Disclaimer: Harry Potter y sus personajes son propiedad de J. K. Rowling. Esta historia está escrita sin ánimo de lucro.

A REFUGIO EN LA OSCURIDAD

Capítulo 14

Era un día precioso. Había un par de nubes blancas dispersas por el cielo azul claro. Pequeños pajarillos piaban y extendían su canto sobrevolando un verde prado punteado de flores de múltiples colores. A un lado corría un fresco y claro arroyo, rodeado de matorrales, juncos y algún que otro árbol alto y frondoso. Al otro lado se extendía un vivo y amplio bosque, con un bonito edificio irguiéndose en sus límites. Tenía varios pisos de altura y estaba construido con un extraño material verde claro. Todo el lugar emitía una sensación indescriptible de paz y tranquilidad. No obstante, eso no se podía percibir en una de las habitaciones del gran caserón.

.-¡Aydun, no! Ya has fallado demasiadas veces.

.-¡Demasiadas veces? Técnicamente sólo ha sido una, las otras estaba demasiado alejada de él como para poder ayudarle como es debido.

.-¡Eso no tiene nada que ver!

.-Por supuesto que sí tiene algo que ver.

El azul y el negro se enfrentaron en una cruda batalla de miradas. Ninguno de los dos cedió ante el otro.

.-Jefe, dame una última oportunidad. Te prometo que no volveré a fallar.

Un suspiro exasperado escapó de los labios del hombre mayor. Éste se pasó una mano por su pelo azabache veteado de gris y se sentó en una silla que hizo aparecer con un movimiento de mano.

.-Aydun –la voz grave y fuerte del hombre rompió el silencio que se había formado-, no vas a volver. El pasado no se puede cambiar y perdiste tu última oportunidad.

.-Mi última oportunidad… -bufó la chica-. Sabes perfectamente, jefe, que eso no es justo. Todos mis compañeros han tenido muchas más oportunidades que yo y han bajado más veces a la Tierra.

.-Todos tus compañeros son mucho más disciplinados que tú. ¿Cómo quieres que confiemos en ti si lo único que haces es meterte en líos?

Aydun sonrió con culpabilidad.

.-No puedo evitar meterme en líos, jefe. Lo llevo en los genes.

.-Claro que puedes evitarlo, Aydun, lo que pasa es que no quieres. Todas las semanas oigo quejas de ti, y no es porque seas una mala estudiante, sabes que eres una de las mejores, pero todo tu expediente está lleno de normas que has roto. No puedes esperar que volvamos a confiar en ti y te permitamos volver a la Tierra.

.-Entonces… -Aydun le miró con el ceño fruncido-… entonces, él se quedará sin guardián.

.-No es que haya mucha diferencia con el pasado –espetó el hombre duramente-. Además, puedes hacer tu trabajo desde aquí.

.-Jefe, sabes perfectamente que no puedo –la voz de la chica, antes dulce, se convirtió en fría y dura-. Él ya ha sufrido bastante, no puedes dejar que siga donde está. ¡Lo único que hará será sufrir más!

.-Él está donde está por tu culpa.

.-¿Por mi culpa? –lágrimas de rabia empezaron a agolparse en sus ojos azules-. Si me hubierais dado permiso podría haber hecho algo contra esa gente y hubiera podido evitar que él pasara la niñez que ha pasado, pero no, no se puede tocar a esos remedos de humanos¿verdad?

.-Aydun, sabes perfectamente que estaba escrito en su destino la infancia que debía pasar.

.-Sí, tienes razón, pero también está escrito en su destino que yo sería su guardiana, sino le habríais dado su protección a alguien más experimentado. Así que no entiendo por qué no dejáis que vuelva e intente corregir lo que he hecho mal.

.-No te dejamos porque sabemos que te meterás en algún lío, o aún peor, le meterás a él en otro lío más, y no estamos dispuestos a que dificultes el problema más de lo que está.

.-Quiero ayudarle.

