Los personajes y escenarios pertenecen a J.K. Rowling.

Nota de la autora:

Bueno, trataré de ser breve, no sé si lo logre.

Esta historia vino a mí hace unas semanas, es la primera vez que escribo un fanfic, por favor si encuentran errores o inconsistencias, díganme. Igualmente, hay partes que contienen datos o procedimientos médicos, yo no tengo ningún entrenamiento médico, por lo cual es muy probable que diga pura tontería. Una disculpa a cualquier profesional de la salud que pueda estar leyendo. Si alguien con experiencia en esa zona me desea corregir, yo siempre abierta a mejorar.

Hay ciertas objetos mágicos que me tomé la libertad de alterar o modificar un poco su uso, elaboración, composición o apariencia, por el bien de la trama.

Igualmente, hay un par de capítulos con escenas de sexo explicito, se marcarán para las personas que quieran evitar esas partes.

Sin más por el momento, espero les guste esta historia.


Después de la guerra muchas cosas cambiaron. El resentimiento, recelo, odio y sed de venganza se sentía en el aire. Mucha gente no estaba de acuerdo con algunas de las sentencias a ex-mortífagos. Ese fue el caso de los Malfoy, quienes gracias al testimonio de Harry Potter, tanto Narcissa como Draco Malfoy, se salvaron de Azkaban. En el caso de Lucius, él obtuvo un acuerdo, donde pasaría 10 años en arresto domiciliario y "donaría" un porcentaje del oro en las bóvedas Malfoy para reconstruir lo dañado por la guerra a cambio de los nombres y ubicación de los mortífagos que lograron escapar.

La sociedad mágica estaba dividida, entre los que cazaban a los magos oscuros en un intento de justicia por propia mano y los que querían empezar de cero y vivir una vida tranquila, sin magos tenebrosos.

Draco Malfoy, desde su juicio decidió que no se iba a dejar hundir en la autocompasión y que iba a hacer honor al orgullo Malfoy y no dejaría que nadie pasara por encima de él, que no dejaría que nadie lo viera derrotado, y por sobre todas las cosas, no iba a dejar que lo vieran con la cabeza abajo.

Por ello, después de un año de su juicio, cuando se aseguró que su madre estuviera lo más estable posible, decidió irse a Francia, un lugar donde podía empezar prácticamente de cero, donde el nombre de su familia no estaba manchado y podía ser libre para ser él mismo sin la presión de su padre.

Al llegar, consiguió un departamento muy sencillo, ya que no quiso usar ni un centavo de la fortuna Malfoy, quería labrar un futuro por sí mismo, sin ayuda de nadie. Aplicó a una beca para la Escuela de Medimagia, la cual obtuvo a un 50%, por cual tuvo que conseguir un empleo de medio tiempo para poder solventar los gastos tanto de su departamento como el restante de su matrícula en la escuela.

Trabajar y estudiar no era sencillo, menos si eras tan perfeccionista y meticuloso como Draco Malfoy que dado su gran desempeño y compromiso, tenía la calificación más alta de su generación por 3 años consecutivos; lo cual le otorgó el 100% de beca al terminar su segundo año, pero eso no significó que Draco dejó sus trabajo, al contrario, utilizaba ese dinero ahora de más para ahorrarlo y en un futuro, con suerte no tan lejano, poder tener un patrimonio.

En su último año, Draco tenía que empezar con sus prácticas como medimago, tenía que escoger un hospital o ala de enfermería de su preferencia, muchos creían que el elegiría San Mungo, al ser un lugar conocido para él y podría regresar a casa, pero la verdad es que Draco no estaba listo para ello, por lo cual decidió tomar la vacante del área de enfermería de la Reserva de Dragones en Rumania, lo estuvo deliberando todo el año previo, sopesando los pros y contras, supo que iba a ser difícil vivir en un lugar tan aislado, donde las lesiones no eran sólo huesos rotos o niños con dolor de estómago, iban a ser quemaduras provocadas por dragones y muchas otras heridas que podrían ser de vida o muerte; otra cosa en contra era que no hablaba rumano, pero vamos, ¿desde cuando un Malfoy se dejaba vencer por semejantes nimiedades?

