¡Hey! :)
Disclaimer: MSLN ni sus personajes me pertenecen. Todo el crédito a sus respectivos autores.
Capítulo 6: Saludos.
Dejó escapar un sonoro suspiro antes de cerrar el inmenso libro que se encontraba frente a ella. Se estiró un poco para liberar un poco la tensión que habían acumulado sus músculos luego de pasar casi una hora en la misma posición encorvada y poco femenina sobre lo que había sido una excelente fuente de información para el examen que tendría el lunes entrante, y procedió a guardar las libretas y lápices en su bolso.
Sentía que podía fundirse con su cómoda cama y dormir por días enteros, pero aún le quedaban un par de clases en la tarde, así que aún no podía irse a casa. De igual forma, estaba segura de que su esfuerzo había valido la pena. Su profesor de introducción a las ciencias administrativas les había indicado una serie de libros para que complementaran la información de las clases en miras al examen del lunes. Nanoha se había asesorado con algunos estudiantes y todos habían coincidido en que los exámenes de ese profesor eran inmensos.
Y sobre todo se enfocaron en explicarle que conocía los libros del listado tanto como la palma de su mano, por lo que le daba puntos extra a aquellos que citaban los libros en sus respuestas, así que era una oportunidad que no podía desaprovechar.
Por ahora se sentía bastante satisfecha con su trabajo.
Abandonó la silenciosa biblioteca no sin antes entregarle el pesado libro a una de las becarias, y caminó un poco más relajada por los pasillos de la facultad. La hora en su teléfono celular le indicó que todavía disponía de un par de módulos libres antes de su próxima clase, y Hayate tenía clases durante toda la tarde, por lo que su opción más factible era la de comprar algo para merendar en las máquinas expendedoras y sentarse en alguno de los banquitos del campus.
Era eso o hacerle una rápida llamada a Yunno para pasar un rato junto a él y sus amigos.
Y esa opción no quería ni siquiera considerarla.
Continuó su marcha pesadamente, atravesando la gran plaza central del campus y esquivando por los pelos una pelota de futbol que pasó peligrosamente cerca de ella. A esa hora de la tarde las zonas comunes de esparcimiento de la universidad se encontraban bastante concurridas, pero una vez llegó a las máquinas expendedoras recordó que cerca del jardín botánico estaban unas pequeñas mesas que, posiblemente, estarían menos llenas por lo lejos que se encontraban de la plaza, así que destapó el refresco que acababa de comprar y se retiró hacia esa dirección.
Caminó en silencio durante unos minutos, mientras observaba como el número de árboles a su alrededor aumentaba a medida que se acercaba a su destino. El sol se colaba entre las hojas de los árboles, pero la brisa era lo suficientemente fresca como para que no empezara a sentirse acalorada.
Divisó una mesa vacía unos cuantos metros más allá, pero al acercarse a ella una súbita oleada de calor golpeó sus mejillas, y el calor en ningún momento hizo de ademán de abandonarla, a pesar de la brisa.
Sentada en un banquito bajo la sombra de un gran árbol se encontraba Fate. Había colocado su morral a un lado del banco, y permanecía sentada con las piernas cruzadas mientras leía con suma concentración un pequeño libro. Su ceño lucía ligeramente fruncido, mientras algunos mechones de cabello rubio le caían despreocupados sobre la frente, agitándose un poco cada vez que soplaba algo de brisa.
Su torso estaba cubierto por una sencilla camiseta negra, con el logo de una banda que Nanoha no reconocía, aunque creía haber escuchado ese nombre en algún otro lado, y sus ojos borgoñas estaban curiosamente enmarcados por unas gafas de pasta.
Se veía sencillamente hermosa, entre todos esos árboles, con unas pequeñas ráfagas de viento que alborotaban su cabello y los pequeños rayos de sol iluminándola tenuemente. Se veía hermosa y Nanoha agradecía profundamente que la dedicación que le estaba dedicando a su lectura no le permitiera darse cuenta de cómo no podía apartar la mirada de ella.
