Tal vez algún día.

Capítulo 3

Kakashi, al terminar tres horas de debate interno sobre si ese día acudiría o no a ver al resto de su equipo, decidió que tarde o temprano tendría que hacerlo. Y ya es bastante tarde, así que no me queda otra salida. Lanzó al ya sobrecargado bote de basura los residuos de su desayuno instantáneo. Mañana sacaré la basura. Me prometo que mañana lo haré. Lo juro sobre mi honor. Era la tercera vez que se hacía esa promesa en la semana; hasta el momento, no la había cumplido. Fue a tomar su uniforme, el cual estaba doblado con cuidado sobre la desordenada cama. El Jounnin podía vivir en medio del caos de desorganización que era su apartamento, pero jamás aparecería en público sin una apariencia impecable. Después de todo, tengo una reputación que cuidar. Al inclinarse a recoger la ropa sus ojos toparon con la fotografía colocada en la cabecera de la cama. La atención del copy nin fue clavada de inmediato en la cara de su rubio estudiante. ¿O debo decir ex estudiante? Ah, voy a tardar en asimilar eso. Después giró hacia la otra fotografía a la izquierda. Un sentimiento de culpa lo envolvió al ver a su antiguo maestro. Discúlpeme, sensei. Fui negligente con su legado. El Yondaime deseó en los últimos momentos de su existencia que el niño que tendría la dura tarea de ser el contenedor de Kyuubi fuera reconocido por la gente de la villa. Si no cómo un héroe, cómo alguien que hacía un enorme sacrificio por el bienestar de todos. Excelente trabajo hemos hecho en reconocerle ¿cierto? Dejando los lamentos de lado terminó de vestirse, dispuesto a enfrentar el inicio del día sin la presencia de Naruto.

Al llegar al puente encontró a sus dos alumnos esperando. La mirada de odio del último Uchiha hacia Kakashi delataba que la chica del cabello rosado había aprovechado la tardanza del shinobi para desplegar sus encantos e intentar conquistar al muchacho. Casi podía ver el sharingan en esos ojos. Ah, si las miradas mataran.

"¿Qué rayos hacía, Kakashi sensei?" replicó Sakura, con la mano en la cintura. "¡Hemos esperado una eternidad!" un gruñido afirmativo por parte de Sasuke apoyó el comentario. Debía estar en realidad molesto si le daba la razón a la chica. "¡Y ayer ni siquiera se dignó a aparecer!"

"Lo lamento, muchachos." Dijo Kakashi, usando su voz despreocupada. "He estado muy ocupado pensando en la cruel forma de vida que llevan los zorros de Konoha."

La excusa del sensei dejó perpleja a su alumna. Por primera vez no podía encontrar una apelación coherente a la disculpa del impuntual profesor. Kakashi notó esto y sonrió bajo la máscara. Y, vaya ironía, esta ocasión estoy diciendo la verdad. Sacó el pergamino con la primera misión del día. Iba a comenzar a leerla cuando fue interrumpido por su estoico alumno.

"¿Dónde está el inútil de Naruto?" dijo Sasuke, esforzándose en mostrar la menor cantidad posible de interés en la pregunta.

"Naruto ya no es parte del equipo siete." Dijo Kakashi, en tono neutral. "Ha sido enviado fuera de Konoha a un entrenamiento especial."

"¿Qué? ¿Entrenamiento especial?" repitió Sakura.

"Verás, Sakura." Dijo Kakashi. "Entrenamiento especial es igual que el entrenamiento regular, pero…"

"¡Lo sé!" interrumpió la chica, molesta. "¿Pero por qué enviaron a Naruto y a nosotros no?"

Los ojos de los dos estudiantes atacaron al hombre, ansiosos por respuestas. ¿Envidian la situación de Naruto? Ja, no tienen idea de lo que piensan. Bueno, si quieren creer que Naruto es más afortunado que ustedes, no voy a hacerles cambiar de opinión.

