Tal vez algún día.
Capitulo 4
Uchiha Sasuke estaba de mal humor, y los inocentes troncos con los que solía practicar lanzamiento de shurikens y kunais estaban pagando las consecuencias de esto. Era temprano y el sol apenas comenzaba a salir; esa mañana el ahora incompleto equipo siete tuvo el día libre, pero el estoico ninja entrenaba impasible. Cada lanzamiento acertaba en el punto exacto, sin embargo, su concentración estaba en otra parte, en otra persona. Maldita sea, Naruto… Una vez más el rubio estaba más adelante que él. Yo no me trago esas tonterías de que estás entrenando. Hizo otros seis lanzamientos, todos dieron en el blanco. Si en verdad fuera un entrenamiento Kakashi y los demás no guardarían la información de dónde estás con tanto cuidado. Su cuerpo respiraba agitado, intentando compensar el calor interno causado por el duro esfuerzo físico. Ya eran varias horas continuas las que llevaba ahí, sin detenerse jamás a tomar descanso. Es una misión ¿verdad? Por eso Kakashi y tú faltaron aquel día. Escuché que incluso hubo una junta del Concilio de Konoha. Algo importante está ocurriendo y te lo han asignado a ti. Apretó los puños, sintiendo la mezcla de ira y envidia recorriéndole las venas. Siempre has sido el preferido de la Hokage, así que no me sorprende que te haya sugerido para esa misión, pero la decisión final la toma el Concilio. Y ellos te eligieron a ti. El sharingan amenazó con filtrarse sobre las oscuras pupilas de Sasuke. A pesar de tener gran control sobre su habilidad de línea sucesoria en ocasiones no lograba controlarlo. La mayor parte de esas veces provocadas por su rival de ojos azules. Por eso esa tarde sonreías. Por eso me abrazaste así. Se dejó caer al piso. Piensas lo mismo que Itachi, piensas que soy débil. Golpeó el suelo, creando un cráter por lo fuerte del impacto. Y pensar que yo… maldita sea… Estaba enfadado consigo mismo. Desarrollar un sentimiento de amistad hacia Naruto fue un error crítico. Volvemos a ser rivales, Uzumaki. Sólo eso.
El pelirrojo seguía recargado en la pared de la habitación, con los brazos cruzados frente al pecho y los ojos sobre el shinobi dormido. Observarle dormir resultó en efecto interesante. El rubio, incluso estando en un estado de inconsciencia tan profundo, no parecía poder mantenerse quieto. Cambiaba de posición cada cinco minutos, daba vueltas, se tapaba, se destapaba, se volvía a tapar. Uzumaki tenía que ser hiperactivo incluso mientras dormía. En un lado de la cama, sobre la pequeña mesa de noche, estaban las pertenencias del ninja de Konoha. Parecía que llevaba lo suficiente para estar fuera de su aldea una buena temporada. También estaba ahí un pergamino cerrado, el sello de la Godaime al frente, y la nota que otorgaba los permisos de la Hokage, diciendo que eran enviados especiales de la Aldea Secreta de la Hoja para ver al Kazekage. La situación logró despertar la curiosidad de Gaara, cosa que era sumamente difícil de lograr. Uzumaki Naruto era de los pocos que podían hacerlo, incluso de forma involuntaria. Algo raro que notó durante la noche fue cómo las quemaduras en la piel del rubio sanaban a gran velocidad, mayor a la de un humano común. Semejante a cómo ocurre con mis heridas. Pero Naruto para nada era común, eso lo aprendió tiempo atrás, a mala manera. El sol entró por la pequeña ventana del cuarto, acariciando el rostro del shinobi en la cama, quien hizo un gesto de desagrado, moviéndose a una posición en que su cara evadiera el molesto resplandor. De pronto el cuerpo del rubio se tensó, los ojos se azules se abrieron de golpe al momento en que se incorporaba, inspeccionando el rededor. Las facciones preocupadas del ninja se convirtieron en otras de sorpresa al topar con la imponente figura ataviada en blanco y azul. Gaara tuvo el impulso de sonreír, pero se contuvo de hacerlo.
