Saitama, Japón.

El torneo italiano de la Serie C finalmente había terminado. Luego de una difícil disputa contra su compatriota y amigo, Aoi, Hyuga había optado por aprovechar los días que le quedaban antes de tener que unirse al campamento japonés previo a los Juegos Olímpicos para visitar a su familia, a quien tenía ya tiempo de no ver, y por supuesto cumplir la promesa que le había hecho a su amiga, aunque últimamente consideraba que aquella era quizás un poco más que eso. En fin, lo pensaría a su debido momento, dependiendo de cómo resulte una cita con una chica como ella. Pues como amiga y deportista era la mejor, pero aún no conocía la otra faceta de Maki Akamine.

-Lamento la tardanza.- Le dijo la chica al llegar al lugar de encuentro, visiblemente agitada, como si hubiese corrido hasta allí. Hyuga la miró divertido, tan solo para disfrazar lo embelezado que había quedado al verla con ese atuendo tan femenino.

-Se me hace extraño verte en vestido.

-¿Acaso creíste que vendría con mi uniforme de softbol?

-A decir verdad, sí.- Se mofó. Ella lo miró con molestia, para luego comenzar a caminar, seguida por él.

-Ya. ¿Qué tienes planeado para cortejarme, Kojiro Hyuga, campeón de la Serie C, luego de su segunda temporada como profesional?

-A decir verdad no te he llamado para cortejarte, Maki Akamine. Solo cumplo con una promesa que le hice a una fan loca que me ha estado llevando regalos extraños adentrándose a escondidas en el vestuario de mi equipo.- Respondió, manteniéndose serio y sereno.

-Pues bien que gracias a esos regalos extraños has podido consagrarte campeón.- Ella sonrió con burla.

-¿No habrá sido gracias al trabajo en equipo de la Reggiana, a la Rovesciata que gracias a Dios Gozza pudo frenar a tiempo y a mi Raiju-Shoot final?

-Un poco quizás. Pero en su mayoría ha sido gracias a mis dos muñecos.- Le guiñó el ojo. -Tú mismo me lo has admitido en una llamada telefónica. ¿Ya no lo recuerdas?

Hyuga se sonrojó con furia, evitando verla. Ella se percató de aquello y se le colocó delante, riendo al ver su reacción.

-Sí, sí, está bien. Lo admito. Un poco han tenido que ver tus apoyos extraños de vudú.

Maki soltó la carcajada.

-¡Nunca me admitiste tal cosa!- Exclamó, alegre, causando que él la mirara con sorpresa. -Bueno, aunque acabas de hacerlo. ¡Y no son ningunos muñecos de vudú! ¡He trabajado mucho para hacerlos!

-¿Es muy temprano para volverme a casa?- Bufó.

-Hey. No voy a ir contigo a tu casa en nuestra primera cita.- Le dijo Maki, juguetona. Kojiro enrojeció. -Al menos espera a la tercera o cuarta cita.

-¡No lo dije por eso!- Exclamó. -Además... están mis hermanos y mi madre.- Murmuró, nervioso.

-Solo juego contigo, Hyuga. No es necesario que te pongas tan nervioso.- Sonrió.

-¡No estoy nervioso! ¡Estoy fastidiado! ¡No vine a que me molestes!- Bufó.

-Ya, ya...- Maki se acercó y le colocó ambas manos en los brazos, comenzando a frotarlos. -Cálmate.

-Estoy calmado.- Frunció el ceño.

-Pues avísale a tu cara.- Rió. -¿Quieres que decida yo a dónde ir? ¿Quieres almorzar, ir por un helado, ir a ver una película o comprar algo y sentarnos en un parque?

-Almorcé antes de salir. No quiero helado, estoy con dolor de garganta. No me gusta ir al cine. Lo último podría ser, siempre y cuando el parque no esté repleto de personas y niños corriendo por todas partes. Los únicos niños que puedo tolerar son mis hermanos.

Maki lo miró por un momento antes de responder.

-Vaya sujeto difícil que eres, ¿eh?

-No por nada me llaman Tigre.- Dijo, con cierta altanería.

-Pues habrá que amaestrar a este Tigrecito, ¿no?- Le respondió Maki, con una pícara sonrisa, adelantándose a él. Hyuga hizo un mohín.

-¿En qué demonios estaba pensando?- Murmuró por lo bajo.

-¡Hyuga!- Oyó chillar a unas chicas. Al voltear se encontró con las causantes de aquello, quienes se acercaban con miradas risueñas. Enarcó una ceja, pues aunque la señorita Matsumoto le había advertido que con el modelaje de ciertas marcas situaciones así podrían pasar, aún no se acostumbraba a recibir ese tipo de atención. Era muy distinto para Hyuga que se le acercaran por creerlo buen jugador a que lo hicieran por creerlo "lindo". Quizás el burlarse de las admiradoras de Misugi y Soda desencadenó este horrible karma.

-¿Puedo ayudarles?

-¿Podemos tomarnos una fotografía contigo?- Preguntó una de ellas, quien parecía casi de su misma edad, con sus ojos brillando.

-Seguro.- Volteó a Maki, quien miraba la escena con recelo, cruzada de brazos. -¿Puedes sacarnos una foto?

Ella suspiró.

-¿Por qué no?- Caminó a ellos y tomó el celular de la chica. Cada quien se posicionó a un lado del futbolista, una simplemente haciendo una v con sus dedos, mientras que la otra lo abrazaba, apoyando su cara en los pectorales de él y su mano en su vientre, cosa que, por lo que Maki vió en su rostro, lo incomodó. La softbolista levantó la mirada. -Oye, no te conviene esa pose. Te hace mucha papada.