"No estoy muy seguro." Mintió el shinobi, hablando como si se tratara de la cosa más normal del mundo. "Escuché que Naruto quería ser entrenado por Tsunade-sama, pero eso era muy fastidioso para ella, así que decidió darle permiso para recorrer otras villas y así quitarse la molestia de escuchar a Naruto." Sakura parecía estar al borde del ataque de nervios a causa de la envidia. "Bueno, la misión del día…"

"¿A dónde fue?" cortó Sasuke. Kakashi podría jurar que vio un destello carmesí en ellos.

"Verás, Sasuke…" dijo el ninja del cabello plateado. Miró a ambos lados para verificar que no había nadie cerca y después se inclinó hacia su estudiante en un gesto confidencial. "Eso es top secret."

El Jounnin tuvo el impulso de reírse ante la serie de expresiones que recorrieron el rostro del último Uchiha en Konoha: sorpresa, confusión y enfado.

El camino al país del Viento era conocido por las grandes dificultades que presenta. Las historias de los viajeros que han recorrido esos parajes narraban las inclemencias del tiempo y lo árido del ambiente. Naruto y Gai comenzaban a descubrir que tan ciertas eran las palabras de esas personas. Iban en el segundo día de viaje, lo que era ya un buen avance; el trayecto estimado en tiempo entre el país del Fuego y el país del Viento era de tres días, cuatro cómo máximo. Las primeras dificultades en aparecer fueron el agotamiento tras dos noches durmiendo a la intemperie y la falta de acoplamiento por parte de su cuerpo al clima. Los dos ninjas se sintieron atravesar una barrera invisible que triplicaba la temperatura y el peso de la carga en sus espaldas. Años acostumbrados al ambiente fresco de Konoha repercutían ahora de forma devastadora, especialmente en el rubio de ojos azules, quien había salido de la aldea en sólo escasas ocasiones, y nunca a un lugar semejante a aquel. Gai observaba al muchacho quitarse el sudor de la frente cada vez con más ímpetu y mayor frecuencia. Tenemos que darnos prisa. A este paso, Naruto se deshidratará antes de llegar a la Villa de la Arena. Sin embargo, otra parte de la mente del hombre deseaba retrazar el viaje. No sé que esperar sobre esa aldea. El estilo de vida que se tiene ahí es muy distinto al de nuestra villa. ¿Será Naruto capaz de ajustarse a este cambio? Sus ojos se vieron invadidos por una expresión de tristeza profunda. La vida del muchacho caminando a su lado era una de las historias más dramáticas que pudiese ser imaginada. Y aún así mantiene el brillo de la juventud en él. No hay duda de por qué Tsunade-sama le tiene gran aprecio. Revisó las reservas de agua, encontrándolas reducidas. Ignoro cuál fue el desarrollo de las cosas, pero para mi gusto, esto resultó demasiado repentino. Apresurando el paso, los dos ninjas siguieron su camino por el erial sendero arenoso que conducía al país del Viento.

Eran ya dos días desde que Naruto abandonase la Aldea de la Hoja. Las calles estaban tranquilas y los ninjas cumplían con eficiencia las misiones que les eran asignadas, sin el mínimo problema o distracción. Todo es demasiado serio. Qué problemático… El ninja más ocioso de la villa caminaba sin rumbo fijo, ensimismado. Dicen que Naruto está de viaje en un entrenamiento especial, incluso cuando le pregunté a Tsunade-sama recibí esa respuesta. Sin embargo, dudo que sea verdad. Se llevó las manos detrás de la cabeza, levantando la vista al cielo. Las nubes cumplían su despreocupada rutina diaria, adornando el bello azul tras de ellas. No puedo decir con exactitud qué, pero algo andaba mal con Naruto. En especial los últimos días, justo antes de que se marchara. Las misiones no me dejaban mucho tiempo libre para mí, menos para estar con los amigos, pero en las contadas ocasiones en que vi a Naruto lo noté… deteriorado. Asumí que se debía a entrenamientos con Kakashi y ese tipo de cosas, pero ahora me pregunto si tal vez se trataba de algo más grave. Sonrió al descubrir que sus pasos le guiaron hasta Ichiraku. Con Naruto fuera de la villa este lugar tendrá sus ganancias reducidas a la mitad. El ramen es problemático, pero hoy me siento con ganas de comprar un tazón. Tomó asiento en uno de los puestos libres en el local. Para sorpresa de Shikamaru tres de los otros asientos eran ocupados por Iruka, Kakashi y Tsunade-sama. Parece que no soy el único que tiene ganas de comer ramen hoy.