"Bienvenido a la Aldea Secreta de la Arena." Dijo el pelirrojo. "Uzumaki Naruto."
El Jounnin del cabello plateado veía con cansancio a la mujer que ocupada el puesto de la mejor ninja de la aldea pedir otra botella de sake. ¿Qué número? La verdad perdí la cuenta después de la quinta. Era increíble el aguante de Tsunade-sama para el alcohol. Sobre todo a su edad… Las personas que extrañaban al ninja más problemático de la aldea lo expresaban de formas distintas y particulares. Iruka come ramen, Sasuke entrena, Tsunade-sama bebe. Yo me limito a observarlos, gracias. Las actitudes autodestructivas nunca han sido lo mío. Sacó una de sus ediciones predilectas de Icha Icha Paradise. El último capítulo de la interesante novela seguía sin aparecer en las librerías, para tristeza de Kakashi. ¿Qué clase de vida malvada y retorcida tuve en el pasado para merecer tan terrible karma? Icha Icha Paradise y Naruto. Las dos diversiones principales del copy nin le estaban siendo vedadas. ¿Habrá llegado al País del Viento? Ya han pasado tres días desde que se marchó con Gai. Espero que no le esté llenando la cabeza a Naruto con sus ideas raras. No necesitamos otro clon de Gai en la aldea. La imagen de su ex estudiante rubio vestido de verde y con el corte de cabello de Lee apareció en la mente del Jounnin. Un escalofrío le recorrió la espalda. En verdad que no. Hizo uso de su autocontrol para alejar la terrorífica visión de su cabeza. Me pregunto si me escribirá. …Bien, Kakashi, este es un excelente momento para dejar de ser tan sentimental. Suspiró cansado, cambiando la página del libro que leía. Qué día libre más pésimo. Preferiría estar haciendo una misión clase D a seguir aquí sentado viendo a la líder de la villa embriagarse. En verdad ¿quién fui en otra vida para merecer esto? ¿Gengis Kan? ¿Atila?
"Gaara…" dijo Naruto, luchando por salir del asombro. "¿Qué…? ¿Dónde…?" no lograba conjugar una sola oración completa.
El joven Kazekage tuvo una sensación agradable al escuchar al rubio de Konoha pronunciar su nombre. Tras recibir el titulo que ejercía ahora lo único que oía era 'Kazekage-sama'. Hasta cierto punto, la familiaridad con que Uzumaki se dirigía hacia él resultaba irrespetuosa, pero Gaara no pensaba remarcar ese hecho. Se quitó el sombrero con el kanji de la palabra Viento al frente, dejando a la vista sus cabellos rojos.
"Estás en el Hospital de la Aldea." Respondió Gaara, enfrentando la mirada confusa del otro ninja. "Tú y el hombre llamado Maito Gai fueron traídos aquí debido al mal estado físico que tenían al llegar aquí."
"¡Gai!" exclamó Naruto, abandonando la cama de un salto. La preocupación grabada en su voz. "¿Dónde está? ¿Está bien?" el pelirrojo asintió.
Sabaku no Gaara tuvo la oportunidad de comprobar la nueva altura de Naruto. En esos tres años su estatura había aumentado, pero no lo suficiente para sobrepasar la que el Kazekage tenía ahora. La imagen que ambos ofrecían, el rubio en bata de hospital y el pelirrojo con el atuendo de Kage, y los intensos rayos solaren entrando por la ventaba era bastante surrealista.
"Después podrás verlo." Dijo Gaara, en tono neutro. "Dime por qué estás aquí. Tengo entendido que tienes un asunto que tratar conmigo."
