¡Hola! :)
Este capítulo parece que es un poco más largo. Por cierto ¿Han escuchado ya a Julien Baker?
Si no lo han hecho vayan, corran a escucharla. ¿Qué están esperando?
Una vez más ¡Muchísimas gracias por su apoyo!. Gracias por tomarse unos minutitos de su tiempo para leer esta historia. Espero que todo marche bien para cada uno de ustedes.
Btw, ¡Hola chica de Valencia! :D
Disclaimer: MSLN ni sus personajes me pertenecen. Todo el crédito a sus respectivos autores. De igual manera, la canción que aparece en este capítulo es propiedad exclusiva de su autora.
Canción: Julien Baker - Everybody Does
Capítulo 11: Sobre toda la ciudad.
Intentó abrir sus ojos, pero era como si una espesa niebla hubiese caído sobre ellos, haciéndose más densa a medida que sus sentidos iban despertándose. Luego vino el dolor, como un cruel látigo que azotó su cabeza sin piedad, haciéndola gruñir mientras se llevaba una de las manos a la sien, en un absurdo intento de mitigar el infierno que se había desatado en su organismo.
Se encontraba en una posición bastante incómoda, y su cama le estaba pareciendo más dura que de costumbre. Haciendo acopio de sus disminuidas fuerzas logró abrir los ojos momentáneamente, siendo cegada de inmediato por la luz del apartamento. Estrujó como pudo un poco sus ojos y, sin poder evitar dejar escapar otro gruñido, se enfocó en su situación.
Lo primero que descubrió es que, lo que ella había considerado su cama, realmente era el sofá, y eso explicaba el por qué ahora su espalda le dolía a horrores. Parece que había caído rendida en el de una manera nada ceremoniosa, o al menos eso era lo que explicaba por qué tenía una manta enredada entre sus piernas y la almohada yacía en el suelo.
Intentó recordar su aventura nocturna pero, al hacerlo, una nueva oleada de dolor llegó a su cerebro, sacándole un nuevo gruñido.
- Venga, tómate esto – escuchó decir a Reinforce.
La peliplateada se encontraba inclinada a su lado, sosteniendo un vaso con agua en una mano, y en la otra extendiéndole una aspirina, que Fate acepto gustosa. Su garganta seca le agradeció la ingesta del líquido, y definitivamente la hizo sentir mejor. Con cuidado, mejoró su posición en el sofá, dándole a su amiga espacio para sentarse.
Si era sincera, Reinforce se veía fatal. La peliplateada tenía unas enormes ojeras que bordeaban sus ojos rojos y, en verdad, tenía pinta de no haber descansado absolutamente nada después de llegar del club, lo que tenía cierto sentido en vista de que se suponía que ella tenía que entregar un trabajo en su facultad a primera hora de ese día.
Tampoco es que ella estuviese bien. Seguramente al mirarse en el espejo tendría un aspecto de muerto viviente que solo se le quitaría cuando el dolor de cabeza del demonio que padecía en ese momento desapareciera, y pudiera dormir al menos 12 horas seguidas.
- Vaya que le diste duro a la fiesta anoche – comentó Reinforce, sonriendo maliciosamente.
Esa sonrisa disparó sus alarmas.
Sintiéndose ya un poco mejor se dedicó a la tarea de intentar recordar todo lo ocurrido la noche anterior, ignorando de la mejor manera posible las puntadas de dolor que perforaban su cabeza sin piedad. Habían salido de la casa con Hayate, buscaron a Nanoha y llegaron al club. Eso estaba claro en su mente. Hasta allí todo bien.
Bebieron varias rondas de tragos mientras charlaban antes de que Reinforce subiera a pinchar. Para ese momento ya tenía que estar ebria porque sus recuerdos empezaban a difuminarse a partir de ese punto.
Logró iniciar el baile, y se quedó allí un rato más. Después un chico quiso bailar con ella y Nanoha lo espantó.
Y después…
Un flashback repentino cruzó sus pensamientos, despertándola completamente. En el recordaba claramente estar sonrojada hasta las orejas por la declaración de Nanoha y, luego, era como si, esforzándose, pudiese recordar el dulce sabor de los labios de Nanoha.
Eso solo significaba una cosa.
Se había besado con Nanoha.
¡Joder!
- ¡Reinforce! – exclamó Fate, mirando aterrada a su acompañante.
