¡Hola! ¿Qué tal están?
Primero que nada, les pido disculpas por la enorme tardanza. El capítulo estaba listo desde hace unos cinco días más o menos, pero aún no tengo una conexión a internet propiamente dicha, así que tengo que aprovechar cuando alguien comparte sus datos conmigo para poder actualizar. Espero poder solucionar ese pequeño inconveniente pronto.
Una vez más, muchísimas gracias por el seguimiento que le están dando a esta historia. Disfrutemos de la calma antes de la tormenta.
Un abrazo gigante en la distancia. ¡Pórtense bien!
Disclaimer: MSLN ni sus personajes me pertenecen, todo el crédito a sus respectivos autores.
Capítulo 15: Bajo las estrellas.
Si alguien le hubiese dicho que era posible alcanzar la inmensa paz que estaba sintiendo en ese instante, seguramente pensaría que se estaba burlando de ella.
Sin embargo, mirando distraída por la ventana y con una particular cobriza recostada de su hombro, se daba cuenta de que sí era humanamente posible alcanzar ese estado de plenitud.
La mejor decisión que pudo haber tomado fue dejar los miedos atrás y aceptar completamente sus sentimientos por Nanoha. Aunque al comienzo de su relación seguía sintiendo un poco de miedo por lo que podía llegar a pasar, aún atormentada por el fantasma de los actos de Une, Nanoha poco a poco le había hecho ver que podía confiar plenamente en ella.
Despacio, un paso a la vez.
No pasó mucho tiempo para que se encontrara hablando por horas con Reinforce acerca de lo maravillosa que era Nanoha, incluso permitiéndose emitir algún chillido de emoción cuando la cobriza le mandaba algún mensaje de texto a mitad del día para saber cómo estaba.
Aún le costaba creer que alguien como Nanoha hubiese puesto los ojos en ella, a pesar de que Reinforce le decía que eso era algo completamente normal, y que el trato que tenía Nanoha hacía ella era el trato que tenían las personas cuando amaban profundamente a otra. Ella lo entendía, porque ella actuaba de la misma manera protectora con Nanoha, sin embargo, era la primera vez que alguien con quién se involucraba románticamente tomaba esa misma actitud para con ella.
Afortunadamente las cosas marchaban bastante bien para ellas. Llevaban casi tres meses saliendo oficialmente, aunque Nanoha aún no había hablado formalmente con sus padres sobre Fate. Aun así, Hayate le había comentado que Nanoha le había dicho entre líneas a su madre que estaba saliendo con una chica, pero con su padre ni hablar.
Estaba segura de que más adelante encontrarían el momento adecuado para ese tipo de formalidades.
Yuuno no dejaba de lanzarle miradas de odio cuando se encontraban por los pasillos de la universidad, pero la mirada severa de Nanoha lograba mantener a raya cualquier provocación del rubio. Para su malestar, al mes de la discusión que tuvieron el rubio se acercó a Nanoha para disculparse por su actitud, por lo que ambos habían retomado el contacto.
Ese cuento del arrepentimiento no era bien digerido todavía por Fate. Seguía sospechando que el rubio tenía algún otro tipo de intención oculta que disimulaba bajo esa cara de tristeza, pero si Nanoha había decido darle una nueva oportunidad a Yuuno para redimirse Fate no era quién para impedírselo.
De todas formas, salvo ese tipo de miradas que, si mataran, la tuviesen en esos momentos a tres metros bajo tierra, el rubio y sus amigos no habían intentado fastidiarla de nuevo.
Definitivamente las cosas marchaban bien.
Tarareó el estribillo de la canción que sonaba en ese momento por las bocinas del auto de Hayate mientras centraba nuevamente su atención al paisaje que se mostraba a través de la ventana. Ese día se encontraban rumbo a uno de sus acampadas de fines de semana, en una de las residencias vacacionales propiedad de la familia Yagami.
Bueno, virtualmente era una acampada.