Los ojos verde claro apreciaron el drástico cambio de preocupación a nerviosismo que se efectuó en Uzumaki. Al parecer la misión que le trajo al País del Viento no era placentera para él. Gaara permaneció en la misma posición, sin ánimos de repetir al ninja de Konoha que justificara su presencia ahí.
"¿Podemos dejar eso para después?" preguntó Naruto. Una sonrisa dudosa en sus labios. "¿Por favor?"
El shinobi de la Arena observó con cuidado la actitud del otro muchacho. Algo había cambiado en esos ojos azules, ya no eran tan impetuosos cómo antes, y parecían velados por un cansancio no necesariamente físico. ¿Qué pasó contigo en estos tres años, Uzumaki Naruto? Tarde o temprano se verían obligados a afrontar el motivo de la visita de los dos ninjas de la Aldea Oculta de la Hoja, así que accedió a dejar el tema de lado. Además, si se trataba de un asunto importante ese no era el lugar indicado para tratarlo. Asintió con gesto afirmativo a la plegaria de Naruto. La sonrisa en el rostro de Uzumaki se iluminó.
"¡Vaya, nunca te había visto vestido así!" exclamó el rubio, lanzándose a la cama. "Y me encanta tu sombrero."
La serena faz del shinobi pelirrojo no pudo evitar mostrar una sonrisa, aunque leve, debido al súbito comentario. El cambio de tópico era cómo Naruto: drástico pero ameno. Sin embargo, las habilidades de conversación de Sabaku no Gaara estaban deterioradas debido a la falta de amistades a su alrededor. Esto hizo quedar el intercambio de palabras en un punto muerto, creando un silencio incómodo.
"¡Oye! ¿Cómo están tus hermanos?" dijo Naruto, rompiendo con nula sutileza el silencio. "¿Están aquí?"
"No." Respondió el Kazekage. "Por ahora se encuentran fuera cumpliendo misiones."
"Oh…" dijo Uzumaki, pensando otro rumbo en el cual llevar la conversación. "¿Cuánto tiempo tengo que seguir aquí, Gaara? No me gustan los hospitales."
El pálido ninja reflexionó la pregunta. El doctor no dijo nada sobre el tiempo que debía permanecer el rubio ahí, o mejor dicho, Gaara no le dio oportunidad de mencionarlo. Empero, la condición de Naruto parecía normal, sin rastro de los típicos síntomas a causa de la deshidratación y exposición al sol del desierto. No veo razón para que permanezca en este lugar por más tiempo. Aparte, pronto tendría que volver a sus tediosos deberes como líder de la aldea, y la compañía de Uzumaki serviría para animarle. Seguro que los médicos preferirían que el muchacho permaneciera más tiempo en el hospital, pero no se opondrían a la voluntad del Kazekage.
"Puedes retirarte ahora mismo." Dijo Gaara, girando la vista hacia la puerta. "Tu cuerpo se recuperó rápido. Muy rápido."
"¿Ya? ¡Que bien!" dijo Naruto, sin tomar en cuenta el último comentario del pelirrojo. Comenzó a saltar por la habitación, buscando sus cosas. "¿Dónde está mi ropa? ¡Quiero dar una vuelta por la aldea! ¡Espero que tengan buenos restaurantes! ¡Pero ninguno como Ichiraku! ¡Es ramen que preparan ahí…!" la voz del rubio fue cortada por un ataque de tos.
El ninja de la arena lo notó, posando la mirada sobre el chico de ojos azules. Uzumaki Naruto estaba arrodillado en el piso, una mano aferrada con fuerza al pecho, mientras un temblor recorría su cuerpo. El ruido de un estridente grito de dolor alcanzó los tímpanos de Gaara. Intrigado por la repentina situación, el chico de los ojos verdes fue hacia Naruto. Antes de alcanzarle, el rostro del ninja de Konoha se levantó a recibirlo. El joven Kazekage tuvo que reprimir un grito apagado y dio un paso atrás. ¿Qué demonios…? Los ojos azul cielo del rubio ya no estaban ahí, remplazados por un par de pupilas carmesíes.
