¡Hey!

Mal día. Dejaré esto por acá y me alegraré un poco.

Disclaimer: MSLN ni sus personajes me pertenecen. Todo el crédito a sus respectivos autores.

Capítulo 4: Viejas Amistades

Dejó escapar un suspiro de frustración mientras se sentaba en uno de los banquillos del campus. Sacó su teléfono celular del bolso, para revisar rápidamente la hora antes de ponerse en marcha. Aún le quedaba una media hora más antes de tener que irse a clases, por lo que quizá podía intentar buscar nuevamente por la parte de atrás de la facultad de artes.

Aunque quizá no fuese una buena idea. La última vez que se acercó allí salieron un par de chicos ofreciéndole amablemente cigarrillos de dudosa procedencia. Había llegado a la conclusión de que no era muy sensato volverse a acercar sola por esa área, al menos hasta que conociera más a la gente que se sentaba por aquellos lados.

Tampoco podía ir a darle un vistazo a la cafetería a esa hora. Si lo hacía, Yuuno y su pandilla se le pegarían como garrapatas, y estaría políticamente obligada a aceptar tomarse un refrigerio con ellos mientras sentía las miradas de odio clavándose en su espalda.

No podía evitarlo. Yuuno era su amigo, pero lo patán no se lo quitaba nadie. Además, ya estaba tan intenso con el tema de salir juntos que antes de pegarle cuatro gritos prefirió tomar el camino de los cobardes y evitar quedarse más de cinco minutos junto a él en algún sitio. Su actitud le parecía extremadamente tonta. Ellos se conocían desde hace muchísimo tiempo, y, era cierto, llevaban unos cuantos años sin verse, pero eso no significaba que durante la ausencia del rubio Nanoha se hubiese vuelto mágicamente en una chica heterosexual.

Vamos, la gente preguntaba que si el gay nace o se hace, y ella sabía por experiencia que el gay nace y se hace más.

Además, ella ya le había puesto el ojo a alguien. A alguien a quién no había podido volver a ver, y no era porque no quisiera hacerlo.

No sabía que le había hecho aquella chica de cabello rubio, pero cada vez que cerraba sus ojos aparecían en su cabeza esos hermosos ojos borgoñas que ansiaba volver a ver. Hace mucho tiempo que una chica no le hacía perder la cabeza con solo una miradita, y la gran mayoría de esas chicas resultaban estar completamente desprovistas de sesos cuando alcanzaba a conocerlas. Pero esta era diferente.

No entendía porque sentía que era diferente, pero eso no le importaba. Durante esa semana todo lo que le había importado era toparse con ella nuevamente.

Se había recorrido prácticamente el campus unas diez veces en todo su escaso tiempo libre, pero no conocía a nadie en la universidad aparte de a Yunno y a sus amigos, y estaba casi segura de que Yuuno preferiría lanzarse de un puente antes de decirle donde se encontraba Fate.

Fate… ¿Cómo alguien lograba ponerla así?

Tampoco consideraba prudente el preguntarle a sus recién conocidos compañeros de clase sobre una chica que apenas había visto una vez. Una vez en el pasillo vio a una chica de largo cabello plateado cuyo look le recordó un poco a la responsable de sus suspiros, pero cuando decidió atreverse y preguntarle si la conocía ya la chica se había perdido entre un mar de gente.

¿Por qué era tan difícil encontrarse con alguien que se supone debería de estar, en algún momento del día, en algún sitio del campus al mismo tiempo que ella? Si seguía así iba a tener que contratar los servicios de algún investigador.

No, no podía pensar así. Ya empezaba a parecer una stalker en potencia.

Resignada se levantó del banquillo y se dispuso a reanudar la marcha, cuando una voz la hizo frenar en seco.

- ¿Nanoha?

Ella conocía esa voz. Sin duda alguna tenía que ser ella.

- ¡Nanoha!

Una chica corría hacia ella, con el cabello castaño llevado por el viento y su bolso de lado dando tumbos a cada paso. Apenas le dio chance de abrir los brazos para recibir la bala castaña que había chocado con ella, casi haciéndola caer de bruces, mientras la apretaba en un abrazo que le estaba haciendo doler las costillas.

- ¡Ha…Hayate! ¡No puedo respirar! – exclamó Nanoha, intentando liberarse y fallando en el intento.

- ¡Nanohaaaa! – lloriqueó Hayate – ¡Pensé que no volvería a verte!

De pronto el agarre en sus costillas desapareció abruptamente, para sentir un fuerte golpe en el hombro que la hizo quejarse del dolor.

- ¡Ouch! – se quejó Nanoha, mientras se llevaba la mano al hombro lastimado -¿¡Por qué hiciste eso!?

- ¿¡Por qué no me habías dicho que regresaste!? – preguntó molesta Hayate, llevándose las manos a las caderas.

Lo había olvidado.

Había estado tan ocupada con la cuestión de la mudanza que había olvidado por completo decirle a su mejor amiga que regresaría a la ciudad. Y bueno, habiendo empezado las clases y al pasar la mayor parte de sus ratos libres buscando a una desconocida lo había olvidado.

Vaya que la había liado.

- Lo siento Hayate – pidió disculpas Nanoha, intentando poner su mejor cara de arrepentimiento – Yo… Lo olvidé.

