Ojos Grises (Dragón)

Pareja Draco/Severus

Disclaimer Los personajes de esta historia son propiedad de J.K. Rowling y la Warner BROS. Esto es puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno.

Sabes que te agradezco que estés por aquí Ailuj : ) … déjame y te comento que estoy escribiendo una tercera parte de Ojos Grises y la verdad me está gustando mucho como me está quedando, jejeje… a ver si adivinas quién es la pareja… un beso enorme!

OJOS GRISES (DRAGON)

Capítulo VII. Conversaciones privadas

Tres meses. ¿En verdad sólo habían pasado tres meses? A él le parecía que había pasado una centuria desde la última vez que lo vio y besó sus labios rojos. Tiró distraídamente al suelo el cigarrillo que se había apagado hacía mucho tiempo y se pasó una mano por el cabello negro. ¿Qué caso tenía? Se estaba preguntando en ese momento. ¿Qué caso tenía tratar de convencerse de que iba a olvidarlo? Jamás lo olvidaría y su corazón tampoco. Sabía que se había enamorado de Draco desde el primer momento en que posó sus ojos en ese cabello rubio y esos hermosos ojos grises, pero su orgullo era lo único que le impedía ir a buscarlo y suplicarle de rodillas que lo dejara estar de nuevo a su lado. Ni siquiera el recuerdo de esas maravillosas noches en las que disfrutó ese cuerpo suave y deseable, eran capaces de doblegar su maldito orgullo.

Se estuvo consumiendo en vida todos esos meses imaginándolo en los brazos de Víktor Krum y tal vez de otros más pues creía firmemente que su amante lo había abandonado por el millonario. Cuando fue a investigar donde se había metido su pareja después de abandonarlo a mitad de la fiesta, el guardia que estaba en la puerta le dijo que su chico rubio se había ido con Krum. Sintió como todo su mundo se derrumbaba y regresó a la casa de los señores Chang cruzando el bosque. Durante todo el camino lloró, gritó y maldijo sin cesar al chico rubio. Sin embargo una pequeña esperanza aún brillaba en su interior cuando entró a la casa. Esperaba encontrar a Draco en su habitación, pero pronto se dio cuenta de que él se había marchado para siempre cuando vio que sus cosas habían desaparecido del armario y entró a su cuarto muerto en vida. Si acaso era posible, se sintió todavía más muerto cuando vio brillar sobre su almohada el anillo que le había regalado.

Al día siguiente él también salió de esa casa en la que había conocido el paraíso, pero también el infierno. El infierno que le producían sus celos al saber que el rubio nunca sería suyo por completo porque siempre estaba a la caza de un mejor postor… de alguien que pudiera pagar sus besos y caricias con joyas y ropa cara. Una vez en Nueva York trató de hundirse en su trabajo pero no podía concentrarse. Sus pensamientos volvían una y otra vez a todos los momentos compartidos con su dragón y se torturaba preguntándose si el rubio disfrutaría tanto con los otros como lo había hecho con él. Su corazón sangraba de sólo pensar que otros hombres oirían sus gemidos de placer… que otros se hundirían en ese cuerpo que pensaba era sólo suyo.

Él nunca antes había tocado a un hombre y ningún hombre lo había tocado a él, pero cuando vio a Draco descender del auto con Cho a su lado, simplemente se quedó petrificado. Lo primero que vio fue su larga cabellera rubia volando por los aires y se quedó prendado de ella. Los murientes rayos del sol se quedaron atrapados en sus cabellos y pensó que jamás había visto algo tan hermoso, pero supo que se había equivocado al mirar su rostro… ¡era un verdadero ángel! Siguió con avidez el movimiento de sus manos por sus piernas y fue en ese momento en que lo deseó. Lo deseó como nunca había deseado a nadie, pero también fue el momento en que se enamoró de él aunque no lo supo reconocer.

