Tal vez algún día.
Capítulo 8
En cuanto el shinobi de la Hoja cayó desmayado la presencia sellada dentro del pelirrojo comenzó a lanzar gritos en la mente de éste, ordenándole aprovechar la oportunidad y poner fin a la vida de Uzumaki. Gaara se negó a hacerlo, permaneciendo así a pesar de los intensos dolores de cabeza que le provocaba el mapache. Esta vez en verdad no voy a obedecerte. Molesto, varios instantes después, el demonio fue el primero en ceder. Libre de las torturas del espíritu, el Kage ordenó a la arena presente en el lugar levantar a Uzumaki, colocando el cuerpo del rubio frente a él. Estaba, en efecto, inconsciente. Desde ese punto de visión el ninja de Konoha parecía desgastado, incluso enfermizo. Ordenó a la arena depositar al muchacho en la cama. Tendría que ocuparse más cuidadosamente de su huésped. Hasta cierto punto lo consideraba una obligación, al serle pedido por parte del líder de un país aliado. Se acercó a la cama de Naruto, habiendo ya recobrado la compostura tras su disputa con Shukaku y, aunque dudaba que ocurriera, preparado para un posible segundo ataque. El sonido de la respiración de Uzumaki se volvió estable en cuestión de minutos, adoptando en su pecho un ritmo constante. El mapache reapareció, lanzando comentarios subidos de tono sobre el rubio. Turbado, Gaara lo acalló por segunda vez. Esa persistencia del demonio hacia Naruto no podía ser normal. Dejó el pensamiento de lado al alcanzar el borde de la cama donde descansaba el contenedor del Kyuubi. El muchacho era la imagen del agotamiento convertido en persona. Los ojos verde claro del Kazekage se abrieron con sobresalto al ver escurrir de la orilla de la boca del rubio una espesa gota de sangre. Para cuando tuvo cuenta de las cosas, su mano ya estaba en el rostro de Uzumaki, limpiando con el pulgar el líquido carmesí. Al contacto con la sangre se desataron gritos hambrientos del mapache. Permaneció contemplando la sustancia en su mano, hipnotizado por el color intenso de ésta, reflejando la luz nocturna en su diminuta extensión. También el olor, aunque imperceptible para la gente común, era profundo, llenando los sentidos de Gaara. Fascinado por las características de la sangre, la probó, comprobando así que su sabor también era ejemplar. Una simple gota bastó para llevar la sensación cobriza de ésta a toda la boca del shinobi de la Arena. El demonio en su interior se agitó desesperado, y Sabaku no Gaara supo que de haber podido, Shukaku hubiese destrozado el cuerpo del pelirrojo para ir tras más de esa interesante sangre. Recordó las palabras del zorro de nueve colas, advirtiéndole respecto al estado de su contenedor. Si el problema reside ahí, lo que se necesita es alguien con conocimientos en sellos, sea médico o no. Se recargó en la pared más cercana a la cama, cruzando los brazos sobre el pecho. Sin embargo, no confío en él. Sería ingenuo fiarse de las palabras del zorro. Los encuentros con el Kyuubi eran menos que agradables, y esta ocasión pudo admirar con mayor cuidado la fuerza del demonio. Es poderoso. Consideró, para una posible pelea a futuro, que la arena le sería de poca utilidad. Los parpados de Uzumaki mostraban una leve capa de sudor junto, visible también en el resto de su cuerpo. Liberar al Kyuubi es un gran esfuerzo físico para él. Cerró los ojos, sintiendo aún cálido el interior de su boca a causa de la gota que probó. Nunca dejas de sorprenderme.
