Cap.3: La Gran Batalla
Tercer testimonio
El nerviosismo empezó cuando les encerraron en esa sala enorme. Eran como perros enjaulados que iban a soltar para atacar en primer lugar y después ir detrás. Así se sentía él. Como un perro abandonado al que su familia no quiere y la gente lo ve como una amenaza, pero sin demasiada importancia. Escoria era la palabra. No tenía a nadie a su lado, pero por alguna extraña razón se sentía liberado.
Fuera las cadenas del apellido Malfoy. Fuera entrenamientos y educación demasiado duros para convertirse en lo que más odiaba: ser como su padre.
-Nervioso?- Preguntó una voz a su lado. Era Blaise, sonriéndole para animarle un poco.
-Tú no?- Respondió, bajando la cabeza. Blaise afirmó con media sonrisa lejana.
-Qué vas a hacer cuando todo esto termine?- Pero Draco no escuchaba, se había quedado embobado enfrontando los ojos de Potter, aunque tan solo fueron unos segundos, a él le pareció una eternidad.
En ellos había confianza y valor, lo que justamente necesitaban todos, pero en el fondo veía claramente la tristeza, el conocimiento de lo cerca que estaba la muerte… la aceptación conforme de ello. ¿A caso a Potter le era igual morir? Estaba claro que no, si luchaba era porque amaba la vida… entonces¿tan ciegamente quería a la gente que iba a morir por todos ellos? Eso era algo que nunca comprendería, porque él odiaba a las personas por ser como eran. Aunque siempre había excepciones…
-Me oyes?- Draco reaccionó al romperse el contacto con los ojos esmeralda.
-Sí. No lo sé… aún no sabemos qué va a suceder…- Comentó.
-No confías ni un poco en él?- Preguntó el moreno señalando con la cabeza al Gryffindor.
-Es solo un chico como nosotros! Cómo pueden todos confiar tanto en él? Yo… no lo tengo claro...-
Se quedaron en silencio. Estaban todos muy nerviosos, algunos mantenían el optimismo, pero otros no lo tenían tan claro. Sobretodo los hijos de mortífagos, que sabían un poco la situación del otro bando.
Draco aún pensaba en la pregunta de Blaise. Era cierto, no tenía ni idea de lo que iba a hacer una vez todo acabara, simplemente porque dudaba que hubiese un 'después' a eso. No podía contar con su familia porque ya había sido expulsado de ella, y menos en sus amigos ya que estaban igual o peor. Y su madre, qué le hubiera gustado que fuese en la vida? Como siempre siguió las órdenes de su padre nunca llegó a preguntárselo, pero tenía curiosidad. Igual como otras cosas que se quedó sin saber. Recordaba vagamente esas charlas sobre cosas de la vida, pero también la insistencia de su padre en que no hablara demasiado con su madre o le llenaría la cabeza de pájaros.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando un auror entró en la sala para anunciar algo. -Acabamos de recibir la señal de Snape, preparaos!-
Fue entonces que el miedo se apoderó de todos ellos. El final de algo se acercaba: el de la oscuridad… o el de la luz. Vio entonces como Potter se les acercaba, o más bien a sus 'amigos', pero como estaban cerca escuchó lo que les dijo.
-Ron, Hermione, todos... Ha sido un placer pasar estos años con vosotros. Gracias por todo.- Tan mal pintaban las cosas que incluso Potter se despedía de todos de esa manera? -Ahora, demos lo mejor de nosotros!-
-Sí!- Respondieron todos, pero no animaba mucho que el protagonista, aquél en quien recaía todo, estuviera tan pesimista.
Y de golpe, casi ni se dio cuenta, las puertas ya estaban en el suelo y decenas de mortífagos entrando sin piedad. Alguna cosa le hizo pensar en proteger a Potter. ¿Qué pasaría si le mataban antes que él a Voldemort? Que en aquel momento sí que todo terminaría de verdad. Con esa idea en la cabeza corrió tras él una vez vio que todos los encapuchados tenían como blanco ese cuerpo pequeño.
Acabó con un par de ellos, uno lo conocía de alguna cena de su padre, pero al otro no tenía ni idea de dónde era. Hirió gravemente a uno que le atacó por la espalda, con ese no tuvo piedad. Odiaba los cobardes. Pero, de repente, perdió al moreno. ¿Pero dónde coño se había metido ahora? Pensaba maldiciéndose. Por el suelo no estaba, ni tampoco cerca luchando. Había demasiada gente por ahí y él estaba demasiado ocupado con los que se lanzaban encima suyo.
Escuchó un grito detrás de él, de un dolor intenso que se le contagió. Se giró enseguida reconociéndolo y se encontró con su amiga Pansy en el suelo. -Maldita…- pensó odiándola por unos momentos, haciéndole perder el tiempo. Pero se acercó a ayudarla. La sorpresa fue que el mortífago que estaba atacándola era su propio padre, el Sr. Parkinson. A su propia hija, era despreciable.
Se agachó a su lado para ver cómo estaba mientras el hombre parecía quitarse de encima a un Slytherin de cuarto año.
