¡Hola! ¿Cómo están?
Está recién hecho, pero no quería esperar mucho tiempo para subirlo. Mientras pueda mantener el ritmo semanal mucho mejor ¿No?.
A nuestra Fate parece que le gusta meterse en problemas ¿No es así?. Btw, ¿Están esperando también con ansias el estreno de Reflection?. Sería muy cool poder verla en el cine :(
Entre otras noticias, me estoy congelando :( Estos días he sido literalmente esclava del café. No está fácil.
Espero estén bien. Muchísimas gracias por su apoyo. Un abrazo gigante en la distancia.
Disclaimer: MSLN ni sus personajes me pertenecen. Todo el crédito a sus respectivos autores.
Capítulo 19: Genial.
- Bien, repasemos el plan una vez más – dijo Hayate, por el canal de Zello.
Fate estaba junto a Reinforce y Hayate en el escarabajo, acomodándose el cabello rubio firmemente en un moño y cubriéndose luego el cabello con un gorro. Su fiel pañoleta había sido ajustada de manera tal que apenas se pudieran ver sus ojos, atada firmemente para que no pudiera caerse fácilmente, a menos de que ella o alguien más la halara. Revisó el bolsillo superior de su chaqueta, constatando por enésima vez que su contenido se mantuviese allí.
No habían empezado y ya se sentía con más adrenalina de la que su cuerpo podía soportar.
Cuando Hayate llegó a la cafetería esa tarde, Fate le comentó en resumidas líneas el plan que tenía para arruinar la cita que Yunno había logrado obtener con Nanoha. Lo que nunca tomó en cuenta fue que si alguien era buena y exagerada para planear las cosas era su amiga castaña, y, de esa forma, vio cómo su plan de dos pasos se transformaba en un elaborado esquema lleno de vertientes, con pros y contras bien definidos y casi a prueba de fallas.
Casi. Pero no podían permitirse fallar. Si fallaban el lío en el que se iban a meter sería tan grande que tendrían que pasar una semana en la comisaria sin derecho a pataleo y, por supuesto, Lindy la mataría.
En ese momento se encontraban en un callejón que daba al estacionamiento de La Fleur du Sal. Reinforce y ella serían las autoras materiales del centro del plan. Tenían que entrar al estacionamiento, conseguir el flamante BMW de Yunno y pincharle las llantas. Luego de hacerlo, tendrían que salir nuevamente al callejón y avanzar en patineta un par de calles, donde Hayate las pasaría recogiendo.
Hayate se había encargado de hacer la evaluación de la seguridad del restaurant. En la entrada del estacionamiento había dos cámaras de seguridad, pero dentro del estacionamiento la seguridad se basaba en las caminatas e inspecciones que hacían los mismos empleados del valet parking. Eran tres los chicos encargados, Hayate los había visto un par de veces cuando había ido a cenar con su tío y con Reinforce a ese local, por lo que sabía que eran algo despistados y que, sobre todo, eran capaces de perder la cabeza por una chica bonita.
Allí entraba Shamal y su poderosa delantera.
Aunque Signum no era muy feliz con esa parte del plan, Hayate había vestido a Shamal con un pronunciado escote que la haría obtener toda la atención de los chicos. Cerca estaría Signum, para pasar por ella en su motocicleta cuando las chicas hubiesen salido del estacionamiento y ya no tuviesen que mantener la distracción.
Esa era la parte complicada del plan. Para comunicarse todas, menos Shamal por obvias razones, estarían usando el teléfono celular. Habían creado un canal de Zello específicamente para ejecutar el plan, y Hayate había ideado una serie de señales junto con Shamal para que ellas pudieran comunicarse y las chicas supieran cuando entrar, cuando salir, cuando apurarse y cuando terminar la misión.
Parecía sencillo, pero Fate sabía que necesitarían muchísima suerte para concretar el plan sin que alguien las pillara y se desatara el pandemónium.
Hayate dio las últimas indicaciones antes de girarse para mirarlas.
- ¿Están preparadas? – preguntó Hayate con una sonrisa.
- Vamos a hacer esta mierda – dijo con determinación Reinforce.
- Estoy lista – afirmó Fate, suspirando para calmar sus nervios.