En esa primera cena se dio cuenta de que el noviazgo con Cho era una farsa. En los ojos de ninguno de los dos había amor, es más, ni siquiera podía encontrar un poco de mutua admiración y eso sólo le confirmó que Cho seguía enamorada de Parvati Patil. Suspiró aliviado al darse cuenta de eso, pero entonces se preguntó porque un chico tan guapo como Draco se prestaba a ese engaño. Sus ojos sólo tuvieron que recorrer la exquisita figura del rubio para darse cuenta que llevaba un traje de diseñador y le enfureció comprender que él era uno de esos patanes que vivían a costa de los demás. No había duda de que tenía clase y destilaba elegancia, pero él había conocido demasiada gente de su calaña… finos por fuera, pero podridos por dentro.

Lo había abordado fuera de su habitación en un arranque de celos cuando lo vio besar a Cho durante tanto tiempo y se jugó una carta que, para su fortuna, resultó ser la ganadora. Se acercó a Draco esperando que le diera una paliza por atreverse a tocarlo de manera tan íntima, pero como no lo hizo siguió adelante. Cuando el rubio supuso que estaba enamorado de la chica no lo sacó de error porque aún no estaba preparado para aceptar sus sentimientos.

Sus recuerdos constantemente lo llevaban a la primera noche compartida y lo hacían preguntarse por qué Draco nunca le había reclamado su más que obvia torpeza en el acto sexual. Sin que lo pudiera evitar sus mejillas siempre se teñían de rojo al recordar 'su primera' experiencia sexual con un hombre. Y como sucedía en cada ocasión que recordaba esa noche escondía la cara entre las manos al recordar como había dudado durante horas frente a la puerta de comunicación sin atreverse a cruzarla sabiendo que detrás de ésta estaba el hombre más hermoso del mundo, pero también el más exigente. Él había declarado eso y Severus lo creía.

Cuando por fin se atrevió a entrar a la habitación de Draco, se quedó mucho tiempo contemplando como dormía mientras su corazón latía como nunca antes. Se veía totalmente hermoso. La luz de la luna se filtraba por la ventana y convertía su piel blanca en plata pura… sus cabellos rubios también brillaban con intensidad. Cuando por fin el deseo por él fue lo suficientemente intenso para darle valor y atreverse a tocarlo… conoció el paraíso. Le había dicho que no quería que lo tocara ni que él iba a hacerlo para que no se diera cuenta de lo nervioso que se sentía cuando estaba junto a él, pero se llenó las manos con la suavidad de su piel y cerró los oídos a las súplicas de Draco para que lo tomara.

Aún cuando era eso lo que más quería, no se atrevía a dar ese paso fundamental y se restregó con fuerza contra su cuerpo, esperando que fuera tan placentero para el rubio como lo estaba siendo para él. Estaba a punto de explotar cuando Draco lo obligó a retirarse y se molestó, pero una vez que tuvo frente a sus ojos la tan anhelada entrada a ese cuerpo tan deseable ya no pudo resistirse más y esa fue la primera vez que se preguntó por qué su Dragón no lo había mandado al diablo por inútil. Sabía que alguien con menos experiencia que el rubio se habría dado cuenta de que no tenía la menor de idea de cómo prepararlo para no lastimarlo y convertir esa experiencia en algo inolvidable.

Al mismo tiempo en que conoció el paraíso también vivió el más espantoso infierno y lo experimentó el día en que se desapareció todo el día con Cho. Los celos lo consumieron desde el momento en que los vio salir juntos por la mañana y los siguió para vigilarlos. Estuvo a punto de saltarle al cuello a la chica cuando vio que el rubio le besaba la mano y definitivamente no tuvo paz durante el resto del día. Una ira ciega lo envolvió al ver que su Dragón lucía ropa nueva y fue por eso que lo poseyó de forma tan despiadada… estaba loco de celos y tenía que comprobar que ese cuerpo era solamente suyo, pero el resto de la noche le hizo el amor con delicadeza tratando de pedirle perdón de esa manera por haberlo lastimado y le pareció que el joven se veía radiante al llegar la mañana.

Él estaba tan feliz de tenerlo a su lado que olvidó la clase de persona que era y no esperó que Draco siguiera buscando un protector rico así como tampoco esperó que Krum aceptara al rubio en su cama con tanta facilidad pues se veía muy enamorado de Cedric y eso lo tomó por sorpresa. Si al menos hubiera imaginado lo que pretendía el joven al alejarse de su lado, como aquel día en que salió del restaurante del club tomado de la mano de Gilderoy Lockhart, no se habría separado de su lado durante toda la noche. Era cierto, Draco le había dicho que su relación había terminado, pero el terror que lo invadió cuando escuchó sus palabras se esfumó cuando bailaron y se llenaron de besos apasionados.