Dos veces al año acostumbraban a ir a una de las casas vacacionales de Hayate durante el fin de semana para "acampar", aunque en realidad lo que hacían era colocar durante el día unas carpas en algún sitio del bosque que se encontraba dentro de la propiedad, armar una fogata, intentar pescar algo en el lago para el almuerzo y luego, cuando ya empezaba a anochecer, dirigirse hacia la casa para tomarse un par de tragos y acostarse en alguna de las cómodas camas de la residencia.
Era algo así como acampar haciendo trampas, pero hasta el momento les había funcionado.
Oficialmente era la primera acampada del año, y también era la primera en donde Nanoha las acompañaría, quitándole oficialmente el estatus de lámpara a Fate, según palabras de la mismísima Hayate.
La realidad era que, en vista de que sus amigas tenían parejas estables desde hace mucho tiempo, en las acampadas anteriores por lo general Fate tenía que empezar a huir por la derecha cuando el alcohol se les subía a la cabeza y les daba por ponerse cariñosas. Eso también le permitía quedarse dormida antes de que empezaran a llegarle sonidos no identificados del cuarto contiguo, pero esta vez al menos podría quedarse hablando largo y tendido con Nanoha durante toda la noche.
Si sus cálculos no fallaban aún faltaban aproximadamente veinte minutos para llegar a su destino. El viaje era amenizado por un cd de Texas Is The Reason que Reinforce se tomó la libertad de escoger porque, según sus palabras, el deber del copiloto era el de escoger la música del viaje. Tampoco era que a ella le molestara en absoluto esa selección.
Al menos no le había dejado a Hayate buscar sus canciones de Lady Gaga. Si las hubiese puesto habrían tenido que aguantar por hora y media el concierto que Hayate improvisaría con su nada melodiosa voz exclusivamente para ellas.
No, no quería ni siquiera imaginarlo.
Giró su cabeza para encontrarse con una Nanoha que estaba despertando de su siesta mirando confundida a su alrededor. Se estrujó los ojos con una mano, mientras tomaba con su mano libre la botella de agua que le estaba acercando Fate.
- ¿Ya llegamos? – preguntó en un murmullo Nanoha.
- Ya falta poco – contestó Fate, mientras le acomodaba un mechón de cabello detrás de la oreja.
- ¡Hola bella durmiente! – exclamó Hayate, mirándola a través del espejo retrovisor.
- ¡Hayate! – refunfuñó Nanoha – No grites.
- Uy, la bella durmiente está de mal humor.
- Vamos Fate, haz feliz a tu novia – dijo Reinforce con una sonrisa.
Fate aprovechó la ocasión para dedicarle una mirada de soslayo a Reinforce, mientras bajaba su cabeza para acercarse más a Nanoha.
- Hey – murmuró Fate hacia Nanoha - ¿Te encuentras bien?
La verdad era que Nanoha acababa de salir de un fuerte resfriado que había pescado a inicios de semana, y que la obligó a pasar un par de días descansando en casa. La tos había desaparecido el día anterior, pero aun así Nanoha tuvo que repetirle en incontables ocasiones a Fate que ya se encontraba bien para que la rubia dejara de inventarse posibles excusas para que faltaran a la acampada y quedarse en casa.
Y había aprendido que cuando algo se le metía en la cabeza a la cobriza era muy difícil hacerla cambiar de opinión.
- Quédate tranquila preocupona – contestó cariñosamente Nanoha, mientras le pellizcaba la mejilla – Estoy bien.
- ¡Al fin llegamos! – exclamó alegremente Reinforce.
Ante ellas se desplegaba la enorme verja que separaba la propiedad de la carretera. Un par de toques de claxon bastaron para que uno de los guardias de seguridad se asomara por la garita, saludando con la mano a Hayate mientras las dejaba pasar, esperando unos segundo más a que también pasara Signum, quién las había seguido durante todo el camino junto a Shamal en su motocicleta.
