Star Wars, la historia y sus personajes pertenecen a George Lucas.


Por amor, por miedo, por odio

Todo lo que había hecho, había sido por amor.

O al menos, había sido al principio. Por amor a ella y al fruto de éste.

Ya bastante había sufrido con la pérdida de su madre, como para resignarse y no tratar de impedir que sus pesadillas se volvieran realidad.

Traicionar a los suyos y volverse uno de los contrarios tenían una justificación legitima que, él creía, muy pocos podrían cuestionar. Todo lo que había hecho, había sido por amor.

Además, quién podría hacer caso omiso de la posibilidad de salvarla, aunque ésta viniera del enemigo que tanto habían buscado; mientras que su maestro le recomendaba resignación.

Aún, después de cometer aquellos terribles actos, las lágrimas corrían por sus mejillas. Cuando decidió ayudar al enemigo a lograr su cometido, lo hizo sólo por la promesa de salvar a ella y al fruto de su amor; y el llanto se hizo otra vez presente.

Las lágrimas eran el reflejo de la lucha que se libraba en su interior: entre lo que era correcto y lo que quería lograr.

Antes de dirigirse a su misión final dictada por su nuevo maestro, fue a ver a su amor para asegurarse que todos sus actos estuvieran valiendo la pena. Que ella estaba bien y que muy pronto los dos estarían juntos, como una familia. Sin más mentiras, ni nada que ocultar. Todo lo había hecho por amor.

En su último encuentro, cuando ella ya sabía todo lo que su esposo había hecho por ella, todos los argumentos se sustentaban en el amor. El nuevo poder que él poseía permitiría salvarla de una muerte segura cuando diera vida. Todo lo había hecho por amor.

Pero no.

Eso era lo que el quería creer, lo único que podría justificar la atrocidad de sus actos.

Todo lo que había hecho, había sido por miedo.

Miedo por perder lo que más amaba y que era lo único que le quedaba en su vida.

Y en el momento en el que vio al que había sido su maestro y amigo por tanto tiempo aparecer, el amor se esfumó de su mente.

El miedo y el odio se apoderaron de él. Miedo a perder el poder que apenas había obtenido, y por odio porque ellos habían sido la causa por la cual había tenido que vivir a escondidas con su legitima esposa y próxima madre de su hijo.

En el mero instante en que vio a Obi-Wan, Padmé se esfumó de su mente. Todo el amor que había dicho sentir por ella desapareció inmediatamente. Para él, ella lo había traicionado, y tenía que pagarlo.

No pensó más en lo que podría pasarles a su hijo que todavía se encontraba en el vientre de su madre e hizo caso omiso de las últimas palabras de Padmé: "Te amo".

No volvió a verla, ni siquiera le dirigió una mirada cuando ella yacía inconsciente en el piso; lo más importante en ese momento era derrotar a su antiguo amigo.

Tiempo después, cuando se vio obligado a vivir como una maquina, se arrepintió profundamente que la última vez que había visto a Padmé, ésta, con sus hermosos ojos cafés, le pedía que la soltara por la vida de su hijo y por el amor que le había jurado aquella tarde a la orilla de un lago. Pero todo había sido tapado por el miedo y el odio.