«Nunca había bailado tan bellamente; los afilados cuchillos le cortaron los pies, pero ella no lo sintió porque el dolor en su corazón era mucho mayor.»


Kakashi vio a Yugao venir. No puede decir que lo planeó, pero ciertamente esperó algo así cuando dijo que quería estar con ella.

"Un clavo no saca otro clavo" dice Genma, pero prueba entre una y otra mujer como si fuesen una maldita ferretería. Entonces Kakashi decidió que volvería con Yugao, que la citaría a su casa, y le diría la verdad, aunque doliera y luego se acostaría con ella como un perro lamiendo sus heridas, porque podía hacerlo ¿no? Un clavo saca otro clavo. Y Sakura nunca estuvo con él, y su muerte tampoco es un clavo, pero es una espina, o una estaca, o una espada en su pecho. Y se hunde más profundo con cada día que pasa hasta que un día logre a partirlo en dos.

Así que le dice a Yugao lo que quiere oír y la ve acercarse a él y cambiar de opinión y lanzarle los brazos sobre el cuello, estrellando sus labios hambrientos en él.

El beso es diferente, cambia apenas empieza, primero urgido y con fuerza como ella, y de la nada, sus labios se vuelven tembloroso y se aparta tan bruscamente como empezó.

Kakashi la mira a los ojos y la boca de la mujer se abre y se cierra nerviosa, y mira hacia él, y se sonroja tan deliciosamente, y Kakashi vuelve a mirar esta cosa extraña en sus ojos. El negro oscuro ha sido reemplazado por un verde esmeralda que él cree conocer demasiado bien.

—Mierda.

Ella lo mira, se mira a sí misma y empieza a moverse nerviosamente en el umbral. No habla. No vuelve a mirarlo, solo luce asustada y confundida.

Kakashi se estruja los ojos, pero ella sigue ahí.

No puede ser cierto, se dice, debe ser algún tipo de ilusión. Un jutsu maligno, su esquizofrenia por fin saliendo a la luz mientras la delgada línea entre la realidad y sus deseos más oscuros se funden en una escena casi pictórica, digna de un retrato.

—¿Kakashi? ¿Puedes verme?

Su propio cuerpo se mueve un paso atrás, en piloto automático y le cierra la puerta en la cara.

—Mierda.

Ella toca, bate sus puños contra la puerta y Kakashi la mira por el pequeño cristal, es la voz de Yugao gritando, pidiendo a gritos que la escuche, que la deje pasar, y se imagina su voz superpuesta contra la de la pelirosada. Se estruja los ojos con más fuerza y hasta que ella hace silencio y ya no grita, y su voz es tan pasiva, casi resignada que de no ser porque conoce a la perfección a la mujer tras la puerta, podría haber creído que su voz estaba rota.

—No entiendo qué paso, pero soy Sakura. Y tienes que ayudarme.

Abre la puerta, cobarde, se dice, escucha en su cabeza el sonido de unas uñas rasgarse contra algún pizarrón verde imaginario, hasta que sus dientes rechinan unos con otros, y lo siguiente que sabe es que está abriendo la puerta y ella sigue ahí. Sus ojos verdes lo miran como dos jades en una pieza fantasiosa, las piedras del collar de alguna princesa o las que adornaría la tumba de algún emperador, y la comparación es muy hilarante porque comparar sus ojos con una reliquia mortuoria nunca se había sentido tan acertado.

—Se que tienes miedo, no voy a hacerte daño—dice. Su mano cruza el espacio entre ellos y Kakashi se estremece bajo su toque.

Tiene miedo, se percata, está temblando, sacudiendo su cuerpo casi imperceptiblemente mientras su amante de turno parece ser poseída por su ex alumna.

¿Tiene sentido? Genma sabría qué hacer en esa ocasión, porque pareciese que ha pasado casi toda su vida esperando una situación como esta, pero Kakashi ni siquiera cree en algún Dios así que teme lo que desconoce con la única certeza de que esto está mal. Sakura no debería estar ahí.

Él se hace a un lado y Yugao —o Sakura— atraviesa el portal torpemente, hasta detenerse en medio de la sala y abrazarse a sí misma.

—Si esto es un sueño, ya debería empezar a despertarme.

-o-

—Déjame ver si entendí: Una facción terrorista quiere matar a Boruto.

