¡Hola a todos!

Espero que estén todos bien. Yo, en lo particular, estoy esperando con ansias el estreno de la película de Nanoha en el cine :)

He estado bastante ajetreada en estos días. Mi pareja y yo estamos buscando un sitio un poco más amplio para mudarnos, y ufff, vaya que es complicado. Entre el trabajo y los oficios apenas nos queda tiempo para buscar. El calor que está haciendo parece que no nos está ayudando tampoco.

En fin, espero que todo ande marchando bien para ustedes. Creo que ahora si nos adentramos un poco al verdadero drama del asunto. Espero disfruten el capítulo ¡Muchas gracias por leer!

Disclaimer: MSLN ni sus personajes me pertenecen. Todo el crédito a sus respectivos autores.

Capítulo 27: Estaremos bien.

El pasillo del hospital en el que estaba sentada se encontraba extremadamente frío y, a pesar de que tenía puesta una de sus sudaderas favoritas, no podía evitar tiritar. Intento poner su mente en blanco para olvidarse un poco de la incomodidad que sentía, mientras golpeaba el suelo suavemente con sus pies de una manera rítmica, y se acomodó un poco mejor en su silla.

Con cada minuto que pasaba su ansiedad crecía. Ya había perdido la cuenta de cuánto tiempo llevaba sentada allí, en ese mismo lugar, con las manos entumecidas por el frío y un nudo en su garganta. Estaba hecha polvo físicamente. Anímicamente estaba peor. No sabía qué fuerza sobrehumana la mantenía de pie aún.

Pero no era tiempo para pensar en ella. Tenía que desconectarse por un momento de lo que sentía.

La verdad era que no había podido dormir nada en toda la noche, y a duras penas había podido comerse una tostada bajo la estricta supervisión de Reinforce. Era como si una cinta se hubiese cerrado sobre su estómago, reduciéndolo en lo más mínimo. También habían demasiados pensamientos bombardeando sin piedad su mente, haciendo que fuese casi imposible conciliar el sueño por más de cinco minutos. La ansiedad no paraba de crecer.

Hayate llevaba ya más de una hora encerrada en esa habitación del hospital, hablando con Nanoha. Cada vez que recordaba las palabras de la doctora sentía que sus rodillas flaqueaban, y su voluntad se desmoronaba. Quería entrar y tomar a Nanoha entre sus brazos, y decirle que todo estaría bien, pero sabía que si ella lo estaba pasando mal, para la cobriza era mucho peor.

Un golpecito en su hombro la hizo mirar a un lado. Reinforce estaba allí de pie junto a ella, extendiéndole un vaso de café que tomó entre sus manos visiblemente agradecida. El dulce líquido hizo que el frío se hiciera un poco más llevadero, calentándola un poco.

- ¿Aún siguen allí? – preguntó Reinforce

- Si – murmuró Fate, dejando escapar un suspiro – Estoy cansada de esperar.

Sus ojos borgoña se fijaron un momento en su amiga peligris, quién se llevaba a los labios una bebida energética, mientras se acomodaba en la silla que se encontraba a su lado. Las ojeras también se habían apoderado de sus ojos, y los mechones de cabello que saltaban en varias direcciones solo daban a entender que el cansancio físico que tenía que cargar esa muchacha era igual que el de ella. Al fin y al cabo, Fate tenía muchísima culpa de que su mejor amiga tuviera ese aspecto.

Reinforce había tenido que llevarla a casa hecha polvo. Había sido la peligris quién se encargó de explicarles a las demás lo que pasaba, mientras intentaba lidear con una rubia que no paraba de llorar en sus brazos. Intentó de muchas formas sacar a Fate del estado mental en el que estaba, pero parecía que esa situación había despertado muchos de los traumas que la rubia había superado.

Fate no lo sabía, pero Reinforce incluso había llamado a Lindy en búsqueda de consejos, pero ya había hecho todo lo que habían aprendido en las terapias por las cuáles la rubia había tenido que pasar. Horas después, cuándo Reinforce ya había perdido las esperanzas, Fate empezó a abrirse.

