¡Hola! ¿Qué tal están?
¿Qué les pareció ese último golpe de Fate?. Había olvidado mencionarlo pero ¡Al fin aparece el golpe que todos esperabamos desde Eres mi Enfermedad!
Vamos, es otra Fate pero la intención es lo que cuenta ¿No?
Por cierto ¡Miren quién apareció! :) Es un poco tarde acá, y estoy cayendo del sueño, pero no podía ir a dormir tranquila sabiendo que no les dejé esto por acá. Muchísimas gracias por leer, gracias por estar allí siempre. Gracias a todos aquellos que dejan sus comentarios, y a aquellos lectores silentes que están pendientes de cada actualización. Un abrazo gigante para ustedes.
Btw, Chat'de'Lune, creo que esta Hayate fue muy ingeniosa. No se puede pensar bien con el estómago vacío :p
Disclaimer: MSLN ni sus personajes me pertenecen. Todo el crédito a sus respectivos autores.
Capítulo 9: Largas Noches.
- Mi mamá me va a matar – murmuró preocupada Reinforce.
Fate sabía que el lío en el que se había metido Reinforce con su madre significaba una reducción drástica de la mesada de la peliplateada y una buena reprimenda de su madre, que seguro la salpicaría a ella también, pero estaba demasiado adolorida y cansada como para sentirse culpable.
Además, ella ni siquiera había empezado la pelea. No era justo que fuesen ellas dos las que estuviesen que estar allí.
Dejó escapar un suspiro mientras se recostaba de la pared de la pulcra celda, intentando aclarar un poco su mente. Ella también estaba metida en un tremendo problema, y de esa no se escaparía tan fácil. Sabía que Yunno tenía las influencias necesarias para hacerla quedar como la culpable de todo, y la gran mayoría de los asistentes a la fiesta no se arriesgarían en ganarse al hurón de enemigo solo por salvar el pellejo de una chica, así que el resultado era simple. En el mejor de los casos le tocaría pasar la noche en la comisaría y gastarse el dinero que había reunido de sus últimos conciertos pagando una multa.
Eso y el tener que aguantarse las ganas de golpear a Yunno otra vez. Al menos tenía la esperanza de haberle roto la nariz con ese último golpe.
- Mi mamá me va a matar – repitió Reinforce, mientras cerraba los ojos.
- Ya lo sé Rein – dijo Fate, dejando escapar un nuevo suspiro – Lo has dicho más de diez veces.
- En serio, esta vez sí que se va a enojar. No tendré mesada como por seis meses.
- Bueno, al menos tenemos trabajo esta semana. Ese par de eventos compensarán un poco el golpe de la multa – la tranquilizó Fate.
- ¿Lograste pegarle a la rata? – preguntó Reinforce, esbozando una leve sonrisa.
- En toda la cara – respondió Fate – Con algo de suerte seguro le partí algo.
- Bien, entonces todo esto valió la pena. Rata asquerosa, debería de estar encerrado aquí también.
- Sigue soñando. ¿Cómo te sientes?
- Fatal – se quejó Reinforce, mientras se acomodaba mejor en el único banco de la celda.
- ¿Sabes quién te golpeo? – preguntó Fate, acercándose para observar mejor los golpes de Reinforce.
- Creo que Verossa me dio con una botella en la cabeza – contestó Reinforce, mientras le enseñaba el sitio de impacto – Siento que me va a estallar.
- Ya, al menos no te cortó – murmuró Fate, examinando la abultada zona del golpe – Intentaré conseguirte un analgésico con alguno de los polis.
- Solo quiero ver a Hayate – se lamentó Reinforce.
Ella entendía como se sentía Reinforce. Si era sincera consigo misma, estaba terriblemente preocupada por Nanoha. Quería ver a la cobriza y asegurarse de que no le había pasado nada, pero a esas alturas solo podía rogar porque Nanoha estuviese bien, donde sea que se encontrara. Al menos estaba segura de que había logrado escapar de la policía, porque si no la hubiesen encerrado en alguna de las celdas cercanas, pero igual sabía que no estaría tranquila hasta ver que estaba sana y salva. Al fin y al cabo, ella había quedado en el medio de todo cuando empezó la pelea, y el solo pensar que alguien pudo haberla golpeado por su culpa le daba ganas de llorar.
