¡Hola!
¿Qué tal les va? Espero que estén bien!. Yo, por mi parte, llevo dos días congelándome. Nada que una buena taza de café no pueda solucionar.
Había estado un poco desconectada de las cosas esta semana. Una de esas tantas fluctuaciones anímicas que van con el frío. Intentaré que no se interponga otra de esas para no tardarme tanto en actualizar.
Btw, ¡Hola gente de países no hispanoparlatantes! Hace días vi un comentario por allí de alguien de Brazil. Saludos por allí!.
Y bueno chicxs ¿Qué más les puedo decir?. Vuelven los domingos con d de Drama. Muchísimas gracias por su paciencia al esperar las actualizaciones. ¡Los quiero!
Disclaimer: MSLN ni sus personajes me pertenecen. Todo el crédito a sus respectivos autores.
Capítulo 22: Despertar
Su cuerpo se sentía extremadamente pesado. Una fuerza misteriosa en su interior le hacía casi imposible la tarea de abrir sus ojos, y la invitaba a quedarse quieta entre las nubes de algodón que la rodeaban. Empezaba a sentir algo de frío, aunque era incapaz de sentir el viento, pero estar allí seguía siendo cómodo. No sabía cuánto tiempo llevaba así, alternándose entre el sueño profundo y el estado de semi consciencia del que no había logrado salir. Se sentían como siglos, pero podían ser solo minutos.
La tentación de abandonarse al sueño era muy grande, sin embargo, no podía seguir así. Tenía que hacer un esfuerzo por abrir los ojos. Tenía que entender que estaba pasando.
Sus párpados se sentían extremadamente pesados, e incluso el estupor que le causaba estaba haciéndole reconsiderar su decisión de despertar. Juntando toda la voluntad posible terminó de abrir los ojos.
La luz, aunque tenue, le molestaba. Tuvo que esforzarse por parpadear un par de veces hasta que sus ojos se adaptaron a la luz y dejaron de picar. A sus oídos llegaban tenues pitidos, combinados con ronquidos que conocía muy bien. Quiso llevarse una mano a la cabeza, observando con terror como tenía una vía puesta.
Intentó incorporarse de un salto, pero pagó caro su decisión. Tuvo que morderse el labio para reprimir el grito de dolor que estuvo a punto de proferir. Morderse el labio también fue una mala decisión, considerando que una explosión de dolor también se desató en todo su labio inferior.
Los ronquidos se detuvieron súbitamente, y en menos de una fracción de segundo se encontró cara a cara con una preocupada Reinforce.
- ¡Fate! – exclamó Reinforce, mientras la ayudaba a recostarse nuevamente - ¡No te levantes! ¿Te sientes bien? Déjame buscar a la enfermera.
Reinforce se disponía a incorporarse cuando Fate la tomó de la mano, haciéndola desistir. Su cabello gris estaba desordenado, y sus ojos eran un desastre de ojeras y enrojecimiento nada agradable. A pesar de que tenía su chaqueta puesta, pudo detallar la enorme mancha de sangre que iba desde el cuello de su camiseta blanca hasta abajo.
- No te vayas Rein – pidió Fate, intentando no gimotear del dolor.
- No me iré Fate – susurró Reinforce – Pero necesito buscar a la enfermera. Me dijeron que les avisara inmediatamente despertaras, además, por lo que veo, necesitas un poco más de calmantes. No me tardaré, promesa.
Con pesar observó cómo Reinforce salía de la habitación, cerrando la puerta con cuidado tras ella. A medida que iba recuperando la totalidad de sus sentidos y su cuerpo empezaba a despertarse, el dolor también despertó junto con ella. Le dolían tantas partes de su cuerpo juntas que no sabía cuál dolía más.
Bueno, quizás su tórax. Cuando intentaba respirar profundamente dolía bastante, así que ese iba ganando. Con cuidado se llevó un dedo a los labios, detallando un par de puntos.
Con razón había dolido tanto morderse.