.-No, Aydun, no quieres ayudarle. Lo único que quieres es conseguir que te den las alas y que sepas que por el camino que vas va a ser muy difícil que las consigas.

Las lágrimas terminaron por caer por las mejillas enrojecidas de la chica. Aydun apretó los puños e intentó controlarlas a la vez que intentaba serenarse.

.-Puede que al principio fuera así, pero… Jefe, le he estado observando, no puede seguir allí. He visto sus pesadillas, las pesadillas que tiene todas las noches… Sé que él no debería estar con él y también sé que sólo tengo que convencerle y ayudarle a volver al buen camino.

.-¿Encima quieres presentarte ante él? –el hombre alzó una ceja no queriendo creer lo que estaba oyendo-. ¡Es que acaso estás loca? –se puso de pie de un salto, tirando la silla al suelo-. Ya es bastante con que él tenga tu pulsera y te haya visto, así que no pienses ni por un momento que vas a volver. La discreción y el anonimato es nuestra primera norma y tú ya la has roto. Mi respuesta es no, Aydun, y es mi última palabra.

Aydun le miró con dolor brillando en sus penetrantes ojos azules y las lágrimas cayendo por sus mejillas. Luego, y sin decir nada más, se dio la vuelta y salió de la habitación con un sonoro portazo tras ella.

El hombre dentro de la habitación se volvió a pasar la mano por el pelo y soltó un suspiro derrotado. Aydun era una buena chica y sabía que tenía buenas intenciones, pero no podía dejar que se marchara de nuevo. Aquel chico había roto su destino, se había desviado de su camino y ya no se merecía tener un guardián. Aunque cabía la posibilidad de que él pudiera volver sobre sus pasos y retomar el rumbo hacia su verdadero destino, no iba a arriesgarse a perder a Aydun por el camino. No sería la primera que decidiese quedarse en la Tierra hasta el fin de sus días, y Aydun era demasiado poderosa como para perderla.

Con una mirada a los terrenos a través del gran ventanal, el hombre salió de la habitación. Tenía que buscar algo para mantener ocupada a la chica.


Gotas saladas bañaban los profundos ojos azules y las enrojecidas mejillas, expresando la rabia y el enojo que sentía su dueña sin tener ninguna otra forma de demostrarlo. Una cálida brisa hacía ondear su largo y precioso pelo cobrizo suelto a su espalda, como si quisiera consolarla y secarle las lágrimas. Pero no lo conseguía. Estaba demasiado concentrada en sí misma como para notar lo que pasaba a su alrededor.

Fue así como la encontró ella. Había oído toda la pelea que había mantenido Aydun con uno de sus jefes, realmente dudaba que hubiera alguien en la casa que no lo hubiera oído, y desde que había escuchado el fuerte portazo, la había estado buscando por todas partes hasta que la encontró allí, en aquel saliente de la cascada que se había convertido en su lugar favorito. Viéndola allí, intentado serenarse, sentada sobre esa roca húmeda con solo una fina túnica blanca e ignorando las gotas de agua del río que salpicaban tanto en aquella parte, no pudo menos que recordarle de cierta forma a su padre; su mismo porte, su misma mirada penetrante, su mismo carácter impulsivo y tozudo…

Se aproximó a ella sin prisas y sin dejar de mirarla. No quería asustarla, pero Aydun no atendía a nada de su alrededor, por eso se sobresaltó cuando sintió la fría y etérea mano de la mujer en su mejilla.

.-Madre, me asustaste –dijo Aydun volteando su cara y secándose las lágrimas para que la mujer no la viera llorar.

.-Lo siento, cariño. Estabas muy ensimismada en tus pensamientos –la mujer se sentó en el suelo, con su larga túnica aperlada a su alrededor, al lado de su hija sin molestarse por las gotas de agua que la traspasaban-. ¿Te apetece hablar sobre algo en especial?

.-Seguro que oíste la discusión, así que no creo que haya algo nuevo que pueda contarte –Aydun se encogió de hombros con una sonrisa triste dibujándose en sus encarnados labios.