Sakura asiente desde el otro lado de la habitación mientras mira a Kakashi apoyado en el sofá con los brazos en las rodillas. Trata de enfocarse en él y en su confusión más allá de sus brazos desnudos en esa delgada camiseta o la elegante silueta de su perfil, pero le es casi imposible no tener que pensar en eso.

La mente de Yugao es un lugar desordenado entre lujuria y miedo, y sabe que el miedo es algo que la pelirosa ha traído con ella sin que Yugao este ahí. La mujer solo quería besar a su novio/amante y de algún modo, Sakura ha terminado en su cuerpo, y aunque esta su consciencia debería estar en algún lugar profundo, Sakura se siente como algún tipo de usurpadora mientras mira con lascivia a su hombre e hipócritamente trata de explicar porque los Dioses —o quien sea que este allá arriba— ha permitido este inconveniente desliz.

—Pero no pudiste ver qué planean hacer porque pensé en ti, y atraje tu espíritu hasta mi pelea con... Contigo, o con Yugao, entraste en su cuerpo y ahora hay que salvar a un bebé ¿Es así?

Sonaba increíblemente ridículo.

—Así mismo.

—Mierda, Yugao, Sakura. ¡Quien sea! —se entierra una cara en la almohada.

Ha pasado muchos años desde que vio a Kakashi verdaderamente confundido, y curiosamente también involucraba un supuesto regreso de la muerte de su mejor amigo en plan malvado, pero Sakura estaba obteniendo más de él de lo que esperaba, por lo que realmente no quería presionar más de lo que tal vez toleraría.

Fue una mala idea.

Todos sus amigos expresaron lo que ella creyó que sería un duelo normal, pero justo en el momento en que alguna fuerza sobrenatural le permite probar un poco de la vida de nuevo, tenía que hacerlo frente al menos cuerdo y probablemente el único que no sabía cómo procesar su muerte.

Mi muerte no le duele.

Pero pensarlo en su espiritualidad, no se compara a la fuerza del pensamiento mientras esta en un cuerpo terrenal. Es un torrente de emoción real, su muerte se siente tangible y huele el chakra sombrío en ambos y la podredumbre de sus propios pensamientos. Esta muerta. Yugao es temporal, lo sabe, ella tiene un lugar donde debe estar en unas semanas.

—Kakashi sensei—se limpia una lagrima fugitiva antes de que él pueda verla llorar, y se aproxima con cautela al hombre.

—¿Sensei? ¿Hace cuantos años no me llamas así? —La almohada cae suavemente de su rostro, pero él aún no se atreve a mirarla, ni siquiera cuando ella toma el otro extremo del sofá.

Tiene una arruga en la frente y está mirando las luces del techo. Por un momento, Sakura piensa que es una visión de Kakashi que nunca ha tenido, mas allá de la confusión o el miedo, hay una tristeza desnuda en su rostro que no sabe a qué atribuírsela. Su cuerpo esta flácido, para nada tenso, su rostro de muñeco tiene más emociones de las que tendría en un combate a muerte.

—Te he estado llamando sensei todos estos días—se defiende. A pesar de que no debería hacerlo.

—Así que has venido a verme todos estos días—le acusa—. Y hablas conmigo.

Sus mejillas se sonrojan.

—No es como si fuese mi decisión, tú me traes a ti, no me dejas ir. —Tan pronto como las palaras salen de su boca, se arrepiente. Y el corazón le aguarda en la garganta vayan a saber los Dioses por qué razón.

Pero Kakashi sonríe de medio lado y responde: —Es irónico. Antes, no debí dejarte ir.

Sakura se muerde el labio, hay muchas respuestas en su mente para eso, y un montón de preguntas sobre cosas que ha visto o escuchado, pero ninguna se acomoda lo suficiente como para proyectarse de ella.

—Sensei...

—Y esperaste estar muerta para decirme sensei de nuevo. Nunca fuiste la mejor alumna que digamos.

—Bueno, tú tampoco fuiste el mejor sensei. No puedes quejarte.

Es la primera vez que lo ve sonreír, y Sakura comprende que necesitó la visita de su ex alumna muerta para sonreír bien, genuinamente, y que a pesar de la tristeza en sus ojos, la sonrisa se extienda en su rosto y logre llevarse el gesto falso y la experiencia de dos guerras.

—Es cierto lo que has estado diciendo ¿Mi muerte no te importa?

Sabe que es mentira, puede armarse una historia o quizás un ensayo, con todos los trozos de información y conversaciones a medias que ha venido espiando, para saber que es una vil mentira. Porque Sakura es egoísta, y pone en orden una pequeña porción de sus emociones y manda la sensatez al mismo oscuro rincón donde está la conciencia de su hospedador, y liga egoístamente sus deseos.

