El mortifago que supo amar

Cuando los deseos se hacer realidad.

Después de la muerte de Sirius, el feliz trío había dejado de serlo. Los Tres habían empezado a madurar de la manera más dura y con menos ratificaciones.

Nunca antes Hemione había tenido tantas ganas de regresar a su casa, aunque sonara egoísta, quería alejarse del mundo al cual ya no sentía que pertenecía; el mundo mágico ya no era la personificación de la felicidad y resultaba sumamente mas peligroso si se era amiga de Harry Potter. Claro que de no ser por las aventuras que vivió con sus dos mejores amigos ella seguiría siendo la misma niña come libros que no tenia más satisfacción que un reconocimiento de algún profesor; siempre dispuesta a seguir las reglas y ahora conocía perfectamente el significado de ellas como pautas que no se hicieron para todos.

Una risa irónica se escapo de sus labios tiernos y casi vírgenes (solo un búlgaro le había robado el primer contacto), al recordar que antes de su encuentro con los mortifagos su mayor preocupación era que quizás sus atributos eran mas grandes que los de sus compañeras (o antes muy pequeños).

-ves Harry, lo sabia, Hermione ha perdido la poca cordura que le quedaba y se ha vuelto aún mas loca. Ron logro que el moreno de ojos verdes saliera de sus pensamientos y riera un poco.

-oh, Ron! Cállate!. Hemione rió de nuevo al reconocer que su risa debió de haberse visto poco cuerda –solo estaba recordando algo.

-quisiera recordar algo de que reírme también. Casi susurro Harry y esto basto para que durante el resto del viaje a King Cross ninguno volviera a abrir la boca y se sumiera en sus propios pensamientos.

Después de llegar a la estación, Hermione se sorprendió al no ver a sus padres en primera fila para abrazarla. Claro que ninguno de los tres se quedo sin un calurosa bienvenida de los Weasley y unos cuantos miembros de la orden.

15 minutos y nada, Ginny comenzó a platicar con ella para distraerla de la espera que cada segundo la ponía mas nerviosa. 30 minutos, los tíos de Harry no quisieron esperar más y su amigo se despidió y ella continuo esperando. Y después de una hora solo la acompañaba la Sra. Weasley, Ginny y Ron. Los demás habían recibido un mensaje urgente de Dumbledore para un junta extraordinaria y urgente.

-¿porqué no les hablas por ese aparato de comunicación muggle, querida?

-ya lo intente llame a mi casa, a su celu... bueno el punto es que no contestan y ...

Hermione no dejaba de caminar de aquí allá y no entendía porque se sentía tan nerviosa. Aunque sus padres nunca se retrasaban, sabía perfectamente que los dos trabajaban tiempo completo y seguro llego un paciente tarde, el trafico de la cuidad era imposible, una visita inesperada. Todas esas razones para tranquilizarla pero ninguna lo lograba.

-Hermione!.

-Ron, no me grites...

-es que no me estabas poniendo atención a lo que te decía... Vas a ir a la madriguera con nosotros.

-pero en cuanto mis papas lleguen se van a preocupar.

-no linda, tranquila, al parecer se comunicaron con Arthur y nos pidieron que te fueras con nosotros y ellos te buscaran en la noche. La Sra. Weasley tenia un pedazo de pergamino en la mano y no podía evitar su nerviosismo.

-pasa algo Sra. Weasley?. La castaña no entendía que sus padres estuvieran ocupados, pero no poder pasar por ella en todo el día?.

-no, claro que no, vamos deben estar, les preparare una merienda exquisita. Las caras de intriga de los dos jóvenes Weasley cambiaron por una sonrisa y una media sonrisa apareció en la cara de Hermione.

Cuando llegaron a la madriguera Harry estaba ahí y en su cara había toda la tristeza que había estado guardando durante todos esos días. Dumbledore invitó al trío a que lo siguiera a la sala.

La bella joven de ojos avellana comenzó a ver todo como si se tratara de una película en cámara lenta. Harry le susurra algo al oído a Ron y este mas pálido que el talco mismo contiene las lagrimas, ella quiere gritar pero la voz no sale, sus suposiciones no son ciertas, no lo pueden ser. El anciano comienza a hablar pero no hace falta que lo diga, ella ya lo sabe.

-...lo siento mucho...la vida..., tu..., su muerte..., ...sola.

Sigue hablando pero ella no lo escucha, Harry y Ron la sostienen mientras ella se desploma hacia el piso. Con un movimiento el Director la coloca en un sillón y apenas lo toca su cuerpo deja de respirar y se empieza a convulsionar. El sabio anciano la toma entre sus brazos y desaparece con ella dejando a los otros dos jóvenes muertos en vida casi como ella.

En una recamara de muebles finos se encuentra un joven de casi 17 años, más pálido que de costumbre, con un gran dolor de cabeza pero con una culpa aun más grande. Si el no fuera un Malfoy estaría llorando desconsoladamente, pero lo era. En su garganta sentía algo atorado indescriptiblemente ya que hacia varios días que no comía.

-los mate... los mate. Repetía en su mente –y a ella también... Salió ahora en voz alta de la boca de Draco Malfoy.

Su deseo se había cumplido antes de que de verdad lo deseara y se arrepentía.

Cometarios porfavor...continuara