Severus se alejó de la ventana de su despacho y se dejó caer en un amplio sillón de cuero negro. Manoseó unas hojas que tenía delante y que llevaban ahí más tiempo del necesario, pero no tenía ánimos para leer nada y mucho menos de escribir.

'No puedo seguir así' –se dijo incorporándose en el sillón–. 'No me importa que tenga que suplicarle que me dé migajas de su amor, pero no puedo vivir sin él' –cerró los ojos con fuerza–. '¡Te amo, mi Dragón! ¡Te amo y me estoy muriendo sin ti!'

A partir de ese momento el tiempo que tardó en preparar su viaje a Londres se le hizo eterno. No veía la hora de ir a buscar a Draco. Llegó a Londres una noche lluviosa y supo que tendría que esperar hasta el día siguiente para iniciar su tal vez infructuosa búsqueda en esa enorme ciudad. No le fue difícil encontrar un hotel que, aunque no era de la calidad a la que estaba acostumbrado, al menos tenía agua caliente y pudo tomar un largo baño que le ayudó a dormir un poco. Se despertó temprano por la mañana y salió del hotel para desayunar. Entró a un restaurante y después de ordenar le preguntó al camarero la ubicación del Museo Británico. Se alegró al saber que no quedaba lejos de ahí, pero también se sintió desilusionado al comprender que tendría que esperar al menos tres horas para que el lugar abriera sus puertas al público. Realmente no creía que Draco trabajara ahí como guía de turistas, pero por algún lugar tenía que empezar.

Para matar el tiempo se metió a una librería y para su sorpresa el tiempo se le pasó volando. Para cuando miró su reloj se dio cuenta de que el Museo llevaba ya una hora abierto y salió corriendo para buscar un taxi. No le tomó mucho tiempo llegar ahí y cuando se bajó del taxi pudo ver que el edificio era impresionante. Cruzó el amplio vestíbulo con pasos firmes, pero las manos le sudaban y sentía las piernas temblorosas. Al final del vestíbulo vio un gran letrero que decía 'Información' y caminó hasta allá. Una chica joven y atractiva estaba atendiendo a un par de orientales y les estaba explicando la ubicación de las diferentes salas. Severus esperó su turno con impaciencia, pero no lo demostró.

-Buenos días –saludó la joven alegremente a Severus cuando le tocó su turno–. Bienvenido al Museo Británico, ¿en qué puedo ayudarle?

-Las visitas guiadas –carraspeó un poco–. ¿En qué horario se dan?

-Acaban de comenzar –le informó sin dejar de sonreír–. Deberá aguardar una hora para que comience la próxima ronda. ¿Desea tomar una?

-Sí, por favor.

-¿Podría darme su nombre?

-Severus Snape –vio como lo anotaba en una libreta.

-Puede esperar ahí –señaló una larga banca de madera a su lado–. O si lo prefiere puede dar una vuelta por el museo, pero deberá estar aquí diez minutos antes de que comiencen de nuevo.

-Esperaré –dijo Severus y se sentó en la banca.

Estuvo tentado en preguntarle por Draco, pero no quería parecer más tonto de lo que se sentía. Como no había llevado nada para leer se dedicó a observar a las personas que entraban y salían de lugar. Obviamente casi todos eran turistas y llevaban sus cámaras fotográficas y de vídeo colgadas a sus cuellos. Muchos niños corrían sin control alguno de un lado a otro hasta que las madres lograban echarles mano y los mantenían sujetos con fuerza. Ya llevaba 20 minutos sentado cuando una persona captó totalmente su atención. De hecho no sólo capturó su mirada sino la de todos aquellos que estaban en el vestíbulo.

