¡Hola!

Espero se encuentren bien. Yo por mi parte estoy terriblemente cansada, pero no podía ir a dormir sin antes dejarles estoy por acá.

Acá en Venezuela tenemos una frase que dice: Siempre hay un sapo en tu vida... *cof cof* Une *cof cof* Yuuno *cof cof*

Nuevamente muchísimas gracias por leer! Gracias por sus comentarios. Reciban de mi parte un abrazo gigante. Consideren esto mi regalo del 14 de febrero :)

Disclaimer: MSLN ni sus pesonajes me pertenecen. Todo el crédito a sus respectivos autores.

Capítulo 13: Quédate un rato más.

Tomó asiento en una de las banquetas del parque, mientras dejaba escapar un suspiro. Sacó su teléfono celular del bolsillo de su pantalón para darse cuenta, afortunadamente, de que había llegado al punto de encuentro diez minutos antes de la hora acordada. Por la ciudad se hacía sentir una agradable brisa y, según los reportes del tiempo que había verificado antes de salir de casa, sería un día completamente soleado, sin la más remota posibilidad de lluvias.

Bueno, a veces los reportes del tiempo se equivocaban, pero el sol estaba en todo su esplendor y eso solo podía significar que, esta vez, el pronóstico sería acertado.

Se tomó un tiempo para recuperar el ritmo de su respiración, en vista de que había tenido que casi correr para llegar a tiempo. Se suponía que ya había planeado todo desde el día anterior, pero tuvo que ir a la casa de Shari para retirar el pequeño peluche que pensaba regalarle a Nanoha, y. En vista de que era una distancia considerable prefirió usar el transporte público, y perdió casi dos horas por un absurdo embotellamiento gracias a un pequeño accidente de tránsito en una de las vías principales que, sumado al tráfico común de la ciudad, había hecho de la mañana en la ciudad un caos.

Tampoco todo había sido tan malo. Había aprovechado ese tiempo para repasar mentalmente lo que le diría a Nanoha, posiblemente más veces de las que realmente eran necesarias, y también llamó a un pequeño restaurante italiano que quedaba cerca del lugar para hacer una reservación. No era un sitio muy lujoso, pero la comida era bastante buena y el ambiente era acogedor. Eso, y que también se ajustaba a su presupuesto.

Ahora solo le tocaba esperar.

El sitio que había escogido para su encuentro era bastante tranquilo. A pesar de que se encontraba casi detrás de una estación del metro, no era una plazoleta bastante transitada. Salvo un par de parejas que se encontraban sentadas en algunos bancos distantes, las personas que transitaban por allí solo lo hacían de paso. Además, estaba rodeada de suficientes árboles como parta refugiarlas del inclemente sol que en ese momento estaba en todo su esplendor.

Si lo pensaba bien, podía incluso hablar con Nanoha en ese lugar. Aún no escogía donde le confesaría a Nanoha sus verdaderos sentimientos. No sabía si era correcto hacerlo antes de ir a almorzar, o si era mejor esperar a estar en el restaurante. Incluso, había pensado en esperar a que pasara todo el día para regresar a la misma plaza y decírselo, pero en el fondo sabía que terminaría diciendo cualquier sarta de tonterías en el lugar menos indicado.

Solo intentaría que su confesión fuese lo menos terrible posible.

Un súbito ataque de ansiedad hizo que tomara de nuevo su teléfono celular para verificar la hora. Aún no habían pasado diez minutos, pero sentía que ya llevaba esperando toda una eternidad. Las palmas de sus manos estaban empezando a sudar y, su respiración, que hasta hace un par de minutos había retomado su ritmo habitual, empezaba a agitarse nuevamente como poseída por alguna fuerza sobrenatural. Apretó el pequeño peluche con fuerza, respirando profundamente para calmarse un poco, cuando el sonido de unos pasos acercándose hizo que girara la cabeza.

De pronto, todos sus miedos se disiparon. La sonrisa de Nanoha domó todos sus demonios y los redujo a su más mínima expresión, y Fate solo pudo aclararse la garganta mientras intentaba retomar de manera urgente el hilo de sus pensamientos, sin mucho éxito en su tarea.

Evitando temblar se levantó, esbozando su mejor sonrisa de "aquí no ha pasado nada" mientras esperaba por la cobriza, con un montón de mariposas agitando violentamente sus alas en su pobre estómago.