.-Puede que tengas razón –dijo la mujer con voz dulce y suave, confortante-, pero tal vez te sientas mejor si me lo cuentas.

.-Simplemente, madre, no consigo entender por qué no pueden confiar un poco más en mí. Sólo pido una segunda oportunidad.

.-Ellos son muy duros, Aydun. No les gusta que se cometan errores.

.-Yo intenté detenerle madre, pero no pude.

.-Lo sé, cariño. Te estuve observando la mayoría del tiempo.

.-Puede que… -Aydun bajó la mirada, incapaz de seguir viendo a los ojos negros de su madre-… puede que al principio aceptara bajar a la Tierra sobretodo para ganar puntos y ganar las alas… sabes que siempre he deseado conseguir las alas, pero ahora lo que más me interesa es ayudarle –volvió a alzar la vista y vio que su madre no había apartado su mirada de ella-. Lo digo en serio, madre. En el poco tiempo que estuve cerca de él pude conocerle mejor y… ahora ya no quiero ayudarle sólo para conseguir las alas, quiero ayudarle por ser él y porque yo puedo hacerlo. No quiero que siga sufriendo.

La mujer sonrió y contuvo las ganas de abrazar a su hija como tanto quería ella y como tanto necesitaba su niña, pero lo único que conseguiría con ello sería hacerla pasar un mal rato con la frialdad de su cuerpo inconsistente. Era uno de los inconvenientes de ser un fantasma.

.-¿Y por qué quieres ayudarle¿Acaso es por ser él…?

.-No, madre, no solo lo hago por papá –le interrumpió la chica negando con la cabeza, sin mirarla de nuevo-, ni tampoco porque es famoso ni nada parecido. Le quiero ayudar por ser solamente él, porque ha sufrido demasiado en su vida y no se merece sufrir más, porque me gustaría verle sonreír y observar sus ojos brillando como nunca lo han hecho… Por que me gustaría verle feliz.

La mujer sonrió con comprensión. Ahora ya empezaba a entender mejor las cosas y a entender a los jefes de su hija.

.-Aydun, a lo mejor el quid de la cuestión en todo esto sea el cariño que le tienes a ese chico. A ellos no les gusta perder a personas como tú y tal vez, y sólo tal vez, te estén impidiendo que vuelvas por eso.

.-La única razón por la que mis jefes pierden a mi gente es porque quieren quedarse en la Tierra, y un guardián sólo se quiere quedar en la Tierra porque se ha enam… -Aydun abrió los ojos, entendiendo ya lo que quería decir su madre-. Madre, cómo puedes pensar eso. Yo no me voy a enamorar nunca, me gusta mucho mi trabajo de guardián.

.-Ay, cariño –su madre la sonrió con dulzura-. Eso solía decirlo mucho tu padre –extendió una de sus blancas manos hasta acariciar con suavidad la mejilla de su hija-. El amor no se puede controlar, cielo. No puedes decidir no enamorarte nunca, porque no sabes lo que te puede pasar mañana ni si encontrarás al hombre por el cual dejarías todo para estar con él.

.-¿Me estás diciendo que me he enamorado de él? –preguntó Aydun con burla.

.-Yo eso no lo sé, Aydun. ¿Lo sabes tú? –la mujer volvió a sonreír, se levantó y se alejó en dirección a la casa.

'¿Yo¿Yo enamorada de él? Mi madre está definitivamente loca. Yo no me voy a enamorar nunca'

Apartando sus pensamientos de su mente, se levantó y respiró el aire puro echándose a la espalda los mechones de cabello que le molestaban en la cara.

Su madre siempre tenía esa reacción en ella, con solo una sonrisa conseguía que se relajase y le contara todo lo que la preocupaba. Era una persona… fantasma estupenda.