- ¡Ah! – gritó Reinforce, tomada por sorpresa - ¿Por qué gritas?
- ¿Ayer me besé con Nanoha? – preguntó Fate, alarmada.
- ¿En serio me estás preguntando eso? – contestó Reinforce, llevándose una mano a la cabeza.
- Es completamente en serio – dijo Fate.
- ¿No te acuerdas de nada?
- No – contestó rápidamente la rubia – Bueno, eso creo. Creo recordar algo pero había bebido demasiado y no sé si solo me lo imaginé.
- Fate – dijo Reinforce, incrédula – Pasaste casi toda la noche besándote con Nanoha.
Entonces si había pasado.
¡Genial!
No, no era genial. O sea, si estaba bien haberse besado con Nanoha, pero no allí, o al menos no en algún sitio en donde no pudiera recordar bien. ¿Cómo no podía recordar todo? Esto estaba mal. Pero de todas maneras se habían besado.
Demonios, ya no podía entender si había estado bien o mal.
- Ay no… - dijo por lo bajo Fate, llevándose las manos a la cabeza.
- ¿Ay no? – preguntó confundida Reinforce.
- No – murmuró Fate – Eso no tenía que pasar, no tenía que pasar así…
- Espera un momento – dijo Reinforce, deteniendo la verborrea ininteligible de Fate - ¿Cómo que no tenía que pasar? – continuó exasperada - ¡Hayate las encontró en el baño de damas metiéndose mano!
- ¡Oh por Dios! – exclamó Fate - ¿Eso en verdad pasó?
- Bueno, Hayate es un poco exagerada – admitió Reinforce – Pero yo no las vi, y ella fue quién las encontró así que pudo ser perfectamente posible.
- ¿Ahora qué voy a hacer? – preguntó Fate, completamente perdida.
- No me digas que vas a entrar en la fase de negación, porque bastante que te gustó.
- No es que no me haya gustado – dijo Fate, reclinándose en el sofá – No lo recuerdo muy bien, pero definitivamente no es que no me haya gustado.
Fate hizo una pausa intentando ponerle un poco de orden a sus ideas, pero la cantidad de sentimientos que tenía respecto a ese evento no la dejaban pensar con claridad. Por supuesto que le había gustado. Es más, recordando un poco el asunto era capaz de sentir como su piel se erizaba, y su corazón se aceleraba al recordar el calor de Nanoha y su dulce olor a vainilla.
Pero no era justo.
- No tenía que pasar así – intentó explicar Fate – Por supuesto que me gustó pero ni siquiera puedo recordarlo bien. Nanoha se merecía algo mejor que eso, no unos cuantos besos entre un montón de gente borracha.
Reinforce había captado la indirecta y no podía evitar sonreír.
Tanto que intentó evitar su amiga rubia que eso pasara y al final terminó enamorándose irremediablemente de Nanoha.
- Llámala – dijo Reinforce con una sonrisa, mientras le extendía su teléfono celular.
- ¿¡Qué!? – exclamó exaltada Fate.
- Vamos, llámala – insistió Reinforce, aguantando la risa ante la actitud desesperada de su amiga.
- No, no puedo hacer eso – negó Fate - ¿Qué se supone que le diré?
- ¿Cómo que no puedes hacerlo?. Le besaste hasta las amígdalas, ahora ponte los pantalones y llámala.
- Vale, vale, tengo que hablar con ella pero no lo haré por teléfono.
- ¿Entonces?
- Tenemos que hablar eso de frente – murmuró Fate, suspirando.
- ¿Crees ser capaz de hablar con ella sobre eso cara a cara? – preguntó Reinforce.
- No lo sé – admitió Fate – Pero debo intentarlo. Ya… Ya no puedo seguir negando lo obvio ¿No?
- Estás enamorada girl – dijo Reinforce, soltando una carcajada.
Fate quiso decirle que se callara, pero su amiga tenía toda la razón.
Estaba enamorada de Nanoha ¿A quién podía engañar?
Afortunadamente tenía tiempo suficiente para ordenar sus ideas y ensayar cómo abordaría el tema con Nanoha, aunque estaba casi segura de que la cobriza era muy capaz de tocar el tema mucho antes de que la rubia se atreviera a hacerlo.