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Dentro de la mente del pelirrojo, Shukaku rugía de ira. Su idea de convencer a su contenedor para acabar con la existencia del ninja ruidoso falló de forma rotunda. ¡Era la oportunidad perfecta! Ni siquiera la tortura física logró hacer cambiar de opinión al obstinado shinobi de la Arena. Algo que nunca antes había fallado para quebrantarlo. El control que su portador mostraba no era prometedor. A este paso, podría terminar ordenándome cosas. Lanzó un chirrido de fastidio, agitándose en el interior de Gaara. No podemos enfrentarnos a Kyuubi. ¡Moriría! ¡Y no quiero morir! Mucho menos contra un ladino zorro presumido y su mocoso enano… Un enano molesto, irritante, tonto… pero con la mejor sangre que he probado en años… El mapache también fue víctima de la esencia única del rubio, era distinta a la de los otros ninjas que Gaara asesinó en el pasado, diferente a la de cualquier humano común. Fue entonces cuando lo descubrió. Él sabe… su sangre sabe… a demonio. Eso no era normal, de hecho, era imposible. Sí, Naruto tenía sellado en su interior a Kyuubi, pero eso no lo convertía en él, en un demonio. A menos que… se estén uniendo. El perro mapache alejó la idea, clasificándola de absurda. Eso es estúpido. Sus pensamientos volvieron a la necia decisión del pelirrojo de enfrentarse a Uzumaki. Bien, mi plan 'consigue que tu portador asesine al mocoso' falló. Pero no todo estaba perdido, y él lo sabía. Previó la posibilidad de fallo a su principal plan, por lo que no se limitó a formular una sola idea. Existía otra manera de evitar que esos dos tuvieran un combate. Esa es, hacer que ellos no quieran pelear. Sonrió repasando su siguiente plan. ¿Y por qué no quieres pelear con alguien? Porque no quieres lastimarle. ¿Por qué no deseas lastimarle? Gruñó, asqueado por la siguiente respuesta. Porque quieres a esa persona. En conclusión, sólo debo hacer que mi contenedor sienta algo por el mocoso idiota. Comenzó a reír y dar gritos de triunfo, orgulloso de sus superiores razonamientos.
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El otro demonio se encontraba en una condición menos agradable que la del mapache. Una vez más en el interior de su reducida celda respiraba agitado. Que el contenedor de Shukaku estuviera en la habitación del mocoso había sido una coincidencia que aprovechó. Aunque sigue siendo extraño la razón de su presencia en el cuarto. Nada tenía que hacer ahí. Dejó el tema para más tarde, de momento lo tomaría cómo una oportuna coincidencia, luego concentrándose en lo que logró decirle al ninja del Desierto. Ahora sabe cuál es el problema real. Le habría dicho más, pero el cuerpo del mocoso quedó exhausto. Él también lo estaba, sin embargo, al sentir la presencia de Gaara tan acerca decidió arriesgarse a salir para advertirlo. Regularizó su respiración, negándose a aceptar el cansancio de su cuerpo. No sé si el médium de Shukaku me crea. Sonrió. Yo no lo haría. La ironía de esto es que sí le dije la verdad. Incluso si lo negaba, en el fondo le importaba la condición de su hospedador. Sólo porque si él muere yo también lo haré. Si eso pasa perderé cualquier oportunidad de liberarme. Cansado aún, se recostó en el piso, mojando gran cantidad de su pelaje. Maldita agua… ¡Estúpido Yondaime! ¡Tus sellos son tan inútiles cómo tú! Sintió el desasosiego de Naruto en sus sueños. Está ocurriendo de nuevo. Las noches eran los momentos en que el muchacho bajaba más sus defensas, y eso, combinado con la creciente debilitación del sello, culminaban en la liberación indebida de la presencia del zorro. Una vez más después de tantos años, Kyuubi estaba preocupado.
