Capitulo 9
Llegando en la sala, Remus tuvo la impresión de volver hacia atrás cuando, el último año, ellos venían aquí para refugiarse y hablar de su licantropía o de otras cosas que Sirius no hablada con James, aunque éste era como su hermano. Pero desde la llegada, no habían venido aquí una sola vez y había creído que su amigo le había olvidado, así como los momentos pasados allí. Se dirigió hacia el sillón negro de hollín al cual echó una rápida limpieza y luego encendió el fuego. Se volvió hacia su amigo y le encontró buscando algo. De hecho, Sirius buscaba indicios que probaban que el Prefecto y su amiga venían allí regularmente. Pero no encontraba nada, ningún objeto ni mueble, apartó mucho polvos y a veces telas de arañas.
Volvió a llevar su atención en Moony que lo miraba con un aire interrogador. Le sonrió, repentinamente molestado y se dirigió hacia la chimenea. Delante de ella, había un sofá estrecho en el cual podían estar dos personas si se juntan. Aunque estaba en estado bastante malo. Sirius también limpio su asiento. Sonrió satisfecho y, extrañamente tímido, se sentó sin mirar hacia Remus.
Este último se sentó cerca de él. Una parte de sus cuerpos se ponía en contacto: sus hombros hasta las rodillas. Moony parecía molesto por esta proximidad y se agitó un poco pero se calmó bastante rápido. Durante un momento, pensó deslizarse sobre el suelo pero sentía que Padfoot se molestaria por esta actitud. Y ademas, tenia pocas ocasiones de tocar a su amigo a si que prefirió quedarse para aprovechar eso. El otro muchacho sintió a su amigo apaciguarse. Estaba feliz de que hubiera dejado de resistir y que aceptara esta intimidad.
Durante unos minutos largos, ninguno de los dos habló. Un silencio confortable y cómplice se instaló. Sirius percibía una paz que había creído olvidar, recordó que la sentía cada vez que estaba con su amigo. Se arriesgó a observarlo: admiró el perfil de su cara donde se dibujaba una sonrisa maravillosa, así como los ojos ambar del Prefecto donde se reflejaban las luces de las llamas. Siguió la línea saliente de la nariz del hombre-lobo para pararse sobre su boca. Recordaba la última visión que había tenido de él en su sueño. Se acordaba de la boca enrojecida por los besos que habían intercambiado y se sorprendió a preguntarse si era tan dulce y caliente como en su sueño. Sintió golpes de calor fluir y trató de controlarse. No quería que Moony pudiera notar que comenzaba a estar excitado. Para calmarse, echó una ojeada a una esquina de la sala, cerca de la puerta, en oposición a su amigo. Se dio cuenta que era esa la sala en la que se encontraban en su sueño, lo que le ayudaron a convencerse de que asociaba a ésta con Moony y que ella sería siempre para él, su lugar.
Pero una duda se apoderó de él: ¿Acaso para Remus esta sala tenía el mismo significado? ¿Donde acaso había traído a Emy aquí para una de sus citas?
Estas preguntas le quemaban y tenía ganas de preguntarselas a su amigo pero no se atrevía, por temor de obtener alguna respuesta posotiva.
Remus supo que Padfoot quería pedirle algo. Reconocía el fruncimiento de ceja característica de Sirius, la que tenía cuando quería descubrir una cosa particularmente íntima.
Despacio, el Prefecto puso su mano sobre la rodilla de su amigo. Este gesto le erizó. Devolvió precipitadamente su mano hacia él. Sus ojos quedaron enganchados y no lograban desprenderse. Sonrisas nacieron sobre sus labios.
Pero Sirius necesitaba una respuesta. Abrió la boca para hablar dos veces pero las orbes de oro en los ojos de Moony lo desestabilizaban. Habría querido rechazar sus dudas y su miedo para pensar sólo en la cara dulce y tranquila que tenía delante de él …
« - ¿qué pasa Paddy? pidió el Prefecto.
-Esto… es..solo me preguntaba si- si tú bueno, vosotros (suspiro largo) yo quería decir si Emy y tú » balbuceó Sirius. Él cerró los ojos.
« Me preguntaba si traes a Emy aquí cuando se encuentran para ya sabes, las cosas que se hace con tu novia» acabó en un murmullo Sirius, sin poder impedir una punta de celos en su voz.
Desvió los ojos, enrojeciendo, no queriendo pensar en lo que su amigo y la muchacha puedan hacer juntos en una sala sólos …
Remus se sentía cada vez más sorprendido. ¡Veía por primera vez a Sirius Black asi, primero sin confianza, luego que era tímido y finalmente enrojecía! ¡Ya lo había visto rojo de cólera pero no por molestia!
