¡Hey!

Lamento la tardanza. He tenido unos días bastante complicados realizando un papeleo y tuve que estar unos cuantos días de viaje (en los cuáles, para mi tristeza, no pude escribir). Afortunadamente les puedo dejar esto por acá. Creo que no es tan tarde ¿O si?

¡Muchas gracias por leer esta historia! Gracias por sus comentarios!

Nos leemos pronto!

Disclaimer: MSLN ni sus personajes me pertenecen. Todo el crédito a sus respectivos autores.

Capítulo 12: Viejos demonios.

- Déjame ver si entendí – pidió Reinforce, mientras se llevaba una mano a la sien.

Fate, Signum y Reinforce se encontraban sentadas alrededor del mesón, tomando el desayuno mientras intentaban no quedarse dormidas nuevamente sobre la mesa. El día anterior, cuando Fate había desaparecido junto a Nanoha en lo que ella se negaba a llamar cita, Signum ayudó a Reinforce a llevar todas las cosas al departamento y, en vista de que Shamal aún se encontraba ocupada y ya era bastante tarde, prefirió quedarse a dormir en la casa de la rubia.

Cuando Fate regresó ya ellas se encontraban dormidas, pero lo que no imaginó era que sus amigas se habían puesto de acuerdo para someterla a un exhaustivo interrogatorio que, en ese momento, estaba provocando que a Reinforce le salieran canas mientras Signum hacía un esfuerzo sobrehumano para no ahogarse de la risa.

Ella solo quería desayunar tranquilamente.

- Tú me estás diciendo que estuvieron juntas, en algo que tú dices que no fue una cita, y terminaron en la rueda de la fortuna, con una vista panorámica de la puta ciudad ¿Pero no son novias?

- No – dijo Fate, suspirando – No lo somos.

- O sea – continuó Reinforce - ¿No se te ocurrió pedírselo en ese momento?

- Eh… No – aceptó Fate, sonrojada – Estaba nerviosa.

- Fate… Yo sabía que tú eras lenta, pero no que te habías llevado la medalla de oro.

- ¿Por qué dices eso? – se quejó ofendida Fate - ¿Acaso nunca has estado nerviosa o qué?

- Testarossa – intervino Signum, mientras intentaba no estallar nuevamente en carcajadas – Ve al supermercado y cómprate un par de ovarios.

- ¡Vamos chicas! – refunfuñó Fate- Paren ya, no es gracioso.

- Fate, ¿Qué esperas? – preguntó Reinforce, mirándola expectante - ¿La foto? O sea ¿También estás esperando que ella sea la que te pida que seas su novia?

- Te lo dije Rein – murmuró Signum maliciosamente – Esa rubia es pasiva.

- ¡Signum! – exclamó Fate, mientras las risas de la pelirosa iban en aumento.

- Tenemos que acabar con esto de raíz – dijo firmemente Reinforce – Llámala ya.

- ¿Qué? – preguntó Fate, confundida.

- Llámala ya – repitió Reinforce – Invítala a salir mañana.

- ¿Qué? – preguntó nuevamente Fate - ¡No puedo hacer eso!

- ¡Claro que si puedes! Ahora ponte los pantalones, llama a Nanoha e invítala a salir, o prepárate para ser considerada una muerde almohadas por el resto de tu vida.

No le quedaba otra opción. Tenía que olvidarse de su miedo y comportarse como una hembra alfa al menos por una vez en su vida. Tomó su teléfono celular y, sin dejarle segundos al arrepentimiento, marcó el número de teléfono de Nanoha.

Sentía como su corazón latía como loco mientras intentaba concentrarse en el repique de la llamada. El pitido sonó un par de veces más antes de que una animada cobriza le contestara desde el otro lado de la línea.

- ¡Hey! – Saludó Fate, ante la mirada expectante de sus amigas - ¿Qué tal estás? Sí, estoy bien. ¿Estabas haciendo ejercicio? Eh si, solo quería saber cómo estabas. Me alegro de saber que estás bien. Por cierto ¿Harás algo mañana? ¿No? Eh… ¿Te parece bien si damos una vuelta mañana en la tarde? ¿Sí? ¡Genial!. Entonces ¿Nos vemos mañana? Vale, te envío un texto. ¡Nos vemos!

