Tal vez algún día.

Capítulo 6

Abandonaron el hospital sin mayores problemas. Los doctores y enfermeras no pusieron resistencia ante la voluntar del líder de su aldea de liberar un paciente. El Kage ni siquiera se preocupó por liquidar la cuenta o llenar el papeleo necesario. Ese era trabajo para los incontables asistentes suyos. Salió del edificio con un alegre Uzumaki siguiendo de cerca, con la mochila de sus limitadas pertenencias en brazos. La recuperación total de su cuerpo resultaba obvia. No tardaron en llegar a la solitaria casa del pelirrojo. La construcción era amplia, aunque no de proporciones excesivas como para compararse a la Mansión de los Uchiha en Konoha. Para el Kazekage nunca fue importante qué tan grande, cómoda o estética era su vivienda, pues por lo general siempre estaba fuera cumpliendo misiones. Y con el ascenso a su actual poder tenía menos ocasión de permanecer allá. El lugar se encontraba vacío más y más tiempo, perdiendo el título de hogar. Para mí nunca lo fue. Desde el punto de vista del shinobi de la Arena, paredes e inmueble no pueden considerarse un hogar. Abrió la puerta, adentrándose en la oscura estancia. Mientras avanzaba para alcanzar el interruptor de luz el único sonido audible eran los pasos de ambos muchachos. Los del rubio eran irregulares, apresurándose a alcanzar a su guía en caso de rezagarse. Está nervioso. Miró de soslayo al ninja tras de él, descubriendo en su rostro una expresión de agobio, profundizada por la penumbra del lugar. No hay duda de que está incómodo. Tal reacción en su nuevo huésped tenía sus fundamentos. La atmósfera que esa casa encerraba era opresiva, sea por la sensación de abandono en ella, sea por toda la tensión que desde años atrás conciliaba. Encendió las luces. Quizá eso disminuyera el desasosiego de Uzumaki.

"Tu casa es…" pasó la vista por el rededor, admirando la nueva perspectiva que ofrecía el lugar con iluminación. Pulcro, simple, ordenado. No había nada en exceso y tampoco faltaba lo esencial. Podía compararse a la manera de ser de Gaara. "Normal."

El pelirrojo asintió, con la intención de mostrar que aceptaba el comentario, pero que no pensaba responder. Así que sin decir palabra siguió avanzando a las otras habitaciones. El ninja de la Hoja siguiéndole ya más tranquilo, ocupándose en registrar el nuevo ambiente. Le explicó la ubicación de la cocina, el cuarto de baño, las habitaciones de él y sus hermanos, y la que ocuparía Naruto durante su estadía. Un antiguo cuarto de huéspedes jamás utilizado, pero que contaba con lo necesario.

"¿Un cuarto de huéspedes?" preguntó el rubio, extrañado. "¿Para qué? ¿Sueles tener visitas?"

"Tengo cosas que hacer." Dijo Sabaku no Gaara, obviando las preguntas del otro adolescente mientras avanzó a la salida. "Si pretendes acompañarme date una ducha, cámbiate, y hazlo rápido."