Volvió a respirar profundamente, oliendo el perfume de los pinos del bosque y el de la humedad de las orillas del río y de las piedras, un aroma que la encantaba. Luego y cogiendo carrerilla se impulsó en el borde de la roca y saltó por la catarata cayendo de cabeza limpiamente en el agua cristalina del lago en el que desembocaba ese río. Acababa de romper otra norma: "Está prohibido tirarse de las cataratas del río sin la autorización previa de un profesor ni su vigilancia". Bueno, qué más daba una norma más o una menos en su expediente.

Con sus ojos azules brillando maliciosamente, salió del lago después de unas brazadas y se escurrió su largo pelo. Ahora sólo quedaba dejar todo el piso empapado de la casa para terminar con la pequeña gamberrada que acababa de idear. Si la iban a obligar a quedarse allí por la fuerza no iba a hacer la convivencia fácil.


La nieve cubría todos los terrenos del castillo. El lago, parcialmente helado, reflejaba los débiles rayos de un sol saliendo de detrás de las montañas coronadas de un blanco cegador. Los habitantes del castillo más madrugadores comenzaron a despertar y a desesperezarse para empezar el último día de clase antes de las vacaciones de Navidad.

En la torre de Gryffindor, unos inteligentes ojos castaños se abrieron a un nuevo día. Se levantó de la cama de un salto y se movió con rapidez para ducharse y vestirse. Necesitaba ir a la biblioteca antes de desayunar. Bajó a la Sala Común terminando de hacerse el nudo de la corbata. Seguramente, Ron aún ni siquiera se habría despertado, así que no le esperó. Sintió un pequeño escalofrío al andar por los fríos y desiertos pasillos, con las corrientes de aire colándose por las más pequeñas rendijas de las paredes y las ventanas.

La biblioteca ya estaba abierta, como era lo usual en días lectivos. Madame Pince estaba sentada en su mesa con un libro abierto sobre ella, completamente concentrada en su lectura. Hermione entró y saludó a la mujer de pasada encaminándose hacia la sección de Aritmancia, apenas sin mirarla. No pasó demasiado tiempo buscando, prácticamente se sabía la biblioteca como la palma de su mano. Agarró el libro y asegurándose de que era el que necesitaba salió de la biblioteca, no sin antes registrarlo donde Madame Pince y firmar el permiso. Cuando salió se encontró con que los pasillos seguían tan desiertos como minutos antes y eso sólo consiguió que un nuevo escalofrío le recorriera toda la espalda de nuevo. No le gustaba nada caminar por los pasillos del castillo ella sola, le había sentir vulnerable e insegura, pero no tenía otra opción si quería sacar un libro de la biblioteca antes de que lo reclamasen los demás. Incluso era casi un milagro que aún estuviera en la biblioteca.

De repente, un cosquilleo en la parte de atrás de la cabeza le indicó que alguien la observaba. Se detuvo y miró a su alrededor. No había nadie más que ella en el pasillo. Negó con la cabeza exasperada consigo misma, llamándose paranoica. Por supuesto que sentía que alguien la observaba, en el mundo mágico los cuadros se movían y solían seguirte con la mirada al pasar. Con un suspiro intentando tranquilizarse reanudó su marcha hacia su sala común, pero entonces empezó a oír unas fuertes pisadas, unas pisadas de hombre.

Respirando e intentado serenarse apresuró su caminata, intentando dejar atrás a aquellos pasos, pero era obvio que su perseguidor también aceleró su paso. Minutos después la muchacha giró a la derecha por un pasillo y se recostó contra la pared, esperando al alumno de la bromita con la mano apretando con fuerza y firmeza la varita dispuesta a mandarle la primera maldición que le llegara a la cabeza. Después de unos minutos esperando, aflojó el agarre de su varita al no ver al alumno y no oír sus pisadas desde momentos antes. Volvió a respirar comprendiendo que su perseguidor no era tal y había caminado por el mismo corredor que ella por pura casualidad, pero que al final debía de haber girado en algún cruce de pasillos y el ruido de sus pisadas había desaparecido. Solía ocurrir bastantes veces que cualquier nimio ruido se ampliara en esos largos pasillos solitarios sobretodo a esas horas de la mañana.

