¡Hey!

Nuevamente perdón, perdón y mil veces perdón por la tardanza. Aún no logro solucionar mi problema con la conexión de internet, pero ¡Ya tenemos nuevo capítulo!

Gracias por su espera, y sobre todo, muchísimas gracias por su apoyo. Espero que la estén pasando bien.

Veamos que tal nos va en esta cena.

Disclaimer: MSLN ni sus personajes me pertenecen. Todo el crédito a sus respectivos autores.

Capítulo 17: Familia.

- Si – murmuró Hayate mientras asentía – Este podría funcionar.

Fate observó su reflejo en el inmenso espejo que coronaba el centro de la habitación de Hayate, mientras intentaba acomodar un mechón de cabello rubio que se negaba a mantenerse en su lugar. Le devolvió la mirada una chica rubia con cara de estar a punto de recibir una sentencia de cadena perpetua, vestida con un jean azul y camisa de botones con un bonito estampado de flores, abierta para dejar un escote moderado. Sobre la camisa, un blazer negro terminaba de combinar el atuendo que al parecer había logrado pasar la prueba, mientras que sus pies estaban metidos en unos tacones negros, no tan altos y sorprendentemente cómodos.

Era muy difícil creer que esa misma chica fuera miembro de una banda de Punk.

Llevaba más de dos horas junto a Reinforce en casa de Hayate, donde la castaña estaba intentando lograr un milagro para dejarla lo suficientemente presentable ante la cercanía de la cena en casa de Nanoha.

Cuando Nanoha le habló por teléfono para decirle que su papá le había pedido que fuese a cenar con ellos sintió que las piernas se le convertían en gelatina. Ella había intentado sonar lo más casual posible, pero Fate había llegado a conocer muy bien el leve temblor que aparecía sutilmente en la voz de su novia cuando algo la mortificaba. Por supuesto, la ansiedad que empezó a sentir por la actitud de Nanoha incrementó cuando le comentó lo que había pasado a Hayate.

La castaña literalmente, al enterarse de la cena, solo se dedicó a rezar por el eterno descanso de su alma.

Intentó que Hayate le dijera que tan grave era el hecho de que incluso hasta Nanoha pareciera estar nerviosa por la cena, pero se negó rotundamente. Al final, lo único que alcanzó a decirle fue que el padre de Nanoha no era demasiado open mind.

Reinforce se encargó de traducir las palabras de su novia. Shiro Takamachi era muy, muy, muy homofóbico, a diferencia de la madre de Nanoha.

Pero la madre de Nanoha no estaría allí con ellos en la cena, y Fate, al percatarse de que apenas faltaban un par de horas para la fatídica cena, se sentía con inspiración suficiente como para escribir su obituario.

- ¿Estás segura de que me veo bien? – preguntó Fate

- Si no fueses mi mejor amiga te meto – comentó Reinforce, silbando.

- ¡Qué asco! – exclamó Fate

- Eso mismo pienso yo. ¡Alabada sea la amistad! – agregó Reinforce.

- Te ves bien Fate. Mi atuendo favorito sigue siendo el vestido azul, pero con ese te ibas a meter en un gran problema.

Ese era como el séptimo outfit que Fate se probaba. Habián descartado unos por ser demasiado reveladores, y otros por hacerla ver demasiado santurrona. El favorito de las tres había sido un vestido azul propiedad de Shamal que se ajustaba perfectamente a su cintura, realzando sutilmente sus atributos delanteros pero sin llegar a lo vulgar.

Sin embargo, con ese vestido era imposible que ocultaran los tatuajes de Fate, y bueno, si el padre Nanoha los veía sin duda eso no lo haría para nada feliz.

- ¡Quita esa cara de sufrimiento y dolor Fate! – la regañó Hayate, mientras la invitaba a sentarse para enfocarse en su maquillaje.

- Creo que ni siquiera cuando tuve mi primer concierto me sentía tan nerviosa.

- Relajate Fate – le pidió Reinforce – Seguro le caerás bien. Bueno. Seguro intentarás caerle bien. Realmente no sé qué decirte.

- Esto es una tortura – murmuró Fate.

