¡Hola! ¿Cómo han estado?
Ha pasado mucho tiempo ¿Cierto?. Antes que nada, déjenme agradecerles de todo corazón sus mensajes de ánimo. Lamento mucho haberlos preocupado, y en verdad quiero darles las gracias por su comprensión y su paciencia. Esos días definitivamente estaba fuera de mi, e, inconscientemente, me había auto-arrebatado el crear cosas, que era una de las pocas actividades que siempre me han hecho salir a flote en momentos como ese. Afortunadamente las cosas fueron mejorando poco a poco, e incluso encontré un trabajo que me llena inmensamente, y ha hecho que poco a poco empiece a recobrar algo de confianza en las cosas que hago.
No es la primera vez que toco fondo, pero he llegado a la conclusión que quizá una de las pocas cosas buenas que puedes sacar de todo eso es que, ya cuando no puedes bajar más, todo el camino que te queda es hacia arriba.
Con suerte, empezaré a regularizar las actualizaciones a partir de ahora. Así que ya no habrán más ausencias. Nuevamente gracias por tener tanta paciencia conmigo.
No se diga más. Les envío un enorme abrazo en la distancia y, nuevamente, me disculpo por haberme tomado tanto tiempo en regresar. ¡Los quiero inmenso! Por cierto, me he dado cuenta de que alguien me ha dejado un par de reviews en portugués. ¡Eso es tan genial! No entiendo mucho de portugués, así que me ayudo un poco con el traductor de google, pero es increíble que haya personas que se tomen el tiempo de tomar estos escritos y traducirlos para leerlos. Muchas gracias por todo ese apoyo!
Disclaimer: MSLN ni sus personajes me pertenecen. Todo el crédito a sus respectivos autores.
Capítulo 24: Sucesos Inesperados.
El calor que sentía en su costado era el culpable de que no se hubiera despertado antes. Ese peso familiar que se aferraba a ella con cuidado, emitiendo suaves sonidos al respirar, y apretando un poco más fuerte cada vez que se movía. Ya debían estar a una hora bastante avanzada de la mañana, o al menos eso indicaba la luz del sol que lograba colarse entre las persianas, pero en verdad se sentía muy cómoda.
Posiblemente, si no se obligaba a levantarse, podría cerrar sus ojos otra vez y quedarse dormida enseguida.
Pero tenía que desestimar esa idea. Poco a poco un dolor sordo fue apoderándose de sus costillas, recordándole que habían pasado muchas horas desde que se había tomado la última dosis de calmantes, y que si no se apresuraba, tendría que esperar como dos horas a que las pastillas empezaran a hacer su efecto si quería poder moverse con tranquilidad por la casa sin quejarse. Así que, para su tristeza, tuvo que empezar a mover con cuidado el bulto oculto bajo las sábanas que la tenía atrapada en un abrazo.
Su compañera emitió una serie de gruñidos y sonidos de molestia hasta que al fin abrió los ojos, y aquellas orbes purpúreas hicieron contacto con las suyas.
- ¿No podemos dormir un rato más? – preguntó Nanoha, acurrucándose más entre los brazos de Fate.
- No lo creo dormilona – contestó Fate con una risita – Debe ser casi mediodía ya.
- ¿¡Qué!? – exclamó Nanoha - ¡Pero si es tardísimo!
- Hace cinco segundos no te querías levantar.
- Ya, ahora sí. Estoy despierta, completamente despierta. ¡Tus medicinas!
La actitud entre dormida y desesperada de Nanoha le sacó un par de risas. Con cuidado se giró, tomando de la mesita que reposaba junto a su cama uno de los frascos de medicinas, sacando rápidamente una píldora y tomándosela junto a dos grande sorbos de agua. Quizá era solo porque Nanoha estaba a su lado, pero se sentía un poco mejor que el día anterior.
Por supuesto, con los kilos de angustia que se quitó de encima al ver a la cobriza cualquiera se sentiría mejor, de eso estaba completamente segura.