Se estacionaron casi al frente de la amplia casa de dos plantas que habitarían durante ese dia y parte del día siguiente, apresurándose para bajar y empezar a cargar con los instrumentos necesarios para armar su campamento. Mientras Fate, Reinforce y Signum se dedicaban a bajar las cosas del automóvil, Hayate se dirigió hacia la puerta principal, abriéndola para permitirles pasar.
Poco a poco fueron trasladando las cosas del auto hasta un pequeño claro que se encontraba un tanto oculto entre los árboles, bastante cerca del lago.
En vista de que se habían demorado en salir de la ciudad, y la hora del almuerzo se acercaba, se repartieron las tareas para ahorrar tiempo.
Fate y Nanoha comenzaron la dura lucha que se traducía en armar las tres carpas sin que ninguna de ellas tuviera el riesgo de salir volando a la menor brisa. Shamal se decantó por encender la fogata, en vista de que, al haber pertenecido a las girl scouts, tenía ciertos conocimientos sobre el encendido de fuegos, mientras Signum tomó un balde y la caña de pescar para dedicarse a la paciente tarea de pescar algo en el muelle para el almuerzo.
Reinforce también sabía pescar, pero en esos momentos estaba intentando ponerse de acuerdo con Hayate sobre la preparación de la comida. Esa era la escena que se repetía año tras año.
- ¿Por qué no pones los pimientos primero? – preguntó Reinforce, exhausta.
- Porque se van a quemar Rein – respondió Hayate – Nos vamos a pasar el punto de cocción si los ponemos de una vez
- ¿Puedo abrir un paquete de galletas?
- Son para después de comer.
- Yo ya comí – se defendió Reinforce.
- El desayuno no cuenta – refutó Hayate.
- ¿Un vaso de gaseosa?
- ¿No te puedes esperar a que Signum regrese?
- ¿Te enojarías mucho si te digo que no?
Hayate se giró para quedar frente a una Reinforce que cerró sus ojos preparada para la reprimenda, pero, en vez de eso, Hayate tomó sus mejillas y la atrajo hacia ella para besarla profundamente, ante la sorpresa de la peligris.
- ¡Si van a empezar a meterse mano váyanse a la casa! – les advirtió Shamal.
Reinforce aún no se había recuperado de la impresión cuando la castaña sacó de su bolsillo una piruleta, dándosela con una sonrisa ante la mirada iluminada de Reinforce.
- ¡Por esto es que me tienes a tus pies! – exclamó Reinforce, tomando a Hayate entre sus brazos y levantándola.
- Soy la mejor waifu que encontrarás – respondió Hayate con una sonrisa.
- La actitud de Hayate me parecía tan madura, hasta que dijo eso último – comentó Nanoha, suspirando.
- Déjalas, ellas son así – dijo Fate con una sonrisa – Tal para cual.
Luego de casi una hora de intentos fallidos al intentar tensar las cuerdas de las carpas, Fate podía decir que estaba satisfecha con el trabajo que habían hecho. De todas maneras, apenas se sentía una ligera brisa agradable pasar de vez en cuando, por lo que dudaba de que alguna de las carpetas saliera volando por obra y gracia del espíritu santo. Shamal había hecho un excelente trabajo con la fogata, y a lo lejos venían Signum y Reinforce con unos cuantos pescados en el balde y la caña de pesca a cuestas.
Hayate había llegado a la conclusión de que dos pescadoras eran mejor que una, y así podía mantener lejos a Reinforce de la comida hasta el momento del almuerzo, por lo que prefirió pedirle a la peligris que fuese a ayudar a Signum.
Una vez el almuerzo estuvo listo, se sentaron todas alrededor de la fogata. Hacía muchísimo calor, por lo que el primer six pack de cerveza se terminó antes de que terminaran la mitad de su almuerzo. Nadie podía negar que Hayate tenía un talento innato para la cocina, y, adicionalmente, la castaña había preparado una salsa casera para acompañar el pescado que estaba riquísima.
