Ojos Grises (Dragón)

Pareja Draco/Severus

Disclaimer Los personajes de esta historia son propiedad de J.K. Rowling y la Warner BROS. Esto es puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno.

Y qué crees Patty? La historia se va a complicar un poquito más, jejeje… seguimos en contacto guapa ; )

OJOS GRISES (DRAGON)

Capítulo V. Una fiesta y un… adiós

Cho se acercó a la habitación de Draco caminando de puntitas pues no quería despertar a Severus. Abrió la puerta y entró sigilosamente, pero cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, se quedó literalmente con la boca abierta. En la enorme cama estaban Draco y Severus abrazados y durmiendo plácidamente. Le tomó unos segundos entender lo que había pasado ahí. Vio que su amigo estaba totalmente desnudo y sólo una parte de la manta cubría su trasero. Una de sus piernas estaba sobre el estómago de Severus y tenía el rostro oculto en su cuello… el cabello rubio estaba suelto y desparramado en la almohada. En tanto Severus estaba abrazando al rubio con posesividad y Cho se asombró a más no poder al ver una pequeña sonrisa de felicidad en sus delgados labios. Todavía sin poder creer lo que estaban viendo sus ojos, salió de la habitación tratando de hacer el menor ruido posible.

En cuánto la puerta se cerró tras la chica, Severus abrió los ojos y sonrió con malicia. Ya llevaba algún tiempo despierto, pero no había querido moverse para no despertar al rubio que descansaba entre sus brazos. Se había dedicado a contemplar a su antojo ese cuerpo perfecto que había poseído varias veces esa noche y no quería desprenderse de él. Lejos de sentirse molesto o incómodo porque la hija de su anfitrión los había sorprendido juntos, se sentía satisfecho y más que feliz.

'Te dije que no te querías con ella, mi Dragón' –pensó Severus y apretó aún más el abrazo alrededor de la cintura del rubio.

Draco sintió el movimiento y aún dormido se acercó más a él. Pasó un brazo sobre el pecho de Severus para luego enterrar una mano en el cabello negro.

'Intoxicante' –pensó Severus cuando el aroma de Draco lo envolvió–. 'Eres simplemente irresistible, Dragón… y bello… demasiado hermoso para que seas real'

Su miembro comenzó a reaccionar ante este aroma y muy pronto dos cuerpos jadeantes volvieron a unirse.

-¿Y tu novio? –preguntó Rosmerta a Cho en el desayuno.

-Todavía durmiendo –le explicó la chica sin mirarla a los ojos–. Estaba muy cansado.

-Tu padre y yo iremos a la ciudad y quisiera que vinieras con nosotros –dijo la Sra. Chang y miró a su hijastra esperando una reacción violenta.

-¿Y para qué? –preguntó ella con calma sorprendiendo a la mujer.

-Para que te compres un vestido, por supuesto. No voy a permitir que te vean conmigo llevando algo simple y sin gracia.

-Mi ropero está lleno de…

-No discutas con Rosmerta, cariño –intervino el Sr. Chang–. No puedo creer que no te guste la idea de estrenar ropa bonita.

-¡Claro que me gusta ir de compras y la ropa bonita, papá! –se defendió Cho y se mordió la lengua para no decir que lo que no quería era salir con su madrastra.

-Entonces ya no discutas, niña –Rosmerta se levantó de la mesa.

-Pero y… ¿Draco? –necesitaba una buena excusa para no ir con ellos de compras–. ¡No podemos dejarlo solo aquí! Tal vez también quiera comprarse algo.

-El traje que con el que bajó a cenar la primera noche, es perfecto. Si acaso no trajera otro igual de elegante, lo mandamos a lavar y asunto concluído –salió del comedor airadamente.

-¿Por qué no tratas de llevarte bien con mi esposa, Cho? –le preguntó el Sr. Chang con tristeza–. Sabes que las quiero a las dos por igual, no me pongas en un predicamento.