Que él diga con su propia voz, que le importa. Que su cara se contraiga de dolor cuando piense en ella. Que sufra su duelo y su perdida como ninguno, porque así, Sakura podría vivir un poco más en la consciencia de alguien, alguien recordará su risa, y alguien encenderá una vela en su nombre.

Su esencia no se volverá espuma en el mar.

Pero a falta de su respuesta, Sakura traga el nudo de su garganta, y trae de vuelta los pensamientos por lo que vino:

—Entonces ¿Me crees?

—Debo hacerlo—dice—. Debo creer todo lo que me cuentas, porque si este realmente es un sueño, es el mejor que he tenido desde que moriste y realmente quiero disfrutarlo.

-o-

A Kakashi le ha tomado exactamente veinte minutos en medio de la noche para explicarle a Naruto alguna mentira ingeniosa y convencerlo de que alguien va a atacar a su hijo sin necesidad de revelar sus fuentes anónimas.

Naruto le da una última mirada a la pareja, y Sakura se pregunta cómo es posible que de todas las personas que llegaron a conocerla en vida, su mismo mejor amigo no sea capaz de reconocerla. Ella entiende, el cuerpo de Yugao es infinitamente diferente, y su voz es sensual y su cabello parece seda púrpura, pero Naruto no puede ver que la manera de moverse es totalmente Sakura, sus expresiones, como se muerde el labio, el nerviosismo perenne que solo la abandono una vez en su vida presente en las facciones de una mujer que es un asesino eficaz y el rubio nunca se pregunta por qué Yugao luce tan extraña hoy.

—¿Sabes dónde es? —le pregunta. Sakura lo mira confundida, como si le tomase más de un segundo entender que sus palabras son dirigidas a ella porque ahora es física y tangible.

Acostumbrarse a ser invisible fue más rápido de lo que pensó. Tal vez siempre lo fui.

—Si. Es en la zona sur, los antiguos edificios de la cámara de comercio.

El llanto de un niño rompe la quietud de la noche.

—Esperen—Naruto se pierde tras su puerta y los deja a ambos parados en el umbral. Sakura casi puede escuchar a kakashi bufar exasperado y se pregunta, cuándo se convirtió en esta personalidad ansiosa que no toleraba dos minutos de pleno silencio con ella.

Desde que le aterras.

No pudo dejar de mirarlo desde entonces. La postura ligeramente inclinada lejos de ella, la dificultad para hacer contacto visual, y todo eso lo entiende, es algo perfectamente compresible cuando se le toma por un espíritu poseyendo el cuerpo de su amante, pero no explica que él la mire solo cuando ella no lo está mirando. Ni la arruga de su frente que se prolonga mientras la luna más se alza en el cielo y la noche se vuelve más espesa.

—No puedo dejar a Hinata—Dice Naruto regresando a la puerta—. Deberán encargarse de eso solos.

—¿No puedes dejar un clon?

Naruto se ve un poco molesto cuando responde:

—Podría, pero sabiendo que la amenaza es directamente a mi hijo preferiría quedarme.

—¿Sabes que la probabilidad de que ocurra algo hoy es algo casi inexistente?

—No voy a arriesgarme, Kakashi sensei.

Entonces Sakura piensa, y se arrepiente al instante, pero piensa, ¿es Hinata realmente tan tonta como para no saberse cuidar? Pero la sensación del pensamiento le trae culpa, y puede sentir vergüenza de que, en algún lugar profundo, Yogao está escuchando sus hipócritas diatribas.

—Podrían ser las personas que la mataron—insiste Kakashi, pero eso no estaba en el guion que habían planeado antes de presentarse.

Él sigue nervioso, la mano que tiene apoyada en el marco de la puerta tiembla sutilmente mientras tiene este silencioso debate de miradas con Naruto. Es como ver a dos extraños, se dice Sakura. El sol y la luna. Amarillo y plateado. Porque nunca antes los había visto oponerse tanto el uno al otro en solo una larga mirada. Y se siente responsable de algún modo. Kakashi es volátil, Naruto es impulsivo, solo era necesaria una chispa —su mención— para que esto se convierta en una batalla campal.

Como hace varios días atrás, que Kakashi se volteó contra todos.

Sakura no recuerda haber llorado nunca tanto por sus amigos.