Los pasos de Gai se detuvieron al notar que el ninja rubio se rezagaba. Hasta ese momento se dio cuenta que la distancia que los separaba era considerable, y la forma en que el pecho del muchacho se agitaba con fuerza. Demasiado esfuerzo físico para su edad. Pero si nos detenemos… ¡No! La salud de Naruto-kun es la prioridad número uno. Si su cuerpo necesita que nos detengamos para que se recupere, eso haremos. Volvió sobre sus pasos hasta alcanzar al joven ninja.

"Descansaremos un rato aquí." Dijo el hombre de verde, dejando en el suelo su mochila. "Ya falta menos para llegar a nuestro destino, así que no hará mal detenernos un poco para…"

Las palabras murieron en la garganta del hombre, asustado a tener una vista tan cercana de Naruto. El muchacho tenía la piel enrojecida cómo si estuviese ardiendo y las azules pupilas estremecedoramente dilatadas. Antes de que el Jounnin pudiera hacer algo el cuerpo del adolescente se tambaleó, haciéndole perder el equilibrio y precipitarse hacia abajo.

"¡Naruto!" fue capaz de atrapar el cuerpo del ninja antes de llegar al suelo. "¿Naruto, estás bien?" no obtuvo respuesta. El joven shinobi había perdido la conciencia.

¡Maldición! Sabía que algo así pasaría. Observó los alrededores en busca de una posible sombra para refugiarse, pero todo lo que podía abarcar su campo de visión era rocas y arena. Todavía faltan varias horas para que se oculte el sol. ¡Maldita sea! No tengo otra opción. Se inclinó para deshacerse de los pesos que siempre utilizaba en las piernas. Después colocó a su compañero de viaje sobre la espalda y comenzó a correr. La única solución es llevarlo a la Villa de la Arena de inmediato.

El frío fue la primera cosa de la que se percató. Resultaba extraño, ya que instantes atrás el problema que le acosaba era el sofocante exceso de calor. ¿Qué pasó? Lo último que su mente recordaba era a Gai acercándose, estaba diciendo algo, pero las palabras le parecieron en aquel momento simples balbuceos sin sentido. Abrió los ojos, siendo recibido por un entorno casi en tinieblas; la poca luz era brindada por diminutas antorchas en las paredes de ese laberinto. Al apoyar las manos en el piso para levantarse encontró el piso cubierto de agua, aunque en un nivel bajo. Lo familiar de la situación le llegó al rubio cómo una bofetada. ¡Estoy en la prisión de Kyuubi! ¿Qué demonios hago aquí? Se puso de pie con gesto frenético. ¿Qué le ocurrió a mi cuerpo? ¿Y Gai?Tranquilo, Uzumaki, tranquilo. Dio varias respiraciones pausadas intentando recobrar la compostura. Si estás aquí es por algo ¿no? Debe existir una razón. Su rostro se contorsionó en un gesto de sorpresa. ¿Acaso Kyuubi me trajo aquí? ¡Tengo que averiguarlo! Desconocía el camino para llegar a la celda del demonio, pero no le importó y empezó a correr por los largos pasillos. Sabía que iba en la dirección correcta, su instinto se lo decía. El agua salpicaba a cada paso que daba, haciendo que su ropa se empapara más. Hace mucho que no venía a este lugar. Al fin dio con los aposentos del poderoso zorro. Los enormes barrotes que encerraban a Kyuubi permanecían intactos, idénticos a la última ocasión que los vio.

