Disclaimer: Harry Potter y sus personajes son propiedad de J. K. Rowling. Esta historia está escrita sin ánimo de lucro.
A REFUGIO EN LA OSCURIDAD
Capítulo 6
Abrió los ojos con lentitud. Algo frío se restregaba contra la piel de su cuello, algo largo y de textura extraña. Abrió los ojos totalmente y se encontró con otros más pequeños, de un extraño color amarillo y con unas pupilas oscuras y alargadas, mirándole fijamente y sacando la lengua, olfateando al muchacho.
.-"Es un espécimen interesante"- siseó la serpiente, observándole con atención.
Harry no dijo nada. Se quedó quieto, esperando a ver qué era lo que haría la serpiente a continuación. El reptil seguía olfateándolo, serpenteando por su cuerpo, murmurando cosas en su lenguaje siseante, lo suficientemente bajo como para que Harry no pudiera oírlo.
.-"Sí, definitivamente muy interesante. Muy apto para aprender y soportar las Artes Oscuras. Carácter fuerte y decidido… A Tom le complacerá oír esto"-
Este último comentario escuchado perfectamente por el chico, activó recuerdos, casi olvidados ya, de un año atrás, rememorando los hechos del Torneo. Recordaba a esa serpiente perfectamente. Era Nagini, la mascota de Voldemort.
Se tensó. Como para no hacerlo, teniendo ese monstruoso reptil rodeando tu cuerpo. Era encorme y debía tener una fuerza descomunal. No le gustaría que le diera un abrazo por muy amigable que fuera.
.-"Algo delgaducho y bajito, pero con algo de ejercicio…"-
Con una última mirada a los ojos, la serpiente se deslizó al suelo para después salir silenciosamente por la ventana, enredarse en la cañería e internarse en la oscuridad. Recuperando todos sus movimientos, Harry se encaminó a la ventana y miró afuera. Todo estaba oscuro. Era una noche con pocas estrellas y aín menos farolas iluminando la calle.
Harry suspiró y se apoyó en el marco de la ventana. Quería salir de allí, no aguantaba estar más en aquella casa, pero debía esperar a que Tom se pusiera en contacto con él. No sabía a qué se debía la visita de la serpiente de Voldemort, pero esperaba que eso significara que no quedaba mucho para irse. Antes de volver a tumbarse miró al tejado de la casa vecina. Desde que había vuelto a la casa de los Dursley, todas las noches miraba a aquel sitio, esperando ver la figura que había visto aquel día. No sabía que era lo que impulsaba a buscarla, curiosidad, obsesión,… no lo sabía. Pero sí sabía que necesitaba verla. Quería y necesitaba verla. Cuál fue sus sorpresa entonces cuando vio su silueta sentada en el tejado, apoyada en la chimenea. Sacó mejor su cabeza por la ventana y se quedó mirándola, intentando descubrir algo más sobre ella. Sabía que tenía el pelo largo y que era delgada, pero… ¿De qué color tendría los ojos¿Su piel sería clara u oscura?… ¿Y por qué coño se hacía esas estúpidas preguntas¿De qué le iba a servir saberlo? No debería importarle. Seguramente era una muggle a la que le gustaba la altura, y ya está. Pero algo de ella le perturbaba, como si no fuera lo que aparentaba ser. Aquella extraña chica debió de sentir que Harry la miraba, porque se levantó e, igual que hizo el primer día que la vio, bajó por el árbol con agilidad y desapareció por algún lugar donde la vista de Harry no llegaba. Después de un último vistazo, Harry se separó de la ventana y se tumbó en la cama. Cerró los ojos, concentrándose en cerrar su mente a la invasión de Voldemort, por lo que no vio como aquella extraña persona le miraba por la ventana con sus atentos ojos azules, viendo como el chico caía en los brazos de Morfeo.
