El semigigante se aproximaba hacia él con el ímpetu de una locomotora.

Mientras se desvanecía en un humo espeso y oscuro pudo ver a Potter lanzarse a la espalda de Hagrid tratando infructuosamente de frenarlo. Pudo ver su expresión de alarma y de sorpresa ( Siempre tan lento, Potter) y pudo ver como Hagrid avanzaba llevando casi a cuestas al auror, colgado de su espalda.

Pudo oir también la expresión de alarma de McGonagall y percibir como llevaba la mano a su boca al ver esa masa incorpórea atravesar la mesa y situarse a su lado antes de adelantar las manos para protegerse del escritorio, que fue deslizado hacia ellos por el empuje violento, ("similar al de un rinoceronte", le diría después Draco) del barbudo que llevaba a Harry como una rémora.

_ ¡TÚ! ¡BESTIA ASQUEROSA Y SIN ESCRÚPULOS!

_ ¡ RUBEUS HAGRID! LE RUEGO QUE PARE AHORA MISMO.

Snape pensó que ni Voldemort en sus mejores tiempos hubiera tronado de esa manera en que la directora de Hogwarts impuso su calma fría a la rubicunda ira del guardián de los terrenos del colegio.

Compungido, con el labio inferior saliente en un puchero, el corpulento Hagrid parecía ahora un cachorro sorprendido en una falta.

Si Snape hubiera tenido rostro, hubiera sonreído sarcásticamente al ver el dedo tembloroso de Rubeus señalarle acusador y oir su igualmente temblorosa voz al ser reprendido por una mujer a la que fácilmente podría matar con una mano... magia aparte, claro.

_ ¿Cómo puede permitir que vuelva después de lo que hizo? ¿Cómo puede permitir que esté aquí después de lo que le ha hecho a Paula?

Oir su nombre fue como sentir un puñetazo en la boca del estómago para Snape que continuaba siendo, ante el asombro de Minerva, una masa de humo intangible.

Potter también se sintió noqueado.

Paula, la desaparecida, ¿cómo sabía su buen Hagrid... ?¿De qué podria conocerla a ella y a su marido al que acusaba de haberle hecho algo?

_¡Hagrid, cálmate!

Ver la lucha física de Potter contra el hercúleo brazo era tan divertido como ver a un mosquito tratando de frenar a un elefante y un bufido de divertido desprecio salió de la boca de Draco, que recibió una cruda mirada de la directora.

_ ¿Dejar que esté aquí quién, Hagrid? ¿Te refieres al señor Crow?

Minerva le hablaba suave, como a uno de sus alumnos, pero con la misma firmeza.

_¿El señor Crow? ¡Vamos, señorita McGonagall!¡No me diga que no lo ha reconocido! Puede haber aprendido trucos nuevos pero no es más que el mismo malnacido de siempre. _ El dedo del barbudo avanzaba hacia él tratando de clavarse en el huidizo humo_ Puedes transfigurarte todo lo que quieras, pero nunca dejaré de reconocer tu mirada turbia y malvada, maldito hijo de...

_Hagrid... _Potter lo soltó y le habló con suavidad_ ¿Conoces a este hombre?

_A ese diablo, dirás...¡Sí! ¡Le conozco! ¡igual que todos los aquí presentes! ¡Tú más que nadie deberías saber quién es!

_Es el señor Crow, Hagrid...

"¿O no?"

Su rostro era borroso al principio, su rostro se tornaba borroso, a veces. Siempre había pensado que se ocultaba de alguna forma y ahora Harry tenía la certeza de que el señor Crow no era quién decía ser.

Snape miraba Draco, alejado de ellos con los brazos cruzados quien se encogió de hombros. Ya daba igual, pensaba el antiguo profesor de pociones corroborando el gesto de su ahijado. Daba igual que todos supieran quien era, que estaba vivo,.. daba igual todo con tal de encontrarla.

Las finas partículas de niebla se arremolinaron ante la atenta mirada de los presentes. De Minerva, que sacaba su varita; de Hagrid, que resoplaba como un toro furioso; de Potter, que ajustaba sus lentes inclinado sobre la mesa para verle de cerca; incluso de Malfoy que esperaba impaciente el impacto que produciría.

Sus zapatos, su ropa muggle se materializó y también su pelo y por último, su rostro.

_Snape._ Escupió Hagrid triunfante.

Verle a su lado después de creerle muerto tantos años fue demasiado para Minerva que se desplomó al instante y hubiera dado con su cuerpo en el suelo de no ser de la diligente actuación de Severus que la tomó casi al vuelo y la sentó en la silla que en otrahora ocupara Dumbledore o él mismo.

_ Maldito hijo del diablo... Juro que te aplastaré la cabeza con mis propias manos si no...

_Esto... es más urgente ahora, ¿no crees, Hagrid?

Señaló a McGonagall con la cabeza, reposando ahora en la silla y se inclinó hacia el escritorio pulsando un resorte oculto que abrió un cajón secreto que en sus tiempos contenía un vaso y una botella de whisky de fuego. No se asombró demasiado al comprobar que ahora era ocupado por una elegante copa y una botella de jerez. Sirvió un par de dedos del licor y acercó la copa bajo la nariz de Minerva, esperando que los vapores alcohólicos la reanimaran.

Podría haber usado un hechizo, pero los hechizos actuaban rápido y a veces, uno necesitaba unos segundos para pensar.

_¿Asombrado, Potter? _ Preguntó Draco alzando una ceja.

Harry también estaba lívido. De no haber estado apoyado en la mesa, valoró Snape al mirarle, también se habría caído redondo al suelo.

Antes de que Hagrid pudiera volver a acusarle de algo, Minerva se agitó y trataba de volver en si.

_Eso es, Minerva, vuelva a nosotros... Tome, _ dijo Snape acercando la copa a los arrugados labios_ beba un poco.

Todos necesitaban respirar.

Cuando McGonagall recuperó la consciencia tras un traguito del licor, lo primero que hizo fue llevar su mano al rostro de Snape, para asegurarse que era real. Al tocarlo, sus labios apretaron una sonrisa y sus ojos se aguaron.

_ Severus Snape... _recitó con una voz cargada de emoción.

_ Tsk, tsk, Minerva, nada de sentimentalismos. ¿O no recuerda que fue usted la que me echó de Hogwarts la última vez que estuve?

"Es Snape" Potter tenía que repetírselo para poder creerlo. "Siempre fue Snape" pensaba sin llegar a asimilarlo.

_¡Oh, Severus! ¡Pero entonces yo no sabía.. nadie sabía que... !

_No, nadie lo sabía y así debía ser._ Snape dejó la copa en manos de la profesora y se irguió, enfrentando a Hagrid_ Paula ha desaparecido...

_¡Ya lo sé, ella nunca faltaba a nuestra cita!¡Sé que le has hecho algo, maldito bastardo!

_ Para tu información, Hagrid, mi padre y mi madre estaban debidamente casados cuando fui engendrado aunque confío en que no quieras saber los detalles...

Frío, ácido, mordaz... sí, ese era Snape por más que a Harry le costara creerlo. El hombre que había amado a su madre más que a nada, el que le había salvado a él y a todo el mundo mágico y que, pensaba, murió delante de sus propios ojos. Ese hombre, al que había esperado ver en uno de los retratos cada vez que regresaba a este despacho, estaba ahora delante suyo, en carne y hueso y se frotaba la frente, cubriendo sus ojos en un gesto cansado.