Draco empezó a estudiar rumano durante todo ese año, buscaba libros que le ayudaran a perfeccionar sus habilidades en el idioma, incluso hizo una pequeña aventura en el mundo muggle, donde aprendió a usar esa cosa que ellos llamaban internet y vio esas fotografías con sonido y mucho movimiento para poder escuchar bien la pronunciación de las palabras. Al momento en que tuvo que partir a Rumania, se sentía preparado para ese nuevo reto.

Al llegar a la Reserva nada era como lo había imaginado, era MEJOR, se respiraba un aire de peligro y tranquilidad al mismo tiempo, era algo difícil de explicar pero no llevaba ni cinco minutos y ya lo estaba disfrutando. Los dragones siempre fueron su criatura mágica favorita, su ferocidad y fuerza eran hipnotizantes para él. Siempre creyó que eran criaturas incomprendidas, todo el mundo les temía y los veían como un peligro sin detenerse a pensar que eran criaturas que si las respetabas y no te metías con ellas o su territorio, ellas no te atacarían. La mayoría de magos y brujas que resultaban heridos por algún dragón, eran idiotas que trataban de robar sus huevos o creían que era buena idea provocarlos.

Draco estaba maravillado admirando la reserva cuando un par de domadores de dragones, o eso supuso por sus ropas, pasaron a lado suyo a paso rápido.

-¿Dónde demonios está ese nuevo intento de medimago? ¿No debió de llegar hace como 10 minutos? Seguramente va a ser igual de holgazán e inepto que el anterior.- dijo una chica de pelo negro no muy alta, el otro domador no dijo nada, sólo rió.

Draco frunció el ceño, ¿acaso se estaban refiriendo a él con eso de "intento de medimago"?

-Buenas tardes- dijo Malfoy después de aclararse la garganta para llamar su atención y dar un par de pasos en su dirección para no tener que gritar. - me llamo Draco Malfoy, soy el Medimago en prácticas, vengo de la escu…

-Sí, sí, no nos importa de donde vengas niño bonito, ya que estás aquí ponte a trabajar, tenemos una emergencia en el ala médica.- dijo el otro domador, era alto, de cabello castaño, con muchas cicatrices de quemaduras a lo largo del brazo derecho hasta el cuello.- Pero ¿qué esperas? ¿Una invitación?

-Soy nuevo aquí, no sé donde queda el ala médica, el pergamino de aceptación decía que me presentara hoy, a las 10 am, en esta zona para una ronda de reconocimiento de la reserva.- contestó Draco de mal humor, los modales de ese domador le estaban colmando la paciencia.

El chico suspiró molesto, poniendo los ojos en blanco y abrió la boca para contestar cuando la chica que lo acompañaba le puso una mano en el brazo y dijo- sígueme- antes de darse media vuelta y caminar a paso veloz por donde venían.

Caminaron varios metros antes de llegar un pequeño edificio de un solo piso, la verdad no se veía mucho como una enfermería, Draco sólo esperaba que tuviera el equipo suficiente para revisar a los pacientes y hacer pociones de ser necesario.

La chica abrió la puerta de entrada y se detuvo abruptamente cuando sonó un grito desgarrador que le puso la piel de gallina a Draco, la voz venía de un largo pasillo. La domadora corrió y abrió la segunda puerta a la derecha, Draco sin pensarlo la siguió y entro en la habitación. Había tres personas en ella, dos de ellas estaban paradas a cada costado de la camilla y la tercer persona estaba recostada sobre esta.

-¡NO LO TOQUEN!- grito Draco cuando vio que uno de los hombres al costado del paciente intento sujetarlo para que dejara de moverse.

Draco se acercó a la camilla al centro de la habitación y divisó a un hombre con el brazo izquierdo, parte del pecho, cuello y cara al rojo vivo, la piel estaba tan quemada que estaban formándose ampollas, el rubio estaba seguro que estaban entre quemaduras de segundo y tercer grado, lo que peor estaba era su brazo.