Si Hayate cocinaba de esa forma, todas podían entender el por qué Reinforce perdía la cabeza por los platos de su novia.
El amor entra por el estómago, o eso decían.
Después de comer, aprovecharon la cercanía del lago para darse un chapuzón, del que fue excluida Nanoha por decisión unánime. A pesar de las protestas de la cobriza, Fate se encargó de recordarle una cantidad inimaginable de veces que acababa de salir de un fuerte resfriado y lo menos que quería era que se enfermara nuevamente, por lo que Nanoha terminó aceptando su destino y se quedó sentada en el muelle, mirando a sus amigas chapotear como peces.
Igual, no le dio mucho tiempo de sentirse sola. Luego de una rápida zambullida, Fate salió del agua para sentarse a su lado, intentando secarse el cabello húmedo con una toalla sin tener mucho éxito.
- ¿Segura que no quieres quedarte con las chicas un rato más? – preguntó Nanoha.
- Nah – negó Fate sonriendo – Aquí estoy mejor.
- En serio tonta, si quieres me quedo aquí mientras te metes en el lago un rato más. Hace mucho calor.
- Iré más tarde. ¿Quieres que te consiga una gaseosa?
- Eso estaría muy bi… Espera un momento.
El melódico repique del teléfono celular de Nanoha interrumpió su conversación. Lo ubicó en el bolsillo de su pantalón, y, extrañada por la repentina llamada, procedió a contestar.
- ¡Hola Yuuno! – exclamó Nanoha, divertida ante el repentino cambio de semblante de Fate – Muy bien ¿Y tú? Me alegro. Lo siento, no puedo hoy. No, en verdad no puedo, estoy de camping con Hayate. Imposible. Estaré todo el fin fuera. Vale, para la próxima puede ser. Hablamos luego. ¡Adiós!
Al finalizar la llamada guardó su teléfono celular nuevamente en su bolsillo, y se giró para enfrentar a una Fate que hacía hasta lo imposible por disimular el enorme ceño fruncido que tenía hasta hace segundos atrás, sin mucho éxito.
- ¿Todo bien? – preguntó Nanoha
- Sí, todo bien – contestó Fate, desviando la mirada - ¿Qué quería Yuuno?
- Creo que iba a salir con sus amigos al cine más tarde y quería que me les uniera – respondió Nanoha, encogiéndose de hombros.
- Que bien – murmuró Fate, intentando que su molestia no fuese tan evidente.
- ¿Estás celosa? – preguntó Nanoha alzando una ceja.
- No – mintió Fate entre dientes.
- Fate ¿En serio estás celosa?
- No. Bueno, no tanto. Olvídalo. Solo no confío tanto como tú en Yuuno.
- Vamos Fate, no te pongas así – pidió Nanoha, mientras la rodeaba con sus brazos – Yuuno es solo un amigo. Sé que es un patán y que no se llevan bien, pero ya se disculpó con nosotras. Además, le dejé bien en claro que tú y yo somos novias, así que no tienes de que preocuparte.
Fate solo pudo suspirar, mientras Nanoha la abrazaba con más fuerza y depositaba un pícaro beso en su cuello. Quería creer en las palabras de Nanoha. Al fin y al cabo la cobriza era quién tenía más tiempo conociendo a Yuuno. Sin embargo, no podía dejar de pensar en que el rubio se traía algo entre manos.
Y ese cuento de los amigos no era capaz de comprárselo a Yuuno. Aunque Nanoha lo mantuviera en una especie de friendzone a lo largo de los años, Fate se había dado cuenta de las miradas que le dedicaba Yuuno a la cobriza cada vez que hablaban y, por supuesto, había notado el incremento de odio que su presencia causaba ante los ojos de Yuuno.
Yuuno quería a Nanoha para algo mucho más grande que una simple amistad. Que Nanoha se hiciera la ciega era otra cuestión.