¿Por qué le gustaba tanto Nanoha? Ella era un completo desastre. Alguien como Nanoha se merecía algo mejor que una pseudo punketa que quedaba envuelta en peleas sin querer y pasaba sus noches durmiendo en una estación de policía.
Vaya mierda.
Todo era culpa de Yunno. Bueno, de él por empezar, y del tonto que llamó a la policía.
¿Nanoha estaría bien?
- Fate Testarossa – dijo firmemente una femenina voz – Estoy decepcionada.
Ahora si estaba en problemas.
Se giró para encontrarse con unos conocidos ojos verdes que la miraban seriamente, haciendo que un desagradable frío recorriera su columna vertebral. No pudo sostener esa mirada acusadora por más tiempo, por lo que terminó parándose firmemente mientras clavaba la vista en el piso, buscando qué decir.
- Lo siento tía Lindy – dijo débilmente Fate.
Lindy Harlaown no era realmente su tía, pero era lo más parecido que había tenido a una, y, además, a raíz de la muerte de su madre se había convertido en su tutora legal mientras era menor de edad. Lindy y Precia, su madre, habían sido amigas muy cercanas desde la secundaria, por lo que la jefa de la comisaría estuvo prácticamente en todas las etapas de la vida de Fate, siendo uno de sus grandes soportes aunque a Fate le costara admitirlo tan fácil.
Y ahora esa esbelta mujer de curioso color de cabello y ojos verdes la miraba acusadoramente, quizás más como su tutora que como la jefa de la comisaría.
Podía apostar que su madre la miraría de la misma manera si estuviese viva.
- ¿Qué voy a hacer contigo Fate? – preguntó Lindy, mientras se llevaba una mano a la sien – ¿Hasta cuándo tendré que pedirte que no te metas en problemas?
- Lo siento – repitió Fate, manteniendo la vista clavada en el suelo – Pero en verdad esta vez no empecé yo. Todo fue culpa de Yunno.
- ¿Y tú Reinforce? – inquirió Lindy, mirando a la peliplateada que, al igual que su amiga, mantenía su mirada fija en el piso - ¿Qué le voy a decir a tu madre?
- Mi mamá me va a matar – murmuró Reinforce, resignada.
- ¿Pueden hacerme caso ustedes dos alguna vez? – siguió sermoneándolas Lindy, llevándose las manos a la cintura.
- Pero en verdad te juro que esta vez no empezamos nosotras – se quejó Fate, sin atreverse a alzar la mirada – Yunno me empujó, otro chico lo golpeó y quedamos en el medio de todo. No fue nuestra intención meternos en una pelea o algo así.
- Fate, júrame que no golpeaste a nadie – pidió Lindy – Y nada de mirar al suelo. Mírame a los ojos.
- Bueno… Quizás pude haber golpeado a Yunno un par de veces – aceptó Fate desviando rápidamente la mirada visiblemente intimidada.
Lindy dejó escapar un sonoro suspiro mientras, ante la atónita mirada de Fate, abría la reja de la celda en la que se encontraban.
- Tienen suerte por esta vez – dijo Lindy, mientras les hacía señas para que salieran de la celda – Pueden irse a casa.
- ¿Qué? – preguntó Fate, mirándola extrañada - ¿Cómo que podemos irnos?
- Bueno, si quieres pueden quedarse a dormir acá – contestó Lindy, cerrando la celda nuevamente.
Un no desesperado de Reinforce hizo que Lindy renunciara a la tarea de cerrar la reja, abriéndola nuevamente para permitirles salir.
- Los chicos que atrapamos junto con ustedes insistieron en que tú no iniciaste la pelea, pero tampoco nos quisieron decir quién inicio, así que parece que solo las acusa la versión del Sr. Scrya, desmentida por mucha gente. – explicó Lindy – Además, la señorita Yagami pasó por acá junto a otra testigo para aclarar la situación.