- Empecemos entonces – dijo Hayate – Bájense y activen sus manos libres.
Bajaron del auto rápidamente. Mientras Hayate retrocedía y se incorporaba a la calle, escondieron sus patinetas entre las bolsas de basura. Se subieron a un contenedor cerrado que estaba junto al paredón y se quedaron esperando la señal.
- La próxima vez que me digas que no te quiero después de esto te voy a mandar a freír espárragos – susurró Reinforce por lo bajo.
- Shamal en posición – escucharon a Hayate decir, por el manos libres de sus celulares.
Hayate ya se encontraba en la misma calle que se encontraba en la entrada del restaurante, una esquina más atrás, con el auto apagado. Para poder observar a Shamal llevaba unos binoculares.
Shamal había logrado rápidamente capturar la atención de uno de los trabajadores, quién la miraba intensamente mientras conversaban. El plan era que Shamal se hiciera la perdida, indicándoles que necesitaba llegar a un local que se encontraba unas cuatro cuadras más allá, pero haciéndose la tonta y lanzando preguntas vagas para retener por más tiempo a los empleados
No habían pasado más de cinco minutos cuando ya Shamal tenía la atención de los tres trabajadores en la entrada del estacionamiento, llevándose una de las manos a la cabeza para acariciarse el cabello, señal que habían acordado daría inicio al plan.
- ¡Go! – dijo rápidamente Hayate.
Fate colocó sus manos para darle suficiente impulso a Reinforce, quien la ayudó a subir luego. Con cuidado y utilizando la misma pared como apoyo, cayeron hacia el otro lado del paredón, intentando hacer el menor ruido posible. Se movilizaron casi agachadas detrás de los autos, hasta que, casi en la otra punta del estacionamiento, ubicaron el auto de Yunno.
Reinforce le hizo señas mientras se ubicaba del lado derecho del auto, dándole a entender que ella tendría que encargarse de las llantas del lado izquierdo. Como pudo, dado el reducido espacio, se tiró en el suelo y quitó los tapones de las válvulas de aire de cada llanta, ubicando en el bolsillo de su chaqueta los palillos de piruleta que habían destinado específicamente para la ocasión e insertando uno en cada boquete.
El sonido del aire al salir era casi imperceptible, pero les confirmo que el trabajo estaba listo.
- Listo izquierdo – susurró Fate por lo bajo.
- Listo derecho – contestó Reinforce – Salgamos de aquí.
- Vamos, apresúrense – apremió Hayate – No tenemos mucho tiempo.
Repitieron nuevamente el procedimiento de avanzar detrás de la fila de autos, hasta que llegaron a la sección del paredón que habían saltado para llegar. Una vez más Fate sirvió de apoyo para Reinforce pudiera saltar, pero cuando levantó las manos para que la peligris alcanzara lo alto de la pared golpeó sin querer con la pierna el parachoque de uno de los autos, haciendo que la alarma se activara.
Los siguientes segundos fueron de pánico total y absoluto.
- ¡Salgan de allí! – exclamó Hayate rápidamente – ¡Retirada! ¡Retirada! ¡Signum ve por Shamal!
Reinforce jaló su brazo con tanta fuerza que las dos perdieron el equilibrio y cayeron sobre la pila de bolsas de basura bajo la cual habían escondido sus patinetas.
- ¿Estás bien? – le preguntó Fate a Reinforce alarmada, mientras se incorporaba rápidamente y le extendía la mano a Reinforce para ayudarla a levantarse.
- Sí, eso creo. Todos mis huesos están en su lugar. ¿Tú?
- Estoy bien. Vamos, salgamos de aquí.
Pudieron escuchar la confundida voz del chico que se dirigió a revisar el auto cuya alarma se había activado, mientras sacaban sus patinetas del escondite y, luego de una corta carrera, iniciaban su escapada en sus tablas. En ese momento Fate se quitó el gorro, dejando su cabello rubio suelto al viento, mientras atravesaba velozmente junto a Reinforce las calles que separaban el restaurante del punto de encuentro con Hayate.
Su corazón latía a mil por hora, pero había valido la pena.
Igual se habían salvado por los pelos.