-¡Es que es insoportable! –le dijo la chica explotando–. ¡Siempre queriendo mandarme! ¡Interviniendo en mi vida! ¿¡Por qué simplemente no me deja en paz?

-Es que quiere lo mejor para ti.

-¡Já! No me hagas reír, papá. Rosmerta quiero todo, menos eso.

-No me gusta discutir en el desayuno, Cho –se levantó de la mesa–. Saldremos enseguida y no quiero oír más quejas.

-No, padre –su expresión se hizo dura–. Ya no las oirás.

El Sr. Chang miró a su hija como queriendo decir algo más, pero encogiéndose de hombros salió del comedor.

'Draco tiene razón. No tengo porque estar aquí. Papá es feliz con Rosmerta y yo quiero estar con Parvati' –azotó la servilleta en la mesa y se levantó–. 'No tengo porque soportar más tiempo esta situación'

Ese pensamiento hizo que tomara la salida a la ciudad con filosofía y decidió disfrutar de las compras. Antes de que el carro arrancara, lanzó una mirada a la ventana del cuarto de Draco y sonrió al ver que las cortinas aún estaban corridas.

El sonido del agua corriendo en el baño de su habitación ya no molestó a Draco. Se estiró en su cama y se sintió felizmente agotado. Severus acababa de dejarlo para tomar una ducha que era necesaria, pero lo que más le gustó al rubio fue que antes de abandonar la cama, el hombre había depositado un pequeño beso en sus labios. Cerró sus ojos grises y rememoró esa fantástica noche. Después del primer encuentro, que por supuesto estuvo carente de ternura porque el hombre estaba muy enfadado, hubo otros más que borraron cualquier recuerdo desagradable.

Aún cuando Severus le había dicho que no iba tocarlo demasiado y que no habría besos compartidos entre ellos, faltó a su palabra y a Draco eso le pareció lo más maravilloso del mundo. Sus actos de amor estuvieron llenos de besos cortos pero apasionados en las que sus lenguas danzaron frenéticamente como si lucharan entre ellas. Su cuerpo fue recorrido con pasión por unas manos que parecían no cansarse de acariciarlo y hasta él mismo se atrevió a tocar a su amante. Lo había hecho al principio con cautela pero al ver que sus caricias no eran rechazadas se llenó las manos con esa piel tersa.

Draco abrió los ojos cuando Severus salió del baño y le sonrió con sensualidad. Severus le correspondió la sonrisa y eso derritió por completo al rubio. Severus se vio más joven y atractivo cuando sus facciones se relajaron con esa pequeña sonrisa y fue en ese momento en que Draco comprendió que su corazón ya no le pertenecía… amaba a Severus con toda su alma.

El amor explotó en su corazón como una burbuja y se esparció por su cuerpo como lava ardiente. Se paró de la cama y abrazó el cuerpo húmedo de Severus. Comenzó a repartir pequeños besos en la espalda de su amante que echó la cabeza para atrás gimiendo audiblemente ante esas caricias.

-No sigas, Dragón –dijo Severus con voz ronca–. Estoy demasiado agotado para volver a la cama.

-No necesitamos la cama –le contestó Draco y le quitó la toalla que llevaba en la cintura.

Fue bajando lentamente hasta llegar al firme trasero sin dejar de besar la piel que iba recorriendo.

-Basta, Dragón –casi le suplicó Severus pero el rubio lo ignoró.

Lo hizo darse la vuelta y entonces quedó ante sus ojos, el miembro ya erecto de Severus. Draco lo tomó con gula y sonrió al sentir las manos de su amante enredarse en su cabello para marcarle el ritmo. Al cabo de unos minutos de avasallante tortura, Severus se corrió en la boca del rubio y Draco lamió una última vez ese músculo palpitante.

-¡Oh, Dragón! –musitó Severus con la respiración agitada y lo obligó a levantarse para besarlo con pasión–. Eres sencillamente… un artículo de lujo, ¿lo sabías?