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Los ojos del rubio se abrieron con pesadez, renuentes a abandonar su estado de pasivo reposo. Lo primero de lo que Naruto estuvo consciente fue del intenso dolor de cabeza que tenía. ¿Qué demonios…? Confuso, se llevó una mano a la frente, descubriendo así que su cuerpo no estaba en mejor condición que su cabeza. Tenía la garganta seca y un distante sabor amargo en la boca que le revolvió el estómago. Se sentó en la cama, intentando moverse sólo lo necesario. ¿No son increíbles mis maneras de comenzar los días? Probó a mover el brazo derecho, sintiendo cómo respuesta dolor muscular. No lo entiendo, ayer no hice nada de… El curso de sus pensamientos se vio interrumpido por el agolpamiento de imágenes que dio inicio en su mente. Gritos, gente corriendo, derrumbes, explosiones. Todo ocurría a velocidades que él sólo podía imaginar, y a la que sus ojos no lograban acostumbrarse. Sostuvo los lados de su cabeza, conteniendo un gruñido que luchaba por escapar de su garganta. Tan pronto cómo vino, la visión se marchó de nuevo. Cayó sobre la espalda en la cama, abrumado por lo súbito del momento. Sabía de dónde provenían esas imágenes. Los sueños… No, pesadillas… Empero, era la primera vez que le acosaban durante las horas del día. El sentimiento de estar a merced de esas imágenes en cualquier período, sea mañana o noche, resultaba inquietante. Detuvo el ligero temblor que apenas comenzaba en sus manos. Hey, Uzumaki, tranquilízate. ¿Qué clase de ninja reacciona así por un simple sueño? ¿De cuántos Hokages que temblaban por culpa de una pesadilla has escuchado? ¡Ninguno, porque un Hokage no hace eso! Asintió enérgicamente, provocándose un dolor de cabeza. Lo mejor será salir de aquí y olvidarme de esto. Sin detenerse a tomar en cuenta que él era huésped en casa de otra persona, que resultaba ser Gaara del Desierto, salió de la habitación en su semidesnuda gloria. La mente del ninja de Konoha le decía ir en busca de la solución a todos los problemas en esta vida: la comida.
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Los niños recién ascendidos al rango de ninjas esperaban con ansia el final de la reunión explicatoria. Konohamaru sonreía, feliz de haber sido asignado al mismo equipo que sus dos amigos de la infancia. Pronto llegarían los Jounnins que tomarían cargo de los grupos de novatos. El día era cálido, y la luz del sol entraba al aula, siendo reflejada en los protectores con el emblema de la aldea que portaban los retoños de Konoha. Eran muchos los estilos que los nuevos ninjas adoptaron para lucir sus bandas, sin embargo, el nieto de Sarutobi optó por el tradicional, llevándolo en la frente. Como Naruto-niichan… Metió la mano en el bolsillo, sintiendo el sobre que entregaría a la Godaime, con la esperanza de que llegara a manos de su mejor amigo y antiguo rival. Espero que en verdad estés entrenando, porque yo si lo estoy haciendo. Aparte de las clases que recibía en la Academia, Konohamaru no renunció a las enseñanzas de Ebisu. El maestro de elite había hecho un excelente trabajo instruyendo a su alumno, consiguiendo cómo resultado que el niño estuviera entre los novatos más prometedores y de mejores calificaciones en su generación. La puerta del salón se abrió, dando paso a rostros conocidos y desconocidos. Dada la sobresaliente cantidad de egresados de la Academia ese año, Jounnins que se desempeñaban cómo shinobis activos fueron reclutados para tomar el liderazgo cómo senseis. Los grupos de tres fueron siendo llamados por los respectivos Jounnins, hasta que llegó turno del equipo seis, el de Konohamaru. El niño sonrió al descubrir quien sería la persona que completaría su equipo: Shizune.
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Recargado contra la pared de la cocina, Gaara de la Arena esperaba paciente la entrada del ninja rubio. Minutos atrás había dejado la habitación de su huésped, presintiendo que pronto despertaría. Durante la noche anterior no hubo otras complicaciones, excepto por Shukaku murmurando frases ininteligibles para él o pasando al silencio. El demonio tomaba una actitud más extraña a cada momento. La puerta de la cocina se abrió, y el shinobi de ojos azules reclamó de inmediato la atención del Kage. Lo primero que notó, gracias a la específica y descriptiva intervención de Shukaku, fue la escasa vestidura de Uzumaki. Vio al muchacho moverse por la cocina, abriendo gabinetes y compartimientos, soltando gruñidos de molestia antes de cerrarlos de nuevo.
"No tienes comida." Declaró Naruto, enfrentando la mirada indiferente del Kazekage. "Estoy cansado, tengo hambre, y quiero ramen."
Sabaku no Gaara continuó mirándole mientras apreciaba la demanda de Uzumaki, desglosando la frase, así valorando cada parte. El rubio dijo estar cansado. Acepto que debe ser cierto. Tenía hambre. Razonable. Y quería ramen. La petición del shinobi de la Hoja parecía más que nada un capricho.
"Necesito ramen." Agregó Naruto, en tono desesperado. "En verdad."