- ¿Otra testigo? – preguntó Reinforce
- Sí. Nanoha Takamachi – respondió Lindy con una sonrisa – Una chica con bastantes influencias por lo que puedo ver. Aun así están acusadas por alteración del orden público.
- ¡Pero si no hicimos nada! – se quejó Fate
- Estaban en el lugar equivocado. – dijo Lindy, encogiéndose de hombros – Igual la señorita Yagami pagó la multa, así que se pueden ir ya.
- ¿Hayate está allí afuera? – se apresuró a preguntar Reinforce, emocionada.
- No, tuvo que marcharse – respondió Lindy, mientras posaba sus brazos sobre los hombros de Fate - Y tú, por Dios Fate ¡Deja de meterte en problemas! – suplicó – Si tu mamá viera todas las veces que has terminado acá no dejaría ni siquiera que asomaras la punta de tu nariz a la calle.
- Yo no empecé – refunfuñó Fate, mientras se dejaba envolver por Lindy en un fuerte abrazo.
- Solo mantente alejada de los problemas lo más que puedas ¿Vale? – le pidió Lindy – Sabes que ese chico tiene mucha influencia en la ciudad y sé que te tiene mucha mala fe, evítate un problema mayor y mantente lejos de él.
- Vale, lo intentaré – dijo Fate, suspirando.
- Y tú – dijo Lindy, abriendo sus brazos para atrapar entre ellos a Reinforce – Vigila que Fate se porte bien. La dejo en tus manos para que vigiles que no haga nada tonto.
- ¿Mi mamá se enterará de esto? – preguntó Reinforce, por lo bajo.
- No por esta vez – contestó Lindy, sonriendo ante el suspiro de alivio de Reinforce – Pero no tientes tu suerte. Ahora vamos, tienen que pasar por recepción para buscar sus cosas. ¿Necesitan un taxi?
- No tía Lindy. Estamos bien así – contestó Fate, mientras se encaminaba hacia la recepción de la comisaría, devolviéndose rápidamente para abrazar nuevamente a Lindy y murmurarle un débil gracias.
Al llegar a la recepción ya la chica encargada tenía sus cosas afuera, y las despidió calurosamente cuando se encaminaron a la salida. Eso era lo bueno de tener conocidos en la comisaría que sabían que casi siempre que te tocaba estar detenida era por culpa de las influencias de otras personas y no por mérito propio. Cuando salieron a la solitaria calle la brisa alborotó sus cabellos, mientras el frío poco a poco les ponía la piel de gallina.
- ¿Preparada para caminar? – le preguntó Fate a Reinforce, mientras iniciaba la marcha.
- Solo quiero llegar a la casa, acostarme en mi cama y borrarme hasta más tarde – confesó Reinforce, caminando a su lado.
- ¿No le escribirás a Hayate?
- Nah. No aún. Le mandaré un texto cuando llegue a casa para avisarle que todo está bien. Si le digo que acabamos de salir se preocupará y querrá venirnos a buscar, pero ya es muy tarde. Prefiero que descanse un poco.
- ¡Cuánto romance! – exclamó Fate con una risita – Todo un príncipe.
- Idiota – murmuró Reinforce, mirándola de soslayo - ¿Y qué harás tú?
- ¿De qué?
- Con Yunno – contestó Reinforce – Bueno, con Yunno y con Nanoha. Para mi es más que obvio que el hurón quiere a Nanoha para él, pero créeme que no tiene ninguna posibilidad de estar con ella. Ninguna. Cero. Probabilidad nula.
Nanoha. Todo era tan complicado con ella.
Pero a la vez todo era tan simple.
Nanoha le gustaba. Ella también quería a Nanoha para ella. Nanoha era diferente. Nanoha no era Une.
No era Une. Nanoha sí valía la pena.
- ¿Sabes Reinforce? Necesito un favor.
- ¿Cuál?
- Creo que sería buena idea que le dijeras a Nanoha que venga con nosotros a L Scuadron el miércoles. Ahora apresúrate. Yo también quiero llegar a casa.