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El agua fría acarició los músculos todavía entumecidos de Uzumaki. Kyuubi hizo un excelente trabajo aliviando la crítica condición de su cuerpo, pero eso no aliviaba por completo el desgaste físico que presentaba. Sentir el templado elemento sobre él sirvió para relajarle y casi olvidar los problemas que le acosaban. Aunque por más que intentaba no pensar en ello, eso era algo que no podía lograr. Muchas cosas ocurrían en su vida, la mayoría de ellas fuera de su control. Tenía que asimilar el hecho de que ahora estaba en otra villa, en un país extraño, en el cual conocía a sólo tres personas. Y tenía que ser Gaara el único presente. Será mi suerte… Empero, en realidad no le molestaba el hecho de tener al pelirrojo por compañía. Tal vez no es muy comunicativo, pero eso no importa. Puedo hablar por los dos. Llenar los silencios era otra de las habilidades que Naruto obtuvo durante el paso de los años, así que poco le costaría hacerlo en presencia de su nuevo amigo. Las palabras del Kazekage, reconociendo que entre ellos había una amistad, volvieron a su mente. Bien, mi lista de amigos incluye hasta ahora a un zorro demonio asesino, un molesto vengador presumido y un ex psicópata convertido en Kazekage. ¿Qué más le pido a la vida? Sonrió, dejando de lado su propio sarcasmo. Esos amigos eran preciados para él, sin importar el pasado o historia que éstos acarreasen. Se obligó a terminar la ducha lo más pronto posible. Gaara dejó claro que no pensaba esperar mucho tiempo, Naruto sabía que era verdad. Tomó una toalla y comenzó a secarse, sacudiendo con especial fuerza su rubio cabello. Cuando terminó se detuvo a mirarse en el espejo de pared. El usual semblante de cansancio se incrementó en los rasgos del muchacho, haciéndole suspirar resignado. Me veo horrible… al menos nadie me conoce, como para recalcármelo. Además… Las comisuras de los labios del ninja se extendieron, creando la sonrisa perfecta. Tengo mi arma secreta. Una fuerte punzada en el pecho obligó al muchacho a apoyarse en la pared, tosiendo con brusquedad. Tan pronto cómo vino el malestar, se fue. ¡Demonios! Notando que estuvo perdiendo tiempo contemplando su reflejo optó por vestirse de inmediato. El eterno estilo naranja de Uzumaki prevaleció a través de los años, siendo ese mismo el que escogió para aquel día. La única diferencia en su vestimenta fue la ausencia de la chaqueta compañera del resto del traje. El calor de la Aldea de la Arena quizá era menor al presente en el desierto abierto, aunque sólo en mínimo monto. Colocándose bajo la camisa negra el collar que ganó a Tsunade salió en busca de Gaara. Para su desagradable sorpresa, no le encontró. Las luces estaban apagadas otra vez, pero ahora las cortinas que cubrían previamente ventanas aparecían replegadas, permitiendo el paso a los fuertes rayos solares al interior. Fue a la estancia principal, y tampoco estaba ahí. No esperó por mi… bueno, es mi culpa. Él me advirtió que no tardara o se iría… Suspiró, resignado. Supongo que los asuntos del Kazekage no pueden esperar. Concluyó que lo mejor era revisar la que sería su casa por tiempo indefinido. Y quizás comer algo. La comida era algo en lo que Naruto siempre podía apoyarse en los momentos malos. Me pregunto si tienen ramen… La cocina, cómo el resto del lugar, era promedio. No muy pequeña, tampoco muy amplia, y cada cosa en su justo lugar. Abrió varios estantes, sin encontrar algo que en realidad satisficiera su inexistente apetito. Buscó en el refrigerador, topando con más y más comida saludable. ¿Qué clase de persona puede vivir a base de esto? En verdad no tenía ánimo para aventurarse a probar esos extraños alimentos que nada se asemejaban al ramen. Repasó el contenido, buscando la opción más aceptable. Al final escogió una simple botella de agua fría. Debido al sofocante calor esa era la mejor elección. La abrió, bebió un trago, mirando la cocina vacía en la que reinaba el silencio. ¡Vaya, después de todo no es tan diferente a Konoha! Se le hizo desagradable la idea de permanecer ahí solo así que, abatido, salió de la casa, dispuesto a vagar sin destino fijo. Miró las calles, dudando la dirección a tomar.

"Si me pierdo será culpa de Gaara." dijo en un susurro.

"No es verdad."

El cuerpo de Naruto se tensó, girando a la derecha, dirección de la cual provino la voz. Ante él estaba, mirándole inexpresivo y con brazos cruzados sobre el pecho, Gaara de la Arena.

"¡Pero…! Yo pensé… ¡Y tú…!" señalaba a la casa, balbuceando frases incoherentes.

"Es tarde." cortó el pelirrojo, alejándose del lugar. "Vamos."

Demasiado confuso para detenerse a pensar Uzumaki accedió a seguir al otro muchacho por las calles de la Aldea Secreta de la Arena.

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En la incomodidad de su celda el demonio de las nueve colas daba vueltas pensando en los últimos acontecimientos en el humano que tenía el privilegio de darle asilo. No tengo muchas opciones sobre en qué ocupar mi tiempo. Es esto o escuchar los aburridos lamentos del mocoso. Por más que intentaba encontrar cuál era el problema no lograba poner sus garras en el asunto. Sabía que el sello de Yondaime estaba involucrado. ¡Estúpido, idota Yondaime! Empero, ignoraba exactamente qué. Siendo un poderoso demonio durante su pasado jamás tuvo la necesidad de indagar en temas como el ninjutsu y las artes ninjas en general. ¡Ja! ¡Podía arrasar con todos tan fácil! Lo poco que ahora conocía al respecto lo adquirió esos tres años anteriores, al prestar mayor atención a la vida de Uzumaki. Le desesperaba continuar así, sin vislumbrar ni lejanamente una conclusión. Minutos atrás hizo el intento de tocar la reja que le encerraba en aquel espacio tan reducido. Fue un toque leve, podría decirse que un simple roce. Pero el mocoso lo sintió. En efecto, al hacer contacto con el metal sellado la reacción negativa en el cuerpo de Naruto fue inmediata. La cuestión era interesante, aunque peligrosa. Para ambos.