De todas formas intentó calmarse por el bien de ambas. El clima era estupendo y, además, se supone que habían ido a acampar para pasarla bien, por lo que se dejó mimar por Nanoha y compartió nuevamente risas con sus compañeras, a medida que el sol en el horizonte iba ocultándose lentamente, regalándoles un hermoso espectáculo de color mientras caminaban hacia la residencia para resguardarse del incipiente frío.
Luego de un par de horas y un potente vino cortesía de la familia Yagami se podría decir que Fate estaba un tanto más alegre de lo normal. Habían desempolvado el equipo de karaoke que se encontraba en la sala principal, y en ese momento estaban recibiendo el concierto privado que Hayate les había negado en horas de la mañana, con una canción incluso más dramática que su interpretación, pero que, gracias al alcohol, la estaba matando de la risa.
Cuando fue su turno de cantar, Hayate logró su venganza a obligarla a interpretar una canción urbana con una letra bastante vulgar que tenía roja como un tomate a Nanoha y a Signum intentando no escupir el vino de la risa, mientras que Reinforce, en una inaceptable muestra de traición, la invitaba a realizar la coreografía.
Estaban escogiendo la próxima canción cuando el timbre de la residencia sonó. Fate se detuvo por un momento, pero Hayate le hizo señas para que siguiera mientras caminaba hacia la puerta principal.
Hayate regresó un par de minutos después, visiblemente confundida.
- Nanoha, te buscan – dijo Hayate, con una mueca.
- ¿Eh? ¿Me buscan? – preguntó Nanoha, extrañada.
La castaña solo se encogió de hombros mientras señalaba hacia la puerta y procedía a tomar asiento. Fate miró a Hayate en búsqueda de respuestas, pero la castaña evitó su mirada. Estaba por hablar cuando la voz de Nanoha confirmó sus crecientes sospechas.
- ¿Yuuno? – preguntó Nanoha desde el umbral, cuando se encontró de frente con su visitante.
A la mierda todo.
Estaba ebria, y estaba molesta. Ese estúpido cara de hurón. ¿Cómo demonios se atrevía a aparecerse en esa casa a mitad de la noche para buscar a Nanoha? ¿Qué pensaba? ¡Ella era su novia!
- Fate, cálmate – pidió por lo bajo Reinforce, quién se había levantado de su asiento para tomarla del brazo.
- ¿Saben qué? – comenzó a decir Fate, suspirando profundamente – Estaré afuera. Me llevaré esto – añadió, mientras tomaba la botella de vino que apenas habían destapado hace diez minutos en sustitución de la anterior – Que tengan una feliz noche.
Reinforce intentó hacerla entrar en razón, pero ella ya estaba cansada de todo. Con un leve forcejeo se soltó del agarre de Reinforce y salió a caminar por la puerta de atrás. El frío hizo que se estremeciera por unos segundos, pero no hubo nada que un buen trago de vino no solucionara.
Si alzaba la mirada mientras caminaba, podía ver el inmenso cielo estrellado que se extendía sobre ella. Por un momento deseo ser alguno de esos minúsculos puntos en el firmamento y no tener que estar armando ese tipo de berrinches.
Se estaba comportando como una idiota. Nanoha no le había dado ningún motivo para desconfiar de ella. Con Nanoha las cosas iban muy bien. El problema era Yuuno, Yuuno y sus intenciones ocultas, Yuuno y la capacidad que tenía para hacerla dudar.
Aún consideraba que no era el mejor partido para Nanoha, sin embargo, la cobriza le había demostrado de las mil y un maneras que era a ella a quién quería por encima de los demás. Era humano tener miedo a lo que pudiera pasar si las cosas entre ellas pasaban a un plano aún más serio. Por Dios, Nanoha era la heredera de un imperio, ella solo era una pseudo músico que no había logrado siquiera grabar un ep. Para la sociedad, esa relación no tenía sentido.
Y entonces, cuando había logrado por lo menos olvidarse momentáneamente de los problemas que su noviazgo conllevaba, aparecía Yuuno a fastidiar esos pequeños momentos de libertad plena que tenía con Nanoha.