Al fin Tsunade decidió abandonar el bar y las botellas de sake para volver a sus correspondientes deberes de Hokage. A pesar de beber a garrafales cantidades, el alcohol nunca lograba embriagarla. Maldición… Sabía a la perfección que las personas de la villa pensaban que estaba actuando de forma exagerada respecto a la partida del rubio. ¡Pero ellos qué saben! La Godaime veía la situación desde un punto de vista totalmente distinto. Comprendía que Naruto podía no volver jamás, que quizás en la aldea oculta de la Arena no sabrían atender su extraño problema, que existía la posibilidad de morir, y eso la carcomía por dentro. No quiero que ocurra de nuevo. No quiero ver morir a Naruto igual que a ellos. Apareció en su mente el recuerdo de las tres personas que más ha querido en la vida, sonriendo, clamando que su sueño era convertirse en Hokage. Los tres portando el collar que perteneció en el pasado al Primer Hokage, fundador de Konoha. ¿Será que después de estos tres años finalmente te está alcanzando la maldición de ese viejo collar? Ya antes la muerte le arrebató sus seres queridos, y la amenaza recaía en ella de nuevo. Casi podía escuchar la risa burlona de Shinigami, acercando su mortífera mano hacia Naruto, jugando con su vida. Lo peor es que ahora él está lejos de mi alcance, en otro país. Golpeó con la mano el escritorio, agrietándolo. Lo prometiste, mocoso. Me prometiste que volverás, y más te vale cumplir tu palabra. Yo cumpliré la mía, esperando por ti aquí, con el título de Hokage.
La mirada de Uzumaki era frenética, confusa, y feroz. La arena se congregó a los pies de Sabaku no Gaara formando círculos alrededor, preparada para defender o atacar a su dueño en caso de ser necesario. Hacía mucho tiempo que el pelirrojo no se sentía invadido por su instinto a causa del peligro. Sí, porque eso fue lo que le produjeron esos ojos, una sensación de amenaza que le obligó a entrar en estado de alerta. Y ese extraño chakra…es el mismo que sentí justo antes de ser derrotado por él. Permaneció en el mismo lugar, observando al rubio, quien de momento ocultaba la mirada en el piso, gruñendo de dolor. La tos volvió, salpicando de sangre la mano derecha del rubio. Antes de que el Kazekage pudiera hablar el cuerpo de Naruto se detuvo. ¿Qué pasó? El chakra extraño desapareció también.
"Parece que después de todo si tendré que contarte por qué estoy aquí." Dijo Naruto, incorporándose con dificultad para ver a Gaara. Sus sinceros ojos azules de regreso, aquel cansancio que vio en ellos reapareció con más intensidad.
La arena retornó a su estado inerte. La ventaja de vivir en un desierto era que no necesitaba cargar su contenedor a donde iba, el lugar estaba repleto de arena. El ninja de la Hoja regresó a la cama, limpiando los residuos de sangre que quedaban en su rostro. La atención y curiosidad de Gaara puestos por completo en Uzumaki. La visita del impredecible shinobi se tornaba cada vez más interesante. Cruzó los brazos, dispuesto a escuchar lo que Naruto tenía que decir.
"No sé cómo decir esto…" comenzó el rubio. Su voz áspera por el incidente anterior. "Siempre he estado solo. Soy un huérfano, y creí sin nadie a mi lado. Desde que recuerdo, la gente de la villa me ha odiado. Yo no sabía por qué… jamás les hice nada, pero ellos me miraban fríamente y me llamaban monstruo. Los aldeanos no permitían que me acercara a sus hijos, así que no tuve amigos. En una etapa de mi vida llegué a odiarlos."