Otros dos días más pasaron y Harry no había tenido noticias de Tom. Desde que Nagini había ido a haberle aquella visita, Harry esperaba con aún más ansia la llegada de noticias de Voldemort. Se sentía algo decepcionado. No sólo con Tom, sino también con Lupin. Llevaba alrededor de una semana en la casa y los dos le habían prometido que lo salvarían de allí pronto.Y una semana no lo consideraba como "pronto", y no sabía si aguantaría mucho más estar allí. Tía Petunia casi no le subía comida por miedo a que su marido o su cuñada la descubrieran y el asqueroso perro de Marge había cogido la costumbre de olisquear la puerta de la habitación del mago y pasarse ahí durante horas rascando la madera intentando entrar. Había pasado ya varias veces la idea por la cabeza de Harry de dejarle entrar y darle a probar uno de los productos que tenía de los hermanos Weasley, un caramelo longuilinguo o algo así. Será divertido ver como su lengua crecía y crecía. A lo mejor, hasta con un poco de suerte, se ahogaba y moría. No sería una gran pérdida para el reino animal. Seguro que Petunia se alegraría.
Harry, al darse cuenta de lo que acababa de pensar, rodó los ojos y negó con la cabeza con una sonrisa amarga. ¿De dónde habían salido esos pensamientos tan sádicos? Definitivamente, Tom no era una buena influencia para él.
Con un suspiro, se levantó de la cama y se encaminó a la ventana. Como todas las noches, miró al tejado vecino, pero no vio nada. Dándose cuenta conscientemente de lo que acababa de hacer y de a quién quería ver casi se puso a golpear su cabeza contra la pared sino hubiera sido porque un oportuno ronquido le recordó que no debía hacer absolutamente nada de ruido si no quería ver su cabeza verdaderamente empotrada en la pared gracias a su apreciado tío Vernon.
Se volvió a sentar en la cama y sacó de debajo de ésta el álbum de fotos. Hacía mucho que no lo miraba y no tenía absolutamente nada de sueño. Era una estupidez meterse en la cama para no hacer nada y tenía un leve dolor punzante en la cabeza ocasionado por pasar tantas horas practicando Oclumancia.
'A Snape le daría algo si supiera que estoy avanzando más yo solo que con su ayuda' se rió mentalmente. 'Bueno, al menos consigo mantener las barreras durante más tiempo que cuando estaba en Hogwarts'.
Encogiéndose de hombros, Harry abrió el álbum. Una foto en grande de sus padres y él en sus brazos saludándole le recibía. Su padre, con el pelo alborotado y los ojos marrones brillantes abrazaba a su madre con un brazo y con el otro le sostenía a él. En esa foto no debía tener todavía un año. Cuánto había cambiado en todos estos años; entonces, no tenía ninguna marca en la frente y sus ojos eran grandes, de un precioso color verde brillante. Y sonreía. Sonreía de alegría, de felicidad. Harry ya no sabía cuánto tiempo había pasado desde que él había sonreído así. Ni se acordaba. Seguramente no lo había hecho desde que estuvo con sus padres y no veía que en un futuro pudiera hacerlo. Igual que sostener la meno de su madre entre las suyas como lo hacía el bebé de la foto. Su madre con el pelo rojo suelto y largo cayendo a su espalda, su preciosa sonrisa y los ojos verdes, resplandecientes y felices…
Harry pasó la página. Cuatro nuevas fotos. Él y su padre jugando en lo que parecía ser el salón de su casa, en distintos momentos. Su madre aparecía en dos de ellos, tumbada en un sofá granate oscuro viendo y riéndose de las payasadas de su marido.
No era justo. No era justo que ellos estuvieran muertos. Se les veía tan felices, como si no hubiera ninguna guerra ni ningún loco asesino queriendo matarlos… No, no era justo.