- ¡Fate! – saludó alegremente Nanoha.

- ¡Hey! – respondió Fate, manteniendo la sonrisa

Sonrisa que no pudo evitar ensanchar cuando sintió los cálidos labios de Nanoha en una de sus mejillas.

Esa mujer la iba a matar un día de esos.

- ¿Estuviste esperando mucho tiempo? – preguntó Nanoha, mientras se aventuraba a acomodar un mechón de pelo rubio detrás de la oreja de Fate

- No – contestó Fate, sonrojada – Llegué hace apenas unos minutos. Por cierto – continuó, desviando la mirada – Esto es para ti.

Sus manos temblaron un poco cuando le extendió el peluche a Nanoha, y se lamentó de no haber preparado la cámara de su teléfono celular para capturar la enorme sonrisa que quedó plasmada en el rostro de Nanoha cuando tomó el regalo entre sus manos. Pudo escuchar cómo Nanoha dejó escapar un suspiro, mientras mordía inconscientemente su labio inferior, y tuvo que aguantarse de manera sobrehumana en ese momento para no inclinarse y robarle un beso de manera descarada.

Si tan solo ella fuese consciente de lo adorable que se veía de esa manera.

- ¡Es hermoso! – exclamó Nanoha, emocionada – ¡Gracias Fate!

- No es nada – murmuró Fate, jugueteando nerviosamente con sus dedos - ¿Realmente te gustó?

- ¡Sí! – respondió Nanoha – Además, creo que se parece algo a ti.

- ¿En serio? ¿Por qué lo dices?

- Bueno. Parece un chico rudo, pero es tan adorable que provoca comérselo a besos.

Tuvo que tomar una gran bocanada de aire, porque en ese momento olvidó respirar. Se suponía que la cita era para que ella le dijera cosas bonitas a Nanoha, no para que Nanoha flirteara de esa manera con ella, imponiendo respeto y demostrándole quién era la de los pantalones.

Vale, lo aceptaba. Nanoha podía ser la de los pantalones, pero ese sería el secreto de las dos.

- Mentirosa – refutó Fate – No soy adorable.

- Claro que lo eres Fate – respondió Nanoha, sonriendo divertida – Sobre todo con ese enorme sonrojo que tienes.

- ¡Estás haciendo trampa! – exclamó Fate.

- No – respondió Nanoha, tomando la mano de una distraída Fate y apretándola, haciendo que el sonrojo de la rubia se hiciera más grande – Ahora sí estoy haciendo trampa.

- ¡Malvada mujer! – exclamó Fate, ante la risa de Nanoha.

Se dio el pequeño capricho de actuar por impulso, y, sin darle muchas vueltas, se inclinó para darle un casto beso en los labios a Nanoha, quién la miró sorprendida mientras un tenue color rojo empezaba a llenar su rostro. Fate tan solo se encogió de hombros, haciéndose la inocente mientras intentaba no reírse frente a la cara de sorpresa de Nanoha.

- Yo también puedo hacer trampas – dijo Fate suavemente.

- ¡Nanoha!

Ante el sonido de esa voz no pudo evitar tensarse. A lo lejos se acercaba la persona a la que menos deseaba encontrarse ese día, con los ojos entrecerrados de la rabia mientras apuraba su paso hasta ellas. El cabello rubio de Yunno, usualmente bien peinado, parecía estar teniendo un mal día con toda la brisa que azotaba ese día la ciudad, y sus ojos verdes parecían estar a punto de lanzar rayos en dirección a Fate.

La mano de Nanoha se cerró suavemente sobre la suya, mientras ladeaba la cabeza hacia un lado, posiblemente extrañada por la actitud de su amigo.

Pensó que Yuuno se detendría cerca de ellas para lanzar algún comentario sarcástico, o para ignorarla completamente mientras saludaba a Nanoha, pero, al contrario, el rubio avanzó hasta ella empujándola violentamente, casi haciéndole perder el equilibrio. Tuvo que retroceder un par de pasos para no caerse, tomada por sorpresa ante la actitud violenta del chico.

- ¡Aléjate de Nanoha! – exclamó Yuuno, señalando a Fate con un dedo acusador.

- ¿¡Pero qué demonios te pasa!? – gritó Fate, saliendo de su sorpresa.