Trató, sin suerte, de olvidarse del dolor mientras esperaba a que su amiga regresaba, cosa que hizo bastante rápido. En cinco minutos Reinforce apareció nuevamente por la puerta de la habitación, entrando junto con una enfermera y quién parecía ser la doctora de guardia.
- Hola – saludó la joven doctora, acercándose - ¿Qué tal te sientes?
- Fatal – murmuró Fate – Tengo mucho dolor.
- ¿Alguna parte que duela más? – preguntó la doctora, mientras revisaba sus pupilas con una pequeña linterna.
- Creo que el tórax – dijo Fate – Cuando respiro profundo es como si estuvieran apretándolo.
- ¿Te sientes mareada, con náuseas?
- Un poco mareada. La luz me fastidia un poco.
- Bien, eso es perfectamente normal para lo que te paso. Me atrevería a decirte que eres una chica con suerte – comentó la doctora con una sonrisa, mientras hacía unas rápidas anotaciones en la historia médica – Necesitamos incrementar la dosis del calmante. Por ahora, no más metoclopramida, al menos hasta que regresen las náuseas. Un coctel analgésico por ahora será más que suficiente. Si el dolor no remite también vamos a tener que sedar un poco – le dijo la doctora a la enfermera, quién se dirigió rápidamente a la puerta para preparar la orden – Vendré en un par de horas para ver que tal sigues y revisar como siguen las heridas. Si todo sale bien te tendremos en observación un par de horas más y ya en la tarde podrás irte a casa.
- Vale – murmuró Fate – Gracias doctora.
La doctora iba de salida cuando la enfermera regresó, colocó el analgésico, ajusto el regulador del suero y abandonó la habitación, no sin antes indicarle a Reinforce que le avisará cuando la botella de suero se hubiese acabado.
Luego de eso, la peligris esperó un largo momento de aproximadamente dos segundos antes de bombardear a Fate con preguntas.
- ¡Casi me matas del susto! – exclamó Reinforce, dejando escapar un largo suspiro - ¿Qué te paso? ¿Quién te hizo eso? Te juro que les partiré la cara a todos los que te…
- Reinforce, cálmate – pidió Fate, tomando su mano – No te alteres.
- Lo siento – se disculpó Reinforce, suspirando nuevamente – Pero es que… Esto es una locura Fate. Todos estamos con los nervios de punta. Tía Lindy está que se arranca el cabello del estrés.
- ¿Tía Lindy? – preguntó confundida Fate - ¿Tía Lindy sabe que estoy aquí?
- Si, y está hecha una furia Fate. – contestó Reinforce.
- Mierda. Eso está mal. – murmuró Fate - ¿Cómo se enteró?
- Fate tuvimos que llamarla – respondió seriamente Reinforce – Te encontré en la parte de atrás del local tirada en el suelo llena de sangre. Cuando perdiste el conocimiento pensé que te habías muerto ¿A quién más iba a llamar? A duras penas logramos traerte al hospital sin causar un alboroto.
- Yo… Lo siento – se disculpó Fate – Siento haber causado tantos problemas.
- Tú no hiciste nada malo tonta – dijo Reinforce, con una sonrisa - ¿Quién te hizo esto?
- Vamos Reinforce, estoy bien. ¿Es necesario todo esto?
- No me digas que estás encubriendo a la persona que te golpeó Fate – resopló Reinforce.
- No vale la pena – dijo seriamente Fate – No quiero seguir metiéndome en problemas.
- A mí no me importa meterme en problemas por ti – refutó Reinforce - ¡Por Dios Fate! ¡Tú eres como una hermana menor para mí! ¿Acaso te quedarías tranquila si supieras que alguien me dio una paliza?
- No – admitió Fate, suspirando – Está bien, te lo diré. Pero prométeme que no harás nada estúpido y que mantendrás la boca cerrada frente a tía Lindy ¿Estamos?
- Estamos – asintió Reinforce.
- Bien – empezó a decir Fate – Fue Yuuno.
La cara de Reinforce se contorsionó de la rabia, y Fate, conociendo a su amiga también como lo hacía, sabía que la peligris estaba juntando cada minúscula pizca de auto control que le quedaba para no golpear algo. Apretó los puños tan fuerte que sus nudillos se pusieron blancos.