-No es nada, sólo me ha dado en la pierna…- dijo ella con un hilo de voz, pero parecía ser más grave. -Deja que lo solucione yo, por favor Draco…- le pidió con una sonrisa.
Draco afirmó devolviéndosela, era un asunto entre padre-hija en el que no debía meterse. Aunque no estaba seguro de poder dejarla sola, debía hacer otras cosas. No sabía con exactitud qué pasó en la familia de la chica, pero conocía la noticia de la hospitalización de su madre.
-Confío en ti Pan… Nos vemos cuando toda esta mierda termine!- La animó, corriendo ya hacia la salida. Tuvo que esquivar el hechizo que le lanzó el sr. Parkinson. Saliendo ya por la puerta solo pudo ver a Pansy levantándose muy cabreada y recuperando fuerzas.
¿Dónde se habría metido San Potter? Pensaba buscándolo por todos los rincones de donde pasaba. Guió sus pasos hacia los jardines por puro instinto, y ahí estaba ese estúpido, haciéndose el valiente directo hacia el Dark Lord.
Y entonces tuvo que pasar. Se tenía que entrometer, como siempre. Había descargado contra Potter, pero por 'mala suerte' falló y tan solo le dio en un brazo. Draco se abalanzó hacia su padre y le devolvió el golpe con otro hechizo. Harry ni tan solo se giró para decir gracias, menudo maleducado, pensó el rubio.
-Draco, estúpido, no te entrometas!- Gritó Lucius colérico y en guardia, pero con una sonrisa macabra que daba miedo incluso a su hijo.
-Cállate!- Le devolvió, sacando valor de no sabía dónde.
-Eres un hijo de puta!- Y le lanzó un cruccio, pero falló, Draco era joven y se movía con agilidad, cosa que le faltaba al padre.
-Te equivocas, mamá era una santa! Eres tú el bastardo!- Apuntó al robusto cuerpo de su padre para devolverle el hechizo multiplicado por la fuerza de la ira. Intentó evitar el cruccio, pues no quería más tarde tener 'problemas legales' con el Ministerio. Estaba seguro que en cuanto terminara todo haría lo posible para tomarla con alguien.
-Tu madre no hacía nada bien! Ni siquiera supo educarte, así saliste: un traidor!- Atacó a su hijo dos veces seguidas, fallando en ambas. -No sabes cuanto me alegro de que haya muerto-.
Para aquél entonces la rabia que sentía Draco hacia su padre no se podía medir. Era capaz de matarle con sus propias manos, sin usar siquiera la varita, pero era consciente aún de que no sería capaz. Su padre estaba acostumbrado a los duelos, él no. Además, influía el factor que luchaba cegado por la venganza.
Consiguió hacer que su padre cayera rendido al suelo, nada más sujeto por una rodilla clavada en el suelo y una mano apoyada. Pero su lengua no descansaba.
-Nunca podrás ser nadie en la vida! Has traicionado a los tuyos para salvar a los miserables sangres sucia!- Otro hechizo.
-Calla! No sabes nada! Muchos de esos 'sangres sucia' han hecho más en la vida que tú!-
-Yo? Yo he trabajado muy duro para llegar a ser como soy- Le escupió con desprecio, atacándole de nuevo.
-Sí, te debe haber costado una barbaridad llegar a ser tan hijo de puta!- Finalmente llegó el que creyó ser el hechizo definitivo. Fue directo al pecho, tirándole al suelo sin moverse, pero respirando y mirándole con odio.
El golpe había sido demasiado. Draco no sabía qué hacer, aunque había recibido su merecido, al fin y al cabo era su padre. Corrió a su lado, cogiéndole la cabeza con cuidado para que no le costara hablar.
-Dra…-
-No hables! Aunque te odio, no pienso convertirme en un asesino como tú!-
-Draco… eres un… iluso…- y levantó su varita. -Cruccio!-
Pero una luz más fuerte que la roja del hechizo cobarde de su padre provinente de otro lado erradicó todos los hechizos que en esos momentos se estaban invocando.
-Potter!- Y la luz blanca lo iluminó todo.
Silencio.
Silencio y miedo.
Draco empezó a levantar la cabeza del suelo, los aurores ya se movían con rapidez para capturar a todos los mortífagos, incluido su padre. El rubio se levantó con dificultad, tenía el cuerpo entumecido por los últimos hechizos de su padre.
En aquel momento cayó a la cuenta: Potter lo había conseguido! El muy cabrón había acabado de verdad con Voldemort! Pero… estaba vivo?
Corrió en su búsqueda, pero todo estaba lleno de cuerpos sin vida, otros a punto, sangre, destrucción. No había muchas señales de vida, pero entonces lo vio. Tendido en el suelo y quejándose de dolor, casi delirando. Sin saber muy bien por qué, le cogió la cabeza apoyándola en su regazo. Parecía estar medio inconsciente, perdido. Medio muerto.
-Tranquilo, ya estoy aquí... Todo ha terminado, has ganado.- Y le acarició la cabeza como queriendo agradecerle que les salvara a todos y no muriera en el intento.
Se estaba odiando por tener al que había sido siempre su enemigo entre sus brazos, pero le estaba tan agradecido…
