Potter sintió como todo su cuerpo era zarandeado por el volantazo de Snape mientras intentaba infructuosamente mantener la postura erguida en el coche, que derrapaba hacia el arcén con un frenazo. Con el cuerpo pegado al cristal de la ventanilla y con el vago recuerdo del autobús noctámbulo, Harry maldijo mentalmente pero antes de que pudiera increparle, Snape tomó el móvil de las manos de Draco y salió del coche pulsándolo desesperadamente.
_ ¿Qué es tan importante?_ preguntó a Draco que seguía con la mirada los movimientos de su padrino fuera del coche, sus pasos arriba y abajo en los mismos dos metros como los de un tigre enjaulado y su expresión angustiosa mientras hablaba y su tez cada vez más pálida_ ¿Quién es ese Harry?
_Siempre te has creído el centro del universo, ¿verdad, Potter? No conoces nada de lo que excede tu pequeño mundo_dijo Draco con el tono más Malfoy posible_. Snape tiene amigos, Demons tiene amigos y ambos una vida. Todos tenemos una vida... a pesar de ti.
Harry sintió herido su orgullo Gryffindor, ¡ellos tenían una vida gracias a él!. Él acabó con Voldemort... pero, qué decía Draco? Si no hubiera sido porque él lo salvó, el rubio sería un cadáver carbonizado en la Sala de los Menesteres. El labio superior de Draco se arrugó en un gesto de desprecio, como si pudiera leer sus pensamientos.
_ Sigues creyéndote el protagonista, el héroe... Nunca has pensado que todo lo que pasó fue culpa tuya. Por tu culpa mi padre fue a Azkaban, por tu culpa yo me convertí en mortífago y casi en asesino. Por tu culpa murió Dumbledore y casi muere Snape, tienes una larga lista de muertes a tu espaldas empezando por la de tus padres.
_ Yo no tuve la culpa de todo eso, no tuve la culpa de nacer, fue Voldemort quien causó todas esas muertes y tu padre y tú...
Draco meneó la cabeza resoplando.
_No tienes ni idea, ¡ni idea! de lo que es sufrir.
Harry se sorprendió mucho de que el tono de Draco no fuera acusador sino despectivo, como si el Malfoy hablara de algo muy evidente de lo que él era incapaz de darse cuenta. Draco dejó de mirar a Snape y giró su cabeza buscando directamente los ojos verdes, enfrentándolos con los suyos grises.
_ Jamás estuviste solo. Todos te apoyaban, todos esos que dieron hasta la vida por ti te apoyaban. Nosotros no tuvimos esa suerte. ¿Crees que debo agradecerte el seguir vivo? ¿Los meses que pasamos a merced de lo dementores? ¿Los continuos interrogatorios, las miradas de la gente..? ¡Mi madre te protegió! ¡Les dijo a todos que estabas muerto! Sabes perfectamente lo que le habrían hecho si se hubieran dado cuenta y tú... ¡Tú no les contaste! El Elegido tenía otras cosas que hacer: dar entrevistas en El Quisquilloso y en El profeta; hablar en funerales y homenajes; descansar en la casa de los Weasley arropado por tu novia; entrar en los aurores... Y mientras, la mujer que se jugó el pellejo por ti dormía en unos tablones de madera teniendo frío y hambre y pesadillas cada noche, sintiendo como se le iba la vida durante 4 meses... 4 malditos meses hasta que tú te dignaste a corroborar su historia. Mi padre y yo lo merecíamos, pero ella... ella nunca hizo nada. Eso sí fue tu culpa, tu responsabilidad_ Draco sintió que se había salido demasiado del tema y señaló a su padrino que seguía fuera, hablando por teléfono_ Si él de verdad te importa, si de verdad le agradeces lo que hizo por ti y quieres ayudarle, tómate esto en serio, Potter.
Harry se sintió muy frustrado, se lo estaba tomando en serio antes y ahora, en cuanto asimilara el shock de descubrir que Snape seguía vivo, aún más, porque le debía mucho a ese hombre. No necesitaba las recriminaciones de Draco para ello, había madurado, había pensado mucho en todo lo ocurrido en su vida en las largas noches en que aquella pesadilla (todos esos cadáveres en fila en el Gran Comedor, aquel silencio) le mantenía en vela. Comprendía de dónde venía el rencor de Malfoy pero no lo merecía, ¿no? Después de la guerra él mismo no sabía ni dónde se posaban sus pies. Draco se equivocaba. El Slytherin seguía careciendo de la más mínima empatía para aquellos que no eran de su clase y estaba más que dispuesto a rebatir esos comentarios cuando el sonido del portazo le interrumpió.