- ¿Lo olvidaste? – preguntó Hayate, llevándose una mano a la cabeza en actitud dramática – Después de tantos años de amistad, tantos recuerdos compartidos, tantos bellos momentos que…

- ¡Vamos Hayate! – exclamó Nanoha – No te pongas así.

- Está bien. Lo dejaré pasar solo por esta vez porque te extrañaba y apuesto a que tú me extrañabas también.

- Por supuesto que te extrañaba Hayate – admitió Nanoha con una sonrisa.

- Ven, te invito algo de tomar. Tienes mucho que contarme – dijo Hayate, tomándola del brazo – Vamos a la cafetería.

- ¡No!

La simple mención de la cafetería implicaba encontrarse a Yuuno otra vez y tener que aguantarlo por el resto del día. No estaba dispuesta a arriesgarse, así que prefirió explicarle a una confundida Hayate lo que sucedía.

- Si vamos a la cafetería posiblemente Yuuno esté allí, y realmente no tengo muchas ganas de encontrarme con él.

Los ojos de Hayate se iluminaron de entendimiento, por lo que descartó la idea de ir a la cafetería. En vez de eso caminaron hacia las máquinas expendedoras, y luego de comprar dos gaseosas, se sentaron en una de las mesas que se encontraban cerca.

- Así que ya viste al nuevo Yunno – comentó Hayate, dándole un sorbo a su gaseosa.

- ¿Nuevo Yuuno? – preguntó confundida Nanoha.

- Vale, no sé qué tanto hayas compartido con Yuuno, ni qué tanto sepas de su actitud, o si te parece bien cómo se comporta, pero Yuuno ahora es un completo idiota presumido.

Así que no era la única que pensaba eso.

- Bueno, ciertamente su actitud es distinta a cuando andábamos siempre juntos – aceptó Nanoha – Realmente solo hemos andado juntos como una dos o tres veces desde que llegué a la ciudad, pero si he notado que acá en el campus parecen no tenerle mucho aprecio.

- Porque es un idiota - indicó Hayate – Mira por encima del hombro a casi todos los que estudian en el campus, a menos de que sean gente de dinero. A ti por supuesto no te va a tratar así, es decir, puedes comprarte la ciudad tres veces si quieres, pero con los demás es bastante malo, y que ni se atrevan a intentar defenderse.

- ¿Tan malo es?

- Te sorprenderías. Eso es lo que pasa cuando te das cuenta de que perteneces a la elite de niños ricos que tienen suficiente dinero para pagarse a los abogados más exclusivos de la ciudad sin quedarte en bancarrota en el intento.

- Me dejas sin habla – comentó Nanoha – Nunca creí que alguien pudiera cambiar tanto en tan poco tiempo. Siempre había sido muy amable.

- Cuando no había caído en cuenta de todo el dinero que manejaba su familia – dijo Hayate, encogiéndose de hombros.

- Pero ¿Qué paso entre ustedes dos? – preguntó Nanoha confundida – Es decir, antes ustedes también eran muy amigos.

- No voy a dejar que se meta con quién le dé la gana solo porque tiene dinero. Además ¿Ya viste a su grupo de amigos? – inquirió Hayate con una risita – Moriría del aburrimiento a la primera salida.

Nanoha sonrió mientras apuraba su gaseosa. Al menos se alegraba al darse cuenta que Hayate seguía siendo la misma de siempre. Ya eran muchos cambios en tan poco tiempo.

- Tenemos tanto de que hablar. Y definitivamente tengo que presentarte a alguien. ¿Qué harás el miércoles?

- No tengo planes por ahora – dijo Nanoha

- Ahora si los tienes – le notificó Hayate – Tengo que presentarte a alguien así que iremos al Strikers.

- ¿Strikers?

- Sí.

- ¿Es una especie de club nocturno?

- Algo así. ¡Hey! – exclamó Hayate - ¡No me pongas esa cara! Es hora de que te olvides de los clubs vip en donde todos andan con caras de amargados. Estás en la universidad, llegó el momento de que te pongas un poco salvaje. Será divertido, te lo prometo.

- Vale. Tu ganas – dijo Nanoha encogiéndose de hombros – Iré contigo.

- ¿Sigues viviendo en la misma villa de siempre?

- Así es.

- Entonces paso por ti a las ocho. Préstame tu teléfono celular.

Nanoha le entregó su teléfono celular a Hayate, quién rápidamente guardó entre los contactos su número, finalizando con una carita feliz, devolviéndoselo a su dueña después.

- Mándame un texto para guardar tu número. No me dejes mal. Miércoles. Ocho. Me molestaré mucho si no vas.

- Ya entendí Hayate – asintió suspirando Nanoha – Miércoles a las ocho. Estaré esperándote lista en casa.

- ¡Así me gusta! – exclamó Hayate triunfante – Bueno querida Nanoha, debo retirarme, mis diseños no se hacen solos. ¡Escríbeme! Tienes que ponerme al día de tu vida. ¡Nos vemos!

Observó cómo Hayate retomaba su camino casi tan rápido como había aparecido y no pudo evitar sonreír. Definitivamente era la misma Hayate de siempre.

Y en ese momento bien que le faltaba pasar tiempo de calidad con viejas amistades. Verdaderas viejas amistades.