Ojos Grises (Dragón)
Parejas Draco/Severus
Disclaimer Los personajes de esta historia son propiedad de J.K. Rowling y la Warner BROS. Esto es puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno.
Ya merito tengo lista la tercera parte Ailuj : ) … yo también me muero por saber que opinas de ella, jejeje… un beso enorme.
Hola Patty! Me temo que no tengo otra historia Harry/Lucius pero trataré de no tardarme mucho con la tercera parte de ojos grises que espero también te agrade y no te preocupes por el español… tengo una amiga que saber portugués y me ayuda mucho aunque yo no lo entienda, jejeje… seguimos por aquí :
Si fue feo que Lucius se enojara Narcisa, pero no le duró mucho (qué bueno!)… aquí tienes el penúltimo capítulo… hasta pronto
Advertencia: Sexo explícito
OJOS GRISES (DRAGON)
Capítulo X. Un castigo
Severus iba reclinado en el asiento del taxi y veía pasar las hermosas residencias casi con indiferencia hasta que su cerebro asimiló la información.
'¿Quién le habrá conseguido una casa en este lugar?' –se preguntó con tristeza–. 'Seguro que fue Víktor'
El taxi dobló a la izquierda y pasó a través de una enorme reja de hierro. Había un sendero no muy largo que llegaba hasta una casa de una sola planta pero que no por eso negaba que era muy elegante y costosa. Justo cuando el taxi se acercaba a la casa, Severus vio dos elegantes autos arrancar y tomó aire profundamente tratando de alejar los celos. Supo que Draco apenas había podido despedir a sus 'amantes'
Severus pagó el taxi y se bajó sin esperar el cambio. Sus piernas apenas lo sostenían cuando caminó hacia la entrada de la casa y vio como su mano temblaba cuando tocó el timbre. Le pareció que pasó una eternidad hasta que Draco abrió la puerta. Se quedaron viendo un largo instante antes de que el rubio se hiciera a un lado y le indicara con la mano que podía pasar. Severus entró sintiéndose como entre nubes y caminó inseguro hasta la sala. Una sola mirada le indicó que esa habitación estaba decorada con exquisito gusto.
Draco se había sobresaltado cuando escuchó sonar el timbre de la casa y le costó mucho trabajo reunir el valor suficiente para abrirle la puerta al ser amado. Como Severus, él tampoco pudo alejarlo de su mente en todo ese tiempo y ahora sentía que su corazón iba a salírsele del pecho. Vio como su ex amante se quitaba la gabardina y la aventaba a una silla cercana. Recorrió con avidez ese cuerpo que sabía como llevarlo hasta la locura y sintió como sus manos se humedecían por los nervios.
Severus caminó hasta la mesa de centro después de quitarse la gabardina y tomó una foto que estaba sobre de ésta. Frunció el ceño y se obligó a dejarla con cuidado en su lugar. En ella estaban Lucius y Harry abrazados y sonreían felices, pero él vio otra cosa.
-¿Vives aquí, Dragón? –preguntó Severus al no saber como empezar una plática… ver a Draco nuevamente lo dejó sin palabras.
-No –le contestó el rubio cuando pudo dejar de temblar… había olvidado lo mucho que le gustaba como lo llamaba–. Esta casa es de Harry y de…
-Lucius –no lo dejó terminar y se volvió bruscamente hacia él–. Vámonos –le dijo con los celos vibrando en su voz–. No me agrada la idea de estar en la casa de uno de tus… amantes.
-¡Harry no es mi amante! –le gritó Draco–. Él es la…
-No quiero hablar aquí –tomó su gabardina y sacó a Draco casi a empujones de la casa–. Iremos adonde tú quieras, pero lejos de aquí –no quería pensar en lo mucho que había gozado su rubio en la recámara de esa casa.
-Está bien –Draco se paró frente a Severus claramente enfadado–. Iremos a mi departamento, pero una vez ahí, te vas a callar y vas a escucharme de principio a fin… ¿me entendiste?
-De acuerdo –le dijo Severus y siguió al rubio que caminó hacia un auto negro que estaba estacionado a un lado de la casa–. ¿Quién te compró el auto? –le preguntó una vez que Draco ya había salido de la propiedad.