- Ya, olvídate de Shiro por un segundo. Lo importante es que Nanoha te ama. Mientras a ella le caigas bien todo está bien. Ahora déjate de mover que si sigues no te podré delinear bien las cejas.

Fate hizo un esfuerzo sobrehumano por controlar sus nervios, pero de vez en cuando no podía evitar que un suspiro furtivo se escapara de su ser, junto con todas sus esperanzas.

Y cuando su teléfono vibró por la llegada de un mensaje de Nanoha, anunciándole que ya se encontraba afuera esperándola, sintió que su corazón se detuvo por un par de segundos.

Se despidió rápidamente de Hayate y Reinforce antes de salir de casa, mientras esta última tarareaba una versión de la marcha fúnebre. Al salir, Nanoha la esperaba recostada de su auto, y no pudo evitar sonreír al darse cuenta de que la cobriza la miraba con un inmenso sonrojo.

- Estás, guau – dijo Nanoha – Esto, estás increíble.

- ¿Sin palabras? – preguntó Fate alzando una ceja, mientras le regalaba un casto beso en los labios al ocupar el asiento de copiloto.

- Se me están quitando las ganas de ir a cenar con mi padre – confesó Nanoha, con una risita – Preferiría mil veces que nos escaparamos justo ahora y tuviéramos una cita.

- ¿Realmente podemos hacer eso?

- No. Pero me gustaría que sí. – respondió Nanoha, mientras ponía en marcha el auto.

El trayecto en el auto fue lento y silencioso, pero eso a Fate no le importó. Durante casi todo el viaje la mano de Nanoha se mantuvo firmemente entrelazada junto a la de ella, aportándole calidez y hasta proporcionándole un poco de seguridad. No lo podía negar, se estaba muriendo de los nervios, pero Nanoha se encontraba en las mismas condiciones, e incluso se atrevería a decir que la cobriza lo estaba pasando peor.

Podía sentir un ligero temblor momentáneo en la mano de Nanoha cada vez que se detenían en algún semáforo, e inconscientemente su ceño se fruncía como si ese fuese su estado natural. En múltiples ocasiones Fate se dio cuenta de que Nanoha abría la boca como si fuese a decirle algo, solo para cerrarla casi inmediatamente y negar con la cabeza.

En esas ocasiones Fate solo apretaba un poquito más fuerte la mano que estaba entrelazada con la suya, intentando que con ese gesto Nanoha se diera cuenta de que ella estaba a su lado, y que definitivamente estaban juntas en eso.

Por supuesto, una nueva oleada de nervios la invadió cuando entraron a la residencia Takamachi.

Nanoha estacionó el auto, dejando escapar un gran suspiro antes de girarse hacia Fate.

- ¿Lista? – preguntó Nanoha.

- Por la cara que traes creo que estoy más lista que tú – respondió Fate, mientras extendía su mano para acariciar suavemente la mejilla de Nanoha.

- Fate, todo estará bien. Pase lo que pase todo estará bien ¿Si?

- Vamos, se nos hará tarde. Estamos juntas en esto, pase lo que pase.

Ambas se tomaron la libertad de robarse unos pocos segundos para abrazarse, antes de salir del auto en dirección a la inmensa puerta principal de la casa de Nanoha. Durante el corto camino permanecieron con las manos entrelazadas, intentando reconfortarse mutuamente para no acobardarse al último momento.

Cuando Nanoha abrió la puerta, permitiéndole pasar, vio que el patriarca Takamachi las esperaba.

Shiro les dedicó una sonrisa misteriosa, y Fate no supo si la intención era darle un poco de seguridad o volverla loca de los nervios. No pudo evitar sentirse incómoda al darse cuenta de que el Sr. Takamachi la miraba de arriba abajo, escaneándola detalladamente en el proceso, sin cambiar ni un segundo su expresión. Entre ellos se había formado un silencio incómodo que nadie parecía dispuesto a romper, hasta que Nanoha, al ver que el escaneo de su padre había durado mucho, se atrevió a hablar.

- Perdona la tardanza padre. El tráfico estuvo fatal – mintió Nanoha.