Una Nanoha más despierta acompañó a la ducha con la excusa de ayudarla por si acaso necesitaba una mano extra. No necesariamente la ayuda terminó exactamente donde debía, pero no era algo de lo que se iba a quejar. Cada vez necesitaba más de Nanoha, y todas las dificultades que estaban empezando a tener solo hacían que la necesitara más. El deseo de protegerla de todos cada vez se hacía más grande, y lo irónico del asunto era que estaba consciente de que no tenía mucho que ofrecerle, pero estaba dispuesta a llegar hasta el fin del mundo con tal de que la chica que en esos momentos sonreía cálidamente se mantuviera así, feliz, justo como en ese instante.
Quizá en eso se basaba todo, en aprovechar esos pequeños momentos de felicidad. Las sonrisas escondidas, los roces, los susurros, las palabras que no necesitaban decirse cuando se miraban justo como lo estaban haciendo. Olvidarse de lo pasajeros que solían ser esos momentos y atesorarlos en lo más profundo de sus corazones.
Por eso aprovechó de mirarla lo más que pudo, con su coleta amarrada casi de manera distraída, y una de sus camisetas viejas que parecía quedarle unas cuantas tallas más ancha. Sus ojos borgoñas se grabaron lentamente las facciones de la chica que estaba sentada frente al mesón de la cocina, sosteniendo un lápiz y garabateando algo en uno de los cuadernos que, descuidadamente, había dejado sobre el mesón.
Si eso no era amor, no sabía que más podría hacer.
- ¿Qué haces con mi cuaderno? – preguntó Fate sonriendo, mientras le echaba un vistazo rápido a los panqueques que estaban cocinándose.
- Un intento de dibujo – respondió Nanoha, mientras fruncía el ceño en señal de concentración.
- ¿Un intento?
- Si – afirmó Nanoha, suspirando – Tenía mucho tiempo sin sentarme a dibujar, así que seguro quedará espantoso.
- ¿Puedo mirar? – inquirió Fate, acercándose a Nanoha.
- ¿Qué? ¡No! – negó rápidamente Nanoha, sonrojándose.
- Nanoha, ese es mi cuaderno – dijo Fate, entre risas – Lo veré de todas formas.
- Lo ves cuando yo no esté
- ¿En serio no me dejarás mirar?
- Nop – negó Nanoha, moviendo la cabeza de un lado a otro – Por cierto, creo que está empezando a oler a quemado.
- ¿Qué? ¡Oh no! ¡Mierda, mierda!.
El aviso de Nanoha llegó justo antes del desastre. Realmente uno de los panqueques se estaba quemando, y si no hubiese sido por el aviso de Nanoha, el otro hubiese seguido el mismo camino. Unos cuantos minutos después Fate se sentó junto a Nanoha, asegurándose de dejarle a su novia el panqueque más decente.
Desayunaron en silencio, pero lanzándose miraditas cada vez que podían. Ambas sabían que después de desayunar debían tener una charla seria y extensa sobre lo que pasó, y cuáles eran los pasos a seguir a partir de ese momento. Por supuesto, lo primero que haría Nanoha sería comunicarse con su madre, rogando que ella no fuese parte también del plan de Shiro para casarla con Yuuno.
Nanoha estaba casi segura de que su madre no tenía nada que ver en lo que había pasado. Fate le creía ciegamente, al fin y al cabo, quién más que ella para conocer a su madre.
Luego de eso tendrían que tomar un par de decisiones importantes, considerando que la cobriza no consideraba seguro regresar a su casa. También estaba todo el problema mayor que Fate había tenido con Yuuno, y que Nanoha estaba decidida a llevar hasta las últimas consecuencias. Con cada bocado, se iba un segundo de paz.
El sonido de la puerta la sacó de sus ensoñaciones. Mientras caminaba hacia ella tocaron fuertemente un par de veces más, y, cuando miró por el ojal a la persona que estaba afuera, los siguientes golpes retumbaron en su pecho como piedras.
- Nanoha – murmuró Fate – Tu papá está afuera.
Al escuchar las palabras de Fate, Nanoha palideció. Su desayuno se convirtió en plomo, y su garganta se secó de manera repentina. Parece que subestimó a su padre, y eso era bastante malo. Al menos esperaba contar también con su madre para enfrentarlo, pero parece que esa vez serían solo ella y Fate.
Se aferró al brazo de Fate, mientras inhalaba profundamente. Estaban juntas, eso era lo importante. Habían intentado separarlas y estaban juntas.