"¿Kyuubi?" dijo Naruto, avanzando a la celda con recelo. "¿Estás ahí?"

El rubio tuvo que saltar hacia atrás para esquivar las gigantescas garras que se lanzaron para atacarle.

"¡Mocoso idiota!" respondió la estridente voz del demonio. Su rostro apareció tras la reja. "¡Que pregunta más estúpida!"

"¡Tu eres estúpido!" gritó Naruto, levantando el puño en amenaza. "¿Para qué rayos me trajiste aquí?"

"¡Silencio!" la potencia de la voz del zorro lanzó al shinobi directo al piso. "Estás aquí porque te encuentras inconsciente."

"¿Inconsciente?" repitió el muchacho, poniéndose en pie alarmado. "¿Por qué estoy inconsciente?"

"A causa…" la sonrisa de burla en el imponente animal dejaba ver los afilados dientes de éste, dándole un aire amenazador. "De deshidratación."

En cuestión de segundos todo cobró sentido en la cabeza del joven ninja. Demonios… Esa mañana alcanzó a ver la cara de preocupación que Gai mostró al contemplar la reducida porción de agua que les quedaba. Y por eso yo… yo…

"Niño, está es una de las cosas más estúpidas que te he visto hacer." Se burló el zorro. "Y mira que has hecho bastantes."

Para evitar que el agua se terminara, en la mayoría de las ocasiones en que Gai sensei le ofrecía la cantimplora con agua Naruto fingía beber, tomando en realidad sólo diminutos sorbos.

"Cada vez que pienso que ya no puedes volverte más imbécil sales con algo nuevo. En verdad eres especial, Uzumaki Naruto."

"¡Cállate, zorro maldito!" gritó el rubio de ojos azules, irritado.

"¿De qué diablos te sirve guardar agua si te mueres antes de poder tomarla?" el tono de burla del demonio fue remplazado por otro de mayor seriedad. "Piensa dos veces antes de poner en práctica una maniobra cómo esa. La próxima vez no voy a salvarte."

Naruto se limitó a mirarle. ¿Me salvó? ¿Kyuubi me salvó? Haciendo a un lado el hecho de que si yo muero él muere, es un gesto bastante lindo. Sonrió. Quizás él también me considera su amigo después de todo.

"Muy bien." Dijo el rubio, asintiendo enérgicamente. "Entendido." Dicho esto, el muchacho se desvaneció, entrando en un estado de inconsciencia total.

Gai explotó las últimas reservas de energía que su cuerpo poseía al vislumbrar en el horizonte las enormes puertas con el emblema del país del Viento grabado en ellas. ¡Al fin! ¡Resiste, Naruto-kun! ¡Ya casi estamos ahí! A una velocidad que era menos que la sombra de su rapidez normal el shinobi alcanzó la entrada. El sudor cubría cada parte posible en su cuerpo y ropa, y la carga que llevaba a la espalda no ayudaba a mejorar las cosas. Sacó de su bolsillo los permisos firmados por la Hokage y se desplomó en el suelo de arena. Lo logramos…

Dos guardias bajaron de sus puestos para inspeccionar a los extraños recién llegados. Mientras uno se aseguraba que los dos continuaran con vida, el otro inspeccionó los papeles que el hombre vestido de verde sujetaba con tanta importancia.

"Son enviados especiales de Konoha." dijo el guardia. "Están aquí para ver a Kazekage-sama por orden directa de la Godaime."

"Informa de esto a Kazekage-sama." Respondió el otro. "Yo me encargo de llevarlos al hospital."