—Así que de esto se trata todo—dice—. ¿Cuándo vas a dejarla ir?

Puede oler la vergüenza de Kakashi en el aire, y sentir la mirada solapada que le da cuando la ve estremecerse es su sitio.

—No se trata de su muerte.

—¡Claro que sí! Te niegas aceptar que se ha ido, quieres venganza, algo que te dé la posibilidad de sentir que no la abandonas. Te entiendo, Kakashi sensei, pero ahora soy el padre de alguien y no puedo permitirme un juego como ese.

—No entiendes nada.

Naruto se pasa la mano por la cara, lucha contra una paciencia y una madurez que nunca ha tenido, pero la trae a flote porque eso es lo que Kakashi necesita, y probablemente porque no va a armar una escena frente a "Yugao", no va a despertar al bebe que yace en medio de su cama o molestar a su esposa cansada.

Sakura siente una estocada en el corazón. Ella no lo vale. En algún punto de su historia —solo a tres semanas de su muerte— ha dejado de ser lo suficiente importante como para que alguien se levante en medio de la noche por ella. Naruto bien podría luchar por ambos, porque la vida de su bebe está amenazada, pero esa es la única razón por la que se moverá. No es ella ni su memoria difusa o la necesidad de darle un cierre dramático a su vida.

La culpa se estrangula en sus ojos azules, Sakura sabe qué dirá a continuación y da un paso atrás cuando siente que va a llorar, con las rodillas debilitándose chirriando por llevarla al suelo, pero la mano de Kakashi se cuela sutilmente en la de ella, tan delicado como el ala de una mariposa, pero se aferra cuando toma algo de confianza y sus dedos se entrelazan. Esta sosteniéndola, de algún modo, sus dedos pálidos y en una mano que no es de ella la mantiene de pie, esperando el golpe.

—Ya recibí tu advertencia, estaré atento. Del resto puedes encargarte tú, Kakashi. Pronto serás el nuevo Hokage, estoy seguro que lo resolverás.

-o-

A Sakura le cuesta acostumbrarse a la forma en la que se mueve Yugao. Ellas son similares en peso y altura, pero hay un marcado desbalance en las curvas de sus cuerpos y la manera en la que el chakra se mueve por sus canales. Sakura siempre fue una chica rustica, está acostumbrada a sentir explosiones de chakra rompiéndole las arterias con cada paso o cada salto y acumular grandes cantidades para su sello, sin embargo, la forma en que trabaja el cuerpo de la pelimorada es casi mística, su afinidad por el agua permite que su energía se filtre casi liquida en sus conductos, tan sutil que debe hacer el doble de esfuerzo para regularla sin que se vaya demasiado en un paso, o coloque muy poco en un salto.

Es por eso que la mano de Kakashi la toma por el codo y la salva de deslizarse por un tejado por tercera vez desde que abandonaron la residencia Uzumaki.

—¿No te enseñaron a moverte con agilidad?

—No, me salte esa clase del curso Intensivo de Como Poseer un Cuerpo. — el sarcasmo no es lo de ella, en realidad, esa es la habilidad de Kakashi cuando quiere zanjar un tema o quitar la atención de si mismo, pero resulta útil cuando lo ve tensar todo su cuerpo como una advertencia de que debería no meterse con ella por lo que queda de madrugada.

El edificio estaba vacio tal como lo sospechó, sin rastro alguna de presencia humana u animal. Hombres que sabían cuidar bien sus huellas, Sakura solo temia que su fachada —totalmente verdadera— ante Kakashi se viera debilitada,sin embrago, el elige creerle aun, y recorren en silencio el camino de vuelta asu residencia.

No hay nada interesante en esto, se dice, es solo Kakashi saltando. Es su cuerpo desprendiendo el aura de poder que la hace sentir segura, o la mirada vigilante sobre su hombro casi asegurándose de que aún está ahí, y no sabe si eso es algo bueno o malo. Como si su consciencia fuese a irse en el segundo en que él le da la espalda, como si Yugao resbalase por el tejado y su cuello se rompiera en un angulo extraño, como si la noche la desvaneciera como niebla ante el calor del amanecer.

No es divertido.

Es atemorizante, la incertidumbre recorriendo cada una de sus terminaciones nerviosas, Sakura se acostumbró muy rápido a estar muerta.

—Kakashi—lo llama, y él vuelve a mirar sobre su hombro pero se detiene en una terraza. Con las piernas abiertas para mantener el equilibrio y tal vez para no sacudirse con su prescencia—¿Estas bien? Puedo irme, no es necesario ir hasta tu casa.