-Lo sé –Draco se separó de él y entró al baño para que Severus no viera correr sus lágrimas.

Una vez más, Draco sintió que el amor se le acaba ir de las manos. Había perdido a Harry porque fue incapaz de ver que el joven le había entregado el corazón cuando era aún un adolescente y después fue demasiado tarde… el moreno se había enamorado de su padre y él no tenía ninguna oportunidad de conquistarlo. Y ahora… ahora… ahogó un sollozo al comprender que le había entregado el corazón a un hombre que no sólo lo despreciaba si no que estaba enamorado de una hermosa chica. El corazón le sangró al reconocer que sólo era un juguete sexual para él y que de hecho lo había comprado. No sabía si iba a poder levantar la frente de nuevo… sentirse orgulloso de quien era…

'¿Y quién soy?' –se preguntó desesperado–. 'Obviamente ya no soy el mismo Draco Malfoy de antes. Fui un total parásito durante mucho tiempo, viví a expensas de mi padre y de mi madre sin ningún remordimiento. Me vendí a un desgraciado para destrozarle la vida a la persona más dulce y buena que ha existido en este mundo y en este momento me estoy prostituyendo. ¿De que puedo sentirme orgulloso ahora?'

-¿Estás bien, Dragón? –la voz de Severus fuera del baño lo hizo sobresaltarse.

-Estoy bien –apenas le pudo contestar.

-Te espero abajo entonces.

-No tardaré.

Se obligó a cerrar la llave del agua aún cuando quería quedarse ahí para siempre y salió todavía escurriendo agua.

'La excusa del amor tiene que servirme para no sentirme tan sucio y bajo como sé que soy' –se dijo llorando y se derrumbó en la cama que aún conservaba el aroma de Severus–. '¿No habré cambiado después de todo? ¡Pero sí lo hice! ¡Sé que lo hice! ¿Entonces por qué estoy encadenado a esto? Deseo… sí… al principio fue deseo pero ya no… lo amo… ¡cielos!... ¡lo amo mucho más de lo que amé a Harry ni a nadie más! Pero para mí no hay futuro con él' –más lágrimas ardientes rodaron por sus mejillas–. 'Me iré en unos días y él tendrá el camino libre para conquistar a Cho. Severus sólo me recordará como una diversión… como…como… un artículo de lujo'

Los siguientes días fueron tan dulces como amargos para Draco. Severus se portaba amable con él frente a los demás y lo amaba con pasión por las noches, dejándolo totalmente exhausto pero feliz… inmensamente feliz. El rubio sabía que su paraíso de tontos estaba a punto de terminar y quería disfrutar al máximo la cercanía de su amante. Nunca se enteró de que Cho estaba al tanto de su relación porque ella nunca lo mencionó y tampoco lo hizo Severus.

Y así, casi sin sentir, el sábado llegó y para Draco fue como si la cuenta regresiva para que Severus estuviera fuera de su vida y su futuro, tocara a su fin. Esa noche iba a hablar con Cedric y estaría libre para regresar a Inglaterra… de nuevo volvería a su rutina… volvería a ver a Harry y a su padre… a su trabajo y a sus amigos. ¿Pero podría vivir sin corazón? Era lo que Draco se preguntaba en cada nuevo amanecer y se contestaba que debería hacerlo. No podía alimentar la esperanza de que Severus quisiera tenerlo a su lado ya que él estaba enamorado de Cho. Esos días vio como él y su amiga, ya podían intercambiar palabras sin agredirse mutuamente y hasta los había oído reír una tarde en la que coincidieron en las escaleras. Supo que Severus ya había comenzado su labor de conquista y eso hacía más evidente que él no significaba nada para el hombre.