- ¿¡Cómo te atreves a engatusarla de esa manera!?- reclamó Yuuno, empujándola nuevamente.

- ¡Yuuno detente! – pidió Nanoha, mientras ponía una mano en el pecho del rubio, impidiendo que avanzara nuevamente hacia Fate - ¿A qué viene todo esto?

- ¿Acaso estás ciega Nanoha? – preguntó Yuuno, intentando soltarse - ¡Es solo otra chica interesada, como todas las demás!

- Escúchame Yuuno – empezó a decir Nanoha, respirando profundamente mientras seguía alejando a Yuuno de Fate – No sé de donde sacaste esas cosas, pero déjate de tonterías ¿Vale?

- ¡Por Dios Nanoha! – exclamó Yuuno - ¿Ya te lavó el cerebro? ¡Dios! ¿¡Qué crees que dirá tu padre cuándo sepa que estás saliendo con una delincuente como ella!?

Era demasiado para ella.

Se había quedado de piedra observando la escena. Podía escuchar como Yuuno y Nanoha se habían enfrascado en una discusión, pero no podía entender las palabras que decían. Estaba consciente de que, si Nanoha quitaba por apenas un segundo la mano con la que estaba alejando a Yuuno este se le abalanzaría encima, y posiblemente ya no solo recibiera un empujón, pero toda esa situación le parecía demasiado irreal.

Hasta hace un momento todo iba bien.

Hasta hace un momento eran solo ella y Nanoha.

Ahora ella era una delincuente. ¿Eso era para ellos?

¿Eso pensaría la familia de Nanoha cuando la vieran por primera vez? ¿Qué ella era una delincuente?

Une parecía tener razón después de todo.

Sin pensar se encontró retrocediendo lentamente. Por un momento dejó de escuchar los gritos de ambos chicos, dándole paso a un incómodo silencio que se hizo pitido en sus oídos, mientras sentía sus miradas sobre ella.

Era demasiado para ella.

Solo pudo correr.

Su pecho se agitaba violentamente intentando llevar el aire de su respiración forzada a sus pulmones. Quemaba, pero no tanto como el quejido de sus músculos a la súbita exigencia a la que eran sometidos, o de sus ojos al intentar aguantar las lágrimas que amenazaban con salir sin esperar su llamado.

La ciudad giraba en torno a ella, convirtiéndose de pronto en un mural giratorio de colores que su nervio visual era incapaz de desglosar. Caras iban y venían, las bocinas de los coches, las disculpas, tropezones, todo dejó de importar. Solo importaban los latidos de su corazón, y la fuerza de sus piernas llevándola lejos de su verdad, ¿Cuál verdad?

¿Qué era? ¿Delincuente? ¿Cobarde? ¿Ambas inclusive?

Maldita sea.

No supo en cuál momento se subió en el autobús. Solo fue consciente de que llevaba un rato sentada en la parte de atrás, con el pecho aun subiendo y bajando de manera desesperada, y que la calle por la que transitaba estaba apenas a una cuadra de su casa. Con manos temblorosas apretó el botón para pedir la parada, con la mente hecha añicos al intentar reconstruir los hechos.

Se encontró corriendo nuevamente hacia su casa, rebuscando entre su mochila las llaves de la puerta de entrada, fallando múltiples veces en su intento de introducir la llave en la cerradura. Al lograrlo abrió la puerta desesperada, cerrándola rápidamente tras ella, como si un monstruo estuviese persiguiéndola y fuese capaz de entrar si no se apresuraba.

El sonido de la puerta hizo que Reinforce se asomara desde la cocina, y ella solo se quedó inmóvil, con la vista perdida, mientras la peli plateada se acercaba a ella visiblemente preocupada.

Dio un par de pasos hacia el frente y, posando su cabeza en el pecho de Reinforce, rompió a llorar.

No recordaba exactamente cuándo fue la última vez que había llorado de esa manera, tan solo era consciente del fuerte agarre de Reinforce, y de lo mucho que le dolía respirar mientras las lágrimas manchaban la camiseta de su mejor amiga.

- Todo está bien – murmuró suavemente Reinforce – Tranquila, ya estás en casa. Estás en casa.