-Le quitamos la camisa para evitar que se pegara a la piel quemada y le pusimos una poción para el dolor que dejó el sanador anterior, pero no ha funcionado, sigue quejándose y cada vez más- dijo uno de los hombres, Draco no supo ni quien fue, estaba más centrado en el hombre en la camilla.

-¿Qué ocurrió exactamente y hace cuánto?- exigió Draco

-Estaba en el área de dragonas en gestación, al parecer una de ellas lo consideró un peligro y se defendió, Charlie intentó correr del fuego pero fue muy tarde, cayó al piso y trató de cubrirse de la brasa por eso su brazo está en ese estado.

-Fue hace 10 o 15 minutos como máximo.

-Ok, quiero que todos salgan del cuarto y esperen afuera- demandó Draco, empezando desinfectarse las manos y evaluar las lesiones en ese tal Charlie.

-Pero…- empezó a decir la chica que lo llevó hasta ahí, quien hasta el momento no había dicho nada.

AHORA!- dijo Draco molesto. Los tres salieron rápidamente de la habitación dedicándole miradas desconfiadas.

Una vez solo, Draco revisó los signos vitales del hombre, al ver que estaban tan estables como era posible en dichas circunstancias, revisó las ampollas y demás quemaduras, tratando de ver si al moverlo al ala médica y quitarle la ropa no lo lastimaron más. Aplicó un par de hechizos para tratar de calmar las quemaduras y revisar que los pulmones y vías respiratorias no tuvieran problemas, sacó de su mochila un vial con poción para el dolor que él mismo había hecho; si lo que esos domadores dijeron sobre el sanador anterior es cierto, la poción que le dieron al hombre debe ser una porquería y por eso no surtía efecto.

Tan sólo con un par de gotas, el pelirrojo (apenas se dio cuenta Draco), se relajó y quitó la expresión de sufrimiento. Ya más calmado y con menos movimientos, Draco pudo continuar con hechizos refrescantes y sanadores; la piel no iba a quedar como si nada de la noche a la mañana, aún con magia, ese tipo de lesiones requerían de varias aplicaciones de pociones y hechizos para sanar y regenerar la piel. Ese chico iba requerir de mucha paciencia y esfuerzo para recuperarse al 100%.

Después de varios minutos de estar trabajando sobre la zona afectada y de ya no poder hacer más, por el momento, por su paciente, Draco salió de la habitación, donde se encontró con los tres domadores, murmurando cosas entre ellos con cara de preocupación, apenas se dieron cuenta que Draco salía, lo bombardearon con preguntas, Malfoy sin entenderles nada, levantó las manos pidiendo calma y silencio.

-Su amigo se encuentra estable de momento, limpié las heridas y apliqué diversos hechizos y pociones para refrescar la piel y empezar con la regeneración de la misma, ahora mismo está descansando gracias a una poción que le administré, igualmen

-¿Podemos verlo?- interrumpió el chico más bajito de los tres.

-Por ahora no, la habitación debe permanecer estéril o las heridas podrían infectarse; además, él necesita descansar lo más que pueda. Les recomiendo que regresen mañana al medio día y si después de una evaluación a su progreso determino que es seguro que lo vean, podrán hacerlo.- respondió Draco con aire profesional.

Los tres domadores se miraron entre sí un poco dudosos, pero al final, luego de una aparente conversación en silencio entre ellos donde sólo se veían el uno al otro, decidieron que dos de ellos se irían y uno se quedaría a montar guardia en caso de suscitarse una emergencia.

Draco se encogió de hombros, dio media vuelta dispuesto a regresar a la habitación. Justo antes de abrir la puerta, se aplicó un encantamiento desinfectante e ingresó al cuarto, cerró la puerta detrás de él y caminó hacia un pequeño, viejo y desgastado sillón en la pared del fondo, se sentó en él y se permitió cerrar los ojos y suspirar cansadamente. Nunca creyó que en su primer día, es más, en su primer hora de haber llegado a la Reserva tendría tanta acción.