Volvió a respirar hondo y reanudó su marcha. Un pasillo… otro… Sí, definitivamente había sido una estúpida paranoica. Ya no sentía el cosquilleo en la nuca ni oía más pasos. Un pasillo más, ya bastante más relajada que al principio, pero entonces volvió a oír más pasos detrás de ella, unos pasos que se acercaban con rapidez. Decidiendo que no iba a volver a caer en el mismo juego siguió caminando con la cabeza alta, aunque apretaba con fuerza el libro contra su pecho infundiéndose valor.

Los pasos misteriosos volvieron a desaparecer de repente. Hermione, ya bastante mosqueada con la bromita, giró sobre sí misma intentado descubrir al gracioso, pero, obviamente, no lo encontró. Bufó de mal humor y siguió caminando, con la mirada fija en el frente. Fue a pasar por un nuevo cruce de pasillos cuando de pronto…

.-¡Buh!

La exclamación dicha tan cerca de su oído consiguió que saltara del susto y sacara de su varita con una rapidez sorprendente, apuntando directamente al corazón de la persona que se escondía en las sombras.

.-Vaya, Granger, no sabía que eras tan asustadiza –reconocería aquella voz burlona arrastrando las palabras en cualquier parte del mundo.

.-¡Malfoy! –exclamó enfadada-. ¿Tú eres tonto o sólo te estás entrenando?

.-Realmente estoy aprendiendo de la mejor –contestó el chico con sorna saliendo de entre las sombras.

No era la primera vez que Hermione pensaba que Draco Malfoy era atractivo. Muy atractivo, a decir verdad. Su pelo rubio platino, sus fríos ojos grises y sus finas y aristocráticas facciones daban a aquel chico un aspecto de ángel que era contradicho por su arisco, desdeñoso, impertinente y sarcástico carácter. Todo un desperdicio de muchacho, en opinión de la Gryffindor, sólo por su estúpida y altanera forma de ser. Sin duda era un chico astuto e inteligente, digno miembro de su casa, pero eso no conseguía que se viera mejor a ojos de Hermione.

.-¿Qué es lo que quieres, Malfoy? –preguntó ella sin guardar la varita.

.-Para ser sincero, lo único que quería era darte un susto y pasármelo bien un rato –Malfoy se encogió de hombros elegantemente, como todo un Malfoy, acompañado de su sonrisa burlona-. En verdad me has sorprendido con lo fácil que me ha resultado hacerlo. Se ve que los Gryffindor al fin y al cabo no son tan valientes como predican.

.-Cómprate un bosque y piérdete, Malfoy –dijo Hermione enfurecida, apretando los labios en una mueca inquietantemente similar a la de la profesora McGonagall.

.-Sin duda podría, recuerda que soy muy, muy rico, pero es más divertido para mí quedarme aquí y volver a asustarte de vez en cuando.

.-No creo que seas tan rico ahora que tu padre está en Azkaban.

.-¡Cállate, sangre sucia! Se ve que eres una ignorante en cuanto a costumbres mágicas se refiere, típico de tu raza –Malfoy miró a Hermione como se miraría a un chicle pegado a la suela del zapato-. Para que lo sepas es costumbre que en las familias de sangre pura ricas, no como la de tu noviecito el comadreja, se crea una cámara en Gringotts a los pocos días de nacer un nuevo miembro de la familia y se transfiera una gran cantidad de galeones para el uso personal del niño. Por lo tanto, por si tu cerebro de muggle no lo ha entendido aún, yo, por mí solo, soy asquerosamente rico.

.-¿Y qué me quieres decir con eso, Malfoy¿Te crees que me das envidia? Da igual todo el dinero que tengas, Malfoy, no podrás comprar un cerebro que te sirva para ser inteligente ni para llenar esa gran cabeza hueca que tienes.

Sin dar tiempo a que Malfoy volviera a contestar, Hermione se dio la vuelta y siguió su camino hacia su casa, pero un comentario de Malfoy la hizo pararse en seco.