Las manos de Reinforce se enredaban en su cabello, tratando de consolarla por lo bajo con palabras de seguridad, pero Fate estaba hecha un manojo de nervios. Tuvieron que pasar varios minutos para que la respiración de la rubia recuperara un ritmo medianamente normal, y pudiera aventurarse a hacer alguna pregunta.

- ¿Quieres hablar sobre lo que pasó? – preguntó Reinforce, mientras se sentaban en el sofá.

Pasaron un par de minutos antes de que Fate se sintiera lo suficientemente segura para emitir alguna palabra.

- Yo… - intentó decir Fate, tomando una bocanada de aire – Lo nuestro. No puedo estar con Nanoha.

- Ella… ¿Te dijo que no? – preguntó con cautela Reinforce.

- No pude… No le dije nada – respondió Fate, con nuevas lágrimas resbalándose por sus mejillas – No soy suficiente, nada de lo que haga hará que sea suficiente. Eso no va a cambiar ni hoy, ni mañana, ni nunca, y no sé por qué me hago ilusiones con algo que no, que no… ¡Demonios!

Cuando Fate empezó a llorar nuevamente, Reinforce supo que, por los momentos, no conseguiría más información de la rubia. Hizo su mayor esfuerzo para tranquilizarla, y, una vez Fate empezó a respirar de manera más calmada, retomó sus labores en la cocina para preparar algo de chocolate caliente, enviando a Fate a su habitación para que se pusiera cómoda.

Se sentía de nuevo una adolescente, intentando lidiar con una Fate en plena crisis. Los antiguos episodios depresivos de Fate la habían hecho adquirir cierta experiencia en el manejo de esos casos, pero no entendía por qué, justamente ahora, Fate parecía haber quedado nuevamente con su confianza hecha trizas. Nanoha parecía una buena chica, y en ningún momento había visto que le haya dicho algo rudo u ofensivo a su amiga como para que la rubia estuviera hecha un ovillo en su cama.

Apagó la llama de la estufa y se dispuso a servir el chocolate recién hecho en dos tazas, cuando la vibración de su teléfono celular la sacó de sus ensoñaciones. Al ver la foto de su novia en la pantalla se apresuró a contestar.

- ¿Todo bien? – preguntó Reinforce.

- ¡Reinforce! – exclamó Hayate desde el otro lado de la línea – Dime por favor que Fate está contigo.

- Sí, está en casa – afirmó Reinforce, suspirando – Tiene una crisis.

- ¿Estás hablando en serio? – inquirió Hayate con un tono de preocupación evidente en su voz.

- Si – respondió Reinforce – Lleva rato llorando. Bueno, está un poco más calmada. Estaba haciendo algo de chocolate. ¿Tienes alguna idea de qué paso con Nanoha?

- Nanoha está conmigo – contestó Hayate – Estaba preocupada porque no sabía dónde estaba Fate. Me dijo que estaban juntas cuando Yuuno llegó y empezó a decirle un montón de cosas horribles a Fate, y Fate solo salió corriendo. También me dijo que intentó llamarla a su teléfono celular, pero nunca le contestó.

- Así que Yuuno – murmuró Reinforce – Ese niño rata se está ganando una buena paliza de mi parte.

- ¡Rein! – la reprendió Hayate - ¡Nada de problemas!.

- Podrá ser amigo de ustedes, pero se lo merece.

- Sé que se lo merece, pero no pueden meterse en problemas con él. Es peligroso.

- Él es el problema. – dijo mordazmente Reinforce – Él y su grupito de niñitos estúpidos.

- Ya Rein, no hablemos de Yuuno ¿Sí? – pidió Hayate, con voz suave – Nanoha irá hasta allá. ¿Te damos un par de horas?

- Si – contestó Reinforce – Eso será suficiente. Cuídate por allí ¿Vale?

- Vale cielo. ¡Nos vemos luego!

Cuando entró a la habitación de Fate, la rubia se encontraba en pijamas, oculta bajo las sábanas mientras cambiaba de manera distraída los canales del televisor. Ya había dejado de llorar, pero sus ojos estaban hinchados y parecía estar teniendo problemas con su nariz. Musitó un débil gracias cuando recibió la taza de chocolate por parte de Reinforce, permaneciendo sentadas en silencio un rato.

Luego de unos cuantos minutos Reinforce dejó a Fate sola en su habitación, y se sentó en la sala para trabajar en un ensayo que debía entregar el día siguiente en la universidad. Cada cierto tiempo se levantaba e iba a echarle un vistazo a su amiga, que, ya para ese momento, había encontrado una comedia romántica en la televisión que a Reinforce se le hizo imposible quitar.