- Ese maldito cara de rata se pasó ¡Ahora si se pasó! – exclamó Reinforce alterada.
- Rein, por favor… - intentó calmarla Fate, sin éxito.
- Puedo soportar que hable de nosotras a nuestras espaldas, que nos insulte, es más, hasta puedo soportar que por su culpa pasemos una noche en la comisaría como aquella vez que nos echó la culpa de la pelea en su casa, pero esto no Fate. Esto no. Esto es demasiado.
- ¿Y qué se supone que harás? – preguntó Fate, negando con la cabeza – ¿Ir hasta su casa y caerle a golpes? Te aseguró que si haces eso vas a pasar mucho más que una noche en la comisaría.
- Eso no estaría mal – murmuró Reinforce, con el ceño fruncido.
- Vamos Rein. No podemos actuar como unas niñas. Meterse con Yunno de buenas a primeras no va a funcionar.
- ¿Y entonces? – preguntó Reinforce, cruzándose de brazos – ¿Vamos a dejar que haga con nosotras lo que le dé la gana? O sea ¿Si él quiere caerte a palos en la universidad lo puede hacer y nos vamos a dejar? Es más, ni siquiera entiendo cómo fue que pudo golpearte. Hasta Hayate tiene más fuerza que ese enclenque.
- No fue él solo Reinforce – murmuró Fate, mientras intentaba acomodarse mejor en la cama – Por eso te digo que no podemos actuar sin pensar. Es peligroso.
Fate estaba segura de que Reinforce, en ese momento, se estaba debatiendo entre quedarse quieta o decirle que no le importaba nada y aun así iba a golpear a Yuuno. Luego de unos cuantos segundos Reinforce relajó un poco su postura y asintió.
- Bien – murmuró Reinforce – Tu ganas. No estoy para nada de acuerdo pero si dices que me quede tranquila lo haré. Ahora ¿Se puede saber qué demonios pasó anoche? ¿El tipo este apareció de la nada y te golpeó con sus amigos o qué?
Intentó hacer un mapa mental de las cosas que habían ocurrido. Se estremeció al recordar las palabras de Yuuno, y casi pudo sentir de nuevo el dolor de cada golpe. Odiaba admitirlo, pero detrás de su fachada de chica ruda estaba aterrorizada en ese momento. Su orgullo pudo más, y no lo demostró frente al rubio, pero Fate estaba segura de que le hubiesen dado una paliza así se pudiera a llorar.
La habían golpeado, pero ya estaba bien. Le dolía, pero sanaría en un par de días. Sin embargo, ni siquiera sabía que podía haber pasado con Nanoha salvo por lo que había dicho Yuuno.
Y estaba segura de que sus palabras habían sido puras mentiras.
- ¿Dónde está Nanoha? – preguntó Fate alarmada.
- ¿De qué hablas? ¿Acaso no estabas hablando con ella por teléfono? – comentó Reinforce, confundida.
- No, no era Nanoha quién estaba llamándome – negó Fate, frunciendo el ceño - ¿Dónde está?
- Está de viaje, o al menos eso fue lo que le dijeron a Hayate – explicó Reinforce – Nunca llegó al concierto y bueno, cuando íbamos camino al hospital comenzamos a llamarla y a dejarle textos pero nunca atendió, y tampoco nos contestó por mensaje. Hayate llamó a su casa y le dijeron que al parecer había tenido una emergencia y había tenido que salir de viaje urgente. Imagino que es que está en un avión o algo así que le impide contestar. Seguramente nos contactará en cuanto vea los mensajes de Hayate.
- Esto está mal – murmuró Fate – Esto está muy mal.
¿Una emergencia?
Ahora si se estaba preocupando.
- ¿Qué está mal? – preguntó Reinforce, más confundida que antes.
- Cuando me llamaron y salí a contestar no era Nanoha quién llamaba, era Yuuno – empezó a decir Fate – Empezó a preguntarme si estaba esperando a Nanoha y esas cosas. Cuando lo increpé me dijo que se iba a casar con Nanoha.