El Kage del Viento observó el rostro de su visitante, deteniéndose en la sonrisa vacilante que mostraba. El tono en que dijo necesitar esa comida insustancial le hizo reconsiderar. Uzumaki se movía sobre los talones a la punta del pie, inquieto. Realmente parecía necesitar su adorado ramen. Cómo una adicción, inestabilizándole al no obtenerlo. Igual que la sangre lo es para mí. Sin embargo, el deseo del otro adolescente era mucho menos nocivo. Aunque Gaara tenía cierto control sobre la sed roja, en ciertas ocasiones él todavía sentía la urgencia de conseguirla. El recuerdo del sabor del otro ninja reapareció en el Kage, quien optó por cumplir el capricho de Naruto, deseando distraer su mente en otras cosas.
"Bien." Dijo el pelirrojo, asintiendo. "Vístete."
El rubio sonrió apenado antes de volver a desaparecer de la vista de Gaara del Desierto. El mapache le cuestionó si en verdad quería que Uzumaki se vistiera o todo lo contrario. El Kazekage lo mandó a callar, luchando por no visualizar la sugerencia del demonio. Por otra parte repasó la información en su memoria respecto a establecimientos que vendieran ramen. No recordaba ninguno, en especial porque no solía concurrir a ese tipo de lugares, lo cual sacaba a relieve que ahora estaba a punto de hacerlo. Los eventos inusitados seguían llegando, atraídos al imán que era Naruto. Repasó en la mente la agenda que tenía para el día. Al terminar el desayuno llevaría al rubio a una revisión integra al hospital, después iría a su oficina, donde decretaría reclutar al shinobi con mejores conocimientos en cuanto a sellos en el país del Viento. Finalmente, enfrentaría el papeleo que seguía pendiente y acumulándose. Ignoraba si el ninja de Konoha deseaba o no acompañarle hasta el final del día pero la opinión de Uzumaki, o la del mismo pelirrojo, al respecto dejó de ser discutible la noche anterior. Naruto, sin saberlo, dio ayer un argumento muy correcto al señalar que podría necesitar ser detenido. El líder de la Arena comenzó a ver la posibilidad cómo algo factible.
"¡Estoy listo!" gritó el ninja de la Hoja, haciendo su entrada. El protector de Gai en la cintura. "¡Vamos!"
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Uzumaki siguió apresurado al otro muchacho, impaciente por comparar las habilidades para preparar ramen de la Aldea de la Arena con las de Konoha. Blandía con orgullo el emblema de la Hoja, sintiéndose más tranquilo así. Gaara no dijo una sola palabra durante el camino al restaurante. ¿Qué tiene eso de sorprendente? Sin embargo, Naruto notó varias miradas de soslayo por parte del pelirrojo. Él, acostumbrado a ser observado por una villa entera, podía distinguir los tipos de miradas. La de Gaara tenía una fuerza intensa, haciendo al rubio sonreír nervioso y girar la cara a otra parte. Los ojos verdes del Kazekage ya no eran los mismos de antes. Esos eran aterradores. Era el tipo de mirada que te da a entender que si te acercas puedes considerarte un cadáver destrozado. Ahora había algo distinto en ellos, parecían ser más serenos. De hecho, su actitud es más estable. ¿Dónde quedó mi buen amigo el psicópata asesino? Lo que le parecía extraño de ser observado por el shinobi de la Arena era que no lograba descifrar la intención de éste. Tendré que poner más atención, supongo. Pero su atención se desvaneció cómo humo al llegar al restaurante. Entraron y de inmediato fueron guiados por un sorprendido empleado a la mejor mesa del lugar. El rubio notó lo lujoso del establecimiento, sintiéndose fuera de lugar en comparación con la demás gente presente, quienes iban vestidos quizá no formales, pero tampoco informales. Sus oídos atraparon distantes murmullos interrogativos respecto al insospechado acompañante del Kazekage. Ese soy yo. Gaara era inmune a aquello, sentado frente a Uzumaki, los brazos cruzados en el pecho, mostrándose impasible. Una mesera se aproximó a ellos, intranquila.
"Buenos días." Giró la vista de Naruto a Gaara, haciendo una pronunciada inclinación. "Buenos días, Kazekage-sama. ¿Qué desean ordenar?"
"¡Ramen para dos!" dijo el shinobi de Konoha, elevando la voz más de lo apropiado. Asimismo, también había decidido por su compañero sin consultarle.