Luego de tomar un desayuno rápido cambió su sitio de descanso del sofá a la cama, la cual le pareció digna de un palacio real, y se abandonó a los brazos de Morfeo con todo el gusto del mundo hasta que la alarma de su teléfono celular le hizo levantarse de golpe. Sentía que las horas habían pasado demasiado rápido, pero al menos su aspecto era un poco más presentable.
No quería aparecerse frente a Nanoha hecha un asco.
Luego de pasar un buen rato en la ducha y vestirse con algo que considero decente tomó su mochila, llaves y patineta para emprender camino hacia la universidad. Estuvo tentada a despertar a Reinforce para que la acompañara, pero los ronquidos que era capaz de escuchar desde la puerta entreabierta del cuarto de la peliplateada fueron lo suficientemente sonoros como para evitar que lo hiciera.
La pobre debía de estar agotada, y ella tenía suficiente tiempo mientras patinaba para recoger una cantidad considerable de valor.
Por poco se queda dormida en una clase, pero no era su culpa. Sentía que las horas pasaban demasiado lentas, y el contenido de ese día se le estaba haciendo demasiado monótono. Bueno, si era sincera, realmente estaba así porque era incapaz de concentrarse. Cada vez que trataba de enfocarse en la pizarra la imagen de ella y Nanoha besándose inundaba su mente como un río desbordándose de su cauce, arrasando con todo a su paso.
Como por ejemplo, su concentración.
El lento movimiento de las manecillas del reloj fue una tortura para ella, y se encontró tontamente contando los segundos faltantes para que sus clases finalizaran. Antes de que el profesor indicara que podían retirarse ella había guardado casi todas sus cosas en la mochila, y, apenas al escuchar la despedida de quién les daba la lectura ese día, salió desesperada hacia la puerta apenas ralentizada por el embudo de gente tratando de salir.
Ya estaba a punto de llegar a su punto habitual de reunión cuando recordó que hubiese sido mejor si le compraba algún detalle a Nanoha. Posiblemente Reinforce al enterarse de su olvido la golpearía, pero no podía evitarlo. Su experiencia amorosa realmente no era digna de mención, y aún era un poco lenta para esas cosas.
Tuvo la tentación de devolverse a comprar unos chocolates, pero ya estaba demasiado cerca y temía que, regresándose, perdiera las agallas que había logrado obtener, así que apuro su paso, pero cuando llegó a la fila de banquitos Nanoha no estaba.
Las bancas permanecían vacías. Quizá había llegado demasiado temprano.
Se acercó a uno de los banquitos y se sentó a esperar, intentando que los nervios no le provocaran un ataque de pánico. Buscó en su mochila algún libro para enfocarse en otra cosa mientras esperaba, pero los había dejado todos en casa, así que optó por ponerse a jugar en su teléfono celular.
Cuando el sol empezaba a ocultarse decidió que ya era hora de regresar a casa.
Quizá Nanoha estaba ocupada, o quizá no quisiera verla.
Intentó bloquear todos los pensamientos tóxicos que empezaban a llenar su mente, embasurando sus ideas. Lo más probable es que la cobriza hubiese tenido cosas que hacer y por eso se retiró temprano de la universidad. Observó la pantalla de su teléfono celular con la esperanza de ver algún texto o algo, pero no había nada.
Aunque no podía quejarse por eso. Ella también podía escribirle, pero estaba empeñada en tocar ese tema frente a frente con Nanoha, y tenía miedo de que si le escribía luego no supiera como explicarse y terminara arruinándolo todo. No es que fuera demasiado elocuente cara a cara, pero al menos si Nanoha veía la sinceridad en sus ojos tuviera alguna esperanza.
Así que, con la moral por los suelos, no le quedó otro remedio que montarse en su patineta nuevamente y apurarse a llegar a casa, en donde seguramente Reinforce la esperaba desde hace siglos para su ensayo. Sentada allí había perdido la noción del tiempo, olvidando que tenían que ensayar hoy para el concierto acústico del día siguiente. Atravesó las calles lo más rápido que pudo sin atropellar a ningún peatón, pero aun así, cuando llego al departamento, la noche se había extendido completamente sobre su cabeza.
- Espero que me traigas buenas noticias – Le dijo Reinforce cuando la vio entrar a casa – Es lo único que te salvará esta vez.
- No la vi hoy – respondió Fate, suspirando.