- No se preocupen. Llegaron justo a tiempo. Pasen al comedor, ya la cena está servida – dijo Shiro, mientras las invitaba a seguirlo.

El comedor era absurdamente grande, y Fate empezaba a considerarse un pequeño ratón atrapado en una inmensa jaula llena de madera fina, porcelanas chinas y lámparas de techo que podían matarla de llegar a desprenderse. En la mesa se disponían una serie de platos que parecían increíblemente elaborados, y que, por supuesto, eran muchos más de los que podían comer, ni siquiera haciendo su mejor esfuerzo. Aún abrumada tomó asiento junto a Nanoha, mientras Shiro tomaba asiento en la punta de la mesa.

Las invitó a servirse mientras el hacía lo mismo, y, por un momento Fate intentó olvidarse del denso silencio que se había apoderado de la estancia para concentrarse en la comida, sin mucho éxito.

- Así que Fate ¿No? – empezó a decir Shiro, mirándola con una leve sonrisa.

- Sí señor. Fate Testarossa – respondió Fate, con el corazón latiéndole de manera errática.

- ¿Testarossa? No había escuchado ese apellido antes. O por lo menos no en nuestro círculo, ya sabes – comentó Shiro encogiéndose de hombros, mientras Nanoha se volteaba a mirarlo rápidamente - ¿Tus padres a qué se dedican?

- Mi madre era Doctora – respondió Fate, suspirando – Estaba al mando de una investigación para encontrar la manera de atacar de manera menos invasiva ciertos tipos de cáncer de pulmón.

- Vaya, eso es muy interesante – dijo Shiro - ¿Y tu padre? ¿También falleció?

- Emmm no – contestó Fate – Mi madre era madre soltera. Es decir. Realmente sus embarazos fueron por fertilización in vitro.

La sonrisa de Shiro se ensanchó, pero Fate aún no sabía interpretar ese gesto. No habían pasado ni diez minutos desde que se habían sentado a cenar y ya se sentía incómoda, y, a su lado, Nanoha parecía estar teniendo problemas para tragar los pocos pedazos de pollo a la créme que había logrado probar.

- Me han dicho que te gusta la música – comentó Shiro.

- Así es Sr. Shiro – afirmó Fate.

- Estás en un grupo musical ¿Cierto?

- Si.

- ¿Qué clase de música tocan ustedes? – preguntó Shiro, sin dejar de sonreír.

- Punk Rock – respondió Fate, intentando enfocarse en su plato.

- Vaya. ¿Eso no es lo que escuchan esos chicos que usan peinados extraños y se visten con ropas rotas? Ya sabes, esos que piden dinero en los semáforos y hacen juegos de malabares.

Al escuchar eso no le quedó más que apretar el tenedor con fuerza, mientras se mordía la lengua para no insultar a su suegro. No sabía si él había hecho ese comentario por simple ignorancia, pero esa sonrisa que mantenía fija en su rostro mientras decía esas cosas la estaba haciendo sentir bastante segura de que todas sus palabras eran adrede.

Nanoha parecía estar al borde de un colapso nervioso. Tanto que había dejado sus cubiertos a un lado y le daba un sorbo bastante grande a su copa de vino mientras mantenía la vista en un punto fijo en el espacio.

Shiro parecía mantenerse ajeno al conflicto que estaba creando.

- Qué raro que te gusten ese tipo de cosas – continuó diciendo Shiro – No pareces de ese tipo de chicas.

En verdad, se estaba pasando de la raya.

- ¿Ustedes se conocieron en la universidad? – preguntó Shiro, cambiando el tema.

- Si papá – contestó Nanoha, intentando no mirar a su padre.

- ¿Qué estudias Fate? Tú no estudias administración ¿Cierto?

- No Sr. Shiro. Estudio Letras.

- ¿Letras? Te deben gustar mucho los libros entonces.

- Algo así – respondió Fate.

- Podría ayudarte a conseguir un trabajo de profesora. – empezó a decir Shiro – Tengo este amigo que es director de una escuela secundaria y siempre está buscando personal cuando empieza el año escolar.