- ¿¡Qué!? – Exclamó Reinforce – ¿Ese fumó droga o qué?
- ¿Qué te puedo decir? Me dijo que Nanoha hoy se convertiría en la Señora de Scrya.
- ¡Eso es pura Bullshit! – resopló molesta Reinforce
- Lo sé Reinforce. Yo conozco a Nanoha – dijo Fate – La conozco lo suficiente como para no dudar de ella. Con ella es diferente. A pesar de que ese grupito quiera hacerme creer que ella es igual a ellos sé que no lo es, porque ella me lo ha demostrado. Sé que ella me quiere, así como yo la quiero. Nanoha no es alguien que me mentiría de esa forma.
- Déjame hacer un paréntesis en este momento para felicitarte – dijo solemnemente Reinforce – Al fin llegó el día en el que te escuché hablar así. Estoy orgullosa de que hayas comprendido que no todas las chicas son iguales a Une.
- Venga Reinforce, ponte seria.
- Vale, vale, lo siento. Entonces ¿Yuuno te dijo eso y ya? ¿Empezó a pegarte así no más?
- Reinforce, Yuuno no me pegó – dijo Fate – Bueno si, me golpeó una vez, pero fue porque lo llamé cabrón, y de paso logró golpearme solo porque sus guardias me habían agarrado.
- ¿Lo llamaste cabrón? – inquirió divertida Reinforce.
- Claro – contestó Fate con una sonrisa – Si me está diciendo que se va a casar con Nanoha, y Nanoha está enamorada de mí, entonces es un cabrón ¿No?
- Yo que tú le hubiese cantado la canción del venado – comentó Reinforce soltando una carcajada.
- Ponte seria Reinforce.
- Bueno, vale. ¿Qué paso después?
- Me amenazó. Me dijo que no me acercara a Nanoha y bueno, le dijo a sus guardias que me golpearan como advertencia.
- Es una rata cobarde – dijo Reinforce, suspirando – Afortunadamente estás bien. En serio. Por un momento pensé que te ibas a morir en mis brazos. Estaba asustada.
- Vamos, él va a necesitar mucho más que eso para lograrlo. Además, ya estoy bien.
- Fate no estás bien – comentó Reinforce con una sonrisa – Estás hasta el culo de calmantes con lo que te pusieron ahorita. En un par de horas vas a estar viendo a Satanás bailando cumbia de tanto dolor que vas a tener.
- Eres una exagerada. Yo estoy bien – insistió Fate – Además, tenemos que buscar a Nanoha.
- No puedes buscar a Nanoha así Fate – negó Reinforce – De paso ni siquiera sabemos en qué parte del planeta está. Solo podemos pedirle a Hayate que siga intentando comunicarse con ella, e intente averiguar algo más con el ama de llaves de su casa, pero por ahora solo podemos sentarnos a esperar. A menos de que prefieras que entre Signum y yo le demos la paliza de su vida a Yuuno y lo hagamos hablar.
- Nada de palizas Reinforce.
- Solo sugería.
- Por cierto ¿Qué tan mal quedé?
Reinforce suspiró antes de sacar su teléfono celular y entregárselo a Fate, con la cámara frontal puesta.
Cuando Fate se miró no pudo evitar sorprenderse.
Sus ojos estaban hinchados por los golpes. Había tenido en otros momentos de su vida un golpe en el ojo, pero nunca se le había hinchado tanto, y mucho menos había adquirido ese horrible color morado. Tenía unos cuantos puntos en el labio, y en una de sus cejas. También le habían colocado una bandita en la nariz. Pudo observar en su cabeza un parche, por lo que supuso que también se la había roto.
En pocas palabras, se veía espantosa.
Se apresuró a revisar su dentadura para descubrir, para su alivio, que sus dientes estaban completos.
- Te ves como toda una chica punk – comentó Reinforce con una risita.
- Te odio – murmuró Fate, mientras sonreía.