Pensó en la pregunta . ¿Era importante saber donde traía a Emy? ¿Y lo qué hacían juntos? Y este tono que había empleado, como si fuera celoso, estaba realmente estupefacto por la actitud de Sirius desde la mañana.
Miró la sala como si pudiera darle un elemento de respuesta. Frunciendo las cejas, trató de imaginar a Emy en la sala. Pero no llegó a nada. Por todas partes donde caía su mirada, se acordaba de algo de Padfoot, ya que habían pasado prácticamente su sexto año, encerrados aquí, los dos.
« Nunca podré traer aquí a Emy o a cualquier persona. Me sentiré enturbiado por tu presencia si no estas con nosotros. Cada objeto lleva tu marca, tu olor. Te encuentro en cada esquina y escondrijo de esta sala. »
Sirius tenía la impresión de que Moony acababa de quitarle un peso y se sintió más ligero. Miró a su amigo que parecía divertido por su reacción. Rompieron en risa de repente y se acercaron todavía más.
Pasaron toda la noche hablando y riéndose. Recordaron ciertas anécdotas pasadas y hablaron de lo que pasó desde su verano hasta la llegada. Pero, de forma extraña, el animago no mencionó en ningún momento a Jill, mientras que Remus hablaba bastante libremente de Emy. Le explicó cómo ellos se habían encontrado (sin hablar del incidente en el tren, para no tener que explicar cómo se había encontrado en el mismo compartimiento que ella) y luego cómo se habían hecho amigos.
Al principio, el joven pardo le dolió escuchar a su amigo hablar de su amiga. Sentía su corazón estrecharse a cada mención del nombre de la muchacha porque podía ver la afección sincera que le tenia. Sentia una cólera subir en él. Pero debía reconocer que cuanto más sabia sobre ella, más la encontraba simpática. No lo diría delante de nadie pero saber que era la prima de Nicole, su unica amiga verdadera, le había hecho observarla, pero consideraba que no debería acaparar tanto a Moony. Le había faltado tanto.
Remus comenzó también a confesarse a Sirius, a decirle su miedo de dejar Hogwarts definitivamente y volver a una vida en la que el trabajo iba a rechazarle. Padfoot trató de calmarle, garantizándole que siempre estaría presente en su vida (lo que llena de alegría y de tristeza el Prefecto porque sabía que no era de la manera que él habría gustado) e intentó hacerle pensar en otra cosa. Le hizo reírse mucho contándole las cosas de James en Quidditch o las torpezas de Peter.
La noche, como la tarde, pasó rápidamente y cuando se decidieron a mirar sus relojes, supieron que habia pasado mucho. Pero ninguno de los dos quería irse.
Se sentían tan bien, uno al lado del otro, sobre la sofá, al calor, protegidos del mundo exterior por la mirada y la presencia del otro. Sirius había pasado su brazo por encima del sofá, lo que había obligado un poco a Remus a que se desplazara para encontrarse con su hombro pegado el torso de su amigo. Tener el cuerpo de Moony tan próximo al suyo hacía a Padfoot ponerse loco. A veces, puntuaba una frase golpeándole el muslo o la rodilla del licantropo, que tenía escalofríos. Debía mantener toda su calma para que estos gestos no se transformaran en caricias largas, porque no quería asustarlo. Él mismo se asombraba de sus propias reacciones.
Este último, a su lado, sentía la misma cosa que su mejor amigo. Estuvo asombrado por todas las atenciones que le había prodigado todo el día. Tan pronto como lo tocaba, debía retenerse para no gemir (lo que asustaría a Sirius) o ronronear (que nunca vió al hombre-lobo ronronear). Aprovechaba eso sin embargo tenía miedo de perder todo de nuevo.
Mientras que Sirius estaba narrando una aventura enésima y desgraciada de Peter a Remus, doblado y prácticamente acostado sobre sus rodillas, el licantropo vió a el animago pararse, levantarse, llevando su mano a su frente y acabar por mirar su reloj.
« ¡Mierda, olvidé la cita con Jill! ¡Me he retrasado casi tres cuartos de hora! »
El Prefecto dejó de reírse: Jill había conseguido de nuevo meterse entre ellos.
Éste lo miró catastróficamente pero se sentó de nuevo lentamente, su rodilla que iba a tocar la de Remus. Murmuró despacio:
« No tengo ganas de ir a buscarla. Prefiero quedarme contigo. »
Sirius parecía realmente molestado por deber irse. El corazón del Prefecto latía frenéticamente. Su sangre palpitaba rápido en sus venas: estaba feliz, lleno de nuevo de vida.