A veces la encontraba llorando. Otras veces estaba más tranquila. Solo a ella se le ocurría ponerse a ver algo con tintes románticos en su estado.

Al menos no estaba viendo Crepúsculo.

Se había quedado estancada en una parte de la redacción de su ensayo cuando su teléfono celular vibró. Al leer el mensaje de texto que había recibido fue a abrir la puerta con cuidado, intentando hacer el menor ruido posible mientras se hacía a un lado para dejar entrar a Hayate y a una preocupada Nanoha. Al parecer habían pasado por una pizzería camino a casa, así que Hayate se acercó al mesón para dejar el par de cajas de pizza recién hecha que traía entre sus manos, estrechando luego a su novia en un fuerte abrazo.

Si Reinforce era realista, estaba casi segura de que Nanoha necesitaba más ese abrazo que ella.

La cobriza sostenía entre sus manos el pequeño peluche que Fate le había enseñado en la mañana, y sus ojos mostraban una profunda tristeza. Lo más probable es que Nanoha estuviese confundida por todo lo que estaba pasando, y, por lo que lograba detallar, estaba creyendo que la actitud que había tomado Fate era enteramente culpa suya. Sin embargo, la tristeza en los ojos de Nanoha era de preocupación verdadera, y para Reinforce era obvio que, a pesar de que la cobriza no sabía en qué problema se había metido al poner sus ojos en Fate, ya era muy tarde para rescatarla.

Era muy tarde para rescatarlas a ambas.

Reinforce se acercó a la puerta de la habitación de Fate, y le hizo señas a Nanoha para que se acercara, quién le hizo caso con andar tímido.

- Nanoha – comenzó a decir Reinforce, suspirando - ¿Estás segura de todo esto?

- No entiendo – replicó Nanoha, frunciendo el ceño.

- Fate, bueno. Creo que ya con esto conoces a Fate – contestó Reinforce, mirándola seriamente – No sé qué tanto te haya comentado Hayate, pero Fate está arrastrando desde hace mucho con una carga emocional horrible. Aunque se vea muy reservada, esa chica es una completa llorona. Bueno, ya lo estás viendo con tus propios ojos. Si sigues saliendo con Fate tendrás que aprender a lidiar con todo eso, entonces ¿Estás segura de que quieres seguir adelante?

Nanoha dejó escapar un resoplido de indignación, y Reinforce solo pudo sonreír. Sabía que venía a continuación, y, sin duda, no esperaba nada menos de ella.

- Estoy enamorada de Fate – respondió Nanoha, mirando a Reinforce fijamente – ¿Crees que puedo quedarme de brazos cruzados sabiendo que ella no se siente bien? No te imaginas las ganas que tenía de golpear a Yuuno cuando vi que Fate salió corriendo, y casi me muero de la preocupación cuando ella no tomó ninguna de mis llamadas. Ni siquiera sé si ella va a permitir que esté cerca de ella, pero de lo que si estoy segura es que quiero intentar todo con ella, no me importa lo que pase.

- Entonces no me decepciones ¿Vale? – dijo Reinforce, sonriendo – Estoy poniendo todas mis esperanzas en ti. Buena suerte.

Reinforce tocó dos veces la puerta. Espero un par de segundos para tocar nuevamente, y, luego de unos cuantos segundos más, repitió el proceso. En esa tercera vez, lograron escuchar un leve gruñido que venía de la habitación de Fate. Luego de darle un par de palmaditas en el hombro a una temblorosa Nanoha, le hizo señas a Hayate para entrar en la habitación contigua, dejando a Nanoha sola frente a la última barrera que la separaba de la rubia.

Casi podía escuchar los latidos de su corazón en sus oídos, mientras el pomo de la puerta giraba lentamente.

- ¿Qué pasa Re…? – comenzó a preguntar Fate, deteniéndose en seco.

Cuando se encontraron frente a frente Nanoha inconscientemente se quedó sin aire. Fate estaba allí, con los ojos hinchados de tanto llorar y con pinta de no estarla pasando nada bien. Parecía intentar fruncir el ceño sin mucho éxito, y la expresión en su rostro era más de miedo que de molestia. El largo cabello rubio de la chica se arremolinaba en su espalda, y una cantidad innumerable de mechones rebeldes caían sobre su rostro, pero Fate no se inmutó en ningún momento.