Cuando la llama finalizó respiró profundamente, semi aturdida por los vítores de sus amigas. ¿Cómo Nanoha lograba ponerla tan nerviosa? Es decir, ya se habían besado y estaban casi a un nivel en el que se coqueteaban mutuamente de manera descarada, pero aun así no podía evitar que las manos le temblaran al pensar en esa mujer.

¿Qué clase de brujería era esa?

- ¡Te acabas de ganar un par de cojones! – exclamó Signum, riéndose ante la cara de tragedia de Fate.

- ¿Tienes alguna idea de qué harán en su cita? – preguntó Reinforce, sonriendo ampliamente.

- No – admitió Fate, intentando recuperar el aliento - ¡Oh por Dios! ¡Voy a salir con Nanoha!

- ¡Oh! ¡El agua moja! – intervino sarcásticamente Reinforce – Bienvenida a lo obvio. Ahora, empieza a pensar en cómo le vas a hacer para que tu cita sea todo un éxito, que no quiero que regreses mañana sin una novia.

Estaba por darle un sorbo a su taza de café cuando de pronto un montón de ideas empezaron a pasar por su cabeza, y no le quedó remedio que apurar su desayuno para irse a dar una ducha rápida y empezar seriamente a planearlo todo para el día siguiente. Era complicado para ella porque tenía muchísimo tiempo sin tener una cita, y, de pronto, parecía haber olvidado las mecánicas de ese tipo de salidas.

Bueno, tampoco era que tuviese mucha experiencia en ese asunto. Las citas que había tenido antes de Une no habían sido cosas muy serias, y con Une no era ella quién había tomado las riendas del asunto. Después de Une había eliminado la palabra cita de su vocabulario, al considerar que algo así era permitirle a otra persona echarle un vistazo directamente a su verdadero ser, cosa que ella no estaba dispuesta a permitir.

Pero a Nanoha si se lo estaba permitiendo.

¿A quién demonios iba a engañar? La cobriza llevaba siglos tonteando con la verdadera Fate.

Despejó su cabeza de sus divagaciones y salió montada en su patineta al skate park de la ciudad, con su mochila a cuestas. La agradable brisa hacia que su cabello se agitara en todas direcciones mientras recorría las calles de la ciudad, encontrándose para su suerte con menos tráfico que de costumbre.

El skate park de la ciudad no era tan grande, pero era un punto de encuentro fijo para aquellos que disfrutaban del deporte y también de la cultura underground de la ciudad. Fate había tenido la oportunidad de tocar con Riot Force en un par de eventos musicales autogestionados por los mismos chicos que acudían diariamente al parque, y, cada cierto tiempo, iba a reunirse con sus amigos a patinar un poco y a observar las prácticas de aquellos que eran bastante buenos en el deporte.

Al entrar al parque se detuvo un momento a saludar a unos cuantos chicos que estaban sentados cerca de la entrada, compartiendo una gaseosa mientras descansaban. Unos cuantos metros más lejos divisó la figura de la chica que había ido a buscar, sentada bajo la sombra de un gran árbol, por lo que se despidió rápidamente de los chicos y se acercó al árbol.

- Hola Shari – dijo Fate, mientras se sentaba junto a la chica.

Shari era una pequeña castaña de lentes que solía acudir comúnmente al skate park, a pesar de que el patinar no se le daba para nada bien. Aun así era bastante popular en el parque, en vista de que solía pasar la mayor parte de su tiempo en el mismo tejiendo, y sus gorros personalizados eran muy usados por los que sí patinaban. Fate y Reinforce tenían un par de gorros que usaban de vez en cuando, y ella sabía que nadie en la ciudad podía hacer un trabajo de tan buena calidad como Shari en tan poco tiempo.

- ¡Fate! – exclamó Shari, sonriendo – Tiempo sin venir al parque ¿Eh?

- Algo así. ¿Qué tal estás?

- Bien, bastante bien. ¿Y tú?

- Todo bien. Oye Shari, necesito un inmenso favor tuyo.

- Dime, soy toda oídos – dijo Shari, mirándola con interés.

- ¿Tienes algún peluche nuevo que te recuerde un poco a mí?

La mirada que Shari le dedicó era digna de un poema. La miró por un par de segundos más antes de rebuscar en su bolso una libreta, la cual abrió para buscar entre sus páginas rápidamente antes de detenerse bruscamente en una de las que estaban cerca del final, permitiendo que Fate pudiera observar el boceto de lo que parecía un pequeño gatito amarillo con una chaqueta de cuero y un pequeño mohicano.