"Aquí…" la expresión y voz de la joven revelaban mortificación. "Aquí no servimos ramen…"
"¿No?" dijo Naruto, decepcionado. "Oh, vaya…"
Los ojos claros de Sabaku no Gaara se levantaron para encontrar los de la empleada, provocando escalofríos bajando por la espalda de ésta.
"Veré… veré que puedo hacer." Dijo la mujer, retrocediendo a la cocina.
Minutos más adelante la mesa estaba servida con dos humeantes tazones de ramen, a cuenta de la casa. Lo que sea por el Kazekage ¿eh? Tras dar las gracias por la comida prosiguió a probar la destreza del país del Viento preparando ramen. La comida se quedó a medio camino de llegar a su objetivo.
"¿No piensas comer, Gaara?" preguntó, extrañado.
"No." Respondió el Kage. Luego de un silencio corto, continuó. "Cuando termines te llevaré al hospital. Es obvio que tu estado físico está mal."
El rubio abrió la boca, pero ninguna palabra logró salir de ahí. Se limitó a asentir despacio con la cabeza. Se preguntó si Gaara estaba preocupado por él. No, no creo. Gaara es… Gaara. A pesar de eso, la idea se implantó obstinada en su mente. Aunque sería lindo, no lo niego… Sonrió para el pelirrojo, y por un segundo creyó ver sorpresa en las facciones de éste. Tal vez cuando dijo que somos amigos era verdad. El simple hecho de la posibilidad hizo más brillante la mañana de Naruto.
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El nieto del Sandaime corría por los escalones de la Torre del Hokage, agitando su larga bufanda azul a causa de la velocidad con que daba cada paso. En cuanto Shizune sensei dio por concluida la reunión para conocerse salió apresurado a buscar a la Godaime. Llamó a la puerta levemente, la voz de Tsunade no tardó en concederle el paso en un gruñido incomprensible.
"¡Godaime-sama!" dijo el niño, energético para atraer la atención de la Hokage. La mujer parecía estar más dormida que despierta, recostada sobre el escritorio, adornado con varias botellas vacías que Konohamaru adivinó eran de sake.
"¿Qué? ¿Quién?" Tsunade se levantó de su posición, alerta, pero aún somnolienta. Sus ojos cayeron en la figura del muchacho en la entrada. "Ah… ¿Konohamaru? ¿Qué haces aquí?"
El niño colocó con un golpe la carta sobre el escritorio. Había añadido al final que Shizune fue asignada cómo el Jounnin encargado de su equipo.
"¡Ya me cansé de venir y que no me diga dónde está Naruto-niichan!" dijo Konohamaru, con la manera ruidosa de hablar que tomó del rubio. "¡Así que no voy a seguir preguntando!" Tsunade le miró cómo si estuviera recitando un discurso complicado en un idioma desconocido. "¡Pero con la condición de que haga llegar esta carta a Naruto-nii!"
"¿Eh?" La mujer pareció notar por primera vez el papel que el niño había colocado frente a ella. Lo tomó, extrañada. "¿Quieres… mandarle una carta?" Konohamaru asintió vehemente. La expresión de Tsunade cambió a una de seriedad, examinando al pequeño ninja, ningún rastro de ebriedad en ella. "¿Por qué?"
Konohamaru dudó en responder. No puedo decirle que lo extraño. Eso se escucharía extraño. Además, él sigue siendo mi rival ante los demás. No, no diré que lo extraño. Un sonrojo surgió en sus mejillas. Aunque es verdad.
"¡Mis razones son mías!" exclamó el niño, señalando a la Hokage. "¡No tengo por qué decírselo!" Tsunade sonrió, divertida por la resemblanza que Konohamaru tenía con Naruto.
"¡Bien, bien!" le arrebató la carta, fastidiada. "La mandaré. Pero no te prometo que él te responda."
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Gaara reflexionó lo usual que se estaba convirtiendo para él esperar a Uzumaki Naruto. El rubio estaba teniendo un chequeo completo en el hospital de la aldea, y el joven Kage aguardaba a que saliera del consultorio. La situación lo dejaba solo, en un pasillo de hospital, en la agradable compañía de Shukaku. Silencio. Era la tercera vez que el mapache intentaba convencerle de entrar al consultorio, alegando que quizá encontraría a Naruto indefenso en paños menores recostado en una cama de hospital. La respuesta de la reciente indecente insistencia del espíritu hacia Uzumaki continuaba siendo un misterio para Gaara del Desierto.