-Lucius… ¿contento? –le contestó de mala manera–. Y ahora cállate… no me gusta hablar mientras manejo.
Severus recargó la cabeza en el asiento pensando que Draco estaba más pervertido de lo que creía.
'Así que Lucius también disfruta con mi rubio' –pensó mientras apretaba los puños para no golpear con fuerza la ventanilla de su lado.
-Sé lo que estás pensando, así que ahórrate neuronas y deja de sacar conclusiones equivocadas hasta que me hayas escuchado –le dijo Draco con los dientes apretados cuando vio cómo las manos de Severus se crispaban.
Severus no le contestó y también evitó mirarlo… no sabía lo que haría si lo hacía. Llegar al departamento del rubio no les tomó demasiado tiempo y Severus se mordió la lengua para no formular más preguntas. Dejaron el auto en el estacionamiento subterráneo y tomaron el elevador que los llevó hasta el último piso del exclusivo edificio.
-Antes de que me preguntes quién me compró el departamento… –le dijo Draco cuando abandonaron el elevador–. … déjame decirte que yo me lo compré y no… ni Víktor, ni Harry, ni Lucius ni ningún otro hombre me dio el dinero para hacerlo –terminó en tono cortante.
Encendió las luces del departamento y Severus vio que estaba totalmente decorado en verde y plata… el efecto era acogedor y muy elegante.
-¿Quieres algo de beber? –le ofreció Draco y Severus negó con la cabeza–. Entonces siéntate y prepárate para un largo monólogo porque no pienso soportar interrupciones.
El hombre obedeció y se hundió en un sofá muy cómodo. Vio como su Dragón se acercaba al bar y se servía un trago. El líquido desapareció muy pronto de la copa y tuvo que esperar hasta que Draco dio cuenta de la mitad de una segunda bebida. Le dio confianza comprobar que el rubio estaba tan nervioso como él. Draco se sentó frente a Severus y clavó sus ojos grises en los negros que lo miraban con fijeza antes de comenzar a hablar.
-Yo no soy lo que tú piensas, Severus. Aunque estés convencido de que soy un cualquiera y que me acuesto con medio mundo para obtener joyas y dinero, estás muy equivocado. Sé que te dejé creer eso, pero fue porque me di cuenta de que por más esfuerzos que hiciera, jamás iba a convencerte de lo contrario. Las razones de por qué lo hice, te lo explicaré más adelante, pero por ahora debo aclararte otras cosas….
-Parece que ya estás mejor de la garganta –lo interrumpió Severus al darse cuenta de que ya no la tenía ronca.
-¡Que observador de tu parte! –dijo Draco con sarcasmo–. ¡Ahora cállate y déjame continuar! Mi nombre es verdadero, mi papá y mi mamá me bautizaron como Draco porque les pareció bonito y a mi me gusta mucho. Mi padre es un miembro muy importante del Parlamento inglés y mi mamá se dedica a viajar y divertirse como mejor le parece. Una vez me preguntaste si me habían comprado y mi silencio te confirmó que sí lo habían hecho –sus ojos se humedecieron–. No voy a decirte qué fue lo que hice porque aún me queda un poco de vergüenza, pero sí te digo que me he arrepentido mil veces de haber accedido. Como podrás ver no soy una buena persona y he hecho cosas terribles a lo largo de mi vida. Aunque nunca antes me había prostituido, le he causado tantas decepciones a mi padre que ni siquiera sé porque tolera mi presencia. Y sobre Harry… él... él simplemente es un ángel. No sé de donde sacaste que él y Víktor eran mis amantes pero te puedo asegurar que ellos están tan enamorados de sus respectivas parejas que jamás mirarían a otra persona.
-¿¡Y qué dedo crees que me chupo, Dragón? –Severus se levantó temblando de celos–. Me estás diciendo que Harry jamás le sería infiel a Lucius y… ¡se estuvo besando contigo esta noche en la discoteca! ¡¡¡Y no puedes decirme lo contrario por qué yo te vi!
-¡Yo no he besado ni tocado a nadie desde que te dejé! –también se levantó temblando, pero él de furia–. ¡Estás más ciego que un topo! ¡Por todos los cielos! ¡Acabas de ver una fotografía de mi papá y de Harry y todavía crees que fui yo el que lo estaba besando! ¡Carajo, Severus Snape! ¡Hasta escuchaste que estaba ronco y aún así piensas que era yo el que besó a Harry en la discoteca! ¡Eres un caso perdido!