Nanoha quería acercarse y abrazarla. Besarla hasta que cambiara las lágrimas por sonrisas. Fate, con su mirar perdido y su mano aferrada fuertemente al pomo de la puerta no se podía imaginar lo mucho que Nanoha deseaba protegerla, observándola tan vulnerable.

El silencio había extendido sus brazos por toda la estancia, sin embargo, Nanoha parecía capaz de escuchar la irregular respiración de Fate mientras la rubia seguía observándola sin inmutarse. Como pudo, consiguió la fuerza de voluntad suficiente para hablar.

- ¿Puedo pasar? – preguntó suavemente Nanoha, incapaz de ocultar sus nervios.

- Claro – respondió débilmente Fate, haciéndose a un lado para dejar entrar a Nanoha.

Fate cerró la puerta tras Nanoha y se sentó en la cama, dejándole un espacio a la cobriza para que se sentara junto a ella. Tomó el mando del televisor y bajó el volumen, hasta que los diálogos de la película se transformaron en un murmullo apenas audible, y abrazó sus rodillas con sus brazos, manteniéndose en silencio.

Quería hablar, pero sentía que si abría la boca no lograría emitir ningún sonido. Nanoha se mantenía a su lado en silencio, lanzándole pequeñas miradas furtivas que para Fate eran bastante obvias, pero, aun así, no hizo nada.

No sabía si era mejor hablar para romper el absurdo silencio que las rodeaba, o quedarse allí sentadas en silencio, pero juntas, tentadas a jugar con una burbuja que parecía a punto de estallar.

- ¿Así que Adam Sandler? – preguntó Nanoha, esbozando una sonrisa.

- Me gusta esa película – respondió Fate, evitando el contacto visual con Nanoha.

- Fate.

El súbito contacto de la mano de Nanoha cerrándose sobre la suya le hizo dar un respingo. Allí estaba, mirándola con esos ojos azules como si con eso fuera capaz de realizar un escáner completo de su alma, y, a pesar de las ganas que tenía de pedirle que la soltara por el bien de ambas, se encontraba cediendo inevitablemente al calor de la cobriza. Traicionada por sus sentidos, no podía negar que disfrutaba el roce de los dedos de Nanoha deslizándose suavemente sobre el dorso de su mano, calmando la tormenta que se había desatado dentro de su ser.

Todo eso estaba mal. Ellas eran prácticamente polos apuestos. Pero la cercanía de Nanoha le daba la paz que parecía no hallar.

- Perdóname si hice algo mal hoy – dijo Nanoha, con la mirada clavada en el suelo de la habitación – Mi intención en ningún momento fue incomo…

- No – la interrumpió Fate, cerrando sus ojos – Tu no hiciste nada malo.

Fate abrió la boca para decir algo, pero no encontró las palabras adecuada. Lo correcto parecía ser pedirle que se fuera, diciéndole que todo había sido un error y que lo mejor era que separaran sus caminos y olvidaran que por un tiempo tontearon, pero su corazón le pedía que se mantuviera en silencio un rato más, solo un rato más, el tiempo suficiente para que la mano de Nanoha siguiera acariciando la suya.

¿Realmente se merecía a alguien como Nanoha?

- Tú eres demasiado perfecta – susurró Fate por lo bajo, perfectamente audible para el oído de Nanoha.

- ¿Por qué huyes de todo esto Fate? – preguntó Nanoha suspirando - ¿Por qué no permites que me acerque más a ti?

- Porque no se puede Nanoha. ¿Acaso no me ves? – empezó a decir Fate, incapaz de contener las lágrimas – Soy una pérdida de tiempo para alguien como tú. No tengo nada que ofrecerte y tú ya lo tienes todo. Te mereces a alguien que este a tu nivel, no a una escoria como yo.

- No te imaginas cuanto odio que hables así de ti.

El tacto de Nanoha la debilitaba, de eso podía estar segura, o al menos eso era lo único que podía explicar que hubiese decidido girarse para quedar frente a frente con Nanoha, quién había llevado su mano hasta su mejilla, acariciándola suavemente para quitar sus lágrimas, acercándose cada vez un poco más.

