Adoración
Estaba amaneciendo. La ligera brisa que se coló por la ventana entreabierta lo despertó. Miró hacia el suelo y vio su ropa esparcida y arrugada; por un segundo dudó, confuso y desorientado, pero acto seguido recordó, lo recordó todo.
Giró la cabeza hacia su izquierda, y la vio. Estaba allí, a menos de un palmo de distancia, la mujer con la que había pasado la noche más maravillosa de su vida. Se quedó embelesado mirándola, analizando cada parte de su ser…
Sentir su cuerpo junto al mío es una sensación extraña, tan cálido y a la vez tan frío, tan pequeño pero a la vez tan firme.
No sé qué fragancia desprenden sus cabellos negros, pero una sola inspiración basta para transportarme más allá del séptimo cielo.
Sus mejillas sonrojadas, tan apetitosas, quizás por el calor que emana de mi cuerpo, o quizás por la reciente excitación…
No puedo apartar mis ojos de su dulce cara, su gesto angelical y esa media sonrisa suya, me tranquilizan y me llaman…
Sus labios me vuelven loco, finos y sedosos, saben a gloria; de un color rosa apasionado que imponen hasta al Dios más calmado.
Pero lo que más me atrae de ella, es su mirada; menos mal que ahora tiene los ojos cerrados, sino me intimidaría y me robaría la paz como siempre. Sus ojos son como un oasis en el que podría pasarme reposando toda la eternidad. Su mirada… tan serena, tan llena de vida, tan descarada, tan sincera, escudriñándome hasta hacerme dudar, obligándome a decir la verdad, forzándome a amarla casi, sí, su mirada es sin duda lo mejor de ella.
Definitivamente fueron sus hermosos ojos los que me precipitaron en esta hermosa situación…
No me dijo nada, simplemente me miró, con toda la calma del mundo, y comprendí que me deseaba, no hubo palabras, sólo nosotros dos, quietos, parados, devorándonos sin pestañear.
Después de todo, pensar que ha sido tan simple me cabrea, tsk…
Ahora la observo, callado y tranquilo, y comprendo que soy muy afortunado.
Adoro a esta mujer, la adoro desde el día en que la conocí, desde niños, siempre la he adorado, y por fin, después de tanto tiempo, he comprendido que ella siente lo mismo hacia mí…
Renji se acomodó entre las sábanas, y se reconfortó al lado de su amante, se arrimó aún más a ella, como si no quisiera que ni siquiera el aire los separara, y la abrazó fuerte… escuchó sus pausados latidos, sus respiraciones se acompasaron, y cerrando los ojos, imaginó un mundo perfecto, un mundo en el que sólo estaban él y su adorada Rukia.