- ¿Estás lista? – preguntó Fate, abrazándola de manera protectora.
- Estaremos bien Fate – contestó Nanoha, apretando su mano – Él no puede obligarme a nada ya.
La puerta no se había abierto un par de centímetros cuando Shiro, encolerizado, terminó de empujarla para entrar a la casa de Fate. Con rabia, tomó a Nanoha del brazo, sacudiéndola.
- ¿¡Se puede saber qué demonios haces aquí!? – le gritó Shiro a Nanoha.
- Not today viejo, más te vale que te calmes.
Nanoha se sorprendió de lo calmada que se escuchó la voz de Fate, pero la manera en la que apretó la mano de Shiro para que la soltara le indico que la rubia estaba más tensa que lo que aparentaba. Sus cálidos ojos borgoñas se habían convertido en ese momento en dos frías piedras, y su boca se había convertido en una delgada línea.
- ¿Acaso no te da vergüenza? – le espetó Shiro a Fate - ¿No te da vergüenza ser solo una oportunista? ¿Qué es lo que necesitas? ¿Cuánto dinero quieres para dejarla en paz?
- Prefiero morirme de hambre antes de aceptar aunque sea un miserable céntimo suyo Sr. Takamachi – respondió fríamente Fate.
- ¡Lo que me faltaba! – exclamó Shiro, sonriendo de manera irónica. – Ahora te la darás de víctima ¿Eh?
- Traté de ser lo más respetuosa posible cuando lo conocí – habló Fate, poniendo un brazo frente a Nanoha – Me quede callada a pesar de que usted estaba empeñado en insultarme, pero no le voy a permitir que venga a armar un escándalo en mi propia casa.
- ¡Tú eres nadie! – le gritó Shiro – ¿Con qué me vas a salir ahora? ¿Piensas meter a mi hija en este cuchitril?
- Váyase de mi casa – murmuró Fate, apretando los puños.
- Nanoha ¡Solo mírala! – exclamó Shiro- Ella no te puede dar nada de lo que estás acostumbrada. No puede ni siquiera mantenerse a sí misma. ¡Tan solo ve cómo está su ropa!
- Váyase de mi casa ahora – repitió Fate.
- Mira sus ojos Nanoha – continuó hablando Shiro – Seguramente se metió en alguna pelea callejera ¿Acaso te está ofreciendo drogas? ¿Eso es lo que te ata a ella? Yuuno no dejaría que tú…
- ¿¡Acaso crees que Yuuno es el mejor partido para ella!? ¡Por favor! ¡No me hagas reír!
Cualquier autocontrol que podía haber tenido en ese momento Fate se fue a la basura. Sus nudillos estaban blancos de tan fuerte que los apretaba, y se había puesto súbitamente roja. El respeto había quedado atrás. No iba a aguantarle más porquerías a ese hombre.
- ¡Te cuento que tu querido Yuuno fue quién me hizo esto! – exclamó Fate, haciendo retroceder a Shiro - ¿Eso es lo que quieres para Nanoha? ¿Quieres que esté con alguien que manda a sus matones a cargarse a otra persona porque es incapaz de dar la cara? ¿¡Eso es lo que quieres!?
- ¡No intentes hacerte la víctima conmigo! – exclamó Shiro, dando un paso hacia adelante - ¡Ya conozco esos cuentos!
- Ni siquiera eres capaz de aceptar a tu hija tal cual es. Tú si eres una puta vergüenza – susurró Fate.
- Quieras o no ella va a venir conmigo – espetó Shiro, empujándola y jalando a Nanoha violentamente del brazo – Se acabó el jueguito que tienen uste…
- Shiro, ¿¡Se puede saber que significa todo eso!?
La voz femenina a sus espaldas hizo que Shiro se detuviera en seco. Fate estaba medio aturdida por el dolor, gracias al certero empujón de Shiro justo cerca de sus costillas, por lo que creyó que estaba viendo mal, pero luego de parpadear un par de veces y percatarse del repentino cambio en la actitud de Shiro supo que todo era bastante real.
Y que esa mujer enfundada en un sobrio conjunto de vestir gris y con mismo cabello cobrizo de su novia no podía ser nadie más que la madre de Nanoha.