- Papá… - murmuró Nanoha, dejando su copa a un lado.

- O no. ¡Ya sé! Serías una estupenda bibliotecaria. Puedo hablar con mis amigos de la municipalidad para preguntar si necesitan algún ayudante en la biblioteca municipal. Podrías hacer un buen mercado con la paga mensual.

- Papá, por favor – repitió Nanoha, cerrando los ojos.

- Nanoha, en verdad me alegro mucho por ti – dijo Shiro, mientras posaba una mano en el hombro de su hija – todo esto de la universidad te está permitiendo expandir tu círculo de amistades.

- ¡Ella es mi novia papá! – exclamó Nanoha, incapaz de contenerse.

- Como te digo hija – continuó Shiro con voz calmada – Es muy bueno que estés haciendo nuevas amigas.

- ¡No es una amiga papá! ¡Es mi novia! – repitió ofendida Nanoha, mientras se levantaba de la silla - ¿Sabes qué? Olvidalo. Iré a llevar a Fate, regreso más tarde.

Fate por un momento pensó que Shiro se lo pensaría mejor y se disculparía con su hija, pero el solo se limitó a sonreír mientras Nanoha la tomaba de la mano y la invitaba a salir del área del comedor. Por precaución, y dándose cuenta de que la cobriza había entrado en un modo casi automático, se mantuvo en silencio mientras salían de la residencia, silencio que mantuvo incluso una vez que el auto llevaba un rato considerable en marcha.

Hubiese podido lamentarse de la mala impresión que obviamente causó en su suegro, y pensar que todo ese asunto había resultado un desastre. Incluso, posiblemente el Sr. Takamachi tenía toda la razón en las cosas que decía sobre su futuro, pero eso ya no le importaba. Después tendría tiempo para quejarse. En ese preciso instante, era Nanoha quién más necesitaba de ella.

- Nanoha ¿Podemos parar un segundo? – preguntó Fate.

La cobriza asintió, mientras reducía la velocidad y se estacionaba a un costado de la calle, colocando las luces intermitentes. Fate no le dio tiempo ni siquiera de suspirar cuando ya la tenía envuelta en un fuerte y reconfortante abrazo. Un par de lágrimas se escaparon de sus ojos, mientras permanecía oculta entre los brazos de Fate, y se dejaba consentir como a una pequeña niña.

- Lo siento Fate – murmuró Nanoha, con un hilo de voz – Siento que todo haya terminado así.

- Hey, tranquila – dijo Fate, mientras la besaba repetidas veces en la mejilla, haciéndola sonreír – Todo está bien. ¿Si?

- No seas mentirosa Fate. Todo eso fue un desastre. No tenía que…

- Nanoha – interrumpió Fate, con una sonrisa – No sé tú, pero yo realmente me estoy muriendo de hambre y aún es temprano. ¿Te parece si vamos por unas hamburguesas? Conozco un lugar en el centro, pequeño pero bonito, y en verdad hacen muy buenas hamburguesas así que ¿Qué me dices? ¿Olvidamos ese intento de cena que tuvimos hace un rato y tenemos una cita?

Nanoha la miró, y Fate solo se limitó a encogerse de hombros mientras sonreía. Poco a poco una sonrisa fue dibujándose en el rostro de la cobriza, mientras asentía suavemente y ponía en marcha el auto.

El tráfico se había vuelto un poco más pesado, pero Fate siempre intentaba hacerla sonreír con algún comentario. Al poco rato se encontró hablando de sus exámenes pendientes de la universidad, alejando completamente el mal rato que habían pasado. No tardaron mucho en llegar al pequeño restaurante que había mencionado Fate, observando para su beneplácito que, a pesar de que afuera las mesas estaban copadas, en la parte interior del local quedaban unas cuantas mesas disponibles que les podrían proporcionar un poco de privacidad.

Una vez dentro, sentadas en una de las mesas cercanas a la esquina, fueron atendidas por una enérgica camarera que parecía tener aun problemas para memorizar los nombres de las hamburguesas del menú. Veinte minutos después, la chica se acercó nuevamente a la mesa, con su pedido.