Reinforce le hizo señas para detenerse en un minimarket cercano. Una vez frente al minimarket aprovecho para posicionar nuevamente su pañoleta en el cuello, mientras la peligris, con una enorme sonrisa, le daba un golpecito en el hombro.
- Esa ha sido la cosa más loca que hemos hecho – dijo Reinforce, recuperando el aire - ¡Pero fue genial! – exclamó, mientras chocaba los cinco con Fate.
- Fue genial – afirmó Fate, contagiándose con la sonrisa de su amiga – Casi nos descubren pero definitivamente fue genial. Demonios. Me dio calor y todo.
- Bueno, espero haberme ganado un par de cervezas por esto. No pienses que todo esto fue gratis eh.
- Pensaba pagarte con mi amistad pero vale. Avísale a Hayate que estamos acá. Entraré a comprar un par de bebidas para más tarde.
Hayate se estacionó frente al minimarket justo cuando Fate terminaba de pagar la caja de Heineken de litro que estaba comprando. La reprimenda que les había preparado a ambas integrantes de Riot Force quedó en el olvido cuando vio que Fate subía al auto con la caja de cervezas entre las manos.
- Ustedes dos me dieron un susto de infarto – se quejó Hayate, mientras respiraba profundamente.
- Pero estamos bien cariño – murmuró Reinforce, mientras aprovechaba el hecho de estar sentada atrás para darle un pequeño masaje de hombros a la castaña.
- Supongo que se los puedo perdonar. ¿Me pasas una cerveza Fate?
- No – negó Fate sonriendo – Son para más tarde. Aguanta un poco más.
- Aburrida – volvió a quejarse Hayate – Bueno, pongámonos en marcha. Ya quiero ver la cara de Yunno. Lástima que no pueda tener ese momento en video.
El resto del plan se basaba en esperar en el auto hasta que Yunno y Nanoha terminaran de cenar. Cuando le notificaran a Yunno que había un problema con el auto seguro se armaría un escándalo, y Hayate aprovecharía el súbito inconveniente de Yunno para aparecer de la nada en el auto y ofrecerle a Nanoha un aventón.
Por eso Reinforce y Fate debían esconderse en el asiento de atrás hasta que Nanoha subiera al auto. El plan terminaba con todas ellas reunidas en la piscina de la casa de Hayate, hablando tonterías y tomándose unos tragos.
Eso sonaba fácil, pero la espera la estaba matando.
Los segundos parecían pasar cada vez más lento, a medida de que Fate empezaba a imaginarse lo que podía estar sucediendo en ese momento dentro de ese restaurante. Posiblemente Yunno estuviese intentando tomar la mano de Nanoha. Incluso, puede que haya intentado besar su mano también.
Quizá estaría intentando besarla a ella también, y esa sola imagen estaba haciendo que su sangre empezara a hervir de la rabia.
Por otro lado estaba el hecho de que en verdad hubiese preferido ser ella quién llevara a Nanoha a un sitio como ese. Era cierto que no podía despilfarrar sus ahorros, pero si sacaba cuentas podía darse ese pequeño lujo, y sin duda la cobriza se merecía una cena romántica como la que podrían estar teniendo en ese momento si no fuese por Yunno.
Ese estúpido cara de hurón, siempre metido en las cosas que no eran de su incumbencia.
A medida que pasaban los minutos se ponía aún más nerviosa. Revisaba su teléfono celular unas tres veces por minuto en promedio, pero los numeritos que marcaban la hora se mantenían iguales. Mientras más tiempo pasaba, más fácil era para su mente imaginarse las mil y un maneras en la que Yunno estaría intentando acercarse a Nanoha. Casi que podía verlo sonreír entre la luz tenue del restaurante, mientras hacía que la cobriza se sonrojara con un par de frases bien ensayadas. Incluso podía pensar en la suave melodía de piano que estaría sonando cuando le invitara a bailar.
¿Nanoha se negaría?
Seguramente lo haría. Pero el rubio seguiría intentándolo. Fate sabía que él no se iba a rendir tan fácil.
Cuando Reinforce la regañaba por segunda vez para que se quedara quieta observaron movimiento en la entrada del restaurante. Con un rápido movimiento y a pesar de las protestas de Hayate le quitó los binoculares, observando con beneplácito como Yunno intentaba rodear con su brazo a Nanoha, y está en un rápido movimiento se hacía a un lado.