.-¿Y dónde está vuestra Gallina de los Huevos de Oro Potter¿Tan cobarde es que le da miedo hasta venir a la escuela? –los ojos grises de Malfoy brillaron con malicia-. ¿O es que aún se encuentra llorando por la desaparición de su querido padrino? La verdad es que su muerte no es una gran pérdida, un asqueroso chucho menos en el mundo…

Una gran bofetada interrumpió el comentario de Malfoy. Hermione se le había acercado con un par de grandes zancadas y le había cruzado la cara con toda la fuerza que había sido capaz de reunir. Malfoy se llevó una mano a su mejilla completamente enrojecida y miró a la chica con la furia brillando en sus ojos y en los gestos de su cara. Se quedaron mirando a los ojos durante unos interminables segundos hasta que el chico alzó la mano para devolver el golpe, no podía permitir que una simple sangre sucia le hiriera el orgullo de esa forma, pero una fuerte mano le sostuvo el brazo en el aire.

.-¿Con toda la educación que has recibido, hurón, y aún no has aprendido que a las mujeres no se las toca?

La voz ligeramente ronca de Ron se escuchó desde detrás de Malfoy a la vez que le retorcía el brazo sujeto a la espalda.

.-No sabía que los leones atacaban por la espalda, comadreja.

.-No es algo que solamos hacer, hurón, a no ser que inmundas serpientes hagan actos indignos, como es pegar a una mujer –le contestó Ron, con la ira que sentía reflejándose en sus ojos azules marinos mientras apretaba su agarre.

.-Vaya, comadreja¿has pensado tú solo toda esa frase o la sangre sucia aquí presente te ha ayudado?

.-No necesito ayuda para insultarte, Malfoy, eso es tremendamente sencillo.

Con un último apretón, Ron soltó el brazo del Slytherin y se puso al lado de Hermione y le instó a caminar pasándole un brazo por los hombros.

.-Vamos, Hermione, tengo que hablar de una cosa contigo, no pierdas el tiempo con asquerosos reptiles.

.-Ten cuidado, sangre sucia, nunca sabes quien es el que te puede estar siguiendo por los solitarios y aterradores pasillos de un castillo.


Buenas! Aquí terminó el capítulo. Qué os pareció? Ahora ya sabéis más cosas de la sombra ésa extraña, no os quejaréis, y salió a escena nuestro dulce y cariñoso Draco, como siempre en su estilo ;) Os gustó? Espero que sí lo haya hecho, no como el capítulo anterior, que al parecer no gustó a demasiada gente. Pero bueno, espero que éste lo haya compensado, si no, lo siento.

De todas formas muchísimas gracias a los que me dejaron un comentario. Aún no estoy del todo enterada de qué va el rollo éste de la prohibición de escribir las contestaciones a los reviews en el capítulo, así que si alguien está enterado, me podría echar un cable y explicarme? Muchísimas gracias por anticipado.

Antes de que se me olvide, os recomiendo los fics de PaddyPau, sobretodo a los que les guste la pareja Draco/Hermione. Aquí mi amiga es una fanática de esa pareja y tiene dos fics estupendos de esos dos (aparte de un fic Ron/Hermione fantástico) que realmente son geniales. Así que ya sabéis, si os gusta la pareja daros una vuelta por sus fics y dejadle algún comentario, que le hacen mucha ilusión.

Bueno, mis enormes agradecimientos a EugeBlack, SerenitaKou y AgosMalfoy. Por recomendación de AgosMalfoy (muchas gracias, wapa), ahora contestaré a los reviews a través de un e-mail, así que, por favor, dejad la dirección para que pueda enviar la repuesta al review, ok?

Bueno, un besote a todos. Si alguien ha llegado a leer hasta aquí con todas estas notas de autor se merece un premio ;)

Aykasha-peke
Miembro de muchas Órdenes

PD: Reto: a ver quién es capaz de adivinar quién es el padre de Aydun.