Múnich, Alemania.
El Mundial, el cual era su segundo Mundial Mayor, acababa de concluír. En esta ocasión, muy diferente al Mundial anterior que se había disputado en Japón (y en el cual él y su equipo habían logrado la victoria, coronándose como campeones por primera vez en la historia) la gloria no había visto siquiera por asomo la cara de los futbolistas japoneses, pues aunque a lo largo del torneo habían tenido un magnífico desempeño, este día no había sido así y habían terminado vapuleados por la Alemania de Karl Heinz Schneider, en un cuatro a cero que aún le hería el alma.
Ahora el capitán de Japón, Tsubasa Ozora, se encontraba allí, en el medio del campo del complejo, oyendo los escandalosos ruidos que provenían de los festejos del cercano Allianz Arena, preguntándose qué es lo que había hecho mal, en qué había fallado como capitán y alma máter, cómo es que su equipo había jugado de una forma tan desastrosa una final de Mundial.
-No es como si fuera su culpa, hicieron lo mejor que pudieron. Hicimos lo mejor que pudimos.- Se corrigió inmediatamente, abrazando sus rodillas, con voz triste. Suspiró. -Creo que nuestra época de oro ha acabado.
-No te culpes.- Dijeron detrás suyo, colocándole una mano en su hombro para luego tomar asiento, de espaldas a él. -Sabes bien que Alemania es muy fuerte.
-Lo único que me alivia un poco es sabes que alguien que merece un título mundial lo ha obtenido. Habría sido injusto que un jugador como Schneider no hubiese podido tener su momento de gloria máxima. Además, él es uno de los que se ha alegrado por mi cuando ganamos el Mundial anterior.- Dijo, sonriendo levemente.
-En realidad él se alegró por Wakabayashi.- Sonrió con mofa. -Te recuerdo que son compadres.
-Quisiera creer que se ha alegrado por mi.
-¿Tú te has alegrado por él?- Lo miró de reojo, casi cuestionándolo.
-Ahora, sí.
Ella sonrió.
-¿Sabes, Yayoi? He pasado toda la tarde aquí sentado como un idiota deprimido y eres la única que se ha acercado a mi.- Dijo, mirando de reojo, al igual que ella.
-Lo sé. Soy tu amiga.
-Y mi ex novia.- Se burló. La chica soltó una risita avergonzada, sonrojándose.
-¡Ni me lo recuerdes! ¡Qué vergüenza! ¡Vaya niña descarada que era!
-Suerte que Sanae no se ha enterado de eso, de otro modo hubiese ido por tu cuello.
-Otra vez.
-¿"Otra vez"?- Tsubasa volteó, con una ceja alzada.
-En el torneo de primarias, cuando nos reencontramos, vino a mi y me preguntó porqué era tan abierta y confianzuda contigo. No de buena forma, por así decirlo.- Sonrió nerviosa al final.
-No lo sabía.- Dijo él, para después sonreír. -No me sorprende. Y ¿Misugi lo sabe?
-Seguro. Él sabe todo de mi vida, incluso el enamoramiento que he tenido hacia ti.
-¿Eh?- El futbolista volteó, sorprendido.
-¿Acaso no estábamos hablando de eso hasta hace unos segundos?- Esta vez Yayoi enarcó una ceja.
-Pues... yo creí que decías que era tu novio solo porque sí. Es decir, apenas me conocías. Aquello lo había tomado como una muestra de amistad, no creí que...
-Claro, hasta que llegó Jun.- Sonrió radiante, interrumpiéndolo. Tsubasa sonrió levemente. -No pienses mal, te quiero, pero ya no de ese modo.- Se jactó al final, haciéndolo sentir tanto incómodo como divertido.
-¿De verdad estabas enamorada de mi?- Rió Tsubasa por lo bajo, por lo que Yayoi lo miró con un mohín. -¿Por qué nunca dijiste nada?
-¿Qué me hubieras dicho? Sé sincero. Solo estamos nosotros dos aquí.
-Que gracias, pero que solo me interesa el fútbol.- Le sonrió, sorprendiéndola por tal respuesta.
-Pero ¿y Sanae?