Él la mira, a ella, a través de ella, a través del cuerpo físico que ha tomado, y siente sus ojos hacer contacto con su alma. Se siente demasiado sucia para este mundo.

—No quiero perderte de vista.

—A mi me parece que quieres hacerlo.

Un suspiro sale de su boca y es audible y casi desesperado.

—No todos los días tu ex alumna revive.

—No estoy viva, solo estoy de paso en este cuerpo.

—¿No lo estamos todos? —dice cuando se da la vuelta. Su voz esta estrangulada por algo que se parece demasiado a la ira—. Todos estamos de paso, la muerte siempre ha sido el verdadero destino.

Ella le sigue obediente a casa y en silencio, como si sus palabras no le hubieran estacado el pecho. Tan doloroso como parece, la vision de Kakashi sobre la vida, contradice mucho de lo que ha estado viendo de él. Su muerte esta tan fresca, y él ha revoloteado alrededor de la aldea como si se le hiciese imposible aceptar que la patida física existe. Que la gente se muere. Que hoy estamos y mañana no. Entonces, a Sakura le cuesta aceptar —por mas dolorosa— la concepción del ninja sobre la muerte.

Kakashi abre la puerta para ella, vigilando cada paso sobre su alfombra y luego cada movimiento mientras cuadra su cuerpo en el sofá.

—¿Quieres té? —pregunta.

—Quiero que me digas qué es lo que te molesta de todo esto. ¿Qué use el cuerpo de tu amante? ¿Qué este muerta? ¿Qué mi muerte sea otro sin sentido mas?

Kakashi se baja la mascara ansioso, pero todavía tiene la audacia —o el valor— de sentarse junto a ella en el sofa. Sakura puede sentir su cuerpo irradiar calor. Siente el fuego consumirla y es casi satisfactorio saber que no lo estaba imaginando antes, que cuando se le acerca puede sentir quemarse aun, que el rubor puede subir a sus mejillas, y sus latidos acelerarse y sentirse momentáneamente viva mientras él la mira en sus ojos intensos y le da la sensación de que es lo único que importa, lo único que lo rodea.

Porque en vida, Sakura siempre quiso ser la única y verdadera para alguien. Tan triste como suena. Ir por la vida buscando aceptación y amor no es extraño para nadie.

—Nada de ti me molesta. Solo estoy un poco incrédulo aun.

Su boca se tuerce en una mueca.

—No se como probarte que todo esto es real.

—No me malinterpretes, no me refiero a eso, es solo que—Se pasa la mano por la cara. Esta frustrado. Y se acerca un poco mas a ella, puede oler su fragancia masculina, algo como su desodorante o gel de ducha mezclado con el olor a bosque y pino que siempre ha sido tan él.—Me es difícil creer que realmente has muerto. Volver a la vida, eso lo he vivido en carne propia, no es nada nuevo. Pero saber que te has ido para siempre, y ahora estas aquí, solo para volverte a ir. Mira que la vida es una perra.

¿Por qué le es difícil sostener su mirada? ¿Por qué su cuerpo empieza a temblar mientras mientras las lagrimas de brotan tan fácilmente? Ella lo mira, la vergüenza en su rostro es casi tangible, y la culpa y el dolor lo deforman casi irreconocible.

Sus lágrimas saben a sangre y los ojos le pican, y la garganta se le estrangula cuando dice: —Tienes que dejarme ir.

Los ojos de Kakashi parpadean como si su cerebro no llegara a procesar por completo lo que ha dicho. Negándose a mirarla, regalandole un visión torturadora de su mandíbula apretada y los dientes rechinando entre si. Incluso en la impotencia y en la negación, Kakashi logra ser hermoso.

Pero Sakura no quiere pensar más eso. No quiere que el anhelo por la vida salga a la luz junto con los pensamientos románticos que pueda tener el cuerpo donde habita. Hay mucho que debe callarse y mucho por lo que mentir, pero lo más importante es pedirle que la deje.

Es el epítome de su egoísta vida.

—No.

Su respuesta es contundente, las palabras no logran llenar el vacío. Y se siente horrible tener que oírlo aferrarse a ella. Su mente rompiéndose entre sus ansias por descansar y sus ganas de quedarse por él. Sakura ha pasado el día tratando de hacer las paces con su muerte, las negativas de Kakashi nunca han sido parte del plan.