La puerta del asiento del conductor se estampó contra la carrocería y Snape apretó el volante como si quisiera estrujarlo entre sus dedos. La mirada del mago estaba fija en sus nudillos, viendo como estos palidecían conforme aumentaba la presión de sus manos. Harry hizo el intento de preguntar pero una mirada fulminante de Draco se lo impidió. Ambos esperaron con la atención fija en Severus.
Su rostro inexpresivo era duro como el acero. Indescifrable.
Snape cerró lo ojos y respiró varias veces pausada y profundamente, sosegando aquello que fuera que le atormentaba. Luego irguió su espalda y solo emitió un sonido desgarrador como un gemido y amenazador como un gruñido y aún así, perfectamente audible:
_ Agarraos.
El auto comenzó a vibrar y a estremecerse, crujiendo de manera lastimera, y de repente sintió que el coche se encogía sobre sí mismo. Tuvo el fugaz pensamiento de que iba a morir aplastado antes de reconocer la familiar sensación de una desaparición conjunta y al consabido "crack" le siguió el zarandeo de los amortiguadores cuando el vehículo impactó con sus cuatro ruedas en la tierra.
_ ¡Wow!_exclamó Draco_ ¿Con el coche? ¡¿Cómo..?! ¡¿Cuándo...?!
Harry estaba igual de asombrado, no conocía precedentes de aparición conjunta con vehículos de ningún tipo.
_ Paula me enseñó.
Snape no pudo evitar media sonrisa de orgullo ("Deja de pavonearte", le dijo ella en su pensamiento. "No lo estropees", respondió él un poco preocupado: oír voces en la cabeza no es una buena señal en ningún contexto), pero no se entretuvo en explicarle a Draco el mecanismo de ese encantamiento porque nada más bajar del coche, una figura menuda de poco más de un metro corrió hacia él estrellándose contra sus piernas.
_ ¡Papá!
James se aferró a él casi hasta el punto de dejarle caer. Esa súbita explosión de genuino amor era más alentador para Snape que cualquier discurso o cualquier palmadita en el hombro.
_ Vamos, ¡arriiiiiba!_ Levantó a su hijo en brazos, fingiendo que pesaba demasiado_ ¿Has crecido? ¿Seguro que no estás bebiendo poción agrandadora? Deja que te vea...
_ Se me mueve un diente, mira..._ James apretó uno de sus incisivos superiores con el dedo índice y lo empujó hacia atrás.
_ Oh, eso es un poco desagradable, no hagas eso, no... _ le dijo cariñosamente apartándole el dedo de la boca con suavidad_, mamá no querría que ese dedo lleno de tierra estuviera tan cerca de ese trocito de piel sangrante.
Ante la mención de su madre el pequeño amagó una expresión de tristeza, pero luego miró firmemente la cara de su papá y asintió con un gesto resuelto antes de aferrarse a su cuello y darle mil besos. Severus le sostuvo en sus brazos hasta que su hijo se cansó y aún un poco más, besándole en la frente antes de dejarle en el suelo. Entonces el niño corrió hacia Draco extendiendo su manita abierta para que el joven mago se la chocara.
_¿Y tú quién eres?_ preguntó a Harry.
Harry puso una rodilla en tierra para ponerse a la altura de sus ojos y colocó su mano para que se la chocara también, sin embargo el niño le miró con extrañeza. "Se nota que es su hijo, es igual a él", pensó, y no solo por su parecido físico sino por la mirada aguda que le juzgaba en aquellos ojos negros. Potter bajó su mano al ver que no iba a ser chocada y disminuyó un poco su sonrisa antes de decir su nombre.
_ Encantado, señor Potter_ respondió la diminuta versión de su profesor de pociones con una seca inclinación de cabeza digna de mismo Severus Snape que, prácticamente le ignoró en favor de Malfoy, al que le dio la mano_. Vamos dentro, iba a tomarme un vaso de leche, ¿cree que es pronto para tomar un vaso de leche?
_Creo que nunca es pronto para un vaso de leche._ Afirmó Malfoy.
No tan ajeno a aquella conversación, Severus observaba a Potter que miraba confuso, debía pensar que a qué casa se refería pues no sería capaz de ver la casa de tres pisos con la fachada cubierta de hiedra.
_Bienvenido a Ivy House.
Con esas palabras, Snape le hizo partícipe del encantamiento Fidelio que mantenía la casa oculta,