- No, hablando en serio, tuviste suerte. Tienes tus dientes completos, tu nariz no está fracturada. La herida en la cabeza no fue tan grande pero aun así te pusieron unos cuantos puntos. Lo más serio fueron tus costillas, pero fue solo una fisura pequeñita, así que te mandaron a usar una faja para el tórax como por dos semanas, algo así. Eso sí, tienes hematomas por todos lados. Estás llena de morados, así que prepárate para unos días bastante dolorosos.
- Bueno – dijo Fate, suspirando – Pudo ser peor ¿no?
- Pudo ser muchísimo peor – afirmó Reinforce – Por cierto ¿Estás segura que no le dirás nada a Lindy? Esto que pasó fue algo grave.
- No puedo arriesgarme Reinforce. Aún no sabemos dónde está Nanoha, y después de lo que me hicieron a mí no estoy siquiera segura de que ella esté bien. Cuando encontremos a Nanoha veremos que hacemos.
Reinforce se ocupó de hacerle saber nuevamente que no estaba de acuerdo con su decisión de quedarse callada, pero eso no la hizo cambiar de opinión.
Estaba preocupada. Los calmantes estuvieron al máximo de su efecto durante el siguiente par de hora, o al menos eso era lo que le indicaba el extraño entumecimiento que había sustituido al sordo dolor que sentía al despertar, pero su cabeza no paraba de pensar. Aún no tenían noticias de Nanoha. Había hablado con Hayate desde el teléfono celular de Reinforce, pero la castaña no había logrado dar con el paradero de la cobriza. Al enterarse de lo que había sucedido con Fate intentó investigar con sus contactos si tenían alguna información de Nanoha, e incluso accedió a la cuenta de google de Nanoha para descubrir, gracias al GPS, que su teléfono seguía en su casa.
Es decir, donde sea que estuviese Nanoha en ese momento, no cargaba su teléfono celular consigo.
Con cada minuto que pasaba la espera se hacía más tortuosa. Solamente tenía ganas de levantarse de esa cama y salir a buscar a Nanoha, pero no tenía ni idea de dónde empezar. En esa parte Reinforce tenía muchísima razón. Parecía que la única opción factible que tenían era esperar a que ella las contactara.
Su cabeza aún seguía hecha una enredadera de pensamientos diversos cuando Lindy abrió abruptamente la puerta de la habitación.
Agradeció enormemente estar aún bajo los efectos del calmante, porque el abrazo que le dio Lindy al verla le iba a sacar un grito de dolor extremadamente fácil. Era visible que la mujer estaba preocupada. Su cabello, usualmente bien peinado, se veía hecho un pequeño desastre, y un par de profundas ojeras bordeaban sus ojos aguamarina, en los que notó cierto grado de alivio.
Reinforce aprovechó la llegada de Lindy para excusarse por unos minutos y salir camino a la cafetería a comer algo, dejándolas solas en la habitación.
- ¿Qué tal te sientes? – le preguntó Lindy, tomando una de sus manos entre las suyas.
- Me siento… Bien – contestó Fate con una sonrisa – Perdón por meterme en problemas.
- Me tenías muy asustada – confesó Lindy.
- Lo siento – murmuró Fate, sonrojándose.
- Fate, sé que quizás no es el momento, pero necesito que me digas qué fue lo que pasó – pidió Lindy, mirándola seriamente.
- No lo sé – mintió rápidamente Fate – Salí por un momento a contestar una llamada y nada. Intentaron asaltarme. Me resistí un poco.
- ¿No recuerdas quién te hizo eso? ¿Alguna pista?
- No – negó Fate, intentando parecer pensativa – Nunca los había visto antes.
- Fate – dijo Lindy – Cualquier cosa que haya pasado, cualquier pista que puedas darme será de muchísima utilidad. ¿Estás segura de que eso fue lo que pasó? ¿Solo un intento de robo?
- Sí, eso creo – murmuró Fate – Es decir, cuándo las personas se resisten a robos pueden terminar así ¿No?
Lindy cerró sus ojos por un par de segundos, mientras respiraba profundamente. Fate solo se quedó expectante, pero nunca imaginó la respuesta de la mujer que estaba sentada a su lado.