- ¿En verdad te comerás todo eso? – preguntó Nanoha, mientras veía la monstruosidad de hamburguesa que había ordenado Fate.

- Mi metabolismo está acelerado – contestó Fate – Además, son muy buenas. Seguramente cuando te termines la tuya vas a querer más, y yo como soy una novia considerada te dejaré probar la mía.

No pudo evitar soltar una carcajada ante el comentario de Fate, mientras le hacía caso a su novia y le daba un mordisco a su hamburguesa. En ese momento descubrió que la rubia no se había equivocado al decirle que ese sitio servía una de las mejores hamburguesas de la ciudad. La carne estaba jugosa, el punto de cocción exacto, los vegetales estaban bastante frescos, y, por supuesto el precio era casi diez veces menos que la hamburguesa más económica del distrito gourmet de la zona adinerada de la ciudad.

No sabía si sentirse feliz por estar en ese restaurante, o sentirse estafada al darse cuenta de que llevaba mucho tiempo pagando de más por algo de mínima calidad, tan solo por ser "gourmet"

- Fate, en verdad, siento lo que pasó hoy – dijo Nanoha – No pensé que él fuese capaz de empezar a decir esas cosas. Bueno. Realmente no quería creer que él fuese capaz.

- ¿Por qué te empeñas en hablar de eso cariño? – preguntó Fate

- Es solo que – comenzó a decir Nanoha – no quiero que te sientas mal por todo esto. Mi papá es…

- Un idiota – la interrumpió Fate – Tu papá, con todo respeto, es un idiota, pero tampoco es el único idiota con el que me he conseguido en la vida. Si, quizás pueda tener razón en mi futuro y todo lo demás…

- Fate no digas…

- Espera, déjame terminar – dijo Fate – Es posible que termine siendo una profesora, o una bibliotecaria, o lo que sea. Ni siquiera sé si algún día tendré éxito en la música, pero igual lo hago porque es algo que me hace feliz. ¿Y sabes qué otra cosa me hace feliz?

- No – contestó Nanoha.

- Tú – confesó Fate, con una sonrisa – Así que puedo soportar trabajar intentando enseñarle algo a un montón de pubertos en una secundaria, u ordenando libros en una biblioteca, siempre que tú estés allí cerca de mí.

- Fate – murmuró Nanoha, sonrojándose – No sé cómo demonios haces, pero cada minuto que pasa haces que me enamore más de ti ¿Sabes? Eres… Eres increíble.

- Es la segunda vez que te dejo sin palabras en la noche – comentó Fate, ensanchando su sonrisa – Quiere decir que estoy haciendo bien mi trabajo.

- ¡Eres una tonta! – exclamó Nanoha, comenzando a reír.

- Soy tu tonta – aclaró Fate.

- Creo que esa es la frase más cliché que te he escuchado decir desde que estamos saliendo juntas.

- A veces el cliché es bonito – admitió Fate, encogiéndose de hombros – Bien, ahora que parece que nos podemos tomar con un poco más de calma el asunto. ¿Tu papá siempre ha sido así?

Nanoha se permitió sonreír por unos segundos antes de contestar, buscando las palabras adecuadas para definir la que había sido la actitud de su padre acerca de sus preferencias durante todos esos años.

- Mi padre nunca ha estado muy de acuerdo con mis gustos, ya sabes, el hecho de que me gusten las chicas – confesó Nanoha suspirando – Desde que les dije a mis padres que era gay el entró en una especie de negación. Si salía con alguna chica lo más que podía era referirse a ella como una amiga más, y mientras vivía con el intentaba meterme por los ojos a todos los hijos de sus amigos accionistas.

- ¿Y tu madre? – preguntó Fate

- Ella me aceptó desde el primer momento – respondió Nanoha, con una risita – Me dijo que eso la hacía entender porque siempre se le hacía tan difícil ponerme un vestido. Le he hablado de ti – añadió.

- ¿En serio? – inquirió Fate, sin poder evitar sonrojarse.