- Tú no lo entiendes Momoko – se apresuró a decir Shiro – Toda la culpa es de ella – añadió, señalando a Fate – Si ella no…
- Lo único que entiendo es que tú viniste hasta la casa de esta chica a armar un escándalo – dijo Momoko, con voz calmada – Así que te voy a pedir por favor que te retires. Ya hablé con tu chofer y está esperándote para llevarte a la residencia.
- Pero Momoko – empezó a decir Shiro.
- Todo lo concerniente a este tema lo discutiremos más tarde, así que retírate, por favor.
Shiro abrió la boca para replicar un par de veces, pero optó por callar. Se sacudió el polvo inexistente de su traje y se dio media vuelta, caminando hacia el ascensor que estaba al final del pasillo. Se mantuvieron en silencio hasta que Shiro abordó el ascensor, y el número que indicaba el piso en el que se encontraban empezaba a descender.
El semblante de Momoko cambió completamente al abrazar a Nanoha después de tanto tiempo. Inmediatamente Fate entendió que la actitud de Momoko había sido solo una careta de firmeza para manejar a Shiro, pero la manera en la que estrechaba a su hija solo reflejaba a una madre que hasta hace momentos se moría de la angustia.
- No te imaginas lo preocupada que estaba por ti – dijo Momoko, abrazando aún más fuerte a Nanoha.
- Lo siento mamá – murmuró Nanoha – No quería preocuparte. ¿Cómo supiste que estaba aquí?
- Es una larga historia. Digamos que tu padre no sabe que yo también tengo mis informantes – comentó Momoko – Apenas me dijeron de la locura que estaba intentando hacer tu padre deje todo lo que estaba haciendo a un lado y empecé a coordinar un vuelo hasta allá, pero afortunadamente lograste escaparte antes. Ayer en la noche hablé con Hayate, tu amiga.
- ¿Llamaste a Hayate?
- Claro que la llame. Era el único contacto cercano a ti que tenía. Ella me explicó un poco lo que sabía, y me dio esta dirección. ¡Ups! ¡Perdona mi despiste! – dijo, girándose hacia Fate – Tu debes ser Fate ¿cierto?
- Emm, si – murmuró Fate aún desorientada, estrechando la mano que Momoko le extendía.
- Nanoha me ha hablado mucho de ti. Nanoha, tienes buenos gustos ¿eh?
- ¡Mamá! –exclamó Nanoha, sonrojándose violentamente.
- Ya, no diré nada más. Les seré sincera, esto fue prácticamente una emergencia, así que deje todo el trabajo tirado y aún no dejaba las cosas en orden para tomarme el tiempo de vacaciones que pensaba tener el mes siguiente, pero aun así espero pasar por lo menos una semana en la ciudad antes de ir a Berlín, así que quiero cenar con ustedes dos mañana en la casa ¿Les parece bien?
- Mamá, bueno – murmuró Nanoha – La verdad es que hace poco tuvimos una cena con mi papá y bueno, no salió para nada bien. ¿No podríamos reunirnos en otro lado?
- Tranquila, yo me encargaré de Shiro. Hoy descansen un poco de esta locura, y mañana nos reunimos. Tenemos muchísimo de qué hablar, pero no piensen en eso ahora ¿de acuerdo?
- ¿No quiere quedarse un rato? – preguntó tímidamente Fate – Tengo café, y té.
- Me encantaría, pero Shiro no se quedará quieto, y necesito tener una charla bastante larga con él. Aunque no te confíes – comentó Momoko sonriendo – seguramente esta misma semana vendré por ese café.
- ¿Segura que no necesitas que regrese a casa justo ahora? – preguntó Nanoha
- Hija, descansa, en serio. Todos necesitamos descansar un poco – respondió Momoko, estrechándola entre sus brazos nuevamente – Me retiro entonces, y en verdad Fate, disculpa la actitud de Shiro. Perdón por todo ese escándalo innecesario.
Momoko estrechó la mano de Fate cordialmente, antes de abrazar nuevamente a su hija. Le susurro un par de frases, ante las cuales la cobriza solo soltó una risita nerviosa, visiblemente sonrojada, y, despidiéndose nuevamente, se dio la vuelta para caminar hacia el ascensor.
