Cuervo
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Daisuke sentía todo su cuerpo pesado, y no se levantó cuando abrió los ojos. Se quedó acostado en su cama, pensando en lo que les había pasado, mirando al techo. La herida se hacía notar con un dolor sordo en su costado derecho, y pensó que podrían haberlo envenenado.
El ladrón estaba callado, aunque Daisuke sabía que Dark estaba despierto mucho antes que él. Empezó a preocuparse por la herida, y trató de recordar si habían sentido algo extraño cuando sucedió el encuentro con... ése ser. Quizás era otro como ellos, otro Dark o Krad, o, quizás, un ser que viniera a causar más daño de lo que cualquiera de ellos podría...
"¿Por qué no tratás de calmarme, Dark?" le preguntó mentalmente al ladrón.
"Porque ya estás grande como para que te mime, Dai-kun, tenés dieciséis y contando" respondió Dark, con las mismas ganas.
"Entonces, ¿no estoy envenenado?"
"No te puedo responder, pero algo nos hicieron"
"¿Qué era eso?"
Ambos sabían de qué hablaban.
"No sé"
"¿Vos podés ver la pluma?" dijo Daisuke, girando su cabeza hacia su mesa de luz, en donde estaba la pluma, recta, rígida y tan negra como la noche.
"¿Qué pluma?"
"No te hagas, Dark"
"Te digo en serio, no veo ninguna pluma"
"Esa negra que está ahí, no es como las de Wiz"
"Daisuke, creo que estás envenenado, estás viendo cosas"
"Cosas que puedo tocar"
"No creo que puedas levantar el brazo para comprobarlo, así que mejor descansá"
-¿Qué hora es?- preguntó Daisuke, en voz alta, viendo su reloj.
Cinco y media de la tarde.
El pelirrojo se sorprendió. Nunca había dormido tanto, ni siquiera cuando había tenido ésa batalla con Krad en la playa, cuando fueron de excursión. Le preguntó a Dark si había usado magia, pero ambos sabían que no. Sólo quería asegurarse que estaba lo suficientemente cuerdo como para seguir su vida.
Su madre llegó poco después de las seis. Se la veía muy preocupada, y no lo dejó hablar mientras lo abrazaba. Le trajo una taza de té con leche y galletitas de agua. Daisuke las comió sin ganas, y la actitud distante de su hijo la alarmó.
-Daisuke, ya llamé a un doctor, y viene para acá- le dijo Emiko, tomándole la mano.
-Ah- y nada más.
-Hijo, nos tienes muy preocupados, hasta el abuelo llamó desde Osaka-
-¿Ya encontró la otra parte del pergamino?- preguntó Daisuke, volviendo la cabeza hacia su madre, interesado.
-No, pero ha encontrado más pistas sobre su paradero-
-¿Y por qué es tan importante? Creía que no nos interesaban los libros... –
-Los antiguos sí, Daisuke, en especial cuando hablan de nuestra familia. Ya sabés, orgullo Niwa-
-Ah, sí-
"Daisuke, hasta yo me doy cuenta que hoy tenés menos actitud que un daikon (1)"
"Dejame de joder"
Emiko se había retirado, pero podía oír su voz abajo, hablando con el doctor. Dark se quedó mudo, sin poder creer que Daisuke era quien le había hablado así. Es más, empezaba a creer que desconocía esas palabras.
"Decidido: estás envenenado"
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Reposo por una semana entera, nada de esforzarse ni de emociones fuertes, que no saliera de noche y que no viera a otras personas: al único que parecía molestarle todo eso era a Dark. Daisuke no sentía nada en especial, ni siquiera la alarma por no tener sentimientos. Pensó que, con el correr de los días, todo volvería a ser normal.
O, quizás, esa fuera su nueva normalidad.
Riku vino a verlo, pero no pudo estar a menos de tres metros. También Saehara y Wiz, pero las órdenes habían sido claras, y Emiko se había prometido hacerlas cumplir a rajatabla. Riku le traía las tareas, y Daisuke, levantado a medias por una pila de almohadas, las hacía sin pensar en anda más que en eso.
Al segundo día, Kosuke, su padre, decidió ir a hablar con él de hombre a hombre. Le pidió a Dark que los dejara solos, y miró por un rato los ojos vacíos de su hijo.
-Daisuke, ¿hay algo que no nos hayas dicho hasta ahora?- lo dijo tranquilo, tomando la mano de su hijo.
Daisuke le contó todo de nuevo, sobre ése ser negro con alas, y cómo lo había lastimado en el costado. La herida ya había cerrado, pero no podría hacer ejercicios fuertes por dos semanas. Y le contó que hubo algo que él podía ver y Dark no, además del collar.
-¿Qué es Daisuke?- preguntó su padre, interesado.
-Un pedazo de noche-
-¿Qué?-
-Un pedazo de oscuridad hecho pluma- y señaló la mesa de luz, en donde estaba, bien visible, la pluma negra.
Kosuke se quedó helado, intentando dominarse. Después salió de la habitación de su hijo, y Daisuke escuchó murmullos apagados en la planta baja. No le importaba demasiado.