Llegó la hora para ir a la casa del millonario y los cinco se acomodaron en la camioneta del Sr. Chang. El viaje fue relativamente corto y Draco tuvo que admitir que la casa de Víktor y Cedric era muy hermosa. Tal y como lo había descrito Cho, la casa parecía que había sido esculpida en la pared de la montaña y eso la hacía más impresionante. Uno atento valet ayudó a descender del auto a Cho y a Rosmerta y luego fueron conducidos a la casa con gran ceremonia.

-¡Muchas gracias por aceptar nuestra invitación! –les dijo Cedric sonriente mientras les daba la mano a todos–. A Víktor y a mí nos complace darles la bienvenida a nuestra casa y esperamos que se sientan a gusto.

-No hay nada que agradecer, muchacho –le contestó el Sr. Chang que parecía no darse cuenta de la relación que había entre él y Víktor–. Nosotros somos los que estamos complacidos por estar aquí.

-Pasen –los invitó Víktor con cordialidad, pero miraba a Draco con evidente hostilidad.

El rubio no se dio por aludido y pasó al interior de la casa escoltando a Cho. En una enorme sala ya había por lo menos otras 70 personas que disfrutaban de un excelente champagne y una gran variedad de aperitivos. Cho se separó de Draco lanzando un gritito de felicidad y cruzó a toda prisa la elegante habitación y se abalanzó a los brazos de una rubia despampanante que correspondió con entusiasmo el abrazo. Draco alcanzó a ver como Severus fruncía el ceño por su acción y se alegró internamente.

'No la vas a tener tan fácil con Cho, mi querido Severus' –pensó y tomó la copa que le ofrecía un mesero.

Sabía que no tenía nada de lo que realmente alegrarse ya que su amado estaba enamorado de otra persona, pero el verlo tan contrariado alegraba un poco su corazón. Ese corazón destrozado y lleno de celos que no dejaba de latir con fuerza si Severus le dedicaba una mirada de deseo.

La cena, que estaba deliciosa, fue servida estilo buffet y no duró mucho tiempo. Víktor y Cedric les dijeron a todos sus invitados que en el jardín se habían colocado unas tarimas para que pudieran bailar y todos salieron al aire fresco de la noche. Una orquesta estaba colocada al final del jardín y comenzó a tocar música romántica. Víktor tomó de la cintura a Cedric y lo llevó al centro de la improvisada pista de baile. Parecía que la mayoría de los presentes estaban al tanto de su relación pues les aplaudieron con entusiasmo. Algunos, entre ellos el Sr. Chang y Rosmerta, lanzaron exclamaciones de asombro cuando vieron como Víktor comenzaba a besar a su pareja de baile sin ninguna inhibición.

-¿Pero qué significa esto? –alcanzó a escuchar Draco que preguntaba Rosmerta claramente disgustada.

-Significa que ellos son pareja, querida –le contestó Severus con una pequeña sonrisa irónica en los labios.

-¡Es asqueroso! ¡Ling! ¡Vámonos en este momento!

-Sí, linda –aceptó dócilmente el Sr. Chang que no podía despegar la vista de la pareja que bailaba.

-¡Y tráete a Cho también! –estaba temblando de indignación–. ¡Vámonos, Severus!

-Me quedaré –declaró Severus y le sostuvo la mirada a la mujer que se dio la vuelta enojada.

Draco apenas contenía la risa debido a la actitud de Rosmerta y se dijo que si la buena señora, que parecía haberse adjudicado el cargo de Presidenta de la Liga para la Defensa de la Decencia y la Virtud, se hubiera enterado de lo que Severus y él habían estado haciendo bajo su techo, ¡ya le habría dado un ataque al corazón!

Al cabo de unos minutos, Cho se puso al lado de Draco con las mejillas arreboladas y el rubio supo que acababa de tener un enfrentamiento con su madrastra. Sin pensarlo, le pasó un brazo por los hombros para transmitirle su apoyo y no se dio cuenta de que Severus le lanzó una mirada de advertencia. Cho le sonrió a Draco y suspiró profundamente tratando de tranquilizarse.