Esa era su Nanoha.
En un descuido Hayate le quitó nuevamente los binoculares, y ambas se turnaron para observar la reacción de Yunno en el momento en el que un apenado chico le informaba que habían tenido un problema con su auto.
Inmediatamente Yunno empezó a despotricar contra todo el restaurante. Fate se sintió muy mal por el chico, e hizo una nota mental para dejarle una cuantiosa propina por las molestias causadas cuando llevara a Nanoha a comer allí. El gerente del restaurante salió a calmar un poco los ánimos del rubio, pero, por lo que alcanzaron a ver, también empezó a gritarle. Eso solo significaba una cosa.
Había llegado el momento de actuar.
Hayate les pidió que se agacharan en la parte de atrás del auto, mientras ella encendía el escarabajo y lo ponía en marcha. Avanzó lentamente por la calle, estacionándose frente al restaurante, bajando el vidrio del copiloto y tocando la bocina un par de veces para llamar la atención de Nanoha, quién se acercó casi corriendo al percatarse de su presencia.
- ¡Hola Nanoha! ¿Qué hay? – saludó Hayate inocentemente.
- Hola Hayate – dijo Nanoha pesadamente, con los gritos de Yunno de fondo.
- ¿Qué le pasa al hurón? – preguntó Hayate.
- Parece que alguien le pinchó las llantas o algo así – dijo Nanoha suspirando – Le anda gritando a todos, como si eso fuera a darle llantas nuevas. Le ofrecieron una grúa y se negó. El gerente le está ofreciendo llantas nuevas y aun así lo está gritoneando.
- Vaya, eso sí está mal – comentó Hayate – Puedo darte un aventón si quieres. ¿Te parece?
- ¡Genial! – exclamó Nanoha – Le había dicho que me iba a ir a la casa en taxi pero estuvo a punto de gritarme a mí también. Déjame decirle.
Nanoha se alejó por unos segundos del auto para hablar con Yunno, y pudieron escuchar la negativa exaltada de este ante su petición. Aun así, la cobriza insistió un par de veces hasta que Yunno, entendiendo bien la situación en la que se encontraban, le dijo que no importaba.
El alivio en la cara de Nanoha a medida que caminaba hacia el auto fue más que evidente. Abrió la puerta del auto e inmediatamente al sentarse en el puesto del copiloto miró sorprendida hacia atrás.
- Mira hacia adelante y disimula – le pidió rápidamente Hayate – Eso es, ahora despídete de Yunno con la mano, sonríe, exacto. Nos vamos entonces.
Hayate tocó la bocina un par de veces en señal de despedida, mientras aceleraba y se incorporaba al tráfico. Reinforce y Fate se acomodaron en el asiento de atrás, estirándose para quitarse un poco la molestia que les provocó tener prácticamente que acostarse en el suelo del auto, con ese espacio tan reducido.
- ¿Fate? – preguntó Nanoha extrañada - ¿Qué haces aquí? ¿Rein? ¿Qué es…?
- Tranquila girl – dijo Hayate con una sonrisa – Sin preguntas. ¿Puedes llegar tarde a casa?
- Si – respondió Nanoha encogiéndose de hombros – No tengo problemas.
- Vale. Nos reuniremos un rato en mi casa. Ya Signum y Shamal deberían de haber llegado.
No tardaron mucho en llegar a la casa de Hayate, gracias a la velocidad que llevaba la castaña, y al poco tráfico que encontraron por las calles que atravesaron. Hayate estacionó su fiel escarabajo en el garaje, donde ya se encontraba la motocicleta de Signum. Al entrar a la casa pudieron escuchar desde el patio el estribillo de una canción de The Aquabats, dándoles a entender que ya sus otras dos amigas se encontraban en el área de la piscina.
- Ustedes dos se ven tan extrañas así – dijo Reinforce riéndose, mientras tomaba una cerveza y salía al patio junto a Hayate.
Reinforce tenía razón. Nanoha se encontraban con un hermoso vestido negro, que le quedaba excelente, resaltaba sus curvas y dejaba sus hombros al descubierto. Sus tacones no hacían más que estilizar su figura.