Severus pensó que nunca había visto nada tan exótico y sexy. No era lo que llevaba puesto pues realmente no era nada llamativo, pero puesto en él, simplemente lucía sensacional. El muchacho era alto, pero no demasiado y tenía un revuelto cabello negro que enmarcaba un rostro de ensueño. Severus pudo distinguir sus ojos verdes brillando como joyas preciosas aún cuando estaba todavía muy lejos de él. Tenía una forma de caminar tan desenvuelta y sensual que no era de extrañar que todos voltearan a verlo con la boca abierta. El joven no miró a nadie y caminó con calma hasta donde estaba la chica de la recepción.

-¡Harry! –escuchó Severus decir a la chica… se veía muy emocionada–. ¡Hacía mucho que no venías para acá!

-Es que no había tenido tiempo –le contestó el chico con voz profunda y Severus se preguntó que si ese toque de terciopelo era realmente suyo o lo había ensayado–. ¿Cómo has estado Tina?

-Muy bien, gracias –un beso depositado en su mejilla hizo que se sonrojara hasta la punta del cabello–. ¡Me alegro tanto de verte!

-¿Está Draco? –preguntó Harry y a Severus el mundo se le vino abajo.

¿¡Cómo diablos iba a competir contra semejante ejemplar? Era endemoniadamente atractivo, con gran personalidad y se veía que era rico pues su ropa era de excelente calidad. Pensó con tristeza que Draco no había perdido el tiempo y ya se había conseguido un nuevo amante. Deseó poder moverse para salir huyendo de ahí, pero sus piernas parecían haberse convertido en plomo y se quedó sentado donde estaba sin poder quitarle la vista de encima a Harry, que si se dio cuenta de su escrutinio… simplemente lo ignoró.

-Estaba en una junta con McGonagall, pero creo que ya terminó –informó Tina asintiendo con la cabeza–. Hace un momento ví que salía Seamus y él estaba con ellos. ¿Quieres que te anuncie?

-¿Y darle la oportunidad de salir corriendo? –preguntó bromeando Harry–. No, no te preocupes. Le hablaré desde aquí.

-¿Quieres que te traiga un café o un té?

-No, preciosa. Muchas gracias –Severus vio como la chica se derritió en su silla cuando el joven le guiñó un ojo.

Harry se movió hacia la banca en la que Severus estaba sentado y se acomodó a dos plazas de él. Severus entonces lo miró directamente al rostro y vio la cicatriz en forma de rayo que cruzaba su frente. Por su mente pasó la idea de que podía habérsela operado, pero al joven parecía no molestarle el hecho de tener el rostro marcado. Aún cuando ésta era grande y profunda no le quitaba ningún atractivo, al contrario, le daba un toque sexy. Severus se adelantó un poco para ver si no era un tatuaje y de nuevo quedó paralizado. Harry había sacado su teléfono celular y lo sostenía con su mano izquierda. Brillando en su dedo anular el joven lucía el anillo que Draco había estado admirando en la joyería del club. Severus se derrumbó de nuevo en la banca.

-¿Draco? Hola, cielo. ¿Me extrañaste? –preguntó Harry con esa voz aterciopelada y sensual captando toda la atención de Severus.

- ……….

–. Jajajaja, sabía que te iba a dar gusto oír mi voz –siguió diciendo Harry.

- ……….

-Sí, voy llegando de ahí.

-……….

-Pues sí. Lucius tomó el primer vuelo disponible y no volverá si no hasta el lunes –hizo una pequeña pausa–. ¿Sabes lo que significa eso? Que podremos pasar todo el día juntos… sin interrupciones –a Severus se le encogió el estómago de celos.

-………

-¡Claro que estoy pensando eso! ¿Por qué crees que vine por ti?

-……….

-Sí, estoy en el vestíbulo.

-……….

-¡Ándale, Draco! ¡No seas malo! –había un puchero escondido en su voz–. Sabes que he querido hacer esto contigo desde hace mucho tiempo. Y sin Lucius en casa tendremos toda la tarde y la noche libres.

-………..

-Ya sé que no, pero te aseguro que lo vas a disfrutar –Severus se agarró a la banca para no írsele a golpes al joven.

-……….

-Jajajaja… te prometo un buen masaje después y si te portas bien… te llevaré más tarde a bailar a The brain.

-……….

-Jajajaja… te juro que te dejaré con las fuerzas suficientes para que te puedas mover en la discoteca.

-………..