-¿¡Tu papá? –preguntó incrédulo–. ¿Acaso… era tu papá al que…? –se detuvo indeciso.
-Así es –lo miró con burla–. Lucius es mi padre… el hombre al que casi violas en el baño. Como ya pudiste comprobar, él y yo nos parecemos mucho.
-¿¡Y que hay con Krum? –le preguntó todavía con ferocidad, pero ya sus terribles celos empezaban a aplacarse.
-Víktor es sólo un buen amigo. Fui a los Estados Unidos para hablar con Cedric Diggory y convencerlo de volver a Inglaterra. La noche de la fiesta pude hacerlo y decidí regresar de inmediato. Cuando te dejé en la pista de baile, salí de la casa y Víktor me alcanzó. Me llevó a la casa de Cho por mis cosas y después me prestó su avioneta que me llevó al aeropuerto más cercano. Cedric regresó a trabajar al Museo Británico y desde entonces soy amigo de ellos... sólo amigos –recalcó las últimas palabras.
-Pero sus conversaciones… –dijo titubeante.
-Malinterpretaste todo… como ya te habrás dado cuenta, es malo escuchar conversaciones ajenas –lo miró de mala manera.
-Es difícil creer lo que me estás diciendo, Dragón –comenzó a pasearse por la habitación.
-Lo sé, pero es la verdad –se desplomó en un sillón y enterró la cara en las manos.
-Dijiste que nunca antes te habías prostituído, ¿entonces por qué aceptaste el anillo?
Hubo una larga pausa antes de que Draco contestara. Estaba meditando en decirle la verdad o no. Era un gran riesgo revelarle sus sentimientos pues podría ser rechazado, pero su padre le había dicho que Severus estaba loco por él y empezaba a creerlo. Si no estuviera realmente interesado en él, ¿qué demonios hacía en Inglaterra? Una pequeña esperanza nació en su interior... tal vez había descubierto que no amaba a Cho y por eso había ido a buscarlo.
-¿Por qué lo hiciste? –le preguntó Severus con tranquilidad al tiempo que se arrodillaba frente al rubio y le tomaba las manos alejándolas de su cara.
-Porque... porque... te deseaba –confesó rojo de vergüenza–. Quería estar contigo a cualquier precio y si ése era el que tenía que pagar... –dejó la frase inconclusa.
-¿Sólo me deseabas? –una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro–. Creo que hay algo más Dragón y quisiera que me lo dijeras.
-Yo... yo... –no podía decirlo.
-¿Me amas? –su pregunta fue hecha de manera suave y no esperó respuesta.
Severus reclinó a Draco en el amplio sofá y lo besó largamente con infinita ternura al principio, pero poco a poco exigió una entrega completa. Como siempre lo hacía, el rubio se rindió de inmediato a la demanda de esos labios ardientes y muy pronto surgieron jadeos de su garganta.
-Te amo –le confesó Draco contra sus labios.
-Yo también te amo, Dragón –le dijo a su vez Severus.
-¿En serio? –le preguntó con incredulidad–. ¿Y... Cho?
-Cho jamás me ha interesado –le contestó mientras empezaba desabrochar la camisa del rubio para llegar a su pecho–. Te dejé creer que ella me gustaba porque... –ahora fue su turno de ruborizarse.
-¿Por qué? –le preguntó entre curioso y dolido–. No sabes cuánto sufrí al imaginar que tal vez ya habías logrado que ella te correspondiera.
-Dejé la casa de Ling al día siguiente en que tú te fuiste y no he vuelto a ver a ninguno de ellos.
-¿Entonces por qué me dejaste creer eso?
-Porque me enamoré de ti desde el mismo instante en que bajaste del auto –le confesó aún rojo–. Cuando te vi besarla fuera de su cuarto, decidí que serías para mi. Los celos me estaba matando y por eso te amenacé y te dije que no ibas a quedarte con ella, pero ni aún en ese momento estaba listo para aceptar, ni siquiera para mi mismo, que te amaba. Fue por eso que cuando supusiste que ella me interesaba, no te saqué de tu error.