Parecía todo un chico rudo, pero también era tan adorable que provocaba abrazarlo.

Le encantaba ese animal.

- ¿Crees que podrías tenerlo listo para mañana? – preguntó Fate, casi a modo de ruego.

- Fate ¿Tú quieres que te haga este peluche? – inquirió Shari

- ¿Sí? – contestó Fate, confundida.

- No lo puedo creer.

- ¿Qué?

- ¿Para quién es? – preguntó Shari, sonriendo ampliamente.

- Venga Shari…

- ¡No lo puedo creeer! – exclamó Shari emocionada – ¿Quién es la afortunada? ¿La conozco?

- No, no la conoces – contestó Fate, sonrojándose hasta la punta de la nariz.

- ¡Necesito una foto! – gritó emocionada Shari – Pensé que este día no llegaría.

- ¿Tan cerrada soy? – preguntó Fate aguantando la risa.

- ¿Sabes qué? Déjame ponerme a trabajar en esto ahora mismo. Puedes transferirme el pago a mi cuenta bancaria. Si logró terminarlo hoy en la noche te lo pasaré dejando a tu casa, si no puedes ir a buscarlo a la mía mañana en la mañana ¿Vale?

- ¡Gracias Shari! – dijo Fate, con una sonrisa - ¡Perdona por ponerte a correr!

Salió del skate park tachando el primer punto de su lista. Aún estaba intentando afinar los detalles de lo que sería su cita con Nanoha. Podía llevarle flores, pero sentía que era algo demasiado cliché, así que descartó la idea. Pensó también en comprarle chocolates, pero de nuevo estaba cayendo en lo común, así que tuvo que desechar esa idea también.

Pasó el resto de la tarde dando vueltas por uno de los centros comerciales de la ciudad intentando encontrar algún detalle para la cobriza. Incluso llegó a pensar en hacerle una canción, pero, aunque la idea le parecía genial, era muy complicado tenerlo todo listo en tan poco tiempo así que, para su decepción, tenía también que posponer eso.

Estaba a punto de darse por vencida cuando recordó la existencia de una tienda en la ciudad que hacía pequeñas cajitas de dulces personalizadas. Entregar dulces seguía siendo algo cliché, pero dárselos de esa manera no era algo tan común y el tiempo no estaba jugando a su favor, así que se decidió por esa opción.

Media hora después salió de la tienda con la pequeña caja asegurada en su mochila. Patinó lentamente por las calles de regresó a casa, hasta que su estómago le advirtió, con una vergonzosa alarma sonora, que ya era bastante tarde y se había saltado el almuerzo por andar planeando su cita. Miró a sus alrededores buscando algún sitio para comer, y recordó que estaba muy cerca del restaurant de comida china al cuál solían llamar para ordenar la cena cuando tanto ella como Reinforce tenían pereza para meterse en la cocina, así que se acercó al ya familiar lugar y se dirigió a la barra para ordenar.

Luego de realizar el pedido de su almuerzo/cena para llevar, y de avisarle a Reinforce que estaría en unos minutos en casa con algo de comida china, se sentó en una de las mesas cercanas a la barra con una gaseosa para mitigar su sed. Aprovechó el momento para revisar su teléfono y reírse de un par de imágenes que habían subido alusivas a una serie de animación japonesa que había empezado a ver, por lo que no pudo evitar sobresaltarse cuando escucho el sonido de una de las sillas al rodarse.

Cuando alzó la mirada perdió completamente el apetito.

Une se encontraba sentada frente a ella, dedicándole una sonrisa que ella no era capaz de responder ni siquiera por cortesía. Tenía entre sus manos la carta del lugar, aunque toda su atención estaba enfocada en ella. Seguía siendo la misma chica hermosa de siempre, pero, para Fate, ese ser que se encontraba sentada a escasos centímetros de ella era la peor de sus pesadillas.

- Cuanto tiempo – dijo Une, manteniendo su sonrisa – Mi querida Fate.

- ¿Qué haces aquí? – espetó Fate, intentando no perder el control.

- Creo que me apetece cenar aquí el día de hoy. Puedes unirte si quieres.

- No, créeme que no.

- ¿Por qué tanta rabia? – preguntó Une, acercando su mano a la de Fate – Después de todo lo que pasamos ¿Cómo eres capaz de mirarme de esa forma?

