocía.
Snape en cambio no oía, sentía como una ola intensa de una lodosa mezcla de pasado le anegaba. El purgatorio particular en que se convirtió ser profesor de pociones, la pena por Lily, el asesinato de Dumbledore, el regreso como director... ella.. Demons... Pronunciaba mentalmente su nombre cuando la familiar gárgola les abría paso con las escaleras. La estatua de piedra parecía reconocerle, hubiera jurado que su cara de piedra le miraba.
Subieron los escalones con lentitud. Snape alzó un muro de ladrillos negros ante los recuerdos que amenazaban con inundarle y casi lo había logrado cuando la pesada puerta de madera se abrió. No se abría el despacho, se abría una puerta a su memoria que trataba por todos los medios de cerrar. Tenía que mantenerse frío y lúcido, como nunca.
_Harry, querido, ¡qué alegría de verte!
McGonagall sólo tuvo ojos para él. Le abrazó y le besó en la mejilla sosteniéndole unos segundos más de lo necesario.
Entonces pasó... algo inesperado.
La mirada de Potter se desvió rápida y ostentosamente hacia la pared del fondo, la que se alzaba tras el escritorio... Snape le observó mientras los verdes ojos de Harry recorrían ávidamente, uno por uno, los retratos colgados antes de suspirar casi inaudiblemente. ¿Suspiraba? Extraño comportamiento... Severus reconoció la misma distribución de siempre, el retrato de Dumbledore (un retrato anodino sin el... "alma"... que él le añadió y que se desangró en nubes plateadas cuando...)
_Sigue sin estar el retrato del director Snape_ Severus se sobresaltó al escuchar su nombre interrumpiendo sus recuerdos y Malfoy se giró imperceptiblemente al vislumbrar su gesto_ Lo siento Harry, ya te he dicho que como abandonó el colegio y sus obligaciones como director el día de la batalla... Sé cuánto deseas hablar con él...
Una tos de Malfoy fue un torpe disimulo de la interjección que salió involuntariamente de su boca. McGonagall se dirigió hacia él entonces, muy sorprendida.
_Señor Malfoy... qué inesperado placer... y usted es...?
Dejó la pregunta en el aire con la seguridad de que iba a ser respondida inmediatamente y parpadeó un par de veces con estupefacción al ver que no era así. El desconocido no le tendió amablemente la mano ni dijo su nombre.
_ Es el señor Crow_ contestó Harry, un poco incómodo_ Señorita McGonagall...
_Te he dicho mil veces que me llames Minerva, Harry.
_Minerva... _ el chico rectificó mientras se sentaban en las sillas que McGonagall selañaba, frente a la mesa_ ... no podía explicarte el motivo de mi visita por carta, porque se trata de un tema muy delicado y confidencial.
Minerva tensó sus músculos haciendo que su espalda se confundiera con el respaldo de la silla de recta que estaba.
_Hace poco tiempo, usted envió... enviaste... una lechuza al ministerio, al departamento de aurores hablando de una profecía...
La directora miró fijamente a Harry y luego pasó su mirada por los rostros de los otros dos hombres antes de volver a los de Harry solicitando una muestra de que eran de confianza. Potter debió transmitirle lo que necesitaba para que empezara a hablar.
_La profesora Trelawny y yo estábamos tomando un té. Ella se había empeñado en leer mis posos del té, pensando que alguna desgracia se aproximaba, y yo había accedido porque... es la única forma de que se quede tranquila. Tomó mi taza y comenzó a mirar y a parlotear como acostumbra cuando... No sé cómo explicarlo... su voz cambió, su expresión... todo. Y dijo lo que supuse que era una profecía.
Paró un instante para buscar algo en los cajones de su mesa, cosa que no le llevó más de dos segundos ( siempre tan ordenada y eficiente).
_ Lo anoté enseguida, para no olvidarlo. Era perturbador y parecía... importante.
Minerva alzó su mano con el papel tendiéndoselo a Harry pero el largo brazo del desconocido señor Crow se alargó arrancándolo de sus dedos y al momento Harry se lo arrebató sin que le diera tiempo a ver nada. Minerva, apretando los labios recuperó sin pedir permiso el pergamino de las manos de Harry.
_ ¿por qué quieres saberlo, Harry? y ¿qué tienen que ver estas personas con ello?
Harry explicó toda la situación a su antigua profesora.
Snape tuvo que reconocer que el chico tenía labia y que usaba bien su capacidad de convicción para atraer a Minerva a su terreno y hacerla confiar en que era lo adecuado para proteger y salvar a esa mujer que había sido secuestrada, a la esposa de ese hombre, a la madre de aquel niño... las inflexiones de su voz conseguían fácilmente lo que para Snape hubiera sido una ardua tarea.
Pronto Minerva se convenció y aflojó su presa. Cuando vió de nuevo a las manos del desconocido tenderse hacia el pergamino, ella carraspeó y anunció:
_ Lo leeré yo.
Como si hubiera esperado ese momento, antes de que McGonagall acertara a decir nada tras ajustarse las gafas, la puerta del despacho se abrió de golpe y el antiguo guardabosques y actual profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas, el gigantesco y barbudo Hagrid, entró invadiendo el despacho con su presencia y su fuerte voz.
_ ¡Harry! ¡No me lo creía cuando Filch me lo ha dicho! ¡Dame un abrazo...!
Se interrumpió avergonzado al notar la presencia de más gente... Se endureció su expresión al ver a Malfoy. Pero fue al mirar al desconocido, al extraño y callado señor Crow, cuando sus ojos comenzaron a brillar como carbones.
_¡Tú!_ acusó con la voz y con un dedo extendido hacia él_ ¡TÚ!
Snape quiso levantarse pero el semigigante se apoximaba a él con el ímpetu de la locomotora roja del Hogwarts express.