Mientras, Fate llevaba un jean negro, del mismo color que su chaqueta. Su pañoleta quizás hacía resaltar un poco el color de sus ojos, pero, del resto, no había ningún detalle que la hiciera parecer bonita o especial. Aun así, Nanoha la rodeo con sus brazos, mientras escondía su cara en el hombro de Fate.
- ¿Por qué siento que ustedes tuvieron algo que ver en todo esto? – preguntó Nanoha sonriendo.
- Quizá es porque si fue nuestra culpa – admitió Fate en un susurro - ¿Estás molesta?
- Para nada – respondió Nanoha – Me salvaste. Bueno, me salvaron. Ha sido la cena más incómoda de mi vida.
- ¿Más que la que tuvimos con tu papá?
- Bueno, probablemente no la más incómoda – corrigió Nanoha – Pero igual fue espantosa. Contaba los minutos para que terminara.
- ¿No intentó propasarse contigo? – preguntó Fate, endureciendo sus facciones.
- No, para nada – dijo Nanoha – Igual, esquivé todos sus avances. Incluso cuando intentaba tomarme de la mano. Ya no sabía cómo explicarle que lo veo solo como un amigo.
- Ya, no pensemos en eso ahora ¿Sí? – pidió Fate, mientras besaba su frente – Es hora de que nos divirtamos un poco.
Fate le ofreció una cerveza a Nanoha antes de que salieran al patio, tomando una para sí misma. Hacía un poco de calor, pero a ratos una agradable brisa se colaba por el lugar. Sin embargo, descubrieron que el calor había sido suficiente para hacer que sus amigas se metieran en la piscina en ropa interior.
- ¡Vengan! – invitó Hayate, alzando su cerveza.
- ¡Estás loca Hayate! – exclamó Nanoha entre risas – ¡Seguramente está helado! ¿Fate?
Para Fate también el calor que hacía era considerable, por lo que cuando Nanoha volteó a mirarla ya se había sacado la camisa. No pudo evitar sonrojarse al ver el abdomen torneado de la rubia, y sintió la tentación de estirar la mano para deslizar sus dedos por esa piel expuesta, pero Fate se percató de sus intenciones.
- ¿Nunca has visto a una chica en ropa interior? – preguntó Fate, sonriendo pícaramente.
- Cuando veo a la chica que me gusta es como si fuese la primera vez – susurró Nanoha, mordiéndose el labio.
- Parece que tendremos que resolver un asunto más tarde – comentó Fate, alzando una ceja. Ahora, no voy a dejar que te metas allí.
- ¿Qué? ¡No es justo! – se quejó Nanoha.
- Si es justo. Estabas resfriada, así que meterte allí puede hacer que vuelvas a resfriarte. Te quedarás muy cerca de la orilla, yo no me alejaré de ti, y podremos hablar de las cosas que haremos más tarde ¿Te parece?
Demasiado tentador. Nanoha no podía negarse a una petición como esa.
Por esa razón se acercó a la orilla, metiendo solo sus pies en la piscina, mientras Fate se zambullía enteramente en el agua. Le dio un par de tragos a su cerveza, uniéndose a la charla que ya mantenían sus compañeras.
- Fate ¿Ya le dijiste? – preguntó Signum.
- ¿Decirme qué? – inquirió Nanoha extrañada.
- El sábado tocaremos – dijo Fate, visiblemente emocionada – Vamos a telonear a Streetlight Manifesto.
- ¿¡Qué!? – exclamó Nanoha - ¿¡Esa no era la banda que ustedes querían ir a ver!?
- ¡Sí! – admitió Fate, con una enorme sonrisa – Es genial ¿Verdad?
Claro que era genial.
Era genial estar con sus amigas en ese momento, sin tener que preocuparse por nada más. Era genial ver como su novia empezaba poco a poco a cumplir sus sueños, y era genial el hecho de que podía compartir su felicidad con ella.
No necesitaba restaurantes caros ni cenas a la luz de las velas cuando un par de risas, una cerveza y la sonrisa de su novia bastaban para hacerla sentir completa. Esta era su cita perfecta, con un príncipe azul que había resultado princesa, y quién le prometía una noche larga e interesante.
Eso era genial. Claro que era genial.