Era justo que se permitiera molestarse de vez en cuando ¿No?
Lanzó una pequeña maldición cuando tropezó con una piedra por la poca visibilidad que tenía en esos momentos. Los restos de la fogota aún se encontraban calientes, o al menos eso podía deducir por la leve incandescencia del carbón, así que se sentó junto a la misma mientras tomaba un poco más de vino.
Quizá fue una muy mala idea haberse llevado el vino.
Una pequeña risa se le escapó cuando noto como una pequeña lágrima resbalaba lentamente por su mejilla. Toda esa situación era absurda, y ella ahora iba a ponerse a llorar, como si con eso fuese a solucionar alguno de sus problemas. Definitivamente fue una mala idea haberse llevado esa botella.
- Esto es un asco – murmuró por lo bajo, mientras le daba un trago más a la botella.
- Así que aquí era donde estabas – susurró Nanoha cerca de su oreja.
Sintió el peso de la cobriza sobre su espalda, y sus brazos rodeando su cintura mientras que con una mano le quitaba la botella de vino, apartándola de su alcance. Se quedaron en silencio por un rato, silencio apenas roto por el suave sonido de sus respiraciones acompasadas y el ligero crepitar de algunos carbones que se negaban a apagarse completamente.
- Fate – murmuró Nanoha.
- Lo siento – dijo Fate.
- Sabes que eres la única persona con la que quiero estar ¿Verdad?
- ¿Tú estás segura de eso?
- ¿De qué hablas? – preguntó confundida Nanoha
- Lo siento – se disculpó nuevamente Fate – Estoy ebria y no estoy pensando bien las cosas. Lo mejor será que regreses con las…
- No. No me moveré de acá hasta que me escuches.
Había llegado a la conclusión de que Nanoha era la persona más terca del mundo, o al menos eso era lo que le confirmaban esos ojos violetas mirándola con esa determinación tan grande.
Le daba miedo que Nanoha no quisiera luchar a su lado, pero muy en el fondo sabía la cobriza había estado luchando junto a ella desde la primera vez que se encontraron.
- Te amo Fate – dijo Nanoha, mirándola fijamente – No sé si sea demasiado pronto para decírtelo, pero realmente te amo. Estoy completamente segura de eso, y también estoy completamente segura de que lucharé contra todo lo que nos intente separar, así como le acabo de pegar cuatro gritos a Yuuno por aparecerse cuando sabía que estaba pasando el día contigo. Ahora ¿Es suficiente para que dejes de dudar de mis intenciones contigo, o quieres que te lo repita?
Fate asintió levemente, mientras se daba vuelta para esconderse entre los brazos de Nanoha, quién la sostenía fuertemente, dejándose llevar por la calma que la cobriza le proporcionaba.
- Lo siento Nanoha, en verdad, me estoy comportando como una idiota – se disculpó Fate.
- Entiendo que tengas miedo aún Fate, yo también lo tengo. Pero mujer ¡Déjate querer!
No logró aguantar la carcajada ante el elocuente comentario de Nanoha. Era increíble cómo en menos de cinco minutos la cobriza había cambiado por completo el sombrío ambiente del lugar para hacerla reír de una manera tan sencilla. Sin pedir permiso, tomó un beso prestado de los labios de Nanoha, permitiendo que la cobriza lo reclamara de vuelta sin ningún tipo de pudor.
En apenas unos segundos se encontraron enfrascadas en una lucha por la dominación en la cual ninguna de las dos parecía querer ceder, pero cuando sintió las manos de Nanoha intentando recorrer su espalda se detuvo por un momento.
- ¡Perdón! – exclamó Nanoha, sonrojándose – Me deje llevar y…
- No, no me pidas perdón – murmuró Fate.