—¿De verdad quieres tenerme a cuestas? —es extraño lo inconclusa que suena la voz de Yugao para sus oídos, como si no pudiera ser frágil como se imagina su propia voz. Entonces las palabras salen rústicas e iracundas: —¿Quieres pensar en mí todo el día? ¡Pensé que te molestaba! ¡Mi muerte no debió haber importado tanto! ¿Por qué diablos no sigues con tu vida, entonces?

—¡No puedo, entiendes! Porque te necesito viva para tenerte aquí ¡Porque te necesito aquí para dejar de pensarte!

Es bastante morboso y fascinante ver la cara del hombre a punto de romperse. Las venas de su cuello hincharse, y algún rasgo de agua cristalina irse hasta los bordes de sus ojos como dos piezas brillantes de onix. Todo el coraje que tenía para darle la charla sobre avanzar se esfuma de sus dedo, se derrams en lágrimas más gruesas en una cara que no le pertenece, y es entonces cuando la necesidad de contacto humano de vuelve tan irresistible para ambos, que solo puede estremecerse bajo sus dedos cuando Kakashi limpia las lágrimas de sus mejillas. Y se pregunta por qué no ha empezado a deshacerse, por qué si su cuerpo estaba hecho de agua aún no se evaporaba con el calor de su toque, por qué no hervía en la combustión de sus sentimientos a flote.

Dónde solo podía ver su egoísmo, o la ira que lo torturaba o la culpa que llevaba a cuestas, empieza a ver al hombre debajo. Es Kakashi amándola a la distancia, admirando cada uno de sus defectos, negandose a dejarla morir.

Sus labios se acercan lentamente, ella tiene tiempo para moverse, él espera que lo haga, que diga que no. Y sin embargo, lo mira venir a ella y espera con ansias su beso. No es dulce, no es delicado, es urgido y desesperado; resistiéndose a la muerte con las mismas ganas con las que ella la persiguió, porque quiere decirle que la vida no es algo para tirar a la basura, no es un shuriken sin filo, no es una camiseta sin uso. La vida es única e irremplazable. Y ella le devuelve el beso con la misma intensidad porque solo así no se siente tan muerta, solo así cree sentirse en su propio cuerpo, y su corazón volver a latir aunque su voz ya no tenga sonido y sus sentimientos solo serán la caricia del viento.

Se separan en busca de aliento, pero él la toma de las muñecas, sus dedos se clavan con fuerza en la carne y busca su pulso.

—¿Que quieres probar con esto?—dice Sakura.

No hay respuesta.

—¿Quieres que te diga lo mucho que lo lamento? Porque podría hacerlo. Pero no lamento haber muerto de ese modo, apenas lamento haber muerto. Solo... creeme cuando te digo que no lamento haberlos amado tanto a todos como para sacrificarme.

—¿Amor? — la palabra es extraña en su cara y su rostro se contorsiona ofendido.

—Si, Kakashi, amor. Los amo tanto a todos, que volvería a poner mi vida a la orden cuántas veces lo necesitaran.

—¡Quien te hizo creer que poner la vida de los demás por encima de la tuya es algún tipo de amor!

Aprendí del mejor.

Hay algo que tira por debajo de su pecho, al principio sutilmente, luego, el pinchazo se extiende al resto de su cuerpo mientras el reloj de la sala marca las doce y su tic tac llena el silencio entre ambos. Y es hora, Sakura lo sabe.

—¿Nunca te dimos suficientes razones para vivir? Para que te quedarás... Con nosotros, conmigo.

Con la última pizca de consciencia que le queda, Sakura toca la mejilla caliente de Kakashi grabándose a fuego en la mente y el alma, la sensación de la piel marfil bajo sus manos.

—Las razones para vivir, también son excelentes razones para morir. Déjame irme ahora, Kakashi.

Mientras sale del cuerpo de la pelimorada, Sakura vuelve a sentirse libre de vagar y abandona la casa sin mirar atrás.

—En el momento en que la sirenita se enamora del príncipe, estaba destinada a convertirse en espuma de mar.

Si Kakashi la dejar ir y vive una vida plena, a ella no le importaría desvanecerse y convertirse en espuma de mar.


N/A: Entre la playlist que tengo en mente para este fic, les recomiendo: Where's my Love de SYML.

¡Muchas gracias por leer!

P.D: Hice referencia a algun libro en los últimos dialogos —a parte de la sirenita, por supuesto— pero realmente no recuerdo donde lo ví.