"¡Hey, Gaara!" interrumpió la voz de Naruto, abriendo la puerta del consultorio. "¡Te dije que estaba bien!"
Se marcharon al concluir un breve intercambio de palabras con el doctor, quien miraba a Naruto cómo una persona privada de sus facultades mentales al llamar al poderoso Kage por su nombre y una familiaridad que su líder permitía sólo a sus hermanos, aunque ellos optaban por dirigirse a él con el respetuoso título. Al llegar a su oficina lo primero que hizo fue dar la orden de conseguir lo más pronto posible al mejor shinobi en conocimientos de sellos. Luego pasó a realizar el aburrido trabajo diario cómo dirigente de la villa. Uzumaki le siguió hasta ahí. Los ojos verde claro del Kazekage vagaban de los reportes en el escritorio a la figura del rubio sentado, a falta de sillas en la oficina, en el piso. Gaara pudo haber pedido traer una silla para su acompañante, pero la cortesía no era el fuerte del ninja del Arena, además, resultaba agradable ver al otro muchacho cambiando constantemente de posición en el suelo. Culpó a lo fastidioso que era su trabajo cómo excusa de estar prestando interés a Naruto. Al parecer el contenedor del Kyuubi aprendió la lección del día anterior, manteniéndose callado. Aunque no es fácil para él. La inquietud con que se mueve lo hace evidente. Se reprochó de nuevo por darle atención a ese tipo de detalles. Hizo un esfuerzo por concentrarse en el trabajo, que estaba constituido por informes de problemas entre vecinos, una disputa entre comerciantes rivalizados, disturbios y quejas de los baños públicos. De estos últimos existía una buena cantidad.
"Oye, Gaara…" dijo Naruto, rompiendo su silencio. "¿Por qué no tienes cejas?"
Al pelirrojo le fue imposible descubrir qué tipo de razonamientos pasaban por la cabeza de Uzumaki para llegar a semejante asunto. Intentar adentrarse en la mente de alguien cómo Naruto era algo que no pensaba hacer. Pudo ignorar la pregunta, empero, le respondió.
"Por la misma razón que tú tienes esas marcas en la cara." Dijo Gaara, disfrutando en su interior la cara de confusión del otro adolescente.
"Oye, Gaara…" comenzó Naruto por segunda vez, alargando el nombre del Kage al pronunciarlo. "Iremos de compras más tarde ¿cierto? Porque no piensas obligarme a comer esas excusas de comida que hay en casa ¿verdad?" el pelirrojo no respondió. "Gaara…" insistió, arrastrando la palabra. "Gaara…"
"Como sea." siseó el Kazekage, fastidiado. "Sólo cállate."
Uzumaki le hizo atenerse a su palabra, obligándole a acompañarle a comprar víveres a la tienda más cercana al terminar la jornada de Sabaku no Gaara. El shinobi del país del Viento no se tomaba la molestia de procesar la conversación infructuosa de Naruto que tenía cómo tópico primordial las variedades de ramen que compraría. Empero, no puedo evitar notar cuando su acompañante se detuvo, quedando en silencio. Giró hacia él, descubriendo una expresión de sorpresa en éste. Cuando estuvo a punto de instarlo a seguir adelante Uzumaki le hizo una seña de permanecer en silencio. Gaara se esforzó por escuchar cualquier ruido fuera de lo común, pero sólo logró escuchar una lejana risa apagada.
"Conozco esa risa…" dijo Naruto, corriendo al lado contrario de la calle.
Gaara le siguió, sin comprender por qué el rubio estaba recorriendo el camino hacia los baños públicos. De pronto Uzumaki se detuvo, señalando acusador a un hombre de largo cabello blanco que el pelirrojo no reconoció cómo habitante de la aldea.
"¡Ero-sennin!"