-¿Bailamos? –le pidió la chica a Draco y sin esperar respuesta lo arrastró a la pista de baile.

Draco no tuvo más remedio que seguirla y tuvo que abrazarla cuando ella recargó la cabeza en su pecho.

-Mañana me voy a buscar a Parvati –dijo Cho con firmeza.

-Me alegro de que por fin hayas tomado esa decisión –le contestó Draco sonriéndole.

-He perdido miserablemente mi tiempo aquí –lo miró a los ojos–. Tenías razón desde el principio. Nunca debí dejar que Rosmerta y mi padre manipularan mi vida de esta manera.

-Ya no mires al pasado, Cho. Piensa ahora en Parvati y en lo felices que serán cuando estén juntas de nuevo.

-Sí, eso haré –lo besó en la mejilla.

Ya muchas otras parejas estaban también bailando y fue cuando a Draco se le presentó la oportunidad de hablar a solas con Cedric. Un hombre se acercó a Víktor y le murmuró unas palabras al oído. El búlgaro se enojó visiblemente y se disculpó con Cedric para luego irse a la casa con el hombre que lo había interrumpido.

-¿Me perdonas un minuto? –le dijo Draco a Cho.

-Claro –le sonrió ya tranquila–. Iré por un trago. ¡Lo necesito con urgencia!

Draco apenas le puso atención y casi corrió para alcanzar a Cedric que ya salía de la pista de baile.

-¡Cedric! –lo llamó Draco y el joven se dio la vuelta sonriéndole.

-¡Hola! –volvieron a darse la mano–. Me alegro que hayas podido venir. Draco, ¿verdad? –el rubio asintió y comenzaron a caminar alejándose de todos–. El otro día ya no pude agradecerte lo que hiciste por mí –sus mejillas se tiñeron de rojo–. No sabía como quitarme de encima a ese tipo y estoy seguro que Víktor hubiera armado un gran escándalo al verlo tomando mi mano.

-No fue nada –le guiñó un ojo–. Sé que hubieras hecho lo mismo por mí.

-Espero poder corresponder el favor algún día.

-De hecho puedes hacerlo ahora.

-¿En serio? ¡Me encantaría! ¿Qué puedo hacer por ti?

-Quiero que me escuches –Draco se puso serio de repente–. Tengo que decirte cosas muy importantes y necesito que me escuches hasta el final. Tal vez no tenga ninguna otra oportunidad para hacerlo y no quiero que me hagas echar de tu casa hasta que haya terminado.

-¿Y por qué habría de echarte de mi casa? –preguntó Cedric riendo… habían llegado a una hermosa balaustra que estaba al lado de la casa.

-Por qué se que lo harás –afirmó secamente y la expresión de Cedric cambió–. No, no es lo que piensas –le sonrió a medias–. No pienso declararte mi amor ni nada por el estilo. Si esto te tranquiliza, te confieso que estoy locamente enamorado de un hombre, pero… ese hombre no eres tú.

-De acuerdo –suspiró audiblemente–. Te prometo que esta conversación será tan larga como quieras y tendrá final.

-Gracias –le agradeció y tomó aire–. Mi nombre completo es Draco Malfoy y trabajo en el Museo Británico –Cedric se tensó visiblemente ante sus palabras–. Mi jefa, Minerva McGonagall, qué sé que conoces, me envió para…

-No necesito oír más –lo cortó–. Si sólo viniste a los Estados Unidos a tratar de convencerme a regresar, estás perdiendo tu tiempo. Fin del asunto… adiós –se dio la vuelta bruscamente y se alejó unos pasos.

-¿Cuánto crees que dure tu relación con Krum viviendo como lo haces ahora, Cedric? –no trató de detenerlo, pero sus palabras lograron que el joven volviera sobre sus pasos.

-¿¡Quién te crees que eres para opinar sobre mi vida? –le gritó mientras manoteaba–. ¡Nadie! ¡No eres absolutamente nadie!