El relato cautivó al joven Kazekage. La vida del rubio se asemejaba a la suya en varios puntos. Recuerdo que durante la primera pelea en las eliminatorias en Konoha, Naruto dijo a Hyuuga que él entendía la soledad. Ahora comprendo la razón. Sin embargo, no me explico la actitud de las personas en Konoha.
"Seguro que mueres por saber por qué me odiaban ¿cierto?" preguntó Naruto, sonriendo astuto. Rió al ver la expresión de ligera sorpresa en el pelirrojo. "¡Lo sabía! Bien, te lo diré. De hecho, es la mejor parte de la historia. Verás, la noche en que nací la aldea fue atacada por Kyuubi, el zorro demonio de nueve colas. Supongo que habrás escuchado hablar de eso." Gaara asintió.
"El Cuarto Hokage perdió la vida matando al demonio." Dijo el ninja de los ojos verdes. Convertirse en Kazekage exigía leer muchos libros de Historia. "Konoha se debilitó a causa de ese ataque."
"Esa es la versión que todos conocen, aunque no la verdadera." Se movió al borde de la cama, cambiando a un tono de complicidad. "Esa noche el Yondaime murió, pero no el demonio. El zorro de nueve colas es inmortal, así que lo que hizo el Cuarto fue sellarlo." Señaló sobre la bata de hospital el lugar donde estaban los dos sellos de las cuatro estaciones y los ocho signos de la adivinación que se utilizaron para encerrar al demonio. "Aquí adentro. ¡Sorpresa! No eres el único con un demonio en las entrañas."
El silenció volvió a reinar entre ellos. La mente de Sabaku no Gaara luchaba furiosamente para asimilar la información que le era revelada. ¿Él también? Las conexiones se hicieron de forma automática. El chakra rojo, sus heridas… Posó sus ojos color verde mar en Naruto, pero ya no lo veía de la manera de antes. Al enterarse sobre la existencia del demonio dentro del otro adolescente algo cambió para siempre. La sonrisa tímida en los labios del rubio, esa apariencia vulnerable tras revelar su secreto, ansioso por aceptación. Él es… Naruto es igual que yo. En efecto, el rubio de ojos azules era un reflejo al pasado de Gaara. Sentimientos ambivalentes surgieron en el Kazekage por la noticia. Sobre todo, empatía. Uzumaki seguía esperando a recibir respuesta del otro shinobi, su sonrisa dando señales de duda. Debo decir algo. El problema era que tenía la mente en blanco.
"Comprendo." Dijo, siendo lo mejor que logró pensar. "No tengo inconveniente con eso."
"¡Grandioso!" exclamó el ninja de Konoha, lanzándose a abrazar con efusión al otro muchacho.
Tal muestra de afecto tomó desprevenido a Gaara, incluso la arena fue burlada por la súbita acción del rubio. Tener el cuerpo de Uzumaki contra el suyo era una experiencia nueva, y no una desagradable. Era novedad para el Kage del Viento ser abrazado, estando habituado a mantener libre su espacio personal. Una sonrisa adornó los finos rasgos del pelirrojo. Uzumaki Naruto, el ninja número uno es sorprender a las personas ¿cierto?
NOTAS:
Hola! Disculpen, primero que todo, el retraso, y que el capítulo sea un poco corto. Mi hermana se adueñó de la máquina más de lo normal, así que hoy me puse a trabajar como posesa hasta terminar este capítulo. Les gustó? La verdad por las prisas ya ni pude revisarlo… así que necesito saber que tal quedó, y nadie mejor para decírmelo que ustedes, verdad? Ah, y si hay algún error, disculpen ˆˆU
Gracias a todos los que siguen leyendo! Y a quienes me dejan comentarios tan lindos! Gracias y mil gracias!
Ah, no es lindísimo Gaa-chan? Bueno, en fin… me dejan un review? Por favor? por favor? Si lo hacen prometo actualizar pronto! pose de nice guy
Sean buenos y recomienden mi fic, ok? Nos vemos! Se cuidan!