Ante el contacto de la mano de Une retiró la suya rápidamente, como si un chispazo desagradable hubiese sido producido con el contacto. Sentía como la rabia empezaba a crecer dentro de ella, y tuvo que morderse el labio con fuerza para evitar el impulso de abofetearla hasta borrar esa estúpida sonrisa de burla en su rostro.

- ¿Qué pretendes? – inquirió Fate, incapaz de entender la actitud de Une.

- Fate, siempre me pareciste una chica muy bonita – dijo Une, intentando alcanzar nuevamente la mano de Fate, sin mucho éxito – A pesar de todo lo que piensas de mí, yo realmente te considero una persona muy especial.

- Estás demente – murmuró Fate, apartando la mirada.

- No sabes cuánto me gustaría que recordáramos esos viejos tiempos Fate – susurró Une.

- ¡Pero qué…! – exclamó Fate, perdiendo el control por unos segundos - ¿Qué demonios te pasa? – continuó Fate, bajando la voz y colocando su mano nuevamente fuera del alcance de Une - ¿Cómo te crees capaz de venir hasta acá y decirme toda esa porquería después de la mierda que me hiciste pasar?

- Te lo tomaste todo a pecho Fate – contestó calmadamente Une, sonriendo nuevamente – Cualquier chica había dado lo que fuera por estar en tu lugar esa vez.

- Tu descaro no tiene límites Une. Me usaste de una manera vil – refutó ofendida Fate.

- Pero te gustó – recalcó Une, ampliando su sonrisa.

- No puedo creer que me estés diciendo esto – dijo Fate, mirándola fríamente – No entiendo que pude ver en ti esa vez.

- Puedo mostrártelo nuevamente si quieres – ofreció Une.

- ¡Deja de decir esas cosas! – exclamó Fate – Eso no volverá a pasar, ni hoy, ni mañana, ni nunca.

- ¿Pero con Nanoha si? – preguntó Une gélidamente.

La mención de Nanoha hizo que bajara la guardia violentamente. Súbitamente se sentía desnuda, incapaz de defenderse, tan solo mirando recelosa al que parecía ser su mayor depredador. Tuvo que apretar los puños fuertemente para calmar un poco el temblor que se apoderó súbitamente de sus manos, haciendo que cobraran vida.

- Entonces si es cierto. – murmuró Une – Estás enamorada de esa chica.

- Nanoha no tiene nada que ver con lo que paso entre tú y yo – dijo Fate, a la defensiva.

- Al contrario Fate. Nanoha tiene mucho que ver – dijo Une, con una sonrisa que esta vez no llegó hasta sus ojos – Puedes acostarte con ella ¿Pero no puedes hacerlo conmigo? Ella y yo somos iguales, no veo por qué tienes que ser tan selectiva ahora.

- Ella no es como tú – replicó duramente Fate.

- Y tú sigues siendo la misma niña inocente de siempre Fate – comentó Une - ¿Qué crees que puede ver una chica como ella en ti? Ella tiene el dinero necesario para comprar esta ciudad y cinco más. Si ella quisiera, hoy mismo podría tomar un vuelo a Nueva York y acostarse con alguna súper modelo o que se yo. ¿Tú que puedes ofrecerle Fate? ¿Qué puede ofrecerle alguien que pasa sus días tocando en bares de mala muerte mientras administra su herencia para no morirse de hambre a alguien que puede tenerlo absolutamente todo?

Podía levantarse y golpearla. Une estaba completamente desprotegida, y apenas un par de segundos bastarían para conectarle un buen golpe en la cara que, con suerte, la haría perder un par de dientes, pero las palabras de Une la habían paralizado. Sabía que lo que ella decía no eran más que patrañas creadas con la mayor ponzoña del mundo para hacerla sentir miserable, quería creer que eran patrañas con todo su corazón, pero ella, muy en el fondo también se hacía esa pregunta.

¿Qué veía Nanoha en ella, si ella no tenía absolutamente nada valioso que ofrecerle?

La potente voz del cajero anunciando el número de su pedido la hizo salir de sus ensoñaciones, y no dudo ni un minuto en levantarse como un rayo de la mesa para retirar su pedido.

- Vete al demonio – escupió con rabia Fate, mientras se alejaba de Une y su sonrisa burlona.