- Me dijeron que andabas dándote besitos con Nanoha anoche – comentó Signum aguantando la risa.
- Venga, basta ya – refunfuñó avergonzada Fate.
- ¿Hablaste con ella? – preguntó la pelirosa.
- No – contestó Fate, mientras tomaba su bajo – La espere donde siempre quedamos pero no apareció. Estaría ocupada supongo.
- Puedes llamarla cuando quieras Fate – ofreció Reinforce.
- No… Esperaré hasta mañana. Seguramente mañana si la podré ver.
Pero las horas del viernes también pasaron sin ningún rastro de la cobriza.
Sabía que Nanoha tenía clases un par de horas más tarde, pero ella siempre acostumbraba a reunirse con ellas antes, por lo que solía llegar más temprano a la universidad. Sin embargo, esta vez no la encontró donde siempre, e incluso convenció a Reinforce para que la ayudara a buscarla, llegando a entrar incluso a la odiosa cafetería, pero no.
No la encontró.
Estaba cada vez más tentada a llamarla, pero ya había pensado demasiadas tonterías la noche anterior, y no podía evitar sentir que quizá Nanoha estaría demasiado ocupada con otras cosas para poder escuchar su absurda verborrea, o, aún más básico, simplemente no quería saber nada de ella.
Reinforce decía que dejara de ser una llorona y la llamara de una buena vez. Pero a ella se le hacía muy difícil creer que una llamada terminaría bien.
A esas alturas ya ni siquiera sabía si hiciera lo que hiciera iba a terminar bien.
Lo peor de todo era que esos pensamientos negativos se negaban rotundamente a abandonarla. La acompañaron mientras almorzaba comida rápida junto a sus compañeras de banda en la tienda de tatuajes de Signum, e incluso mientras se daba una rápida ducha en casa antes de alistarse para su presentación. Agradecía que su amor por la música fuera tan inmenso que seguramente se perdería entre los acordes durante esa hora, y estaba casi segura de que esos minutos serían probablemente el único momento de paz que tendría en todo el fin de semana, sobre todo si consideraba que, al no haber visto a Nanoha ese día en la universidad, el día más cercano para encontrarse con ella era el lunes.
Y eso solo significaba que pasaría todo el fin de semana envuelta entre las sábanas de su cama, viendo programas basura en la tv fingiendo que todo estaba bien mientras internamente se martirizaba por haber arruinado todo.
Afortunadamente dejó de pensar en sus problemas por un rato cuando tuvo que organizar con Reinforce como se llevarían los instrumentos hasta el café. Para los conciertos acústicos por lo general Reinforce usaba un cajón flamenco para la percusión y un teclado para aquellas canciones que tuvieran arreglos más suaves, cosas que podían transportar sin problemas en el auto de Hayate, pero esta vez la castaña tenía un compromiso familiar importante y no podría acompañarlas.
Terminaron tomando un taxi para poder llegar a tiempo a la cafetería y arreglar los detalles de ubicación y sonido. Al llegar se percataron que Signum ya había organizado ciertas cosas, aprovechando la poca clientela del local a esa hora de la tarde, por lo que no tardaron tanto tiempo en realizar todas las conexiones necesarias y comprobar que todo marchara bien.
El resto del tiempo lo utilizaron para conversar con Agito y ponerse al día con los cuentos de la cafetería. El chocolate de esa cafetería era de los mejores que había probado en la ciudad, y Fate se sorprendió al percatarse que aún no habían llevado a Nanoha a tomarse alguno cuando salían como grupo.
Nanoha. No podía dejar de pensar en ella.
Hizo un esfuerzo sobrehumano para poder concentrarse mientras tocaba. En vez de pensar en Nanoha, intentó enfocarse en los cálidos aplausos que estaban recibiendo y en el suave murmullo de aquellos que tarareaban sus canciones por lo bajo. La atmósfera era bastante íntima y quizá eso ayudó a que se relajara un poco más.
Una ronda de aplausos despidió la primera mitad de su set, momento que aprovecharon todas para refrescarse y repasar sus acuerdos para el siguiente set. Por voto unánime habían decido tocar la nueva canción de Fate en último lugar, para despedirse con una canción nueva. También Reinforce se tomó un par de minutos para regañar a Fate y pedirle que se concentrara, aun a sabiendas de que a la rubia esa solicitud le entraría por un oído y le saldría por otro.