- Voy a ser completamente sincera contigo Fate – dijo Lindy seriamente – Tenemos el video que grabaron las cámaras del local, en donde se ve que hablas con Yunno Scrya. Se ve que él te golpea, y también se ve como dos hombres más hacen lo mismo mientras él se va. Esta vez te lo voy a pedir como policía. Necesito que me digas qué fue lo que pasó anoche.
Fate se quedó helada. Eso pintaba mal. Que la policía se involucrara solo complicaría las cosas, y ella a esas alturas seguía sin saber si quiera si Nanoha estaba bien. En ese momento solo podía fingir un dolor repentino para retrasar el interrogatorio, pero de ninguna forma iba a lograr que Lindy lo olvidara.
En parte la entendía, al fin y al cabo prácticamente se habían metido con alguien de su familia, pero no podía dejar que se metiera más en ese enredo.
- Está bien – murmuró Fate – Yuuno y yo discutimos. Llegamos a los golpes, nada del otro mundo. Yo estoy bien. Fin del tema.
- ¿Fin del tema? – preguntó Lindy, incrédula – Ese niño y sus acompañantes casi te matan.
- ¿Qué podemos hacer entonces? – refutó Fate – tú más que nadie sabes que contra el alguien como yo no puede hacer absolutamente nada.
- Tenemos pruebas Fate. Si hacer la denuncia podemos procesarlo y hacerle pasar un mal rato.
- Si, y también podemos dejar todos mis ahorros en abogados – agregó Fate – Mira, tú más que nadie me has dicho que no me tengo que meter en problemas con esa gente.
- Fate, pero no había pasado algo tan grave – dijo Lindy – Sé que ese niño no te tiene buena estima, pero tu vida corrió peligro. ¿Qué me garantiza a mí que más adelante no pasará algo peor?
- Lo siento tía – contestó Fate – Pero no puedo hacerlo. No puedo denunciarlo. No ahora. No tengo el tiempo, la disposición ni el ánimo para pasar por todo ese proceso.
- ¡Vamos Fate! – exclamó Lindy, frustrada - ¿Por qué tienes que ser tan terca?
Fate observó en silencio mientras Lindy se llevaba las manos a la cabeza y respiraba. Se pellizcó el puente de la nariz antes de negar con la cabeza y mirarla con esos ojos aguamarina que solo reflejaban preocupación.
- Te pareces más a Precia de lo que crees. Ambas eran igual de tercas, aunque creo que tú le ganas.
- Tía… - murmuró Fate.
- ¿Al menos puedo saber por qué ese niño te odia tanto? – preguntó Lindy, resignada.
- Creo que es porque me quedé con la chica – contestó Fate, con una risita.
El semblante de Lindy se relajó un poco, dejando escapar una sonrisa.
- ¿Saliendo con Takamachi? – preguntó Lindy.
- ¿Cómo sabes eso? ¿Reinforce te dijo algo? – inquirió alarmada Fate.
- Sé más de lo que crees Fate – respondió Lindy, sonriendo amablemente – Me hubiese gustado que me lo dijeras antes, pero me alegro mucho de saber que es cierto. Se ve que es una buena chica, no como esa novia horrible que tuviste antes.
- Tía – se quejó Fate
- Vale, vale. En fin. Si no quieres denunciar no lo hagas. Igual me quedaré con la evidencia, por si cambias de opinión. No te voy a forzar a hacer nada que tú no quieras.
- Gracias Tía – murmuró Fate con una sonrisa, apretando con cuidado la mano de Lindy.
- Igual, así no quieras mantendré los ojos puestos sobre Scrya – agregó Lindy, mientras se levantaba – Hablé con la doctora que te atendió y me dijo que te darían de alta en la tarde, así que vendré a buscarlas luego para llevarlas a casa. Debo irme, aún tengo que llenar unos cuantos formularios y no he parado con los casos desde ayer. ¿Te vas a portar bien?
- Siempre – contestó Fate, sonriendo ampliamente.
