¡Hola! ¡Tanto Tiempo!
Primeramente, me gustaría pedirles disculpas por mi prolongada ausencia. ¿Han pasado ya... casi cinco años? . Muchas gracias por haber tenido toda la paciencia del mundo para esperarme por tanto tiempo. Sus mensajes a lo largo de los años fueron una de las cosas que me ayudaron a seguir cuando las cosas se pusieron más duras, así que estaré eternamente agradecida con todxs ustedes. Si todo marcha bien lo más seguro es que pueda empezar a actualizar de manera semanal, a menos de que ocurra algún evento extraordinario como... el fin del mundo o algo así.
¡Les envío un abrazo en la distancia!
nadaoriginal: ¿Pero cómo vas a perder la fe? Mira que la fe hace milagros... Que te lo confirme Toretto, que si tuvo fe jajaja.
Disclaimer: MSLN y sus personajes no me pertenecen. Todo el crédito a sus respectivos autores.
Capítulo 30: Injusticia.
El sonido del reloj en la pared se amplificaba en la habitación, taladrando sus oídos mientras intentaba concentrarse lo más posible. Fate se permitió darle un rápido vistazo a la hoja antes de soltar su lápiz y colocarlo en la parte frontal de su pupitre. Apenas faltaban cinco minutos para que se terminara el examen y pudiera salir corriendo de ese lugar, y sin duda alguna la idea más inteligente que podía tener era revisar lo que había alcanzado a contestar.
Afortunadamente, el examen que presentaba era de una de esas materias en las que no tenía que preocuparse tanto. No era por alabarse, pero siempre había tenido buena retentiva, y en materias relacionadas con historia eso solía darle una ventaja. Ese examen final incrementaría su nota un poco, pero no era de vida o muerte que lo presentara. Ya tenía las notas suficientes para aprobar a rastras, y la verdad solo había aceptado presentar el examen porque justo en ese momento Hayate también se encontraba en uno, y habían quedado en ir juntas al hospital luego de salir de sus respectivas pruebas.
Si no hubiese sido por eso, era seguro que a esa hora ya estuviera sentada en la sala de espera.
Ese día era increíblemente importante para Nanoha. Justo en la mañana empezarían sus ciclos de quimioterapia, y ya Fate se había mentalizado para no sorprenderse si Nanoha se encontraba de mal humor. Si para ella la situación resultaba emocionalmente agotadora, en Nanoha también incluía la parte física, y eso sin duda alguna era lo más difícil.
Había tomado la decisión de hacer todo lo que estuviese en sus manos para convertir el tratamiento de Nanoha en algo más llevadero.
A pesar de que el día anterior no había alcanzado a ver a Nanoha, si había aprovechado el momento para reunirse con Momoko, quien dejó prácticamente todo en sus manos y en las de Hayate, que también se había encontrado con ellas en el hospital en ese momento. La mujer tenía que viajar nuevamente a Berlín a organizar algunas cosas para poder ausentarse por mucho más tiempo de la base Europea del consorcio, y eso la iba a apartar del lado de su hija por unas buenas dos semanas, por lo que aprovechó para pedirle nuevamente a Fate que cuidara de su hija.
Por supuesto, no hacía falta que se lo pidiera. No había nada más en el mundo que Fate estuviese deseando en ese momento que estar al lado de Nanoha, pero el tiempo parecía estar conspirando en su contra para retenerla entre esas cuatro paredes en contra de su voluntad.
Luego de lo que parecía una eternidad, la alarma que daba por terminado el tiempo del examen sonó. Había tomado la precaución de sentarse prácticamente de primera en la fila que se encontraba frente al escritorio del profesor, por lo que sujetó su examen con una mano mientras que con la otra se acomodaba la mochila en el hombro y, luego de dejar el examen sobre el escrito, salió disparada como una bala hacia la cafetería.
Necesitaba un café urgente, y había quedado también de encontrarse con Hayate en ese lugar una vez ambas hubiesen terminado para poder irse al hospital juntas.
Había pasado malas noches, pero sin duda alguna la noche anterior entraba en su top ten. En esos momentos se preguntaba si todo lo que le estaba sucediendo era un castigo de los dioses, o era simplemente un plan de un ser superior con bastante tiempo libre que necesitaba divertirse a costa de su sufrimiento.