Igual sabía que Fate haría su mayor esfuerzo.
Con suerte ese set también terminaría sin contratiempos. Los aplausos inundaban cada vez con más fuerza las pausas entre canción y canción, por lo que Fate no comprendía porque Reinforce cada vez que podía la miraba como si quiera decirle algo. Cerca del final de la penúltima canción alcanzó a percibir un gesto de Reinforce que le indicaba observar hacia cierto lado del público, y Fate tuvo que hacer un esfuerzo monumental para no perder el tiempo.
Allí estaba Nanoha, moviendo su cabeza suavemente al ritmo de la música, sentada al lado de Yuuno en una de las mesas cercanas a la esquina.
Genial. Así que allí estaba Nanoha.
Con Yuuno. Vaya mierda.
Terminó de tocar la canción en modo automático mientras sentía como su pecho se oprimía con la visión de Nanoha y Yuuno. Y lo peor era que por más que intentara despegar la vista de la mesa no podía hacerlo. No sabía si quería ir hasta allá y romperle la nariz a Yuuno, o tomar a Nanoha y besarla como si no hubiera mañana para demostrarle que la cobriza estaba enamorada de ella.
O al menos eso era lo que creía, o lo que quería. Ya no sabía tampoco que quería.
El silencio se estaba prolongando más de la cuenta y Reinforce, entendiendo perfectamente la situación en la que se encontraba su tonta amiga rubia, se hizo cargo.
- ¡Hola! Nosotros somos Riot Force y esta será nuestra última canción por el día de hoy – dijo Reinforce, sonriendo ante la súplica de los asistentes para que siguieran tocando – Esta es una canción nueva, y créanme que es una canción muy especial. Disfrútenla ¿Vale?
Signum miró a Fate con la misma expresión de preocupación de Reinforce, pero la rubia se limitó a asentir, haciéndoles entender que podía seguir. Ante el gesto de Fate a Reinforce no le quedó otra opción que marcar el tiempo para que empezaran a tocar.
Y Fate se ocupó de cantar todos sus demonios.
Let me pick through the empty dirt
And the rotten wood and the shoddy work
Cause I'm interested, and our carpenter is so elegant at placing splinters
Right beneath my nails, where I cannot dig them out
But the same briars from your ribs are the tinder in my father's house
And I know, I know, I know, I know
I know myself better than anybody else
And you're gonna run
You're gonna run when you find out who I am
I know I'm a pile of filthy wreckage you will wish you'd never touched
But you're gonna run when you find out who I am
Yeah, you're gonna run
You're gonna run, it's alright, everybody does
You're gonna run, it's alright, everybody does
You're gonna run, it's alright, everybody does
You're gonna run, it's alright, everybody does
Los aplausos resonaban por el lugar cuando terminaron de tocar, pero su vista seguía allí, clavada en aquella mesa. Había demasiado caos en su cabeza y solo tenía ganas de salir corriendo, pero no podía hacerlo de una manera tan brusca o los demás pensarían que estaba loca, por eso le pidió disimuladamente a Signum un cigarrillo y un encendedor y, excusándose un momento, salió por la puerta de atrás.
Lo que necesitaba era calmarse un poco.
Encendió el cigarrillo intentando no pensar, aunque su mente siguiese empeñada en crear caos y frases grises de la nada. Metió sus manos en los bolsillos mientras intentaba no tiritar de frio y se recostó de la pared del callejón que se encontraba junto al local. Tenía ganas de golpear cosas, pero no era buena idea descargarle un puñetazo a la pared, así que intentó enfocarse en exhalar el humo del cigarrillo de la manera más calmada posible.
Ni siquiera le gustaban los cigarrillos. Pero ver el humo desaparecer la relajaba de cierta forma.
Se quedó absorta en la tarea, por lo que no pudo evitar sobresaltarse cuando sintió una presencia a su lado, y toda la calma que había logrado construir quedo completamente destrozada por el inmenso mar de los ojos de Nanoha colisionando con los suyos.
- ¿Estás bien? – preguntó preocupada Nanoha.
¿Cuáles eran sus mejores opciones? ¿Besarla o salir corriendo? ¿O armar un escándalo? ¿O quedarse absorta viéndola siendo incapaz de armar alguna frase coherente?