Volvió a pasar la página. Había una foto, una de los Merodeadores, al parecer en la Navidad de su último curso en Hogwarts. Y acompañándolos estaban dos chicas, Lily y otra a la que nunca había prestado atención. Tenía el pelo castaño claro, ondulado y por debajo de los hombros y unos grandes ojos negros. Era más o menos alta, de la misma estatura que Lily y algo menos delgada que ella, y muy guapa, con una sonrisa muy bonita. Estaba de pie, al lado de Lily y veía divertida como los Merodeadores se reían, bebían lo que parecía ser cerveza de mantequilla y decían alguna broma que hacía que las chicas también se rieran. Los cuatro Merodeadores estaban sentados en el suelo, con algún juego en medio de ellos, e iban sin la túnica y sin el jersey de la escuela. Llevaban la corbata desecha y las mangas de la camisa subidas hasta los codos. Su postura era despreocupada, demostrando que confiaban en las personas que tenían a su alrededor sin miedo a que algún amigo pudiera traicionarles. James y Sirius tenía la espalda apoyada en el sofá mirando sonrientes a las chicas, y Remus y Peter estaban sentados delante de ellos, volviendo la cabeza de vez en cuando para mirar a los jóvenes detrás de ellos. Sirius llevaba el pelo corto, con algunos mechones cayéndole en la cara y echándoselos hacia atrás con la mano en un movimiento casi mecánico. No dejaba de sonreír. Su sonrisa era brillante, al igual que sus ojos azules. Era un chico muy guapo, con aires de rebelde y travieso, algo que compartía con James. Y Remus, medio recostado en el suelo, apoyado en uno de sus codos y con una pierna doblada se le veía feliz. Harry no le había visto antes sonreír así. Llevaba el pelo castaño más o menos igual que Sirius y no tenía una sola cana, ni tampoco ni una arruga. Su cara reflejaba juventud y buena salud a pesar de su licantropía. Miraba a sus compañeros con unos impresionantes ojos dorados. Y a su lado, en el suelo reposaba uno de los usuales libros que le acompañaban la mayoría del tiempo. Viendo a ese Lupin y al Lupin de ahora se podía ver con claridad la penosa y amarga vida que había vivido. Él se había merecido otra vida, no ésta que le había tocado vivir.
¿Qué pensarían James y Lily si vieran a su hijo ahora¿Qué dirían si supieran que se iba a unir con su asesino? Harry no lo quería saber. No le gustaría imaginarse a su madre con sus ojos brillando con decepción o a su padre mirándole con odio. Pero… esto lo hacía por ellos¿no? Tom le había prometido que volvería a traer a la vida a sus padres. ¿Y Sirius¿Qué pensaría Sirius de él¿Y Remus? No quería estar presente en el momento en el que el licántropo se enterase de en quién se iba a convertir Harry.
Cerró el álbum y lo metió en el baúl. No quería seguir viendo a sus padres y no quería seguir cuestionándose si lo que iba a hacer estaba bien o mal. Ya había tomado una decisión. No había vuelta a atrás.
Unos golpeteos en la ventana le hicieron despertarse y levantarse de golpe para callar a la lechuza que había fuera, pero el daño ya estaba hecho. Unos pesados pasos provenientes del pasillo en dirección a su habitaciones lo indicaron.
La puerta se abrió con un estruendo dando paso al rostro sudoroso y amoratado de Vernon Dursley que, al ver a quien él pensaba que estaba muy lejos de allí, abrió los ojos como platos y frunció el ceño.
.-¡Tú¡Qué haces aquí? –se aproximó al chico y lo cogió por el cuello de la camisa que tenía puesta-. ¡Cómo has llegado aquí¡Deberías estar lejos, muy lejos¡O aún mejor: muerto!