A pesar de que estaba físicamente agotada, y de que un dolor fantasma en sus costillas había aparecido nuevamente cuando bajó la adrenalina post concierto, se le hizo terriblemente difícil conciliar las 2 horas de sueño que alcanzó a conseguir ya bien entrada la madrugada. Desde luego, la noche del día anterior había aprovechado la incapacidad de conciliar el sueño para escoger 4 canciones adicionales junto con Reinforce y Signum, y así poder enviarle esa información al correo principal de Linnith. También, aprovechó la presencia de una emocionada Hayate que le arrancó el contrato que les había dejado Linnith para revisarlo más a fondo y consultar cualquier cláusula que encontrara algo turbia con los abogados de la familia Yagami, pero no, definitivamente el contrato era justo.
Si. Se podría decir que había tenido una noche productiva, pero ¿A qué costo?
Su cuerpo necesitaba una gran dosis de descanso, pero su mente se negaba a calmarse, por eso, cada vez que cerraba sus ojos e intentaba quedarse en blanco, un pensamiento salvaje se anidaba en su cabeza y la molestaba hasta que volvía a abrirlos.
Desde luego, la naturaleza de ese pensamiento cambiaba rápidamente, lo que era aún peor. Estaba pasando de llenarse de euforia al saber que había alcanzado una oportunidad de oro para grabar seriamente con su banda, a sentir miedo por la aparición repentina de una serie de conciertos para los cuales no podía evitar dudar si realmente estaba preparada, para luego llenarse de ansiedad por el inicio del tratamiento de Nanoha. De pronto estaban pasando demasiadas cosas a la vez, y por más que intentara tomarse las cosas con más calma la rapidez con la que estaban ocurriendo esas cosas demandaba que su atención se dividiera lo suficientemente bien como para atender todas esas situaciones a la vez.
Lo cual evitaba que pudiera dormir correctamente, pero de igual manera la dejaba mentalmente exhausta.
Y luego de haberse tomado casi todo el vaso de café, estaba cayendo en cuenta de que el café de la universidad tampoco la estaba ayudando mucho.
Cuando sentía que ya no podía controlar más la ansiedad una cabellera castaña apareció velozmente cerca de la entrada de la cafetería y le hizo señas para que la acompañara.
Si la teletransportación existiese, Hayate hubiese estado segura de que esa fue la técnica que utilizó Fate para prácticamente materializarse a su lado.
- ¿Estás lista? - preguntó Hayate mientras apuraba el paso con una Fate prácticamente trotando a su lado
- ¿Se puede estar lista para esto? - preguntó de regreso Fate con resignación - Definitivamente no lo sé, creo que si hubiese podido dormir un poco más estaría más preparada, pero me parece que no estoy pensando correctamente hoy.
- Date una pausa Fate - le pidió Hayate suspirando, mientras sacaba las llaves del escarabajo para abrir el seguro de la puerta - Todo está sucediendo muy rápido, así que tienes que tenerte algo de paciencia.
Hayate fue encendiendo el auto mientras Fate prácticamente corría hacia el lado del copiloto para acomodarse en el asiento lo más pronto posible. Una vez adentro se colocó el cinturón de seguridad y aprovechó para darse un vistazo por el espejo retrovisor.
- Si que estoy hecha un asco - murmuró Fate sorprendida.
- No te preocupes, a Nanoha le gustas así - comentó Hayate con una risita - Sé que estás preocupada por todo lo que pasa con Nanoha pero en verdad, date una pausa Fate. Nanoha está en buenas manos, ten por seguro que atención no le faltará y además, Momoko antes de irse me estaba comentando que ya estaba de mejor humor, así que todo saldrá bien. Nanoha es mucho más fuerte de lo que aparenta.
- Sé que Nanoha es fuerte - dijo Fate suspirando - Es la persona más fuerte que conozco.
- No digas eso frente a Signum o se pondrá celosa - replicó Hayate manteniendo su buen humor, mientras aceleraba.
- Bueno, vale, quizá no la más fuerte - tuvo que conceder Fate - pero si es la persona más determinada que conozco. Eso no quita que tenga miedo de cómo será esto que le van a hacer y que preferiría que no tuviera que pasar por eso en lo absoluto.