-Soy una persona que sabe como te sientes –lo contradijo–. Estás atrapado aquí sin ninguna posibilidad de escape. Tu nido de amor se ha convertido en una fría prisión y tu pareja es el carcelero que no te va a dejar salir de aquí con vida, Cedric –una sonora bofetada cruzó el rostro de Draco pero él no se movió un centímetro así como tampoco cambió de actitud ni dejó de hablar–. Te estás consumiendo en vida… te están ahogando esos terribles celos que siente Víktor por ti. En este mismo momento, está a punto de saltarme a la yugular y destrozarme con sus propias manos porque me estoy atreviendo a verte a los ojos y hablar contigo. Lo único que lo detiene es la bofetada que acabas de darme –ya para este punto Cedric lloraba sin consuelo y tuvo que sujetarse de la balaustra para no caer–. El amor es hermoso, Cedric… lo más hermoso que existe en todo el universo, pero no nos sirve si ese amor nos destruye… y a ti te está destruyendo. Víktor te arrancó de lo que más te gustaba y te tiene aquí encerrado. Tu vida se está consumiendo así como tu alegría de vivir –hubiera querido abrazarlo y consolarlo, pero eso traería como consecuencia que Víktor corriera a degollarlo y él necesitaba terminar su conversación con Cedric–. ¿Cuánto tiempo vas a soportar esto? ¿En cuánto tiempo crees que tu amor se transforme en odio?

-¡YO AMO A VIKTOR CON TODA MI ALMA! –le gritó el trigueño con todas sus fuerzas.

-Y yo estoy seguro de que él te ama de la misma manera, pero el amor necesita otras cosas además de compartir una cama y dulces palabras de amor –su voz se había vuelto melancólica–. El amor necesita libertad, lealtad, comunicación y… confianza. ¿No te has puesto a pensar que si Víktor te tuviera confianza no se comportaría como lo hace? –sacó su cartera y sacó una foto–. Quiero que mires esto –se la ofreció y Cedric la tomó con manos temblorosas y secándose las lágrimas–. ¿Te parece guapo?

-Demasiado guapo –rió sin ganas–. Este hombre es un modelo y se ve muy bien, pero siempre arreglan las fotos para que luzcan mejor de los que son.

-Esta foto no está trucada…la tomé el mes pasado. Él es tan real como tú o como yo y… es la pareja de mi padre –le informó con cierto dejo de orgullo–. Déjame aclararte que la foto no le hace justicia, si vieras a Harry en persona no lo creerías. ¿Y sabes qué es lo que hace mi padre con él? Lo deja ir y venir por Londres tantas veces como quiere. Harry sale con sus amigos y sus amigas sin esperar volver a casa y encontrar a su pareja muriéndose de celos porque salió sin él. Y cuando mi padre se va de viaje no está pensando que Harry se mete en otra cama o sus labios calman la sed de otra boca… no lo tiene encerrado como Víktor te tiene a ti. ¿Y sabes por qué? Porque mi padre sabe que su pareja lo ama tanto que jamás voltearía a ver nadie… jamás lo traicionaría… le tiene confianza… tiene confianza en su amor –dejó de hablar para que Cedric meditara todo lo le que le había dicho.

El joven trigueño quedó mucho tiempo silencioso y al final miró hacia la casa donde pudo distinguir la figura de Víktor que se mantenía vigilante detrás de un ventanal.

-Yo… yo… quiero a Víktor, pero tienes razón… me estoy ahogando aquí… siento como estas cuatro paredes se desploman sobre de mi y no me dejan respirar.