Vernon estaba furioso, fúrico. Había levantado en vilo a Harry consiguiendo que éste rememorara los momentos de la paliza que le había dado casi dos semanas antes el mismo hombre que estaba delante de él. El miedo le atenazó el cuerpo. Lo único que tenía en mente eran los recuerdos de aquella noche: los golpes, el dolor, la sangre… Una extraña energía le recorrió los huesos y los músculos expulsándola por cada poro de la piel. Vernon fue despedido hacia atrás, golpeándose la espalda con la pared. Su brazo izquierdo, con el que había sujetado al chico, estaba completamente insensible. No lo sentía. No podía mover los dedos ni la muñeca. Elevó sus ojos hasta el chico. Éste había caído de pie y en esos momentos estaba apoyado en la pared de enfrente mirándole desafiante. Una extraña aura oscura le rodeaba, pero eso no le paró los pies al inconsciente hombre, que se acercó otra vez al chico y le dio un fuerte puñetazo en la cara. Pero en cuanto su mano tocó esta extraña aura, y demasiado rápido y tarde para que el hombre se diera cuenta, se empezó a quemar, a abrasar y a disolver, como si hubiera metido la mano en un fuerte ácido.
Harry se asustó. Dios, eso no era lo que él quería que pasara. Lo único que quería era meter un buen susto al hombre, no destrozarle la mano de esa manera. Antes de entrar en pánico respiró hondo y enfrió su cabeza y sus nervios. No podía seguir quedándose en esa casa; llegarían aurores y funcionarios del Ministerio, seguramente también Dumbledore, y le llevarían a algún lugar donde le encerrarían y no le dejarían escapar. No podía permitir eso. Debía encontrarse con Tom, él le ayudaría.
Hizo un movimiento inconsciente con su mano y todas suus cosas salieron volando de todas partes y se metieron en el baúl. La jaula se encogió y se metió dentro junto con los demás trastos. Hedwig estaba fuera, en un árbol viéndolo todo con sus grandes ojos ambarinos. Otro movimiento de mano y el baúl se hizo pequeño, lo suficientemente pequeño como para caber en el bolsillo de los vaqueros que llevaba Harry. No oía los gritos de dolor de Vernon, ni los de histerismo de Marge y de Petunia. Sólo estaba concentrado en salir de allí como fuera.
Bajó las escaleras corriendo, con el perro de Marge detrás ladrándole. No le hizo ni caso. Siguió corriendo todo lo que podía. Salió de Privet Drive, casi llegando a los límites de Surrey. No estaba cansado, sólo tenía la respiración algo agitada. Miró a su alrededor. No había nadie de la Orden, esa sensación que solía aparecer cuando le miraban o vigilaban no aparecía, así que pudo respirar con algo de alivio. Un familiar ulular le llamó la atención dirigiendo su mirada al árbol más cercano. Hedwig le había seguido, con una carta aún atada a la pata. Bajó de la rama del árbol con lentitud y se posó en el respaldo de un banco cercano. Harry se acercó y le quitó la carta. Era de Hermione.
Se oyó la sirena de la policía y de la ambulancia a lo lejos. Seguramente iban en dirección a la casa de los Dursley. Y seguramente también Marge mandaría a la policía a buscarle para llevarle a la cárcel. Si no era la policía, sería la estúpida Orden del Fénix, pero alguno de los dos iría a capturarle. No podía dejar que eso pasara. Tenía que llegar hasta Tom.
Sígueme, Hedwig –le dijo a su lechuza. Se dio la vuelta y empezó a correr por el margen de la carretera. Debía encontrar algún sitio para pasar el día y la noche, como mínimo. Se guardó la carta en el bolsillo, ya la leería más tarde.
Querido Harry:
Hola. ¿Cómo estás¿Estás pasando unas buenas vacaciones¿Los Dursley te tratan bien? Espero sinceramente que sí. No quiero que cuando nos volvamos a ver, dentro de poco espero, tenga que abrazar a un esqueleto andante, así que ya sabes, si los Dursley no te dan lo suficiente para comer dímelo y yo me encargo de pasarte algo¿de acuerdo?
Yo he pasado un buen verano con mis padres, aunque esta vez no hemos ido a ningún lado y nos hemos quedado aquí. Pero, aun así, no ha estado tan mal.
Oye, Harry, no te voy a decir lo que seguro ya te han dicho todos, que si tu no tienes la culpa de lo que le pasó a Sirius y todo eso, aunque tienen razón. Solo te pido que te cuides¿vale? Que te cuides y que no te culpes. Sabes que me tienes para cualquier cosa, así que si necesitas hablar con alguien solo tienes que decírmelo. No te guardes lo que sientes como siempre haces, por favor.