- ¡Anímate Fate! - intentó animarla Hayate - A veces la vida apesta. Esta situación en verdad es tan surreal, pero conozco a Nanoha desde hace muchísimos años y sé que ella es perfectamente capaz de superar esto. Solo tenemos que tener un poco de fe ¿No lo crees?
Fate solo pudo asentir mientras echaba la cabeza hacia atrás, suspirando profundamente. Sí, estaba segura de que Nanoha era capaz de superarlo. La última vez que había hablado con ella sabía que había tomado la determinación de mejorarse, y conociendo lo terca que era estaba segura de que pondría todo de su parte para lograrlo. Pero las historias que había escuchado acerca de ese tratamiento no le agradaban para nada.
Solo Dios sabía cuánto le gustaría a Fate cambiarse de lugar con Nanoha, solo para que la cobriza no tuviera que pasar por todo eso que se le venía encima.
Mientras, hizo su mejor intento para despejar su mente de cualquier pensamiento negativo y decidió mejor enfocarse en los autos que pasaban junto a ellas en su camino. Luego de algunos minutos adicionales, gracias a la rápida conducción de Hayate y unas afortunadamente despejadas vías, lograron llegar al estacionamiento del hospital. Tardaron algunos minutos adicionales en conseguir un puesto de estacionamiento, y luego de estacionarse se miraron por unos segundos dándose ánimos mutuamente antes de bajarse del auto.
Si, ella se estaba ahogando en su preocupación, y definitivamente sería muy fácil pensar de manera egoísta que era la única que lo hacía, pero Hayate era amiga de Nanoha desde prácticamente su infancia, y si Fate era honesta y recapitulaba todas sus interacciones con Hayate desde que eran amigas (que por supuesto habían sido un montón), era la primera vez que en los ojos celestes de Hayate se reflejaba tanta preocupación, aunque la castaña siguiera empeñada en tomarse las cosas con humor y se esforzara por mantener un buen semblante.
Hayate, a pesar de todo lo que le había dicho a Fate, también tenía miedo por lo que podía pasar.
Avanzaron silenciosamente por los largos pasillos del hospital siguiendo las indicaciones de la enfermera que las orientó en la recepción. A medida que subían hacia el área del hospital en donde Nanoha se encontraba el olor a antisépticos se iba haciendo más fuerte, y Fate no podía evitar estremecerse por eso. Posiblemente si su madre la viera en esos momentos haciendo esas caras se reiría de ella, pero por más que intentaba no asociar ese olor con cosas malas su cabeza se empeñaba en lo contrario.
Definitivamente necesitaba tener un buen descanso urgente. Necesitaba recuperar sus cabales.
Justo en ese momento Hayate le señaló uno de los letreros que la enfermera les había indicado, así que se apresuraron a acercarse a esa zona en donde se encontraron nuevamente con un área circular de recepción. Mientras Hayate se acercaba a una de las amables enfermeras, Fate no pudo evitar percatarse de un movimiento extraño de lo que parecían guardaespaldas por su vestimenta, quienes caminaban velozmente desde uno de los pasillos hacia donde se encontraban.
- ¡Hola! Buenas tardes señorita - saludó cortésmente Hayate a una de las enfermeras - Venimos a ver a una paciente, Nanoha Takamachi. Nos indicaron que estaría en observación por esta ala ¿Podría indicarnos en qué habitación se encuentra?
- ¡Ah sí! - exclamó la enfermera haciendo memoria - Ya salió de su primera sesión y está en observación. La habitación en donde está - murmuró mientras revisaba rápidamente en el ordenador - es la…
- Espere un momento.
Definitivamente no era su imaginación. Los guardaespaldas sí iban hacia su dirección.
- ¿Es usted Fate Testarossa? - le preguntó directamente a Fate uno de los guardaespaldas.
- Sí - afirmó Fate confundida por el repentino acercamiento - ¿Puedo ayudarlos en algo?
- El Sr. Takamachi dejó expresamente indicado que usted no puede acercarse a la habitación de la señorita Takamachi.
- ¿Qué? - preguntó incrédula Fate
- El Sr. Takamachi dejó expresamente indicado que usted no puede acercarse a la habitación de la señorita Takamachi - repitió el hombre, con la misma entonación.
Si la tensión fuese corpórea, en esos momentos hubiese podido cortarse con un papel.