-Cedric… yo vine aquí para convencerte a volver a Inglaterra y a tu trabajo, pero ya no quiero hacerlo… conocerte… saber cómo te sientes me hace comprender que tienes cosas mucho más importantes en las que pensar y… decidir. Revisa tu vida y pregúntate si esto es lo que realmente quieres. Tú eres inteligente y sé que vas a encontrar una solución. No dejes que este amor marque el final de tu felicidad –sacó una tarjeta y se la ofreció–. Esta es la dirección de mi departamento en Londres y también están mis números telefónicos… si algún día quieres platicar conmigo, hazlo con confianza. No veas en mi al 'enviado diplomático', si no sólo a Draco Malfoy que sabe cómo te sientes y que quiere ayudarte –lo abrazó brevemente y se dispuso a correr porque vio como Víktor se apresuraba a salir de la casa–. Y te juro que soy sincero.

Se alejó lo más rápido que pudo pues vio como Víktor crispaba sus enormes manos preparándose a golpearlo en cuanto lo tuviera a su alcance.

-¡Víktor! –escuchó que lo llamaba Cedric con voz dura y el búlgaro no tuvo más remedio que dejarlo ir.

Si Draco creyó que se había salvado de una situación enojosa, se equivocó de cabo a rabo, pues no bien se había alejado de Cedric cuando sintió que una mano de hierro se clavaba sin piedad en su brazo.

-¿¡Pero es que tu ambición no tiene límites, Dragón? –le gritó Severus furioso–. ¿¡Tienes que tratar de conquistar a todos aquellos con los que cruzas una palabra?

No fueron sus palabras las que hicieron que todo explotara en el interior de Draco… fue la tensión de los días anteriores… saber que tendría que marcharse lejos de Severus… saber que no se acordaría de él en cuánto se alejara de su lado… los celos que lo consumían por dentro al saber que nunca sería para él… saberse despreciado.

-¡Suéltame! –se zafó de un tirón del agarre–. ¡Tú no sabes absolutamente nada de mi para que hagas esas estúpidas acusaciones!

-Así que volvemos al jueguito de inocencia –dijo Severus con desprecio–. ¿Qué no te cansas de eso? ¡Pues a mí ya me hartó!

-¡Pues a mi me interesa un carajo si estás harto o no, Severus Snape! –le gritó ya cansado de la situación–. Tuve mis razones personales para hacer lo que hice contigo y… ¡no me arrepiento pero ya se acabó! ¿¡Lo entendiste? ¡¡Se acabó!

-Esto no se termina hasta que yo quiera, precioso –se acercó a él con los ojos brillándole peligrosamente, pero en esta ocasión Draco no se amedrentó… su furia era comparable a la de Severus.

Draco se arrojó contra Severus tomándolo por sorpresa y lo besó en la boca. Sus labios eran duros, pero poco a poco se fueron suavizando y muy pronto encontró una respuesta. Severus lo abrazó con fuerza, apenas dejándolo respirar, pero a Draco no le importó. Sabía que eran sus últimos momentos con el hombre que amaba. Lo que había dicho era en serio… todo había terminado entre ellos, pero no quería irse sin haber besado una vez más esa boca que lo enloquecía y lo hacía perder el control… sentir su cuerpo junto al suyo aunque fueran sólo unos instantes más. Draco no supo cuánto tiempo sus labios estuvieron unidos con los de Severus, pero cuando por fin se separaron los dos estaban jadeantes y en sus ojos se veía el deseo.

-Vámonos de aquí –Severus bajó la cabeza y comenzó a morder el blanco cuello.

-No… quiero bailar contigo –le dijo Draco seductoramente

Severus aceptó y llegaron juntos a la pista de baile. La música que se oía era tranquila y romántica, lo que les dio oportunidad de seguir besándose hasta que ya nada existió para Draco más que esos labios y ese cuerpo que se movía a su ritmo. Antes de que la canción terminara, el rubio se separó de Severus.

-Voy por unas bebidas… estoy sediento.

-No tardes, Dragón –le mordió el labio inferior con sensualidad.

Draco no le contestó, simplemente volvió a besarlo con pasión antes de alejarse de él. Si en ese momento Severus hubiera visto con más atención los ojos grises, se hubiera dado cuenta de que le estaban diciendo adiós.