-¡Malvado! –le dijo serio pero se sentía feliz… ¡muy feliz porque su amor era correspondido!–. Pero ahora vas a pagar todo lo que me hiciste sufrir –escapó de sus manos y fue a refugiarse a su cuarto.
Severus se quedó un momento donde estaba pero después de unos segundos se levantó y fue tras él... una puerta cerrada se interponía entre él y su rubio.
-¿Qué pretendes, Draco? –le preguntó bastante preocupado–. ¿Mantenerme aquí afuera toda la noche o quieres que tumbe la puerta?
-Lo primero –le contestó el rubio–. Te quedarás ahí por haberme hecho sufrir tanto y ya mañana veré que hago contigo. ¡Ah! Y otra cosa... no quiero me digas Draco... prefiero Dragón si no te es molesto.
-Pues te seguiré diciendo Draco si no abres en este mismo momento –lo amenazó.
-No te abriré.
-Voy a contar hasta tres...
-N-o t-e v-o-y a a-b-r-i-r –repitió lentamente.
-Uno... dos... –comenzó a contar y giró la perilla.
Severus se sorprendió al comprobar que la puerta no tenía el seguro puesto y casi soltó una carcajada al comprender que había caído redondito en la broma de Draco. El cuarto tenía las luces apagadas pero aún así no estaba completamente sumida en la oscuridad. Una melena rubia brillando en la cama le indicó a Severus donde estaba Draco y se acercó dispuesto a saltarle encima. Pero lo que vio ahí, hizo que se detuviera de golpe y que la garganta se le secara de la emoción. Draco estaba recostado y tenía una larga pañoleta púrpura en el cuello... de hecho era la única prenda que traía puesta.
-¿Me extrañaste, Severus? –le preguntó sensualmente Draco.
-Como un loco –le contestó mientras devorada con la mirada cada milímetro de esa maravillosa piel blanca que había deseado hasta la desesperación.
-Yo también –subió sus rodillas y bajó sus manos hacía su trasero para luego acariciarlo provocativamente–. ¿Sabes cuántas noches hemos estados separados? –meció sus caderas tentadoramente.
-Demasiadas –le contestó Severus mientras empezaba a quitarse la ropa a tirones.
-106 –un brillo de tristeza cruzó los hermosos ojos grises–. 106 horribles y espantosas noches.
-Ya no pienses en ellas, mi Dragón –se subió a la cama y se acomodó entre las piernas del rubio–. Esta es nuestra noche... la noche en que nos amaremos y borraremos todos los malos recuerdos.
Dos cuerpos desnudos se enredaron con desesperación mientras dos bocas se besaban apasionadamente. Draco dejó que las manos se Severus recorrieran su cuerpo y se arqueó cuando un pezón fue atrapado y succionado con fuerza. Con un movimiento suave pero firme, el rubio hizo que Severus quedara bajo él y fue su turno de acariciarlo… lo recorrió desde los muslos hasta sus hombros y lo obligó a subir los brazos sobre su cabeza. Severus se sorprendió cuando sus manos fueron atrapadas por la pañoleta púrpura… estaba firmemente atado a la cabecera de la cama.
-Te dije que ibas a pagar el haberme hecho sufrir, Severus Snape –le dijo Draco sonriendo con maldad–. Ahora recibirás tu castigo.
-¿Qué…vas a hacer? –preguntó Severus algo atemorizado por la expresión de su amante.
-Te va a gustar… creo –siguió sonriendo con malicia.
Drago lo obligó a ladear la cabeza y besó su cuello, deleitándose en el lugar donde el pulso latía apresurado y lo chupó para dejar una marca patente.
-¿Recuerdas que no me permitías tocarte? –le preguntó Draco al tiempo que bajaba la cabeza hacia el fuerte pecho–. Pues ahora tú no podrás tocarme a mi y yo podré hacer contigo lo que me plazca.
-Draco… espera –gimió cuando el rubio empezó a juguetear con tus pezones.
-Dragón… dime Dragón –mordió con suavidad un pezón hasta que se endureció.
-Dragón… no sigas –gimió al sentir una mano que se cerraba sobre su duro miembro.
-No pararé –lo amenazó–. Puedes suplicar todo lo que quieras, pero no lo haré.