Un beso
Hermione
Apartó los ojos de la carta y los dirigió hacia un punto infinito en la pared de enfrente. Respiró hondo. Dobló con cuidado la carta y la metió en el sobre. ¿La Orden le habría dicho algo a Hermione? Negó con la cabeza sin saber qué pensar. ¿La chica sería sincera¿Sería verdad lo que decía la carta o no era otra cosa que hipocresía? No, Hermione no era de ésas. Él sabía que todo lo que le había hecho Hermione por él era verdadero, no algo que le había mandado alguien para ganarse su cariño. ¿O no? A lo mejor sólo había sido una imagen falsa, algo para mantenerle medianamente controlado. ¿Qué podía hacer? Ya no sabía qué pensar ni qué creer. Lo que sí sabía era que quería mucho a Hermione, y le dolería bastante descubrir que todo lo que había hecho por él no era más que una máscara para conseguir algo de él.
Sacó el baúl del bolsillo donde lo había guardado y lo agrandó con un movimiento de mano. Ésa era otra cosa que le daba mucho que pensar. Había descubierto meses atrás que, inconscientemente, conseguía hacer magia sin varita y sin siquiera decir el hechizo. No solía hacerlo muy a menudo, sólo en situaciones excepcionales, como cuando el año anterior abrió los candados de la puerta de su habitación cuando los de la Orden del Fénix se habían metido en la casa de los Dursley, o cuando Vernon le había pillado viendo las noticias y le había hecho que le soltase el cuello. No sabía si era normal que los magos hicieran magia sin varita, pero al parecer no lo era. Nunca había oído que alguien lo hubiera conseguido, ni siquiera Dumbledore.
'Ya, pero el viejo loco se guarda demasiados ases en la manga'.
Harry se arrodillo frente al baúl ya agrandado y buscó un trozo de pergamino, pluma y tinta. Luego se sentó en el suelo y empezó la contestación a la carta de Hermione. No tardó más de diez minutos. Sólo le dijo que estaba bien, que no se preocupara y le pedía que cuidara de Hedwig y que la fuera a ver de vez en cuando en la lechucería cuando estuviera en Hogwarts. Se despidió con un "cuídate" y dobló el pergamino por la mitad. Ahora lo difícil iba a ser que Hedwig se quedara con la chica y que no fuera a buscarle.
Con un silbido corto y agudo interrumpió el horrible silencio que había en ese almacén abandonado; era la señal de llamada de Harry para Hedwig. No solía utilizarlo muy a menudo, pero en esos momentos no quería alzar la voz y no veía a su lechuza por ninguna parte. Ésta no tardó en llegar. Entró por una ventana rota que había en lo alto de la pared, cerca del techo, y planeó hasta posarse en el suelo, justo delante de donde se encontraba sentado Harry.
.-Llévale esta carta a Hermione, Hedwig –le dijo Harry atando el sobre a la pata del ave-. Pero tienes que hacerme un favor. Quédate con ella¿vale? Tienes que quedarte con ella y hacer todos los encargos que te diga¿de acuerdo? No vuelvas a buscarme, por mucho que te lo digan los demás, por mucho que te lo ordenen –un nudo se le formó en la garganta, impidiéndole hablar. Cómo no iba a pasar eso; Hedwig, aun siendo un animal, había sido uno de sus primeros amigos y había estado con él en los momentos de soledad en Privet Drive. Era muy difícil despedirse de ella, mucho más de lo que había pensado, sobretodo viendo cómo aquellos grandes ojos ambarinos le miraban con reproche-. No me estoy deshaciendo de ti, Hedwig, lo sabes. Lo que pasa es que me voy a un sitio donde en mejor que tú no vayas porque podrías estar en peligro. ¿Me entiendes, Hedwig? No quiero llevarte por si te hacen daño. Hermione cuidará bien de ti, te lo prometo.