-Gracias rubio, eres un sol –y Harry le mandó un beso por el teléfono.

-……….

-No… no te vas a arrepentir, ya lo verás. Es más, la próxima semana vas a rogar que lo hagamos de nuevo.

-……….

- Jajajaja… Está bien… te espero, pero no tardes demasiado… estoy ansioso… bye –Harry cortó la comunicación y soltó una pequeña carcajada–.Sabía que ibas a caer, Draco Malfoy –dijo Harry en voz baja y a Severus la vista se le tiñó de rojo.

Estaba por levantarse para matar al chico que estaba a su lado cuando una nueva conversación del moreno, lo dejó clavado en donde estaba.

-¿Ron?

-……….

-Jajajaja…. a mí también me da gusto oír tu voz.

-……….

-¿Qué comes que adivinas? Sí, para eso te hablo.

-……….

-No seas malo –de nuevo ese tono dulce y sensual que Severus empezaba a odiar–. Ya convencí a Draco.

-……….

-¿Por qué no? Es más divertido entre tres –a Severus la quijada se le cayó al suelo.

-……….

-Pues dile cualquier cosa, al fin y al cabo no volverá a casa si no hasta el anochecer y te prometo que te dejaré frente a tu casa con suficientes energías para…

-……….

-Jajajaja…. está bien… está bien… acepto que ese día me excedí, pero no volverá a pasar.

-………

-¡Te lo juro! –Harry estaba que se doblaba de risa.

-……….

-No… Lucius no está, tuvo que ir a Francia. ¿Por qué crees que tengo el día libre para pasarla en grande contigo y con Draco?

-………

-¿Y por qué habría de molestarse? Además, no sería la primera vez que estamos los tres juntos. –a Severus se le revolvió el estómago.

-……….

-Jajajaja… está bien, pero que conste en actas que estoy tratando de evitar que se te haga una barriga tan enorme como la de Hermione.

-………

-¡Sí, claro! Pero la próxima semana no te me escapas, ¿eh?

-………

-Lo trataré de maravilla… no tendrá queja de mí.

-……………..

-Okay, lo haré… bye.

Severus apenas podía creer que ese joven fuera tan degenerado como para proponer que hicieran 'esas cosas' ¡entre tres!

Ahora sí lo mato!', pensó Severus, pero nuevamente se quedó sentado porque Harry ya estaba en otra llamada.

-¡Neville! ¡Hola, cariño! ¿Cómo has estado?

-………..

-Me alegro que todo esté bien.

-………..

-Yo también te he extrañado… y mucho –'Argggg, otra vez ese tono de voz', pensó Severus.

-………..

-¡Claro que sí! Ahí estaré sin falta.

-………..

-No, no te preocupes. Lucius salió de viaje y podremos pasar todo el domingo juntos.

-……….

-Yo también estoy ansioso por verte, Neville… me ha parecido una eternidad todo este tiempo que estuviste fuera.

Severus torció la boca al oír la tristeza en la voz de Harry.

'Sí, claro… lo extraña tanto que se tiene que consolar con dos tipos al mismo tiempo. ¡Ahora sí lo mato!', pensó de nuevo pero siguió sentado.

-……….

-Yo también te quiero… bye.

Harry se quedó un momento pensativo antes de volver a marcar nuevamente.

-Con el Ing. Potter, por favor –pidió Harry y esperó en la línea a que lo comunicaran.

Pero este tipo colecciona amantes por docena!' –pensó Severus en la cima del asombro.

-Muchas gracias –una nueva espera para Harry–. ¡Hola! Soy yo.

-…………..

-¡Oh, cuanto lo siento! Llamé para decirte que no podré cenar contigo, pero mañana me paso por…

-………….

-No me regañes… –'¡No, no, no, no! Otra vez ese tono', gimió Severus–. … te recompensaré... lo juro.

-…………

-¿¡En serio?

-……….

-¿¡Para cuándo?

-………

-Hmmm… tendré que ver la agenda de Lucius –'¡Ah, sí! El famoso Lucius… el pobre diablo al que este impúdico muchachito le pone los cuernos con todo Londres'

-……….

-¡Es usted genial, Ing. Potter! ¡Lo adoro! –nuevos besos por teléfono que hicieron que Severus tuviera ganas de vomitar–. Te veo mañana y gracias… de todo corazón.