Fate nunca había estado tan confundida en su vida. Todo había pasado demasiado rápido. Su estado emocional había cambiado de una inesperada y tensa sorpresa, a una rabia incontenible, para después pasar a una repentina calma, con una dosis de nerviosismo. Y, sumado a eso, el golpe que había recibido de Shiro todavía latía en sus maltrechas costillas.
¿Por qué diablos no la había empujado tomándola de los brazos? Justo sus costillas, entre tantas cosas.
Y Nanoha parecía estar en el mismo estado de confusión. Observó cómo su madre se metía en el ascensor, perdiéndose de vista, para luego darse la vuelta y cerrar la puerta tras su espalda. Parpadeó varias veces antes de mirar a Fate, con la confusión aún plasmada en su rostro, aunque no pasó mucho tiempo antes de que una sonrisa empezara a formarse en sus labios.
- Parece que al menos alguien está de nuestro lado ¿No? – le dijo a Fate.
Un suspiro de alivio escapó de ambas casi al unísono, mientras se abrazaban. Ahora si se había acabado todo el estrés al que habían estado sometidas. Por supuesto, lo que acababa de pasar con la madre de Nanoha no era necesariamente su carta de salvación, pero seguro les iba a facilitar mucho las cosas. Ya no eran solo ellas y sus amigas contra el mundo. Ahora también tenían de su lado a alguien con la autoridad suficiente como para hacer que las mareas se calmaran de manera momentánea. O al menos ella no había dado indicios de odiar a Fate de la misma manera en la que Shiro y Yunno parecían hacerlo.
Era inevitable pensar que, a partir de ese momento, todo iba a mejorar. Al fin y al cabo, se lo merecían.
Lo primero que hicieron después de recuperarse del fuerte rush de emociones que vivieron fue llamar a Hayate para darle las gracias por su milagrosa intervención. Esa llamada duró una buena cantidad de minutos, hasta que Hayate decidió que para hablar bien de todo lo que había pasado sería mejor reunirse.
Una hora más tarde Hayate, Shamal y Signum, llegaron al pequeño departamento de Fate, acompañadas de una Reinforce que había ido a visitar a Hayate mucho antes de que Fate y Nanoha despertaran.
Nuevamente les tocó explicar lo que había pasado, pero esta vez, sin tanta presión sobre sus hombros, todo fue mucho más llevadero. En vista de que ya estaban todas reunidas en un mismo sitio, y que Hayate se había empeñado en celebrar lo que ella llamaba "La Victoria del Nanofate Sobre Toda Adversidad", pasaron el inmenso televisor de Reinforce a la sala de ensayos, e hicieron una conexión de audio improvisada con los monitores que usaban cuando grababan algo, dándoles un Home Theater que nada tenía que envidiarle a uno nuevo.
Como Fate, tomando medicamentos, no podía consumir alcohol, se decantaron por pedir un cuantioso delivery de hamburguesas y papas fritas para acompañar su maratón de películas noventeras. Las horas pasaron más rápido de lo que pensaban, y, cuando Fate empezó a bostezar, descubrió que Nanoha llevaba unos cuantos minutos dormitando en su regazo. Luego de despedirse de las chicas, que se negaban a darse por vencidas en su lucha por permanecer en vela toda la noche mirando los éxitos de Whoopi Goldberg, se encaminaron hasta la habitación de Fate.
Estaba tan cansada que apenas su cabeza tocó la almohada, y sintió la calidez del cuerpo de Nanoha pegado al suyo, se rindió a la pesadez que empezaba a entumecer poco a poco sus extremidades, y cayó en un sueño profundo.
Sin duda alguna podía acostumbrarse a eso, todos los días.
A pesar de que la temperatura estaba un poco más baja que lo que podría ser cómodo, empezaba a sentir calor.
El calor se hizo cada vez más grande, hasta hacerse insoportable. En su sueño empezaba a sentirse sofocada, y un movimiento constante en uno de sus costados hizo que se despertara de pronto, intentando buscar la fuente de todo ese súbito cambio de temperatura que había sentido.
La fuente la encontró más rápido de lo que esperaba, en el ovillo que se había hecho Nanoha, con el sudor corriendo por su rostro, temblando violentamente con los ojos cerrados mientras su frente estaba tan caliente que parecía quemar.