Entre lágrimas, y con las manos temblando violentamente, le explicó que todo la estaba sobrepasando. Tenía miedo de perder a Nanoha, como había pasado con su madre y su hermana. Y aunque sabía que lo más probable era que al final todo estuviese bien, y que una enfermedad no era el fin del mundo, el simple hecho de que existiese una mínima oportunidad de que todo saliera mal la estaba enloqueciendo. Había demasiada rabia dentro de ella también, porque no podía entender como ahora que las cosas de pronto empezaban a tomar un buen curso volvían a tergiversarse.

Como si una maldita fuerza cósmica estuviese empeñada en hacerla caer una y otra vez.

La vida era así ¿No?

Con el insomnio a flor de piel y exhaustas emocionalmente entraron a su sala de ensayos. Eran las tres de la madrugada cuando llamaron a Signum para que viniera hasta su casa, y, aunque la pelirosa solía molestarse bastante cuando alguien interrumpía su sueño de esa manera, aceptó sin chistar.

Habían amanecido con una nueva canción y unas terribles ojeras. Fate aún sentía que el mundo temblaba a sus pies, pero al menos ya no se sentía tan molesta. Reinforce, por otro lado, estaba segura de que lograrían superar todo esto. Confiaba en Fate, y, sobre todo, confiaba en la fortaleza de Nanoha. Al fin y al cabo, era la cobriza quién se estaba llevando la peor parte.

Un chirrido hizo que ambas se sobresaltaran. Hayate salió de la habitación que Nanoha tenía asignada, y les dedicó una sonrisa que no alcanzó sus ojos. Eso complicaba aún más las cosas.

- ¿Cómo está Nanoha? – preguntó Fate, con un hilo de voz.

- Quisiera decirte alguna otra cosa Fate, pero la verdad es que no se lo está tomando muy bien – contestó Hayate, con una seriedad que muy pocas veces aparecía en la castaña. - ¿Estás segura de que quieres entrar allí tu sola?

- Debo hacerlo Hayate – respondió Fate – No sé cómo conseguiré no quebrarme allí adentro, pero debo hacerlo. Ella me necesita.

- Confío en ti entonces Fate – dijo Hayate, poniendo una mano sobre el hombro de Fate – Pero no te excedas. Sé que esto tampoco es fácil para ti, pero también sé que encontrarán la manera de que todo esté bien.

Fate solo asintió levemente, temblando al sentir la frialdad del pomo de la puerta de la habitación en la palma de su mano. Al llegar al hospital Momoko le había advertido lo mismo. Nanoha no se había tomado el asunto de su enfermedad de una buena manera, y por supuesto Fate no la culpaba. Tampoco era como si estuviese en la capacidad moral de exigirle entereza.

Era así como Momoko y Shiro se encontraban en esos momentos discutiendo con los doctores cuando iniciaría el tratamiento de Nanoha, mientras ella estaba allí obligándose a abrir la puerta que las separaba sin entrar en una crisis.

Reuniendo el poco valor que le quedaba se aventuró y abrió la puerta.

Nanoha no se inmutó al escuchar el sonido de la puerta. Solo se mantuvo allí, mirando por la ventana, en completo silencio. Fate también se había quedado sin aliento al verla allí.

Parecía que la noticia le había hecho envejecer un par de años, pero el sol que se colaba por la ventana igual se reflejaba en su cabello de la misma manera en la que a Fate le encantaba. Alguien había puesto flores en la habitación, pero esas flores no olían tan bien como su Nanoha, aunque la vida le estuviese jugando una mala pasada.

En ese momento lo había decido. Ya no importaba el miedo que le causaba la minúscula posibilidad de perderla. Iba a luchar hasta el final, y si era necesario tragarse todos sus miedos para que Nanoha pudiera apoyar todos los suyos en ella lo haría. No iba a dejar a su cobriza caer.

- Hola – murmuró Fate.

Espero unos pocos segundos antes de dejar escapar un suspiro. Definitivamente eso no había funcionado. Abrió la boca para decir algo pero Nanoha se le adelantó.