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-Quiero hablar con vos-
Esa frase los sorprendió a ambos, pero el único al que Hiwatari podía ver era a Daisuke. El pelirrojo se dio vuelta en su banco y miró a Satoshi, quien le devolvía una mirada fría. Estaban solos, ya era hora de irse y el pelirrojo se había retrasado, dejando de guardar sus útiles parea ver, soñador, por la ventana. Pensaba en un ser de alas negras... ¿Otro Dark?
-¿En qué... te puedo ayudar?- le preguntó, recobrando la compostura.
-Ése ser de alas negras te hizo eso- señaló su costado derecho –y estás muy cambiado. Hasta Seaehara se queda callado cuando lo mirás-
-Eso no es mi culpa-
-No sos vos mismo. Ése ser te metió algo que hace que actúes así-
-Por favor, decime algo que no me hayan dicho antes-.
-¿Qué es lo que ves que el resto no puede ver?-
-Una pluma negra-
Silencio.
-Daisuke- estaba usando su nombre, y eso lo sorprendió -¿Una pluma negra, como si fuera un pedazo de oscuridad?- respiraba lento, pero el pelirrojo notó que le temblaban las manos.
-Si-
Todo vestigio de color abandonó el rostro de Hiwatari, y hasta Dark se alarmó al ver eso. Satoshi se levantó como un autómata y tomó su mochila, sin mirar de nuevo a Daisuke. El ladrón prefirió irse, no quería saber qué era lo que pensaba Daisuke, y dejó solo al pelirrojo, o al menos eso creía.
Escuchó el aleteo de algo grande en la ventana, y giró la cabeza.
Lo primero que vio fue una cosa de su estatura, pero decir que era pálido sería quedarse corto: era un ser blanco, más blanco que la misma nieve, y sólo podía ver sus manos, sus pies y su rostro. El resto estaba cubierto de plumas, como la que Daisuke tenía en su habitación. Se quedó petrificado, viéndolo, porque parecía ser varón. Un varón japonés de su edad, más o menos.
Cuando ése ser puso uno de sus blancos pies en el aula, Daisuke reaccionó. Tratando de alejarse, y tropezando con la silla de la otra fila, llamó a Dark. El ser se acercaba, lento pero seguro, y apenas pudo sentir la voz del ladrón antes que ése ser le tocara la frente con un dedo.
Fue como si agua helada se expandiera por todo su cuerpo, empezando por su frente. Dark se alejó, o era apartado, y Daisuke sintió cómo ése ser bajaba su mano hasta el medio de su pecho y lo empujaba, haciendo que quedara echado sobre el piso, boca arriba. Y vio cómo se inclinaba hacia él. Así de cerca, podía sentir que todo ése ser estaba demasiado frío, como si fuera de hielo y nieve. Y se estaba acercando a su rostro.
La mano que lo había empujado ahora estaba agarrando una de las de Daisuke, y la otra le acariciaba la cara. El pelirrojo temblaba, y no sólo era por el frío y el miedo. No quería saber lo que iba a hacer con él, pero podía suponerlo. El ser, que tenía dos pares de alas negras en la espalda, casi tapaba el cuerpo de ambos, sumergiéndolos en la oscuridad. Sus ojos eran dos pozos vacíos sin expresión, como si estuviera muerto. Y es que no sentía que nada de ése ser estuviera vivo, se estremeció Daisuke.
-¿Quién sos?- le preguntó el pelirrojo, ahora sí, con miedo.
El ser detuvo el viaje de su mano por el pecho de Daisuke y lo miró a los ojos. Estuvo así por un largo rato, y cuando abrió la boca para responder, se escucharon unos pasos y algo lo golpeó en la cara.
-¡FUERA BICHO!- la voz de Hiwatari sonaba más que alarmada, pero Daisuke no pudo identificar bien qué era.
El ser miró con el ceño fruncido al intruso antes de salir volando pro la ventana, dándole una última mirada al pelirrojo, de nuevo sin expresión.
-¿Estás bien?- le preguntó a Daisuke, ayudándolo a levantarse. Dark volvió, vociferando contra ése pajarraco.
-Si... Creo-
No entendía nada, pero creía saber con quién se había encontrado la última noche, en el museo.
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(1) Daikon es un nabo gigante, que se caracteriza por ser muy insípido. Se les llama daikons a los actores de teatro japonés que son muy malos, inexpresivos, cosa muy poco frecuente porque se exige un gran nivel en el teatro kabuki y noh (cada uno representado por sólo hombre ó sólo mujeres)
Este Fanfic está ambientado después de la saga de "La segunda mano del tiempo" Como no he visto el Anime (pero tengo todos los tomos del Manga hasta la fecha editados en Argentina) estará basado en los hechos ocurridos sobre el papel. Habrá de todo un poco, y si bien ya tengo decidido el final (que no se le ocurrió a nadie ponerlo en un Fanfic de DNAngel hasta ahora, creo) no estoy segura de las relaciones entre los personajes (¿shounen ai? ¿shoujo? ¿yaoi?) ni entre qué personajes. El tiempo dirá.
Nos leemos
Nakokun