-¡Oh!- Se incorporó, avergonzada. Hyyga contuvo una risita. -¿Me veo bien así?- Se colocó de lado, levantando la cara, tomándolo del brazo. Akamine levantó el pulgar y capturó el momento, para luego regresarle el celular a su dueña. -¡Muchas gracias!

-De nada.- Sonrió.

-¿Papada?- Se burló Kojiro.

-¿Acaso se creía en un póster de película romántica?

-Vaya... No creí que te gustara tanto como para que te den semejantes escenas de celos.- Rió. Maki enrojeció, mirándolo horrible. Le encajó un golpe en el brazo y continuó su camino hacia el primer mercado que encontrasen, en donde comprarían gaseosas y algunas cosas para preparar sandwiches. Después de todo, por esta vez, ella le permitiría beber cuanto quiera de su bebida favorita.

-Yo también te gusto. De otro modo no estarías aquí.- Bufó ella, luego de unos largos momentos de silencio, sorprendiéndolo. Hyuga sonrió ante ello.

-Pues sí, aunque seas muy fea y fastidiosa.

-Tú tampoco eres un Adonis.

-¿Un quién?

-Un tipo lindo.

-¿Quién es Adonis?

-¿Hablas en serio?- Lo miró. Kojiro la estaba viendo, enojado. -¿De verdad no conoces a Adonis?

-No sé quién es y sinceramente tampoco me interesa quién sea.- Bufó, adelantándose.

-Claro.- Rió entre dientes.

-Adonis. Qué nombre tan patético.- Soltó Hyuga, aún molesto. Maki suspiró. Aunque le resultaba divertido, también era pesado.

-Si quieres saberlo, googlea "¿qué es ser un Adonis?".

-¿Por qué querría ser un tipo como él?- Se defendió inmediatamente. Ella giró sus ojos.

-¡Solo hazlo!- Exclamó, fastidiada. El chico dió un respingo ante ello, sacó su celular y obedeció. La cara se le puso roja de vergüenza al leer la respuesta a aquella pergunta. -¿Qué dice?

-Nada importante.- Murmuró. Maki lo miró con sus ojos entrecerrados, por lo que Hyuga presionó sus labios y soltó las palabras, avergonzado. -"Se dice que alguien "es un Adonis" cuando es extraordinariamente atractivo. Esta expresión tiene su origen en un enredo amoroso de la mitología clásica." ¿Esto es de verdad?

-¿Acaso no estudiaste a la mitología griega en la secundaria Meiwa?

-Bueno... no era un estudiante brillante...- Se excuso.

-Se nota.- Rió ella. Él frunció el ceño. -Aunque me dió ternura que te hayas puesto celoso de un Dios griego inexistente. Eso es mucho peor que ponerme celosa de una fan toquetona que se cree en un cartel de una telenovela barata.

-Suerte que no tenías una bola de softbol en mano, porque seguro que se la hubieras estampado en la cara.

-Y seguro que tú, si hubieses tenido un balón de fútbol, hubieses usado tu Raiju-Shoot para patear al cielo y bajar a Adonis como si fuera una indefensa palomita.

-No te burles de mi falta de cultura griega.- Bufó.

-También me agrado ver que el indomable Tigre de Saitama, el mejor delantero de todo Japón, se queda mansito como gatito ante la elevada de tono de la gran Maki Akamine.- Se jactó, cosa que hizo reír a Hyuga a carcajadas.

-Por favor. Me tomaste de sorpresa. Te llevaría años enteros el que siquiera me desacomode un pelo un grito tuyo, por no decir toda una vida.

-¿Estás diciendo que quieres pasar tu vida entera conmigo?- Preguntó ella en tono juguetón. Hyuga enrojeció y Maki rió.

-Pues no me molestaría.- Respondió inmediatamente, pues si a ella le gustaba incomodarlo, él también lo haría. -Claro, si a ti tampoco te disgustaría hacerlo.

-Pues a mi tampoco me molestaría.- Sonrió, mordaz, comprendiendo su juego. Él hizo una mueca. -¿Qué pasa? ¿Te he dejado sin palabras?

Hyuga suspiró profundamente, deteniendo su paso, mirándola luego con una sonrisa.

-En realidad, cada segundo que pasa me siento más y más humillado y vulnerable y me dan ganas de salir corriendo porque creo que estás loca. Pero, por otro lado, me siento muy bien junto a ti.

-El vudú funcionó.- Sonrió ella, sonrojada.

-El vudú funcionó.- Dijo él, acortando la distancia entre ambos en un rápido movimiento, dándole un beso que duró solo un segundo, aunque fué lo suficientemente sorpresivo y agradable para que ella se colorara como un tomate. Él la miró a los ojos y sonrió, al igual que ella. -¿Quieres ir a ver una película al cine?

-Dijiste que no te gustaba ir al cine.

-Lo detesto, realmente. Pero alguna vez, en una llamada, me dijiste que en la secundaria solías ir todos los viernes al cine con tus amigas. Supuse que es algo que te gusta, de otro modo no irías cada semana.

-De acuerdo.- Asintió, un poco atontada. Él frotó sus brazos, sonriéndole con cariño.

-Tranquila.

-Aunque, si no te gusta la película, bien podemos hacer otra cosa, ¿verdad?- Dijo Akamine mirándolo con una ceja enarcada. Esta vez fué Hyuga el nervioso y sonrojado.

-Quizás.- Dijo, con un gesto de indiferencia.