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Disculpen la tardanza, pero camino aquí me topé con una ancianita perdida y… bueno, bueno, capítulo ocho terminado, eso es lo que importa! Diantres, sí que fue difícil! Creo que no quedó bien, pero nada puedo hacer, sorry. Para los que pedían ver a Jiraiya, ahí está! Gracias a todos los que me dan ánimos y que me desearon que me recuperara de mi enfermedad. Sus comentarios me curaron! Así que dejen más o tendré una recaída. En serio, díganme que les parece… eso es lo que me impulsa a continuar escribiendo. Y no vendría nada mal que me promocionaran con sus amigos xD
Bien, a responder reviews!
Ai Uchiha: Yo tampoco quiero que se termine xD Gracias por tus bonitas palabras (lagrimas tipo Gai sensei xD) Trataré de mantener un ritmo no tan, tan lento. Auque no es tan fácil, a veces no sé ni qué escribir… bueno, esperando tus comentarios a este capítulo!
Ari: Sí, pobre, pobre Gaara… pero tiene a un rubio precioso, así que no puede quejarse xD Haré lo posible por no tardar tanto! Gracias por seguir leyendo, espero que me dejes tus comentarios otra vez!
Hell-adi: Gracias, que bueno que te gusta la historia, y hacia dónde se dirige. Sí, el tema del sello a mi también me parece interesante. Kyuubi rocks! Espero que sigas leyendo y dejando comentarios!
Sein: Comprendo al 100 lo que dices de esas historias que van a velocidades increíbles, y te apoyo totalmente. Supongo que les gusta mucho el lemon xD Que bueno que te esté gustando la historia, y un honor recibir un review tuyo, si dices que no dejas muchos. Gracias! Un review? Por favor?
RiMi: Parece que aparecen gente que no son fans del yaoi de la nada. Mayor razón para darte las gracias por leer. Sí, estoy tratando de llevar un ritmo no tan rápido, me parece que así resulta más creíble la relación. Es decir, hablas de Gaara, por dios! Gracias por decir que te gusta mi forma de escribir (sonrojo). Y gracias por seguir leyendo. Te molesto pidiendo otro review?
Kennich: Gracias por aceptar el ritmo lento de las cosas. La verdad lo hago porque quiero que sea más creíble… es decir, no me imagino a Gaara súper enamorado de un día a otro. Shukaku es divertido, y un pervertido xD Pues ya viste qué hizo Gaara cuando tuvo al rubio a sus pies, lo levantó xD Espero con ansias tus comentarios!
Tayuya-sempai: Gracias por decir que está bien escrita mi historia, de verdad lo aprecio, sobre todo si no eres fan del yaoi. Debe ser muy difícil para ti ˆˆU. Hasta ahora no tengo pensadas otras parejas, demasiado problemático xD Y no te preocupes tanto, si pasa algo yaoi no será demasiado fuerte… supongo ˆˆU Ojalá que sigas leyendo! Por favor!
Karin Nekoi: Ya no estoy enferma, gracias por tus buenos deseos! Hubo un poco más de Konohamaru esta vez, y sí, es una lindura ese niño. Jiraiya hizo su aparición triunfal! Qué te parece? xD Y te apoyo, los medic nins no ayudan en nada. El asunto de las colas de Shukaku y Kyuubi (xD) dudo que sea un dato verdadero, pero bueno, es un fic, no? Ahora vemos a Naruto todo feliz con el protector de Gai, yay! Por otra parte, me parece que Shukaku puede comunicarse con Gaara, aunque sea sólo para pedirle muerte y sangre. Me alegro de que te haya parecido bien su aparición! Ahora ya sabes que pretende el mapache pervertido, jajaja. Confiemos en que no abuse del pobre zorro xD Y sí, Gaara se entretuvo mucho esa noche. Ya habrá más Kyuubi más adelante. Estoy esperando tu comentario con todas las ansias del mundo, y lo sabes!
ReiKaida: Tú! Uke malvado que me promete dibujos y no me da nada! xD Ne, ne, ne! Sería genial que dibujaras la escena inicial de éste capítulo! (sólo te pido más y más cosas xD) Saludos a Salomé-san! Ojalá lea mi fic algún día, y gracias por lo de 'Cómo seducir a un Géminis' Luego te respondo el mail, mi compu me odia, y se traba a cada rato… Dime qué te pareció, mi uke número uno! xD Y sí, Naruto se robó el nombre de tu villa, jajaja.