Pasaron algunos minutos de imperturbable silencio, Draco abrió los ojos y se puso de pie, acercando el sillón a la cama donde se encontraba su primer paciente oficial, se volvió a sentar y esta vez decidió poner atención a los rasgos del chico. Ya había notado que era pelirrojo, no era muy alto pero tampoco demasiado pequeño de estatura, tenía algunos tatuajes, su piel estaba bronceada, supuso que por el trabajo bajo el rayo de sol; subió la mirada hacia su cara, vio que tenía pecas, muchas de ellas y muy marcadas, Draco se paralizó un instante, no hizo falta mas que sumar dos más dos; ese chico frente a él, su primer paciente, indudablemente era un Weasley.

-Mierda- masculló el rubio.

Él que quería ir a un lugar donde nadie supiera de él, donde nadie lo relacionara con el bando en el que él y su familia estuvieron durante la guerra y se va topando con un Weasley en su primer día de prácticas; un Weasley que seguramente había escuchado de todas las cosas que le había hecho y dicho a sus hermanos menores durante sus años de estudiante, esos años donde cometió tantos errores, donde hizo tantas tonterías en pro de ideas que no eran suyas, no en realidad. Ahora estaba en frente de un Weasley que seguramente lo odiaba y viendo lo unidos que eran en la reserva, los demás domadores no tardarían en odiarlo por igual cuándo supieran quién era y lo que había hecho.

Suspirando sintiéndose derrotado, Draco apoyó sus codos sobre sus muslos y dejo caer su cabeza sobre sus manos.

Ahora que Weasley estaba dormido tendría al menos algunas horas para pensar qué iba a hacer. Definitivamente este sería un largo año.

Pasaron algunas horas y Draco sintió su estómago rugir, tenía hambre, no había comido nada desde que salió de París antes de tomar el traslador a la Reserva. Se puso de pie y caminó a la puerta, la abrió y se sorprendió al ver que el amigo de Weasley en efecto seguía ahí.

-¿Qué pasó? ¿Charlie está bien?- dijo el chico alarmado

-No ha pasado nada, él sigue dormido y así seguirá al menos hasta la noche, tal vez y con suerte hasta la madrugada.- Lo calmó Draco- Sólo quería preguntarte si sabes donde puedo conseguir algo para comer, no he probado alimento en varias horas.

-¡Oh! Claro, si quieres puedo traerte algo del comedor, ahora es la hora de la comida.

-Eso estaría genial, muchas gracias…

-Adrien, me llamo Adrien- dijo el chico con una amable sonrisa- ahora vuelvo con una bandeja de comida.- informó antes de salir del edificio.

Draco en vez de volver al cuarto, caminó por el pasillo hasta llegar al fondo de este abriendo cada puerta que encontraba en busca de algún baño; cuando al fin encontró uno, entró en él y se apoyó en el lavabo, se miró en el espejo y abrió el grifo, se mojó la cara para despejarse.

Una vez salió del baño, decidió regresar al cuarto, no fuera a ser que Weasley tuviera alguna complicación de la nada y se muriera bajo su guardia, ese sería el colmo de su mala suerte.

Después de 15 minutos, se oyó que alguien tocaba la puerta, se acercó y se encontró a Adrien con dos bandejas de comida flotando y una gran sonrisa; Malfoy salió de nuevo al pasillo y levantó una ceja interrogante al ver las dos bandejas.

-Creí que podríamos comer juntos

Draco se sorprendió pero aceptó la invitación, no era inteligente empezar a hacerse de enemigos, sobre todo si no sabía que les diría Weasley de él.

Malfoy apareció un par de sillas sencillas en el pasillo y sentó en una y Adrien en la otra, le acercó su charola y empezaron a comer en un cómodo silencio, cuando estaban por acabar Adrien decidió romper el silencio.

-Y… ¿cómo te llamas? Lo siento, con tanto ajetreo por la situación ni siquiera tuvimos oportunidad de conocerte correctamente- dijo un poco apenado

-Draco- contestó con una sonrisa apretada.

-Pues mucho gusto, Draco, es un alivio saber que al fin tendremos un buen sanador en este lugar alejado de la mano de Merlín. Quiero decir, sólo has tenido un paciente y acabas de llegar, pero… Charlie se veía muy mal, sus quemaduras estaban… bueno, tú lo viste; el sanador anterior a ti era pésimo y le estoy haciendo un favor. Si le hubiera llegado un caso como este, seguro hasta se desmaya- dijo Adrien riendo levemente a la vez que rodaba los ojos, Draco no pudo evitar sonreír pero esta vez sinceramente.