El chico se puso en pie y le hizo una señal a Hedwig para que se posara en su brazo. Sin dejar de mirarle a los ojos le acarició con cuidado la cabezay el pecho a la vez que se aproximaba a una ventana sin cristal que había cerca de allí.
.-Que tengas un buen viaje, Hedwig. No te olvides de mí, a lo mejor un día volvemos a vernos –se despidió el chico una triste sonrisa. Hedwig, en respuesta, le pellizcó con cariño un dedo y salió por la ventana hacia un cielo lleno de nubes, donde sería imposible reconocerla.
'Maldito chico. En cuento le encuentre le voy a retorcer el pescuezo'.
Se escondió entre unos matorrales cuando vio que unos hombres vestidos con túnicas y varitas en la mano pasaban cerca suyo. Aprovechó esos instantes mientras los hombres se iban para sujetarse su pelo cobrizo oscuro en una coleta alta. Cuando estuvo segura de que ya no había nadie, salió de los matorrales y empezó a correr en dirección hacia donde hacía escapado Harry. Menuda la que había liado en aquella casa. Y menuda la que le iba a liar ella cuando le pillara. Pero¿cómo se le había ocurrido salir corriendo de esta forma? No le había dado tiempo a seguirle y con lo rápido que corría el chaval ahora debería estar a más de un kilómetro de allí.
Aumentó la velocidad, intentando no hacer caso a los músculos de las piernas que le gritaban por el dolor y el esfuerzo. Tenía que encontrar a Harry pronto y evitar que hiciera alguna locura, aunque tuviera que ponerse delante de él y decirle quién era. Tenía que evitar a cualquier coste que Harry se uniera a Voldemort. Era su última oportunidad para conseguir las alas, sus jefes se lo habían dicho. No podía fallar esta misión, había fallado ya demasiadas. Y de verdad quería esas alas. Y además, si Harry terminaba aliándose con su enemigo… no quería ni pensar lo que podría pasar en la Tierra. No quedaría nadie en pie. Todo sería caos y destrucción. No podía permitirlo.
Siguió corriendo durante unos minutos más hasta que sus piernas se negaron a dar ni un paso. Se paró cerca de lo que parecía ser un polígono industrial muy antiguo, seguramente abandonado. Intentando normalizar su respiración miró a su alrededor con sus ojos azules, esperando divisar alguna pista que le dijera que su protegido se encontraba allí, pero al no ver nada cerró los ojos y se concentró. Dispersó su magia a su alrededor, ayudándola a sentir cualquier alteración en el aire, una alteración hecha por la magia y el aura de un mago al pasar por un sitio cercano. Al encontrarlo, fue conduciendo su poder hacia ese punto para que, como si se tratara de un sabueso persiguiendo a una presa, siguiese el rastro de esa magia hasta donde se encontraba la persona. Y la encontró.
Con un suspiro de alivio se encaminó hacia el almacén donde sabía, con bastante exactitud, que se encontraba el muchacho que buscaba. Se acercó con cuidado a una de las pocas ventanas que quedaban intactas y miró en el interior del edificio. Encontró a Harry acurrucado en un rincón entre cientos de cajas de cartón polvorientas y su baúl agrandado a un lado y al otro un montón de muebles viejos y rotos. Estaba encogido, con las rodillas pegadas a su pecho y sus brazos a su alrededor. Respiraba con pesadez y tenía los ojos cerrados.
La chica frunció el ceño y miró con más atención al muchacho. Parecía que estaba dormido. Profundamente dormido.
'Oh… oh…'La señal de alarma se encendió en la cabeza de la chica. Harry no solía dormir tan profundamente sin tener pesadillas. Y tampoco solía dormir siendo apenas las cuatro de la tarde. Ese sueño no era natural. Voldemort debía de andar de por medio.