- Deberías irte.

Un nudo apareció en su garganta de manera inmediata al escuchar las palabras de Nanoha. Pensó en disculparse y salir, pero ya no podía echarse para atrás.

- ¿Ah sí? – preguntó Fate, dando un paso hacia adelante.

- No vale la pena Fate – dijo Nanoha, con un ligero temblor en su voz. – Lo mejor que puedes hacer es irte.

- Realmente pienso que lo mejor que puedo hacer es quedarme aquí. – refutó Fate.

- ¿Por qué eres tan terca?

- ¿Por qué quieres que me aleje de ti?

- ¡Tú no lo entiendes!

Fate sentía que su corazón se iba a partir en mil pedazos escuchando a Nanoha sollozar, con la cara oculta entre sus manos, intentando desesperadamente mantener el ritmo de su respiración sin mucho éxito. Todo esto era demasiado injusto. Ellas definitivamente no tenían que estar allí. Nanoha no tenía que esta acostada en esa cama entre tantas máquinas con pitidos molestos, y Fate no tenía que estar allí frente a ella con cara de no haber dormido en días. Tenían que estar en algún parque tomadas de la mano, intentando adivinar formas de nubes mientras se perdían en los ojos de la otra, no allí en ese maldito hospital.

Parece que la vida no estaba siendo nada justa. Pero no la harían retroceder. Ya no más.

Terminó de cortar la distancia que las separaba y tomó a Nanoha entre sus brazos, quién se aferró a su sudadera como si de un momento a otro la rubia fuese a desaparecer de su lado.

- Aunque me lo pidas mil veces no voy a dejarte sola Nanoha – susurró Fate – Ni ahora, ni nunca.

- ¿Por qué quieres perder el tiempo conmigo? – preguntó entre sollozos Nanoha, apenas alcanzando a tomar aire - ¿Qué te puedo dar? Así, ahora, ¿Qué demonios te puedo dar?

- ¡No necesito que me des nada Nanoha! – exclamó Fate, abrazándola aún más fuerte – Ya me has dado todo lo que he podio querer. No necesito que me des nada más.

- No puedo hacerte pasar por esto Fate – murmuró Nanoha – No a ti, tu no te lo mereces.

- ¿Y tú si te mereces que te deje sola? – preguntó Fate – Vamos, mírame a los ojos y dímelo.

Cómo pudo colocó una mano bajo la barbilla de Nanoha y le hizo levantar la mirada. Esos ojos púrpura llenos de lágrimas estuvieron a punto de hacer flaquear su voluntad, pero necesitaba que Nanoha la mirara, necesitaba que viera la sinceridad en sus ojos, para que estuviese segura de que cada palabra que le decía justamente en ese instante era la más pura verdad.

- Voy a estar aquí para ti Nanoha – dijo Fate en apenas un susurro, pero lo suficientemente audible como para que Nanoha le entendiera – No importa lo que pase de aquí en adelante, ni cuánto tiempo te tome sanar, porque sé que estarás bien. Siempre, escúchame bien, siempre estaré aquí a tu lado. Así que puedes pedirme que me vaya mil veces, y mil veces voy a regresar, porque te amo Nanoha, y no pienso dejarte atrás.

Los sollozos de Nanoha se hicieron más audibles, mientras abrazaba con más fuerza a una Fate que tampoco había podido contener sus lágrimas. Con cada segundo que pasaba solo incrementaban sus ganas de protegerla. Estaba condenada desde hace mucho tiempo, quizá desde aquella vez que sus ojos conectaron con los de ella esa vez en el pasillo de la universidad, y ya era muy tarde para negarlo. Se quedaría allí, pues no había otro lugar en el mundo en el que deseaba estar más que al lado de esa cobriza que se aferraba a ella con todo el miedo del mundo.

- ¡Dios! ¡Tengo tanto miedo Fate! – exclamó Nanoha, entre lágrimas.

- Yo también cielo, yo también – murmuró Fate – Pero estaremos bien, te lo prometo. Estaremos bien.