- He tenido días mejores – contestó Fate, intentando esbozar una sonrisa sin mucho éxito - ¿Y Yuuno? ¿Qué tal va la cita?
- ¿Cita? – repitió confundida Nanoha.
- Sip – contestó Fate, intentando que sus manos no temblaran – Ya sabes. Tú y el hurón juntos escuchando el acústico en la cafetería. Suena como una cita para mí.
- ¿Estás hablando en serio? – preguntó Nanoha - ¿Acaso olvidaste lo que te dije en el club?
Nanoha estaba peligrosamente cerca de ella, y eso hacía que le faltara el aire y su mente se nublara. ¿Cómo esa chica era capaz de ponerla así? Se supone que estaba molesta, pero era incapaz de formular algún otro comentario sarcástico.
- No me digas que tengo que confesarme otra vez Fate – murmuró Nanoha – Porque pensaba que te había dejado todo muy claro.
- Entonces ¿Por qué viniste con él? – preguntó Fate, temerosa.
- Iba a venir con Hayate. Ni siquiera sabía que hoy iban a tocar, y cuando me encontré con Hayate en la universidad ella me contó que en la tarde estarían acá. Le dije para venir pero me dijo que no podría, y casualmente estaba Yuuno por allí y me comentó de esta cafetería, así que aproveché el aventón hasta acá.
- Estuve esperándote en la universidad – confesó Fate, sintiéndose culpable por haber descargado su rabia con ella minutos antes.
- El jueves me sentía fatal – dijo Nanoha, avergonzada – Creo que bebí demasiado y bueno, no estaba acostumbrada a tanto y estuve en cama casi todo el día. Y hoy intenté llegar temprano a la universidad pero mi padre me estaba esperando para darme un súper sermón que me quitó demasiado tiempo. Cuando llegué Hayate me dijo que se habían ido media hora antes.
Así que Nanoha no la estaba evitando.
Ahora sí que se sentía culpable.
- Pensé que me estabas evitando – admitió Fate, completamente sonrojada.
- ¿Por qué tendría que hacerlo? – preguntó Nanoha con una sonrisa, mientras llevaba una de sus manos a la mejilla de Fate – Tienes las mejillas heladas – agregó, mientras la acariciaba suavemente con el pulgar – Ven, entremos a la cafetería otra…
- Nanoha – la interrumpió Fate.
- ¿Qué pasa?
- Vámonos de aquí – contestó simplemente Fate.
- ¿Eh?
- Ven – dijo Fate, atreviéndose a sonreír mientras la tomaba de la mano y caminaba hacia la avenida.
La cobriza solo le sonrió ampliamente mientras ambas apuraban el paso hacia la parada de autobús de la esquina, alcanzando a subir al colectivo casi en el último momento. Entre risas tomaron asiento en la parte de atrás, donde estaba casi vacío y podían hablar con más calma.
- ¿A dónde vamos? – preguntó Nanoha, recuperando el aliento.
Fate solo la miró sorprendida.
Había actuado por impulso. Solo sintió en ese momento ganas de irse a cualquier lado con la cobriza para pasar un rato juntas, así que eso fue lo que hizo. No tenía ni idea de a donde podrían ir, y casi sentía que de sus orejas salía humo mientras intentaba pensar rápidamente en el sitio ideal para salir con ella.
No es como si fuese una cita, o algo.
- Erm… Es una sorpresa – mintió rápidamente Fate, evitando establecer contacto visual.
- Deberías avisarles a las chicas que nos fuimos de allí – comentó Nanoha mientras sacaba su teléfono celular.
- También deberías avisarle a Yuuno supongo – dijo Fate – Al fin y al cabo habías ido a la cafetería con él.
- No te preocupes. En un rato le envío un texto.
Avanzaron un rato más mientras charlaban animadamente, cuando Fate recordó súbitamente el anuncio de un lugar cercano a la zona en la que se encontraban y presionó el botón para pedir que el autobús se detuviera.
Podía parecer lo más cliché del mundo, pero sin planificación no era que tuviese muchas opciones, y ese parque de atracciones no tenía mucho tiempo en la ciudad, así que lo más probable era que Nanoha aún no hubiese ido. Aunque no creía que Nanoha fuera una persona acostumbrada a ir a parques de atracciones.
Y para no estar acostumbrada, al menos parecía alegrarle bastante la idea.