Luego de su encuentro en el Strikers se habían encontrado un par de veces en el campus, pero apenas habían intercambiado un par de saludos antes de seguir cada una por su camino. Nanoha pasaba la mayor cantidad de tiempo libre posible con Hayate, quién, a su vez, pasaba mucho tiempo con Reinforce. Pero, como pudo descubrir Nanoha con el pasar de los días, había escogido un horario bastante incómodo en cuanto a las horas de clase, por lo que a veces veía a Hayate apenas un par de minutos antes de que la castaña entrara a clases, o andaba con la melosa parejita un rato antes de ella tener que dirigirse a las suyas.
Y, a pesar de que se había encontrado con Fate en otras ocasiones, no habían estado las dos solas desde que se vieron luego del concierto.
La belleza rubia seguía siendo un misterio para ella, con su mirada profunda y su hablar suave. Las pocas sonrisas que había logrado atrapar en su rostro quedaban grabadas en su memoria, y las evocaba cada momento en el que su cabeza le permitía pensar en algo más que en sus estudios, las cifras que su padre le comentaba de los negocios, y las largas llamadas de su madre. Nanoha podía sentir como detrás de esa fachada de chica dura había algo más, y ella estaba ansiosa por descubrir qué era ese más.
Pero en ese momento la garganta se le había secado, y ante la visión de una Fate tan serena las piernas se le habían convertido en gelatina.
Respiró profundo un par de veces antes, infundiéndose valor.
Ya habían hablado antes. Ya se conocían. Se habían saludado y sí, definitivamente podía saludarla otra vez y sentarse a hablar un rato con ella.
Nada profundo. Un saludito y una charla rápida. Estaba enfocada y podía hacerlo, aunque su corazón desbocado quisiera hacerle creer que no podría hablar sin tartamudear.
Si, definitivamente lo haría.
Tomó una profunda bocanada de aire antes caminar en dirección hacia Fate, tomando asiento junto a la belleza rubia que aún no reparaba en su presencia.
- Hola – dijo tímidamente Nanoha, intentando llamar la atención de la rubia.
Cuando Fate levantó la vista de su libro y conectó sus ojos con los de Nanoha una ligera sonrisa curvó sus labios.
- ¡Hey! – saludó Fate, manteniendo su sonrisa - ¿Qué tal estás?
- Bien, todo bien – contestó Nanoha, intentando no desvanecerse ante la sonrisa de la rubia.
Fate esperó una prudencial cantidad de segundos por alguna palabra más de Nanoha, pero rápidamente volvió a enfocarse en su lectura.
La oportunidad se le estaba escurriendo como agua entre los dedos, pero ella se resistía a dejarla ir tan fácil.
- ¿Qué haces? – preguntó Nanoha, casi en un susurro.
- Creo que estoy leyendo – respondió Fate, con una risita.
Nanoha en ese momento solo quería que se la tragara la tierra, con las orejas ardiendo de la vergüenza. ¿Qué más podría estar haciendo Fate con un libro entre las manos? Así era como la esperanza de una conversación coherente le decía adiós, sin siquiera mirar atrás.
Mientras, la rubia solo podía ampliar su sonrisa ante el súbito cambio de semblante de Nanoha, que parecía estar luchando internamente con diferentes versiones de ella misma que no lograban ponerse de acuerdo. Quizá era hora de que la ayudara un poco.
- Neruda – dijo Fate, con simpleza.
- ¿Eh? – preguntó Nanoha, saliendo repentinamente de sus ensoñaciones.
- Neruda.- repitió Fate, alzando el libro lo suficiente como para que Nanoha pudiese observar el título - ¿Has leído algo de él?
Había llegado el momento de sonreír para Nanoha.
Veinte poemas de amor y una canción desesperada era uno de sus libros predilectos a la hora de viajar, y había calado tan profundo en ella que incluso se había atrevido a memorizar unos cuantos versos. Había pasado un tiempo desde que no lo releía, pero aun recordaba varias frases.
- Me gusta cuando callas porque estás como ausente – recitó Nanoha, con una sonrisa – Y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado, y parece que un beso te cerrara la boca.
Fate alzó una ceja, visiblemente sorprendida.