- Estoy diciéndote la verdad Nanoha – murmuró Fate.

- Según tú.

- Alguien como yo no puede darte todo lo que mereces.

- ¿Yo te he pedido algo? – preguntó Nanoha.

Estaban tan cerca que si alguna de las dos se movía terminaría inevitablemente conectando sus labios con la otra. El suave cosquilleo de la respiración de Nanoha y sus carnosos labios entreabiertos la llamaban a fundirse con ellos, y aún no concebía el hecho de que Nanoha había sido capaz de descubrir sus puntos débiles a una velocidad de vértigo.

La necesitaba. Aunque todo lo que estaban haciendo les traería más problemas, Fate la necesitaba.

- Lo único que quiero es estar a tu lado – susurró Nanoha, haciéndola estremecer.

- ¿Por qué eres tan testaruda? – preguntó Fate, acercándose apenas unos milímetros más.

- Creo que es porque me has hecho perder la cabeza.

Nanoha rompió la minúscula distancia que las separaba, y Fate correspondió gustosa a los suaves labios que atrapaban los suyos en un dulce agarre. Esta vez estaba completamente sobria, y muy consciente de cómo su piel se encontraba erizada ante el gentil contacto de Nanoha, estremeciéndola.

Los dedos de Nanoha juguetearon con su cabello, mientras el beso se hacía más intenso y sus manos rodeaban lentamente la cintura de la cobriza, atrayéndola más.

Se separaron jadeando, intentando llevar un poco de aire a sus pulmones mientras las pupilas dilatadas de ambas las delataban. De pronto, todos los miedos y dudas que habían plagado su cabeza se habían marchado sin siquiera decir adiós.

- Fate – murmuró Nanoha, mientras seguía jugueteando con el cabello de Fate.

- Dime – susurró Fate.

- ¿Quieres ser mi novia?

- ¡No! – exclamó Fate, arrepintiéndose ante la mirada de dolor de Nanoha – Es decir ¡Sí!. Maldición, déjame explicarte.

Nanoha tuvo que aguantar una risita ante la expresión de contrariedad de Fate, quién parecía estar buscando las palabras para poder hacerse entender, sin mucho éxito. La rubia suspiró profundamente y cerró sus ojos, rogando que su explicación no fuese tan complicada de entender.

- Verás – comenzó a decir Fate – Se supone que hoy te invité a salir porque te iba a hacer exactamente esa misma pregunta. Por supuesto, todo eso fue antes de que saliera corriendo como una idiota. ¡Dios! ¡Es tan frustrante!

- Bueno, puedes preguntármelo si quieres – dijo Nanoha, visiblemente divertida.

- ¡Así no tiene gracia! – exclamó Fate, haciendo un puchero – No me soporto, soy una pasiva de lo peor.

- ¿Qué dijiste? – preguntó Nanoha, alzando una ceja mientras sonreía ampliamente.

- ¿Dije eso en voz alta? – inquirió Fate, sonrojándose violentamente.

- Si lo dijiste – contestó Nanoha, riéndose ante la cara de tragedia de Fate.

- ¡Ay no! – exclamó Fate.

- Ven acá.

Nanoha la abrazó fuertemente mientras la besaba repetidamente, sacándole unas buenas carcajadas a una Fate que intentaba inútilmente resistirse al ataque de la cobriza. Luego de un par de minutos de lucha sin sentido terminaron acostadas juntas, con Nanoha acariciando con cuidado el rostro de Fate mientras esta buscaba cobijo entre sus brazos.

No recordaba haberse acercado tanto a alguna de sus antiguas parejas, pero en los brazos de Nanoha todo el mundo parecía desaparecer, y tan solo quedaban ellas dos, en silencio, sosteniéndose mutuamente mientras trataban de construir lentamente su camino sin tropezar.

Era una calma que nunca creyó que hallaría.

- ¿Estás segura de que quieres intentarlo? – preguntó tímidamente Fate.

- Sí, sí quiero ser tu novia si eso es lo que quieres decir – contestó Nanoha, riéndose.

- ¡Es en serio Nanoha! – replicó Fate, con un mohín.

- Estoy segura Fate – respondió Nanoha, mirándola con ternura – Estoy completamente segura.

No pudo evitar rendirse al cansancio entre ese par de brazos que parecían dispuestos a protegerla.