Cuando Nanoha se dio cuenta de a donde caminaban una enorme sonrisa quedo plasmada en su rostro. Fate estaba aguantando la risa porque sentía que, en cualquier momento, la cobriza iba a cambiar sus ojos por un par de estrellitas y empezaría a echar chispas de la emoción. Estaba tan contenta que fue la primera en correr hacia la fila para comprar los tickets de entrada, y una vez adentro no habían pasado ni cinco minutos cuando ya estaba comprando un par de algodones de azúcar.
- ¡Tenía muchísimo tiempo sin venir a uno de estos! – exclamó Nanoha.
En apenas un par de minutos Fate se vio arrastrada por una enérgica Nanoha que quería entrar en la mayor cantidad de atracciones posibles. Se subieron a una montaña de rusa espantosamente grande que estuvo a punto de hacerle devolver la cena, tuvo que abrazar a una temerosa cobriza al menos unas veinte veces en la casa del terror, y falló olímpicamente en ganar un peluche para Nanoha mientras ella había ido un momento a comprar un par de refrescos, solo porque el tipo de la tienda le había preguntado si quería el peluche para su novia.
Estúpido vendedor. Robándole descaradamente su concentración de esa manera.
Nanoha se había empeñado en regresar otra vez al stand porque ella quería intentarlo, pero Fate estaba segura de que la cobriza sí iba a ser capaz de tirar todas las botellas, y seguramente el vendedor terminaría diciendo algo extremadamente embarazoso. Prefería no arriesgarse.
Al cabo de una hora se habían subido a casi todas las atracciones para adultos, y ya le dolían los pies de tanto caminar. Aun así se dejó arrastrar por Nanoha hasta la rueda de la fortuna.
Por Dios, todo eso era demasiado cliché.
Pero por esa hermosa sonrisa era capaz de subirse.
No se arrepintió de haberlo hecho. Desde la altura tenía una hermosa vista panorámica de la ciudad, y las casas eran apenas unos pequeños puntitos de luz reflejándose entre la inmensidad de la noche. La brisa también se sentía muchísimo más fría, por lo que la cobriza aprovechó el momento para acercarse más a Fate, y a la rubia no le quedó más remedio que ofrecerle un lugar entre sus brazos, con la excusa de darle un poco de calor.
Tampoco es que eso le molestara mucho que digamos. Podía quedarse en esa misma posición con ella por horas.
- Esta ciudad es realmente hermosa – dijo Nanoha, observando el paisaje.
- Claro que lo es – afirmó Fate con una sonrisa – Tú estás en ella ¿No?
- ¿A cuántas chicas les has dicho lo mismo? – preguntó Nanoha, entre risas.
- A ninguna. En serio. Lo puedo jurar si quieres.
- Fate.
- Dime
- ¿Podemos tomarnos una foto?
Eso era una descarada trampa. Nanoha sabía que no podía negarle nada si la miraba de esa forma, por lo que dejó escapar un suspiro para acomodarse mejor junto a la cobriza, mientras posaban para la foto.
Justo antes de tomar la foto, Nanoha la besó en la mejilla.
Fate no pudo evitar sonrojarse violentamente mientras Nanoha, con una risita, revisaba la foto en su teléfono celular. A los pocos segundos sintió como su teléfono celular vibraba, y al revisar el motivo de la notificación descubrió la etiqueta en Instagram, en donde Nanoha había subido la foto con tan solo un corazón como comentario.
No pudo evitar sonreír al ver como Nanoha se encogía inocentemente de hombros, como si no supiera lo que esas pequeñas acciones causaban en Fate, desatando miles de tormentas y encerrando a todos esos demonios que habían rondado a sus anchas durante esos días por su cabeza. En ese momento estaba segura de que no había lugar más cálido en el mundo que esa pequeña cabina a muchísimos metros de altura, a pesar de que la brisa que azotaba sus mejillas quisiera demostrarle lo contrario.
Una nueva notificación la sacó de sus ensoñaciones, para encontrarse esta vez con un comentario de Hayate en la foto que minutos antes Nanoha había publicado. La pequeña castaña solo había escrito NanoFate junto a un corazón y una carita sonriente.
- Parece que ya tenemos un nombre oficial – susurró Nanoha, mientras retomaba nuevamente su lugar entre los brazos de Fate.