-De niño no estaba enamorado de Sanae. De ella me enamoré en la secundaria. No sé cuando, pero me percaté de eso cuando Kanda comenzó a mostrar interés en ella.- Le dijo, sonando un poco melancólico. -Sonará egoísta, pero nunca me agradó la idea de que ella estuviera con alguien más. Incluso de niño me molestaba cuando ella atendía a otra persona que no sea a mi, asi sea Ishizaki.
-Entonces sí has estado enamorado de ella desde niño.- Yayoi sonrió conmovida. -¿Ella lo sabe?
-No lo creo necesario. Ya estamos casados y tenemos dos lindos niños de seis años. ¿Qué cambiaría si se lo dijera?
-Nada, pero le gustará saberlo.
-Quizás se lo diga más tarde. O quizás le diga que antes tú y yo eramos novios, a ver cómo reacciona.- Se mofó, y ella hizo un mohín.
-¿Cómo reaccionarías tú si supieras que Sanae e Ishizaki eran novios?
-Le patearía el trasero.- Simplemente respondió, con una sonrisa.
-¡Y ella me lo patearía a mi! Y ya sabes cómo es ella cuando se enoja.
-Lo sé mejor que nadie.- Rió, siendo secundado por la novia de Misugi. Luego de un largo rato de risas suspiró y se reposó en la espalda de su amiga. -Gracias, Yayoi.
-¿Por qué?
-Por animarme.
-No tienes que agradecer. Somos amigos. Me alegra poder levantarte aunque sea un poco el ánimo.- Sonrió. -Lamento no haber venido antes, pero ya sabes, prioridades.- Dijo, refiriéndose a Jun Misugi.
-No importa. A decir verdad, no hubiese podido pedir a nadie mejor para que me acompañe en este momento.- Tsubasa se avergonzó un poco por tal muestra de sinceridad. -Amo a Sanae, pero en estos momentos realmente necesitaba a una amiga.
-No es necesario que te defiendas así, Tsubasa. Sanae no te castigará por no preferirla a ella en este momento.
-No es eso.- Rió. -Es que ella simplemente me diría que todo estará bien, que tendré otras oportunidades y todo eso. Simplemente necesitaba que alguien me distrajera un poco con cosas sin sentido, como tú.
-¿Cosas sin sentido?- Fingió ofensa.
-Exacto.- Sonrió con mofa.
-Cosas sin sentido eran tus pases hoy, mi querido capitán.- Se burló Yayoi, comprendiendo inmediatamente, debido a la falta de respuesta, que se había sobrepasado. -Perdón.
Tsubasa soltó la carcajada.
-Sí, he jugado como un japonés de verdad hoy. Si tuviera un látigo me castigaría. ¿Qué clase de capitán soy?
-Uno humano, que puede fallar.- Le sonrió con dulzura. -Eres grande, eres el mejor jugador del mundo en la actualidad y hace ya varios años. No te sientas tan mal. El ser muy bueno no te exime de fallar de vez en cuando. De los errores se aprende.
-Es cierto. El próximo Mundial será.
-Exacto. Además, ¡hay Generación de Oro para rato! ¡Aún son jóvenes y bonitos!- Exclamó Yayoi, alegre. -Bueno, la mayoría.
-A propósito... ¿puedo hacerte una pregunta y me responderás con total sinceridad?
-Por supuesto.
-Júralo.- Volteó, mostrándole el dedo meñique, el cual ella unió con el suyo.
-Lo juro.
-¿Tú y Misugi están esperando...
-¿Qué dijiste, Yoshiko? ¡Ya voy!- Yayoi se puso de pie de un salto.
-¡No hay nadie aquí!- Bufó Tsubasa, viéndola huír. -¡Lo tomaré como un sí!
-¡No oí tu pregunta!- Gritó ella, a lo lejos, dejando a un Tsubasa parado, mirándola divertido desde el medio del campo.
En ese instante, en el que el estado anímico del futbolista se encontraba lo suficientemente mejor como para poder regresar con sus compañeros y afrontar la realidad, Tsubasa agradeció a la vida solo una cosa en este día tan negro: los buenos amigos que el fútbol le había dejado.