Sin meditarlo ni un solo segundo buscó un lugar lo suficientemente grande como para que cupiera su cuerpo y se metió en el almacén sin hacer nada de ruido. Se acercó con cuidado a Harry y le pasó una mano por el cabello, intentando despertarle sin sobresaltarle, pero no hubo ningún cambio que indicara que el chico despertaría, así que utilizó un poco más de fuerza llamándole por su nombre intentando que reaccionara. Pero no lo conseguía.
De repente, Harry abrió los ojos. Se quedó paralizado al ver a la chica delante de él, mirándole con unos intensos ojos azules. Al verse descubierta, la muchacha salió corriendo y se escondió, maldiciéndose a sí misma por haber sido tan descuidada. Se suponía que nadie debía verla y ahora su protegido, encima su protegido no cualquier persona de la calle, la había visto. Su jefe sí que iba a estar enfadado con ella.
Se arriesgó y levantó la cabeza intentado ver dónde estaba Harry. Él estaba a unos cinco o seis metros delante de ella dándole la espalda mientras la buscaba entre unas cajas grandes y una librería medio destruida por la carcoma. Ésta aprovechó la oportunidad y salió corriendo hacia la ventana por la que había entrado.
.-¡Ey, tú¡Espera! –oyó que exclamaba Harry detrás de ella, pero eso no la detuvo. Saltó por la ventana hacia una calle llena de basura, con la mala suerte de poner su mano en un trozo de cristal roto. Se hizo un corte en la muñeca, algo largo, aunque no demasiado profundo. Pero eso no era ningún motivo como para quedarse quieta, ya se curaría luego, así que saltó unos contenedores de basura y desapareció al dar la vuelta a una esquina.
Cuando Harry llegó a la ventana y sacó la cabeza por ella sólo le dio tiempo a ver como una melena oscura desaparecía por la calle. Con el ceño fruncido y enfadado consigo mismo por no haber sido más rápido, se fue a dar la vuelta, pero algo en el cristal le llamó la atención. Una pulsera hecha con nudos de hilos de varios tonos de azules colgaba del cristal apunto de caerse. Estaba cortada entre el nudo principal y el nudo final, justo donde se juntan los dos al atarse a la muñeca. Harry la cogió y la observó de cerca. Era bonita, aunque parecía que la habían hecho hacía bastante tiempo. La palabra "Aydun" resaltaba en rojo oscuro entre el azul.
Sin saber qué hacer con ella, se guardó la pulsera en el bolsillo y dio media vuelta. Volvió a donde había estado sentado minutos antes y se agachó hacia el baúl para coger una rana de chocolate y llevársela a la boca. Luego volvió a sentarse como antes y se echó la capa por encima. Aunque aún no había anochecido, todavía quedaban un par de horas para eso, había refrescado y allí, donde estaba, no es que precisamente hiciera mucho calor.
Suspiró y cerró los ojos. Ya podía estar más tranquilo, aunque no podía descuidarse. Había conseguido hablar con Tom y éste le había dicho que iría a por él esa misma noche. Así que ahora lo que tenía que hacer era estar pendiente de que nadie de la Orden lo viera. No podía dejarse atrapar ahora que estaban tan cerca de escapar de la influencia del viejo Dumbledore.
Pero había algo que le inquietaba. Metió su mano en el bolsillo y sacó la pulsera que había encontrado. Su dueña, esa chica que había desaparecido tan rápidamente, era la misma chica que él había observado algunas noches mientras estaba sentada en el tejado de la casa. Ahora también sabía que esos ojos azules que había visto con anterioridad en algunas sombras eran los de ella. Pero¿por qué iba a querer ella observarle con tanto detenimiento¿Para qué¿Es que nunca le iban a dejar en paz?
Con un ataque de furia, tiró la pulsera al fondo del baúl y se olvidó de ella. Ahora iba a un lugar donde podría olvidarse de esos problemas.