- Sip – afirmó Nanoha – Incluso le he enseñado un par de fotos de nosotras. Está encantada contigo la verdad. Me dijo hace un par de días que quizá dentro de un mes o un poco menos venga a la ciudad, luego de que arregle unos asuntos pendientes que aún tiene en Berlín, así que en verdad me gustaría mucho que pudiéramos salir juntas, las tres, ya sabes.

- ¿Me debo preocupar así como con tu padre?

- No, ella te va a adorar, en serio. En ese sentido mi madre es completamente lo opuesto a mi papá. Creo que ella es la que se encarga de mantenerlo tranquilo, pero tienen bastante tiempo que no se ven y eso tiene a mi padre más estresado que de costumbre.

- Sabes, creo que tú también le hubieses gustado a mi madre – dijo Fate.

Fate hizo una pausa para buscar una foto en su celular. Una vez la encontró, se la mostró a Nanoha.

Una mujer de cabello oscuro, con una curiosa tonalidad que parecía ligeramente violeta, abrazaba a dos chicas de cabello rubio y ojos borgoña, casi idénticas a pesar de que una de ellas era mayor que la otra, por lo que podía deducir en su apariencia. Una Fate parecía sonreírle ampliamente, con una sonrisa que Nanoha reconocía como de felicidad plena.

Ya había escuchado historias acerca de la familia de Fate por parte de Hayate, pero Nanoha nunca había intentado sacar el tema a la luz puesto que el mismo parecía aún bastante doloroso para Fate. Sin embargo, se alegraba de que la rubia le estuviese mostrando esa foto. Eso quería decir que estaba dispuesta a abrirse mucho más con ella, y no iba a cometer el error de presionarla.

- Esa señora que ves allí era mi madre. La rubia que se parece a mí era mi hermana Alicia. Seguramente les hubieses encantado – empezó a decir Fate – No he hablado de esto contigo, pero me imagino que las chicas te habrán contado más o menos lo que pasó. Aún es un poco difícil para mí.

- Fate, no tienes que decirme nada – murmuró Nanoha, tomando las manos de Fate entre las suyas – Esta bien así.

- No, debo hacerlo. Ya conozco sobre tu familia, ahora tu deberías conocer un poco acerca de la mía. Ellas murieron en un accidente de tránsito. Para ese momento yo aún estaba en la secundaria, en plena época de exámenes, y mi madre tenía que ir al aeropuerto porque iba a dar una conferencia en Estados Unidos sobre los avances de su investigación. Mi hermana estudiaba medicina, y había pedido permiso en la universidad para faltar a sus clases de esa semana porque quería ir a ese congreso con mi mamá. Ese día cayó un aguacero fatal y el chofer del taxi iba a exceso de velocidad así que ya sabes, mala combinación.

- En verdad lo siento Fate.

- No te preocupes. Eso pasó hace mucho tiempo. En su momento se me hizo muy difícil. Eso pasó casi cuando estaba a punto de salir de la secundaria y estaba en todo ese rollo de decidir que estudiaría en la universidad. Además, para ese momento se me dificultaba muchísimo relacionarme con la gente, así que de pronto solo tenía a Reinforce y a Tía Lindy ¿Te acuerdas de ella verdad?

- Si. Ella fue la policía que tomo nuestra declaración la vez que hubo la pelea en la fiesta de Yunno ¿Cierto?

- Esa misma. Tía Lindy. Es como mi segunda madre, en verdad. Ella y Reinforce se merecen un premio. Después del accidente y cuando ya estuve un poco más recuperada fue que tuve el problema con Une y bueno, prácticamente me desplomé nuevamente y ellas se encargaron una vez más de ser mis pilares, así que, si lo ves de esa manera, tú también conoces a mi familia. Lo único que en este caso tuviste prácticamente que conocer a mi madre en una comisaria en vez de en una cena, o algo así.

- ¿Crees que le caí bien? – preguntó Nanoha, contagiándose con la risa de Fate.

- Fuiste capaz de sacar a su hija de la cárcel. Seguramente te adora – respondió Fate. – Ahora, deberíamos terminar de comernos esto antes de que se enfríe.

- ¿Me das a probar de la tuya?

- Sabía que dirías eso – respondió Fate, mientras le pasaba su plato a Nanoha.