Hayate se apresuró a intervenir, al darse cuenta de que expresión de la cara de Fate estaba cambiando rápidamente de una expresión de profunda confusión, a una expresión de profunda indignación.
- Señores creo que esto puede ser una confusión. - indicó Hayate levantando las manos en señal de pausa - La señora Takamachi nos avisó, es más, nos solicitó a ambas - continuó haciendo señas entre Fate y ella - que acompañemos a su hija en este momento.
Ambos guardaespaldas se miraron hasta que uno de ellos tomó la iniciativa rápidamente, acomodando el cuello de la camisa para recuperar un poco la compostura.
- Lo siento señorita. En vista de que la Sra. Takamachi no se encuentra en la zona el encargado de la seguridad de la señorita Takamachi es su padre, quién dio órdenes precisas acerca de quién no puede acercarse a la habitación de su hija. Usted puede pasar, pero ella - dijo señalando a Fate - tiene que retirarse.
Esa fue la última gota que rebasó el vaso.
- ¡Esto es absurdo! - exclamó Fate, quién ya estaba poniéndose roja de la rabia - ¡Soy su pareja!
- Retírese - insistió el guardaespaldas secamente
- No tengo nada en contra de ti amigo - dijo Fate, avanzando hacia a ellos - Pero no puedes impedirme que vea a mi novia cuando más me necesita.
- Acompañala hasta la puerta - le pidió el guardia a su compañero, quien se apresuró a acercarse hacia Fate.
- ¿¡Pero qué demonios estás haciendo!? - preguntó Fate alterada mientras intentaba zafarse del agarre del guardia sobre su brazo, que prácticamente la estaba sacando a rastras del lugar.
- Caballeros creo que se están excediendo - intentó calmar los ánimos Hayate mientras veía a la enfermera, que ya estaba tomando el intercomunicador para llamar a la seguridad del hospital.
En un descuido Fate logró soltarse de las manos del primer guardia y corrió hacia el pasillo, pero eso fue una decisión bastante tonta, considerando que el guardaespaldas que había quedado allí la agarro fácilmente por el cuello de la camisa y la aventó hacia la dirección contraria como si fuese un saco de papas.
Se tuvo que morder el labio para evitar que se le escapara un quejido de dolor. No le iba a dar el gusto.
Retírese por las buenas, o tendrá que ser por las malas - advirtió el guardaespaldas con cara de pocos amigos.
Por más rabia que le causara la situación sabía que esos tipos no iban a ceder.
Hayate, dándose cuenta de que era muy probable que Fate no se hubiese levantado porque seguramente se había lastimado nuevamente alguno de los tantos golpes que aún estaban por sanar en su cuerpo, le tendió la mano para ayudarla a levantarse. Cuando ya se logró levantar, de igual manera la hizo retroceder algunos pasos con su brazo mientras le susurraba al oído.
- Fate, déjalo. - susurró Hayate - Estos tipos no te dejarán pasar y seguro te ganarás un problema mayor si sigues intentándolo. Ya la enfermera estaba llamando a seguridad, y es obvio que se pondrán del lado de estos imbéciles.
- Hayate, Nanoha me necesita - murmuró Fate abatida - No puedo dejarla sola, no hoy.
- Es la única manera Fate. Déjame entrar a mi y vete o si no estos tipos no nos dejaran pasar a ninguna de las dos. Te prometo que te avisaré apenas salga y puedes estar segura de que le diré a Nanoha que intentaste pasar, pero dame un chance primero para pensar en algo. Podemos solucionar esto si la mamá de Nanoha está aquí, pero solas contra su padre llevamos todas las de perder.
Fate bufó por lo bajo. No sabía que odiaba más, si el hecho que no la dejaban pasar o si el hecho de que Hayate tenía toda la razón del mundo en ese momento. Si se quedaba solo iba a empeorar las cosas para ella y Nanoha a futuro, y definitivamente no podría rebatir las órdenes de Shiro sin ayuda.
- Bien, bien - dijo Fate alzando las manos en señal de rendirse - Me iré. Dile a Nanoha que vine a verla Hayate, por favor. Dejo eso en tus manos - le pidió a Hayate mientras retrocedía. - No necesito escoltas - continuó al ver que el guardaespaldas que la había tomado del brazo hacía un ademán de acercarse - Conozco bien donde está la salida.