Sin darse cuenta de eso, levantó su mano y fue a acariciar la mejilla de su amigo, quien le devolvió la sonrisa a éste.
Repentinamente, el animago se echó en los brazos del licantropo y se agarró a su cuello. Remus sintió las lágrimas en los ojos. Hacía ya tanto tiempo que su amigo no le había demostrado tanta afección y le había mimado así. Se sentía de nuevo completo como si hubiera encontrado finalmente lo que le faltaba.
Las manos de Padfoot se desplazaron por la espalda del otro Gryffindor. Moony colocó su nariz en el cuello de su amigo y aspiró su olor, el que reencontraba durante las noches de Luna llena, cuando el lobo y el perro se divertían juntos.
Sintió el aliento caliente de Sirius cerca del lóbulo de su oreja. le susurró despacio «Te eché de menos, Moony. », lo que arrastró de nuevo escalofríos en el Prefecto. La boca de Padfoot viajó hasta su cuello y le dió un beso largo, debajo de la oreja. Encontró su piel sedosa y trémula. El beso duró bastante tiempo para que pueda aspirar la esencia de Moony. Los labios finalmente se alejaron, reemplazados por su nariz que frotó allí lascivamente. Suspiró delicadamente, con su alma llena de felicidad.
Finalmente, lentamente, ellos se desprendieron uno del otro, buscando sus ojos. Cuando ellos se encontraron, sabían que esa noche había cambiado sus comportamientos futuros. Sirius sabía que no podría desprenderse más de Moony como al principio de año y que debería pasar más tiempo con él, aunque debiera ver menos a Jill
Hablando de la muchacha, debía ir a buscarla aunque no tenía ganas de eso. Pero le había prometido.Se preguntaba en qué estado iba a encontrarla. Loca y furiosa seguramente, no le gustaba que la hiciera esperar.
Buscó en su bolsillo, sacó el mapa de los Merodeadores (« juro solemnemente que mis intenciones no son buenas») y verificó donde se encontraba Jill así como los profesores y el conserje. Estos últimos no estaban en el pasillo, en cuanto a la joven ravenclaw, su punto parecía moverse con rabia en lo alto de la Torre de Astronomía.
« - voy ir a ver a Jill, deberías volver a la sala común, Remus. Toma el mapa para no encontrar malas sorpresas.
-¿Y tú entonces? ¿No lo necesitarás?
-No, me transformaré en Padfoot, podré servirme de mi olfato. »
Los chicos intercambiaron una sonrisa de Merodeador. La atmósfera se había modificado ligeramente pero quedaba en el aire esta nueva complicidad que enturbiaba a Sirius. Él acarició la mejilla de Remus luego se alejó hacia la puerta. Antes de abrirlo, Moony lo llamó:
« ¡Eh Paddy! (Éste se volvió) también te eché de menos. »
Intercambiaron una última sonrisa y Sirius desapareció.
Durante un momento, Remus pensó seguir el punto de su amigo sobre el mapa pero no quería verle con Jill. Abrio el mapa sólo para regresar a su casa (quedarse en la sala después de todos los acontecimientos de la noche era demasiado inquietante) y lo había borrado tan pronto como hubiera pasado el retrato de la Dama Gorda("Travesura realizada").
Se había sentado en un sofá de la sala común para reflexionar tranquilamente sobre todo lo que había pasado(sin ser molestado por los ronquidos de Peter). Secretamente, esperaba ver llegar bastante rápido a Sirius pero debia ver las cosas como son: había quedado con Jill. Trataba de no entristecerse: mañana, todo debía empezar de nuevo como desde la llegada, pero había pasado el mejor dia de su vida
Pensó en Emy. Debía hablarle, contarle lo que acababa de pasar hoy (ella sabría ayudarle a volver sobre la tierra) pero también decirle su secreto más grande y tratar de descubrir el suyo.
Subió a su dormitorio. Antes de ir a acostarse, echó una ojeada en un espejo del cuarto de baño. Vió que el beso de Sirius en su cuello le había dejado una pequeña marca. Supo realmente entonces que no lo había soñado y que todo era real. Se durmió apaciblemente por primera vez, desde principios de su séptimo año.
No sintió, una hora más tarde, el regreso de Sirius, a éste acercarse a su cama, deseando verlo despierto. Éste escondió un suspiro decepcionado y contempló a su amigo dormido. Lo encontró todavía más bello que en su sala y no pudo evitar depositar sobre su frente un pequeño beso. Ahora sabía que nunca más podría separarse de su Moony.
Weno que os ha parecido? X fin un acercamiento entre moony y sirius .
Muchas gracias x leerla y dejar reviews, me alegran mucho jeje.
Bsts