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El camino era liderado por el pelirrojo hacia el edificio donde su oficina residía. Uzumaki de momento hablaba sin parar de cuestiones triviales a las que el Kazekage no respondía, en principio porque no eran preguntas, y en segundo porque eran tonterías. Sin tener nada mejor que hacer reflexionó sobre a la actitud de Naruto antes de notarle en las afueras de la casa. Esos escasos segundos, al creerse solo, se mostró el desprotegido interior del rubio. Podía no ser un tema que le incumbiera, pero la recién descubierta similitud entre él y el ninja de la Hoja despertaron la curiosidad del Kage hacia la vida de Uzumaki. Lo que especialmente atraía su atención era la forma obstinada en que Naruto continuaba disimulando. En parte lo atribuía a la naturaleza testaruda del otro muchacho. Giró la vista a él, lo cual pareció animar más la conversación unilateral que entablaba el shinobi de ojos azules al sentirse tomado en cuenta por el pelirrojo. Las pocas veces en que Gaara asentía o daba muestra de atender a sus palabras Uzumaki parecía brillar de alegría. Tan poco es lo que pide para satisfacer su hambre de afecto. No supo si sentir admiración o lástima por el ninja a su lado.

"¡Sí, y entonces le pusieron mi nombre al puente!" decía Naruto, entusiasmado. "¡Fue genial!"

Siguieron avanzando siendo objeto de las miradas interesadas de los habitantes de la aldea. El Kazekage hacía pocas apariciones en público, mucho menos en compañía, y jamás por con tan extravagante tipo de persona. Gaara notó cómo gran parte de la atención iba dirigida a Naruto, aunque no en actitud negativa, sólo curiosa. Uzumaki resaltaba de la multitud con facilidad, incluso sin llevar completa su anaranjada vestimenta.

"¡Ja! ¡El antipático de Sasuke jamás tendrá su nombre en algo!" dijo Naruto, cruzando los brazos. "Quizás un precipicio, o una cueva… La espantosa cueva de Uchiha Sasuke, o un nombre así. Algo para asustar a los niños." El ninja pelirrojo lo miró con una expresión entre neutral y extrañado. "Seguro que si utilizarán tu nombre para esas cosas." La vista del shinobi de Konoha descendió al piso. "A los doce años tu gran poder ya era conocido, temido también, en medio continente. Sumemos a eso que te convertiste en el Kage más joven de toda la historia. No me sorprendería ver cambiar a La villa de la Arena por La villa del legendario Gaara."

Las palabras del rubio tomaron desprevenido al líder de la aldea. Esos tres años de por medio dejaron marca en la actitud del Uzumaki que conoció en el examen para ascender a Chunnin. Al parecer incluso la amigable y pacífica gente de Konoha tiene prejuicios. Entonces ¿para qué desea convertirse en Hokage? Esa interrogante acosaba la metódica cabeza de Sabaku no Gaara, empero, externar la duda a Naruto quedaba fuera de discusión. Él no solía hacer preguntas, mucho menos personales.

"No me interesa tener algo llamado sobre mí." Dijo Gaara, antes de poder reaccionar que mostró estar dando seguimiento a la conversación del rubio. "Las personas olvidarán quien fui al pasar el tiempo, lleve o no mi nombre ese lugar. Al final no importa."

"Las memorias de las gentes no olvidan tan fácil, te lo digo por experiencia propia." Remarcó Naruto, en una broma agridulce. "Pero ¿no eras tú el que clamaba que tu existencia no será borrada? ¿Qué pasó con eso?"

Los ojos claros del Kazekage examinaron el muchacho al lado suyo. De cierta forma Uzumaki le estaba arrastrando poco a poco a entrar en una conversación. Una conversación personal. Gaara del desierto era propenso a evitar ese tipo de pláticas, incluso con sus hermanos. Pero en esta ocasión sentía que Naruto de verdad se interesó en saber lo que él pensase. Optó por responder la pregunta. El rubio le hacía tomar decisiones inusuales, cómo quedarse a esperarle aunque tardó demasiado.

"Las personas cambian, las prioridades cambian también. He tenido mucho tiempo para pensar durante estos tres años." Dijo el Kage del Viento, su mirada aún clavada en las pupilas azules del otro. "Te has convertido en mi prioridad número uno, Uzumaki Naruto."

Los ojos del ninja de Konoha se abrieron en sorpresa, sus labios separados cómo para hablar, mas ninguna palabra salió de ellos. Continuaron caminando al edificio del Kazekage en silencio.

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NOTAS:

Hey. Pues bien, otro capítulo muy, muy corto. Disculpen por eso, pero de verdad que tengo millares de cosas pendientes.

En fin! A petición de Karin Nekoi (un saludo tamaña Kyuubi!) ya he puesto separadores entre escenas. Espero que si estén ahí, porque luego no aparecen…

Ah, si. Se solicitan donadores de reviews con urgencia. Quieren que ruegue? Pues se los ruego! Por favor! Díganme que les parece, que no les parece… si aman o odian algo, yo qué sé!

Escribir escenas con las mismas personas es difícil… hay que inventar cada sobrenombre para no estar repitiendo Gaara y Naruto xD Y Gaara en sí es un dolor de cabeza… por eso lo aman, supongo. Háganle un club de fans o yo que sé xD

Un saludo a Rei Kaida, mi uke preferido! Y para todos ustedes también, yo los amo! Bye bye!