Hola! Vale, ok, no me maten, la semana pasada no pude subir el capítulo porque tuve problemas con la conexión y estuve toda la semana incomunicada, no podéis culparme, no? Bueno, para recompensaros ya sabéis bastantes cosas más sobre la mistoriosa sombra de la que tanto me preguntan. Las dudas se van resolviendo, o acaso están apareciendo más? Harry ya ha escapado de casa, la sombra ésta le ha seguido... creéis que alguien de la Orden también lo habrá hecho? Este capítulo es uno de los que más me gusta. El fic acaba de pasar a una nueva etapa y ya las cosas nunca serán como antes. ¿Qué pasará?
Sonia11: Muy buenas! Me alegra que el fic te guste y espero que te siga gustando en el futuro. De verdad crees que te voy a decir lo que es esa sombra? ;) Eso le quitaría la gracia, no te parece? Bueno, pero no puedes quejarte, aquí se descubren muchas cosas sobre ella, tal vez creo que demasiadas. Besos. Cuídate.
gandulfo: Joe, con lo cortitos que son tus reviews y lo que animan xD.
Tom O'neill Riddle: Eres español? Bueno, por el saludo me lo imagino xD Harry realmente necesitaba un cambio de actitud, no podía seguir siendo el niño inocente y bueno para toda su vida. Yo tampoco creo que Harry pueda dejar de confiar en Lupin, no te creas. El licántropo es demasiado importante para Harry. Besotes.
Serenitakou: Emmm... bueno, ya te puedes imaginar la respuesta a tu review, no? Harry se va con tío Voldy y nadie podrá impedírselo, o al menos eso es lo que él se cree. Quien sabe, a lo mejor aparece alguien por ahí y le rapta... Bah, no me hagas ni caso, ya es muy tarde, tengo sueño y empiezo a desvariar. El siguiente capítulo ya le tengo escrito y no pienso cambiar nada. A ver si me paso por tu fic y le doy una revisada al último capítulo, porque como no tuve internet y estuve estudiando para los exámenes no pude ir a ningún ciber a leer :( Mañana sin falta me paso. Muchos besos. Bye!
Finsi Potter: Wao, gracias ;D Me lo estoy pasando genial escribiendo el fic, así que lo único que espero es que a los lectores también les guste. Respecto a la pareja... bueno, para ser sincera puedes ir sentándote para que no te canses de esperar. Aún falta mucho, creeme. A mano estoy escribiendo el capítulo 19 (creo) y Harry y su pareja aún no se han "conocido", así que te puedes imaginar. Espero que este capítulo te haya gustado. Saludos.
multijugos3: Hola! Sí, te entiendo, los deberes y los exámenes chupan demasiado tiempo por las tardes y luego apenas tienes tiempo de hacer lo que te gusta. Son un asco. A mí me pasa muchas veces eso. Remus debería ganarse una medalla por su paciencia, no crees? Nos vemos. Besos.
norixblack: Muy buenas, chiquilla! No te preocupes, Dumbly terminará llevándose su merecido. Incluso de personas que él pensaba que no se atreverían a ponerle una mano encima. Aish... tengo unas ganas de escribir esa escena... xD Buah, yo me entiendo xD Muchas cosas se descubren de la sombra en este capítulo, personalmente creo que me he pasado y debería haber guardado alguna debajo de la manga, pero bueno. Y no te pienses que es Superman o algo así, así que tú mejor no te tires por un puente, ok? Tú tranquila, no eres la única que desvaría, deberías verme a mí en mis peores días xD No paro de decir gilipolleces. Bueno, ya me contarás sobre que te ha parecido el capítulo, no? Un besazo fuerte.
Ginebra: Holas! Bueno, yo creo que la decisión de Harry ya está bastante clara, no te parece? El niño se va y no hay quien se lo quite de la cabeza. Muchas gracias por tus felicitaciones. A ver si el fic te sigue gustando. Besos.
Bueno, hasta aquí el día de hoy. Nos vemos la próxima semana si no hay ningún inconveniente.
Hace falta decir que mandéis reviews?
Besotes
Aykasha-peke
Miembro de muchas Órdenes