Fate volvió a acercarse a Nanoha, esta vez tomando sus labios en un suave agarre que lentamente se hizo más y más profundo. Deslizó sus manos por la cintura de Nanoha, deleitándose por la suavidad de la piel que la yema de sus dedos exploraba, mientras sentía como, dentro de ella, una nueva revolución empezaba.
- Fate, no tenemos que hacer esto si no quieres – murmuró Nanoha, mientras intentaba recuperar el aliento.
- No estás haciendo nada que yo no quiera que tu hagas – le susurró Fate al oído.
Nanoha la miró a los ojos, perdiéndose en ese profundo borgoña y encontrando un deseo primitivo, visceral. Ella comprendía a esa Fate que la miraba agitada, como si estuviese esperando su aprobación para dar el primer paso. La comprendía porque ella se sentía igual.
Ella también la deseaba. En ese momento la deseaba más que a nada en ese mundo.
La beso de nuevo, la beso con ganas, como si al segundo siguiente la rubia fuese a desaparecer y ya no podría tenerla nuevamente entre sus brazos. Fate respondió al beso con la misma intensidad, mientras la guiaba a una de las carpas que habían armado en la mañana, refugiándose en ella. En ese momento descubrió que Fate tenía unas manos extremadamente hábiles, y no solo para tocar el bajo.
En un abrir y cerrar de ojos Fate la había despojado de su camiseta, liberando sus senos de la opresión del brasier con un rápido movimiento. Cada beso de la rubia ardía con la intensidad de mil soles al contacto con su piel, haciéndola desear más y nublando su razón, eliminando cualquier clase de pensamiento y dejándola tan solo con la necesidad de que el tacto de la rubia se prolongara por más tiempo.
Ella estaba teniendo mayores problemas para deshacerse de la ropa de Fate, pero en cuanto su novia se percató de su dificultad procedió a ayudarla. Cuando al fin pudo sentir el contacto de la piel desnuda de Fate con la suya, un violento escalofrío que nació desde la base de su espalda se extendió por todas sus terminaciones nerviosas, advirtiéndole que, de no detener a Fate, estaba a punto de dar un enorme salto hacia el enorme abismo del clímax.
Pero ella no quería detenerla en lo absoluto. Sería una completa idiota si lo hiciera.
Fate, para su beneplácito, tampoco se detuvo. No le quedó otro remedio que aferrarse fuertemente a la espalda de la rubia mientras ella, con avidez, se alimentaba de su sexo. Esa chica estaba haciendo con ella lo que se le daba la gana, llevándola al límite una y otra vez, dejando que se desprendiera de todo el pudor mientras se entregaba enteramente a la satisfacción de sus más ocultos deseos. Nunca se habría imaginado que detrás de esa chica se escondía una fiera de esas proporciones.
Aprovechó un descuido de Fate para tomar la delantera en el asunto. Ya había sido suficiente para ella, y había llegado el momento de reclamar su derecho a explorar a la rubia de la misma manera en la que Fate lo había hecho con ella hace algún momento.
Al quedar sobre ella se tomó unos segundos para deleitarse sobre la hermosa visión que sus ojos le proporcionaban. Esa mujer era hermosa. Era hermosa con esos ojos borgoñas que mostraban una mar de lujuria e impaciencia, con esos pechos de infarto y ese enorme sonrojo en sus mejillas al sentirse observada. En ese momento podía morir feliz, sabiendo que ante ella se encontraba lo más parecido a un ángel que encontraría en el mundo terrenal.
Torturándola con la espera recorrió con su boca cada rincón de su cuerpo, llenando sus oídos con los melódicos gemidos que su compañera emitía luego de cada roce. La hizo suya enteramente, desnudo su alma y bebió de ella como si tomara del más dulce de los néctares, dejó que el instinto guiara sus manos y se regocijó cuando, entre sus brazos, una agitada Fate murmuraba su nombre.
Unos minutos después, cuando había logrado calmar su respiración, se dio cuenta de que Fate la miraba con una sonrisa que solo podía significar una cosa.
Su noche apenas empezaba.