-Bueno, espero poder ayudar lo más posible durante este año de prácticas que estaré aquí.

-Estoy casi seguro de que así será. Bueno, Draco, tengo que irme, aún tengo que ir a limpiar algunas de las áreas de los dragones, seguramente en una hora llegará Zoe, cualquier cosa que necesites puedes pedírselo a ella- anunció Adrien despidiéndose.

Draco regresó a la habitación, no sin antes desinfectarse debidamente. Volvió a su nada cómodo sillón, a un extremo de la cama vio su mochila, la agarró y sacó de ella un libro de pociones medicinales avanzadas, decidió que leer sería lo más adecuado para pasar el tiempo.

Al cabo de una hora y cuarto, aproximadamente, escuchó ruido afuera de la habitación, supuso que era la tal Zoe que mencionó Adrien, el rubio no le dio importancia y siguió con su lectura.

Tras cinco o seis capítulos leídos, Draco sacó su cabeza del libro, miró por la ventana y se dio cuenta que ya había anochecido, miró su reloj de muñeca y vio que eran las 9:30 pm, sin tener mucha hambre pensó que era mejor conseguir algo de comer ahora antes de que fuer más tarde y no pudiera cenar nada después.

Se aproximó a la puerta y la abrió, la chica que lo había llevado desde su punto de aparición hasta el ala médica se encontraba sentada en una de las sillas que Draco había aparecido horas antes. Ella levantó la cabeza al sentir la presencia de Draco y lo miró como si lo examinara.

-Me preguntaba si pudieras conseguirme algo para cenar- dijo Draco serio pero sin sonar grosero, o al menos eso intentó.

Sin siquiera responder, la pelinegra se puso de pie y salió de la enfermería, 10 minutos regresó con un sándwich y una botella con agua, Draco los recibió y comió el sándwich afuera del cuarto tal y como hizo en el almuerzo con Adrien. Al terminar de cenar, desapareció la basura y sin decir nada regresó a su sitio dentro de la habitación.

Draco estaba algo cansado y no tenía ganas de seguir leyendo, aburrido volvió a tomar su mochila y sacó un mp3. Conoció la existencia de dichos aparatos en una de sus visitas al mundo muggle durante ese año en el que estaba aprendiendo a hablar rumano, tenía que admitir que los muggles tenían muchos inventos bastante buenos. El Slytherin se colocó uno de los audífonos y puso música a un nivel bajo.

Alrededor de la media noche, detecto movimiento en la camilla, después de unos segundos, escuchó un gemido quejumbroso, Weasley estaba despertando. Draco se acercó para corroborar que todo siguiera en orden.

-¿Dónde..? ¿Qué… me… me pasó?- dijo Weasley con voz ronca mientras abría poco a poco los ojos, al menos el del lado derecho, ya que del lado izquierdo estaba la quemadura que no le permitía abrir bien el párpado.

-Estás en la enfermería. Fuiste alcanzado por la llamarada de una dragona en gestación. Necesito que conserves la calma y trates de respirar con normalidad. ¿Hay algo que te duela o incomode en exceso?- respondió Draco mientras realizaba un chequeo rápido.

-Me… arde, me…arde… la cara y… la mano. Tengo mucha sed.

-Eso es completamente normal, las pociones están trabajando para regenerar la piel de la zona quemada, es un proceso lento. Sobre la sed, no puedo darte agua aún, sólo puedo remojar tus labios- informó Draco mientras sacaba un paño y lo humedecía para pasarlo sobre los labios de Charlie.- Es necesario que descanses, eso beneficiará tu recuperación. Vuelve a dormir- ordenó el medimago.

Charlie en su semi-consciencia asintió levemente y cerró sus ojos, quedando dormido nuevamente en cuestión de segundos.

Draco suspiró aliviado y se sentó en el horrible sillón. La noche siguió sin percances, tanto que tuvo oportunidad de dormitar un poco.