-………..

-Te lo prometo, estaré ahí a las 7.

-……….

-Okay, bye… te quiero

Severus estaba listo para írsele encima si volvía a mandar un nuevo beso, pero Harry ya no lo hizo.

'¿¡Otra llamada? ¡Pero a éste no se le acaban los amantes!', pensó Severus casi aterrado cuando Harry empezó a marcar de nuevo.

Severus esperó a ver cómo se llamaba el siguiente de su larga lista de amantes. Ahora hubo una larga pausa y Severus sonrió con complacencia.

'Al menos éste no está esperando su llamada'

-Sirius… contéstame si estás ahí –dijo Harry e hizo una pequeña pausa esperando a que contestara–. ¡No es posible que aún no te hayas levantado! ¡No seas flojo y estira la mano para tomar el teléfono! –rió bajito–. De acuerdo, ignórame si quieres. Te llamo para decirte que Lucius salió a Francia y no volverá hasta el lunes. Sí… sí… sí… sé que esto altera tus planes pero ya lo hablaremos cuando él regresé, ¿de acuerdo? Sigue disfrutando en los brazos de Morfeo… te quiero mucho, Sirius –y terminó la llamada.

Severus se relajó al ver Harry no iba a hacer más llamadas pues el moreno guardó su celular y se recargó en la banca cerrando sus increíbles ojos verdes. Se puso a pensar que sentiría ese joven por el famoso Lucius y por Draco. En base a todo lo que había escuchado, pudo sacar en conclusión que Lucius era el hombre con quién estaba viviendo o al menos era su relación estable y que los otros eran sólo un entretenimiento. Severus suspiró profundo al pensar que todavía tenía una oportunidad con Draco.

'Sí sólo está pasando el rato con mi Dragón, sé que aún puedo recuperarlo. No me importa que este tipo parezca un dios griego' –miró a Harry sin disimular su odio.

El teléfono de Harry sonó haciendo que Severus se sobresaltara y pensara que aún faltaban algunos miles de hombres con quienes hacer cita y prometerles que iban a pasarla de maravilla con él.

-¡Al fin! –dijo Harry alegre mientras se ponía de pie.

-…………

-De acuerdo, voy para allá –colgó y Severus se levantó detrás de él–. Hasta luego, preciosa –Harry volvió a besar a la chica de la recepción–. Espero que nos veamos pronto.

-Yo también lo espero, Harry –le contestó ella suspirando.

Severus lo siguió casi pegado a sus talones, pero Harry pareció no darse cuenta de eso y siguió caminando inmune a las miradas de admiración que despertaba a su paso. El frío de Londres les azotó el rostro al salir del resguardo del edificio y se quedaron parados un momento fuera del museo. Sin previo aviso Harry echó a correr y se subió con agilidad a un auto deportivo rojo que había aparecido en la calle y dejó atrás a un desprevenido Severus.

-¡¡Hey! ¿Quién te dijo que podías conducir mi auto? –apenas alcanzó a escuchar Severus y el corazón se le aceleró al reconocer a Draco dentro del descapotable.

-Algún precio tenías que pagar por obligarme a cumplir tus caprichos –le contestó Draco riendo.

Severus ya no pudo escuchar esto, pero si vio la sonrisa del rubio.

-Pero sólo hasta el club, ¿eh? –dijo Harry y Draco arrancó el auto a toda velocidad.

Severus corrió tratando de alcanzarlos, pero para cuando llegó a la calle se dio cuenta de que el auto ya estaba muy lejos. Alcanzó a ver como el deportivo se detenía en un alto a una cuadra de distancia y como Harry deshacía el cordón que sujetaba el largo cabello rubio de Draco. A Severus volvió a teñírsele la vista de rojo cuando vio al moreno pasar sus dedos a través de esas hebras de oro y a Draco reír feliz a su lado. Pensó en llamar a un taxi y tratar de alcanzarlos, pero se dio cuenta de que sería inútil… ya Draco hacía rugir el motor del coche y salía hecho un bólido calle abajo. Se derrumbó en la jardinera más cercana y escondió la cara entre las manos.