En el poco tiempo que llevaba conociendo a Nanoha cada vez era más evidente que ella no se parecía en nada a los niños mimados de la élite a la cuál pertenecía. Cada vez que se veían aprendía nuevas cosas de ella, aunque sus encuentros fueran de apenas unos minutos, pero aun así tenía sus reservas acerca de la cobriza. Sin embargo, con lo que acababa de hacer la había dejado boquiabierta.
- Déjame decirte que estoy francamente impactada – admitió Fate, cerrando el libro para enfocarse en su conversación con Nanoha – Eres una cajita de sorpresas.
- Tú también eres una cajita de sorpresas – refutó Nanoha, dejando sus cosas a un lado para acomodarse mejor en su asiento.
- ¿Por qué?
- Bueno, tienes toda la apariencia de una chica ruda, pero ese libro es uno de los más dulces que he llegado a leer, así que no me parece que seas tan ruda al final – contestó Nanoha, mirando cómo el rostro de Fate tomaba casi el mismo color de sus ojos.
- ¡Estudio letras! – exclamó Fate, a manera de excusa, mientras intentaba desviar el rostro para que Nanoha no detallara su exagerado sonrojo – ¡A veces nos mandan a leer estas cosas!
- ¿Entonces no lo lees porque te gusta? – preguntó Nanoha, fastidiándola.
No lo podía negar, Fate se veía extremadamente adorable con las mejillas enrojecidas de la pena, y le provocaba más ternura cuando la rubia intentaba ocultar inútilmente su rostro para que no se diera cuenta de su sonrojo. Le provocaba besarla allí mismo solo para ver cuál sería su reacción, pero no tenía el valor suficiente para dar el primer paso.
Por ahora.
Definitivamente Fate no era tan ruda como aparentaba.
- Por cierto – dijo Nanoha, cambiando el tema – Tocas muy bien. Me gustó mucho tu banda.
- ¿En serio? – preguntó Fate, tímidamente.
- Si – afirmó Nanoha, asintiendo – Aunque tengo que confesarte que era la primera vez que iba a un concierto de ese tipo. No había escuchado nunca ese tipo de música y bueno, no pensaba que me divertiría tanto, pero en verdad la pasé bien.
- Espera un momento – dijo Fate, mirándola extrañada - ¿No habías escuchado Punk antes?
- No – contestó Nanoha.
- ¿Es en serio?
- Totalmente en serio.
- Me tienes que estar tomando el pelo – dijo Fate, sonriendo divertida.
- Es en serio – repitió Nanoha, devolviéndole la sonrisa – Por lo general escucho pop o cosas así. Lo que pasan en la radio comúnmente.
- ¿Nunca habías visto a algún punk por la calle siquiera? – preguntó Fate, aún sin poderle creer.
- Bueno, en Londres vi a varios chicos con crestas en la cabeza y esas cosas – admitió Nanoha – Pero no les presté mucha atención. Pensaba que escuchaban puras cosas con gritos, o algo así.
El comentario de Nanoha hizo Fate estallara en carcajadas, y su corazón se aceleró con el dulce sonido de su risa, llenándola de calidez, para luego casi paralizarse cuando la rubia posó una de sus manos sobre su hombro, apretándolo suavemente sin darse cuenta de los fuegos artificiales que en ese momento explotaban dentro de su ser.
- Puedo enseñarte si quieres – ofreció Fate, aún con su mano sujetando firmemente el hombro de Nanoha.
- ¿Enseñarme?
- Mañana estaré aquí a la misma hora – dijo Fate – Te traeré un par de discos, para que los escuches y me digas si te gusta. Puedo traerte más si quieres.
Nanoha asintió quedadamente, mientras observaba como Fate metía el pequeño libro en su mochila, colgándosela luego de un hombro y levantándose del banco. Pensaba que la rubia se iría sin decirle más, pero antes de iniciar su marcha se giró nuevamente, mirándola con una mezcla de emoción e inseguridad.
- ¿Vendrás? – preguntó Fate.
- Te estaré esperando – contestó Nanoha, sonriendo ampliamente.