El pelirrojo observaba por la ventana de su amplia oficina la tediosa vida cotidiana que transcurría en la Villa de la Arena. La recientemente establecida tranquilidad que el lugar gozaba seguro hacía que su padre se retorciera en su tumba. De lo que no me retracto. Ese sería su tercer año como Kazekage y muchos cambios se habían hecho desde entonces. Obtener el rango del que Gaara era poseedor no era en realidad una ambición o sueño suyo, simplemente fue ascendido a ese puesto por ser el ninja más poderoso en todo el país. Su primera idea era rechazar el puesto, ya que nada obtendría con ese título. Sin embargo, tras pensarlo con mayor detenimiento, vio la posibilidad de hacer cambios a gran escala en la forma de vida en la Aldea Secreta de la Arena. Se le estaba presentando la oportunidad de modificar las cosas, el estilo de vida violento que en previo líder estableció. Pero eso no va a cambiar el pasado. Nada lo cambiará. Soy y seguiré siendo Sabaku no Gaara, el demonio asesino. Ante mi y ante todos. Tras sus quince años de vida había aprendido a aceptar ese hecho y a lidiar con él. El inclemente sol se ocultaba, dando fin a otro día laboral en la vida del Kage más joven de la historia. Aún no había decidido qué hacer con el resto de las horas que faltaban antes de que tuviera que retomar sus deberes. Cuando dormir está descartado entre tus alternativas debes buscar algo interesante que hacer con ese tiempo.

"Kazekage-sama." Dijo un ninja, sin atreverse a dar un paso más allá de la puerta o mirar a la cara al muchacho frente a él. "Han llegado a la aldea dos enviados de Konoha que desean verlo."

"Dime que asuntos quieren tratar." dijo el pelirrojo, con frialdad. Sus frases siempre eran imperativas, no interrogativas.

"Lo siento, señor. No lo sé." Inclinó aún más la cabeza. "Parece que tuvieron problemas en el camino aquí, fueron llevados al hospital. La única información que tenemos sobre ellos son sus nombres." Gaara permaneció en silencio, esperando a que el hombre notara la pausa innecesaria que había hecho. Al fin, el ninja encontró su error y siguió. "Maito Gai y Uzumaki Naruto, señor."

La imponente figura del Kazekage caminando por los pasillos del hospital de la aldea en su impecable atuendo blanco era un hecho inusitado. Los doctores y enfermeras hacían inclinaciones respetuosas cuando el muchacho se cruzaba en su camino. Gaara se mostró, igual que siempre, indiferente ante esto, continuando hacia la habitación en que el sorprendente ninja rubio que le derrotó años atrás descansaba. El doctor que estaba al tanto de este paciente lo interceptó, dándole un respetuoso saludo antes de comenzar a hablar.

"Cuando el muchacho fue traído aquí presenta deshidratación y quemaduras en la piel a causa…"

Gaara descartó las palabras del hombre, abriéndose camino a la puerta que lo separaba del shinobi de Konoha. Las repercusiones de un viaje en el desierto le eran obvias. Entró en la pequeña habitación, encontrando al rubio de ojos azules durmiendo en la modesta cama de hospital.

"Dime cuando despertará." Ordenó el joven Kazekage.

"Lo lamento, pero no puedo decirlo con exactitud." Respondió el doctor, mirando el piso. "Probablemente mañana temprano, o quizás antes."

"Retírate." el hombre hizo una pronunciada reverencia y abandonó el cuarto, cerrando la puerta.

El pelirrojo se recargó a un lado de la cama en la pared, observando el subir y bajar del pecho del inconsciente rubio. Uzumaki Naruto… Al parecer sí encontró algo para distraerse por el resto de la noche.

NOTAS:

Ahí está! Ahí está Gaara! Lo ven? Ya después tendrá interacción con Naruto. La paciencia es una virtud, recuerdan?

Escribir desde el punto de vista de Gaa-chan es difícil! Espero que no lo hayan odiado. No estoy muy conforme con este capitulo, pero ya qué… qué les pareció?

Gracias a todos los que me han elogiado. Muchas, muchas gracias! Espero llenar sus expectativas. ˆˆ Sus palabras me alientan!

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