Draco siguió su camino a través del cuerpo de Severus repartiendo besos y mordidas haciendo que Severus gimiera cuando su boca empezó a torturar su palpitante miembro.
-¿Te gusta, mi amor? –preguntó Draco mientras recorría de arriba abajo toda su extensión–. A mí me encanta hacer esto.
-Me fascina –dijo entre suspiros y jadeos Severus.
-Y lo que sigue es mejor –le prometió.
Lo obligó a separar las piernas y hundió la cabeza entre ellas haciendo que Severus se sobresaltara cuando sintió su lengua hurgar su entrada.
-No… no... no… –gimió Severus alarmado.
-No tengas miedo… no te lastimaré –unos lujuriosos ojos grises se clavaron en los asustados ojos negros.
-No Dragón… espera… yo nunca… –jadeó mientras la inclemente lengua seguía con su labor.
-Lo sé, pero lo vas a disfrutar –se separó de Severus que luchaba por cerrar las piernas pero Draco no se lo permitió.
Todavía con la maldad brillando en sus ojos, Draco se estiró para alcanzar el tubo de lubricante que estaba sobre la mesita de noche. Severus vio como su rubio se llenaba los dedos con el líquido y comenzó a temblar de temor.
-¿Sabes lo que les habría hecho a Harry y a Víktor si los hubiera tenido como te tengo a ti? –Draco volvió a hundirse entre las piernas de Severus que cerró los ojos con fuerza para no ver la expresión de maldad del rubio–. ¿Sabes lo que hubiera hecho? –insistió.
-No… no lo sé –sintió como Draco abandonaba sus piernas y se colocaba sobre él.
-No habría hecho nada –unos labios ardientes se cerraron sobre los suyos–. Jamás podría estar con nadie más después de haber estado contigo porque te amo… te amo –le susurró mientras colocaba su propia entrada en la virilidad de Severus.
Severus abrió los ojos sorprendido cuando sintió como Draco luchaba por encajarse en su miembro. Al mismo tiempo sus manos quedaron libres y pudo sujetarlo de las caderas para completar la penetración.
-¡Oh, Severus! –gimió Draco cuando Severus estuvo por completo dentro de él–. Te extrañé…. ¡no sabes cuánto te extrañé! –casi lloraba de emoción.
-Y yo a ti, mi Dragón – lo empujó hacia atrás y con algo de dificultad logró ponerse sobre el rubio sin abandonar su interior–. Pero ya no nos volveremos a separar… te lo juro –selló su promesa con fuertes embestidas–. ¿Eres mío, verdad? Sólo mío.
-Sólo tuyo –jadeó Draco y tomó su miembro para descargar su deseo.
-No –retiró la blanca mano con delicadeza–. Déjame hacerlo a mí… he soñado con esto desde que te perdí –y lo masturbó al mismo ritmo frenético con que lo poseía haciendo que Draco gimiera cada vez más y más fuerte.
El clímax llegó tan fuerte y doloroso para los dos que se quedaron sudorosos y exhaustos sin querer moverse, pero disfrutando como nunca de su cercanía.
-Me llegaste a asustar –lo regañó Severus cuando se recostó a su lado jadeante–. Pero me gustó mi castigo… espero que me castigues más seguido.
-Te lo merecías –Draco se puso de costado para verlo a los ojos–. Te dije que no soy un ángel, pero jamás te haría daño.
-Lo harías si dejaras de amarme –acarició con amor su largo cabello rubio.
-Eso jamás pasará –lo besó apasionadamente–. Jamás amé a nadie como te amo a ti.
-¿Me contarás que fue lo que pasó? –preguntó tentativamente.
-Algún día lo haré –no fingió no saber a lo que se refería–. Pero hoy no… no quiero echar a perder nuestra reconciliación.
-Lo que hayas hecho… no me importa –lo miró con seriedad para que supiera que sus palabras eran sinceras–. De verdad no me importa.
-Gracias –y contuvo las lágrimas al saber que estaba diciendo la verdad–. Pero ya no hablemos… ámame otra vez.
-Como órdenes… Dragón.
El tiempo se perdió para ellos, ya nada importaba... lo único que les interesaba es que estaban de nuevo juntos e hicieron el amor una vez más antes de quedarse dormidos.
